°4°
Kenma, Kuroo y Tsukishima se encontraban exhaustos tras buscar a Hinata en todos los lugares que frecuentaba: el gimnasio, el parque donde solía entrenar saltos y hasta la cancha donde jugaba vóley callejero. Sin embargo, no había rastro de él.
Kenma: (suspirando) Esto es inútil. ¿Y si simplemente no quiere que lo encontremos?
Kuroo: (dándole un leve golpe en la cabeza) No seas pesimista. Si hay un lugar donde podría estar, es en su casa.
Kenma: (haciendo una mueca) ¿Subir toda esa montaña? ¿Estás loco?
Kuroo: (sonriendo) No hay nada como un poco de ejercicio. Vamos, no seas flojo.
Kenma: (mirando a Tsukishima) ¿Tú qué opinas?
Tsukishima: (ajustándose las gafas) No tengo otra opción, así que vámonos ya.
Kenma: (quejándose) ¿Por qué siempre terminamos haciendo las cosas difíciles?
Sin más alternativas, comenzaron a subir la montaña donde vivía Hinata. El camino era empinado, y aunque Kuroo mantenía el ritmo con facilidad, Kenma parecía al borde del colapso.
Kenma: (jadeando) Esto... esto es una tortura. ¿Por qué no vive en un lugar más accesible?
Kuroo: (riendo) Tal vez para que gente como tú no lo moleste.
Kenma: (con sarcasmo) Muy gracioso, Kuroo.
Finalmente, después de un arduo esfuerzo, llegaron a la puerta de la casa de Hinata. Kuroo tocó con firmeza, mientras Kenma se apoyaba contra el marco para recuperar el aliento. La puerta se abrió, revelando a una pequeña niña de cabello naranja: Natsu, la hermana menor de Hinata.
Natsu: (mirándolos con curiosidad) ¿Quiénes son ustedes?
Kuroo: (sonriendo) Somos amigos de Shoyo. ¿Está en casa?
Natsu: (entrecerrando los ojos) ¿Y cómo sé que no son extraños raros?
Kenma: (suspirando) No tenemos tiempo para esto...
Kuroo: (interrumpiéndolo) ¿Puedes decirle que Kuroo y Kenma están aquí? Él nos conoce bien.
Natsu: (asintiendo) Está bien, pero si intentan algo raro, los golpearé con un palo.
Kenma: (murmurando) Esto se está poniendo ridículo.
Natsu los dejó entrar y les ofreció agua, lo cual aceptaron desesperadamente después de la subida. Mientras bebían, Tsukishima tomó la palabra.
Tsukishima: (directo) ¿Dónde está Hinata?
Natsu: (señalando hacia el patio trasero) Está practicando.
Los tres se levantaron y caminaron hacia el patio. Ahí estaba Hinata, sudando y completamente concentrado mientras trabajaba en sus saltos y remates contra una improvisada pared. La intensidad en su mirada dejaba claro que estaba decidido a mejorar, a pesar de todo.
Kuroo: (sonriendo) Así que aquí estabas, piojito naranja.
Hinata: (deteniéndose y volteando sorprendido) ¡Kuroo! ¡Kenma! ¿Qué hacen aquí?
Kenma: (cruzándose de brazos) Buscándote, obviamente.
Hinata: (rascándose la cabeza) ¿Por qué? No necesito que nadie me busque.
Tsukishima: (con frialdad) Porque el karasuno es un desastre sin ti.
Hinata: (bajando la mirada) Yo ya no soy parte del equipo...
Kuroo: (colocando una mano en su hombro) Oye, no te des por vencido tan rápido. No puedes dejar que las mentiras de alguien arruinen lo que amas.
Kenma: (asintiendo) Además, nadie cree realmente esas tonterías. Ni nosotros, ni Tsukishima.
Hinata miró a Tsukishima, quien lo observaba con una expresión más seria que de costumbre.
Tsukishima: (suspirando) No voy a dejar que te rindas.
Pasaron la tarde juntos, conversando, bromeando y animando a Hinata. Poco a poco, el ambiente se alivianó, y Hinata comenzó a sonreír de nuevo. Sin embargo, el sol empezó a ocultarse, y Kuroo y Kenma se levantaron para irse.
Kuroo: (dándole un golpe amistoso en la cabeza a Hinata) Cuida ese espíritu, ¿sí? Nos vemos pronto.
Kenma: (con una pequeña sonrisa) No hagas cosas tontas mientras no estamos.
Ambos se despidieron, dejando a Tsukishima y Hinata solos.
Tsukishima: (rompiendo el silencio) Entonces, ¿qué piensas hacer? ¿Te vas a cambiar de colegio?
Hinata: (pensativo) No lo sé. Tal vez...
Tsukishima: (mirándolo fijamente) ¿Tal vez qué?
Hinata: (suspirando) Tal vez sea lo mejor. Si me quedo, todo será raro.
Tsukishima: (con tono sarcástico) Sí, porque claramente huir es la solución perfecta.
Hinata: (molesto) ¡No estoy huyendo!
Tsukishima: (arqueando una ceja) ¿Ah, no? Entonces, ¿cómo llamas a esto?
Hinata: (mirándolo fijamente) Yo...
Tsukishima: (interrumpiéndolo) Eres mejor que esto, Hinata. Si te rindes ahora, le estás dando la razón a Yamaguchi y a los demás.
Hinata bajó la mirada, sintiendo un nudo en el pecho. Sin embargo, Tsukishima dio un pequeño paso hacia él.
Tsukishima: (con una leve sonrisa) Pero si decides quedarte, asegúrate de no ser tan molesto como siempre. No sé si podría soportarlo.
Hinata: (sonrojándose) ¿Eh?
Tsukishima: (burlón) ¿Qué? ¿Por qué estás rojo?
Hinata: (balbuceando) ¡N-no estoy rojo!
Tsukishima: (riendo suavemente) Claro, claro.
Ambos se quedaron en silencio por un momento, pero el ambiente se sentía más ligero.
Hinata: (mirándolo con determinación) No sé qué voy a hacer todavía, pero gracias, Tsukki.
Tsukishima: (con una sonrisa apenas visible) No me llames así.
Y así, la noche cayó, dejando a ambos con una extraña pero reconfortante sensación de compañerismo. Hinata, aunque aún indeciso, comenzaba a recuperar su confianza.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro