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Capítulo 1: Sorpresas

Hola mis queridos lectores, empezamos con los capítulos de Sálvame. Espero que les guste y que lo disfruten. En multimedia tenéis a Sophia Moore con ese traje tan increíble y, por supuesto, la canción que acompaña muy bien al capítulo. Disfrutad de nuestro querido William, un besazoooo :3

William Wright

Voy de un lado para otro, arriba abajo, órdenes por aquí y órdenes por allá. Estoy cansado de reñir a todo el mundo, parece que no entiendan lo que les digo, ¿tan difícil es organizar unas mesas, unas sillas y mirar el plano para ver dónde va cada papel? Al final termino poniendo los papeles en la mesa. Estoy cansado de hablar. Además, Edward se ha pasado toda la mañana de cháchara y ahora el señor está muy ocupado intentando dormirse en una de las sillas con los pies encima de la mesa, ensuciando el mantel acabado de poner. Mi mal humor está aumentando a un paso muy rápido y eso que me he levantado de muy, pero que muy buen humor. Sin más y con todo el amor del mundo, me acerco a mi querido amigo con mi mejor sonrisa, una cubo de metal vacío y me coloco detrás de él, esperando a que se duerma. Les hago señas a los hombres de mi padre para que callen, al menos, eso parecen entenderlos. Si cuando no hay ganas de hacer nada...

Escucho un ronquido y asomo mi cabeza enfrente de la suya. Sonrío todavía más y dejo caer el cubo en toda su cabeza.

— ¡Joder! !Au! ¡Mi cabeza! —se levanta de repente, cogiéndose la cabeza con las manos.

— ¿Qué te ha pasado? —pregunto aguantándome las ganas de reír.

— ¿Qué me ha pasado? —Me mira enojado. — ¿Quién ha sido el cabrón que me ha tirado este cubo? ¡Duele, joder! —Levanto los hombros y vuelvo con los papeles. —No hace gracia Wright, ¿quién ha sido?

—Yo que sé, estaba ocupado poniendo los papeles de los nombres en la mesa ya que no me ayudas... ¿Para qué has venido? —pregunto enojado.

—Porque tú me has llamado, porque me has obligado a venir, por eso he venido. —Vaya, en eso tiene razón, prácticamente le he obligado a venir. Bueno da igual. Le sonrío y me tira una caja de cartón, desmontándome toda la mesa. Lo miro y creo que la mirada le ha sobrado para acercarse, retirar la caja y ordenar lo que ha tirado.

—Bien hecho, ahora termina de retocar la mesa —digo dándole unos golpes en la espalda.

Lo escucho refunfuñar a mis espaldas, terminando de colocar los papeles en la mesa que él mismo ha desmontado. Vuelvo a sonreír de verlo y es que a veces parece un niño. Estoy seguro que lo que más le fastidia es que lo haya hecho venir dejándole sin horas de sueño. Desde que está medio casado con Angy está más dormilón que nunca, ¡ni que estuviera embarazado!

— ¡William, William! —escucho a mi padre gritar. —Ven, rápido. —Edward y yo nos acercamos y lo vemos con una nota en la mano que me entrega nada más llegar a su lado. —Puede que sean los paparazis...  —Lo miro dudoso, no sé muy bien que pensar. Sin embargo, todo se me olvida cuando escucho el sonido del móvil y veo en la pantalla "Sophia".

—Y la cara de tonto que pone... —se mofa Edward junto a mi padre.

—Te estás ganando hoy una buena hostia, que lo sepas... —digo advirtiéndole.

Me alejo para hablar con Sophia y los dejo con las ganas de escuchar nada. —Papi. —Escucho desde la otra línea del teléfono, mi pequeño. No pensé que se adaptaría tan bien a mí y yo de adaptarme a toda esta situación. Fue una total sorpresa, algo que no esperaba y que como siempre, he salido hacia delante. Ahora tengo un doble motivo por el que regresar a casa, por el que luchar, a quien darle seguridad. Sophia y Hugo son mi familia.

***

Cierro el agua de la ducha y cojo la toalla blanca, enrollándomela a la cintura. Deshago mi pelo y salgo a la habitación. Sophia está en ropa interior y mis tentaciones son máximas. Cada día la deseo más, mi cuerpo arde cuando la ven. La cojo de la cintura y la pego a mí. Ésta sonríe y gira el rostro hacia a mí.

—No sabes cómo te deseo hermosa... —susurro cerca de su oído.

—William, vamos a llegar tarde si no nos apresuramos en vestirnos —dice mientras intenta liberarse de mi agarre. —William, ¡suéltame! —la giro y estampo mis labios con los suyos. Nos guio hasta la cama y nos echo en ella. —Will... —Nuestras respiraciones están excitadas, al igual que nuestros cuerpos. Acaricio su cuerpo semidesnudo y lo recorro con precisión. No voy a dejarme milímetro de su piel sin tocar.

—Te quiero —digo volviendo a posar mis labios en los suyos.

El timbre de casa suena como loco, nos separamos con reproche y maldecimos en voz baja. Sophia se pone la primera bata que pilla por el armario y baja a ver quien ha sido el oportuno u oportuna que ha molestado.

—¡Lentos, que sois unos lentos! —Escucho la voz de Edward. Ruedo los ojos y no sé porque no me extraña que haya sido él. Me levanto de la cama y busco mi traje. No tardo mucho en ponérmelo y bajar al comedor. Sophia les está sacando un par de bebidas mientras nos terminamos de arreglar. —Pareces una mujer tardando tanto para bajar, ¿no era a las nueve la cena? —pregunta divertido.

—La cena no empieza hasta que el importante no esté allí querido Edward. —Me acerco al mini bar y me pongo un Whiskey corto con hielo. —Deberías saberlo. —Le guiño un ojo y éste empieza hacer burla mientras Angy ríe a carcajadas.

—Bajo enseguida —dice Sophia subiendo las escaleras rápidamente.

— ¿Y Hugo? —Pregunta Angy.

—Esta mañana Sophia se lo ha dejado a mi madre, supongo que lo veremos en la cena —sonrío y miro a Edward.

—No, no, no... ¿Otra vez de niñero? Si al menos me pagaras...

—Con lo que él te quiere Edward, no sé porque te quejas —digo sabiendo que Hugo no se lo pone nada fácil. Es algo rebelde pero es un niño increíble, tiene a quien salir.

—De tal palo tal astilla... —termina diciendo con esa cara de enojado de niño pequeño.

—Pobre mi chico, como me lo maltratan. —Angy lo besa y le coge las manos.

Esperamos durante varios minutos hasta que Sophia baja con ese elegante traje rosa que le queda a las mil maravillas. La miro con una sonrisa y ella brilla por su ausencia. Está impecable, me encanta. Tenía la intención de coger su mano y darle un beso en su dorso como todo un caballero, pero la tentación es demasiado grande para poder aguantarme y no besar esos apetitosos labios. La beso como nunca, un beso lleno de pasión, del éxtasis que estábamos sintiendo antes y que no hemos podido llegar a cumplir. Esta noche no te escapas.

Salimos de casa y cogemos un coche, yéndonos a los grandes jardines donde nos esperan empresarios importantes y la prensa, que no podía faltar. Bajamos y caminamos hasta nuestra mesa asignada, donde nos esperan contentos y, también, espectaculares mis padres con mi querido pequeño que se abalanza sobre mí. Lo alzo hacia arriba y lo abrazo, me encanta verle feliz y sonriente.

Con Hugo en brazos nos sentamos y doy inicio a la cena. Todos estamos tranquilos, cada mesa habla de sus cosas. Los hombres seguramente de negocios y las mujeres de los cotilleos más destacables de la ciudad. Lo de siempre, sin embargo, esta vez es mucho más divertido al ver como Hugo le está dando la paliza a Edward. Como mi padre y mi madre hablan de su próximo viaje, encargándome a mí de todo el "negocio familiar" y mi esposa mirándome con una dulce sonrisa en los labios.

Cuando llega el postre no puedo aguantar más mis ansias de darle la sorpresa a Sophia y, aunque he estado disimulando ese nerviosismo termina saliendo, impulsándome a levantarme y hacer que todos los presentes me miren.

—Buenas noches y gracias a todos por venir. Estoy muy agradecido con vuestra presencia, ya que es un honor que los grandes empresarios de Ámsterdam estén aquí hoy. Delante de todos ustedes quería decirles que soy un afortunado, no por tener una de las mejores empresas de todo el mundo sino por tener a la mujer más fascinante e increíble al lado. Sophia Moore, la mujer que me ha robado el corazón, pero tranquilos soy el mismo luchador con los negocios. —Escucho murmullos por parte de los empresarios que van por debajo de mí. Que esté enamorado no significa que tenga un blando corazón. Lo doy todo por lo que quiero, nada se me escapa. —Así que, delante de todos ustedes le voy a pedir a mi hermosa chica que se levante. —Sophia, enrojecida y muerta de la vergüenza me mira sin creer lo que estoy haciendo. Quiero que los chismes sobre mí se terminen hoy, y para ello voy hacer público unas de las cosas que hice hace tiempo pero que no pudo cumplirse. —Sophia Moore, ¿me harías el honor de compartir contigo todos los días de nuestras vidas, casándote conmigo? —Edward y Angy nos miran ansiosos, mis padres no se creen lo que acabo de decir y la gente mira a Sophia esperando su respuesta. Sin embargo, se ha quedado muda hasta que sus comisuras se inclinan y me mira acariciando mi mejilla.

—Sí quiero casarme contigo, ¡claro que quiero! —responde lanzándose a mis brazos. Nos abrazamos y nos damos un beso delante de todos, recibiendo por su parte grandes aplausos. —Estás loco... —susurra cerca de mis labios débilmente para que solo yo lo oiga.

—Por ti —respondo acariciando su mejilla. —Muchas gracias a todos por venir y espero que os guste la continuación de la cena. Que terminéis de pasar una gran noche. —Levanto la mano saludando a todo el mundo y nos volvemos a sentar.

—Enhorabuena pareja. —Angy nos abraza y Edward choca mi mano desde su asiento.

No puedo ser más feliz, nuestras sonrisas ensanchadas no se borran de nuestro rostro y nuestros corazones bailan de alegría. Levanto la mano llamando la atención del camarero y éste viene rápido, sin embargo, escuchamos el sonido de un disparo y miro como el camarero se desvanece delante de nuestras narices. Cojo a Hugo en brazos y Sophia sale disparada detrás de mí. Veo como la gente corre hacia todos los lados. Mis padres, Edward y Angy vienen también detrás, subimos a los coches y salimos de allí cagando leches. No sé quien cojones es el que ha hecho esto, ni siquiera sé como se ha burlado de los hombres de mi padre. Friego mi frente frustrado y preocupado por mí familia. Si les hubiera pasado algo... A mi mente se le aparece la nota a la que no le hemos dado importancia esta tarde: "Pronto o temprano estarás de rodillas, suplicándome que no te mate"

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