CAPÍTULO: 2

Durante toda mi vida se me han pasado muchas, muchísimas cosas por mi cabeza. Qué hacer, cómo vivir, que metas seguir, ideas...Está claro que esto no es algo que me pase solamente a mí. Pero nunca había llegado a pensar que me encontraría en la situación en la que estoy. Mi nombre es Derek Thompson, tengo dieciocho años y me diagnosticaron un neuroblastoma hace un par de meses. Este es el culpable de que todas esas cosas que antes manaban en mi mente de una forma descontrolada desaparezcan, se reduzcan a un solo pensamiento. El cáncer.

Nunca he sido el prototipo de chico que la sociedad desea que todos los adolescentes seamos. Nunca he tenido un cuerpo musculado, ni he sido el capitán del equipo de fútbol de mi colegio. No era brillante en los estudios, pero tampoco me llegaba justo para aprobar. Siendo sincero, los estudios nunca han sido mi prioridad. Sí la de mis padres. Digamos que yo siempre he vivido en mi propio mundo, cerraba mis oídos a todo tipo de modas. Era yo y mi vida, mi mundo. Ahora ya no, mi más fuerte enemigo se ha sumado, modificando a su antojo todo lo que se encontraba a su paso. Ahora somos yo, el cáncer y lo que me queda de vida.

Una vez que los médicos te diagnostican cualquier tipo de cáncer, comienzan a informarte sobre el origen de los signos que, de antemano, tú has tenido que sentir para que se lleve a cabo el diagnóstico. Después, te comentan si es común o no y que tratamientos existen para su cura. En mi caso, comencé a sentir dolor en los huesos, aparecieron constantes ojeras alrededor de mis ojos y palidez en mi piel. Mis padres terminaron percatándose, aunque no fue por mi intención, y me llevaron al hospital a toda prisa. Allí mismo me dijeron que se trataba de neuroblastoma y que el cáncer se había extendido a mis huesos. Tal vez no lo dijeron de esta forma tan directa, pero son las palabras que retumban en mi cabeza cada minuto. El neuroblastoma no es uno de los tipos de cáncer más comunes, se trata de la formación de un bulto sólido en la zona o zonas afectadas. Como todo tipo de cáncer, corre el riesgo de extenderse. Y para eso estoy aquí hoy, de nuevo en el hospital de mi ciudad, para conocer si esta mierda que ha invadido mi cuerpo se ha adueñado todavía más de mi o no. Aunque creo conocer la respuesta. Hace un par de días comencé a sentir un fuerte dolor en los pulmones que me hacía respirar con dificultad. Y, según todos los medios por los que he conseguido informarme, ese signo no era una buena señal.

-Derek Thompson- anuncia la aguda voz de una de las enfermeras quien me hace un gesto con la cabeza para que entre en la consulta. Camino con pasos firmes, ni siquiera estoy nervioso. Sé lo que me van a decir y sé que lo más probable es que, a partir de ahora, pase más del tiempo que me gustaría en este hospital.

Al entrar en la pequeña habitación, cierro la puerta sin hacer un excesivo ruido para no molestar.

-Buenos días, Derek. Siéntate, por favor. Yo me dejo caer, desganado, sobre la silla y levanto levemente la mirada hace el rostro del doctor. Él intenta aparentar que no hay ningún problema, lo noto en su forzada sonrisa. Pero no es así, ambos los sabemos.

-¿Cómo te encuentras, Derek?

Siempre la misma pregunta...

-Quitando la parte en la que el cáncer se extiende por todo mi cuerpo, bien doctor. Estoy muy bien.

Y siempre la misma respuesta...

El médico se deshace de sus gafas y se frota los ojos con el dedo pulgar e índice de la mano derecha.

-¿Se ha extendido más, verdad?- presiono- Sentí un dolor muy fuerte al respirar hace un par de días...

-Derek, en tu enfermedad existen tres grados según el riesgo...tu caso se encuentra en el grupo de riesgo más elevado...En algunos casos de neuroblastoma, los síntomas desaparecen por sí solos sin tratamiento alguno, los médicos utilizamos lo que denominamos como una "espera controlada" antes de recurrir a otros tratamientos. Lamentablemente, en la mayoría de los casos y en el tuyo propio, el neuroblastoma ya se ha extendido considerablemente. En estos casos, los tratamientos iniciales son la quimioterapia y la cirugía. No voy a mentirte Derek, es mucho más sencillo curar la enfermedad de aquellos que pertenecen a un grupo de bajo riesgo, el tumor es muy simple de detectar y erradicarlo. Pero tu caso no es imposible, con quimioterapia y otra serie de intervenciones, podemos hacer que tu organismo vuelva a la normalidad.

Estoy seguro de que el doctor podría haber sido mucho más escueto con su respuesta. Derek, no es seguro que vayas a curarte... Intentan adornar todo lo que dicen, todo lo que diagnostican para que podamos sentirnos mejor, para que siempre nos quede algún miligramo de esperanza. Yo soy consciente de que tengo una posibilidad en un millón de curarme, no he perdido la esperanza. Pero tampoco he caído en la ingenuidad.

-Entonces, ¿me van a ingresar, no es así? El doctor se limita a asentir ligeramente con la cabeza.

-Me temo que sí. Hasta que tu salud mejore lo adecuado como para saber que no quedan en ti restos de cualquier tumor.

Sé que no me ha dicho todo lo que me quería decir, todo de lo que me quería informar. Yo tan solo me levante de la silla y me fui cerrando la puerta de la consulta. Y, esta vez, no me importó para nada el ruido que pudiese hacer.