3 | Santuario | Final
Llevaban varios días en su burbuja de amor y solo salían a buscar provisiones.
Se acercaba el celo de Jimin y ellos querían estar preparados, ya que ninguno de los dos había transitado el celo de un omega que no fuera el propio. Jungkook no sabía si estaría a la altura para sustituir las funciones de un alfa. Aunque su corazón le decía que hacía lo correcto, su lobo interior dudaba, igual que él, pero el amor que sentía era abrumador y eso lo impulsaba a enfrentar este momento con la mejor actitud.
Allá afuera, ambos podían sentir la psicótica presencia del alfa, siempre cerca, siempre pisándoles las sombras. Y por supuesto que los efluvios del celo del omega lo alertaron y lo pusieron como loco.
Intuyeron que nada bueno podía pasar si Jimin entraba en celo estando el alfa tan cerca, entonces tomaron la decisión más sabia. Con la complicidad que otorga la noche, prepararon una maleta con lo básico, emprendieron viaje hacia las montañas, y se refugiaron en el interior de un bosque lejano en una hermosa y cálida cabaña, propiedad de los padres de Jungkook.
Se encerraron en el nido de amor y pasaron los tres días más intensos de sus vidas. El celo del omega fue deliciosamente endiablado ¡Tanta lujuria encerrada en ese pequeño cuerpo!
Jungkook se sintió pleno y feroz dándole placer infinito a su omega de chocolate que transitó un celo demandante y brutalmente sexi que lo consumió en las llamas del infierno como un ángel del pecado, insaciable, voraz.
JK lo comió, lo saboreó y colmó su vientre de placer tanto como pudo. El celo pasó y se sentían plenos y más unidos que nunca.
No hubo marca que generara un vínculo, no hubo lazo, nunca habría un lazo que los uniera y eso era demasiado triste, pero formaba parte de la elección de ambos de permanecer juntos.
Y lo aceptaron, sus lobos también.
Taeyang llegó la mañana del primer día a buscar a Jimin, con insanas intenciones de someterlo a la fuerza, pero se encontró con el departamento vacío donde los olores de su omega en celo aún estaban presentes y se volvió loco. Se quedó agazapado durante los días que los omegas estuvieron fuera y fue en ese momento que al alfa le llegó como un balde agua fría, la convicción de que Jungkook era más que el «amigo» omega de Jimin. ¡Y creyó que se le reventarían los sesos del odio! Mataría a ese maldito con sus propias garras.
Sintió repulsión por lo que Jimin hacía con otro omega.
«Inmundos» —pensó su cabeza loca.
Entró en un espiral de ira difícil de comprender en personas «normales» pero él no lo era, Taeyang era un violento que nunca había aceptado que su relación con Jimin había llegado a su fin y necesitaba descargar esa furia con alguien. Con eso en mente, se quedó a esperar...
Los omegas emprendieron el retorno, de camino, Jimin dejó a Jungkook en su hogar y él regresó a su departamento a retomar las rutinas diarias.
JK se dio un baño reparador, buscó una muda de ropa limpia y partió en busca de su omega para ir a almorzar antes de entrar a sus clases.
Al llegar al edificio de su chico, desde el palier, su lobo le alertó que algo malo pasaba, podía sentir desde allí las feromonas amargas del alfa innombrable. El trayecto en ascensor fue una tortura y la peor de sus pesadillas se manifestó frente a sus ojos, la puerta de entrada del departamento de Jimin estaba destrozada y prácticamente arrancada de cuajo, sintió que el corazón se le saldría por la boca, entró corriendo y a los gritos.
—¡Jimin!... ¡JIMIN!
No estaba por ningún lado, se desesperó, entró al baño y en un mar de sangre lo encontró boca abajo y malherido.
—Jimin, amor…
Lo sostuvo entre sus brazos y Jimin suspiró, entonces él también pudo respirar… Jimin estaba vivo.
Llamó a la emergencia, después a sus amigos porque necesitaba ayuda y contención. Estaba asustado como un niño, no se atrevía a comprobar si su peor pesadilla se había hecho realidad, sus manos temblaron como hojas cuando tomó coraje para revisar el cuello ensangrentado de Jimin para ver si el maldito alfa lo había marcado...
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Jimin ingresó al hospital con múltiples heridas producto de la brutal paliza que Taeyang le propinó sin piedad alguna. El ataque lo dejó al borde de la muerte y con un terror inhumano aferrado a sus huesos.
Jungkook se enfrentó a los momentos más angustiantes de su vida hasta que el cuerpo médico que atendía a su omega, le aseguró que Jimin había sido estabilizado, que se encontraba fuera de peligro y que él podía quedarse a su lado a pasar la noche.
Eso hizo. Fueron muchas horas de angustia a la espera de que Jimin reaccionara, pero se quedó pacientemente su lado, tomándole la mano, susurrando canciones de amor. Él tragó sus lágrimas para no transmitirle tristeza y esperó.
Lo primero que Jimin hizo al recobrar el conocimiento fue tocar su cuello para verificar si la bestia además de reventarlo a golpes, lo había marcado.
Lloró, dirigió sus ojos hacia Jungkook a su lado que lo miraba con amor y acariciaba sus manos, él también lloraba. Jimin respiró por tres vidas juntas cuando no encontró lesión de dientes en su hermosa garganta.
—Jungkook, Taeyang me atacó.
—Lo sé, mi amor, el muy cobarde huyó, pero lo encontraremos.
—No pudo marcarme… me defendí como pude. Pensé que lo había logrado.
—No tienes marcas, nene. Estás limpio, aún eres mío —sonrió triste.
—Jungkook, perdóname. No tendrías que haber pasado por esto.
—Jimin… ¿Qué dices? Tú no tienes culpa de nada. El animal es Taeyang.
La puerta se abrió e ingresaron los padres de Jimin y Jungkook se retiró para que estuvieran solos. Se reunió con Namjoon y Hoseok que lo esperaban afuera y le contó a sus amigos, punto por punto todo lo que él y Jimin habían vivido desde hacía meses, les confesó su enamoramiento por otro omega. Sintió mucha pena por sí mismo al admitir cuán indigno y no merecedor del amor de Jimin se sentía, en su mente, si él fuera un alfa, este ataque se hubiera evitado. Sus amigos debieron hacerle entender que esto no era su culpa y le pronunciaron la misma frase que él mismo acababa de decirle a Jimin... «el animal es Taeyang»
Jimin fue dado de alta diez días después del ataque. Jungkook, quién estuvo a su lado cuidándolo y mimándolo en todo el proceso de curación, no pudo buscarlo en el hospital para llevarlo a su nuevo hogar.
Sí, nuevo hogar, porque Jimin tiene un lugar nuevo y libre de recuerdos horrorosos, él no regresaría al sitio donde había recibido la peor de las violencias. Su madre le había rentado una bonita casa en una zona privada y con seguridad veinticuatro horas.
Se instaló y esperó a que su novio llegara para desayunar juntos.
Pero Jungkook no llegó.
No llegó para el desayuno ni para el almuerzo ni para nada más.
Él sencillamente no regresó a los brazos del omega que lo esperaba con el corazón hecho un nudo.
No contestaba sus mensajes ni sus llamadas.
¿Qué mierda pasó?
Jimin no lograba entender hasta que encontró una carta entre sus pertenencias traídas del hospital.
Por su olor, supo que era de su omega antes de siquiera desdoblar el papel.
Tembló de antemano.
Jungkook en la carta le pedía perdón por no poder estar allí con él en su nuevo hogar e intentaba con una explicación incongruente, que Jimin entendiera que su partida era lo mejor para ambos.
“Jimin, amor de mi vida. Si estás leyendo esto es porque finalmente me decidí. No regresaré a ti.
Por favor, Jimin, sé feliz, esto que hago es por amor. Porque nunca he amado a nadie como te amo a ti.
Pero yo no soy suficiente.
Tú te mereces un alfa que te ame y te haga feliz. Alguien que pueda protegerte. Con quién puedas tener un lazo y que te dé cachorros. Yo no soy esa persona. Nunca lo seré. Conmigo nunca podrás lucir una marca en tu cuello y siempre viviremos con terror de que otro imbécil te marque a ti o a mí. Y eso, créeme, Jimin, sería el peor de los infiernos. Llámame cobarde, pero elijo que seas feliz, que busques tu camino al lado de tu lobo destinado.
Te amo. Te amo. Te amo.
Hoy, mañana, siempre. Nunca lo olvides”
—Cobarde —sollozó, Jimin.
—¡COBARDE! —gritó, gruñó, lloró y sintió como se rompía en pedazos.
—¡Maldito cobarde! Me dejaste solo.
Lloró toda la noche pero bloqueó a su lobo blanco para no entristecerlo.
Revisó su teléfono cien mil veces por minuto pero Jungkook nunca más se comunicó, él, literalmente, había desaparecido del mapa.
Jimin pasó la primera semana tratando de buscar estímulos para seguir adelante pero lo extrañaba demasiado y respirar se había vuelto un suplicio, se recluyó en su casa y toda su vida se detuvo, solo era capaz de extrañar, de llorar y no podía parar de sentirse miserable.
Había entregado su corazón a Jungkook y él se lo había devuelto en pedazos.
Una noche recibió una llamada de un teléfono desconocido y contestó sin pensar demasiado, era una llamada desde Japón del padre de Jungkook. Él sonaba triste y preocupado.
—Jimin, ¿Cómo estás?
—Muriendo, pero aún respiro.
—Te comprendo, hijo.
—¿Por qué me llamas?
—Porque Jungkook también está mal. Sé dónde está. Sí tú aún lo amas, te diré dónde buscarlo.
Jimin voló inmediatamente y arribó a Tokio con las primeras luces del alba.
Los padres de Jungkook lo buscaron en el aeropuerto y el abrazo de tres fue estremecedor. Sus padres estaban muy preocupados por su hijo porque la última comunicación que habían tenido, ellos pudieron detectar que Jungkook estaba mal, sufriendo por este exilio autoimpuesto. Sabían que su hijo solamente necesitaba a alguien, a Jimin. Por eso no dudaron en revelarle el sitio exacto a donde Jungkook se había recluido.
Tras darle las instrucciones precisas de cómo llegar, le rentaron una camioneta y él partió, en el acto, a las montañas.
Recorrió palmo a palmo toda la zona pero no encontraba el pueblo marcado en el mapa. Llegó la noche y con ella el cansancio acumulado del vuelo y del viaje hasta allí, él necesitaba descansar pero allí no había ni casas, ni hotel, ni nada de nada.
Estaba en medio de la nada y aunque sintió miedo, se detuvo al costado del camino, reclinó el asiento, cerró solo un ojo creyendo que así se mantendria alerta, pero fue imposible y se durmió profundamente. Despertó con aullidos de lobos alrededor de su coche y se asustó de muerte.
Uno de ellos dejó salir sus efluvios para demostrarle que era una omega y que entre omegas no se corren riesgos ni peligros.
Jimin bajó del auto y los lobos le exigieron que cambiara de forma.
Su lobo blanco se exteriorizó y sus omegaferomonas se hicieron presentes.
La omega frente a él lamió su hocico y se deleitó con el chocolate blanco.
—Delicia —dijo la loba. —¿Quién eres y qué haces aquí?
—Me llamo Jimin. Busco a mi novio. Sus padres me dijeron que creen que está por esta zona. No soy peligroso, ni daré problemas. Ya me hubiera ido se hubiera encontrado el santuario “Liberum Sango”.
Pero me perdí. No sé dónde estoy.
—Aquí no hay alfas, Jimin, tu novio no está por esta zona.
—¿Alfa?
—Sí. Eres omega. No encontrarás a tu Alfa por aquí.
—Oh. No, no, es que…
Se sintió un idiota por haber dicho que buscaba a su novio. Con justa razón los extraños pensarían que él buscaba a su alfa, porque en la «normalidad» de la maldita sociedad donde vivía, si él era omega, su novio tenía que ser un alfa. No podía volver sus pasos atrás y exponerse al odio de razas, porque desconocía quiénes eran estas personas ni cómo reaccionarían si descubrieran que él amaba a otro omega.
—Mi puta suerte —siseó y cuando se disponía a retirarse con el rabo entre las patas, a su hocico le llegó un aroma conocido y amado.
—Sakura… —gimió.
Giró y un majestuoso lobo negro se acercaba a él a pasos lentos.
—¿Jungkook? ¿Eres tú, mi amor?
Por toda respuesta el lobo negro se acercó a él y bramó un escalofriante aullido de dolor.
Pero después movió su cola y se arrojó a lamerlo y a darle besos de perro en su trufa rosada*.
Cambiaron de forma y Jimin se colgó del cuello de su amor y lloró sin consuelo.
—Mi amor, mi amor… por fin te encuentro.
La manada entendió lo que pasaba y de a uno emprendieron retirada.
Ellos ingresaron al auto y cubrieron sus cuerpos con mantas.
—¿Qué haces aquí, Jimin?
—¿Qué parece que hago? ¡Vine por ti! —gritó en un sollozo de enojo.
Jungkook lo atrajo hacia él y lo abrazó.
—Shh. No llores, nene.
—No puedo vivir sin ti, Jungkook, no quiero hacerlo. Así que, si me dices que regrese solo, daré por hecho que tú no me quieres y …
—Te amo —corrigió
—¿Qué?
—Que dejes de decir que te quiero, yo te amo, Jimin.
—Me amas pero me dejaste solo, Jungkook. Me dejaste malditamente solo. Con todo esto que siento en mi alma y mi corazón.
—Sabía que sería difícil pero tú mereces que un alfa te…
—¡Basta de decir eso! ¿Por qué crees que tienes derecho a decidir por mí? ¿Yo necesito un alfa? ¿En serio, Jungkook?
—Jimin, ¡Ya hablamos de esto! No podría soportar que alguien te marcara. Preferiría morir antes.
—Y decidiste por los dos. ¿Decidiste que romper mi corazón sería un mal menor?
Jungkook negaba con su cabeza gacha.
—Tal vez eres tú quien necesita un alfa que lo marque y preferiste huir de mí...
—¿Qué? No, no, mi amor, lo hice para que te olvidaras de mí.
—Pues ¡Mira cómo no lo hice! Y te tengo otra noticia, ¡No lo haré! Porque yo, Jungkook, te amo con toda el alma y te elijo por sobre todas las pruebas que esta mierda de vida me ponga.
Lloraba y las palabras le salían en media lengua.
—Así que prepara tus maletas y te regresas conmigo en este preciso momento —demandó.
—No, Jimin —suspiró— No lo haré.
—¿Por qué?
—Porque es donde quiero vivir por el resto de mis días.
Y si hasta aquí, Jimin se había mantenido fuerte, esas últimas palabras lo derribaron por completo. Tapó su boca con el revés de su mano y ahogó un grito de dolor.
Manoteó la manija de la puerta del auto para salir huyendo, necesitaba salir, correr, no era capaz de aceptar que Jungkook, una vez más, eligiera estar sin él. Le dolió el alma y su delicioso olor dulce se volvió oscuro, amargo.
—Jimin, espera. No llores.
—Me iré. Baja del auto, Jungkook.
Encendió el motor y volvió a pedirle que se bajara.
—Estás desnudo. Yo también, no puedo irme así.
—Vuelve a hacerte "perrito" —Hizo comillas con los dedos— y sal de mi vista, Jungkook, házmelo fácil y deja de romperme, por favor.
—No. No quiero hacer eso. Quiero que me escuches.
Jimin hipaba sin lágrimas ya. Parecía que a su cuerpo se le había acabado la capacidad de humedecer su dolor.
Jungkook acarició su rostro perfecto con ternura y se acercó a oler su cuello.
—No hagas eso…
Jimin lo retiró poniendo una mano en el pecho de Jungkook.
—Jimin, me dolió que hayas dicho que yo te dejé porque necesitaba un Alfa que me marcara. Siempre pensé que te hacía un bien liberándote de mí —Jimin negaba con su cabeza— Perdón por lastimarte. En el tiempo que estuviste internado mis amigos encontraron información sobre este sitio donde me encuentro en este momento. Este es un refugio omega. Un santuario solo para nuestra casta.
Los ojos de Jimin no cabían en su cara.
—Aquí solo hay omegas y la presencia de alfas está absolutamente prohibida. Tomé la decisión de venir porque sé perfectamente que nunca voy a querer ni a necesitar un alfa cerca mío. Porque te amo, porque soy un omega que ama a otro omega y así será hasta el fin de mis días.
—¿Y me abandonaste sabiendo que existe este lugar que sería perfecto para nosotros? Creo que ahora me siento peor.
—Creí que te merecías una vida normal, una que yo no podía darte. Si me iba, tendrías la oportunidad de ser normal.
—Decidiste por mí… —Sintió que su garganta se desgarraría de dolor.
—Perdón, perdón mi amor.
—Me iré ahora...
Jungkook se acercó a su boca y como aquel primer encuentro que ellos tuvieron en el mirador del monte Nansam, solo rozó los labios de la hermosa criatura rubia que le ha quitado el sueño desde que los probó.
—Te amo —dijo sin separarse un centímetro de sus labios —dame otra oportunidad, Jimin. Quédate conmigo.
Jimin no respondía pero se dejaba mimar por la boca de su amor.
—Perdóname. No te vayas.
El silencio se hacia cada vez más profundo.
—Dime algo, por favor, no me odies. No te vayas.
Por toda respuesta recibió la tibia lengua de Jimin recorriendo la comisura de su boca y se dejó besar lento.
Jimin seguía sin responder pero sabía que Jungkook era dueño de su alma y su alma ya había decidido por él y por su lobo.
—Sé que vivir aquí implica sacrificios pero será menos dificil si estamos juntos. ¿Qué dices?
Jimin asentía tímido.
—Si te quedas, deberás renunciar a todo lo que conoces. Trabajo, familia, amigos…
—Mírame Jungkook —lo interrumpió rompiendo su silencio autoimpuesto— ¿Realmente me amas?
—Sí, te amo.
—Quiero que me mires cuando me digas que lo que tuvimos no fue solo de mi parte. Porque te juro que me siento traicionado...
—¡No! No, jamás te traicioné. Me equivoqué. Lo siento, por favor, no te vayas.
Jungkook acarició el rostro de su hombre y levantó su mentón esperando la respuesta que no llegaba.
—¿No dirás nada?
—Sí, te diré que no me iré. Me quedaré contigo, porque te elijo y porque te amo.
El llanto contenido por tantos días de separación abarcó el pecho de Jungkook y lloró sobre la boca que ama.
—Te amo, mi omega de chocolate.
—Te amo, sakura.
Jimin regresó a Seúl a buscar sus pertenencias y a despedirse de amigos y familia, pero no lo hizo solo, Jungkook y tres de los omegas más poderosos del santuario Liberum Sango, viajaron con él para escoltar y protegerlo hasta el regreso al refugio.
Habían encontrado el sitio donde vivir su amor sin miedos y sin culpas. Sin miradas acusadoras ni dedos que señalen.
Tal vez la sociedad aún no estaba lista para comprender que no todas las personas aman por igual pero ellos eran el reflejo vivo de que al momento de entregar su corazón al otro, no importaba la raza, ni el género, ni la casta.
Porque amor es amor.
Y es lo único que vence odios y derriba muros.
Un año después de aquel primer beso, Jimin y Jungkook se unieron en cuerpo y alma y celebraron su vínculo en una íntima ceremonia, un sábado de enero, claro y sin luna.
Fin
Un cuento de caracola.
Escrito el 15 de mayo de 2024.
Publicado el 17, mismo mes, mismo año.
¡Hola!! Escribí este three shot en unos pocos día y quise subirlo cuanto antes.
Casi cercanos al mes del orgullo gay me complace hacerles llegar este escrito que para mí es un manifiesto de lo que muchas veces transitamos quiénes decidimos amar a alguien del mismo género. No todo es fácil pero tampoco imposible y estoy segura que el amor vence al odio.
Amor es amor. Siempre.
🏳️🌈🏳️🌈🏳️🌈
Espero que les guste 💜
🌸 I purple U 🌸
Lola/ Caracola
Glosario
Libera Sango: Sangre libre en esperanto.
Trufa: es la nariz de un perro.
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