B
Elegiste la opción B. Veamos qué sucedió.
Intentaste apagar el fuego, pensado que sería una buena idea. Pero tu decisión fue un arma de doble filo. Y lo único que lograste fue avivar más las llamas, y estas se propagaron aún más.
Al final, el fuego te venció y tu televisor fue testigo de cómo te quemabas hasta quedar crujiente. Al cabo de varios minutos, tu cuerpo quedó carbonizado.
Vuelve al caso 3.
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