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Capitulo V

Durante los próximos días me uní formalmente a la orden de caballeros del duque Dimitrov y comencé a entrenar con ellos bajo la supervisión del mismísimo Duque.

Algunos de los caballeros parecían celosos de que el duque en persona me estuviera entrenando pero si me preguntaban si lo estaba pasando bien diría que no; el Duque era un maestro despiadado. Los entrenamientos iniciaban en la mañana y terminaban en la puesta de sol, aunque yo apenas era un principiante él no se contenía en absoluto y si no lograba bloquear sus ataques no se contenía al momento de golpearme.

Que buen maestro, ¿No lo creen?

Otro detalle era que aún no había asimilado por completo el poder que Fylia me había dado. Poco a poco iba aprendiendo a controlarlo, y eso me hacía destacar sobre los caballeros normales, pero aún me faltaba mucho para estar al nivel de un caballero experto y un paladín.

¿Sobre Fylia?

No había sabido nada de ella desde el día en el que nos separamos hasta que en uno de los días en los que vine a entrenar con el Duque ella apareció junto a Zelphine y lo llamó "padre" en frente de todos los caballeros y los sirvientes.

¿Que como había pasado esto?

Pues a decir verdad no sé.

Pero a nadie en la mansión parecía importarle la repentina aparición de una nueva "hija" del duque y la duquesa.

Los Duques trataban a Fylia como su hija y ella los trataba como si fueran sus padres.

Zelphine la trataba como su hermana mayor y Fylia la trataba a ella como su hermanita.

Y por último el personal de la mansión, tanto sirvientes como caballeros, trataban a Fylia como su nueva señorita.

¿Si a nadie parecía importarle todo eso por qué me importaría a mi?

Lo único que sí me importaba un poco era el cambio de personalidad que había tenido Zelphine desde que comenzó a entrenar su núcleo de maná.

Ella se había vuelto...

... Molesta.

-Vamos Nathan..., sé que quieres hacerlo.

Eran las tentadoras palabras de la chica que ahora se encontraba a mi lado, interviniendo con mi entrenamiento.

Intenté ignorarla y continúe concentrado en blandir mi espada; el Duque me ordenó hacer el mismo movimiento un millón de veces el día de hoy y si abandonaba la tarea el castigo sería terrible para mí.

-¡Llévame a la ciudad! -Insistió ella otra vez.

-Ya vete de aquí Zelphine, tengo que entrenar -Dije con firmeza.

Zelphine me miró con el ceño fruncido haciendo un puchero.

-¡Eres mi escolta! -Exclamó molesta-. Te ordenó que me lleves a la ciudad.

La ignore de forma claramente intencional e intenté ir a otro lugar para seguir entrenando pero, cuando di un par de pasos, un duro pedazo de hielo impacto mi espalda. Cai al suelo debido al ataque repentino, rápidamente me voltee y mire a mi atacante.

-¡¿Por qué me atacas?! -Le pregunté a Zelphine.

Su actitud era demasiado infantil, ¿Atacarme solo por no cumplir su capricho?

-Entiende que no puedo llevarte a la ciudad por ahora, si no completo el entrenamiento de hoy el Duque aumentara la intensidad de mi entrenamiento habitual.

Ella me miró en silencio con sus brazos cruzados y luego de unos segundos finalmente habló:

-Iré a hablar con él -Dijo molesta y se se fue hacia la mansión permitiendo que pudiera continuar con mi entrenamiento.

Recogí mi espada del piso y volví al sitio donde estaba antes, luego tome una toalla que tenía cerca para secarme el sudor y me senté a descansar un momento.

Rosaline, la mucama principal de Zelphine, se quedó conmigo mirando como Zelphine se alejaba molesta.

-Sabes... Me alegra verla así -Dijo tomándome por sorpresa, era la primera vez que hablaba conmigo.

-¿A que te refieres? -Le pregunté curioso.

Rosaline comenzó a contarme su historia con Zelphine.

Resultó que la madre de Rosaline fue la criada personal de la Duquesa y que por eso, cuando tenía diez años, la eligieron para ser la mucama personal de la pequeña Zelphine de cinco años.

Según Rosaline, la personalidad de Zelphine cambio luego de cumplir ocho años, pero, a pesar de volverse una persona sin emociones eso era solo en apariencia ya que aún disfrutaba de hacer cosas comunes para niños de su edad. Aún así, nadie más aparte de Rosaline quería acercarse a Zelphine debido a que sus palabras y su expresión siempre eran frías para alguien de su edad.

-Zelphine es como mi hermana menor -Comentó Rosaline-. Al principió pensé que eras alguien que quería aprovecharse de ella -Dijo con un tono que mostraba cierto desprecio pero a la vez con un humor sarcástico-. Me preguntaba como era posible que el Duque te nombrara como escolta de ella ya que nunca había permitido que tuviera un escolta, o bueno, no uno personal, el duque siempre enviaba un grupo de caballeros a protegerla desde lejos, tu eres el primero en ser nombrado escolta de Zelphine.

-¿Y eso es bueno o malo? -Le pregunte.

-Tranquilo, si cuidas bien a Zelphine nada malo te va a pasar.

A pesar de que dijo eso con una voz y un expresión tranquila lo sentí más como una amenaza.

-Lo tengo bien entendido -Dije riendo un poco.

Sin darnos cuenta Zelphine ya se encontraba de regreso.

-Listo. Ya tengo el permiso de mi padre para que dejes de entrenar y me lleves a la ciudad.

-¿Y estas segura que no me pondrá una penitencia por saltarme el entrenamiento? -Pregunte dudoso. Si algo había aprendido sobre el Duque era que le gustaba que hicieran todo tal cual lo ordenaba.

-Dijo que no importaba si dejabas de entrenar por hoy, así que puedes dar por finalizado el entrenamiento.

Luego de decir eso Zelphine llevo su mano a un bolsillo que tenía su vestido y saco algo.

-Ten, te envió esto -Dijo entregándome un sobre bien sellado.

Tomé el sobre y lo abrí sacando la carta que tenía y rápidamente la leí.

Mantén a Zelphine féliz si no quieres morir.

...

¿Enserio?

Con eso prácticamente me estaba diciendo que cumpliera cualquier capricho de Zelphine o él mismo me mataría.

Aún era muy débil, así que si el Duque decidía atacarme no podría hacer nada para defenderme de él.

Ahora me encontraba contra la espada y la pared. Y todo por mi deseo de querer salvar a Zelphine de su final original.

Arrugue el papel y lo rompí en muchos pedazos sin poder ocultar mí ira.

-¡Bien, vámonos! -Dijo Zelphine muy animada.

Ella pareció no haber notado mi reacción pero Rosaline claramente sí lo hizo ya que se estaba riendo y trataba de ocultarlo tapando su boca con su mano.

-Animo -Me dijo Rosaline dándome unas palmadas en la espalda-, el Duque no es tan malvado como parece.

Comencé a caminar detrás de Zelphine. Primero iría a tomar una ducha antes de llevarla a la ciudad.

[...]

Luego de ducharme y ponerme mi traje de escolta fui a los jardines en donde me estaba esperando Zelphine listo para llevarla a la ciudad.

-Hasta que por fin llegas -Dijo ella al verme-. Te queda bien el traje.

Cierto...

Era mi primera vez usando mi traje de escolta: un traje blanco con varios adornos bordados y el símbolo del ducado bien detallado en la espalda.

También sería mi primera vez escoltando a Zelphine.

-¿Lista para irnos? -Le pregunté amablemente extendiendo mi mano hacia ella.

-Por supuesto.

Zelphine tomo mi mano para ponerse de pie.

Luego, comenzamos a caminar seguidos por Rosaline rumbo al carruaje que estaba esperando en la entrada principal de la mansión.

Mientras caminabamos por los pasillos de la mansión nos encontramos con Fylia.

-¡Hermana! -Exclamó Zelphine con emoción-. Vamos a la ciudad, ¿Quieres venir con nosotros?

Fylia me miró de pies a cabeza aunque no me dirigió la palabra. Desde que nos volvimos a encontrar, luego de que fuera adoptada por el Duque, me trataba como un desconocido.

Pero debía admitir que ella y Zelphine eran muy parecidas en apariencia y solo un poco en personalidad, ya que la personalidad de Zelphine era un poco más infantil en algunas ocasiones mientras que la personalidad de Fylia siempre era fría y seria.

-Lo siento -Dijo inclinando un poco su cabeza hacia abajo-, ya le prometí a Anity y a Jelena que jugaría con ellas en el lago.

Detrás de Fylia estaban dos chicas jóvenes que habían sido nombradas como sus mucamas principales.

Por lo que sabía, ambas tenían quince años y habían sido contratadas desde muy jóvenes para servir en la mansión Dimitrov.

-Bueno, te traeré algo cuando regrese -Le dijo Zelphine a Fylia, luego miro a Anity y Jelena-. A ustedes también -Finalizó.

Ambas se despidieron con una leve reverencia hacia la otra.

Continúe el camino hacia el carruaje junto con Zelphine y Rosaline.

Cuando llegamos me quedé de pie un rato contemplando el enorme y ostentoso carruaje blanco que era tirado por dos caballos negros de un poco más de dos metros de altura.

Me acerqué al carruaje y abrí la puerta para que ambas señoritas subieran primero y luego subí yo.

El cochero ya sabía hacia a donde queríamos ir así que rápidamente puso rumbo a la ciudad y en poco tiempo llegamos. Bajé del carruaje para abrir la puerta otra vez para Zelphine y Rosaline y ayudarlas a bajar con cuidado.

-Puedes regresar a la mansión Rohan -Le dijo Zelphine al cochero.

El cochero rápidamente obedeció y se fue dejándonos solos.

Miré mis alrededores; estábamos en la zona alta de la ciudad. Era mi primera vez en ese lugar así que no pude evitar notar la gran diferencia que había entre cada zona social de la ciudad.

La zona baja era un lugar sucio con muchas personas aglomeradas en la calles, puestos de comida, ropa u otras cosas en los callejones y personas vistiendo ropa muy simple.

La zona media era más limpia que la zona baja pero su población era igual de densa y no había mucha diferencia en la manera de vestir de las personas ni en los edificios del lugar.

Pero en la zona alta todo era muy diferente a las dos zonas anteriores. Todo estaba limpio, los edificios eran altos y lujosos, las calles eran amplias y habían personas viajando en carruajes y las pocas que iban caminando vestían ropas muy ostentosas, a demás, habían caballeros haciendo guardia en casa esquina, algo con lo que no contaban las zonas anteriores.

-Bien, ¿A donde quieres ir? -Le pregunté amablemente a Zelphine.

Zelphine sonrió y respondió rápidamente.

-Oh, sé muy bien a dónde quiero ir -Dijo y nos tomó a Rosaline y a mi de las manos y comenzó a caminar muy animada por las calles.

Ella terminó llevándonos a Rosaline y a mi a un edificio donde habían abierto una nueva pastelería donde servían "nuevos" tipos de pasteles, tartas, dulces, etc. Y digo "nuevos" ya que todos esos dulces eran postres muy básicos en mi vida pasada, pero en este mundo eran postres de alto nivel nunca antes vistos.

Tan pronto como entramos a la pastelería las personas que estaban dentro voltearon a ver a Zelphine.

Casi olvidaba que ella era la única princesa del imperio, ella y ahora también Fylia.

-Sea bienvenida señorita Dimitrov -Dijeron varias de las chicas que trabajaban en la tienda, inclinándose mientras Zelphine caminaba con orgullo sin voltear a verlas.

Una joven mujer, que parecía de treinta años, se acercó a Zelphine.

-Bienvenida a mi humilde pastelería señorita Dimitrov -Saludo haciendo una leve reverencia-. ¿Que desea ordenar?

-Quiero una sala privada -Dijo con un tono serio y una mirada fría.

-Como desee -Respondió, luego rápidamente le hizo una seña a una de sus empleadas-. Guía a la señorita a nuestra sala VIP.

-Como ordene madame Shell -Dijo obediente. Luego miro a Zelphine-. Sigame por aquí por favor.

La joven empleada nos guío hasta el segundo piso del edificio, en donde habían varias habitaciones y nos dejo entrar en una. La sala era tan grande que fácilmente podría vivir una familia pequeña dentro; estaba decorada de forma extravagante, con muebles blancos, un candelabro muy lujoso colgando en el centro de la habitación, y muchos otros detalles para demostrar que era un lugar reservado para personas de clase alta.

Una vez dentro de la sala, Zelphine se sentó con elegancia en uno de los muebles.

-¿Que desea ordenar? -Preguntó cortésmente la chica que nos estaba sirviendo, entregandole un menú a Zelphine.

-Quiero una porción de cada pastel y tarta que tengan -Dijo, sin siquiera mirar el menú-. Y de beber quiero una bebida dulce y fría.

-Como lo ordene -Volvió a hablar la chica, haciendo una reverencia y saliendo la sala.

Mientras esperábamos, me quedé de pie junto a la puerta, mirando a Zelphine.

-¿Enserio has venido a este lugar solo para comer lo mismo que preparan los cocineros de tu mansión? -Le pregunté de forma acusadora.

-Me gustan los postres -Respondió ella, cruzando sus brazos-. Y los que sirven aquí son nuevos, no los preparan en ningún otro lugar en el imperio.

-¿Y tú no piensas decirle nada? -Le pregunté a Rosaline.

-Mi único deber es seguir y obedecer a la señorita en todo -Respondió con seguridad.

Suspiré dejando el asunto.

Luego, cuando la chica que se llevó la orden de Zelphine regresó con un carrito lleno de varios dulces, salí de la sala e hice guardia fuera.

Mientras esperaba, me fijé en varios detalles de la decoración del pasillo y de la recepción. Todo era diferente a la decoración normal que usaban los edificios y tiendas de este mundo. Parecía un restaurante o una pastelería moderna de mi vida pasada. Pero, lo que más llamó mi atención fue el tablero con el menú de los postres, ya que habían varios que poseían un nombre en inglés y ese idioma no se hablaba ni se escribía en este mundo.

En eso, una idea paso por mi mente. Y era la posibilidad de que yo no sea el único reencarnado en este mundo de la novela.

-¿No deberías estar resguardando a tu señorita? -Pregunto una voz detrás de mí, sacándome de mis pensamientos.

Me di la vuelta para ver quién me habló y resultó ser madame Shell, la dueña de la pastelería.

-Eso hago, la sala está allí -Respondí calmado, señalando la habitación en donde estaba Zelphine. No me había alejado mucho en realidad.

-Bueno, ¿Y que haces merodeando por mi tienda? -Me preguntó curiosa.

-Solo observó -Respondí-. Después de todo, esta pastelería es nueva. Por cierto..., este idioma es muy interesante -Agregue pasando mis manos por el relieve de la pared, el cual tenía varias palabras escritas en inglés.

-Es el idioma que se habla en el lugar de donde vengo.

-¿Y como se llama el idioma? -Pregunte con un tono curioso, aunque ya sabía la respuesta.

-Ingles -Respondió, tocando también el relieve de la pared.

-Con que así es... Tú -Dije señalandola con mi dedo- vienes de otro mundo ¿No es así?

Ella se volteó hacia mí y me miró muy sorprendida.

-Tú... también... -Dijo con una voz temblorosa y asombrada.

-Asi que sí.

Madame Shell calmó su expresión y volvió a su actitud tranquila de antes, luego dijo:

-¿Que tal si hablamos en mi oficina? -Propuso con un tono amable.

==== Fin del Capítulo ====

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