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Capítulo 14

La Profundidad de los Secretos

Desde la sombra de un árbol, Anthony observaba en estado de shock cómo Belisario se adentraba en el océano, su figura desvaneciéndose en la oscuridad del agua. La conversación que había escuchado entre el anciano y su amigo resonaba en su mente, como un eco que no se apagaba. Las palabras del anciano, sobre conocer el verdadero origen de Belisario, lo habían dejado inquieto.

—¿Qué significa todo esto? —murmuró para sí mismo, sintiendo que el mundo a su alrededor se desvanecía. No podía comprender por qué Belisario había entrado al mar de esa manera. Algo se había despertado en su interior, una mezcla de preocupación y confusión.

Sin poder seguir allí, se dio la vuelta y comenzó a caminar de regreso a casa. Cada paso que daba lo alejaba del mar, pero acercaba sus pensamientos a la tormenta de preguntas que lo inundaban. ¿Qué había querido decir el anciano? ¿Qué había visto realmente? La imagen de Belisario, con su aspecto salvaje y su conexión con el océano, lo mantenía alerta.

Al llegar a su habitación, se sentó en la cama, la cabeza llena de inquietudes. La luz de la luna entraba por la ventana, proyectando sombras que danzaban en la pared. Anthony se pasó una mano por el cabello, tratando de aclarar sus pensamientos.

—No puede ser... —susurró, recordando la forma en que Belisario se había transformado ante sus ojos. Había algo en su naturaleza que iba más allá de lo que cualquier humano podía comprender. La idea de que su amigo pudiera ser una criatura marina lo descolocaba, pero al mismo tiempo, lo hacía querer entenderlo más.

Mientras reflexionaba, su mente regresaba a la conversación que había escuchado. El anciano había mencionado una conexión con el mar, y eso lo llevó a preguntarse si había algo más que un simple secreto. ¿Podría Belisario estar relacionado con las leyendas que había oído de niño, sobre seres que habitaban las profundidades? La curiosidad se convertía en un deseo de descubrir la verdad, pero también había un temor a lo que eso podría significar.

Anthony se tumbó en la cama, mirando al techo. La imagen de Belisario nadando en el océano, dejando atrás la seguridad de la costa, lo inquietaba. La conexión que ambos compartían se sentía más fuerte que nunca, pero también más complicada. ¿Qué pasaría si Belisario no podía regresar? ¿Y si lo que había en el océano era más de lo que podía manejar?

Mientras tanto, en el mar, Belisario nadaba a gran velocidad, como si el agua fuera parte de él. Cada movimiento era fluido y natural, y se sentía libre en su forma salvaje, la que le permitía alcanzar su destino con rapidez. La cueva donde Daniel estaba cautivo se acercaba, y su corazón latía con fuerza, impulsado por la urgencia de rescatar al niño.

Al llegar a la cueva, Belisario se detuvo por un momento, observando el entorno. El agua era oscura y fría, pero sabía que debía continuar. La imagen de Daniel, asustado y vulnerable, lo impulsó a entrar. Al hacerlo, su forma marina se volvió aún más prominente: su piel relucía como la de un pez de las profundidades, y las escamas brillantes se volvían más notorias a medida que se acercaba a la parte más oscura de la cueva.

Daniel, acurrucado en un rincón, lo miró con ojos llenos de miedo. La figura de Belisario, en su forma salvaje, parecía un ser de otro mundo, un monstruo en lugar de un salvador. Por un instante, el niño retrocedió, temeroso de lo que veía.

—¡No! —gritó, pero su voz tembló, y Belisario, sintiendo la desesperación en el aire, se apresuró a hablar.

—Daniel, no te haré daño —dijo con suavidad, su voz resonando en la cueva como un canto tranquilizador. —Estoy aquí para ayudarte.

Las palabras de Belisario parecían fluir a través de las aguas, y poco a poco, el miedo de Daniel comenzó a desvanecerse. La conexión que Belisario había sentido antes se intensificó, y con un movimiento de sus manos, comenzó a tejer un sueño mágico a su alrededor. Era un truco que su especie conocía bien, una forma de calmar a los humanos y guiarlos hacia un estado de paz.

—Confía en mí —susurró mientras Daniel cerraba los ojos, rendido ante el canto de la promesa de seguridad que emanaba de él.

Belisario, sintiendo que el niño se relajaba, lo tomó suavemente y lo llevó bajo el agua. Era un movimiento natural, y aunque el niño no podía respirar, el hechizo lo mantenía a salvo, protegido de los peligros del océano. Con una velocidad asombrosa, Belisario nadó hacia la superficie, llevando a Daniel con él, asegurándose de que estuviera a salvo.

Al llegar a una playa cercana a su casa, Belisario depositó cuidadosamente al niño en la arena, asegurándose de que estuviera en un lugar seguro. Daniel aún estaba dormido, y Belisario se sintió aliviado al ver que había logrado rescatarlo. Sin embargo, sabía que no podía quedarse allí mucho tiempo.

Regresando al agua, Belisario sintió cómo su forma salvaje comenzaba a desvanecerse. Las escamas en su piel se desvanecieron, y la cola se transformó de nuevo en piernas humanas. Al salir del agua y arrastrarse un poco, se sintió vulnerable, pero al mismo tiempo, aliviado de haber cumplido su misión.

Creyendo que nadie lo había oído, se deslizó hacia la casa de la familia Silva. La noche estaba tranquila, y mientras caminaba, la adrenalina comenzaba a desaparecer, dejándolo con una sensación de cansancio. Sin embargo, el alivio por haber salvado a Daniel lo mantenía en pie.

Al entrar en la casa, se dirigió a su habitación. La luz de la luna iluminaba el camino, y aunque su corazón aún latía con fuerza, sabía que había hecho lo correcto. Se acostó en la cama, sintiendo el cansancio envolviéndolo. Cerró los ojos, deseando que aquel extraño anciano no revelara su verdadera naturaleza ante los habitantes de la isla.

Mientras Belisario se sumía en un sueño profundo, Anthony aún estaba despierto en su habitación, inmerso en sus propios pensamientos. La conversación que había escuchado lo inquietaba, y la conexión que sentía hacia Belisario se intensificaba. Sabía que debía hablar con el anciano al día siguiente, pero por ahora, lo único que podía hacer era esperar y reflexionar sobre el secreto que se ocultaba bajo la superficie.

La noche avanzaba, y mientras Belisario se hundía en un sueño profundo, la isla permanecía en calma, ajena a los secretos que se tejían entre la oscuridad y la luz, entre el mar y la tierra.

¡Por fiiiin! Finalmente Anthony descubrió el secreto de Belisario, aunque todavía le falta mucho por saber, está más cerca de saber la completa verdad.

¿Qué les pareció el capítulo?

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