Capítulo 17
(Quedan 4 dias)
Sam despertó aquella mañana más tranquilo de lo normal. Se levantó, y sintió algo extraño. No estaba solo. Se dirigió hacia la sala, y estuvo a punto de darle un paro cardiaco cuando vio al profesor, Rita, Andrea y dos hombres que no conocía sentados en sus muebles.
- ¿Pero que...? - es lo único que pudo decir a causa del asombro.
- ¡Buenos días, Sam! - le dijo con tono apacible el profesor.
- ¿Pero ¿qué hacen aquí? - interrogo Sam confundido.
- No hay de qué preocuparse Sam, venimos a protegerte y a hacerte compañía.
- ¿Usted profesor?, ¿no había dicho que estaba muy ocupado?
- No soy yo el que te va a hacer compañía. De eso se encargará Andrea.
Sam y Andrea se dieron un amable saludo.
- ¿Y ellos...? - pregunto Sam, señalando a los dos hombres desconocidos.
- ¡Ah ellos! Te presento a Evans y a Steven. Son dos guardias a tiempo completo que contraté para que te cuiden a ti y a Andrea- le respondió Thomas a Sam- También traje algunas camas para que puedan dormir en tu casa Andrea y los guardias. Ellos vivirán contigo hasta que se cumpla el plazo del Destino.
Después de un cortes saludo entre los guardias y Sam, el profesor y Rita anunciaron su retirada:
- ¿A dónde van? - quiso saber Sam
- Iremos a preparar el siguiente experimento de la máquina del tiempo. Recuerda que aún faltan 4 personas que viajaran en el tiempo, y la siguiente será en tres días. - respondió Rita con tono importante
- ¡Ojalá que no le pase lo mismo que a ti! - bromeo un poco Thomas, y después de esto se fueron.
Cuando el profesor y Rita ya se habían marchado, Sam se quedó acompañado con Andrea y los dos guardias. No había problema que ellos estuviesen allí, solo que Sam se sentía un poco incómodo. No conocía bien a Andrea, y mucho menos a los guardias.
- ¿Quieres algo de desayunar Sam? - pregunto amablemente a Andrea, aturdiendo las reflexiones de Sam.
- ¡Ah! si... sí, claro. Si se puede unos frijoles bien fritos- respondió Sam, quien comenzaba a sentir hambre.
Rápidamente Andrea se puso en marcha y saco una olla llena de frijoles ya cocidos que solo necesitaban calentarse. Puso los frijoles en la cocina, y comenzó a buscar los fósforos. En eso estaba, cuando, de improvisto, se deslizo y se cayó en el tambo de gas.
- ¡Ay! ¡Mi cabeza! - grito después de la fuerte caída. Los dos guardias y Sam se asesoraron de que estaba bien, y descubrieron que solo había sido un pequeño golpe:
- Por cierto, los fósforos están en la alacena, en la parte de arriba- le dijo Sam, intentando ayudarla.
Andrea comenzó a buscar los fósforos, mientras que los guardias sacaron de sus mochilas algunas armas especiales. Sam pudo comprender quien era Steven y quien era Evans.
Steven era el clásico musculoso, con cara de hombre bonito. Era de piel clara, y su voz era gruesa. Entre tanto Evans era más moreno y pequeño que Steven, y su voz era menos grave que la de Steven. Pero era igual de musculoso.
Sam observo que se llevaban estupendamente bien, como si ya se conocieran desde hace años.
- Perdón, ¿Ustedes ya se conocen? - interrogo curioso Sam
- ¿Nosotros conocernos? ¡Claro que sí, lo conozco desde hace años! - dijo Steven
- ¿Entonces son amigos? - pregunto Sam. Los dos soltaron una fuerte carcajada.
- ¡Claro que no! Somos hermanos- dijo entre carcajadas Evans.
¡Hermanos! Eso no se lo imaginaba. Después de conocer mejor a sus guardias, Sam se sentó en el sillón esperando su desayuno que ya tanto deseaba.
Pero no se iba a dar el gusto, ya que nadie sabía que, debido a la caída de Andrea sobre el gas, había una fuga, la cual iba a explotar si se encendía un fosforo.
Y eso es lo que hizo exactamente Andrea. Encendió el fosforo, y observo sorprendida como se formaba una gran bola de fuego en la cocina.
- ¡Corran...! - grito asustada. Sam y los guardias voltearon a ver hacia la cocina, pero sobre todo observaron como la bola de fuego crecía mas y más. Salieron corriendo a una velocidad inimaginable, antes de que ocurriese una gran explosión.
Ahora había un nuevo problema; la puerta estaba cerrada con llave, la cual no había tiempo de buscar. La explosión estaba cada vez más cerca, mientras la bola de fuego ya había llenado toda la cocina. Uno de los guardias, sin previo aviso, disparo con su fusil a la cerradura, rompiéndola, y abriendo la puerta.
Justo cuando salieron de la casa, el tambo exploto...
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