En Busca de Respuestas

Anthony no pudo soportar la presión que sentía en su pecho. La imagen de Gael hablando en privado con Belisario lo consumía, y los celos que había intentado reprimir se apoderaron de él. Sin pensarlo dos veces, tomó las llaves de su jeep y salió de casa, decidido a buscar al anciano que había encontrado el día anterior. Sabía que necesitaba respuestas y que el anciano podría ofrecerle la claridad que buscaba.

Con el motor rugiendo y la brisa marina acariciando su rostro, Anthony condujo rápidamente hacia el otro lado de la isla. El paisaje se deslizaba a su alrededor, pero su mente estaba centrada en una sola cosa: entender lo que estaba sucediendo entre Belisario y Gael, y lo que significaba para su propia relación con su amigo.

Mientras atravesaba la isla, las dudas y las preguntas giraban en su mente. ¿Era posible que Belisario realmente fuera una criatura marina? La idea lo perturbaba, pero también lo fascinaba. Las leyendas de Isla Coral sobre seres que habitaban las profundidades del océano parecían cobrar vida ante él, y no podía evitar preguntarse si había más detrás de las historias que había escuchado de niño.

Finalmente, llegó a la casa del anciano, que se alzaba solitaria junto a la costa. Anthony se detuvo frente a la puerta y tomó una respiración profunda antes de tocar. El sonido resonó en el aire tranquilo, y pronto, el anciano apareció en la entrada, su mirada sabia y profunda.

—Ah, joven Anthony —dijo el anciano, reconociéndolo de inmediato—. ¿Qué te trae por aquí?

Anthony sintió que la urgencia lo invadía. No había tiempo para rodeos. —Necesito hablar contigo. Es sobre Belisario.

El anciano frunció el ceño, como si supiera que la conversación no sería sencilla. —Ven, entremos —dijo, dándole paso hacia dentro.

La casa del anciano estaba llena de objetos extraños y recuerdos de un pasado antiguo. Anthony se sintió abrumado por la atmósfera, pero su mente estaba enfocada en obtener respuestas.

—He escuchado cosas sobre el océano, sobre criaturas que habitan en sus profundidades —comenzó el anciano, como si quisiera prepararlo para lo que estaba a punto de compartir—. Las leyendas de Isla Coral hablan de seres que han existido desde tiempos inmemoriales, criaturas que pueden tomar formas humanas y que viven entre nosotros.

Anthony escuchó con atención, sintiendo que cada palabra lo acercaba más a la verdad. —¿Y Belisario? —preguntó, sintiendo que la frustración comenzaba a burbujear en su interior—. ¿Es una de esas criaturas?

El anciano lo miró con un aire de pesar, como si entendiera el peso de la pregunta. —Las criaturas del océano son muchas y variadas. Algunas son amistosas, otras más peligrosas. Su naturaleza es compleja, y es difícil encasillarlas.

Anthony se sintió irritado. —No estoy buscando un cuento sobre el océano. Necesito saber si Belisario es una criatura marina. Pregunta directa, respuesta directa.

El anciano lo observó por un momento, y Anthony sintió que la tensión aumentaba en el aire. Sin embargo, antes de que el anciano pudiera responder, una voz resonó detrás de él, sorprendiendo a ambos.

—Yo puedo responderte eso.

Anthony se giró bruscamente, y ahí, en el umbral de la puerta, estaba Belisario. La preocupación y la inquietud inundaron su rostro al ver que su amigo había estado escuchando.

—¿Belisario? —dijo Anthony, sintiendo que el corazón le latía con fuerza. La revelación de su presencia lo llenó de un cúmulo de emociones contradictorias.

Belisario se acercó, y la mirada que compartieron estaba llena de preguntas no formuladas. Anthony se sintió expuesto, como si toda la conversación hubiera dejado al descubierto sus miedos y dudas.

—¿Por qué no me dijiste que vendrías? —le reprochó Anthony, su voz temblando ligeramente.

—Porque sabía que necesitabas respuestas, y no quería interrumpir —respondió Belisario, su tono serio. A través de su mirada, Anthony pudo ver que su amigo estaba listo para enfrentar lo que estaba por venir.

El anciano observó la interacción entre los dos jóvenes, sintiendo que el momento se volvía crucial. La tensión en el aire era palpable, y Anthony se preparaba para escuchar lo que Belisario tenía que decir.

La atmósfera se tornó pesada con la importancia del momento. La verdad estaba al borde de ser revelada, y tanto Anthony como Belisario sabían que las palabras que se pronunciaran a continuación cambiarían el rumbo de su amistad y su comprensión de sí mismos.

Con el corazón en la mano y una mezcla de ansiedad y esperanza, Anthony esperó la respuesta de Belisario, sin saber que la revelación que estaba a punto de ocurrir podría ser solo el comienzo de un viaje mucho más profundo y complicado, uno que los llevaría a explorar los secretos del océano y de su propia existencia.