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Prefacio

Noche del 12 de Mayo del xx13

Ya no era invierno, pero de todas formas la noche parecía mucho más helada que en los meses anteriores. Había sido un mal día y había terminado de la peor forma posible. "No, peor forma no" pensó Hati, mientras empujaba la silla de ruedas fuera del hospital "Todavía no." Esperar dentro de las paredes blancas le ponía nervioso y sabía que era mucho peor para James, quién había llamado a la ambulancia.

Antes podría haber estado enfadado, pero ya había estado molesto por ello durante casi dos años y honestamente ya no tenía las energías para eso. Pero Skoll era su hermano y por más que fuera un idiota de perro faldero, Hati no podría dejar de preocuparse por él. Así que no estaba enojado, pero sí sentía que no podía respirar por la preocupación. "Dioses, no. Qué ironía sería que me ahogue ahora."

— No lo entiendo — susurró James, arrebujándose en la manta que le habían ofrecido en el hospital —. No parecía estar enfermo. ¿Es una alergia?

Hati no pudo evitar resoplar. Una alergia. Ojalá así fuera. Pero aunque consideraba firmemente que era todo culpa de James, ahora no podía enojarse con él. En realidad le preocupaba, puesto que el chico rubio no había dejado de llorar desde que bajaron a Skoll de la ambulancia y sólo había empezado a calmarse con el frío nocturno. En su silla de ruedas parecía más pequeño de lo que en realidad era, con lo delgado que era y lo pálido que estaba ahora y las cicatrices casi a juego con los profundos círculos negros bajo los ojos. Hati esperaba que no fuera a resfriarse ahora...

¡Dioses! ¿Sólo podía sentirse preocupado esta noche? Preocupado por su hermano, preocupado por James, preocupado por la reacción de Roxana... Odiaba sentirse así, odiaba estar rezando y odiaba el hospital.

— Si fuera una alergia no estaríamos aquí — respondió finalmente. Muy a su pesar le puso sobre los hombros la otra manta que se suponía era para él—. Jade dijo que era... que era la enfermedad de Hanahaki.

— ¿Qué? — preguntó James, observándolo.

— ¡Vamos! ¿No se supone que tienes ascendencia japonesa? ¿Y no has escuchado hablar de eso?— saltó Hati, casi aliviándose del rayo de furia que lo atravesó, mucho mejor que la angustia—. ¡Son flores! Malditas flores que crecen en sus pulmones, Jade se lo advirtió, le dijo que tendría que quitárselas o iban a terminar por ahogarlo. Y ahora estamos aquí, ya sabes qué escogió él.

No obtuvo respuesta, y cuando bajó la vista notó que James ni siquiera estaba llorando, pero en cambio pasaba los dedos sobre la cicatriz en su mejilla, igual que hacía cada vez que recordaba algo. Hati suspiró: a ratos sentía que lo odiaba y a ratos quería consolarlo. En este momento era lo segundo, y ya sentía la punzada de culpa por gritarle.

— No lo sabía — susurró James, estaba temblando como las hojas de los arboles cuando sopla el viento—. No tenía idea.

— Él nos obligó a no decírtelo. Me hizo prometer que no te diría ni una palabra. Pero ya no importa ¿verdad? — confesó Hati pateando una piedra. No tenía ni idea de lo que iba a suceder, no sabía si su hermano lograría pasar la noche, eso era lo que más le enfurecía de todo—. Le dije que se las quitara, que iban a ahogarlo, pero no me hizo caso. Tengo un hermano imbécil que prefiere morir a dejarte ir.

Mencionó lo último mirándolo, pero James no captó ello, pues sollozaba nuevamente, cubriéndose la cara con las manos. No era un secreto para nadie el amor no correspondido entre esos dos y tampoco era un tema nuevo que James nunca había dejado de rechazar a Skoll. Las razones que tuviera James no le importaban a Hati, pero sabía que, a pesar de todos los rechazos, lo que sea que sintiera James hacia Skoll no era indiferencia. A su manera, también Skoll lo sabía. ¿Fue por eso que no quiso decirle o fue por eso que conservaba las esperanzas de que las flores se marchitarían?

— ¿Por qué? — Preguntó James entre lágrimas, pero no pareció que esperara una respuesta a su pregunta—. El hilo no se unirá por segunda vez.

— ¿Qué? — preguntó Hati desconcertado —. ¿Qué hilo?

James comenzó a llorar con renovada fuerza. Se cubrió la boca con la mano izquierda y alzó la derecha para que Hati pudiera verla, pero aparte de dedos temblorosos y la cicatriz de la quemadura, él no veía nada de extraordinario en su mano.

— Puedo ver los hilos que unen a las personas. Puedo ver el hilo plateado que me une a ti, el hilo rojo que está en tu dedo meñique — respondió James entre sollozos, aunque Hati ya sabía eso—. Zehael lo sabía. Sabía que yo podía verlos. Él también podía. Así que buscó el otro lado del hilo rojo de mi mano y... y la mató. Entonces se hizo cenizas y desde entonces ya no me conecta con nadie.

Rara vez James mencionaba su habilidad para ver los hilos que unen a la gente, y más rara vez mencionaba a Zehael sin tener un ataque de pánico después. Y si lo estaba mencionando ahora, esperando a que los médicos les dieran alguna noticia sobre Skoll, entonces no significaba nada bueno. ¿James estaría viendo cómo el hilo que lo unía a Skoll se desvanecía? De sólo pensarlo Hati sintió que lloraría también.

Pero las siguientes palabras de James no fueron sobre un hilo que se desvanece.

— Hati, no quiero perderlo. No quiero que muera. Él siempre ha sido muy amable conmigo. Sé que al final no estaré cómodo a su lado, porque es un chico... Pero él estará feliz con eso, ¿no? Luego me superará.

— ¿Qué? —. Eso sí lo había tomado por sorpresa.

Antes de seguir hablando, James respiró hondo y contempló un momento más el lugar donde debería estar su propio hilo rojo.

— ¿Sabías que su hilo está unido a la chica que siempre viste de azul? Sandy, creo que se llama. ¿Qué pasa si ahora mismo decido aceptar su cariño? Le corresponderé y las flores en su pecho se marchitarán y morirán, saldrá del hospital y luego me olvidará y los dos se van a enamorar. ¿Y yo? Yo me quedaré aquí, porque mi hilo está roto, el de él no, y es demasiado terco para aceptar eso.

Hati no supo que decir, pero James tampoco esperaba ninguna respuesta.

— Yo pensé que al conocerla iba a cambiar de opinión, que por fin se daría cuenta de que yo no soy para él. Por eso no quise corresponderle. ¿Para qué? No iba a tardar en enamorarse. Pero ahora estamos aquí y siento que el corazón me duele. No quiero corresponderle. No quiero hacerlo para que luego me rechace. ¿Por qué suena tan egoísta?

No por primera vez, Hati deseó que Skoll nunca se hubiera enamorado de James, pero, por una vez, no por su hermano. El destino era cruel. Ya le había arrebatado todo a James una vez, y ahora quería quitarle más. Era obvio que James no deseaba la muerte de Skoll... pero evitarla significaba dar su propio corazón para que lo rompieran.

Hati no respondió. Le ofreció la mano y cuando James la tomó, apretó sus dedos, en un silencioso y burdo consuelo para los dos. Ninguno de los dos dijo nada más. ¿Qué más podían decirse? Ahora sólo podían rezar.

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