Capítulo 10
Cuando Sam despertó no sabía dónde estaba. Todo era oscuro y deprimente, y a lo lejos se escuchaban algunas voces. Aun así estaba seguro de que se encontraba fuera del auto. Intento moverse pero no pudo, ya que estaba amarrado por una cinta gruesa, de color blanco, a una silla, la cual estaba en una especie de habitación con una puerta en la parte delantera.
Transcurrieron algunos minutos sin nada de movimiento, hasta que Sam vio asomarse a tres personas de tamaño mediano. Por la oscuridad no logro identificarlos, hasta que uno de ellos le dijo a su compañero:
- ¡Ey chicos ya despertó, enciendan la luz!- acto seguido uno de los secuaces apretó el interruptor y se encendieron dos lamparitas, suficientes para iluminar la habitación, que por cierto era muy pequeña. Después de que sus ojos se adaptasen a la luz, Sam observo a los ladrones del estacionamiento pero no logro ver al jefe. Tampoco había señales del auto del profesor.
- ¿Cómo amaneció nuestra pequeña bella durmiente?- dijo sarcásticamente uno de ellos. Sam notó que sus ojos estaban rojos, cómo si hubiese estado llorando.
- ¿Dónde estoy?, ¿qué le hicieron al carro del profesor?- respondió enfadado Sam, quien comenzaba a ponerse nervioso
- ¡Tranquis amigo! el auto está bien pero no es asunto tuyo el saber donde está.
- ¿Y que estoy haciendo aquí?- intento indagar Sam
- Pues veras, si recuerdas bien en el estacionamiento hiciste que atropellaran a nuestro jefe...
- ¡No fue mi culpa! solo intente defender el auto de un amigo
- ¡Silencio, que no es tu turno de hablar! Prosiguiendo, al atropellar a nuestro jefe tuvimos que darte una lección para que aprendieras quien manda- Su voz empezó a oirse temblorosa e insegura
- ¿Y estoy aquí solo para que me den una lección?
- Ese era el plan original, pero las cosas cambiaron...- Extendió su pañuelo verde, y se secó las pequeñas lágrimas que empezaron a salir de su rostro
- ¿Y ahora cual es el plan?
- ¡Matarte!- cuando el ladrón dijo eso, Sam se puso pálido y nervioso; ¿otro aventura de muerte? ya había tenido suficiente con el taxi ¿pero ahora esto? sobrevivir sería imposible si todos los días pasaba algo así.
- ¿Por...que... Me mata...Me mataran?- interrogo sumamente nervioso Sam
- Por varios motivos; uno de ellos es por evitar el robo del auto aunque al final no lo conseguiste, otro porque sabes demasiado sobre nosotros, y... el más fuerte es...por haber....matado a nuestro jefe...
- ¿Lo asesine? ¿No habían sido solo algunas heridas?
- Eso pensamos al principio, pero cuando lo llevamos al hospital el doctor nos dijo que se habría roto las costillas y habría sangramiento interno...- aquí se detuvo de hablar porque se le salían las lágrimas, aun así prosiguió- hace algunos minutos recibimos la llamada del doctor... quien nos dijo que... que había... muer... muerto.
Se detuvo a llorar, mientras sus secuaces lo intentaban consolar. Sam se sintió terrible. ¡Era un asesino! el no planeaba matarlo, solo quería defenderse, y ahora viendo esa conmovedora escena de los malos llorando se sintió culpable.
- ¡Perdón amigos... perdon! ¡Yo no quería... les juro que no queria...!- intento disculparse Sam
- No hay problema amigo, en unos minutos nosotros nos sentiremos culpable... de tu muerte- y diciendo esto todos se retiraron a planear el asesinato de Sam.
Entre tanto Sam debía liberarse y escapar ya que aunque era culpable no quería terminar con su vida ese día. Intento liberarse de las cuerdas moviéndose de un lado a otro para aflojarlas, cosa que logro en unos cuantos minutos. Después de liberarse Sam corrió a la puerta, y después de varios intentos logro abrirla.
Cuando salió de la habitación, camino sigilosamente entre los oscuros pasillos intentando descubrir algo que lo ayudase a escapar. Después de varios minutos caminando sin rumbo llego a donde estaban reunidos los ladrones. Se ocultó detrás de un mueble para oír la conversación que mantenían, la cual era la siguiente:
- ¿Y después de matarlo que haremos con su cuerpo?- pregunto uno de ellos quien claramente hablaba de Sam
- ¿Por qué no lo arrojamos al rio Mackenzie que está a unos metros de aquí?- respondió otro, dándole una clara pista a Sam de su ubicación.
- Buena idea, ¿pero qué haremos con el auto?
- Ya lo tengo controlado, lo tengo oculto en el piso de abajo y después de matar al muchacho me lo llevare a otra ciudad donde me lo compraran.
Después de esta frase todos acordaron irse para ejecutar el plan. Se fueron, sin notar que Sam los había estado oyendo. Cuando ya no estaban Sam descubrió que uno de ellos había dejado su celular cargando. Sin pensarlo dos veces, lo cogió y llamo al profesor Thomas.
Por su parte el profesor y Rita seguían buscando a Sam y el auto sin tener éxito. Lo único que sabían era que habían atropellado a alguien pero estaban seguros de que no era Sam. De repente el profesor recibió una llamada de un número desconocido:
- Hola ¿Quién es?
- Soy yo Sam Conery, profesor
- ¿Sam? ¿Eres tú?
- Si
- ¿Dónde estás? te hemos buscado como locos, por cierto ¿tienes mi auto?
- Algo así, la cosa es que me han secuestrado y se han llevado su auto conmigo
- ¿Te secuestraron? ¿Estás bien?- pregunto sorprendido el profesor
- Estoy bien no se preocupe, pero necesito su ayuda; quiero que se dirija al rio Mackenzie...
- ¿Para qué?
- Solo hágalo, allá nos veremos y le prometo que le entregare su auto sano y salvo.
- ¡Planeas escapar con todo y auto! ¿Cómo es que lo harás?
- No tengo tiempo de explicarle, debo cortar. ¡Adiós!
- Pero Sam...- no le dio tiempo de terminar. Sam ya había colgado. Ahora su deber era cumplir las indicaciones
- Tenemos que ir al rio Mackenzie- le dijo el profesor a Rita.
- ¿Por qué?- pregunto sorprendida Rita.
- En el camino te explico- y diciendo esto abordaron el bus hacia el rio. Mientras tanto Sam ya se había puesto en marcha para cumplir con su plan. Un plan complicado pero efectivo. Era su única opción.
Si fallaba su Destino se habría cumplido...
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