Capítulo 22
La Tormenta de las Profundidades
El silencio que siguió a la confesión de Anthony era abrumador. Belisario, con sus ojos fijos en Anthony, parecía estar inmerso en sus pensamientos. La ansiedad crecía en el pecho de Anthony, sintiendo que cada segundo se estiraba en una eternidad. Sin embargo, cuando Belisario finalmente reaccionó, la tensión se disipó en un instante.
Una amplia sonrisa apareció en el rostro de Belisario, y sus ojos brillaron con alegría. —No puedo creer que finalmente estés diciendo esto —dijo, su voz llena de emoción. A pesar de que se conocían desde hacía menos de un mes, ambos sentían una conexión profunda que desafiaba el tiempo.
Belisario se acercó aún más a Anthony, sus miradas entrelazadas en un momento que parecía sacado de un sueño. Con ambas manos, tomó el rostro de Anthony, y antes de que este pudiera procesar lo que estaba sucediendo, Belisario dejó un dulce beso sobre sus labios.
Anthony se sorprendió al principio, pero la emoción lo envolvió como una ola cálida. ¿Eso significaba que Belisario sentía lo mismo que él? Antes que pudiera formular la pregunta, Belisario rompió el silencio. —Yo también siento que estoy enamorado.
Un suspiro de alivio escapó de los labios de Anthony, y no pudo evitar sonreír ante la reacción de Belisario. —Casi se me sale el corazón de los nervios —bromeó, lo que provocó una risa en Belisario, llenando el aire con una energía ligera y contagiosa.
Anthony lo miró directamente a los ojos, sintiendo una conexión aún más intensa. —¿Puedo ser tu novio? —preguntó, sintiendo que la emoción lo invadía.
Belisario sonrió ante la curiosa pregunta. —¿No debería ser al revés? ¿Qué si quiero ser tu novio?
Anthony no pudo evitar reírse. —Normalmente sí, pero la idea de ser tu novio es muy emocionante para mí, y tal vez me siento... no lo sé, vulnerable.
—¿Vulnerable? —preguntó Belisario, su mirada llena de curiosidad.
—Sí, es que realmente me gustas, más de lo que cualquier persona me ha gustado jamás —respondió Anthony, sintiendo que la sinceridad era la clave de su conexión.
Ambos se mantenían cerca, con Anthony colocando sus manos sobre la cintura de Belisario y este sosteniéndose de los fuertes brazos de Anthony. Belisario le sonrió, y su mirada era un refugio de calma. —No tienes por qué sentirte vulnerable conmigo, jamás —dijo, y con esas palabras, lo besó nuevamente.
Este beso fue más largo que el anterior, lleno de ternura y romance, como si sus labios se necesitaran mutuamente. El mundo alrededor de ellos se desvaneció, y solo existían ellos dos, flotando en un mar de emociones.
Sin embargo, de repente, un movimiento repentino interrumpió su momento. La lancha se balanceó ligeramente, provocándoles un mareo que los hizo separarse. Ambos se asomaron con cuidado al agua, sosteniéndose de la barandilla. Lo que vieron los dejó helados. Bajo la superficie, figuras de múltiples criaturas marinas se movían con agilidad, como sombras danzantes en un mundo oculto.
Con miedo, Anthony miró a Belisario. —¿Qué está pasando?
Belisario se volvió hacia él, pero antes que pudiera responder, una de esas criaturas emergió del agua de un salto, elevándose por encima de la lancha y, en un instante, tomó a Belisario, llevándoselo consigo al agua.
—¡Belisario! —gritó Anthony, el terror apoderándose de él al ver cómo su amigo desaparecía junto a la criatura, sumergiéndose en las profundidades del océano.
La lancha, ahora vacía de su presencia, se mecía con las olas, y Anthony sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. La confusión y el miedo se agolpaban en su pecho, incapaz de procesar lo que acababa de suceder. Luchó por mantener la calma, pero las imágenes de Belisario siendo llevado por la criatura lo consumían.
—¡Belisario! —gritó nuevamente, su voz resonando en el aire, pero solo el eco de su propia voz le respondía.
La superficie del agua se agitaba, y las criaturas marinas parecían moverse en un patrón errático, como si estuvieran preparándose para algo. Anthony se asomó nuevamente al agua, tratando de ver más allá de la superficie, su corazón latiendo con fuerza y desesperación.
La ansiedad lo empujó a actuar. Sin pensar, se inclinó sobre el borde de la lancha, buscando una señal de su amigo. Sin embargo, el océano parecía ocultar todos sus secretos, y la oscuridad del agua lo envolvió, dejándolo solo con su miedo.
La tormenta que se avecinaba no solo era externa; ahora, se sentía en su interior, y la realidad de lo que estaba ocurriendo se cernía sobre él como una sombra ineludible. Mientras las olas rugían a su alrededor, Anthony supo que debía actuar. No podía permitir que Belisario se perdiera en las profundidades.
Con determinación, se preparó para saltar al agua, decidido a buscar a su amigo y enfrentarse a lo desconocido, sin importar las consecuencias.
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