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Capítulo 6

No puedo creer lo que estaba pasando, Sarah se había encerrado en su habitación y no había vuelto a salir. Su padre la había juzgado como si se tratara de una criminal y ella no había hecho nada para defenderse. Quise entrometerme pero la mirada que me dio ella me dejo claro que no lo hiciera, solo se bajó su cabeza y salió para su habitación como niño castigado.

Lo peor fue que ese mismo día la casa se vio rodeada de periodistas y de personas que venían con carteles donde decía que era una asesina, que debía entregarse y cada vez el escándalo fue creciendo. Era como esas protestas donde las personas se ponen a gritar para reclamar o hablar mal de una persona, se estaba convirtiendo en un gran problema y las amenazas no demoraron en aparecer, sobre todo cuando trataron de entrar a la propiedad en más de una ocasión.

El estrés y la depresión habían empezado a cobrar factura a Sarah, no comía y ya no salía ni siquiera de noche a correr, ya que afuera seguían las personas esperando para insultarla o hacerle daño. Su padre empezó a enfermar de nuevo y en una reunión con él me comentó que había sido mala idea que ella apareciera de nuevo y que lo mejor era que se fuera lejos.

No sabía qué hacer, me sentía mal por ella. Por alguna razón desconocía ella me importaba.

Tuvimos que aumentar la seguridad, traté varias veces de sacarla de la habitación pero fue imposible y una noche entré y ella no estaba. Me sorprendí y empecé a buscarla y mi corazón se aceleró cuando la encontré en el baño y la vi en la tina con sus brazos cortados. Entré en pánico y la saqué y me puse a gritar pidiendo ayuda, en ese momento Roberto entró y de inmediato me ayudó a sacarla rápido y montarla en la camioneta y salir de la mansión.

En el camino no la dejé de abrazar para darle mi calor, Roberto manejaba y yo trataba que me respondiera o abriera los ojos, pero era imposible, su rostro estaba pálido y sus labios morados.

-Acelera- Empecé a mecerla como si se tratara de un bebé para calmar su llanto –Sarah, responde- Quito unos mechones de cabello de su rostro y la abrazo de nuevo escondiendo su rostro en mi cuello.

Sentía mis manos temblar, nunca en mi vida había sentido tanto miedo como la vez que mi madre enfermó y ahora.

Roberto me informa que hemos llegado, una camilla aparece en nuestra visión y ella es montada, revisada y llevada por varios del personal médico dejándome en una sala sin poder seguir detrás de ella y con un vacío en mi corazón.

El señor Bennet no tardó en llegar al hospital, estaba igual de pálido que su hija. Tuve que llevarlo a que lo viera un médico y no terminara con un infarto en la sala.

-Por favor, asesórate que ella está bien- Había empezado a tener dificultad para respirar y tuvieron que ponerle oxígeno.

-No se preocupe señor Bennet, estaré pendiente de ambos- Asiente y palmea mi mejilla con cuidado.

Salgo de la habitación para que puedan tratar a mi jefe. Maldije al ver la situación, no sabía nada de Sarah y mi jefe se había puesto mal por la situación.

Después de ir a ese hotel todo se había complicado, necesitaba saber que era lo que realmente estaba pasando porque todo se volvió un problema después de ese día. Dejé a cargo a Roberto mientras yo salía del hospital para poder fumarme un cigarrillo, hacía mucho que no fumaba, pero en este momento sentía que lo necesitaba.

Me quedé mirando el cigarrillo mientras lo fumaba, viendo como la colilla se consumía y decidí tirarlo y llamar a un amigo.

-Stong-Responde.

-Necesito que me ayudes con unos nombres-

-Envíamelo y tendré información esta semana- Dice antes de colgar.

Envío el nombre de la persona que está manejando los hoteles de Sarah, por alguna razón ese hombre no me da buena espina. También envió el nombre de la esposa del difunto y el nombre del difunto, esa era otra cosa que no me cuadraba ¿Cómo ella sabía que Sarah estaba en el hotel?

Necesitaba lo antes posible la información de esas tres personas, aunque una ya estaba muerta.

Regresé al hospital, gracias a Dios, Sarah se estaba recuperando.

-¿Por qué me trajiste?- Fue lo primero que dice al abrir sus ojos y mirarme.

-Tenía que salvarte- Me acercó a la camilla y la observo negar con la cabeza.

-Estoy harta de vivir, tu no debiste haber intervenido- Sus ojos se llenan de lágrimas y mira hacia el techo.

-Dije que te cuidaría-

Sarah no dice más, solo se queda llorando mirando hacia el techo y yo me quedo mirando las vendas de su muñeca.

Las horas pasan y Sarah no quiere comer, el médico le amenaza con meterle un tubo si es necesario y ella ni siquiera le respondió. Al otro día su padre estaba mejor y fue a verla. Ambos empezaron a conversar y yo me salí para darles privacidad. Solo esperaba que la convenciera de que se alimentara. 

Esperé que el señor Bennet saliera, sus ojos lucían hinchados de tanto llorar y decidí intervenir en ese momento.

-Señor Bennet ¿Podemos hablar un momento?- Asiente y ambos nos sentamos en la sala de espera.

-¿Dime muchacho?-

-EL día que fuimos al hotel, Sarah no hizo ningún escándalo- El me mira sin comprender –Ese día, del problema ella solo le dijo el personal de la forma que estaban vestidos y le dijo la verdad no daba buena impresión, las mujeres estaban demasiado escotadas y sus faldas muy cortas, Sarah solo les llamó la atención en forma respetuosa que ese lugar era un hotel decente, no un cabaret-.

-Colemart dijo que ella insultó al personal- Dice.

-No lo hizo, yo estuve con ella - Digo - Es más, me parece extraño que la viuda apareciera justo en ese preciso momento para hacer un escándalo - Asiente.

-Quiero que averigües todo, sé que he juzgado a mi hija y debo empezar a creer que ella cambió- Se levanta del asiento y me mira –Le daré el beneficio de la duda- Nos observamos unos segundos antes de  entrar de nuevo a la habitación.

Llevo a padre e hija a la casa. Ambos deben guardar reposo y no tener emociones fuertes, se encuentran débiles, sin fuerzas.

Me detengo a mirar por la ventana, cada vez hay más personas protestando afuera de la propiedad.

-No entiendo porque siguen llegando gente, ni que fuera una terrorista- Dice Roberto a mi lado.

-Todo esto me parece extraño- Digo.

-¿Necesitas algo?- Desvió mi mirada a Roberto.

-¿Tu sobrina está trabajando?- Niega con la cabeza – Llámala, necesito hablar con ella.

Roberto llama a su sobrina y me la pasa, de inmediato le recomiendo una tarea y finalizo la llamada.

-Solo queda esperar- Asiente.

-Iré a ver al señor Bennet- Dice Roberto, él se ha mantenido al lado de nuestro jefe y yo de su hija.

Camine por el pasillo hasta llegar a su habitación. Toco despacio y no obtengo repuesta y abro la puerta encontrándola acostada en su cama con las manos cruzadas sobre su pecho mirando hacia su techo.

-¿Estás bien? ¿Necesitas algo?- Preguntó con cautela.

-Solo quiero morir- Susurra y veo como sus ojos están rojos e irritados.

-¿Te aplicaste las gotas?- Niega con la cabeza y me acerco para buscarlas.

Le ayudó aplicar las gotas y cierro las cortinas para que no entre luz y lastimen sus ojos. Ella se sigue en la misma posición y decido acostarme en mi cama encendiendo una pequeña lámpara y me pongo a leer un libro. Cada vez desvió mi mirada y la observo, ella se ha quitado las gafas y se ha puesto de espaldas, no sé si está dormida y me levanto despacio para verificar si lo hace y la encuentro con los ojos cerrados, me acerco y la cubro con una manta y vuelvo a mi cama.

Termino de leer y cierro los ojos un momento, me siento cansado y no demoro en quedarme dormido. No sé cuánto tiempo pasa, solo sé que se escucha un pequeño quejido y me incorporo rápido mirando de donde viene y veo a Sarah removerse como si tuviera una pesadilla.

-Sarah. Sarah - Susurro tocando su hombro y ella abre sus ojos y grita. – Tranquila, estoy aquí - Me tensiono cuando siento sus manos envolver mi cintura, su cuerpo tiembla y escucho sollozar.

-Soñé... Soñé con ese día- Su cuerpo se sacude por el llanto, me separo un poco y la miro.

-No debes seguir torturándote por lo que pasó- Su cabello se pega a su rostro por las lágrimas, empiezo a limpiar su rostro y ella me mira a los ojos.

-No quiero seguir sufriendo- Susurra – No quiero seguir viviendo así- Pego mi frente con la de ella.

-Eres fuerte, vas a salir de esto- Nuestros alientos se mezclan, por un momento ella se separa y me mira a los ojos y luego baja a mis labios.

Una corriente pasa por mi cuerpo al ver pasar su lengua por sus labios y sin poder contenerme me acerco a ella uniendo mis labios con los suyos. Por un momento pienso que me empujará y empezará a insultarme como la última vez pero no lo hace, siento como empuña sus manos a mi camisa y luego las sube hasta mi cuello para presionar más nuestras bocas.

Su boca sabe a gloria, aunque un poco salada por las lágrimas. Su lengua dulce y delicada empieza a danzar con la mía como un baile lento que poco a poco va tomando fuerza.

No sé en qué momento nuestras ropas desaparecen, ella yace desnuda sobre su cama y me mira de una manera única.

Me dedico a ella, me dedico a tocarla, besarla por todo su cuerpo. La siento estremecerse, la escucho gemir y es como si fuera melodía para mis oídos.

-Lucas...- Gime mi nombre al sentir mi lengua e invadir su intimidad –Lucas... Por favor...-

Dejo de torturarla y me posiciono encima de su cuerpo sin aplastarla.

-¿Condón?- Mi voz suena ronca.

-Inyección- Siento como su pecho sube y baja deprisa y sin dejar de mirarla a los ojos me voy adentrando poco a poco en ella hasta que la escucho quejarse y me detengo, ella niega con su cabeza y envuelve sus piernas en mi cadera y con el talón de una de sus piernas me ínsita a continuar y lo hago.

Cierro los ojos por un momento, la sensación es increíble, nuestros cuerpos tiemblan por el placer. Sus uñas se clavan en mi espalda haciendo que gruña y gima al mismo tiempo.

Empecé a hundirme en ella más rápido, con más rudeza mientras la penetraba en su interior. Sintiendo como nuestros cuerpos encajaban perfectamente. Tomó sus manos y la entrelazó con las mías subiéndola sobre su cabeza sin dejar de moverme. Bajé mi rostro, tomé sus labios y los besé, luego su mentón y llegó hasta sus senos y los devoró con devoción. Ella muerde sus labios para no gritar y eso me excita más haciendo que aumente más la velocidad. Levanto mi rostro y veo como cierra los ojos y un maravilloso orgasmo llega a ambos al mismo tiempo.

No dejo de moverme hasta derramar mi última gota dentro de ella. Abre sus ojos y nos miramos, suelto sus manos y trato de moverme, pero me impide apretandome con sus piernas.

-Sálvame... Lucas...- Susurra sin dejar de verme.

-Lo haré- Bajo mi rostro y la beso, esta vez tomándome más tiempo y sintiendo como ambos volvemos a estremecernos por nuestras caricias y besos para terminar en hacer el amor de nuevo una y otra vez.

Espero que les haya gustado este capitulo. Recuerden de votar y comentar...

Xoxo

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