🔥☠CAPÍTULO 7☠🔥
GARRETT
Nunca nada me había excitado tanto en toda mi vida como la imagen de mi pajarito succionando mi polla como una jodida aspiradora.
Su cara de ángel podría engañar a cualquiera pero en realidad es una pequeña pecadora que sabe exactamente qué botones presionar para volverme loco.
Me encanta esa faceta atrevida y traviesa suya que sale a relucir en los momentos de máxima tensión y que ni siquiera le importe hacerlo aquí, en medio del puto bosque junto al río con un frío de cojones.
Si no estuviera tan jodido pensaría que la vida por fin me ha dado algo bueno y he encontrado a mi vieja dama, pero luego recapacito y me doy cuenta de que por muy fuerte que parezca Michelle no está hecha para mi mundo.
Tarde o temprano tendré que volver al club y eso significará dejarla ir. Pero ahora no quiero pensar en eso. No con ella desnuda y apuntándome con sus pezones tiesos como balas mientras la humedad de su coño le empapa los muslos por la necesidad de tener mi polla llenando su entrada.
— ¿Has aprendido ya la lección de lo que pasa cuando intentas huir de mí o necesitas otro castigo? — siseo, avanzando hacia ella como un depredador acechando a su presa.
Solo que la presa en cuestión no trata de escapar, sino que por el contrario parece ansiosa por aceptar lo que tengo preparado para ella.
— ¿Sabes? No estoy segura...¿Qué tal si me das una demostración más exhaustiva? Solo por si acaso.
Pequeña provocadora...
Suelto un gruñido y la alzo en volandas, arrastrándonos a los dos hasta el suelo y colocándome a horcajadas sobre su coño desnudo.
Lo quiero en mi boca, ahora.
— No deberías haber dicho eso.
— ¿Acabo de despertar a la bestia? — inquiere, juguetona, alzando las cejas y señalando la cabeza de mi polla; gruesa como el tronco de un árbol.
Me echo a reír con ganas ante lo acertado de su comentario.
— Hace tiempo que lo hiciste y te haré una última advertencia, pelirroja; eres mía hasta que yo lo decida y no dejaré que escapes de mí — gruño, todavía con la sangre hirviendo al pensar en lo que podría haber pasado si no la hubiese encontrado a tiempo.
— No pensaba hacerlo, pero puesto que también me incumbe será cuando lo decidamos los dos — me replica, desafiante. Y esa faceta rebelde suya que sale a la luz cuando la provoco me la pone todavía más dura. Me gusta que me dé pelea —. Porque también eres mío — advierte y me da un mordisco en el labio inferior aprovechando mi desconcierto.
Jodida pelirroja caliente.
Gruño y capturo su boca en un beso rudo y exigente, provocando que la sangre se mezcle en nuestras bocas y mi lengua vaya al encuentro de la suya con ganas. Son demasiadas las malditas ganas que tengo de enterrarme en su coño hasta el fondo.
Ya me he follado su boca y ha sido la cosa más excitante del mundo.
Michelle me rodea la cintura con las piernas para darme un mejor acceso a su entrada y casi me corro aquí mismo, solo con verla.
Enrosco las manos en su pelo y tiro de las hebras rojizas hacia atrás, disfrutando con la forma en que su grácil cuello se arquea para mí.
Quiero poseerla en todas las malditas formas, hasta que no quede ni rastro de ningún otro hijo de puta dentro de ella. Me siento demasiado posesivo en todo lo que la involucra, algo jodidamente nuevo para mí. No sé cómo gestionarlo.
Ella sigue moviéndose debajo de mí, con sus labios succionando la piel sensible de mi cuello.
La fricción de nuestros cuerpos casi me provoca una corrida precoz, algo que no me pasaba desde que tenía quince años.
— ¿Quieres mi polla dentro de tu coño? — la incito, esforzándome por mantener el autocontrol a pesar de que deseo más que nada en el mundo enterrarme en ella hasta el fondo.
— Sí —musita, casi sin aliento. La rojez de su piel solo acentúa esa belleza insana que posee y que me volvió loco desde que la vi por primera vez. Como una sirena, me hechizó. Y aquí estamos.
No sé adónde nos llevará esto, pero quiero experimentarlo y dejarme llevar por una vez en mi vida de mierda.
La atraigo rudamente hacia mí con mis manos en sus caderas y de un empellón me deslizo dentro. Está tan húmeda y tan lista que todo fluye sin problemas y cuando la monto...pierdo la cabeza.
Y ella me sigue por el precipicio de la lujuria.
Bombeo una y otra vez, entrando y saliendo a la velocidad de un pistón mientras llevo una mano a su pelo y otra sigue firme rodeando sus caderas estrechas. Ella grita, sin reprimir nada del placer que le provoco.
Me encanta que no tenga límites y que me deje hacérselo así; sucio y salvaje.
— ¡Garrett...más fuerte! Joder...—gime como una pequeña ninfómana y yo llego al orgasmo, embistiéndola por última vez mientras me dejo ir con un gruñido que se entremezcla con sus gritos. Me muerde el hombro y araña mi espalda como una gata en celo.
Pego su frente con la mía y la monto una vez más antes de dejarme caer a su lado, sobre el suelo lleno de tierra y hojas del bosque.
Ella todavía tiene la respiración entrecortada y la piel ardiendo, yo no estoy mucho mejor. Está claro que necesitamos un minuto para reponernos.
El silencio que nos envuelve es casi total, salvo por el canto de algunos pájaros. Mi pelirroja tiene los ojos cerrados y una sonrisa apacible. Acaricio su mejilla pálida con mi enorme y tatuada mano y ella se estremece.
Siento que la estoy manchando, que la he atraído a mi oscuridad y soy un egoísta por no dejarla marchar ahora que todavía puede. Pero no puedo, no cuando hacía demasiado que no me sentía así de vivo.
Nunca he sido una buena persona. Y ya es tarde para empezar a serlo.
Aun así, aparto la mano como si tuviera miedo a contaminarla...pero ella me detiene y la envuelve con la suya; blanca y pequeña.
Me quedo perplejo mirando el contraste.
Somos todo lo opuesto y aun así...
— Estamos locos —susurra ella entonces, sacándome de mi trance.
— Lo sé — me limito a decir, encogiéndome de hombros.
Deja escapar un pequeño suspiro y espero, sabiendo lo que viene. Ahora que la adrenalina está disminuyendo, posiblemente vendrá el bajón.
— ¿Sabes? Nunca pensé que tendría el estómago para hacer todo lo que he hecho esta noche. No sé si estar sorprendida o asustada —confiesa, mordiéndose el labio inferior.
— ¿Te arrepientes?
Si dice que sí...por mucho que me cueste, dejaré que se marche y siga su camino. Lejos de mí.
Deja escapar un hondo suspiro y se toma su tiempo para contestar, ajena a que se me están estrujando las entrañas.
— No. Aunque me convierta en una mala persona, no me arrepiento.
Ella nunca sabrá el alivio que he sentido. Joder, yo sí que soy una mala persona. Pero que me pregunten si me importa.
— Entonces vendrás conmigo.
No es una pregunta y a ella no parece importarle mi tono autoritario, porque se muestra conforme.
— Iré contigo.
Hacía tiempo que no me sentía tan relajado.
— ¿Qué lugares te gustaría visitar?
Sería capaz de llevarla donde me pidiera, aunque fuera a la otra punta del mundo. Y ni siquiera sé por qué, nos conocemos desde hace demasiado pronto pero ya me siento jodidamente posesivo con ella. Como si fuera mía.
Quiero que lo sea. A la mierda todo lo demás. No me importa que no tenga sentido.
— La verdad es que no lo sé. Nunca he salido de Chicago así que cualquier lugar es bueno para mí, un sitio donde no me conozcan y donde poder divertirme. Hay tantas cosas que quiero hacer...
Su voz se vuelve nostálgica y de sus labios se escapa un suspiro soñador. Empieza a vestirse sin muchas ganas. La imito, buscando un destino perfecto. Creo que le daré una sorpresa.
Una vez uno de los hermanos nos dio la noticia de que se había casado por sorpresa en las Vegas con una perra que conoció. Fue flechazo al instante, decía.
En aquel momento le tomamos el pelo y tuvo que aguantar bromas durante meses sobre su polla castrada, pero la verdad es que ahora empiezo a entenderlo un poco mejor.
Aunque eso de casarme...de momento tampoco me entusiasma mucho. Estaré bien sabiendo que puedo follar con ella todo el día.
— En cuanto nos deshagamos de la furgo nos largamos. Tengo un destino en mente que te gustará — le digo, frotándole el clítoris todavía hinchado. Esto de colar las manos por sus bragas se está convirtiendo en una costumbre y que esté tan húmeda solo lo hace todo más excitante.
Y mi pajarito me recibe con ganas.
Lástima que sea tarde. Quizá por el camino podamos divertirnos un poco.
— Vámonos, tenemos que ir rápido hasta el motel y coger mi burra. No creo que Colin nos haya delatado, lleva haciendo negocios con nosotros demasiado tiempo y no es tonto, pero tampoco quiero que nos arriesguemos demasiado.
Ella resopla y sus rebeldes mechones pelirrojos se esparcen por toda su cara.
— ¿Justo ahora? — se queja, evidentemente molesta porque la deje así.
— Ya te compensaré — replico, curvando los labios en una sonrisa cargada de promesas.
— Eso espero — revira ella. Pero lo que no me esperaba es lo que sale de su boquita a continuación —. Conduzco yo. — Al ver cómo la miro, pone los ojos en blanco y puntualiza —: La furgo, no me acercaré a tu preciosa moto, descuida.
El tonito airado que emplea me hace reír. Es divertido provocarla.
Me encojo de hombros y le tiro las llaves, que atrapa con rapidez de reflejos.
Joder, ¿por qué cada pequeña cosa que hace me la pone tan jodidamente dura?
Nunca en toda mi vida había ido en un coche de copiloto con una mujer, hasta hoy. Pero curiosamente no me molesta demasiado. Se me ocurren un montón de cosas que puedo hacer para entretenerme durante el viaje y no pienso cortarme.
Mi pelirroja conduce relajada, incluso se ha encendido un cigarrillo y se lo quito de los labios para darle una calada. Me dedica una mirada mordaz pero está sonriendo, perfectamente concentrada en la carretera.
Veamos si eso le dura.
Le doy una última calada al pitillo y luego lo tiro sin miramientos por la ventanilla, ignorando la mirada de gata enfadada que me suelta.
Menos mal que conozco una forma infalible de quitarle el cabreo.
No se lo espera cuando me inclino sobre ella desde mi asiento, buscando el punto exacto entre sus piernas que la hace vibrar.
Michelle frena de golpe – menos mal que es una carretera desierta – y se queda mirándome como si fuera un demente. Está tan atónita que tienen que pasar unos minutos hasta que le salgan las palabras.
— ¡¡¿Te has vuelto loco?!! ¿Qué estás haciendo? Podríamos haber tenido un accidente — me echa en cara, pidiéndome explicaciones. Pero no puede disimular la excitación que le ha provocado dejar vagar su imaginación hacia lo que ha estado a punto de pasar.
Quiere esto tanto como yo.
— Confío en tus habilidades de conducción. Además, niégame que no quieres que te coma el coño hasta saciarme mientras tú tienes las manos ocupadas en el volante y hago que te corras en mi boca — la provoco. No tengo que ser un genio para adivinar su respuesta, la cual ya empieza a intuirse por la manera en que sus pezones se endurecen.
— ¿Sabes qué? Ya he cometido bastantes locuras esta noche, así que a la mierda, ¿qué más da una más? Cómeme el coño mientras pongo este trasto a doscientos, grandote — acepta, con un grito de júbilo. Sube las ventanillas y en cuanto me deshago de sus shorts y entierro la cabeza en su entrada, pisa el acelerador hasta el fondo.
Mierda, sí que se nos ha ido la cabeza a los dos pero del todo.
Pregúntame si me importa.
Succiono, chupo y mordisqueo la zona sensible del coño pelirrojo de mi pajarito y se siente como el jodido nirvana escuchar cada grito, gemido y blasfemia que me dedica. Solo para mí.
La furgoneta surca el asfalto como un demonio, al límite de la velocidad. Y sé que eso no es nada comparado con cómo haré rugir a mi Harley en cuanto la recuperemos.
Será entrar en y salir, algo rápido y fácil. Mi chica sabe lo que tiene que hacer.
Luego nos intercambiaremos las posiciones. Será un viaje largo hasta nuestro próximo destino, pero por suerte somos ingeniosos y no nos falta la imaginación para saber cómo matar el tiempo.
Cuando ya no esperaba nada de la vida, he encontrado a una compañera de carretera que está tan loca como yo y con la que voy a disfrutar poniendo a prueba mis propios límites durante el resto del tiempo que me quede de estas vacaciones improvisadas.
Hasta que dure.
Unos días – quizá semanas – de sexo, fiestas y orgasmos y luego cada uno a seguir su camino.
Será cojonudo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro