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Capítulo 34

El Festival de la Esperanza

Un mes había pasado desde la batalla que cambió el destino de Isla Coral. En ese tiempo, las criaturas marinas se habían unido a los habitantes de la isla para ayudar a recuperar el pueblo tras la devastación que dejó la tormenta y la feroz lucha contra la titánica bestia. Gracias a la colaboración entre humanos y criaturas, la isla se recuperó en pocas semanas, y el intento por coexistir había sido exitoso. Tanto los humanos como las criaturas marinas se veían como iguales, como vecinos, y el ambiente se impregnó de una nueva esperanza.

Era una tarde de viernes, y el pueblo estaba en plena preparación para un festival comunitario. Este evento representaba una oportunidad para que las criaturas marinas se integraran aún más en la isla, su gente y sus tradiciones. Era la forma en que los humanos agradecían a sus nuevos aliados y celebraban la unión que habían forjado.

Belisario, quien había vuelto a casa de la familia Silva, se sentía orgulloso de lo que él y Anthony habían logrado. Habían podido unir a ambas especies, y ahora veían el fruto de su esfuerzo.

—¿Ustedes no irán al festival? —preguntó la señora Silva, mientras se colocaba los zarcillos para completar su atuendo.

Anthony y Belisario se miraron, y Anthony respondió con una sonrisa: —Iremos en un rato, ustedes adelante.

La señora Silva sonrió, comprendiendo que ambos jóvenes deseaban tener un momento a solas, y se despidió antes de salir de la casa con su hija, Adriana.

—¿Para qué querías que nos quedáramos solos? —preguntó Belisario con curiosidad, al notar que Anthony lo miraba con un brillo especial en sus ojos.

—Sígueme —fue lo único que dijo Anthony, tomando la mano de Belisario y llevándolo hacia el patio trasero.

El atardecer comenzaba a teñir el cielo de tonos cálidos y dorados, creando una atmósfera mágica. Aunque no estaba completamente oscuro, Anthony encendió las luces del patio, revelando un hermoso decorado de luces brillantes colgando por todo el lugar. Los ojos de Belisario se iluminaron como si fueran bombillos, maravillado por el detalle.

En el centro del patio había una gran sábana azul, adornada con varios cojines blancos colocados estratégicamente. En el centro de la sábana, una cesta rebosante de comida esperaba, y Belisario pudo distinguir mini hamburguesas, su plato favorito.

—Espero que te gusten las mini hamburguesas —bromeó Anthony, su mirada llena de expectativa.

—¿Hiciste esto para mí? —preguntó Belisario, sintiendo una mezcla de sorpresa y felicidad.

—Para nosotros —aclaró Anthony con una sonrisa—. Pensé que nos conocemos hace un tiempo ya y nunca hemos tenido una cita.

Sin poder contenerse, Belisario giró hacia él y lo abrazó con cariño, cruzando sus brazos alrededor del cuello de Anthony. Este, a su vez, pasó sus manos por la cintura de Belisario, abrazándolo con el mismo cariño que había anhelado durante tanto tiempo.

—Gracias —dijo Belisario, sintiendo que las lágrimas de felicidad comenzaban a caer por sus mejillas.

—Te mereces esto y mucho más —respondió Anthony, mirándolo con ternura. —Desde que llegaste, le has dado sentido a mi vida y un nuevo significado a la palabra amor.

Belisario sintió que su corazón se aceleraba. —Sabes, nunca pude responder a tu pregunta —dijo, ambos aún abrazados. —Y la respuesta es sí.

Anthony, confundido, respondió: —¿Sí?

—Sí, puedes ser mi novio, y definitivamente sí quiero ser tu novio —respondió Belisario, su voz llena de emoción.

La sonrisa de Anthony se amplió, la felicidad brillando en sus ojos. Más allá de las palabras, decidió que era el momento de actuar. Se inclinó hacia adelante y unió sus labios con los de Belisario en un beso largo y romántico. Fue un beso que los hizo perderse en el tiempo y el espacio, siendo solo ellos dos en ese momento.

—Lo siento, mis labios están salados por las lágrimas —dijo Belisario, apenado.

—No me importa si tus labios están llenos de lágrimas siempre y cuando sean de felicidad —sonrió Anthony con ternura—. Con lo mucho que te quiero, yo podría vivir adicto a tus besos salados.

Ambos rieron, y el tiempo pasó entre besos, bromas y conversaciones triviales, olvidando por completo el festival que se llevaba a cabo en el pueblo. Estaban inmersos en su propio mundo, donde solo existían el uno para el otro.

Al cabo de unas dos horas, el timbre de la casa sonó, interrumpiendo su momento íntimo.

—¿Quieres que vaya a ver quién es? —preguntó Belisario, separándose un poco del beso que acababan de compartir.

—No quiero —respondió Anthony, pero finalmente se rindió—. Pero sí, anda, mientras yo llevo esto a la cocina —dijo señalando los platos y vasos que habían utilizado.

Belisario se levantó de la sábana y caminó rápidamente hacia la puerta principal, ya que el timbre seguía sonando insistentemente. Cuando abrió la puerta, se encontró con un hombre que no reconocía.

—¿Puedo ayudarlo? —preguntó Belisario con amabilidad.

—¿Tú eres Belisario Porras? —preguntó el extraño, su mirada intensa.

Con un poco de duda, Belisario respondió que sí. El hombre sonrió ante la confirmación, y antes de que pudiera preguntar más, sintió que algo no estaba bien. Al mismo tiempo, Anthony recién venía entrando a la casa desde el patio trasero, con los platos y vasos en sus manos.

—Belisaurio, ¿quién era? —preguntó Anthony, llamándolo por el apodo que le había inventado. Pero grande fue su sorpresa cuando no obtuvo respuesta del rubio.

—¿Belisario? —llamó de nuevo, esta vez usando su nombre completo. La puerta estaba abierta, pero no había nadie frente a ella.

Anthony se acercó más para ver si Belisario estaba afuera de la casa, pero no fue así. Llamó a Belisario repetidas veces, pero nunca obtuvo respuesta.

La preocupación comenzó a apoderarse de él. —Belisario, ¿dónde estás? —gritó, su voz resonando por la calle.

Sin embargo, ante su horror, Belisario no solo había desaparecido... se lo habían llevado.

La última luz del día se desvaneció, dejando atrás una sensación de inquietud en el aire. Mientras el festival continuaba en el pueblo, la atmósfera de alegría y celebración se veía interrumpida por la angustia de Anthony, quien, en un instante, sintió que su mundo se había desmoronado.

¿Fin?

•••

Hemos llegado al final de esta historia, ¿o no?

¿Qué creen que le haya pasado a Belisario? ¿Quién se lo habría llevado y por qué?
Esas son preguntas que quedarán en el aire, al menos por ahora, ya que este libro ha llegado a su fin. Aunque quien sabe... la historia podría continuar.

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