Παραμονή
∆ Este capítulo contiene smut ∆
Agradecer a la bonita DrisStoica que sin ella este capítulo no hubiera sido posible.
Vayan a seguirla porque se viene un proyecto de txt juntas ^^
Ahora sí, guardar discreción.
Yeonjun esperó por Soobin al día siguiente. Tan ansioso que creyó que su corazón estallaría.
De verdad esperaba que viniera esta vez. Lo que había visto el día anterior lo había dejado con una creciente preocupación ansiosa en el pecho. Quería ver a Soobin, asegurarse de que estaba bien, ni siquiera estaba asustado. Por primera vez deseó poder ser él quien lo buscara o contactara de alguna forma.
Su corazón latió desbocado cuando lo vio acercarse a él. Había ido por él.
——¡Soobin! ——Sin poder controlar su cuerpo, trotó hasta el más alto y lo abrazó por el cuello. Yeonjun era tan pequeño a comparación de Soobin que tuvo que pararse de puntitas y así alcanzó apenas.
Soobin abrió mucho los ojos cuando sintió su pequeño cuerpo apretarse contra el suyo.
Siempre había querido abrazarlo.
Soobin no demoró en afirmarlo por su espalda baja. En ese tiempo que había experimentado lo que era llorar, sabía que ese ardor peculiar en su garganta era por eso. No quería dejarlo ir.
De repente sintió algo mojado cerca de su cuello. Cuando lo separó lentamente de sí mismo, confirmó que eran lágrimas.
Yeonjun estaba llorando en silencio.
——Estaba muy preocupado por ti.
Las manos de Soobin seguían en su espalda; no quería soltarlo nunca, pero tenía que. Verlo triste le rompía el corazón. Era mejor hacerlo rápido.
——Vine a despedirme ——dijo con suavidad separándose ——. Sabemos que esto no es sano. Solo que ya fue suficiente de mi egoísmo ——Acarició su mejilla, mirándolo una última vez ——. Soy una aberración, Yeonjun. Una vergüenza para mi raza, un mal líder... ——El nudo en su garganta se incrementó, dolía por la verdad en sus palabras ——Soy... Y-Yo ahora entiendo porque todos me odian. Ni siquiera Karina me quiere de marido. Soy un estorbo ——No pudo retenerlo más tiempo, empezando a llorar ——. Soy... Soy-
Yeonjun lo tomó bruscamente del cuello de la camisa con ambas manos, acercándolo más a su rostro.
——¡Cállate! ——exigió ——No eres nada de eso. N-No eres. Yo podré no ser todos. Pero yo no te odio. No puedo odiarte... ——dijo conflictuado, bajando la cabeza pero sin soltarlo del todo ——Ojalá pudiera, sería todo más fácil de ese modo, pero... Eres un chico asombroso, Soobin. Guapo, gracioso, valiente y único ——Volvió a encontrar su mirada, y con sumo cuidado, acarició sus mejillas con ambas manos, escrutando su rostro con lo que parecía ser afecto. Diablos, se había encariñado mucho ——. Para mí eres perfecto ——confesó en un susurro.
Los ojos de Soobin exudaban tristeza, miraban a Yeonjun con intensidad, tanta, que sentía el aire no le cabía en los pulmones. Las manos de Soobin tuvieron que sostenerlo de la espalda baja porque sintió a Yeonjun débil. Todo pareció volverse fuego en ese momento. Yeonjun sintió como si hubiera lava en su interior corriendo por sus venas.
Entonces, fue testigo de cómo un tenue lila fue transformándose en un rojo tan intenso como la sangre. Más rojos que nunca.
Te quiero. Te quiero. Te quiero.
No podía resistirse más, no pudo controlar el deseo.
Soobin acunó su rostro cuidadosamente y tomó sus labios con decisión. Besando a Yeonjun.
La gran mano que estaba en su espalda baja presionó con dulzura acercando sus cuerpos mientras que la otra acariciaba su rostro. Sus labios se amoldaron a la perfección, y la pronta respuesta de Yeonjun lo abrumó haciendo que gimiera en sus labios.
Era la primera experiencia de esa índole para ambos. ¿Gran pecado? Claro. Pero eso no era importante, o por lo menos no en ese momento.
Las manos del pelirosa viajaron hasta su cuello mientras profundizaba el beso como sus instintos le decían que lo hiciera. Era el dios del amor después de todo. La lengua del pelinegro acarició su labio inferior y temblando, Yeonjun gimió sobre su boca por el mar de sensaciones que lo recorrieron. Le permitió al menor el ingreso a su boca y decidió tomar todo lo que tenía para ofrecerle.
Soobin pensó que Yeonjun tenía un sabor dulce, pero no se comparaba a lo dulce que era Yeonjun en sí. Perfecto en todos los sentidos.
La lengua del menor atacó la suya y se perdió en él entre jadeos, también permitiendo que la mano de Soobin juntara más sus cuerpos por la espalda.
Oh, estaba tan mal. Pero se sentía el doble de bien.
El beso fue tomando un ritmo más salvaje así como verdadera intensidad cuando el calor llegó a ser excesivo. A Soobin le molestó la posición. No podía besarlo a fondo como quería, no podía tenerlo como quería, porque Yeonjun al ser dos cabezas más pequeño, tenía que pararse de puntillas y aún así Soobin todavía tenía que encorvarse. Para cambiar eso, lo cargó de los muslos y Yeonjun envolvió sus caderas con sus piernas.
Rápidamente, gracias a la supervelocidad del oscuro, encontraron el muro de la prisión unitaria, justo como la vez pasada. El impacto de la espalda del mayor con el muro los obligaron a separarse de los labios del otro entre jadeos pesados, pues sus pulmones necesitaban oxígeno. El cuerpo del mayor siendo tan solo sostenido por el peso de Soobin y el muro.
Esa pequeña distancia era la que Soobin necesitaba para aclarar su mente. El deseo le quemaba la piel de una forma lasciva tanto como por dentro y fuera, sin embargo, ya no podía dejar que su deseo lo controle, él tenía que ser responsable por lo menos una vez, por él.
Forzándose con todas sus fuerzas a no ceder, intentó apartarse de su cuerpo un momento para bajarlo e intentar hablar por última vez, pero Yeonjun tenía otros planes, y antes de que el más alto pudiera hacer cualquier movimiento, Yeonjun volvió a atraerlo del cuello de la camisa mirándolo fijamente y jadeando casi desesperado.
Sus ojos de nuevo dorados volvieron a adquirir un tono rosa diamante precioso, brillante. Sus mejillas sonrojadas y labios rojos y húmedos por su obra...
A la mierda, era la última vez de todas formas.
Soobin sonrió ladino con perversión y dándole lo que quería, cegado también por su deseo, mandó todo al carajo pegando sus cuerpos más juntos generando fricción donde les hacía falta. El pequeño jadeó.
——Mi precioso dios de la lujuria ——susurró burlón, observándolo con hambre y adoración.
Volviendo a besarse, Soobin cargó a Yeonjun y los alejó de la pared. A ciegas tanteando la entrada de la vieja prisión.
Cuando entró, acostó con un poco de brusquedad a Yeonjun en el viejo colchón y se subió encima de él a horcajadas.
Se tomó el tiempo de la vida besando esos labios acolchados que en sueños habían sido eso, solo uno. Sus grandes manos recorrieron las curvas de su cuerpo haciéndolo jadear; el pecho, sus muslos, sus caderas y sus tan bonitas y blancas piernas.
Su piel era todavía más suave de lo que hubiera imaginado. Era precioso. Yeonjun lo era.
——Eres hermoso ——susurró viéndolo a los ojos. Besó sus labios con brevedad.
Mientras lo tenía acostado y jadeando a su merced, lentamente se deshizo de su quitón deslizándolo hacia abajo mientras seguía apropiándose de sus labios. El pelirosa le respondía retorciéndose bajo su peso.
El menor se detuvo un momento para admirarlo, su desnudez y su bello rostro sonrojado. Los ojos rojos y rosados volvieron a encontrarse, las pesadas respiraciones se mezclaban como alquimia.
Impaciente, Yeonjun atrajo a Soobin de la nuca en un nuevo beso. Más.
Soobin se levantó un segundo para deshacerse de su propia ropa. Una vez lo hizo, el mayor acarició atontado los músculos de su abdomen y estudió embobado la escultura frente a sus ojos.
Incapaz de aguantar el deseo de tenerlo, el menor se acostó nuevamente sobre Yeonjun haciendo que este soltara un pequeño gemido. Sentía su suave piel bajo la de él, calentando aún más su cuerpo si eso era posible.
El pequeño alzó la vista hacia él tímidamente y ambas miradas se cruzaron. Se quedaron así un rato, respirando entrecortadamente por la cercanía pero incapaces de despegar los ojos del otro. Soobin observó el rostro de su ángel y le pareció más hermoso que nunca: aquellos labios rosados que tanto le gustaban estaban ahora hinchados por culpa los besos anteriores y las suaves mejillas que siempre le habían dado ganas de apachurrar estaban más rojitas que nunca. Y sus ojos. Esos hermosos ojos dorados que ahora hacían juego con su cabello rosado hacían que no quisiera apartar la mirada de él nunca más. Aquel dios era hermoso. Y era suyo.
Yeonjun sentía como su corazón iba a salírsele del pecho por la manera en la que le miraba el pelinegro. Sentir a Soobin tan cerca y mirándole de aquella manera hizo que todo su cuerpo se erizara.
Pero aquello no le bastaba. Necesitaba sentirlo completamente.
Guardando todos sus miedos e inseguridades en lo más profundo de su ser, Yeonjun reunió el coraje suficiente para agarrar el rostro del oscuro entre sus manos y acercarlo a sus labios, fundiéndose en un beso necesitado. Soobin, sorprendido por el atrevimiento de su pequeño, sonrió levemente y correspondió al beso, intensificandolo aún más.
Yeonjun gimió bajo él y abrió los labios, movimiento que el mayor aprovechó para introducir su lengua y rozarla con la suya.
Notó a Yeonjun enducerse bajo él y eso le excitó mucho más, lo que hizo que iniciara un vaivén lento.
Yeonjun intentó aguantar sin éxito los gemidos que comenzaban a escaparse de sus labios y clavó las uñas en la espalda del mayor, lo suficientemente suave para no dañarle pero lo suficientemente fuerte como para dejarle marca. Eso hizo que Soobin acelerara sus movimientos y Yeonjun comenzó a pensar que si el mayor continuaba así, tarde o temprano desfallecería de placer.
Por otra parte, Soobin no podía apartar la vista. Tenerlo así, sonrojado, boqueando y provocando aquellos gemidos que sonaban como una hermosa melodía para sus oídos le pareció la mejor sensación del universo. Sin embargo, no era suficiente para saciar su deseo. Necesitaba más.
Bruscamente, cesó el pequeño vaivén y se separó del menor, provocando que este soltara una pequeña protesta y le mirara molesto, cosa que hizo a Soobin sonreír.
Sin apartar los ojos de los de él y notando la mirada inquisitiva del menor, fue bajando lentamente hacia su miembro. Necesitaba probar todo de él, sin ningún tipo de pudor.
——S-Soobin, q-qué hac… ——Pero un gemido se escapó de su boca cuando notó la traviesa lengua del mayor rozando su glande.
Soobin notó como los músculos de su pequeño se tensaban y sonrió victorioso. Volvió a lamer lentamente el miembro del pelirrosa.
Nunca había sentido algo así. Nunca creyó que algo podría sentirse así de bueno.
——S-Soobin, por f-favor… ——Yeonjun intentaba hablar, pero aquella sensación placentera junto a los gemidos escapando de su boca le estaba dificultando la comunicación.
El aludido sonrió y se separó, dejándolo tranquilo por unos segundos. El pequeño pareció tranquilizarse, hasta que observó como el más alto le lanzaba una mirada lujuriosa a la vez que introducía uno de sus dedos en la boca, mojándolo abundantemente con la saliva.
El corazón de Yeonjun comenzó a latir más rápido y se le escapó un sonoro gemido cuando notó el dedo del mayor introduciéndose lentamente dentro de él. Al principio notó un poco de dolor e incomodidad, pero todo aquello se fue desvaneciendo a medida que su interior se acostumbraba a aquel intruso.
De pronto, Yeonjun sintió una oleada de placer cuando Soobin comenzó a moverse y soltó un jadeo cuando notó cómo otro dedo comenzaba a entrar. Ocultó su rostro entre sus manos, incapaz de mirar hacia Hades, mientras varios gemidos salían de su boca a medida que el mayor aumentaba la velocidad, golpeando justo en aquel punto tan sensible.
De pronto Soobin paró y sacó los dedos de su interior. Yeonjun soltó un quejido de protesta y alejó las manos de su rostro, observando al mayor. Soobin no pudo evitar reír al observar la mueca molesta del pelirrosa y se acercó hacia él.
——¿Qué te pasa, mi pequeño ángel? ——preguntó juguetón. Subió hacia el rostro del menor, enterró sus labios en el cuello de este y comenzó a dar pequeños mordiscos, haciendo que Yeonjun soltara otro gemido——. ¿Quieres que continúe? ——susurró en su oído.
Sintió como el pequeño se erizaba bajo su piel y eso hizo que su corazón comenzara a latir aún más fuerte. Mientras lo miraba tan dócil, su corazón se convencía de que realmente amaba a ese dios y no había nada para batallar o negar esos sentimientos, adoraba muchas cosas de Yeonjun; su desvergüenza, la forma en la que sonreía, sus pésimas bromas, la forma en la que se esforzaba por ser un buen Eros, su sentido de responsabilidad, su paciencia, su sarcasmo dulce, su piel, la manera en la que este reaccionaba a sus toques... haciéndole sentir que todo estaba bien, que todo era correcto.
——Sí ——A pesar de respirar con dificultad debido al deseo que sentía en su interior, Yeonjun finalmente habló——: Continúa, por favor.
Aquellas palabras fueron como el interruptor que encendió completamente Soobin, haciendo que sus más oscuros deseos salieran a la luz. Ya era demasiado tarde para detenerse o ponerse a pensar en las consecuencias.
Meció el rostro de su amado entre sus manos y acercó sus labios a los de él, fundiéndose nuevamente en otro necesitado beso. Yeonjun correspondió torpemente, a la vez que abría sus piernas, exponiéndose ante él e invitando. Soobin se situó entre él y sin dejar de besarle comenzó a introducirse lentamente. No pudo evitar que se le escapara un gemido.
Yeonjun mordió sus labios al sentir como Soobin comenzaba a adentrarse. Le dolía, pero no quería que parara. Llevó sus manos hacia la espalda del mayor, clavando sus uñas en esta como una forma de liberar aquel placentero dolor.
Una vez Soobin se introdujo por completo, esperó a que su pequeño se acostumbrara a su tamaño. Acercó sus labios a los de él y los besó dulcemente mientras el otro apenas podía respirar.
——¿Te duele mucho? ——preguntó preocupado——. Si te duele, paramos.
Yeonjun negó con la cabeza.
——Puedes continuar ——susurró dándole confianza.
Soobin sonrió y comenzó a moverse, haciendo que leves jadeos se escaparan de la boca del mayor. Comenzó con movimientos lentos, con cuidado de no dañar a su amado ángel para luego continuar con un ritmo un poco más acelerado pero constante. Los gemidos del mayor comenzaron a retumbar entre las frías paredes de aquella prisión. Se sentía tan bien que aquello no podía estar prohibido.
——S-Soobin ——jadeó Yeonjun, mientras comenzaba a notar un leve cosquilleo que iba acumulándose en su bajo vientre. Hizo un esfuerzo para abrir los ojos y fijarlos en los del dios que ya lo estaba mirando como si fuera lo más preciado del mundo para él. Lágrimas doradas se acumularon en sus bonitos ojos rosados cuando sintió una oleada de felicidad pura atravesarlo en el pecho.
¿Así que esto es el amor?
Lo había dado tantos años que jamás creyó que se estaría perdiendo de algo tan sencillamente magnífico.
Con gusto soy un pecador si tú eres mi pecado.
Quería a Soobin, no, amaba a Soobin. Y ya no iba a negarlo, por más que estuviera condenándose al hacerlo, su sentencia de muerte.
Las lágrimas empezaron a recorrer sus mejillas, pero no por el dolor, no por la preocupación, sino por la exquisita felicidad. Soobin las limpió cuidadosamente con sus labios sin detener sus movimientos, dejando besitos en su rostro.
Yeonjun soltó un sollozo al mismo tiempo que abrazaba a Soobin por el cuello, apegándolo totalmente a su cuerpo, juntando ambos sin dejar espacio alguno.
——Te amo ——confesó es un lloriqueo/jadeo.
Tras escuchar eso, Soobin se tomó un segundo para admirarlo como si fuera la primera vez que lo hacía, volvió a apoderarse de sus labios con una intensidad diferente y aceleró más el ritmo, haciendo que sus estocadas fueran más rápidas y seguidas, rozando constantemente su punto dulce. Yeonjun comenzó a notar una oleada de placer haciendo que la energía que se había acumulado bajo su vientre explotara por fin, provocando que soltara un fuerte gemido. Seguidamente, Soobin soltó otro y cayó exhausto sobre su pequeño cuerpo.
Aún con la respiración hecha un desastre y con los brazos débiles, Soobin se acomodó sobre sus codos para permitirse verlo, quería hacerlo. El pelirosa que jadeaba buscando estabilidad, buscó su mirada.
Y Sonrió. Ahora sabía el verdadero significado de la felicidad.
Sin pensarlo dos veces, Soobin acunó su rostro con delicadeza y acarició con finura sus mejillas, terminando de barrer los rastros de lágrimas que sus labios no pudieron, una sonrisa del porte de una casa se hizo notar en su rostro. Sintiendo una oleada de calor diferente abrumarlo, con el corazón en boca y mirando aquellos ojos rosados, susurró:
——También te amo, angelito.
Desnudos y acurrucados, Yeonjun se apoyó en el hombro de Soobin y besó su pecho, Soobin acarició su espalda.
No habían dicho nada por varios minutos.
Pero debían hacerlo.
——¿Qué pasará con nosotros ahora? ——preguntó el mayor sin verlo. Podías notar inseguridad en su voz.
Exacto, ¿qué sucedería?
Lo más responsable habría sido renunciar y olvidarse del otro. Pero Soobin no estaba muy seguro de poder haberlo logrado incluso usando la distancia como recurso. Y ahora que lo había tenido, pensar en ello era como si le describieran la peor de las torturas.
Había intentado ser responsable, no pudo. No había punto en ahora querer serlo después de haber cruzado el límite.
O de eso quería convencerse. Porque no quería y sabía que no podría renunciar al angelito que descansaba sobre su cuerpo.
Quizás sí era un poco cruel después de todo. Egoísta.
——No lo sé, pequeño. No lo sé... ——susurró y besó su cabeza.
——¿Te arrepientes? ——preguntó bajito. No lo estaba viendo, estaba ocupado trazando líneas imaginarias en el amplio pecho contrario.
Soobin sostuvo su barbilla y lo obligó a verlo.
Una vez más la sensación cálida y las mariposas escandalosas. En los dos.
——¿Qué te dicen mis ojos? ——Estos volvieron a tornarse rojos. Yeonjun exhaló enamorado.
——Lo mismo que los míos ——respondió con seguridad.
El menor besó su frente.
——Jamás me arrepentiría, Junnie ——aclaró con palabras ——. Nunca he sido más feliz ——le sonrió levemente.
——Tengo miedo, Soobin.
No quiero que se enteren, no quiero morir, no quiero que mueras.
——¿Por qué, amor?——Acarició su cintura con sus dedos y Yeonjun se sonrojó por el apodo .
——Tengo miedo de las consecuencias. S-Si alguien se entera... ——Ni siquiera quería pensar en ello ——Tengo mucho miedo, Soobin.
La expresión del pelinegro cayó, cruzó por varias emociones mientras miraba al causante de su rendición.
——Nadie va a hacerte daño ——dictaminó escalofriante, convencido.
Si bien era cierto que Soobin no proyectaba poder y autoridad en lo absoluto, eso no quería decir que no lo poseyera. Soobin era amable, pero resguardaba el poder necesario para poder combatir a Zeus. No por algo era líder de una de las subdivisiones. Hades era uno de los dioses más poderosos de todo el Olimpo.
——E-En serio estoy asustado... ——Nuevas lágrimas empezaron a formarse en esos ojos rosados y abductores.
——Entonces voy a resguardarte bajo mis brazos hasta que dejes de tenerlo ——Se miraron a los ojos con esa tonalidad especial ——. No dejaré que nunca nadie te ponga un dedo encima, Yeonjun, nunca. Voy a defenderte de todo y todos ——Había fuego en su mirada ——. Y si es necesario que el Olimpo entero arda con las llamas del infierno para lograrlo, lo hará.
Yeonjun sintió escalofríos por sus palabras., Pero se abrazó más a él, confiando. Si tan solo ellos fueran...
En ese momento la puerta de la prisión fue abierta de un empujón, por guardias.
Se viene el capítulo final AHHH.
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