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Capítulo 15

Perdí la noción del tiempo en ese lugar, pintaba sin descanso, incluso me salieron ampollas, en las manos, pero eso no fue impedimento, para seguir en mi labor. Mi idea era fija, si me cansaba lo suficiente, dormiría sin soñar y si no soñaba, no lo vería y no dolería el amanecer. Dolía su ausencia, la necesidad de estar con él, verle en las mañanas, en el desayuno. Pensé en que, si me iría de nuestra casa, los recuerdos se quedarían allí, pero ellos tenían pies, manos y hasta alas y llegaron a mí, me encontraron ese lugar.

Habían pasado un mes, llamaba a casa todos los días, era la mejor forma que mis papás no sospecharan de mi estado. Fingir se convirtió en rutina, llorar era casi que igual a respirar para mí, recordar todo lo vivido era una locura y no hablaba de solo estos meses. Eran nueve años de amistad, de locuras de salidas juntos, ahora en soledad y sin él, de mi cuenta de muchas cosas.

Marck siempre estaba cuando Stephan fallaba, el escuchaba mis locuras y le divertía, si no estaba en mi casa yo estaba en la suya. Stephan era el amigo de la niñez, pero Marck, Marck era el de la mujer, el compañero de aventuras, el que no juzgaba. Puse todo eso en una balanza, eran horas y horas de recuerdos, sentimientos, emociones, llegué a la conclusión que lo amaba.

Ese fue el motivo por el que el rechazo de Stephan no dolió, porque Marck estaba allí, él era el amor verdadero el de la edad adulta. Así mismo me di cuenta que mi padre y mi tío tenían razón, había mal interpretado el cariño que sentía por Stephan.

No llevaba la cuenta de cuantas veces llamé a Marck o el número de mensajes enviados, solo sabía qué eran muchos. Hasta que dejé de hacerlo, me había sumergido en una depresión en la que solo encontraba un poco de lucidez cuando pintaba.

Esa mañana auguraba que sería una de tantas, pintar era mi única rutina, solo que se habían agotado algunas cosas y necesitaba bajar a la galería. Bajé los proyectos hechos y dije que subiría nuevos lienzos, más pinturas, incluso tenía que hacer compras.

Dejé todo en su lugar y fui haciendo un paquete de lo que tenía que subir, había que hacer varios viajes. Estaba por tomar los lienzos y cuando escuché los pasos en el pasillo. Lo primero que pensé, fue en él estaba de vuelta, sin embargo, me encontré con que era la tía Edna.

— No quiero hablar tía y menos de Stephan — Le dije antes que empezará de nuevo con lo mismo.

— No vengo a eso, por lo menos no en el mismo plano de siempre — dijo y la miré extrañada. — Tus padres están preocupados por ti y saben que estás aquí. Que tuviste problemas con Marck y el insolente de Stephan aceptó que fue su culpa.

— No puedo salir allá tía — dije señalando la calle — no sin él, no mientras sé que lo dañé. Que no lo veré más, no puedo sin él no puedo seguir tía, Stephan me dañó. No solo no me quiso tía, destruyó mi vida. — dejó su bolso a un lado, corrió hacia mí, y me abrazó.

— Mi niña, lamento lo que mi hijo les hizo. Incluso me permití hablar con los padres de Marck y explicarles. Fueron muy decentes, aceptaron mi disculpa y las de Steve. — la miré con anhelo al ver que quizás ella tenía noticias de él — Pero dijeron no saber dónde estaba.

— No puede desaparecer así — asintió y limpió mis lágrimas con el dorso de su mano. — Él debe volver algún día y me escuchara — hablé un poco más segura.

— Los llama de vez en cuando, me dijeron que hablarían con él. Su madre me dijo que ha intentado hablar de ti, pero se niega a hacerlo y cambia el tema. — tomó mis manos y me indicó salir, pero negué. — tienes que hacerlo, estás pálida, mira esas ojeras, tu familia está afuera esperándote, solo pedí ser yo que entrará por el daño causado.

Salí a la calle y los vi a allí a los cuatro, de todos a la que temía darle la cara era a mamá, ella me lo había advertido, pero no me hizo reclamos, se limitó a abrazarme y a decir que todo estaría bien. De camino a casa, me dije que lo mejor era firmar el divorcio, si él quería regresar, lo haríamos, pero desde el inicio.

Los chicos, hicieron todo más llevadero, papá hizo algunas bromas, llegando incluso a hacerme sonreír, a pesar de mi depresión. Ellos aún no veían mis manos, así que decidí ocultarlo, una vez en a casa, mis hermanos me ayudaron a salir, fue entonces que tomaron mis manos y allí las vieron.

— ¡Mamá! — fue el grito que escuché y mamá giró hacia ellos — Mira las manos de Mao. — mamá y papá caminaron hacia mí, no había notado lo mal que estaban, hasta que papá las abrió y las observé.

— Hay que llevarte a que te curen esas manos y no volverás a tocar un pincel. — me reprendió. — ¿Ese es tu idea de olvidar? ¿Por eso te dañaste las manos así? — empecé a llorar, creo que fue allí donde, solté todo mi dolor y mi padre me abrazó, mientras mamá miraba mis manos.

— ¡Por Dios cariño! ¿Qué hiciste? — fui devuelta de nuevo al auto y llevada a la clínica, esta vez íbamos en silencio.

Como no tenía que ser a la clínica de Marck, porque mis papás tenían que torturarme aún más. Una vez llegué me bajé con la ayuda de mi padre y vi a Wong en la puerta de urgencias, sonreí al verle y caminó hacia mí.

— ¿Qué haces acá? —preguntó y le mostré mis manos, lo vi mirarme con sorpresa. — pero que...

Sentí la algo quemar mi espalda y el grito de mis hermanos, y de todos, seguido fui arrojada al suelo por alguien. Mi espalda ardía, no entendía muy bien lo que ocurría, hasta que empecé ver todo borroso, empecé a sentir dolor en mi pecho y algo que parecía quemarme por dentro.

— Quédate en el suelo, no te muevas — escuché a Wong decir — Tranquila señora todo estará bien, escuché que le decía a mi madre.

Recuerdo ser alzada por papá y ver su camisa manchada en sangre. Empecé a toser y al hacerlo, boté sangre, en ese momento todo se nubló para mí.

Marck

Llevaba un mes encerrado en las tierras que eran de mis abuelos. No porque doliera que ella fuera feliz, era por saber que muy seguramente Stephan aprovechó mí lejanía y la volvió a enamorar y él no la quería. Seguiría lastimándola, pero era algo que ella tenía que darse cuenta y no yo, tampoco podía luchar por ella, no con todos mis temores. Si lo hacía tenía que ser como un hombre, no como el débil que lloraba en las noches por las pesadillas.

Así que iba a terapia de grupo, acepté que tenía un problema, me dije que la próxima vez que la viera, tenía que estar sano y renovado. Alguien que pudiera ella sentirse orgulloso, no el débil de estos meses. El que se refugió en ella para salir adelante, yo tenía que ser su apoyo y no al revés.

El Rancho no era de mis papás, lo había comprado un hermano de la señora Fiorella, pero me permitieron vivir allí un tiempo. Mis papás lograron que mi abuelo soltará a Melanie, con la condición que no me buscará nunca más.

Desconocía que le hizo mi abuelo, aunque la chica aceptó a sus padres que no fue maltratada. Pero empezó a estudiar y era aplicada en sus estudios. Tanto que Rogers envió un obsequio de agradecimiento a mi abuelo Alexis. Tenía ocho días sin llamar a casa, cuarenta sin saber de ella.

Las razones por las que no quería escuchar sobre ella eran muchas, temía que me dijeran que estaba viviendo con Stephan y que era feliz con él. Si bien, ella decía que quería intentarlo, no podía obligarla a vivir conmigo sino me amaba y ella le había aceptado a su madre que no sabía que sentía por mí y que aún había dudas sobre lo que sentía por Stephan. El ruido de un auto frenar me hizo salir de la casa apresurado. Davis Rogers asomaba la cabeza en el instante, en que yo salía de la casa.

— Entra al auto, no tenemos mucho tiempo — la premura de sus palabras y la velocidad con que giró el auto me hizo ver que era una urgencia. — ¿Qué quieres una maldita invitación? — dijo mientras abría la parte de adelante y yo entraba detrás de él.

— ¿Qué sucedió? ¿Cómo supiste dónde encontrarme? — lo vi maniobrar un móvil instalarlo en el vehículo y pedir, llamar a Serafín.

— ¿Qué encontraste? — lo escuché decir y la voz con acento ruso, igual a mi abuelo y a mi madre me hizo pensar en mi familia.

— El señor se encargó de tres de ellos, dejó a uno, un tal Ezra y era el que usted nos pidió seguir. Esta mañana la chica llegó a la clínica con su familia, no sabemos por qué. Recibió un disparo en su espalda, lleva seis horas en cirugía. Nosotros seguimos buscando...

— ¿Dime algo Serafín? ¿Cómo es que ese infeliz aún está libre? ¿Tienes idea del mundo de problemas que se me viene encima si Mauren Meyer muere? — saqué el móvil del bolsillo de mi pantalón y lo encendí.

Mientras esperaba que encendiera, escuchaba a Rogers llamar a varios de sus hombres, recibir la llamada de mi abuelo, y luego de su esposa, Ella y Melanie habían ido a la clínica, y las noticias no eran buenas. Lo primero que recibí eran los mensajes de ella, mi pulso tembló. No había encendido ese móvil, desde que me fui y llamaba a casa desde el fijo.

Los mensajes eran explicando lo que ese día vi y escuché, diciendo que no estaba con Stephan, que me extrañaba mucho, estaba preocupada por mí, solté el aire y apreté con fuerza al móvil, al escuchar el último reporte. "Está en coma jefe", lloré porque ella no tenía por qué sufrir en algo que no tenía nada que ver. Porque no estuve allí el día que me necesitó y porque la amaba, no concebía el mundo sin ella.

— Es mi culpa y acepto lo que venga en adelante. — escuché a Davis decir, pero su voz sonó lejana para mí.

Sí tan solo me hubiera quedado allí con ella, quería volver a ella sano, poder luchar como era debido, fue por eso que inicialmente quise alejarme. Luego que la escuché hablar con su mama, después cuando la vi besar a Stephan, me dije que su felicidad era la mía, que si tenía que hacerme a un lado lo haría. Solo que no podía alejarme, este tiempo sin ella era una tortura y me dije que volvería, que la conquistaría...

— No le creí, cuando me dijo que no quería que me fuera, no le creí — le dije al hombre que conducía a toda velocidad por la autopista — la vi besarla y pensé que no tenía oportunidad, que quería estar conmigo por lástima por lo que le había contado.

— Esta encerrada en la galería desde que te fuiste, mis hombres la han custodiado, hasta hoy que salió. Es joven, aún no sabes el reporte completo...

— ¿Qué hacía en la clínica? — interrumpí y vi que habíamos llegado a la ciudad.

— Se encerró a pintar, parece que se lastimó las manos, su familia la convenció en salir. Allí se dieron cuenta de su estado. — eso me dolió aún más, ella estaba sufriendo por mí, yo por ella... que estupidez, asentí y vi que estamos cerca a la clínica y miré a Davis un instante.

— Ezra, me gustaría verlo antes... — le aclaré y Davis negó.

— Este no es tu mundo muchacho, déjamelo a mí, te daré pruebas de que pagó lo que hizo, ve con ella. Tu abuelo y yo nos encargaremos de todo.

Me bajé del auto y Caminé hacia la clínica, mientras lo hacía estaba preparado para los reclamos. Me los merecía todos, incluso si era sacado a patadas de allí. La sorpresa fue encontrar allí, a mamá a papá y mis hermanos, todos juntos con los Meyer. La primera en notar mi presencia fue la señora Tiffany, corrió hacia mí con lágrimas en los ojos.

— Mi bebé, es nuestra culpa, no debimos hacerla salir — no supe que decirle, yo mismo no entendía. La escuché llorar y su padre levantarse y pararse frente a mí.

— Lamento dejarla sola — le dije a su padre y este negó.

— Era necesario no tienes por qué sentirte culpable, ella estará feliz cuando despierte — Amé su fe, la manera segura en que lo dijo y me pegué a ella.

— ¿Qué le han dicho? — pregunté y solo su padre habló.

— No mucho, salió de cirugía hace una hora, que está en coma inducido, su estado es crítico, la bala casi le destroza un pulmón. Nos dijeron que podíamos verla, pero, de eso hace una hora...

— Iré a ver qué puedo hacer — dije y saludé de lejos a mis papás.

Encontré a Wong cerca al área de Cirugía y al verme caminó hacia mí. Me abrazó y me indicó que estaban preparando el lugar donde estaría, por eso la familia aún no la veía, fue el quien la auxilió.

— No supe con exactitud qué sucedía y pienso que ella tampoco, porque intentaba levantarse, luego de ese disparo — empezó a relatar, mientras me ayudaba a vestir para verla — son optimistas con su recuperación, es joven y saludable.

— Eso espero Wong...

— No debes flaquear, tienes que entrar allí optimista. — dijo golpeando mi pecho con fuerza — ella fue fuerte para ti, cuando lo necesitaste. Es tu turno de serlo por ella, ya habrá tiempo para reclamos. Ahora ve...

Ser fuerte era difícil cuando sentías que todo por dentro se destruía, cuando la razón de recuperarte yacía en una cama entubada. Veía el monitor de su corazón, lento allí supe que no estaba bien. Su rostro estaba pálido, sus mejillas rojas lucían blancas y sin color. Unas sombras oscuras debajo de sus ojos, esos que hoy no me veían felices y divertidos, hoy estaban cerrados, la única muestra que vivía era ese pitico insistente.

— Preciosa — dije tomando sus manos y las vi llenas de ampollas. — soy yo, necesito que regreses... No creo poder vivir sin ti y tus locuras.

Acaricié sus mejillas y luego besé sus manos, la había pasado mal, debí decirle que me iría era para recuperarme. Tenía que saber que Stephan, no se haría a un lado sin pelear. Que no me dejaría el camino libre sin antes intentar joderme. Era tan egoísta que no le importaba la felicidad de ella, era el orgullo que ella pasó la página demasiado rápido.

— Te amo, quise pelear por ti, pero siendo un hombre sano. Era tu esposo y tenía que merecerte, eres una mujer valiente y no merecías al ser débil en los que me convertí. — seguí diciendo pasaba sus manos por mis mejillas y las besaba. — debes despertar, se supone que nos casaríamos por la iglesia al yo regresar. Haríamos ese viaje a Paris que tanto quieres...

— Es hora de llevarla — me dijo una voz y no miré hacia ella, solo asentí me levanté, limpié mis lágrimas y me hice aún lado.

Caminé con ellos hacia el sitio y me quedé detrás de las ventanas de cristal. Mientras intentaba recuperar fuerzas para enfrentar a sus padres.

*****

Lo que siguió fue el abrazo de mi padre y mis hermanos. Mamá me dijo que tenía una razón de su parte, pero que era mejor si era ella que me lo decía. Vi a sus hermanos en un rincón, estaban tomados de las manos y parecían rezar. Caminé hacia ellos y arrodillé a su lado, alzaron la mirada hacia mí. En ninguno de ellos había reproche, quizás no era el momento para hacerlo. Tampoco era necesario, porque yo mismo me reprochaba mi proceder.

— ¿Te volverás a ir? — dijo Erick anhelante.

— Espero que no — Yoel era el más rudo de los dos, y negué. — Porque echamos a Stephan y sólo la tía pueden estar.

— ¿La viste? —insistieron.

— Si y ahora entrará su mamá y después el señor Meyer. Hablé para que entrarán ustedes dos juntos. Sin llorar, está dormida, porque así se recupera más rápido. — ambos a sintieron y luego se lanzaron a mis brazos.

— ¿Se va a mejorar verdad?

— Saben que si, es Mauren Meyer, ella siempre puede lograr lo imposible — los vi pasar a cada uno a verlas y salir minutos después llorando.

Su padre, madre, sus hermanos y por último sus dos tíos. Estos últimos no se acercaron a mí, tampoco en el momento quería verlos. Decidí dormir en el penhouse, de esa manera podía estar con ella. Mi madre me dijo que me enviaría con Vicent, ropa así que me quedé allí. Hasta que no despertará no me iría, sin ella no abandonaría el lugar. 

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