La Rosa |CruzQueen|
La brisa fresca de la mañana se podía sentir a la perfección, incluso ahí en el pueblito más bonito del Condado Carburador.
El sol se elevó anunciando así la mañana, y a la vez sacando a todos de sus casas.
A diferencia de otros días, el Café de Flo había abierto desde muy temprano, invitando así a los habitantes del pueblo a comer algo.
A todos se les veía bastante felices y sonrientes, al parecer, alegres por la fecha de ese entonces.
14 de Febrero.
Día del amor y la amistad.
Todos estaban sentados en las sillas que se encontraban al aire libre en el negocio de Flo, platicando, contentos y notoriamente entusiasmados.
Incluso Holly estaba ahí, quien había llegado al pueblo el día anterior, para pasar tal fecha con su novio Mate.
A diferencia de los demás, Cruz no respiraba ni compartía esa alegría tan especial, sino que sólo se limitó a observar.
Estaba sentada en las escaleras de la entrada del negocio de Lizzie, que se encontraba al otro lado de la calle, justo frente al Café.
Aunque la latina fuera bastante social, un poco de timidez se le podía notar.
Cruz no lo entendía. No veía porque todos se emocionaban tanto por otro día más, un día que posiblemente fueran a olvidar.
Fijó sus ojos color avellana en el hermoso cielo azul, contemplando las nubes y los ligeros rayos de la luz del sol.
Estaba ansiosa por la nueva temporada. En sólo unos cuantos días, sería la carrera que daría inicio a la temporada de la Copa Pistón, lo cual la ponía un poco nerviosa, pero como siempre, trataba de ser optimista.
Estaba tan agradecida con McQueen por la oportunidad que le había dado. Estaba agradecida por todo el apoyo que le había brindado...
Al pensar en él, en su perfecto cabello rubio y sus ojos azules, bajó la mirada del cielo, mirando así hacia al frente de nuevo.
Lo buscó con la mirada entre el grupo de personas que estaban sentados frente a las mesas al aire libre del Café, pero no lo encontró.
Continuó buscando, y no apareció. Por lo que, comenzó a observar a los demás, sin saber si acercarse o no a conversar.
Todos charlaban e intercambiaban palabras entre ellos.
La castaña estaba a punto de levantarse y acercarse, pero al ver a esa mujer de cabellos oscuros caminando hacia allá, se encogió de hombros y prefirió no moverse ni hablar.
Sally.
No sabía porqué, no sabía el motivo, así como tampoco entendía el sentido, pero había algo en ella, que no le agradaba.
La vio sentarse junto a los presentes del lugar; sonriendo, saludando y siendo llamativa como acostumbraba a aparentar.
A Cruz nunca le había parecido sincera o especial, y aunque no se lo decía, su forma de ser le parecía falsa y poco real.
Meneó la cabeza, y suspiró.
Esta vez, fijó su vista en la acera de concreto, pensado aún si se acercaba o no.
Sus pensamientos se perdieron y se sumergieron en lo más profundo, perdiéndose a si misma en ellos y haciéndola volver al oír la voz de McQueen.
Alzó su vista casi de inmediato, buscando, sin saber si llamarlo para saludarlo.
Lo vio llegar y acercarse a sus amigos y conocidos, saludando y sonriendo, con esa expresión carismática y amigable que tanto lo caracterizaba.
Sin saber porqué, el corazón de la joven latió con rapidez, y al ver a Rayo vestido con un traje de corbata, rió por lo bajo, sin poder evitar sonrojarse un poco.
Entonces, recordó que él le había mencionado la semana anterior, que en Radiador Springs, cada año en esa fecha "tan especial" los habitantes elegían a unos cuantos hombres o chicos jóvenes para hacer entregas de rosas a las señoritas y señoras, de parte de sus esposos, novios o admiradores.
Rayo había sido uno de los elegidos, por lo que debía vestir de tal forma, llevando una enorme canasta consigo, la cual contenía una gran cantidad de rosas, y flores de diferentes colores y especies.
Lo siguió observando y estudiando con sus ojos profundos y penetrantes, sin preocuparle si él se volvía y la veía, pues aunque se encontrarán a unos pocos metros de distancia, había bastante moviento tanto en la calle como en la acera, que de seguro, nadie había notado su presencia.
Vio como hacía las entregas a cada una de las que se encontraban en el lugar, pero se estremeció, cuando él se acercó a Sally, y le entregó un ramo de rosas de color azul y unos chocolates. La abogada tomó los presentes, se detuvo a leer la tarjeta, para luego sonreír de oreja a oreja. McQueen le acarició una de las mejillas a su amada, y aunque Cruz estaba a cierta distancia, pudo ver con claridad el beso que ambos se daban...
Sintió una extraña sensación en el pecho, como si lo que hubiese visto le hubiera dolido no sólo de manera sentimental, sino también de otra que no sabía explicar.
¿Por qué me siento así? ¿Por qué me duele lo que acabo de ver? Son novios. Él es mi amigo; mi entrenador; mi jefe de mecánicos, y ella es su novia..., se dijo a si misma.
Cruz prefirió olvidar lo sucedido.
Sacudió la cabeza unas cuantas veces, se puso de pie, y caminó rumbo a su cono en el motel; sólo quería alejarse de allí. Luego iría a saludar a los demás.
Sin embargo, cuando estaba a punto de girar la llave y entrar a su habitación, algo la detuvo, o más bien, la voz de su jefe de mecánicos la hizo parar:
—¡Cruz! ¡Espera!
Ella se volvió casi de inmediato, desconcertada y confundida al ver que la estaba buscando.
Guardó la llave de su cono en el bolsillo, y respondió:
—¿Señor McQueen? ¿Pasó algo?
Él se detuvo a tomar aire, y por el sudor que había comenzado a brotar de su frente, la latina se dio cuenta de que había estado corriendo, posiblemente tratando de alcanzarla.
—¿Qué si pasó algo? ¡Te estuve llamando desde hace un buen rato!
—¿Ah sí? Ay, perdón... Es sólo que estoy algo distraída... —Se encogió de hombros. Lo miró de arriba a bajo, y soltó una carcajada.
—¿Qué? ¿De qué te ríes? —exigió saber el mayor.
—Nada es sólo que... —Volvió a reír—. En verdad se nota que no sabes ponerte una corbata —comentó.
Él de inmediato se miró dicha prenda, y suspiró.
—No acostumbro mucho a usar trajes...
—Tranquilo. Ven, te ayudo —ofreció.
McQueen la miró un poco inseguro. Sin embargo, se acercó, y ella le quitó el horrible nudo que se había elaborado su jefe de mecánicos, para luego hacer otro mucho mejor.
—¡Listo! Ahora sí pareces un hombre —bromeó.
—Ja, ja, ¿graciosa, no? —dijo, con un tono de voz sarcástico, bromeando.
—Pues claro que lo soy, antepasado. A diferencia de ti yo sí me divierto —bromeó, de nuevo.
Rayo torció los ojos, aunque no pudo ocultar una ligera risa.
—En fin, ¿para qué me buscabas? Si estabas corriendo y gritando mi nombre detrás de mí, imagino que ha de ser importante.
Él se rascó la nuca.
—Bueno... No te vi en el Café. Me pareció extraño y pues... quería saber si todo está en orden.
La de ojos color avellana, se sintió conmovida por la preocupación de su contrarío. Sonrió ligeramente, y asintió.
—Sip. Estoy perfectamente —respondió, sin mencionarle que estaba a punto de ir al Café, hasta que vio a Sally llegar allí.
—Eso me alegra mucho. —Sonrió, con esa hermosa sonrisa que resaltaba sus ojos claros—. Y dime, ¿hay algún chico afortunado que saldrá contigo hoy? —preguntó, mientras alzaba una ceja, y mostraba una expresión pícara.
La joven se encogió de hombros.
—Nah, no tengo a nadie... —murmuró—. Sólo tuve un novio una vez, y me dejó por una pelirroja...
El rubio le sonrió con tristeza y un poco de pena.
—Si lo tuviera justo aquí, le diría a tu ex que no tiene idea de la hermosa chica que se perdió.
Un pequeño rubor se tornó en las mejillas de Cruz al oír esas palabras. Su corazón se aceleró una vez más; sintió una extraña sensación en el estómago; y percibió un pequeño hormigueo recorrerle la piel.
—G-gracias...
—Es la verdad, Cruz. Eres fantástica. —Sonrió, de nuevo.
La castaña no sabía si lo había imaginado o no, pero estaba segura de haber notado un sonrojo en las mejillas de su instructor.
Él se aclaró la garganta, buscó algo en la canasta de entregas que llevaba consigo, y sacó de esta una rosa de color amarillo y una carta sellada con cera.
—Señorita Cruz, vengo a hacerle una entrega muy especial —dijo, fingiendo un tono de voz sofisticado y refinado, mientras le extendía los presentes.
La latina soltó una pequeña risita, meneó la cabeza, y tomó sus obsequios.
—Wow. ¿De quién son?
—Pues una de las reglas de este trabajo temporal, es que no puedo decir quien es el remitente. —Hizo una pausa—. Quiza sea de un amigo; un admirador; un enamorado ¿quién sabe? —añadió, mirándola con expresión divertida.
Ella rió una vez más, y de nuevo, su corazón se comenzó a acelerar.
Latía con fuerza por tan sólo tener la presencia de McQueen junto a ella, pero ¿por qué sucedía tal cuestión?.
El mayor se rascó la nuca nuevamente. Miró a su corredora con ternura, y dijo:
—Bueno, tengo que seguir haciendo entregas... Te veré mañana en el Monte Willy, a la hora de siempre.
—Claro, ahí estaré. —Sonrió, con entusiasmo.
Lo vio alejarse con lentitud y sin apuro, caminando tranquilamente hasta cruzar la calle.
La castaña entró a su cono.
Sin pensarlo ni un segundo, se sentó a los pies de la cama, y abrió el sobre, para luego leer la carta:
Elegí amarillo no sólo porque es tu color, sino porque también sé que amas su vigor.
Es una rosa porque me recuerdan a tu resplandor, y sus pétalos son iguales a tu virtud.
Linda sonrisa tienes, y ojos oscuros igual. Espero que puedas apreciar este detalle tan especial, y tu sonrisa nunca vayas a borrar.
McQueen.
Cruz casi deja caer la carta al suelo.
No sabía que Rayo fuera tan poético, así como tampoco pensó que fuera a darle tan bonito obsequio.
Se dejó caer a la cama, como si fuera una adolescente enamorada. Se llevó ambas manos a la cara, y sonrió, de una manera tan dulce e inocente.
Aún acostada, extendió su mano y tomó la hermosa rosa color amarillo. Se la llevó a la nariz, y olió su fragancia, para luego alejarla y sonreír una vez más.
No sabía de que manera estaban dichas las palabras escritas en la carta, así como tampoco sabía que podía significar el hermoso detalle.
No quería hacerse ilusión, pero estaba más que feliz y conmovida por aquél escrito; por esa rosa y mensaje que le había conmovido...
____ 🌺_____ 🌺_____ 🌺_____ 🌺___
¡Holiss, linduras! :D
Pues bueno, se los prometí, y cumplí.
¿Les ha gustado? ^^
Espero que estén disfrutando de los One Shots. Me he divertido mucho escribiendo cada uno.
¡Hasta el siguiente relato!
Honey
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro