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Extra: Fylia II

La nueva vida de la heroína legendaria. Parte II.

La búsqueda por saber qué pasó con mis camaradas me llevó de regreso a la mansión del Duque Dimitrov.

La razón de mi visita era la pintura que había visto de mí.

Esa chica que aparecía en la pintura sin duda alguna era yo.

Pero...

¿Como era posible eso?

Nunca posé para que alguien hiciera una pintura de mí.

Pase mi corta vida entrenando para controlar mi poder, luego luchando contra bestias en incontables campos de batalla y después fui sellada en la espada por casi mil años.

Si bien todas las mujeres que sufrimos de la "enfermedad" de la reina de hielo éramos muy similares entre nosotras debido a nuestro cabello blanco y a unos pocos rasgos faciales éramos fácilmente identificables la una de la otra, pero, en mi época no habían muchas mujeres con esa condición y las pocas que habíamos, estabamos separadas por millones de kilómetros y rara vez nos encontrábamos.

Pensar en todo eso solo me causaba más curiosidad por saber cómo habían hecho ese retrato de mí y que hacía en la mansión de ese tal Duque Dimitrov.

Y para obtener respuestas lo mejor era hablar directamente con el amo de esa casa.

Así que, llegué a ese lugar y entré por la puerta principal, a vista de todos, sin importarme quien intentará interponerse en mi camino.

No había nadie en el imperio que fuera capaz de hacerme frente así que los pocos guardias que intentaron detenerme fueron congelados al instante por mi magia.

Claro que no los había matado, solo los inmovilice con hielo.

Seguí avanzando hasta la puerta de la casa en donde me encontré al Duque de pie, observando como sus guardias eran congelados por mí. 

—Te estaba esperando... "Maga de hielo" Fylia —Dijo con mucha seriedad y calma.

—Así que sabes quién soy.

—Desde que te ví hablando con mi hija lo supe, ¿Que buscas aquí?

—No busco pelear, solo quiero que respondas unas preguntas.

—Creo que tus acciones contradicen tus palabras —Comentó, mirando a sus hombres congelados.

Me disculpé con sinceridad y luego retiré el hielo que inmovilizaba a los guardias.

—Bien, hablemos adentro —Me dijo el Duque, invitándome a pasar.

[...]

El Duque me guió hasta su oficina y luego nos quedamos a solas para poder hablar sin interrupciones.

Él no espero a oír mis preguntas para comenzar a hablar:

—Mi ancestro fue conocido como Hefesto, "el herrero de los dioses" —Dijo con un tono serio.

Conocía bien a ese Hefesto, su nombre real era Alus. No sólo fue un gran guerrero con el que luché codo a codo, también fue la persona que fabricó la espada que contuvo el poder del Gran Dragón Blanco durante siglos para que yo pudiera absorberlo.

—Él fue un gran guerrero y sobre todo un magnífico herrero. No había herrero  que se pudiera comparar a él —Comente con sinceridad, y espere para seguir escuchando al Duque.

—Él fue el primer Duque Dimitrov, Alus Dimitrov.

"¿Él fue el primer Duque?" Pensé algo sorprendida.

Si bien al principio no sabía cómo funcionaba eso de las posiciones sociales cuando Ethan me liberó de la espada, y decidí investigar sobre mis antiguos camaradas, tuve tiempo de aprender como funcionaban. Y resultó que los Duques, especialmente el Duque de la familia Dimitrov, estaban en la posición social más alta solo superados por el emperador.

No pude evitar sonreír por Aulus.

Era bueno saber que a uno de mis compañeros le había ido bien en la vida.

—¿Como murió? —Pregunte curiosa.

—Nuestro registro familiar dice que murió a los noventa y ocho años mientras dormía.

Una muerte tranquila suena muy propio de su parte. Él solía decir que quería vivir lejos de las batallas. Lamentablemente, eso era algo que nadie en nuestro tiempo se podía permitir.

—Fue una larga y buena vida —Comente con una sonrisa sincera.

Saber que el primer Duque Dimitrov había sido uno de mis antiguos camaradas era suficiente para saber que había pasado con al menos uno de ellos y por qué había una pintura mía en esa mansión.

—Bueno... eso es suficiente, me voy entonces —Me puse de pie y baje un poco mi cabeza para despedirme—. Aún me quedan cosas por hacer.

—Espera —Dijo el Duque, antes de que saliera de su oficina.

Me detuve al instante y volteé otra vez a verlo.

El Duque abrió uno de los cajones de su escritorio y saco un pequeño cofre.

—La última orden de mi antepasado para la familia fue esperar por su regreso señorita Fylia y entregarle esto —Dijo entregándome el cofre en mis manos—. Todas las generaciones hasta ahora han seguido esa orden.

Tomé el cofre en mis manos y lo inspeccione rápido. Era algo que Aulus había dejado para mí después de todo.

Aunque parecía ser un cofre de hierro me di cuenta que no era así; el hierro era solo un revestimiento para proteger lo que estaba dentro. También había una piedra celestial incrustada justo en el centro.

Las piedras celestiales eran un material extremadamente raro pero indispensables para los magos y hechiceros de mi época.

Para poder cortarlas se tenía que usar una gran cantidad de maná y se debía ser muy cuidadoso ya que una pequeña imperfección volvía a la piedra celestial una piedra inútil, sin ningun uso más allá del decorativo.

—Te pido disculpa... Mi esposa trató de abrirlo pero la detuve a tiempo —Explicó el Duque.

Conociendo a Aulus seguramente utilizó una extraña fórmula de círculos mágicos como medida de seguridad para evitar casos como esos.

La forma de abrir el cofre era sencilla; solo se debe verter maná en la piedra celestial hasta romperla.

Puse una de mis manos en la piedra y comencé a verter mi maná en ella.

Al instante pude sentir como mi poder se drenaba rápidamente.

"¡¿Que es esto?!" Pensé muy sorprendida.

Romper una piedra celestial era fácil para un mago decente pero está en específico me estaba costando una gran cantidad de maná.

Si bien para mí, en mi estado actual, esa cantidad de maná era algo insignificante si fuera cualquier otra persona le sería imposible sostener ese ritmo de consumó.

[...]

Luego un rato finalmente lo había conseguido.

La piedra celestial y, al mismo tiempo, el recubrimiento de metal se desmoronaron como si fueran una simple piedra que fue golpeada hasta hacerse pedazos, y entonces pude ver lo que había dentro del cofre; una pequeña caja de madera.

Abrí la caja y lo que había dentro resultó ser solo una carta.

—¿Solo una carta? —Susurro el Duque cuando saque la carta de la caja.

—Si esto es todo entonces me voy —Dije, guardando la carta entre mi ropa. Si iba a leerla sería cuando estuviera sola.

Me acerque a la puerta, otra vez, con intención de irme pero para mí sorpresa se abrieron de golpe dejando entrar a una alta mujer.

—¡Eduard, Katherine va a...

Nos miramos fijamente por varios segundos, ella parecía un poco confundida, incluso parpadeo varias veces con mucha rapidez sin apartar su mirada de mí.

—Que linda eres —Dijo de repente.

No supe que responder ante eso.

Si recordaba bien esa mujer era la esposa del Duque, la ví cuando ayude a Zelphine.

—¡Es un gran honor conocerla por fin! —Dijo sujetando mis manos.

—¿Sabes quién soy? —Le pregunté confundida.

Pense que solo el Duque se había dado cuenta de quién era realmente.

—¡Por su puesto! —Exclamó emocionada—. Eres la legendaria maga de hielo Fylia ¡Eres fantástica! —Volvió a exclamar con más emoción, sujetando también mis manos—. Tus hazañas en el campo de batalla siguen dando de que hablar. Sobre todo la forma en la que sellaste al gran Dragón Blanco.

"¿Sellarlo?" Pensé confundida.

Nunca sellamos al Dragón Blanco. Para poder derrotarlo tuvimos que matarlo. Sin embargo, el poder de su núcleo era tanto que aún seguía siendo una amenaza y por eso fue que me ofrecí para ser sellada dentro de la espada, ya que así podría prolongar mi vida y tener tiempo suficiente para asimilar todo ese poder.

¿Será que la historia que las personas conocen es diferente a lo que realmente pasó? Me pregunte.

Cuánto Ethan me invoco por primera vez me di cuenta que al parecer nadie sabía la ubicación y posiblemente ni la existencia de la espada sagrada. De lo contrario alguien hubiera ido a buscar la espada.

—Bueno... Sí... —Hable soltando mis manos del agarre de la mujer—. Como decía, ya me voy.

—Oh, ¿Ya te vas? —Me preguntó la mujer—. Espera... Seguramente no debes tener un lugar a donde ir ¿Cierto? —Dijo, sujetandome esta vez por mis hombros y girando me nuevamente hacia ella.

Tarde unos segundos en responder pero finalmente dije que no.

Mi intención era vagar sin rumbo por el imperio, o donde sea, buscando cualquier pista que me llevara a saber más de mis antiguos camaradas pero ciertamente no tenía ningún sitio a donde ir.

—Entonces..., ¡¿Por qué no te quedas aquí?! —Pregunto emocionada. Casi pude ver como si sus ojos hubieran brillado.

—Querido —Se volteo hacia el Duque, que se había mantenido en silencio todo ese rato— Adoptemosla.

El Duque y yo la miramos muy confundidos.

—¿Adoptarla? —Le preguntó el Duque.

Ella asintió claramente muy emocionada.

—Piénsalo... Ella es la auténtica Fylia. Han pasado siglos desde que desapareció. Ya no queda ninguno de sus seres queridos con vida y tu ancestro fue un antiguo camarada de ella —Explicó cruzando sus brazos—. Además se parece mucho a Zelphine así que podríamos decir que ella es genuinamente nuestra hija y nadie se daría cuenta si eso es verdad o no.

—Nosotros nos encargaremos de que no te falte nada —Dijo el duque con seriedad.

¿Ellos se encargarán de que no me falte nada?

Con mi poder actual si yo lo quisiera podría destruir este imperio con mucha facilidad, así que no había nada que no pudiera obtener por mi cuenta. 

O no...

Los tiempos habían cambiado.

Me bastó solo con ver todo lo que había progresado el imperio luego de la guerra contra las bestias. Ya no hacía falta luchar día a día para sobrevivir. Ahora, las personas vivía en paz.

—Entonces ¿Que dices? —Me preguntaron ambos a la vez.

Yo aún seguía parada junto a la puerta sin saber si debía acotar o no esa extraña propuesta.

—Podrás tener la vida de una chica normal —Dijo esta vez la Duquesa.

Mi madre y mi maestro siempre quisieron que tuviera una vida normal, lejos del campo de batalla pero, cuando conocí a Gerald y a los demás, decidí ir a la guerra y luchar contra las bestias demoníacas.

Actualmente las bestias demoníacas no eran una amenaza pero Ethan me contó que pronto ocurriría otra guerra contra ellas.

"¿Estaría mal si viviera como tanto pudieron mi madre y mi maestro un tiempo?" Pensé, pero al mismo tiempo recordé que Ethan dijo que él haría

—De acuerdo... —Dije finalmente.

====== Fin ======

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