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Capítulo: 21

CAPÍTULO: 21

DEREK.

No hace mucho tiempo que un par de enfermeras y el médico especializado en casos como el de Álex nos ha pedido, amablemente, que abandonásemos la habitación donde ella todavía permanece conectada a cientos de cables, alimentada por pequeños tubos y pudiendo respirar por otros similares.

Siento como, poco a poco, mis pies terminan por dormirse, creando un desagradable cosquilleo que asciende por mis tobillos y vuelve a bajar hasta la punta de los dedos mientras mis brazos permanecen inmóviles, abrazados a mis rodillas pegadas al pecho. Los ojos comienzan a escocerme sin embargo, los froto con fuerza con mis manos cerradas en un puño al escuchar unos pasos rápidos y ligeros acercarse hacia mi escondite.

Eden aparece ante mí con la respiración agitada.

-¿Me has seguido?- pregunto cuando veo a Eden sentarse a mi lado sobre el suelo. En este momento, desearía no haber dejado la puerta entre abierta. Ahora solo quiero estar solo.

-¿Es aquí donde vienes cada vez que estás triste? ¿Cómo hacen los niños de siete años cuando se enfadan con sus padres?

-Dicen que nunca debemos olvidar al niño que llevamos dentro, ¿no?- respondo seco y con cierto sarcasmo en mi voz.

Eden contempla cada detalle de la sala, deteniéndose en seco en las pintadas en negro de los fragmentos de la canción que, en su día, Derek dedicó a Álex al son de una preciosa canción, la cual, permanecerá grabada en aquellos muros. Finalmente, decide por sentarse a mi lado sobre el suelo, cruzando las piernas una sobre la otra.

-Ha sido todo una falsa alarma.- me advierte Eden.- Los médicos han hablado conmigo cuando desapareciste de la habitación...

-No podía estar ahí, sé que lo hice mal, pero no aguanté lo suficiente como para esperar a saber si ella...

-Ella está bien, Derek. Bien dentro de su situación. Los médicos me explicaron que fue un fallo técnico, uno de las vías que le proporcionaba a Álex el oxígeno necesario falló, lo que provocó un bajón en sus pulsaciones, lo que originó el pitido y tu huida. ¿Por qué lo hiciste? Ella...

-Ella no lo habría hecho si yo hubiese sido quien estuviese en su lugar, ella habría permanecido a mi lado. Sin miedo. Ese fue mi fallo, nadie tiene que recordármelo Eden, nadie.

-No quiero recordarte tu fallo, tal y como tú lo llamas, quiero saber por qué lo hiciste?- exige saber.

Resignado y con cierto grado de cansancio, suspiro dejando escapar lentamente el aire entre mis labios.

-Ya perdí a alguien una vez y no soportaría que se repitiera por una segunda vez. Es como si estuviese viviendo todo otra vez...

-Pues cámbialo, lo poco que sé de la vida es que no siempre manejamos el tiempo.

-Te equivocas- la miro a los ojos- a veces es el tiempo quien nos maneja a nosotros.

-No voy a reprocharte eso, sería inútil. Eres igual de cabezota que Alex.

Una pequeña risilla se desvanece entre mis dientes mientras retiro mi gorra de los Lakers e inclino mi cabeza ligeramente hasta que siento el frío de la pared en la piel de mi nuca. Una nítida imagen de Alexia se cuela en mis desordenados pensamientos tratando de llevar un poco de calma a mi mente. Ella es como la heroína para un adicto, como un décimo piso para un suicida, una vía de escape a lo vida. Lo que me mantiene vivo. Ella es mejor quimioterapia.

Salgo del trance y me encuentro con una borrosa imagen de Eden quien sujeta firmemente un papel delante de mí.

-Eso es lo que vas a hacer. Cógelo y ábrelo.

Confuso, acepto el trozo doblado de papel y comienzo a desplegarlo. Huele a ella, a Álex. Me sorprendo cuando descubro que lo que tengo entre mis manos es mi lista de metas, aquella que escribimos juntos. De forma involuntaria e inmediata, palpo el bolsillo de mi pantalón sintiendo la suya, aquella lista del puño y letra de Alex. Siempre la llevo encima. Es una manera de sentirla cerca aunque estemos en un mismo edificio, puerta con puerta. Llamadme loco si queréis.

-¿De dónde la has sacado?- le pregunto todavía con cierta confusión.

Eden sonríe pícara.

-Alex la guarda debajo de su almohada, la veo leerla todas las noches y guardarla bajo su almohadón antes de quedarse dormida. Supongo que así te siente...

-Cerca...-termino su frase en un susurro.- Al igual que mi bolsillo...- susurro de nuevo de forma inaudible.

Sé lo que debo hacer.

-Ten- le devuelvo la lista a la muchacha.- Tienes que dejarla donde la encontraste.

Entonces, salgo corriendo de la sala escuchando a mi espalda un '' ¡de nada eh!" por parte de Eden.

Corriendo, literalmente, por los pasillos del hospital, consigo llegar a mi habitación. Necesito la ayuda de Sam, de mi pequeño compañero. Con un golpe seco, abro la puerta y lo encuentro leyendo uno de sus vistosos cómics sentado, muy quietecito, sobre la camilla. Intentando recuperar el aliento, percibo como mi presencia le hace sobresaltarse.

-¡Derek!

-Sam...necesito tu...ayuda...- respondo mientras me consumo, ahogado, en mi propio aliento.

Entonces, sucede...

Exactamente el mismo dolor, extendiéndose por mi costado con la misma rapidez con la que el agua líquida se escapa de entre nuestras manos.

El agudo dolor del cáncer hace que me retuerza sobre mi propio cuerpo, no obstante, no dejo que me venza, ahora no. Debo aguantar.

-¡Derek!- vuelve a exclamar Sam. Asustado.- ¡Tenemos que ir a ver al doctor!

-No...Sam, necesito que me ayudes con algo mucho más importante que un poco de cáncer.

-¿Un poco de...?- pregunto confundido.

-Escúchame- logro cortarle intentando hacerme creer a mi mismo que el dolor de mi costado desaparece poco a poco.- Quiero que vayas la zona infantil, donde los animadores leen cuentos a los niños más pequeños del hospital o donde juegan a los disfraces, ¿te sitúas?

Sam asiente efusivamente con la cabeza.

-Tu misión en nuestro plan en conseguir todo lo que veas necesario para disfrazarnos de...- le susurro mi plan al oído mientras escucho su infantil risa a la vez que se anima a ayudarme.- Pero, recuerda, es nuestra misión y nadie puede descubrirnos. Ahora, ve, tenemos que ayudar a Álex. Y, lo más importante, no pierdas de vista la ventana de la habitación donde ella está ingresada, cuando veas parpadear la luz del cuarto, entra. Esa será tu señal, ¿entendido?

-¡Vamos!- pega un brinco y sale de la habitación, dejándome solo.

De reojo, logro divisar como desaparece de donde mi vista alcanza, en ese momento, mi cuerpo se vence hacía delante y yo ahogo un grave quejido. "Vamos, Derek. No te dejes ganar ahora" Consigo sacar fuerzas de donde me resultaba inimaginable que quedasen y abandono la habitación. Esta vez, decido coger el ascensor. No puedo correr más riesgos. Una vez dentro, respiro hondo, tratando de calmar mi respiración. Álex no puede verme así, eso no haría más que empeorar su ánimo y, con él, su estado.

Despacio, salgo del ascensor y me encamino hacia mi destino, hacia ella. Antes de entrar, me aseguro de que no hay ningún médico dentro de la sala o cerca de la habitación. Todo despejado, ahora ha llegado mi turno. Sigilosamente abro la puerta, logrando que ésta no emita ningún chirrido que le haga percatarse a Álex de mi presencia. Silencioso, me asomo entre un recoveco que separa la puerta del interior de la habitación, de manera que puedo verla sin que ella se dé cuenta. Sonrío, está despierta, con la espalda apoyada sobre una gran almohada blanca y mullida. Sus ojos permanecen inmóviles, desnudándolas entrañas del libro que mantiene entre sus manos y que, cuyo título, no logro identificar. Congelaría este momento si pudiese pero, por desgracia, me veo obligado a romperlo. Preparado, carraspeo y, adelantándome a que Álex y su lado curioso interrumpan mi entrada, la letra de Afire love de Ed Sheeran comienza a salir de mis labios. Me decido a dejarme ver, encontrándome con unos ojos marrones asombrados y abiertos de par en par. Ella, en su lista, escribió que siempre había soñado con asistir a un concierto de su cantante favorito y escuchar en vivo la que considera una de sus canciones más hermosas. Y aquí estoy yo, sin ser su cantante preferido y sin ser un concierto lleno de luces y humo de colores, intento cumplir un objetivo más de su lista.

Permanece quieta, sin parpadear siquiera. No hasta que la canción finaliza y, con ella, mis ganas de permanecer más tiempo separado de ella, de sentir el especial aroma que su piel desprende, el dulce mirar de sus ojos y el vicio que sus labios me provocan.

-Creo que no había una forma mejor de despertarme.- me afirma con una resplandeciente sonrisa.

-Déjame demostrarte que la puedo mejorar.- me acerco a ella lentamente hasta terminar uniendo mis labios con los suyos que, rápidamente, se vuelven hambrientos y ansiosos de fundirse en un beso como aquel. Sus frías manos se amoldan perfectamente a mi cuello, al igual que mis brazos rodean su frágil cuerpo, hasta el punto de que consigo elevarlo ligeramente de la camilla. Por falta de aire, Álex se separa de mí hasta incorporarse de nuevo sobre la camilla, en la misma posición que al principio.

-¿Cómo te encuentras?- le pregunto.

Ella se encoge de hombros y evita mi mirada. Sin embargo, no me doy por vencido.

-Álex, qué hiciste para acabar aquí, yo...

-Derek, ¿dónde está Eden? ¿No ha venido a verme?- me corta rápidamente.

Suspiro:

-Sí, si claro que vino, Estuvo conmigo hasta que...- "cállate Derek" me advierte mi subconsciente.- Estuvimos hablando, luego me despedí de ella para venir a verte.

-Bueno...tal vez podamos vernos luego, seguro que está bien.

No obstante, no todo es como uno piensa. Si no, que se lo pregunten a Eden...





Vale, lo sé, guardad todos los objetos punzantes o tomates que podáis lanzarme por haber estado en paradero desconocido taaaaaanto tiempo. ¡Tengo una explicación! Los exámenes, el instuto...me quita todo el tiempo y este curso es muy importante...Además, he pasado (y estoy pasando) por no muy buenos tiempos ya que los exámenes y el instutito me tienen muy agobiada y estoy llegando a tener ansiedad, no obstante ya dije en su día que no iba a abandonar la historia por mucho tiempo que tardase en escribir y publicar. Lo siento mucho por la demora, espero que podáis entenderlo.

Os dejo no con la canción que le canta Derek a Álex sino con una de mis canciones favoritas que, I don't know why, me ha ayudado mucho a inspirarme en este capítulo.

¡Espero que lo disfrutéis y no dejéis de soñar a través de las páginas!

¡¡Un beso!!

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