Capítulo 23
Revelaciones en la Tormenta
El agua estaba fría y oscura, y aunque el corazón de Anthony latía con fuerza por la preocupación, no dudó en lanzarse al océano. Aterrorizado, pero impulsado por el amor que sentía por Belisario, se sumergió en las profundidades. Ni siquiera había tenido tiempo de pensar en las consecuencias de su acto. Sabía que Belisario podía respirar bajo el agua, que era un ser del mar, pero eso no aliviaba la angustia que lo invadía.
Mientras nadaba hacia abajo, la presión del agua comenzaba a afectarlo. A pesar de ser un excelente nadador, nada podía compararse con la habilidad innata de una criatura marina, una que había crecido en el océano y se movía con la gracia de las corrientes. Anthony se esforzó por descender lo más que pudo, pero cuando sintió que su cuerpo comenzaba a ceder ante la presión, resignado, subió a la superficie, tomando una gran bocanada de aire.
Emergiendo del agua, un torrente de pensamientos lo asaltó. ¿Qué debía hacer? La desesperación lo invadía. ¿Debería contarle todo a su madre? No, eso no ayudaría. Decidió que lo mejor sería buscar al anciano. Con determinación, salió del agua y subió a la lancha, encendiendo el motor lo más rápido que pudo. La lancha rugió y se dirigió hacia el otro lado de la isla, rodeándola con la esperanza de encontrar respuestas.
Tan pronto como llegó, dejó la mitad de la lancha en el agua y la otra mitad en la arena, asegurándose de que no se fuera con el movimiento del agua. Saltó de la lancha y corrió hacia la casa del anciano, tocando la puerta con insistencia. El corazón le latía con fuerza, cada golpe era una súplica por ayuda.
Para su sorpresa, al abrir la puerta, se encontró con su madre, Dayana. —¿Mamá, qué haces aquí? —preguntó, sintiendo que la ansiedad aumentaba con cada segundo que pasaba.
La señora Silva lucía preocupada, no solo por descubrirla allí, sino por el rostro agitado de su hijo. —Pasa, hijo, tenemos que hablar —dijo, invitándolo a entrar.
Dentro, el anciano esperaba, y al ver a Anthony, habló con firmeza. —Tenemos que hablar los tres.
Anthony no entendía nada, pero a pesar de su inquietud, entró, ansioso por saber qué querían discutir. Su madre le indicó que se sentara, y él obedeció, preguntando con inquietud: —¿Qué está pasando?
Dayana se sentó a su lado en el mueble, mientras que el anciano ocupaba su sillón individual. La señora Silva, nerviosa y ansiosa, estaba a punto de hacer una gran revelación. —Anthony, hay algo que necesitas saber —comenzó, su voz temblando ligeramente—. Este hombre, aquí presente, es tu abuelo paterno.
Las palabras resonaron en la habitación como un trueno. Anthony no podía creerlo. Justo cuando creía que su vida no podía complicarse más con la desaparición de Belisario, ahora su madre le revelaba que el anciano era el padre de su padre. —¿Por qué me dicen esto ahora? —preguntó, tratando de mantener la calma.
—Porque ya se acerca —respondió el anciano, su mirada grave.
Anthony sintió que un nudo se formaba en su estómago. Miró al anciano y luego a su madre, y fue entonces cuando comprendió que ella sabía sobre las criaturas marinas. Necesitaba confirmarlo. —¿Sabes lo que está pasando? ¿Sabes que existen las criaturas marinas?
La señora Silva bajó la mirada, pero alzó la cabeza rápidamente y asintió. —También sé que Belisario es una de esas criaturas.
El asombro de Anthony alcanzó un nuevo nivel. —¿Es en serio? —preguntó, incredulidad en su voz.
—¿Por qué crees que lo he hospedado tanto tiempo? Porque sé que mientras esté en tierra, no tiene otro lugar al cual ir —explicó su madre con sinceridad.
Aún sorprendido, Anthony preguntó: —Entonces, ¿qué Belisario y yo nos conociéramos lo planearon ustedes?
—No, no lo planeamos —respondió Dayana, mientras el anciano añadía: —Fue el destino.
Anthony, cansado de tantas sorpresas en tan poco tiempo, tomó aire y decidió que era hora de ser directo. —Bien, de eso podemos hablar después, pero ahora necesito ayuda, por eso estoy aquí.
Su madre, preocupada, preguntó: —¿Qué pasó?
Anthony miró al anciano y, con voz entrecortada, explicó lo ocurrido. —Estábamos en la lancha, y de repente, una criatura marina se llevó a Belisario. No sé a dónde lo llevaron, pero necesito su ayuda para encontrarlo.
El anciano frunció el ceño, comprendiendo la urgencia de la situación. —Debemos actuar rápido. La Constante Ángela se acerca, y lo que está ocurriendo en el océano no es solo un juego. Las criaturas que emergen pueden tener intenciones peligrosas.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Anthony, sintiendo que la incertidumbre lo invadía nuevamente.
—Las criaturas marinas a veces luchan por territorio, y si Belisario fue llevado por una de ellas, podría estar en peligro. Debemos prepararnos para cualquier eventualidad —respondió el anciano.
Anthony sintió que el miedo se apoderaba de él una vez más. —¿Qué hacemos? —preguntó, sintiendo que cada palabra era un grito de desesperación y determinación.
—Debemos reunir a la comunidad y prepararlos para lo que se avecina —dijo el anciano—. Pero primero, debemos encontrar a Belisario.
La preocupación de Anthony creció. No solo tenía que lidiar con el hecho de que su amigo estaba en peligro, sino que también debía convencer a otros de la realidad de las criaturas marinas. —¿Y cómo vamos a hacer eso? —preguntó, sintiéndose abrumado.
—Con calma y claridad —respondió Dayana—. Debemos hablar con aquellos que están dispuestos a escuchar. Y yo... yo puedo ayudarte a reunir a la gente.
Anthony asintió, sintiendo que la confianza en su madre lo animaba. Sabía que tenía que actuar y que no podía rendirse. —Está bien, vamos a hacer esto —dijo, con determinación.
Con un plan en mente y la urgencia de encontrar a Belisario, los tres se prepararon para lo que estaba por venir. En ese momento, Anthony se dio cuenta de que la verdad y el amor que compartía con Belisario eran más poderosos que cualquier desafío que pudieran enfrentar. Juntos, se adentrarían en la batalla que se avecinaba, decididos a salvar a su amigo y proteger a su hogar de la tormenta que se avecinaba.
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Sorpresas y más sorpresas, ¿qué opinan del capítulo? Lo que se viene es bueno. 💋
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