Comenzó en marzo, a finales del mes, poco después del cumpleaños número 5 de su pequeña y hermosa hija Sakura.

Kizashi se consideraba a sí mismo inteligente, aunque no alardeaba de ello ni mucho menos. Pero estaba orgulloso de su capacidad de análisis y retención de información. Por eso, cuando se dio cuenta de que su bebé de cabello rosado empezó a comportarse de manera diferente, se sintió preocupado.

"Mamá, ¿Puedes prepararme dos bentos, por favor?" había dicho la pequeña.

Mebuki aceptó encantada, haciendo preguntas a las que Sakura se limitó a responder con un simple "Es para mi amigo".

No era raro que Sakura tuviera amigos, ¡claro que no! Al contrario, estaba encantado de que su princesa fuera feliz. Sin embargo, había algo que simplemente no encajaba. Los días pasaron y los bentos continuaron. Kizashi se preocupó. ¿Acaso estaban molestando a su bebé quitándole el almuerzo? ¿O había algún mal padre desatendiendo a uno de los niños de la academia? Cualquiera de esas opciones no sonaba bien.

Entonces, esa mañana, decidió dejar a su hija en la escuela y vigilar si algo malo ocurría.

Se colocó en el techo de la escuela, cubriéndose con un genjutsu muy simple, y esperó hasta la hora del almuerzo. La oleada de niños salió corriendo al patio, y pronto vio a su hija. La pequeña Sakura caminaba solitaria hasta la orilla del patio y se sentaba debajo del árbol de roble. Al principio, se sintió aliviado al ver que no había nada extraño, pero luego se entristeció porque su hija estaba sola.

Caminando de un lado a otro con la mano en la barbilla, pensativo, se preguntaba qué decirle a su hija para motivarla a hacer amigos.

Luego, con entusiasmo, se dio cuenta de que dos niños corrían hacia ella, gritando su nombre. Sonrió, convencido de que su hermosa bebé rosa no podía quedarse sin amigos.

Pero lo que sucedió a continuación lo desconcertó por completo. Uno de los niños sacó un par de monedas de su bolsillo, mientras que el otro le entregó un libro. Sakura pareció leer la portada del libro, analizando el lomo y la contraportada con una atención demasiado precisa para un niño. ¡Y vaya, ese libro tenía muchas hojas! Con un gesto de asentimiento, los niños recibieron el bento y salieron corriendo.

"¿Kizashi-san? ¿Está todo bien?" preguntó alguien detrás de él.

Kizashi necesitó todo su autocontrol como chunin para evitar gritar o saltar al siguiente edificio. Se volteó con toda la dignidad que le quedaba y se encontró con el genin-sensei de su hermosa hija. "Yo... sí, sí, me preocupo un poco por Sakura", balbuceó.

Iruka asintió comprensivo. "Puedo entender eso, pero ocultarse en el techo de una escuela con un genjutsu para vigilar a los niños no es una buena apariencia".

Kizashi se alejó de allí lo más rápido posible.

Por la tarde, después de que su hija regresara de la escuela, Mebuki y ella salieron a una cita de juegos con la heredera Yamanaka.

Kizashi estuvo de pie frente a la puerta de la habitación de su hermosa hijita durante dos minutos enteros, debatiendo si estaba exagerando. Con una mentalidad fría y la determinación de convertirse en el mejor padre del mundo, finalmente entró. Nada parecía fuera de lo común mientras revisaba el tocador y los cajones. Todo estaba bien.

¡Qué tonto soy! se dijo a sí mismo. Nada podía estar mal con su bebé. Dispuesto a salir de allí, se detuvo al mirar la cama de su hija. Uno de sus peluches se había inclinado por el peso, y al levantarlo, sintió algo extraño. Con curiosidad, lo abrió y descubrió que el cierre que resguardaba el relleno estaba ligeramente abierto.

Al abrirlo, se encontró con dinero, mucho dinero, más del que una niña de 5 años podría tener, incluso juntando todas sus mesadas de por vida. Tragó saliva desconcertado y negó. Debía haber una explicación lógica. También encontró un libro dentro. Kizashi cerró los ojos y respiró profundamente ¿Por qué Sakura tenía un libro de bingo escondido dentro de su conejo de peluche rosa? Hojeándolo, se dio cuenta de que era una versión reciente, impresa apenas unos meses atrás.

Sintió preocupación mientras hojeaba el libro. La primera imagen que vio en la sección de Konoha fue la de Kakashi Hatake, quien sobre su máscara tenía dibujados labios grandes y dientes salidos con un plumón rosa. Bueno, eso estaba bien, dentro de la imaginación de una niña pequeña. Solo estaba intentando ser graciosa. Pero luego vio la imagen del Sannin Orochimaru con cruces en los ojos y una larga raya en el cuello dibujada, con gotas de sangre. Eso lo hizo sentarse. Los otros dos Sannin tampoco se salvaron. La imagen de la renegada Tsunade estaba adornada con manchas azules y unos ojos extraños que sinceramente no supo identificar. La imagen de Jiraiya heló su sangre a niveles peligrosos. La palabra "Pervertido" en color rojo cubría toda su frente, y también había dos manchas verdes que estaba casi seguro de que eran ranas. Trató de calmarse. Debía haber alguna explicación. Cambió a la sección de Kirigakure y se sintió aún más enfermo al ver a Kisame Hoshigaki con corazones dibujados a su alrededor.

Tarde, casi de noche, sentado en la cocina, vio a su hija y esposa entrar y sonrió al ver a su pequeña e inocente hija. Debía haber una explicación lógica. Ese angelito no podía hacer nada malo.

"¡Papi, mira lo que Ino me regaló!" exclamó Sakura emocionada.

Kizashi Haruno sintió una presión incómoda en el pecho al ver a su hija sonreír con un peluche de tiburón entre sus manos.

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Holaaa ¡Nueva historia! Espero les guste. 💜