CAPÍTULO: 14

DEREK.

-¿Puedes pasarme mi mochila, por favor?- le pido a Álex sin apartar mis ojos de mi reflejo del espejo del cuarto de baño. Supe que sería duro verme así.

-Claro.- Álex se agacha buscando mi mochila y, finalmente, alarga uno de sus brazos alcanzándola desde el suelo. Me la tiende y la cojo mientras ella espera, curiosa, mi reacción.

Abro el bolsillo más grande de mi mochila y rebusco dentro de él sin apartar la vista de mi reflejo en el espejo. En el fondo, quiero pensar que yo no soy ese chico, que todo es un sueño del que, lamentablemente, es imposible despertar. Suspiro cuando percibo a través del tacto de mi mano el objeto que andaba buscando. Mi gorra de los Lakers. Despacio, la saco de la mochila dejando ver su color morado tan llamativo con el logotipo bordado en tonalidades amarillas y lilas. Dejo caer la mochila sobre el suelo del baño y me coloco la gorra sobre mi cabeza rapada, ajustándola perfectamente a ella.

-Ni siquiera la gorra puede ocultarlo...-le digo a Álex.- Nada puede hacerlo.

-No siempre podemos escondernos de la realidad.- me responde ella pasando un mano por mi espalda, moviéndola de arriba abajo haciendo que la tela de mi sudadera de arrugue a su paso. Es reconfortante sentir que hay alguien a tu lado, me gusta sentir que puedo contar con Álex.

Poco a poco, giro sobre mis propios pies hasta quedar en frente de la chica, cuya mano continúa su paseo por mi espalda. Su pelo cae libre por su espalda, dejando expuesto su delgado cuello y sus marcadas clavículas. Su boca permanece ligeramente entreabierta y sus ojos se mueven inquietos observándome. Sus mejillas tornan un color rosado cuando doy un pequeño paso hacia ella. Su mano se detiene. Una vez más cerca, me percato de como un grupo de diminutas pecas se extienden desde su puente de la nariz hasta donde empiezan las mejillas. Yo caigo en la tentación de, con mi dedo índice, repasar el camino de pecas hasta llegar a su pómulo izquierdo. Allí de detengo, viendo como Álex cierra lentamente los ojos. Siempre me ha llamado la atención, su personalidad y su forma de pensar. Pero, esta vez, es algo distinto. Es preciosa, de eso no me cabe la menor duda, pero no es solo eso. Quiero cuidarla, protegerla, sacarla de este infierno en el que permanece viva. Quiero apoyarla como ella lo hace conmigo.

Vuelvo a mover mi dedo índice, esta vez hacia abajo, recorriendo su piel desde la mejilla hasta la mandíbula donde vuelvo a subir topándome con sus labios, los cuales, se muestran agrietados y secos. "Tal vez sea por los vom..." Prefiero no pensar en ello. No ahora.

Hay momentos en la vida en la que, los impulsos, ganan a la razón. En los que los famosos "déjate llevar" toman las riendas del tiempo. En esos momentos, esa es la mejor manera de vivir. ¿Por qué no aprovecharla, entonces?

Cuando quiero darme cuenta, mis labios permanecen unidos a los de Álex en un casto beso, el cual, yo mismo me encargo de intensificar poco a poco. Sujeto su rostro con mis manos acercándola más hacia mí. Sus manos temblorosas se aferran a mi costado mientras separa un poco más sus labios dándome el acceso perfecto. Un gemido de sorpresa sale de ella al sentir como mi lengua perfila sus labios con suavidad. No voy a hacerle daño. Nunca me permitiría hacérselo. Y tampoco dejaré que nadie, ni ella misma, lo hagan.

Paso mis dos manos hacia su delgada cintura mientras sus brazos rodean mi cuello. Con un solo gesto, logro levantarla lo suficiente como para que sus pies no toquen el suelo y poder llevarla hacia la habitación, saliendo del lavabo. Sorprendida, se separa de mí con un risueño gesto en su cara. Al llegar a una de las camas consigo que se siente sobre mi regazo. En este instante, me resulta realmente hermosa.

De nuevo, nuestros labios se vuelven a unir, esta vez por iniciativa suya. Su beso es dulce y tierno, incluso puedo notar como sus labios tiemblan sobre los míos. Me encargo de abrazarla mientras ella acaricia mi cuello rompiendo aquel mágico momento. Sus ojos se encuentran con el color verde de los míos, seguramente, más vivos que nunca. Así es exactamente como me siento. Vivo.

-¿Esto también ha sido un efecto secundario de la quimio?- pregunta sacando la lengua y juntando mi frente con la suya. Una grave pero corta risa sale de entre mis dientes. Enredo un mechón de su pelo entre mis dedos y me dedico a jugar con él antes de mirarla a los ojos nuevamente.

-No.- lo suelto recogiéndoselo detrás de la oreja y clavo mi mirada en la de ella.- Esto has sido tú.

Una tímida risilla llega a mis oídos, no obstante, yo mantengo mis ojos sobre los suyos.

-¿Cómo algo tan frágil y delicado como tú puede hacerme sentir tan bien?

Los ojos de Álex adoptan un especial brillo ante mi pregunta, aunque no sabría decir si muestra felicidad o cierto grado de tristeza. Pronto agacha la cabeza rompiendo el contacto visual.

-Muchas veces las cosas frágiles se terminan rompiendo.- susurra.- ¿Y si pasa eso conmigo?

-Nunca permitiré que eso pase, no mientras pueda evitarlo.

¡Hola hola! ¿Qué tal? ¿Cómo os va todo?

Por fin s he traído este capítulo tan especial y que, la verdad, tenía muchas ganas de que lo leyéseis. ¿Qué os ha parecido la escena del beso? He intentado que fuese un momento especial y mágico para los personajes pero que no perdiese el realismo que le quiero dar a la historia. Si os ha gustado comentad y votad que siempre me hace mucha ilusión saber que pensáis de la novela :)

¡Pronto me podré con un nuevo capítulo!

Un beso enorme!

María.