001. the earth
the earth / chapter one
CON ALGO DE ESPERANZA MIRABA por la pequeña ventana que había en mi celda como cada otro día. Estaba abrazada a mis rodillas mientras apoyaba mi cabeza en la pared y dejaba que mi mirada se perdiese hacia un pequeño destello que se veía a lo lejos, imaginándome toda una vida allí.
Esa pequeño destello era la Tierra, un planeta en el que todas las personas del Arca habían soñado alguna vez en bajar y poder tener una gran vida allí. Sin embargo siempre fueron sueños, la radiación había acabado con ese planeta hacía ya noventa y siete años, la Tierra era un lugar inhabitable lleno de preciosa criaturas y paisajes con los que siempre me entretenía pensando día y noche.
Todos los días pensaba en ello, en tener una vida en ese planeta que veía siempre por la ventana, imaginaba siempre como seria todo allí, y pensaba a diario en todos los seres vivos que podrían llegar a haber, la cantidad de animales, flores, y montañas que deseaba con toda mi alma tocar, oler y simplemente sentir.
Eso era simplemente un sueño, nadie pensaba en bajar a la Tierra de verdad, eran simples fantasías para no volverse loco allá dentro y tener esperanza, en que quizás, algún día todo cambiaria.
Me levanté torpemente y agarré uno de los carboncillos que tenía escondidos entre mis bolsillos, conté los días de nuevo haciendo una raya al lado de las anteriores que ya habían en la pared, unas mil cuatrocientas treinta y dos. Según yo nunca perdí la cuenta de los días, era lo único entretenido que hacia dentro de mi celda.
Esos días eran meses y eran años, fueron tres años los que estuve en esa celda, hasta los diecisiete. Cada vez se acercaba más mi juicio y mi miedo a ser flotada crecía aún más.
Me acosté en mi cama mirando al techo y dejé mi mente en blanco, sin pensar en nada, solo el silencio y yo, era algo agradable. Creo que una de las pocas cosas que nunca me dieron miedo era el silencio, yo, al contrario que otras personas, siempre disfrute el silencio, nunca se me hacía incómodo, al contrario el silencio para mi era como un lugar de confort en el que podía pensar solo en mi y en mis ideas. Pero esa vez el silencio no duró demasiado rato, esa vez fue diferente.
El golpe de la puerta de mi celda abriéndose me hizo ponerme alerta. Me levanté de inmediato de mi cama y dos guardias entraron hacia mi con una pequeña caja de madera.
―¿Qué pasa? Aún no cumplo los dieciocho, ¿Qué se supone que están haciendo?―cuestioné asustada.
―Prisionera 243 extienda el brazo derecho. ―ordenó un guardia acercándose a mi.
Hice caso sin protestar más, porque si lo hacía quizás hubiese sido peor.
El guardia sacó de la caja una extraña pulsera metálica que coloco en mi muñeca provocándome un pinchazo por el que me queje suavemente.
Los dos guardias me escoltaron hacia fuera de mi celda, y al salir vi a muchísimos presos más siendo evacuados de sus celdas, algunos hacían caso, y otros se resistían a ellos. Los que se resisten eran dormidos de inmediato con algún tipo de medicamento y trasladados a una nave a la que a mi también me llevaron.
―¿Nos van a flotar a todos? ―pregunté preocupada mientras veía a todos los otros presos.
―Siéntese aquí, ahora. ―me respondió el guardia. Sin replicar me senté esperando no morir ese mismo día, al menos si lo hacía no lo iba ha hacer sola.
Me sentaron al lado de un chico de tez negra al cual reconocí de inmediato, Wells Jaha, el hijo del canciller. El chico no me dirigió la palabra y yo tampoco lo hice, después de unos minutos la nave se llenó de adolescentes, algunos sedados y otros despiertos.
A mi otro lado sentaron a una chica rubia, la cual supuse que era Clarke Griffin, mis padres en su momento me habían hablado alguna vez de los suyos, nunca la había visto pero sin embargo teniendo en cuenta como me la describían tenía toda la pinta de que era ella.
Mi pensamiento seguía siendo el mismo que antes, que nos iban a flotar para ahorrar espacio en las celdas o algo así, porque no había nada más que tuviera sentido. Miré a mi alrededor un tanto asustada y pregunté a mi compañero de la derecha que se suponía que estaba pasando.
―Vamos a la Tierra. ―respondió.
Por unos pequeños instantes me quedé paralizada, no entendía cómo eso podía llegar a ser posible, se suponía que la Tierra era inhabitable, era radioactiva, no entendía porque nos enviaban a la Tierra y menos porque para bajar a ella habían escogido a un grupo de delincuentes. Pero otra parte de mi se quedó paralizada al pensar que todos los sueños que alguna vez tuve podrían hacerse realidad.
La nave despegó y después de algunos minutos la que creía que era Clarke Griffin despertó.
―¿Wells qué diablos haces tú aquí? ―eso fue lo primero que dijo al despertar, supuse que a Wells no debió haberle hecho mucha ilusión que sus primeras palabras fueran esas.
―Oye Clarke, cuando supe que iban a mandar presos a la Tierra hice que me arrestaran. ―dijo Wells.
―Hay que ser idiota para hacer eso. ―susurré sin que ninguno de los dos me prestara atención.
―He venido por ti. ―le dijo el hijo del canciller a Clarke.
Unos golpes a la nave hicieron que me alertara de lo que estaba pasando o al menos de lo que creía que estaba pasando.
―Entramos en la atmósfera. ―informé a todo el mundo.
Antes de que me encerraran leía mucho sobre el espacio y sobre mecánica, también había leído un par de cosas de medicina pero muy pocas, sabía reconocer algunos tipos de heridas pero ni mucho menos curarlos a menos que fueran bastante básicos. A lo que quiero llegar es que había leído lo suficiente sobre el espacio como para saber qué estaba pasando.
―Presos del Arca escuchad. ―empezó a hablar el canciller desde una pantalla que se acababa de encender. ―Tenéis una segunda oportunidad, y como vuestro canciller espero que veáis esto no como una oportunidad para vosotros, si no como una oportunidad para todos nosotros y para la humanidad. No sabemos lo que os espera ahí abajo, si la probabilidad de sobrevivir fuera alta habríamos enviado a otros, os enviamos a vosotros porque vuestros delitos os han hecho prescindibles. ―hablaba el canciller antes de que uno de los adolescentes gritara.
―¡Tu padre es gilipollas Wells!
El canciller siguió hablando sobre una montaña llamada Monte Weather que tenia provisiones y después de que dijera eso no escuche nada más.
Un chico con gorro se había desabrochado el cinturón y estaba flotando en medio de la nave, parecía divertido y peligroso, me gustaba.
El chico vino hacia nosotros y le habló a Wells.
―Fíjate, al final tu padre sí que me ha hecho flotar.
―Sujétate antes de que se abran los paracaídas. ―le advirtió Wells sin hacer caso al comentario anterior.
Dos chicos más se desabrocharon los cinturones sin hacer caso a ninguna de las advertencias de Clarke.
―Eh, eres la traidora que ha estado en aislamiento un año, ¿No? ―le dijo el chico a Clarke.
―Y tu el idiota que gasto el oxigeno de un mes en un paseo en el espacio ilegal.
―Fue divertido, soy Finn.
El paracaídas se abrió y la nave empezó a sacudirse muy bruscamente lanzando a los tres chicos que se habían soltado hacia diferentes paredes preocupando a casi todos.
―Los propulsores ya deberían haberse activado. ―dijo Wells.
―Todo irá bien, esta nave tiene más de cien años, ¿No? ―habló Clarke no muy convencida.
―No estoy segura de que la parte en la que esta nave tenga más de cien años sea buena. ―respondí sujetándome muy fuerte de mi cinturón.
Luego de ese comentario Wells se puso a hablar del padre de Clarke y de como por su culpa lo flotaron.
Después de muchas sacudidas y tuberías que reventaban dentro de la nave esta pareció aterrizar por fin.
―Escuchad, ya no hay zumbido. ―dijo un chico asiático a lo lejos.
Los cinturones se aflojaron de inmediato y todos nos los quitamos y bajamos enseguida al primer piso donde estaba la compuerta.
Baje lo más rápido posible empujando a la gente para que me dejaran sitio hasta que conseguí estar lo más adelante posible.
Al lado de la compuerta había un chico joven que parecía ser guardia, era muy guapo.
―¡Quieto! ―le gritó Clarke mientras bajaba por las escaleras.
―El aire podría matarnos. ―dijo al ver que el guardia iba decidido a abrir la compuerta.
―Si fuera así ya estaríamos muertos. ―respondió él.
―¿Bellamy? ―preguntó una chica a lo lejos antes de acercarse a este y abrazarlo fuertemente.
―¿Dónde está tu pulsera? ―preguntó Clarke al chico.
―¿Te importa? ―preguntó sarcásticamente la chica morena. ―Llevo tres años sin ver a mi hermano.
Los susurros no tardaron en hacerse presentes atrás mío, era imposible que alguien tuviera algún hermano.
―¡Esa es Octavia Blake, la chica que encontraron escondida en el suelo! ―gritó una chica causando aún más murmullos.
Octavia saltó encima de los demás adolescentes siendo detenida por su hermano mientras forcejeaban.
―Octavia, no. Haz que te recuerden por otra cosa. ―le dijo su hermano.
―¿Si, como que?
―Como ser la primera en pisar la Tierra después de cien años. ―dijo Bellamy mientras bajaba la palanca abriendo así la compuerta.
La luz del Sol entró dificultándome la vista pero a la vez haciendo que mi cara se iluminase mientras sentía los rayos de Sol en ella y una sonrisa apareciera instantáneamente en mi. La chica llamada Octavia inspiró fuertemente absorbiendo la mayor cantidad de aire posible para dejándolo ir con una sonrisa de oreja a oreja.
Empezó a bajar la rampa lenta y cuidadosamente mientras seguía inspirando y expirando la mayor cantidad de aire posible.
Octavia bajó al fin, dio un pequeño salto y pisó con fuerza la tierra para gritar de inmediato.
―¡Hemos vuelto perras!
La gente empezó a salir rápidamente y a gritar mientras yo bajaba lentamente sintiendo el viento en la desmelenada coleta que llevaba ese instante mientras algunos pelos se soltaban de ella rebeldemente dejándolos al aire libre, mientras, sonreía y miraba al cielo aún en la rampa.
Me quede en la punta de la rampa y como si de un sueño se tratase salté dejándome caer de rodillas, sintiendo así mis pantalones manchados por la tierra húmeda que había debajo, y con mis manos toqué el suelo y toque la tierra sintiendo como si por fin estuviera en uno de mis sueños, sintiendo que estaba en casa.
Todos los demás estaban igual de eufóricos que yo. Después de un rato me fije en Clarke, estaba un poco alejada de los demás junto al chico de antes, Finn. Tenían un mapa en la mano así que decidí acercarme a ver que era lo que hacían.
―¿Veis ese pico de ahí? ―preguntó Clarke. ―Monte Weather, hay un bosque lleno de radiación que nos separa de la comida, hemos caído en la montaña equivocada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro