f i f t e e n
Milo caminaba cabizbajo por los pasillos del colegio.
Tanner lo miró de lejos y decidió acercarse.
Lo abrazó por los hombros y le sonrió.
—Buenos días, Tanner —dijo Milo tratando de formar una sonrisa.
Tanner le sonrió con lástima.
—Milo, hay que saltarnos las clases hoy.
Milo sonrió de verdad, siempre había querido hacer eso.
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