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La recuperación de Hyunjin fue más rápida de lo esperado. Como cualquier otra herida, enfermedad o mal que a su parte humana achacara, su lobo parecía trabajar para sanarlo y restablecerle la salud.
Sin embargo, algo que nadie les había advertido a los futuros padres primerizos era la revolución de hormonas que un embarazo causaba. Las feromonas parecían vueltas locas también, tan exquisitamente dulces de oler que pusieron a Hyunjin a gruñir en más de una ocasión a cualquiera que se le acercara a Seungmin, incluso si se trataba de otro omega o de algún beta. Parecía que estaba en una especie de hipnótico trance cada que estaban juntos, lo que de hecho era la mayor parte del tiempo.
Por unas semanas, Changbin ofreció llevar cuenta y orden de la manada por el tiempo extra que necesitaran para salir de esa burbuja a la que Felix llamaba "La luna de miel del embarazo". Fase por la que ellos pasaron antes de evacuar al bebé, según las bromas mezquinas del pecoso. En realidad, hablar de eso se había vuelto más ligero y transparente entre ellos, y tal vez al pobre chico le costaba menos lidiar con aquello si lo hacía a través de un humor algo negro en donde solo mostraba que ya lo había superado lo suficiente como para hacer chistes al respecto.
Seungmin nunca imaginó que estar postrado en una cama sería su actividad favorita, pero mientras estuvo disfrutando de la disponibilidad del mayor, las hormonas del omega entraron en acción para orillarlos a descubrir cosas por las que ni ellos mismos sabían que tenían una fijación. El alfa se había vuelto siempre tan protector alrededor suyo, y ese nido que habían construido estaba constantemente siendo cambiado y limpiado por el líder.
Había empezado con simples besos subidos de tonos o incluso algunas masturbaciones que utilizaron para satisfacer su necesidad. Pero Seungmin era ansioso y codicioso cuando se trataba de atención, en especial ese tipo de atención.
Así que en varias ocasiones se las ingenió para lograr que Hyunjin le dejara chuparlo aunque éste siempre intentaba poner límite alegando que tenía mucho trabajo por hacer, cuando en el fondo estaba luchando por no tomarlo ahí mismo. Por lo general era alguien reservado y tímido, pero no cuando se trataba de complacer a su pareja.
La principal razón de por qué evitaba que aquellas provocaciones llegaran más lejos era porque estaba terriblemente asustado de lastimar al bebé. Seungmin lo persuadió hasta descubrirlo, por lo que lo arrastró hasta la oficina del doctor de la manada para poder preguntar si podían mantener relaciones sexuales mientras estaba en espera.
Fue más vergonzoso de lo que pensó, y el siempre serio semblante de Hyunjin estaba estirado en un puchero avergonzado con la piel roja. El hombre únicamente rió y les aconsejó que tuvieran un poco de cuidado, pero que definitivamente podrían seguir practicándolo tomando en cuenta las consideraciones adecuadas.
Ahora, estaban seguros de que todo mundo estaba dormido. Intentaban ser silenciosos lo más posible, pero era imposible para Seungmin no chillar de placer cuando estaba tan perdido en los brazos de Hyunjin, quien lo había conducido hacia la cama, presionándolo y quitándole rápidamente toda la ropa.
Lo besó y lamió hasta los muslos, y luego acarició su miembro cubriéndolo con su gran mano donde se presionó contra la parte inferior de su apenas abultado estómago. Todavía estaba lo suficiente plano, pero ellos anhelaban su crecimiento cada día. Mientras Hyunjin trabajaba, Seungmin se hundió en un sueño aturdido. Una necesidad imperiosa de estar tan cerca del alfa como fuera físicamente posible, de ser llenado.
Ni siquiera dejó que Hyunjin lo chupara antes de empujarlo hacia arriba, rodando sobre su costado y presentando su trasero lo más cómodo que podía manejar sin tener que aplastar su estómago.
—Lo necesito —susurró Seungmin, con lágrimas en los ojos. Se sentía tan necesitado.—Por favor, Hyunjin. No me hagas esperar.
—Te abres para mí.—Murmuró el pelinegro muy fascinado.—Sólo yo puedo tenerte. ¿Entiendes?
Seungmin casi se corre ahí mismo ante la posesividad de las palabras, el tono de voz tan profundo y áspero aunado al agarre en su cadera, y cuando Hyunjin por fin se empujó dentro, su polla se retorció y gimió, enterrando su cara sobre las sábanas y ahogando un grito mordiendo la almohada. Su interior debió haber apretado el pene dentro suyo demasiado bien, pues casi al unísono escuchó un gruñido gutural de Hyunjin que se mecía fuera y dentro automáticamente. Siempre taladrando en el lugar correcto.
—Mmhm —aprobó gustoso el alfa. Mordió el lóbulo de su oreja.—¿Te gusta esto? ¿Que te tome así?
No había nada de imposición en aquella pregunta. Era como si estuviera cerciorándose de que hacía las cosas bien, de que tenía su aprobación. Él siempre lo tomaba muy en cuenta para darles a ambos la misma satisfacción.
Asintió muy feliz. Amaba que Hyunjin lo poseyera, que fuera su alfa, su soporte. Pensando en cómo habían cambiado las cosas y cómo este joven y fuerte alfa era suyo, todo para él, para llenarlo de cachorros y cuidar a su manada como el fuerte hombre que siempre había sido independientemente de ese hijo algo torpe y miedoso del cruel líder de aquel lugar al que había llegado. Pero no se permitiría pensar en eso demasiado, ni añorar sus tiempos en donde todo entre ellos era más juvenil, puro e inocente.
Ahora estaban pasando por una prueba de fuego, pero lo hacían juntos. Habían madurado. Tantos pensamientos de repente lo estaban asaltando y lo pusieron demasiado sensible.
Hyunjin pareció notarlo y frotó sus manos hacia abajo sobre el vientre donde crecería su bebé y luego se movió hacia arriba para pellizcar los sensibles pezones de Seungmin. Lo penetró una vez más mientras masajeaba la carne de sus glúteos y el omega bajo de él tembló violentamente mientras se corría y producía una serie de sonidos tan dulces que lo sedujeron hasta descargarse dentro suyo. El nudo empezó a crecer, y ninguno de los dos intentó impedirlo.
El alfa se dejó caer en la cama y resopló contra el cuello del omega, levantando su cabello mojado y poniéndolo detrás de su oreja. Pasó sus brazos por su abdomen en posición de cucharita mientras besaba su cuello. Seungmin se lo expuso, como incitándolo, y el pelinegro empujó sus colmillos en la marca para renovarla, procurando no ser tan brusco ni lastimarlo.
Se tomaron la mano y la unieron sobre el vientre donde crecería su hijo. Estaban enamorados, y todos aquellos sentimientos se sentían intensamente a través del lazo. En verdad se sentía como una luna de miel, como si estuvieran drogados con sus propias feromonas. Los abrazos postcoitales simplemente eran lo mejor del mundo en ese instante.
Después de esos días, tuvieron que obligarse a despabilar del sueño y regresar a la vida real donde las cosas no eran para nada color de rosa. Hyunjin parecía alguien nuevo y renovado, sus ojeras grandes y oscuras se habían disminuido al igual que los moretones en su rostro.
Changbin lo puso al tanto acerca de lo que había sucedido en sus días de ausencia, desde la forma en la que corrieron a los Yang hasta la cuenta exacta de los suministros que les hacían falta y los recortes en otros productos de los que podían prescindir para ahorrar más dinero y asegurar a todos lo básico.
Resulta que Yang Yukhei y su gente habían salido sin poner mucha resistencia más que algunos insultos y amenazas al aire que los Hwang no dudaron en acallar mientras los echaban de los confines de su territorio. Jeongin se había quedado a lado de la familia de Jisung temblando y completamente avergonzado por la situación y su porvenir hasta que le aseguraron que él no tenía la culpa de aquello y que no regresarían por él.
Jeongin no estaba muy confiado sin embargo. No porque no creyera en lo que los padres de Jisung le dijeron mientras lo mantuvieron con ellos en su casa, sino porque sabía que las cosas no se terminaban tan fácil cuando se trataba de su hermano. Y lo odiaba, odiaba ser un Yang, odiaba ser un omega ridículo que lloraba todo el tiempo, odiaba haber sido uno de los malos, y sobre todo odiaba no poder advertirles sobre el siguiente movimiento de Yukhei porque simplemente no tenía idea de cómo atacaría.
Aún así, en su tiempo libre se dedicó a hacerle compañía a Jisung, cuyo omega seguía en una depresión desde que Minho se había marchado. A ambos omegas les era buena la compañía mutua, comprendían la miseria de la soledad en matices que solo ellos habían podido discernir en el corto y largo tiempo que cada uno pasó respectivamente intentando sobreponerse del abandono.
Changbin había hecho un buen trabajo ahuyentando a los cobardes que habían intentado traicionarlos, advirtió a cualquier otro valiente acerca de lo que pasaría si seguían renegando pese al esfuerzo que hacían los hermanos por llevar en paz el día a día de la manada.
Todo parecía marcar con tranquilidad en los cielos despejados para la tormenta que se avecinaba.
Seungmin había estado cortando fruta en la penumbra de la cocina. Las jugosas manzanas y crema de maní eran el antojo más reciente que su avaricioso apetito empezaba a exigirle incluso por las madrugadas. Estaba feliz de tener a un diligente alfa a su disposición que le había prometido cumplir todos sus antojos y ayudarlo a todo con lo que le pidiera una mano, pero le resultaba extremadamente cómico verlo dormir como un tronco cuando intentaba despertarlo para que le ayudara a ir al baño o simplemente dar paseos en la mitad de la noche, porque el pequeño cachorro que había crecido en los últimos meses parecía carecer de un reloj biológico y se despertaba con hambre o con intenciones de jugar un torneo de soccer en su estrecha casa temporal.
Yang Mi conocía de sus desveladas habituales, por lo que se aseguraba de dejar reservas de comida cada noche para que él pudiera experimentar con creaciones que solo un omega embarazado de seis meses se atrevería a probar. Lo de ahora era sencillo, simplemente un poco de fruta con mantequilla, y unas galletas saladas que estaban rondando su mente y pensaba buscar en cuanto terminara de rebanar sus rodajas.
Le gustaba salir al jardín de la casa para estirar un poco las piernas y recibir el aire fresco de la madrugada colisionando contra su piel mientras ingería sus alimentos. A veces se abstenía de hacerlo, pues pese a saber que Hyunjin tenía hombres vigilando a todas horas, la paranoia había disminuido desde el último incidente y simplemente se sentía un poco riesgoso estar solo por mucho tiempo a la interperie. Aún así, le gustaba acompañar a la soledad.
Reunió todo y se dispuso a salir cubriéndose un poco más con la manta que había traído consigo, a pesar de la hora, la noche era bastante silenciosa y guardaba en secreto los pensamientos que pasaban por su mente con la fuerza de una cascada. Era una noche inusual, del tipo de noches en que la vida se siente irreal y todo parece ajeno a tí. Esa era justamente la forma en la que Seungmin se sentía, pues no podía dejar de sentir que algo extraño rondaba en el aire. Cuando decidió dejar de ignorarlo, se levantó espontáneamente comprendiendo que se trataba de un mal presentimiento que se había asentado en la boca de su estómago como plomo en el mar.
Con un escalofrío recorriendo su espalda se metió devuelta en la casa y cruzó su claustro a toda prisa, la luz de la luna reflejada en los azulejos del piso entraba por el gran domo que mostraba lo despejado del cielo. Llegó a la cocina, dispuesto a dejar sus cosas y regresar a su habitación rápidamente, pero entonces sintió la imponente presencia de un alfa escondido en las sombras.
Su olor era picante para su nariz, le sacaba una cabeza de altura y cuando caminó hacía en frente dejándose ver, reparó en la espeluznante arma que cargaba en sus brazos. Éste iba uniformado y tenía el pelo negro, su parsimonia al momento de apuntar a su vientre y señalar con su dedo índice que guardara silencio fue lo que le puso los pelos de punta. Empezó a sudar frío inmediatamente.
—Más te vale no gritar.—Espetó todavía apuntando su arma contra él.—Ni hacer un escándalo de esto. No queremos tener que recurrir a la violencia contra tu manada, pero lo haremos si tú alfa se pone demasiado violento y es necesario.
—¿Pretendes que no se ponga violento si estás apuntándole con un arma a su omega embarazado?—Mordió de vuelta con su desdén y sarcasmo característico. El hombre asintió dándole la razón, mas no se movió.
—A mi tampoco me gusta apuntarle a omegas embarazados, pero no me queda otra opción. No voy a hacerte daño.—Le aseguró.—Pero si intentas algo más, no te prometo lo mismo. A los demás no les importará hacerte daño.
—¿¡Quién eres!? ¿¡Cómo entraste aquí!?—Exigió Seungmin llenándose de terror.
—Soy el general Christopher Bang, a cargo de la unidad de fuerzas armadas. Tengo órdenes directas para arrestar a Hwang Hyunjin por tráfico de armas, lavado de dinero y como sospechoso cómplice del señor Lee Minho. También estamos buscando a Han Jisung.
Seungmin contuvo un pequeño grito que estuvo a punto de escapársele. No podía ni siquiera procesar toda esa información por la que se le acusaba a Hyunjin, ni tampoco comprendía como es que el tipo había logrado entrar.
—Tengo que estar soñando.—Musitó pese al miedo que ahora mismo envenenaba todo su sistema. Sintió su lazo moverse inquieto del otro lado, y entonces supo que Hyunjin no tardaría demasiado en aparecer.—Tú no puedes venir a allanar propiedad ajena sin una orden, te metiste a mi casa.
—Repito que tengo órdenes directas.—Le dijo.—Tenemos permiso para volar este lugar incluso, pero no soy partidario de violentar omegas. Si me ayudas a controlarlo, esto será fácil. Solo los queremos a ellos dos.
Antes de que siquiera pudiera responder, unos pasos se escucharon pesados bajando las escaleras a toda prisa hacia dar con la cocina y las puertas fueron azotadas por un muy agitado Hyunjin. Debió haber sentido su desesperación muy latente. Soltó un gruñido cuando vio al hombre que seguía amenazando a Seungmin, y antes de que éste pudiera advertirle, ya estaba lanzándose en contra del policía. Seungmin se cubrió asustado al pensar que la bala sería disparada, pero resonó fuerte por toda la casa cuando fue desviada hacia el piso de la cocina.
Hyunjin forcejeó con el intruso, sus instintos alfas empezando a cegarlo por completo. Si lo primero que sientes al despertar es un malestar en tu lazo y la ausencia de tu omega en la cama para posteriormente encontrarlo siendo encañonado a un arma por un extraño, la reacción es inmediata. El alfa encontró un punto débil cuando golpeó con su puño en su espalda y escuchó un gutural sonido de dolor, atacó empujándolo directamente contra la isla de la cocina y lo acorraló.
—¡Basta! ¡Suéltalo!—Chilló el omega desesperado.
Changbin y Yeji aparecieron en la escena, seguramente alarmados por el bullicio que estaban armando. La beta corrió hacia Seungmin quien se encontraba arrinconado en una esquina protegiendo su vientre, ella lo ayudó a levantarse e hizo ademán de sacarlo. Changbin por su parte traía consigo una pistola que guardaba siempre en su habitación, al ser un alfa tan bélico y desconfiado, la había guardado en caso de alguna emergencia. La uso para apuntar en la sien del desconocido, cuya arma misma estaba a su vez sobre el cuello de Hyunjin.
—Si yo fuera tú, no dispararía.—Advirtió el agente.
—¿O qué?—Preguntó muy enojado.
—¡C-Changbin!—La voz temblorosa de cierto omega se escuchó bajando las escaleras. Yeji y Seungmin, quienes se encontraban alejados de la escena soltaron gritos desesperados cuando vieron a Felix siendo apuntado por otro alfa intruso.
Este era más corpulento y alto que el anterior, con el mismo uniforme y la misma arma. Tenía amenazado a Felix, y en cuanto aparecieron por la cocina, hubieron por lo menos cinco alfas más apareciendo en la casa con la misma apariencia. Changbin gruñó y soltó su arma cuando se lo indicaron, prometiendo soltar a su omega en cuanto alzara las manos y se rindiera. Él lo hizo y corrió hacia Felix en cuanto lo soltaron.
—¿Qué hacen aquí?—Preguntó Hyunjin con la sangre caliente.—¿Qué es lo que quieren?
—A tí.—Respondió el alfa.—Si te entregas, los dejaremos en paz, y si no, tendremos problemas. Más de mis hombres están afuera, rodeando todo esto y listos para disparar en cuanto se los ordene. Sabemos que tienen a Han Jisung viviendo aquí, así que también necesitaremos que venga con nosotros.
—¿Quién eres?
—Soy el general Christopher Bang. Necesito que vengas conmigo.
—¿Y eran necesarios tantos alfas armados para detenerlo?—Cuestionó Changbin a sus espaldas.
—Teníamos entendido que son una manada armada.—Sonrió.—Poseen cargamento de los Yang, si mal no recuerdo. Y mucho se habla de lo agresivo que es Hyunjin.—Dijo todavía agarrándolo con los puños en su ropa.
—No me gusta la violencia.—Murmuró Hyunjin furioso.—Pero no me importa usarla cuando hombres uniformados entran a amenazar a mi omega y a mi manada en medio de la noche.
—Pido una disculpa por lo de tu omega, pero de haberte interceptado de otra manera, hubieras atacado con más fuerza.
—Hay niños en esta manada, hay alfas y omegas quienes son padres solteros porque hace algún tiempo, gente como tú vino a matar y llevarse a sus parejas. No voy a ir con ustedes a ningún lado hasta estar seguro que no van a lastimarlos. En cuanto a Jisung, debes dejarlo fuera de esto. Él no irá.
—Sé que tiene una relación con Lee Minho. Eso, aunado a todos los cargos que tienen ustedes, empeora su situación. Si cooperan y nos dicen dónde está, puedo conseguir cosas para ustedes con mi superior. Ella podría ayudarlos.
—Yo no sé dónde está Minho, ni nadie aquí lo sabe. ¡Ni siquiera él! Déjanos en paz.
—Minho los ayudó e incurrió en actividades ilícitas mientras estaba en la presidencia. También incurrió en coalición contra las leyes reglamentarias de las manadas, asunto en el que tienes mucho que ver. Necesitamos que ambos vengan con nosotros.
—Ya te lo dije.—Insistió.—Yo no me voy a mover de aquí hasta asegurarme de que no van a lastimar a mi manada, general Bang.
El aludido dejó de apuntarlo con su arma y le señaló hacia la salida de la casa. Él los siguió después de tomar la mano de Seungmin y asegurarse de que estaba bien, recorriéndolo de pies a cabeza en busca de algún golpe o moretón. Una vez fuera, pudieron percatarse de cómo habían en el piso algunos de los alfas de la manada que tenían que hacer turno ese día por la noche, y como eran tan pocos, los habían derrotado a decir por su aspecto golpeado y la forma en la que algunos yacían inconscientes en el piso.
—¡Señor Hwang! ¡Lo sentimos! Nos retuvieron aquí y no pudimos avisarles que entrarían a su casa.—Gritó uno de ellos a la distancia.
—Tranquilo, Youngjin. Está bien.—Le aseguró haciendo un ademán con su mano para mantenerlos al margen.
—¡Dijiste que no nos lastimarías!—Reprochó Seungmin.
—Eso te lo prometí a tí, no a ellos.
—Si te atreves a amenazar a mi omega con esa cosa otra vez—Dijo refiriéndose al arma.—Te cortaré la garganta.
—Estoy seguro de que lo harás.—Contestó condescendiente.—Pero para tu mala suerte, no volveré a hacerlo. Ya le di mi palabra, y yo nunca la rompo.
Acto seguido, la gente que dormía en sus respectivos hogares empezó a salir ante el escandaloso registro de movimiento afuera. Los alfas salieron con un arma en mano justo como lo había hecho Changbin, y ante el panorama, los uniformados se pusieron también en posición. Ambos líderes se gruñeron el uno al otro.
—Tu gente es demasiado leal.
—Lo son. Por eso no permitiré que los lastimes.
—En ese caso, ya sabes qué hacer. Simplemente ven con nosotros y dinos dónde está Han Jisung.
—Él no irá.—Sentenció antes de voltearse a su hermano.—Changbin, estás a cargo hasta que yo vuelva.
—¿Eres idiota o qué? ¡No vas a volver!—Le recriminó éste visiblemente alterado.
—Asegúrate de cuidar a Seungmin.—Indicó únicamente como respuesta. Seungmin empezó a llorar sintiendo que su alma se le escapaba del cuerpo y entonces se aferró al alfa.
—¡No! ¡No puedes ir con ellos!
Uno de los hombres del general, quien había estado manteniendo a Hyunjin cerca sin mucho respeto, intentó mover del camino al tembloroso omega que intentaba hacerse pasó hacia él. Lo empujó de tal manera que cayó sobre su trasero en el pasto, y antes de que alguien pudiera reaccionar, el hombre estaba siendo atacado y acribillado por un muy furioso Hwang que no paraba de gruñir en advertencia. Los compañeros del agente se reunieron y lograron quitarle al líder de encima tomándolo por el cuello de su conjunto de pijama que venía usando.
—¡Basta ya! Pensé que harías esto por las buenas.
—Empujaron a Seungmin.—Ladró con visible irritación.—Si quieres sacarme de mi manada, tendrás que sacarme muerto.
Hyunjin siempre parecía transformarse cada que alguien lograba alterarlo lo suficiente para enojarlo y hacer que aquella bestia interior suya saliera a la superficie. Era un tipo tranquilo por lo general, todavía tímido y reservado que evitaba la confrontación innecesaria, pero cualquier hombre bajo el manto de la Luna que perteneciera a su manada sabía perfectamente qué no hacer para evitar una pelea con un alfa puro como Hyunjin. No meterse con su omega era simplemente la ley de oro, algo tácito que habían acordado desde que habían visto al que alguna vez fue un joven debilucho revelarse en contra de su temible padre simplemente por haberse metido con su entonces cuidador. Ahora, no solo se trataba de su pareja o del omega que llevaba su marca, ahora se trataba del padre de sus hijos por el que ya había empezado una disputa con el general.
Las armas de los agentes se apuntaron todas hacia él como misiles programados, listos para disparar en cuanto el jefe diera luz verde, pero entonces se escucharon más armas cargándose y después, ahuyentando a los pájaros que descansaban en las altas copas de los árboles, unos disparos seguidos que comenzaron una revuelta cuando el primer hombre cayó al suelo con un charco de sangre. Los omegas gritaron, corrieron tomando a los pequeños y contados niños quienes habían salido a fisgonear antes de que estallara una brutal guerra de fuego en cuestión de minutos. Todo se convirtió en un caos, el verde pasto de las colinas pintándose de rojo y los sonidos de más disparos retumbando fuerte sobre sus oídos.
Todo ese equipo de uniformados se distribuyó estratégicamente como si lo hubieran tenido ensayado y derribaron a todo aquel que sus perfectas y estudiadas punterías les permitieron. Los gritos se intensificaron cuando Seungmin sintió las manos de Felix intentando jalarlo, pero él no podía concentrar su atención en otra cosa que no fuera Hyunjin. Sintió que todo pasaba en cámara lenta cuando lo vio peleando con el general por el arma que estaba derrumbada a sus pies, pero su alfa a diferencia del intruso no estaba respaldado con un chaleco antibalas.
—¡Seungmin, toma esto! ¡Largo de aquí o nos van a matar a ambos!—Escuchó la voz de Felix escabulléndose en sus oídos y haciendo un hoyo en el ruido blanco. El omega estaba rodeándolo colina arriba hacia las cabañas con una pistola, también había puesto una en sus manos antes de seguir empujándolo para que avanzara.
Se dio cuenta entonces de que esto no solo se trataba de él o de Hyunjin. No cuando habían tantos omegas corriendo sin alguien que pudiera defenderlos, los niños pequeños de su manada reviviendo el trauma y las palabras que el mismo Felix alguna vez le dijo rebobinando en su cabeza. "Yo siempre quise un hijo, Seungminnie... pero no de esta manera. No cuando estamos en medio de una guerra. ¿Qué tan humano sería condenarlo a vivir todos los días de su infancia con la latente amenaza de ver a su familia muriendo simplemente por el lugar en el que nació?"
No podía permitirse pensar tan egoístamente y arriesgarse por un impulso de valentía si a la larga, no sería de mucha ayuda. Mientras corría sintiendo a Felix por detrás, tenía miedo de escuchar algún estruendo que parara sus pasos tras de él. Quería llegar y que su amigo estuviera bien, quería que Hyunjin también lo estuviera, quería que Changbin regresara para poder abrazar a Felix y que éste pudiera permitirse ser débil otra vez, quería que el insoportable de Minghao y su cachorro estuvieran a salvo, quería que Jisung y sus padres estuvieran bien, incluso quería que el mocoso Yang estuviera con ellos. No era deber de Felix protegerlo, y sin embargo lo hacía con su vida. Él tenía que retribuirle y confiar una vez más en que Hyunjin se encargaría.
La manada entera había planificado una estrategia a la que pudieran acudir en caso de un nuevo ataque aprovechando el cargamento de armas que guardaban, y así poder reducir las cifras de decesos en la mayor medida posible. Seungmin podía casi saborear la gran depresión que se cargaría en el aire cuando el fuego cruzado terminara y, eventualmente, uno de los dos perdiera. Curar heridos, olee la sangre fresca y las feromonas mezcladas con un denso aroma agrio.
Sintió unas lágrimas calientes derramar por sobre sus mejillas cuando llegaron al refugio para omegas que había contemplado Hyunjin en conjunto con los alfas de la manada hacia un tiempo atrás en caso de otro ataque. La orden había sido huir y no mirar atrás. Ese mismo día, en la penumbra de su habitación, Hyunjin le había compartido su deseo de poder salvar a los omegas de la forma en la que no pudo hacerlo con su madre. Jihyo también se había marcado sin mirar atrás, dejando atrás todo lo que amabas por un sacrifico digno.
Seungmin no pudo sostener su llanto ni un poco más como había estado intentando para no detonar los nervios de los omegas que sí habían alcanzado a llegar a la cabaña, pero sus sollozos se volvieron más violentos cuando pensó en su cachorro. Jihyo también se perdió entre los árboles por sus hijos aquella vez, y nunca más volvió. Seungmin hizo lo que Hyunjin le pidió y huyó para sobrevivir por su hijo. La respiración le faltaba y los ojos le ardían, sentía que podía vomitar toda su angustia en cualquier momento.
Como era esperado, los demás omegas se unieron a su llanto. Los cachorros de la manada estaban desconcertados, todos habían sido drogados para caer dormidos y evitarles un episodio tan traumático como el que se venía. Minghao terminó de repartir aquella sustancia y durmió a su propio hijo, lo que le dio el pase automático para poder llorar en voz alta junto con los demás omegas en la cabaña.
Estaban completamente encerrados, el código clave que habían acordado para llamar a la puerta cuando nuevos miembros de la mandada que pudieran lograr escapar fueran llegando había dejado de escucharse hacia media hora. Solo estaban los omegas, a excepción de Jeongin, Jisung y su madre.
Todos y cada uno pasó lo peor cuando el shock colectivo bajó y entonces los lazos empezaron a marcar, las sensaciones reprimidas florecieron entre ellos y cada uno pudo sentir o no la presencia de un alfa del otro lado. Jinji, como solían decirle de cariño al omega de Youngjin, berreo cuando su lazo se rompió. Aquello sólo podía significar una sola cosa.
Minghao sostenía a Jinji con una fuerza brutal de omega mayor, los gritos de dolor de Jinji no tenían ningún antídoto. Poco después, otro berrido se escuchó. Seungmin cayó de rodillas al suelo sosteniendo a Felix cuando se dio cuenta que era él el que agonizaba y gritaba.
Los cachorros que habían perdido a sus madres en la primera emboscada sólo dependían de sus padres alfas, y ahora, varios de ellos de seguro habían sido liquidados para ese momento.
El código clave de su manada volvió a escucharse en la puerta y se percataron de que era Yang Mi. La mujer estaba pálida, insistentemente tocando en clave a la puerta. Abrieron y antes de hacerla entrar, ella ya estaba vomitando las palabras.
—¡Se acabó!—Gritó con la voz quebrada.—Están muertos todos.
Seungmin sintió su garganta comprimiéndose antes de que la mujer volviera a hablar. Ella estaba respirando a bocanadas para recuperar el aire.
—Los soldados están muertos.—Les aclaró. El bullicio fue instantáneo.—Podemos salvar a nuestros alfas heridos.
—¿¡Hablas en serio!!—Preguntó Seungmin todavía con lágrimas en los ojos. Felix todavía sollozaba incontrolable mente a su lado.
—¿Cómo siquiera es eso posible?—Musitó Minghao un poco inseguro. Era mera estadística. No se explicaba cómo pudieron haber ganado.
—El niño Yang.—Dijo Yang Mi entre bocanadas. El shock era un claro reflejo en sus ojos.—Él nos salvó a todos.
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hay una fic larry famosa que desde 2015 nunca fue concluida por la autora. hasta el 2021, que fue cuando dejé de actualizar, yo no me explicaba cómo puedes abandonar una historia por tanto tiempo,,,
me convertí en lo que juré destruir 😭
ustedes (los que sigan), yo y todos vamos a necesitar releer esta cosa para entender qué pedo y retomarlo. no prometo nada, el final posiblemente sea más deficiente de como inicialmente lo imaginé en el 2019 cuando empecé a escribir esta fic, pero siento el deber moral de terminar esto antes de cualquier otra cosa
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