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4. ¿Qué fue todo éso?

💫Brissa Collins💫

—No, todavía no está lista. —La mujer de cabello claro con ojos amarillos amenazó con abrir la puerta de mi habitación; era mamá. Ella no solía hacer esta acción, pero hoy era la primera vez. Yo estaba parada delante el espejo otra vez, trenzando mi cabello a un costado, para luego retocarme el labial. No supuse que estubiese hablando por teléfono. Mucho menos que se tratara de mis amigas.

—Brissa, la llamada es para ti. —Ella se dejó entrar al aposento que juró un día de cólera, no volverlo a pisar debido a mis berrinches de adolescencia.

—¡¿Para mí?! ¿Quién es? —La miré curiosa ya que no había compartido ningún contacto telefónico con nadie.

Ella suspiró molesta.

—No lo sé, ten. —Con rapidez dejó caer el aparato sobre mi mano. —Te espero a bajo. Tras decir esto, salió de la habitación.

—¿Si,  diga? —Llevé la oreja a la bocina y proseguí con mi retocado. Nadie dañaría mi día perfecto. O eso pensé.

—Soy Alex, zorris. —Bromeó arruinando mi maquillaje. Pensé haber explotado en llamas, pero reconocí perfectamente la voz de Castle.

—¡Tonta! Casi me matas del
susto. —Limpié mi labio inferior. —
¿A qué  se debe tu llamada? O más bien; ¿Cómo obtuviste mi número?

—Ya sabes que soy una gatita con artimañas. —Carcajeó al final. —¡Apúrate queremos verte!

Colgó la llamada.

{¿Verme? ¿Qué le causaba tanta emoción? } No comprendí nada; observé una vez más mi  reflejo y salí lujosamente. Aunque me llamaran "obsesionada con mi cuerpo" No me enojaría, Porque realmente lo era.

—Llegaré tarde al trabajo por tu grandioso salón de belleza que sueles montar de vez en cuando. —Mamá se quejó tomando las llaves de su auto y  salió. Reí siguiendo sus pasos, cerré la puerta de la casa y subí con ella al coche.

—No volverá a ocurrir. —La miré con sinceridad en el rostro. Odiaba causarle molestias... Prefería a veces que solo fuera ella,  y yo no estubiera. Pero tampoco podía ser mal agradecida con Dios, por darme la vida. Dí un suspiro largo  llevando la vista a la ventana observando el cielo como lentamente se fue transformando en griseoso.
Entonces recordé el día pasado imaginando el choque que tuve
con el señor-gruñon. No me imaginaba si quiera pasarme un día de martirios con ese sujeto bajo la lluvia, que horror.

—A veces te tomas todo personal, Brissa. —Mamá encendió el coche abandonando nuestro hogar por unas largas horas. —Por éso me enojas de   vez en cuando.
¿Que si iba a sorprenderme por sus palabras? Jamás;  Yo ya estaba acostumbrada. Su poco amor hacía mí era tan  obvio que no podía ocultarlo. En cualquier momento salía a la luz. Por eso era mejor ignorarla en algunas situaciones.

Sin mucho que añadir me reservé las palabras hasta llegar a la secundaria y solo me despedí de ella.

—Adiós, mamá. —Bajé del coche para encaminarme a la entrada.

—No hagas travesuras. —Ella batió la mano derecha en señal de despedida, y desapareció ante mi vista dejando sólo el Polbaraje del automóvil entre la calle ausenciada de una mini-multitud que ya estaba acostumbrandome a ver a diario, pero que faltaban minutos para que éso ocurriera. Sentí soledad al verme rodeada de tantos árboles entonces me perdí unos instantes preguntándome: ¿Qué pasaría si un día despertara y todas las personas fueran zombies?

No sé a dónde hubiera llegado a no ser porque:

—¡Buuuu! —Una voz reconocida me hizo saltar del susto. Casi provocando que me subiera sobre la puerta de la secundaria.

—¡Castle! —Le aventé un pequeño puñetazo levemente. —¡¿A caso me quieres matar!?

—¡Feliz día de los inocentes! —Ella carcajeó nuevamente. —Perdón si te asusté. La miré seria.

—Ya, solo quería hacerte reír. —Ella me sujetó con un brazo el cuello. —Es que te noté muy perdida.

Ahh, no te preocupes. Solo pensaba... —Sonreí. —¿Por qué no están los demás? —Empezamos a caminar hacia  dentro.

—Pero están todos aquí. —Castle, miró su reloj. —De  echo ya sonó el timbre.

—¿Qué? —La miré sorprendida— ¡Genial, yo fui la retrasada!

Después de quejarme  nos fuimos al aula.  Mi cabeza no estaba preparada para crear un conflicto, pero automáticamente al ver su estorbante figura sobre mi asiento me produció alergia.

—Disculpa, pero este es mi asiento. —Con molestia volví a mirar con frialdad ésa odiosa figura que en su interior se creía "un dios griego" Y que yo empezaba a odiar cada vez más.. Su atención  hacía mi persona, fue omisa, y éso aumentó mi furor.  ¡¿Por qué tenía que ser tan terco!? Su cuerpo permaneció intacto; no movió ni una  hebra de  sus cabellos. Volví a repetir lo mismo entonces accionó:

—Disculpa, ¿qué decías? —Levantando su barbilla hacia mi frente se quitó uno de los audífonos. —¿Necesitas algo?

¿Qué!? ¿Me estaba tomando el pelo?!

—Dige que este es mi asiento. —Coloqué las  manos sobre la mesa y lo miré fijamente a los ojos. Él relamió sus labios, aclaró la garganta  y habló:

—¿En serio? ¿Y dónde está tu nombre escrito? —Me miró desafiante. Iba a responder, pero él me interrumpió:

—Maestro, ¿podría decirle a esta chica que no me  moleste? Ya tengo novia. 

Al escuchar sus palabras me sentí tan vergonzosa  al ver como medio salón me miró burlándose. Quise expresar tanto que no me salió nada, ¡Nada! ¡Quedé plasmada!

—Ya escuchó señorita; mejor debería sentarse. Ya que llegó tarde  —El profesor de matemáticas lo ayudó a humillarme en pocas palabras, pero yo solo reí de lado para no quedar como una completa ridícula.

—¿Y  bien te vas a quedar mirándome o te  vas a ir? —Agregó Alex entrecerrando los ojos de manera coqueta.

Hice un mojín emitiendo una falsa sonrisa. Suspiré para alejarme de él con toda la calma posible y me senté en un último asiento.

Horas más tarde: Llegó el Receso.

—¡Juro que lo odio! —Dejé salir lo que guardé con tanta presión dentro del Pecho. —¡Es tan humillante competir con él! ¡¿Cómo se atrevió a humillarme así!?

—¡Fue fabuloso, se vió tanta química entre ustedes dos! —Lisa romantizó el momento a su manera —Ay yo digo que se aman.

—Yo digo lo mismo. —Maura "ayudó" con toda su calma —Seguramente que terminará como un lindo cliché de romance.

—¡Ya dejenme, no me ayudan en nada! —Aún seguía molesta. ¡¿Cómo se atrevió a insinuar que yo le estaba coqueteando!? ¿¡Cree que estoy enamorada de él!? ¡Ni hablar, no soy como él cree! —Él es un patán y yo...

—Brissa, creo que deberías... Sujetó mis  hombros. —Calmarte. Te vez alterada. A lo mejor él solo quiera conocerte y así socializa. A los adolescentes nos gusta bromear y tú lo sabés. —Las demás pusieron carita de soñadoras —Porqué mejor no le sigues el Juego hasta ver su límite.

Por lo tanto que ella hablaba yo iba meditando.

—Además; No entiendo porqué te alarmas tanto si lo odias. —Se cruzó de brazos. —Deberías de dejar el drama eres muy bonita. Simplemente Ignoralo si no te  importa.

Suspiré hondamente para no estallar.

—Quizás sea cierto. —Estiré el pescuezo —A lo mejor estoy exagerando. Vine a estudiar no a perder mi dignidad con un arrogante.

—Bien, entonces seguimos con  lo del beso: ¡¿A quién se lo vas a dar?

—¡¿Ah, por qué les importa tanto éso!? —Me sonrrojé alejandome un poco de ellas.  Parecían maníacas.

—A lo mejor quiero ser la afortunada de recibirlo. —Castle bromeó y las demás rieron.

—¡Eres una perversa! —La codeé por el brazo.

—Pero así me amas, nena. —Volvió a bromear y el timbre sonó. 

Cuando esto sucedía alguien se castigaba asímismo por las atrocidades que la vida le regalaba. Digo se daba la buena vida...

Las nubes  ya estaban listas  para descargar su furia de lluvia sobre la tierra. Yo me preparaba para la observación. ¡Amaba los días lluviosos! Soñaba con correr por el barro y juguetear entre un amorío encantador, pero estaba al margen de que éso solo ocurría en las películas de romance.

La clase de inglés fueron  fáciles de resolver así que a la maestra le fue de maravillas.

—Pueden irse. —Nos despidió para ir al comedor.

—Estoy agotada. —Exalé después de la tercera clase, y empecé a caminar por el pasillo. Con poca audición escuché algunos comentarios de las chicas hablando del maestro de naturales:

—Él es tan tierno a veces, pero solo llega a dar la clase y se marcha. —Emily, una melliza de tez oscura susurró.

—A mí me encanta su cabello. —Otra mencionó pero solo las ignoré para bajar las escaleras.  No era como si "no tenía sentido del humor" Si tenía, pero solía perder mi tiempo en cosas  más importantes; cuidar mi salud, mi figura y claro cuidar de la casa. Aburrida me solía parecer a veces la vida, pero tenía la impresión de que en algún momento la disfrutaría al máximo. No sabía la hora ni el momento, pero estaba ardiendo dentro de mis extrañas aquél deseo.

—A veces llego a pensar que no eres humana —Lisa extendió la mano regalandome un sándwich. —Ten.

Reí tras su comentario.

—¿De verás? Pues esconde mi celular y observa lo que sucede. —Buen provecho.

—Dato muy pertunardor rebelado. —Ambas reímos.

—Es extraño como dos personas extrañas llegan a llevarse tan bien en tan poco tiempo, ¿no? —Mordí la masa dejando perder la mirada por debajo una pequeña sombra del pasillo del frente... Había un chico de cabello claro me estaba observando extrañamente.

—¿Por qué lo mencionas?—Ella dudó.

—Ah,  nada. Solo por nosotras. —Contesté sin mucha falacia para volver a mirar a la misma dirección, pero no volví a verlo. ¿Quién era?

—Sí, es extraño pero lindo. —Ella terminó su bocadillo. —Hey, oye
éste viernes Castle cumple 17 seguramente dará una fiesta;
¡Amo sus fiestas!

—¿De verás? Yo amo las fiestas,
pero solo si son moderadas.
Aunque tenía mente alocada a
veces. Mi inocencia no me permitía ser demasiado desquisada —Si van ancianos, no iré.

—¿Estás bromeando? —Ella explotó de risa. —¡Castle es muy cataloga! Claro está; yo también cariño.

—Entonces iré.

—Te esperaré. —El timbre sonó. —Venga vamos al aula a discutirlo con las chicas.

Pasamos el resto de la tarde debatiendo el tema de la fiesta; el vestuario, y las  bebidas hasta que la hora de ir a casa llegó.

—Hasta mañana Princesas, no olviden mi regalo. —Castle
aconsejó. —O no habrá stripper.

—¡Castle! —Al unísono.

—Ya,  está bien me callo...

—Claro que te lo traeremos, pero cálmate niña. Solo son 17—La miramos con resalto.

Ella rió y nos despedimos con un beso. Luego me fui caminando. Podía haber llamado a mi madre, pero no tenía la intención. Prefirí recorrer el largo camino de regreso a casa como solía hacerlo siempre. En mi mente reprochaba las veces que mamá prefirió estar con sus amigas del trabajo antes que conmigo en mi cumpleaño. Inesperadamente sentí como mi cabeza empezó a mojarse y mi uniforme empezaba a salpicarse. ¡Estaba lloviendo! Intenté apresurar el paso, pero la lluvia fue más rápida que yo. Las calles se notaban algo solitaria,  algunos estudiantes salían corriendo, otros solo se escondían debajo algún árbol. Pero yo no; ¡Yo quería llegar cuánto antes! Corrí con todas mis fuerzas para cruzar la carretera, pero fui detenida al unísono que un automóvil se llevó el aliento de mis narices:

—¡Te tengo! —Una voz varonil retumbó en el  tímpano de mis oídos al mismo tiempo de que una mano fría sujetó mi cintura para extraerme hacía su cuerpo. Mi respiración se elevó más de lo acostumbrado, permanecí fría por un instante imaginando que iba a ser gato chocado si no hubiera sido por...

—¿Estás bien? —Él pareció preocupado por mí, más o menos éso presencié. No dije ninguna palabra, no sabiendo quién estaba delante de mí. La lluvia seguía callendo levemente, el cielo empezaba a nublarse un poco más.

—Al menos si alguien te salva la vida; deberías mostrar "gratitud" —Alex abrió  un Paraguas y lo extendió hacia mi frente —A menos que  ibas a  suicidarte.

Me hizo recordar mis propias palabras el día que mojó mi cabeza. Entonces hablé.

—No  pretendía suicidarme, pero tampoco te pedí que me salves. —Me dí la vuelta para irme. —Mucho menos  te pedí un Paraguas...

—Deja de ser tan orgullosa;
te queda fatal. —Se  burló acercándose a  mí para señalar mi pecho. —Con  todo lo que estas mostrando seguramente terminarás violada.

Miré el exterior de mi camiseta y noté parte de mi sostén reflejado en la tela.

—¡Eres un pervertido! —Me dí la vuelta para correr, pero él lo impidió lanzandome  el abrigo sobre mi cabeza.

—Puedes usarlo si gustas. —Alzó los hombros sin importancia. Yo me  cubrí con el abrigo para irme y otra vez me detuvo.

—Lo vas a necesitar. —Me  dió su paraguas  y empezó a caminar.

—Oye espera... —Perseguí sus pasos. —¿Te irás mojando?

—Eso no importa —Su mano izquierda me saludó a lo lejos y desapareció entre las neblinas y la lluvia. Entonces  me pregunté:

¿Qué había sido éso?
¿

A caso me estaba empezando a mostrar el verdadero lado claro de su alma oscura?

Entonces comprendí que su sabiduría era más  elevada  que la mía: porque no supuse la tormenta de lluvia que se Deboldaria...

Brissa Collins💫

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