Capítulo 30
La Alianza del Mar y la Tierra
Belisario, emergiendo del agua, escuchó cada palabra que Anthony pronunciaba. No podía creer cómo su amigo intentaba defender no solo a los humanos, sino también a las criaturas marinas. El clamor de Anthony resonaba en sus oídos, y al ver que ni él ni Anthony lograban convencer a sus respectivas especies de olvidar la guerra, salió del agua con determinación, quedando entre las criaturas marinas y los militares.
-¡Tienen que parar! -exclamó Belisario, su voz firme y clara.
Cuando Anthony vio a Belisario acercarse, corrió hacia él, sintiendo que la conexión entre ellos se fortalecía en medio de la tormenta. Ahora ambos estaban entre el mar y la tierra, dispuestos a arriesgar sus vidas para mantener unidas a sus comunidades.
-¡¿No ven lo que están haciendo?! -preguntó Anthony, dirigiéndose tanto a los militares como a las criaturas marinas-. ¡Nos estamos destruyendo los unos a los otros! ¡No hay manera de que esto termine bien para nadie!
La criatura marina que lideraba a las tropas marinas observó a Anthony y a Belisario con curiosidad y un ligero rechazo, incrédula ante la unión entre un humano y una criatura marina en un momento tan crítico.
-¿Por qué insisten tanto en detener esto? -inquirió la criatura, su voz potente y abrumadora.
-Porque hay mejores formas, siempre hay una mejor forma -respondió Belisario, su mirada fija en la imponente criatura.
Con todas las miradas sobre ellos, Belisario tomó la mano de Anthony. Este, al recibirla, entrelazó sus dedos con cariño, dándole un ligero apretón en señal de apoyo. Las criaturas marinas y los militares se encontraron en estado de shock ante la escena.
-No todos los seres humanos son malas personas -dijo Belisario, su voz resonando con sinceridad.
-Y no todas las criaturas marinas son peligrosas -agregó Anthony, sintiendo el peso de la situación.
El militar que lideraba las tropas replicó: -Ellos vinieron aquí a iniciar una guerra.
-¡Ustedes han destruido nuestros hogares por décadas! -rugió la criatura marina, lo cual provocó que los soldados apuntaran sus armas con más firmeza.
-¡¿Ninguno lo ha entendido?! -gritó Belisario, su frustración creciendo-. ¡Están tan cegados por su odio! -miró a las criaturas marinas-. ¡Y por su miedo! -dirigió su mirada a los militares-. ¡Que no se han dado cuenta de que la verdadera amenaza no somos ninguno de nosotros!
-Entonces, según tú, ¿quién es el enemigo? -preguntó el militar, pero la respuesta llegó por sí sola cuando un extraño sonido, como una mezcla entre un rugido y un chillido, emergió del fondo, en dirección al mar.
-¿Qué fue eso? -preguntó la imponente criatura marina, inquieta ante el extraño sonido.
-Eso fue lo que ustedes liberaron, creyendo que los ayudaría -respondió Belisario, su rostro grave-. Criaturas sin consciencia ni límites... peligrosas.
La imponente criatura marina tragó saliva, comprendiendo que lo que habían liberado podría ser todo menos aliados.
-¡La única manera de acabar con esto es trabajando juntos, como uno solo... tierra y mar! -exclamó Anthony, su voz llena de determinación mientras se dirigía a los militares.
Los soldados, a pesar de su entrenamiento, comenzaron a considerar las palabras del joven. Su prioridad, más que detener a las criaturas marinas, era proteger la isla y a sus habitantes.
-Entonces, señores, ¿seguirán comportándose como unos "coño e' madres" o salvaremos nuestra isla? -preguntó Anthony, sabiendo que la isla pertenecía tanto a los humanos como a las criaturas marinas que habitaban sus aguas.
Los militares cargaron sus armas, haciendo sonar la munición en señal de que estaban listos. Las criaturas marinas se unieron a los soldados, dispuestas a pelear lado a lado como uno. Aunque no eran de la misma especie, sí compartían un mismo hogar, y eso les daba un propósito común.
Belisario, aún sin soltar la mano de Anthony, lo miró y le dijo: -Debes ir con tu familia y refugiarte.
Anthony se sorprendió por aquellas palabras. -No voy a dejarte solo, también quiero luchar por mi hogar... nuestro hogar -respondió, tomando las manos de Belisario con fuerza.
-Lo entiendo, entiendo el amor que le tienes a esta isla y a su gente, pero no puedes ayudar en esta ocasión -aclaró Belisario, su rostro reflejando la gravedad de la situación.
Anthony iba a refutar, pero el coronel se acercó a ellos. -Tu trabajo aquí ya está hecho, muchacho. Mira lo que lograste: unir a las criaturas marinas con los humanos y convencerlos de trabajar juntos. Ya hiciste suficiente. Estas criaturas y estos militares tienen armas con las cuales defenderse y proteger su isla. Confía en ellos -dijo el coronel, su tono lleno de orgullo.
Las palabras del coronel resonaron en la mente de Anthony, y aunque su deseo de permanecer y luchar era fuerte, también comprendía la sabiduría en lo que decía. -Está bien -respondió, sintiendo la resignación y el amor que lo guiaban-. Pero no sin antes...
Anthony se acercó a Belisario y plantó un beso en sus labios, un beso que decía una sola cosa: "Te esperaré cuando todo esto acabe".
Belisario sonrió mientras observaba cómo Anthony se alejaba junto al coronel, sabiendo que ahora era momento de pelear. La guerra ya no estaba por comenzar... estaba aquí.
Con la tormenta rugiendo en el cielo, los humanos y las criaturas marinas se prepararon para enfrentar la amenaza que se avecinaba. La esperanza de una alianza, aunque frágil, ahora dependía de su capacidad para trabajar juntos y enfrentar lo desconocido.
Mientras Belisario se giraba hacia sus compañeros, sintió que el peso de la responsabilidad caía sobre sus hombros. Sabía que debía liderar a su especie y demostrarles que la unión era la única forma de salir adelante.
Las criaturas marinas, aunque inicialmente desconfiadas, comenzaron a agruparse, formando un frente junto a los soldados humanos. El coronel, con su voz autoritaria, comenzó a organizar a las tropas mientras las criaturas marinas se posicionaban, listas para unirse al combate.
El sonido del rugido lejano se intensificó, llenando el aire de una ominosa advertencia. Algo terrible y poderoso se acercaba, y la tempestad que se desataba no era solo un fenómeno natural, sino un reflejo de la lucha que se libraba en los corazones de todos.
Belisario miró a su alrededor, sintiendo la energía del momento. Aunque había miedo en el aire, también había una chispa de esperanza. La posibilidad de un futuro donde humanos y criaturas marinas coexistieran en paz dependía de su valentía y determinación.
-¡Recuerden, somos uno! -gritó Belisario, su voz resonando sobre el rugido de la tormenta-. ¡Lucharemos juntos por nuestra tierra y nuestro mar!
Y así, con un último vistazo hacia la costa, se prepararon para enfrentar lo que estaba por venir. La guerra ya no era solo una posibilidad; era una realidad, y la lucha por la supervivencia apenas comenzaba.
•••
¡Por fin! Después de varios capítulos, por fin la confrontación final está aquí. Pero la pregunta es, ¿están listos para lo que está por llegar?
Ya nos quedan muy pocos capítulos de esta historia.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro