𝘗 𝘳 𝘰 𝘭 𝘰 𝘨 𝘶 𝘦
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CIERRO LA ÚLTIMA MALETA y me dejo caer en el frío piso de mi habitación. No suelo embajonarme así, no tan seguido. Me llevo ambas manos a la cabeza, echándome hacia atrás los molestos mechones de pelo que siempre salen de manera traicionera.
Un ronroneo y sueva caricia a mi costado hace que saque una media sonrisa.
—Odio verte en este estado, Sali. —Una cálida mano se posa en mi hombro a la misma vez, que siento como una figura masculina se posiciona junto a mi en el suelo.
—No comprendo porqué nos vamos, Diaval. Sé que madre no me cuenta la gran mayoría de las cosas pero... Esto no me está gustando ni un solo pelo. —Farfullo, apretando los labios en acto de frustración.
Un suspiro sale de los finos labios de Diaval, antes de apretar con delicadeza donde su mano reposa.
—No deberías preocuparte por eso ahora mismo... Por cierto—Siento como la calidez que desprendía su cuerpo desaparece a medida que el se aleja de mi, volviendo a la oscuridad de la habitación.
Tras un minuto, un gato con pelaje negro sale de las profundidades de la negrura.
Sé lo que quiere decir, sé lo que quiere.
Paso la palma de mi mano por la cara, seguidamente me alzo para coger mis dos maletas y mochila de mano. Puedo con ellas gracias a que están encantadas, por supuesto, encantadas por Andromeda Anderson en un intento de que su hija, no se disloque o termine herida antes de irnos.
Diaval viene corriendo hasta mis pies, donde se impulsa con sus ágiles patas para trepar hasta recaer en mi hombro izquierdo.
Le doy un último vistazo a mi cuarto, antes de salir por la puerta.
<<❝ Espero que seas algo confortable, Forks❞>>
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