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Capítulo: 23


CAPÍTULO: 23

DEREK.

Ya han pasado más de dos semanas desde mi primer contacto con la quimioterapia, el mismo tiempo que pesa sobre Sam. No obstante, puede apreciarse una gran diferencia entre su recuperación y la mía. Bueno, en realidad, son casos muy distintos, lo sé. Ambos son cáncer, ambos nos chupan la vitalidad poco a poco, pero siendo sincero, el caso de Sam es mucho más esperanzador que el mío, ya sea por la diferencia de edades o por la rapidez en la expansión de mi tumor. A lo que iba, esa nueva diferencia tiene que ver con mi tratamiento. Desde hace un par de sesiones debo permanecer conectado a una máquina, rodeado de tubos y cables durante largas horas, hasta completar la sesión de quimio. Esto se debe a que, aquella diminuta pastilla que pretendía curarme, ya no resulta efecto en mí. Sin embargo, sí que continúa haciéndolo en Sam. Eso es lo único que me reconforta.

Dentro de cinco minutos, se cumplirá la primera hora que debo mantenerme conectado a un fino cable que transmite lo que supone ser mi cura. No obstante, hay algo, alguien, mucho mejor que me mantiene vivo en estos momentos. Alex permanece sentada con las piernas cruzadas sobre un, a primera vista, confortable sillón de color beige. Sobre sus manos sostiene el cuarto libro de la saga favorita, su entrega favorita la cual habrá podido leer miles de veces. Sus ojos se mueven rápido, desnudando las entrañas de cada una de las páginas. Concentrada, retira uno de los mechones de su pelo detrás de la oreja. Sin embargo, este no tarda en volver a su posición inicial, cubriendo la mitad del ojo derecho de Álex. Yo esbozo una pequeña sonrisa, acompañada de un nuevo mareo provocado por la quimioterapia.

-¿De qué te ríes si puede saberse?- me pregunta Álex cerrando su libro, no sin antes doblar la esquina de la página donde se ha quedado. Nunca entenderé esa horrible manía suya de doblar las esquinas de todos los libros que pasan por sus manos.

Niego con la cabeza, haciéndole entender que no era algo de gran importancia. Álex se apresura a acercarse más hacia mi cuando una mueca de dolor se dibuja clara en mi rostro. Comienzan de nuevo las náuseas y el insoportable dolor de cabeza. La mano de Álex se posa con dulzura sobre mi frente empapada a causa del sudor, pero no siquiera sus ganas de tranquilizarme y reconfortarme hacen que no incline bruscamente mi cuerpo hacia el lateral vacío y devuelva como resultado de las náuseas cada vez más fuertes.

-Llamaré a la enfermera.- me avisa Álex saliendo rápido en su búsqueda.

Ni siquiera me da tiempo a reprocharle que estoy bien, que pronto pasará el dolor. Tan solo trato de engañarme a mí mismo, como todos los que estamos aquí. Me llevo la mano libre de cables hacia mi estómago y, a través del fino camisón de tela azul, palpo el relieve de mi cicatriz.

-Es ahí, doctor- señala Álex con el dedo la zona manchada del suelo. Rápidamente, el médico acompañado por una enfermera, manda que esta última limpie el vómito. Como si él mismo no tuviese manos para hacerlo... Álex, sin embargo, adopta su posición inicial junto a mi asiento, esperando a las indicaciones del médico, indicaciones que yo mismo podría adivinar: no hagas esfuerzos bruscos mientras permanezcas conectado, guarda reposo una vez acabada la sesión y, tranquilo, sentirse como si un camión te hubiese pasado por encima repetidas veces es normal, necesario para curarse.

-¿Cómo te encuentras, Derek?- me pregunta el doctor posando una mano sobre mi hombro. Odio que se tomen tantas confianzas.

-De maravilla- respondo con mi sonrisa más falsa.- Sentirse como una mierda es un sentimiento realmente enriquecedor, pruébelo usted alguna vez.

Un suspiro de resignación se escapa lentamente de entre los labios del doctor Thompson.

-Es normal su comportamiento.- le advierte a Álex.

-Si no le gusta mi comportamiento, nadie le ha invitado a que venga...

-¡Derek!- exclama Álex.

-Los vómitos son algo normal en la terapia, ya los ha sufrido en anteriores sesiones. Lo mejor es que trate de descansar hasta que la dosis de quimioterapia finalice o que se distraiga con algo que no le haga pensar en la quimio. Durante el día, puede volverlas a sufrir, para evitarlo debe tomar una gran cantidad de líquido y también no debe ingerir grandes cantidades de comida a lo largo del día, debe evitar olores fuertes y bueno, creo que eso es lo más importante. De todas maneras, si empeora llámame de nuevo y le recetaré algún medicamento, ahora pueden resultar demasiado fuertes para el organismo de Derek.- se dirige a Alexia después de haberle indicado las posibles medidas para mejorar mi estado.

El doctor Thompson abandona la estancia con un sueva golpecito en mi pierna derecha, dejando a la joven enfermera quien se dirige a mí, tendiéndome la mano con la palma hacia arriba y dejando a la vista con caramelo de color morado rosáceo.

-Durante la quimioterapia, viene bien chupar un caramelo y más si se sufren nauseas o vómitos.- lo acepto mientras la muchacha me dedica una brillante sonrisa.- Además, siempre que la vida nos trae algo dulce, que mejor que cogerlo, ¿no?- la enfermera se despide con una gesto de mano.

-Desde luego.- respondo mirando a Álex quien esboza una tímida sonrisa, aunque su expresión se absorta de la realidad por unos instantes.- ¿En qué piensas?

Me mira directamente a los ojos.

-¿Por qué antes te has comportado así con el médico? El solo...

-No me vengas con el cuento de que solo nos quieren ayudar, tu misma habrías reaccionado de la misma forma...

-Porque a mí me obligan a hacer algo que odio, Derek. Yo no me curaré hasta que aprenda a aceptar la comida, algo necesario para cualquier ser humano. Me obligan a hacer lo que no quiero a la fuerza, creo que ese es motivo suficiente como para revelarme.

Sus ojos se mantienen fijos sobre los míos, ni siquiera pestañea. Hace unas semanas, su voz se habría entrecortado y sus ojos se verían cubiertos por una capa de lágrimas. Hoy ya no, sus ojos tan solo son el vivo reflejo del dolor y la frustración. En cambio, los míos, lo son del arrepentimiento y culpabilidad.

-Lo siento...

Álex niega con la cabeza. Despacio, inclina su cuerpo hacia delante, de forma que, sin que su cuerpo roce el mío, deposita un tierno beso sobre mi cabeza, haciendo que yo cierre los ojos ante su contacto.

-¿Sabes una cosa?- me pregunta captando mi atención de nuevo.- Tal vez no sea un gran avance, pero hoy en la comida, he conseguido terminarme uno de los platos. Yo sola, Derek. Y sin devolver...

-¡Álex! ¡Eso es una gran noticia! ¡La mejor que podrías darme!- trato de abrazarla pero los cables me lo impiden y maldigo por lo bajo.- Maldita sea...

-Sé que no es mucho...

-¿Bromeas? ¡Es fantástico!- exclamo eufórico.- Poco a poco vas saliendo, Álex. ¡Te estás curando!

-No cantes victoria aún, tan solo me ha pasado una vez y, en mi estado, es muy fácil recaer.

-¡No pienses ahora en eso! Piensa que, aunque te parezca un paso chiquitito, es algo enorme lo que has hecho.- agarro su mano.- La vida está llena de caminos difíciles, solo hay que crear atajos para salir de ellos.

Aunque, a veces, esos atajos nos lleven a caminos peores...





Lo siento muchísisisisisisisimo!!! Siento mucho todo este tiempo que he estado TOTAL Y ABSOLUTAMENTE desaparecida... He estado muy bloqueada por temas de estudios, carreras que elegir (¡¡por fin voy a la universidad al curso que viene!!), y bueno no tenía mucha inspiración para seguir esta novela, incluso pensaba en dejarla, pero no he podido dejar la historia de Álex y Derek a medias. Así que, aquí os traigo el nuevo capítulo de muchos que habrá durante este verano.

¡¡MUCHOS BESOS Y NO DEJÉIS DE SOÑAR A TRAVÉS DE LAS PÁGINAS!!

María.

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