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Capítulo 8

Sentimientos compartidos

El sol se había ocultado por completo, dejando tras de sí un cielo estrellado que iluminaba la noche con su manto de luz. La brisa marina acariciaba suavemente el rostro de Anthony y Belisario mientras se sentaban en la terraza, disfrutando del sonido de las olas rompiendo contra la orilla. La atmósfera era tranquila, pero dentro de ellos, un torbellino de emociones se agolpaba.

Anthony no podía dejar de pensar en la conexión que había sentido con Belisario en la lancha. Esa cercanía, esa chispa que había surcado el aire entre ellos, le hacía cuestionar la naturaleza de su relación. No era solo amistad; había algo más, algo que lo empujaba a querer conocer a Belisario en un nivel más profundo. Sin embargo, había una barrera entre ellos, un misterio que Belisario no estaba dispuesto a revelar.

Por su parte, Belisario sentía una mezcla de gratitud y temor. Agradecido por la calidez de la familia Silva y por la conexión que había comenzado a forjar con Anthony, pero temía que su secreto, su verdadera naturaleza y su origen, salieran a la luz. No podía arriesgarse a perder lo que había encontrado. El mundo de la superficie era fascinante, pero también aterrador. Su curiosidad por la vida de Anthony lo llenaba de anhelo, pero sabía que revelar de dónde venía podría cambiarlo todo.

La noche continuó, y mientras las estrellas titilaban en el cielo, Anthony decidió que era momento de abordar el tema que tanto le preocupaba. Se volvió hacia Belisario, notando la profundidad de su mirada.

—Oye, Belisario —comenzó, tratando de encontrar la manera adecuada de plantear su pregunta—. Me he estado preguntando... ¿De dónde eres realmente?

Belisario lo miró, y por un momento, el silencio se hizo denso entre ellos. La pregunta lo tomó por sorpresa, y su corazón latió con fuerza. ¿Cómo podría responder sin revelar su secreto?

—Yo... —tartamudeó, buscando las palabras adecuadas—. Vengo de un lugar... especial.

Anthony frunció el ceño, sintiendo que había más detrás de esa respuesta evasiva.

—¿Especial? —repitió, intentando sondear más—. ¿Qué quieres decir con eso?

Belisario desvió la mirada hacia el mar, sintiendo la presión de la situación. No quería mentir, pero tampoco podía decir la verdad. Había algo reconfortante en la conexión que había desarrollado con Anthony, pero su secreto seguía siendo una carga pesada.

—Es complicado —respondió finalmente, sintiendo el peso de la verdad en sus palabras—. No estoy listo para hablar de eso.

Anthony sintió un pequeño golpe en su pecho. La respuesta lo decepcionó, pero entendía que todos tenían sus propios secretos. Sin embargo, la curiosidad seguía ardiendo dentro de él, y quería conocer más a la persona que había llegado a significar tanto en tan poco tiempo.

—Está bien —dijo Anthony, intentando ocultar su frustración—. Solo quiero asegurarme de que estés bien. Te he visto mirar al mar de una manera... diferente. Como si estuvieras pensando en algo más.

Belisario sintió que su corazón se apretaba. La verdad era que no solo pensaba en su hogar y en lo que había dejado atrás, también pensaba en la vida que podría tener aquí, en esta nueva familia y en la inesperada amistad que estaba floreciendo con Anthony. Pero no podía arriesgarse a abrirse demasiado. El temor de ser rechazado o de que su secreto fuera descubierto lo mantenía en guardia.

—Es solo que hay muchas cosas en mi mente —respondió, intentando mantener el control sobre sus emociones—. Pero estoy bien, de verdad.

Anthony lo miró fijamente, buscando cualquier indicio de que Belisario estaba ocultando algo más. Había algo en su manera de hablar que le decía que había más de lo que estaba dispuesto a compartir. Sin embargo, decidió no presionarlo. A veces, las palabras no eran necesarias; a veces, el silencio decía más.

—Está bien, no quiero forzarte a hablar de algo que no quieres —dijo Anthony, intentando suavizar la tensión. Pero dentro de él, la inquietud seguía creciendo. ¿Qué era lo que Belisario realmente escondía?

El silencio se instaló de nuevo entre ellos, pero esta vez era un silencio cómodo, casi familiar. Aunque ambos llevaban sus propios pensamientos y sentimientos, había un entendimiento tácito, una conexión que se fortalecía.

Mientras tanto, Belisario se sintió aliviado por la comprensión de Anthony. Había algo reconfortante en su presencia, en su capacidad para escuchar sin juzgar. A medida que la noche avanzaba, se sintió más seguro de su lugar en la casa de los Silva, más que un simple inquilino; era parte de algo más grande, algo que podría ser significativo.

Después de un rato, Anthony cambió de tema y comenzó a hablar sobre sus planes para el día siguiente, su entusiasmo era contagioso. Belisario se permitió sonreír y unirse a la conversación, disfrutando de la facilidad con la que fluía. Cada risa compartida y cada historia contada lo acercaban más a Anthony, pero también lo hacía sentir la presión de su propio secreto.

A medida que la noche se desvanecía y la luna se alzaba en el cielo, ambos chicos se sintieron más conectados que nunca, aunque cada uno guardaba sus propios misterios. Belisario no podía revelar su secreto, pero en su corazón, deseaba que Anthony pudiera ver más allá de la superficie, que pudiera entender su lucha interna y lo que realmente significaba para él estar allí.

Cuando finalmente se despidieron para ir a descansar, el corazón de Anthony latía con fuerza. Había algo en la atmósfera entre ellos que lo hacía sentir esperanzado. Tal vez esta amistad podría ser el comienzo de algo más, algo que no se limitara a la simple camaradería. Las emociones que había experimentado en la lancha, la conexión que sentía, todo parecía indicar que había un camino por explorar.

Mientras cerraba los ojos esa noche, Anthony pensó en lo que podría significar todo esto. ¿Podría Belisario llegar a ser más que un amigo? ¿Se atrevería a abrir su corazón y acercarse más a él? Con esas preguntas danzando en su mente, se quedó dormido, listo para enfrentar lo que el nuevo día traería.

Belisario, por otro lado, se acomodó en la cama que Anthony le había preparado, sintiéndose al mismo tiempo aliviado y ansioso. Había encontrado un lugar donde podía ser él mismo, pero la incertidumbre de su secreto seguía pesando en su pecho. En sus sueños, el océano lo llamaba, y aunque añoraba su hogar, sentía que tal vez, en algún lugar entre el cielo y el mar, había una nueva vida esperándolo, una vida que podía incluir a Anthony.

Y así, mientras la noche se deslizaba hacia el amanecer, ambos chicos se sumergieron en sus pensamientos, cada uno anhelando respuestas, pero también sintiendo la promesa de un futuro incierto, lleno de posibilidades.

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