(XXII) Besos y lesiones
Ya extrañaba Cambridge. La calidez que otorga el frío lugar era lo más increíble de mi universidad.
Después de horas de tren, que decidí pasar durmiendo para evitar pensar, llegamos al campus.
Dejamos nuestras maletas y volvimos a vernos en la habitación de Jhon.
—Fue un viaje largo.
Dos semanas después.
Seguía sin poder pensar en nada más que en mi padre. Mi única escapatoria era Jhon y los chicos. Pero en todo momento que no los tuviera, mi padre era lo único que rondaba por mi cabeza.
Y esto estaba afectando a mi rendimiento escolar, pero no quería contárselo a nadie.
***
Era sábado y tocaba mi entrenamiento. Jhon estaba en las gradas y yo en el partido de fútbol, como siempre.
Mis amigas y compañeras estaban jugando bien, como de costumbre, pero era notorio en mí una ausencia de talento que normalmente no tenía.
De todas maneras, ellas siempre intentaban incluir a todas en el partido, para poder mejorar en todos los aspectos, hasta quienes no fueran tan buenas en el deporte.
Así que ellas me pasaban la pelota con frecuencia, y yo hacia lo posible por sacarmela de encima lo antes posible para no cometer un error.
—¡Luna!— me grito mi compañera para advertirme que estuviera atenta, ya que me iba a pasar el balón.
Mirando como haría la jugada, me posicioné y recibí el balón correctamente.
Avancé unos pocos pasos cuando la imagen de mi padre paso de nuevo por mi cabeza. Me desconcentré en la pelota para concentrarme en lo que pasaba por mi cerebro.
Y mi falta de atención no fue nada buena, ya que cuando estaba amagando con mi mayor esfuerzo, mi tobillo se doblo haciendo que sonara un crack por todo mi pie derecho.
Al principio, ni siquiera me afectó. Había escuchado como se doblaba, pero el dolor no hizo efecto hasta unos segundos después de seguir corriendo.
Caí al piso sin poder caminar.
—¡Esperen!— grité, por más que ya todas estaban deteniendo el partido para venir a ayudar.
Jhon no tardo mucho en hacer lo mismo, ya que antes de que me diera cuenta ya estaba entre las chicas ayudándome.
—¿Puedes caminar?— preguntó mi entrenadora con una vena en la frente que delataba su preocupación junto con su tono de voz.
—No creo— dije, poniendo las manos en el suelo para impulsarme, pero mi pie me dolía demasiado, no podía pararme y mantenerme estable —... ¡Ah! ¡No! ¡No puedo!— grité por el dolor.
—¿Cómo hacemos para llevarla a enfermería?— pregunto una rubia compañera, también preocupada. No pasaron más de dos minutos cuando unos brazos me levantaron del suelo, y al girarme, ví a Jhon sosteniendome.
—¡¿Que haces?!— pregunté con temor por mi seguridad. Estaba muy alto allí arriba.
—La única solución que hay— respondió casi al instante.
—¡Pero tengo miedo!— no le importaría en lo absoluto, así que estaba protestando para nada.
Varias de las chicas comenzaron a seguirnos detrás nuestro, hasta que se posicionaron delante mío para abrir las puertas que Jhon no podía por tener las manos ocupadas en mí.
—¡Abran paso!— gritaba mi entrenadora para pedir espacio por el que pasar. Abrió la puerta brutamente y nos dejó pasar detrás de ella a Jhon y a mí.
Le balbuceó unas cosas a la enfermera, y esta asintió con la cabeza mientras Jhon me depositaba en la camilla de enfermería.
La mujer que trabajaba allí como doctora no tardo en llegar a atenderme y la enfermera se fue a quien sabe dónde.
—¿Te duele si preciono esto?— preguntó dándole especial fuerza a su mano en una zona de mi pie.
—¡Ahff! ¡Si!— le dije rápidamente para que dejara de ejercer fuerza en aquel lugar que tanto dolor me causaba. Lo único que me tranquilizaba era tener a Jhon ahí, dandome la mano sin dar queja alguna sobre como la apretaba para desgastarme.
Y luego de unos ¿Te duele esto?, ¿Te duele lo otro? más, la médica se fue a buscar algo.
—¿Qué pasa?— me preguntó Jhon.
—Nada...—dije, intentando disimular.
—Mirá: pasaré por alto tu mala actuación solo por esta situación, quiero que me cuentes que es lo que paso igual— contestó. ¿Por qué tenía que conocerme tan bien?
Pasaron no muchos segundos incómodos junto a él, mientras esperábamos todavía a la doctora.
Pude notar en Jhon una cara algo extraña, ilegible.
—¿Y a ti?... ¿Que te pasa?— le pregunté, haciendo que se sobresaltara un poco —. Lo noto en tu cara.
Jhon pareció reflexionar internamente unos segundos antes de hablar.
—Es que— hizo una breve pausa para desvíar su mirada y luego volver a enfocarla en mí —... Tengo tantas ganas de besarte.
Y mi alma salió de mi cuerpo. Y las piezas no encajaban. ¿Era en serio?
No pude evitar mostrar mi asombro mientras no hacía nada, yo estaba en estado de shock.
—Está bien si no quieres hacerlo— se apresuró a agregar —, no estás obligada y entiendo si no quieres. Solo ignoremos est— y no pudo hablar más a causa de la interrupción que acababa de hacer.
Y, si se lo preguntaban, sí, la interrupción fue un beso.
Mientras él hablaba intentando retirar lo dicho, levanté mi mirada y estire mi cuerpo dando una especie de salto con mi espalda para llegar a su boca.
Sus labios mojados y los míos secos hicieron un contraste adictivo. El roce de nuestros labios, apretándose entre sí me revolvía el estómago.
Aunque fuera corto, ese beso tenía más sentimientos que cualquier otro que había tenido con mi anterior novio.
Me separé de Jhon para mirarlo a la cara unos segundos. Pasando mis ojos por cada centímetro de su hegemónica cara. No pude resistir más, y volví a besarlo en un beso más sexual que romántico a comparación del anterior.
En este nuestras lenguas fluían dentro de la boca del otro, haciendo que todo mi cuerpo tuviera pequeñas descargas eléctricas.
Y estuvimos así un rato, hasta que Jhon se separó de mí.
—Bueno... Me gusta esto, pero lo tendremos que seguir luego, la médica estará por venir— dijo. Mis mejillas se tornaron en un rojo fuerte. Yo solo asentí con la cabeza, tragandome las palabras.
Con las ganas que le pusieron al beso, puede que él sea quien se haya tragado tus palabras.
#OdiamosAMiConciencia, #OAMC.
Y Jhon tenía razón, la doctora llegó apenas unos minutos después del final del segundo beso.
—Te ayudaré a que vayas al cuarto de radiografías— me dijo mostrando una silla de ruedas. Giró su cabeza hacia Jhon —. Tú quédate aquí.
—Okey. Lu, estaré aquí— no respondí, pero asentí con una sonrisa. Aunque esa sonrisa era algo fingida, ya que luego de esa escapatoria de la realidad, había vuelto a mi mundo no fantasioso.
Entré en una extraña habitación, con una especie de camilla que llevaba una pantalla negra al centro.
—Tomá, colocatelo— me indicó la médica pasandome un chaleco azúl.
Le hice caso y lo pase por mi cabeza. La mujer me posicionó arriba de la extraña camilla y se separó de mí para ir a apretar un extraño botón. Seguido de esto, un pequeño pitido sonó.
Y así varias veces, hasta que me ayudo a volver a la camilla normal e irse a esperar los resultados de mis radiografías.
—¿Qué tal ahí dentro?— me preguntó Jhon.
—Bien, supongo.
La doctora volvió a aparecer por la puerta del frente.
—Llamá a tu familia, estas no son buenas noticias— me informó haciéndome tragar fuertemente.
Saque de mi bolsillo mi teléfono y busqué entre mis contactos a mi madre.
—¿Hola?— a través del altavoz del micrófono respondió mi madre.
—Hola, má. Eh... Estaba en fútbol y me doblé el tobillo. Lo más probable es que sea un esguince— le comuniqué.
—Oh, ¿Estás bien?
—Sí, osea no, pero bien.
_¿Podrías pasarme con tu médica?— preguntó.
—Si, ahora le digo— respondí y me separé el celular de la oreja, dejándolo a centímetros de mi cara.
—Pregunta si puede hablar con usted— le dije.
La médica asintió y yo estiré mi brazo hacia el suyo para pasarle el teléfono.
—¿Hola?— dijo al teléfono la doctora —. Soy Mercedes, la médica de la universidad. Ella tiene un esguince de segundo nivel— y comenzó a contarle cosas medicas que no entendí.
Al poco tiempo me devolvió el celular, informándome que mi madre vendría lo antes posible con mi bota ortopedica, pero que debería usar una silla de ruedas mientras tanto.
Me ayudó a sentarme en esta y Jhon me llevó fuera.
Este me ayudó a ir hasta las habitaciones, yz luego de que me ofreciera, acepté ir a su piso junto con los chicos. Había dicho que le informó al resto para que también fueran.
Y así era, al entrar por su puerta e ir a la sala de estar, ví a todos en los sofás hablando.
Se giraron en cuanto escucharon.
—¿Qué paso?
—¿Cuándo?
—¿Duele?
—¿Por qué?
—¿Cómo?
Y miles de preguntas me estaban llegando. Al parecer Jhon no les había informado sobre lo sucedido.
—Déjenla respirar— para mi salvación, dijo Jhon.
Me dejaron de preguntar y les conté todo... Excepto por la parte del beso y de mi padre.
—Así que sí, estoy en silla de ruedas— dije terminando mi relato.
—Te ayudaremos en todo. ¿Quieres algo?— se superpuso ante la voz de todos Steve.
—¿Un vaso de agua?_ agregó Erick.
—Bueno, no estaría mal...— respondí al instante. Ellos se fueron a servirmelo, dejándome con el resto.
—Lamento todo esto— me compadeció Jack.
—Yo también, créeme— bromeé —. Gracias.
—Avísame cuando tengas que ir a algún lugar, te ayudaré— me dejo en claro Jhon.
—No quiero molestarte...— empecé a decir y empezaría a enumerar las cosas que podría hacer para no meterme en su camino, pero me calló.
—Calla. No eres molestia— interrumpió.
—Que cursi— se burló Luke.
—Que cursi— imitó con una aguda voz Jhon.
Y así toda la reunión. Hasta que, mientras miraba la hora, note la notificación avisando que mi madre había llegado.
—Llego mi madre— le informe a Jhon. Él se levantó de su sofá, y tomo mi silla para ayudarme a salir. Saludé a todos mientras el empujaba las ruedas.
—Hola— saludé a mi madre apenada por mi situación cuando llegamos. Ella casi se lanzo arriba mío.
—¿Estás bien? ¿Qué le paso a mi hermosa?— asustada, confusa y muchas emociones eran las que podrían describir a mi madre.
—Solo... Me caí, no sé.
—Oh, que mal. Aquí traje tu bota. Según la vendedora, hay que colocarla así y...— y empezó a enseñarme como ponerme la maldita bota ortopedica.
—Gracias— dije luego de extender mis brazos pidiendo la ayuda de mi madre para levantarme.
—Uohh— empecé, tambaleando. Mis pies eran inestables, hacía lo que podía.
—Ven, te ayudo— se ofreció ella. Me tomo en un abrazo de costado y empezó a mover su pie, fingiendo como tenía que hacerlo yo.
—Es más fácil si lo haces sin bota, claro— dije, luego de que ella demostrará facilidad al caminar de esa exótica manera.
—Talón, planta. Talón, planta. Memoriza— repitió mi mamá.
Empecé a hacer lo que ella indicaba. La práctica sirvió.
No duró mucho en irse.
Y Jhon no duró mucho en aparecer.
—La nueva moda: Botas ortopedicas— bromeó viéndome.
—Quisiera-— seguí.
—Eres popular, podrás imponer— agregó.
—La mejor influencer del mundo— con una sonrisa más animada chistié.
Jhon era de los únicos que podían sacarme de la realidad para no sufrir en ocasiones múltiples. Era como una salida de emergencia de la vida.
_Ahora, acompáñame hasta mi piso. No quiero caerme al suelo en el camino y no tener ayuda— pedí, o más bien ordené.
Él no hizo queja alguna, solo me dió un abrazo de costado para ayudarme.
Yo repetía la canción que había inventado mi madre en mi cabeza.
Talón, planta. Talón, planta.
Y así sucesivamente.
Al llegar a mi piso, Jhon me acompaño. Era como un chicle que no se quería despegar de mi zapato, pero yo agradecía eso.
No me dejaba sola ni un segundo
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Nota de autora: *PROCEDE A GRITAR EN RATITA*.
¿QUÉ?
OSEA, ¿QUÉ?
Ahora es el momento en el que se @ en los comentarios para guardar el momento.
Primer beso.
Primer beso.
PRIMER BESO.
Creo que me vuelvo más loca yo que uds.
Estuve planeando esto desde hace mucho... Cómo desde el capítulo 5 me imaginaba esta escena y no cambie nada. Solo agregué algunas tramas que antes no.
Pero de eso no se habla.
Se habla de la emoción.
¡AHH!
¡BESITOS ANSIOSOS!,
Ratita 🐀🐭
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