Capítulo 1
Una simple palabra hizo que su mundo se viniera abajo.
"Perdón"
Sasuke no podía creerlo. Miró fijamente a la Uzumaki; buscando alguna señal en que eso debía ser alguna especie de maldita broma, pero no. La cara de Karin estaba claramente destrozada y con pocas lagrimas saliendo de sus ojos.
No.
No podía ser cierto.
—Dime que estás mintiendo, Karin.
—No te estoy mintiendo. Nunca sería capaz de mentir en algo como esto. De verdad lo siento Sasuke, pero Sakura no logró resistir el parto.
Apretó su puño con fuerza y su mirada escarlata hizo temblar a la pelirroja. Cuando menos se lo esperaba, Sasuke la había tomado de la garganta y estampado contra la pared de la guarida.
—¡¡No quieras jugar conmigo Karin!! ¡¡Sakura no puede estar muerta!! ¿¡Quieres burlarte de mi!?
—S-Sasuke, por favor b-bájame. No te estoy mintiendo. E-Ella de verdad se fue. Intente hacer todo lo posible para mantenerla viva pero...
Sasuke la soltó y retrocedió con su mano en su cabeza. La ira se estaba mezclando con la desesperación. Intentando descargar su angustia y enojo, golpeó la pared con fuerza; provocando un agujero y que sus nudillos sangraran. Se quedó viendo por unos segundos el agujero que hizo y luego se puso serio. Se irguió mientras apretaba la mandíbula.
—Llévame con ella.
Karin solo asintió y comenzó a caminar, aun sobándose el cuello. Sasuke la siguió con paso lento. No quería llegar. No estaba preparado mentalmente para lo que vería. No tardó ni 2 minutos en llegar a donde su esposa había dado a luz. Karin abrió la puerta y se adentró; en cambio, Sasuke se quedó en la entrada con la mirada baja. Luego de unos minutos, tomó fuerza y elevó su mirada.
Justo en frente suyo, tapada con sabanas blancas y algunas teñidas de rojo, estaba su esposa.
Muerta.
Sus piernas perdieron fuerza de inmediato. Comenzó a hiperventilar mientras la observaba. Comenzó a caminar de forma lenta hacia ella. Cuando la tuvo en frente, fue imposible no rendirse. Cayó de rodillas mientras sus lagrimas comenzaban a salir lentamente.
Su querida esposa, su linda flor de cerezo, se había ido.
Su vida se había ido.
Su cabello estaba despeinado, sus ojos tenían ojeras por estar luchando durante toda la noche, sus labios estaban resecos y su piel estaba pálida y helada. Pero a pesar de eso, seguía siendo hermosa. Siempre lo fue.
Tomó la mano de su amada y se quebró más al sentirla como un hielo. Le apretó la mano, teniendo la más mínima esperanza de que ella corresponda el apretón, pero nada. No podía decir nada. Se había quedado mudo.
Entonces, de la nada, un gran llanto se escuchó por toda la sala. Ahí Sasuke se centró en la realidad. La muerte de su esposa lo había golpeado tan fuerte que olvidó por un momento a su hija.
Aunque en realidad, no sabía si sería capaz de verla.
—Sasuke... ¿no quieres... ver a tu hija?— Dijo Karin, quien estaba al lado de un sofá con un bulto cubierto por mantas moradas.
El Uchiha no respondió. No sabía si podría hacerlo.
—Tonto Sasuke-kun. Es nuestra hija. Si no la quieres ver juro que reviviré solo para golpearte, ¡shannaro!
Sus ojos se llenaron de esperanza al escuchar la voz de su amada, pero al voltearla a ver, seguía exactamente igual. ¿Qué había sido eso? Podía jurar que esa fue la voz de su esposa insultándolo por no querer ver a su hija.
Su hija.
Su hija con Sakura.
Era un idiota al no querer verla.
Se volteó a ver a Karin y se acercó de inmediato. Observó fijamente el bulto que se movía ligeramente. Se mantuvo quieto por unos momentos, tomó aire, y luego se acercó para verla.
Su sorpresa no pasó desapercibida por Karin. Su ojo azabache estaba dilatado y nuevas lagrimas comenzaban a formarse. Extendió su único brazo hacia la bebé que tenía en frente y la sostuvo con sumo cuidado. La pequeña, ante el toque suave de su padre, abrió uno de sus ojos con pesadez.
Ese pequeño ser era la copia de su amada esposa.
Sus pocos cabellos rosáceos, su piel suave y blanquecina, y el toque final; unos ojos jade brillantes y hermosos.
No pudo no abrazarla mientras que, nuevamente, las lagrimas comenzaban a bajar.
Era el legado vivo de su madre. Era lo único que le quedaba de su esposa. Cuidaría ese ser como si de su vida se tratara. La bebé, sintiendo la tristeza y el pesar de su padre, le tocó una de sus mejillas con su manita. Sasuke se separó un poco de ella y la miró sorprendido. Ella solo comenzó a reír.
Su sonrisa era igual a la de Sakura.
Desde el momento en que vio esa sonrisa, Sasuke supo que se volvería su nuevo rayo de luz.
—Gracias... por haber nacido.— Susurró mientras la volvía a abrazar.
Karin estaba con una cara de felicidad y al mismo tiempo de tristeza. Estaba feliz por Sasuke, quien al parecer acababa de conocer a su nueva razón de vida. Pero la muerte de Sakura siempre estaría presente y más en ella. Karin se reclamaría toda su vida por no haber podido salvar a Sakura.
—Karin... gracias por ayudar a mi hija a nacer. De verdad, muchas gracias.
—No hay por qué agradecer. Le debía mucho a Sakura... y aun así no pude...— Murmuró con tristeza y algo de ira.
—No te culpes, Karin. Hiciste lo que pudiste.— Fue todo lo que dijo.
Seguidamente, depositó a su hija en el sofá. Volteó a ver a Sakura y sabía lo que tenía que hacer. Le dolería, y mucho, pero debía hacerlo.
—Karin, cuida de mi hija un momento. Volveré pronto.— La pelirroja no dijo nada, solo asintió en silencio mientras se acercaba a la bebé para cargarla.
El Uchiha se acercó a su esposa y la cargó como pudo con su único brazo. Luego, ahí mismo abrió un portal con su rinnegan. Al otro lado había una peñasco que daba vista al mar y, para ese tiempo, el amanecer. Lo observó por unos momentos, recordando todos los momentos vividos con su esposa; siendo imposible que no vuelva a derramar un par de lagrimas.
Pero debía ser fuerte. Debía serlo por su hija.
Bajó su vista y observó la lapida con un nombre tan conocido, tan odiado en el pasado, pero tan amado luego de la verdad.
"Itachi Uchiha"
No había mejor lugar que ese. Y con toda su fuerza, Sasuke cavó la tumba de su esposa. No tenía con que, por lo que lo hizo con su única mano. Pero su esposa valía ese sacrificio y más, por lo que no se quejó. Cuando ya tenía el agujero hecho, tomó el cuerpo de Sakura y lo depositó con cuidado. La miró por unos momentos; despidiéndose en silencio de ella. Sería la última vez que vería su hermoso rostro en persona. Pero no importaba cuanto tiempo la veía, simplemente no podía alejarse de ella.
Luego de verla por unos 10 minutos, Sasuke finalmente retrocedió y comenzó a echarle tierra. Rellenó el agujero, más no había nada que rellenara el que ella le dejó; porque su hija tenía su propio lugar.
Ahora debía buscar roca para su lapida.
A lo lejos divisó una gran roca, la cual le serviría mucho. Tomó su katana y corrió hacia la roca; cortándola en varios pedazos cuadrangulares. Tomó el que tenía el corte más perfecto y volvió a donde enterró a su esposa y hermano. Con un kunai talló el nombre de Sakura y una flor de cerezo junto al símbolo Uchiha.
No tenía planeado hacer los dibujos, pero algo en su interior lo obligó a hacerlo.
—Hermano, te encargo a Sakura. Sé que nunca la conociste bien, pero te aseguro que te caería de maravilla. Llévala al paraíso contigo.
Ubicó con cuidado la lapida, le dio un último vistazo, y luego se fue por uno de sus portales. Todo siendo observado por dos pares de ojos.
Itachi Uchiha miró tristemente a su hermano. El dolor que estaba sintiendo lo podía sentir él mismo. Volteó su cabeza y sonrió levemente al ver a la pelirrosa a su lado. Esta estaba con lagrimas en sus ojos al ver a su esposo irse.
Ninguno dijo palabra alguna. Solo se observaron mutuamente. Itachi sonrió y un remolino de plumas negras comenzó a envolverlo. Cuando terminó, Itachi ya no estaba. Sakura miró lo ocurrido y luego sonrió de igual forma. Acarició los dibujos de su lapida y luego miró el lugar por el cual Sasuke se había ido.
—Hasta pronto, Sasuke-kun.
Seguidamente, comenzó a desaparecer entre una tormenta de pétalos de cerezo.
—Gracias por cuidar de ella, Karin.— Agradeció Sasuke mientras cargaba a su pequeña en la entrada de la guarida.
No podía estar más tiempo en ese lugar. Aparte de ser una de las guaridas de Orochimaru, debía volver a Konoha rápido. Tenía que avisarle a todos los amigos de Sakura su fallecimiento. Aparte de que, debía establecerse en Konoha. No podía estar de viaje con su hija. Era muy peligroso. Así que tendría que olvidarse de Kaguya y de su clan. Su hija era primero.
—No tienes que agradecerme, Sasuke-kun. Ahora, toma este pergamino. Sé que no será sencillo para ti cuidar de una bebé solo, así que en ese pergamino te escribí todo lo que debería comer la bebé en sus primeros meses y el como debes tratarla.— Le colocó el pergamino en su mano.
—No sabía que sabías tanto sobre los bebes.
—Sí, bueno... no lo sabes, pero es porque soy madre.
El Uchiha se quedó shockeado ante esa información.
—¿En serio?
—Sí, desde hace 3 meses. Tengo mellizos.
—Ya veo. Felicidades.— No preguntó por el padre por dos razones: no le importaba saber y ya tenía el presentimiento de quien podía ser.
—Suerte cuidando a... Oh, ¿Cómo se llama tu hija?
Se quedó pensando por unos momentos, pero Sasuke le respondió.
—Sakura. Sakura Uchiha.
—Es un buen nombre.— Sonrió con felicidad y algo de tristeza al mismo tiempo. Entonces, recordó algo.— ¡Cierto! Espera, Sasuke-kun, tengo que darte algo.
Karin se fue corriendo al interior de la guarida y, al cabo de unos minutos, regresó con una carta y dos pulseras. Sasuke se petrificó al reconocer las pulseras. Eran de su esposa.
—En sus últimos momentos, Sakura me dijo que te diera esto. Te juro que no he leído la carta.
Sasuke no sabía como agarrar la carta y las pulseras. Tenía a su hija en su único brazo y el pergamino en la mano. Ahora, al llegar a Konoha, estaba decidido en pedir la prótesis para su brazo. Por mientras, debía arreglárselas y se le ocurrió una idea de donde llevarlo.
—Dáselo a mi bebé.
—¿Eh?
—Que lo coloques en sus brazos.
—¡Sasuke-kun! Los bebes comen todo lo que tengan en mano. Puede ser peligroso.
—Yo sé lo que hago. Ponlo ahí.
Karin dudó por unos instantes, pero, al final, depositó las pulseras y la carta en los bracitos de la bebé. La pequeña al sentir algo consigo, abrió un poco sus ojos y lo observó; analizándola por unos segundos. Luego, abrazó una de las pulseras y volvió a cerrar sus ojos. Sasuke sonrió por unos momentos.
—Ya me voy.
—Suerte.
Si decir más, Sasuke se dio la vuelta y comenzó a alejarse. El viaje sería duro, pues estaba lejos de Konoha. Duraría por lo menos 2 días en llegar a paso lento, y no sabría cuanto tiempo tardaría su hija en despertarse y comenzar a necesitar comida o algo por el estilo. Porque no estaba seguro de si su hija ha comido algo. No sabía mucho de bebes, pero si sabía que solían comer leche materna luego de nacer. Y si su hija tenía hambre, ¿Qué diablos le daría? ¿De donde sacaría leche materna? Sasuke supuso que se centraría en eso cuando le diera hambre.
Y le dio 30 minutos después de partir.
—¡Waaaaaa!
Su hija comenzó a llorar con una gran fuerza. Las lagrimas bajaban por sus mejillas de forma continua y sus ojos estaban vidriosos. A Sasuke no le gustó esa vista, en lo absoluto. Ahora no sabía que diablos hacer. Estaba en un bosque. Lo único que tenía al rededor eran árboles, árboles y más árboles. Se recostó en un árbol grande y colocó a su hija entre sus piernas por sobre su capa. Debía ver el pergamino que le dio Karin, estaba seguro que lo ayudaría.
Al abrirlo se dio cuenta que era enorme, pero para su suerte, justo en el principio decía que debía hacer por si le daba hambre. Decía que tenía que darle leche en polvo diluida en agua. Que debía estar a la temperatura adecuada; ni muy caliente, ni muy frío.
Perfecto. Debía encontrar leche en polvo, agua purificada y una forma de calentar de forma perfecta la leche.
Excelente.
Perfecto.
Maldita suerte de mierda.
¿De donde diablos sacaría todo eso? Y el llanto de su hija no lo ayudaba a pensar, más bien lo estaba poniendo nervioso. Intentaba calmarla de alguna manera, pero simplemente no podía. Su hija tenía mucha hambre. Intentó arrullarla, pero eso no la calmó. La bebé estaba desesperada por comer algo. Y lastimosamente, la persona que debía darle su primera comida, no estaba con ellos.
—Por favor... no llores, Sakura.
El Uchiha estaba entrando en desesperación. Su hija se estaba muriendo de hambre y él no podía hacer nada para ayudarla. En esos momentos, deseaba con todas sus fuerzas de que Sakura estuviera ahí. Estaba seguro de que ella controlaría la situación en segundos. Ella calmaría a su hija con solo tomarla en brazos. Ella sería capaz de alimentarla. Ella... ella sería mejor estando ahí envés de él.
De la nada, su hija dejó de llorar. Eso hizo que Sasuke se aliviara y se sorprendiera. La observó fijamente buscando la razón por la cual dejó de llorar y se dio cuenta que lo estaba viendo. Sus ojos verdes se mostraban confundidos. Estiró su pequeña manita intentando llegar a la cara de su padre. Sasuke no sabía que le pasaba, hasta que vio una gota caer en la mano de su hija. Pequeñas gotas de agua salada bajaban lentamente por sus mejillas.
Estaba llorando.
El recuerdo de Sakura todavía estaba muy presente y era reciente. Al recordarla, de forma involuntaria comenzó a llorar.
Su hija había dejado de llorar al sentir lo estresado y triste que se encontraba su padre. Su hambre desapareció por unos momentos, pero volvió a surgir pasados los segundos. Sasuke se limpió las lagrimas y comenzó a pensar en alguna forma de hacer que su hija comiera algo.
—¿Pero que escuchan mis oídos? ¿Es acaso un pequeño bebé llorando?
Sasuke se sobresaltó y se puso en posición de defensa ante la tan repentina voz. Ni siquiera había notado cuando se habían acercado a él. El tema de su hija y su comida lo habían mantenido muy ocupado. Observó como una señora de unos 35 años se acercaba a él con cara preocupada ante el llanto del bebé.
—¡Oh por Dios! ¿Qué le sucede a este pobre angelito?
Sasuke no dijo nada, solo acercó a su hija a su pecho de modo protector.
—D-Disculpe señor, ¿pero que le pasa a este pequeño? ¿necesitas ayuda?
Ayuda.
Eso era exactamente lo que necesitaba, pero, ¿podía fiarse de ella? La observó por unos momentos y no creyó que fuera una amenaza. Ahora, ¿Cómo le pedía ayuda sin sonar desesperado y sin perder el orgullo?
—Yo... la verdad...
Su orgullo siempre había sido algo tan grande, que ni la palabra "grande" le quedaba. Pero debía dejar eso atrás. Ahora era padre y debía velar por su hija. Daría todo de si para que ella fuera feliz y tuviera todo lo que necesite. En este caso, dejaría su orgullo a un lado para que su hija pueda comer algo.
—Necesito ayuda...
La mujer lo observó con ojos suaves; sabiendo que esas palabras las había dicho con mucho esfuerzo.— ¿Qué le pasa a tu pequeño?
—Ella... tiene hambre y yo no... sé que hacer.
—Ya veo. Por favor, venga a mi casa. Tengo algo de leche en polvo. Se la prepararé a tu pequeña.— La mujer comenzó a caminar; siendo seguida por Sasuke a una distancia prudente.
No caminaron ni 2 minutos cuando habían llegado a una cabaña. Sasuke agradeció que estuviera tan cerca, pues su hija no paraba de llorar. Había intentado calmarla en el camino, pero no pudo. La mujer había intentado cargarla para ayudarlo, pero él no lo permitió. Se había alejado de la mujer mientras abrazaba a su hija en modo protector. Ella solo pudo resignarse. Se adentraron a la cabaña y Sasuke reconoció que el lugar era agradable. Una sala sencilla con un sofá, una mesa, una alfombra rojiza y algunos cuadros en las paredes.
—Por favor siéntese. En un momento le traeré el biberón.
¿Biberón?
¿Qué diablos es un biberón?
Creyó haber leído esa palabra en el pergamino que Karin le dio, pero no terminó de leer la oración cuando la mujer apareció en el bosque. El azabache se sentó en el sofá y sentó a su hija en su pierna derecha. La pequeña pelirrosa seguía llorando a todo pulmón ante la falta de comida. Pasaron cinco minutos y la mujer no volvía. Sasuke empezaba a desesperarse y comenzó a pensar que esa mujer se había ido. Justo cuando iba a levantarse, ella apareció en la sala con una bandeja. En ella yacía una especie de botella de vidrio con una punta rara. Creyó que era un arma, pero lo descartó de inmediato al notar mejor que el material de la punta era de goma.
—Eres padre primerizo, ¿no?— Sasuke bajó su mirada mientras asentía con lentitud.— Lo suponía. Solo un padre primerizo puede actuar tan desesperado cuando a su hija le da hambre. Toma, esta es la leche.— Le entregó el biberón. Su mano sintió la calidez que el objeto emitía.— ¿Sabes como dárselo?— Sasuke negó.— Bien. Primero debes de colocar mejor a tu hija, así podrá comer más cómoda.
Utilizando su único brazo, Sasuke recostó levemente a su hija en su pecho. El siguiente paso que la mujer le dijo, lo hizo sudar y confirmar su decisión con respecto al brazo prostético. Tenía que darle el biberón con la mano izquierda, la mano que le faltaba. Cuando la mujer notó la ausencia de su extremidad, se mostró ligeramente sorprendida; pues no lo había notado antes. A Sasuke se le ocurrió una idea. Claro que la mujer se asustó al ver la idea de Sasuke, pero dio resultados.
—¡T-Tú mano es morada!— Exclamó la señora con horror.
Había activado su susano'o para poder darle de comer a su hija. Se había jurado utilizar su susano'o solo para cosas super importantes y su hija lo era. Con cuidado agarró el biberón y le colocó la parte de goma en la pequeña boca de su hija. La bebé, al tener algo que succionar y alimento, comenzó a comer. Su llanto se había tranquilizado y eso a Sasuke le dio un gran alivio. Creyó que nunca podría calmar a su hija. En menos de tres minutos su hija ya se había tomado toda la leche del biberón, pero todavía no estaba satisfecha. Y Sasuke lo entendía. Ese biberón era su primera comida una hora después de nacer; cuando debió de haber sido unos minutos más tarde.
La señora al parecer había hecho más de un biberón, por lo que le entregó otro que su hija tomó con rapidez. Y luego de otro biberón más, su hija quedó satisfecha y se quedó dormida en sus brazos. Sasuke soltó un suspiro mientras se recostaba en el sofá con cansancio. Finalmente, su hija estaba tranquila. Observó de reojo a la señora y esta miraba con shock su brazo morado. Era la reacción normal de la gente al ver su susano'o. Aunque no se había mostrado sorprendida por su rinnegan. Ignoró por completo la sorpresa de la mujer y comenzó a pensar en su viaje hacia Konoha. Todavía le quedaban algunos días para llegar, y su hija volvería a estar hambrienta tarde o temprano.
La mejor opción era el usar su rinnegan, pero tenia miedo de dañar a su hija en medio del viaje. Pero tampoco podía viajar solo con su hija en el bosque. No se tenía la suficiente confianza, por lo que lo mejor que podía hacer era usar su poder para llegar rápido a Konoha. Aunque tuviera que utilizar todo su chakra para que el portal fuera estable.
Estuvo en la casa de la humilde mujer al rededor de una hora. Estaba reuniendo su chakra. Cuando finalmente tuvo el suficiente, se levantó de su asiento con su hija en brazos. La mujer iba saliendo de la cocina cuando el azabache abrió un gran portal en la sala. La mujer soltó un grito horrorizada y cayó al suelo.
—Lamento irme de esta manera, pero tengo prisa. De verdad, agradezco su generosidad y ayuda.
Seguidamente, se introdujo en el portal; aterrizando justo en frente del nuevo hogar de su hija, ya que siempre fue el suyo. Los guardias de la puerta se sobresaltaron al verlo y le avisaron al Hokage de su llegada. Todos se habían sorprendido al verlo, no solo con una bebé, sino que venía solo él.
La dura noticia fue anunciada poco después de su llegada.
Continuará...
El Sosque se ve bien demacrado.
Y no sirvo para dibujar bebés...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro