t h r e e
—Thiago... —dijo Milo suspirando.
—Si sigues suspirando pronto te acabarás el oxigeno que hay en el salón —murmuró Tanner tratando de no ganarse un regaño por parte del profesor.
Milo sólo rodó los ojos. Intentó concentrarse en clase, pero sólo los lindos y brillantes ojos de Thiago aparecían en su cabeza.
Decidió que así era mejor pasar la hora de geografía.
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