διαδοχή
Successio.
El tan esperado día había llegado por fin.
Tan solo la decoración había requerido de semanas de anticipación: Arreglos florales decorando todo el Olimpo en bonitas macetas decorativas por doquier, esculturas esculpidas por las mismas musas, también una alfombra interminable de terciopelo rojo, más los asientos de seda fina para los espectadores.
En las afueras del castillo principal, la mañana había sido todo un revuelo. Pero todo había valido la pena una vez la ceremonia dio inicio.
Successio, el gran día.
El orden de ingreso era el siguiente: primero los dioses de agua, luego los dioses de inframundo, y por último los dioses de cielo.
Claro que tenía que haber división hasta en el Ingreso de los dioses; no solo poderes y títulos eran heredados en el gran día, sino también el odio.
Zeus, el dios de dioses, era el que daba inicio con el ritual.
La ceremonia de apertura fue extenuante, pero como los dioses vivían por toda la eternidad, no había problema en oír la introducción de cada dios y semidios en el Olimpo; todo esto siendo supervisado por Zeus, el único dios que no cumplía con la regla de la sucesión, por lo tanto, único dios perteneciente de la primera generación, la línea original.
Después de aquella ceremonia, venía la segunda más importante del Successio: La ceremonia de compromiso.
Aquellos destinados a la unión sagrada ingresaban unidos del brazo por la gran alfombra roja bajo los rayos tenues de la luz solar. Los que no participan de dicha ceremonia, sin embargo, estaban sentados a los costados como espectadores, como si de una boda humana se tratase.
Esta ceremonia era colectiva al ser tantos involucrados.
Para ser identificados según la subdivisión, usaban colores significativos: vestimenta negra para el inframundo, plateada para dioses dualistas, azul marino para dioses de agua, y dorado y blanco para dioses celestiales.
Soobin sentía todas las mirada sobre él mientras avanzaban todas las parejas, una tras de otra.
Se sentía nervioso y frustrado. Para disipar el sentimiento, se puso a observar a los dioses y semidioses sentados, los suertudos.
Frunció el ceño.
¿Otra vez tú?
Sin siquiera buscarlo o intentarlo, entre tanta deidad pudo reconocer al hijo de Eros, ese pelirosa que le llamó tanto la atención durante la primera reunión. El chico se veía más precioso que nunca, la misma Afrodita debía tener envidia.
Su cabello rosado brillaba bajo el sol, vestía un quitón dórico blanco como las nubes, su piel porcelana era perfecta, y de nuevo con esos labios pecaminosos...
——¿Qué estás haciendo? Vista al frente ——regañó entre dientes Karina con una sonrisa falsa al darse cuenta de su distracción, todo esto mientras caminaban juntos hacia su destino.
Tuvo que obligarse a dejar de verlo.
Ahora más que nunca era consiente del peso del brazo de Karina sobre el suyo.
Algo debía estar mal con él, definitivamente.
Ella era hermosa, muy hermosa, usaba un bonito vestido negro de cola larga que marcaba sus curvas, su piel era tan blanca como la más cara porcelana, esta hacía resaltar esos hermosos ojos lilas que todos los del Inframundo tenían.
Se veía hermosa objetivamente, sí, pero nunca pudo despertar nada en él.
Pero no era realmente un aspecto negativo, pues sabía que del mismo modo, Karina tampoco sentía nada por Soobin a pesar de haberse conocido desde niños. Hacía algunos cientos de años ella lo había catalogado de "demasiado amable" para ser el sucesor de Hades.
Por lo que cuando intentaron ser amantes en el pasado y no resultó, desde entonces acordaron mutuamente que su lazo sería nada más que un acuerdo tradicional.
¿Para qué forzar algo que no era?
Eran alrededor de 30 parejas y Soobin podía apostar su vida a que eran menos de diez las que estaban genuinamente felices y enamoradas.
Sabía que no era el único que se sentía así, y eso, por lo menos era un consuelo.
Si sus ancestros se habían enamorado libremente, ¿por qué a ellos les tocaba seguir sus pasos y casarse con el heredero de esa persona? Joder, no tenían otra opción. Era algo consagrado desde la concepción incluso. ¿Qué culpa tenían ellos?
Eso envidiaba Soobin de los humanos, que les era posible elegir y ser libre al momento de unirse a alguien, por amor.
Maldita sea, el Olimpo era jodidamente anticuado.
La peor parte era el ritual de sangre.
Fueran dioses de cielo, inframundo o agua, pareja por pareja debían subir al estrado en frente de todos a seguirlo.
En una mesa cubierta por la seda blanca más fina, esperaban dos vasos pequeños de oro y las navajas de plata del linaje de cada parte. ¿En qué consistía entonces? Fácil, debían realizar un corte con dicha navaja para que sangre escurriera en el vaso, de modo que intercambiando vasos, bebieran de la sangre del otro entrelazando brazos.
Los dioses no enfermaban; los rasguños eran también temporales, la única parte "buena".
Ya estando frente a frente con su prometida, Soobin tomó la navaja del cojín ofrecido por la pequeña ninfa, clavó la punta en su palma y arrastró levemente, cortando carne.
Sangre empezó a brotar de su herida mientras Karina prefirió apretar la navaja en mano y deslizar hacia abajo.
Los pequeños vasos fueron llenados, luego intercambiados por delicadas ninfas de bosque. Entrelazaron brazos, y mientras Soobin sentía el dulce sabor de la sangre ajena bajar por su garganta, cerró los ojos con fuerza deseando que todo terminara pronto.
Debido a la ingesta de sangre, los ojos de ambos cambiaron de un lila a un rojo intenso, color típico en la fase de excitación o afección en los dioses oscuros.
"κοινωνία" empezó Karina, levantando el vaso vacío y fijando su mirada en la del futuro rey.
"κοινωνία" susurró de vuelta Soobin haciendo lo mismo.
Se oyeron aplausos y esa fue su señal de retirada.
Otras ninfas cambiaron los vasos a nuevos y trajeron las navajas sacras de los siguientes dioses en la fila.
Tal como había una alfombra roja para la entrada, la había para la salida. Cuando entraron por la puerta trasera del castillo para prepararse para la última y más importante etapa del Successio, se soltaron rápidamente, casi con incomodidad. Ni siquiera eran amigos, pero sí esposos, genial.
——Nos vemos en la próxima reunión con las Moiras ——dijo con frialdad Karina y se fue.
Soobin ni siquiera esperó a que las ninfas le quitaran los accesorios especiales para la unión, tan solo le dio la espalda a la zona de camerinos donde muchos otros dioses estaban siendo alistados. Listo para perderse por ahí hasta la hora de la hora.
——¡Ahí estás!
A Beomgyu ya le había tocado antes que él, por lo que lo encontró cerca del jardín.
——Te ves... decaído, ¿su sangre tenía mal sabor? ¡A mí la de él me recuerda al sabor de los damascos!
Soobin le sonrió cansado. Era bueno que por lo menos uno se sintiera feliz.
——Supongo que tu hermoso marido escapó también de tus garras.
——Es un amargado ——Entornó los ojos y se sentó junto a él en la base de la pileta de concreto ——. Pero se le pasará y va a amarme. Todos lo hacen.
——Claro ——se burló ——. ¿Bajamos? Quiero irme de aquí.
——Eh... Falta la gran ceremonia de relevación, ¿la parte más importante? ——rió por su inadvertencia.
Mierda, verdad.
——Wow, ni siquiera estás un poco emocionado.
——Acabemos con esto ——resopló.
Se había despedido de su padre y le prometió alcanzarlo en unos cuantos siglos, cuando tuviera un heredero con Karina. No volvería a ver al viejo quizás nunca de nuevo, el Olimpo era inmenso por no decir infinito. Y los dioses al ser tan independientes no tenían relaciones tan profundas con sus padres. Las únicas relaciones importantes eran las románticas, las familiares eran más débiles.
Aunque bueno, por su parte, había debilidad por ambos lados.
Y ahora, sintiéndose para nada preparado para sus nuevas responsabilidades, se encontraba divagando por el antiguo recinto de su padre, ahora suyo.
Demasiado espacioso, raro y oscuro, como todo en el castillo.
Suspiró abatido y se recostó en el trono vacío de roca.
Ya se acostumbraría...
Miró a sus costados. Probablemente debería estar haciendo algo.
Después de pensarlo un rato, se dispuso a ir a la cámara de la muerte para ejercer su nuevo trabajo. Se encontró a Cloto, una de las tres Moiras, trabajando en la rueca.
——Cloto ——saludó ingresando.
——Señor ——La parca se levantó de la pequeña banca de madera y se arrodilló en una pierna, bajando la cabeza.
Dios, era tan raro tener tanto poder.
——Levántate, por favor ——Bajo sus órdenes, ella lo hizo ——. Dime joven Soobin, lo has hecho todos estos siglos, que eso cambie se siente... extraño.
Cloto prácticamente lo había criado.
——Reglas son reglas, mi señor ——dijo ella sentándose de nuevo. Pero sus palabras dichas no lo engañaban, ese tono que raspaba la burla era un incentivo, también nostálgico.
Soobin apretó los labios para no sonreír.
Diablos, era realmente muy blandito para ser el dios de la muerte.
Las tres Moiras solían bromear con Soobin antes de que fuera Hades, más que nada por la falta de autoridad que emanaba su persona, cosa que con su padre nunca ocurrió incluso antes de que este fuera Hades.
"Todos esos músculos y esa cara esculpida por las musas, no son más que una falacia en contraste con lo que eres" le había dicho Cloto alguna vez.
Era cierto, en el fondo lo sabía. Pero era demasiado orgulloso para aceptar que no le llegaba ni a los talones a su padre.
——¿Y las otras dos? ——preguntó Soobin.
——Subieron para hacer el reporte semanal a Zeus ——respondió concentrada en su tarea de hilar.
——Supongo que no te molesta que te deje un rato más haciendo esto.
——Es mi deber, señor ——Su pequeña sonrisa ladina disimulada, no pasó por alto para el nuevo Hades.
Pequeño muchacho, lindo e inútil.
Soobin se acercó por la espalda y le colocó una mano en esta para susurrarle:
——Bien que te encanta jugar con la vida humana, Cloto.
Ella se tensó, pero no le importó a Soobin. Ciertamente le gustaba ver el efecto que tenía en otros. No por nada era considerado el Hades más adonis que alguna vez existió.
Se alejó con una sonrisa de suficiencia y dijo:
——Vendré a encargarme yo mismo luego, no es necesario que te quedes.
Las Moiras ahora estaban a su entera disposición; ellas podrían hacer su trabajo si él le daba la gana de dar dicha orden, pero eso sería cruel hasta para el mismo dios de la muerte, además que por regla, debía involucrarse él mismo con la vida de los mortales.
Esa idea no le llamaba mucho la atención; no le gustaba ver por el orbe la historia tras cada frágil hilo. No era su estilo.
Cortar y ya era mejor, más fácil.
——¿Va a algún lado, mi señor?
——Volveré en seguida.
No le diría que subiría a buscar a Beomgyu.
Ya había estado saliendo con demasiada frecuencia con amigos en el inframundo y las Moiras lo habían estado mirando mal. Si les decía que subiría por asuntos no formales sería peor.
Su padre, a pesar de poder hacerlo siempre, rara vez subía. Entonces aparentaría lo mismo. Porque diablos, claro que tenía curiosidad, y como su mejor amigo no había bajado en varios días, el iría a buscarlo entonces.
Esperaba que no se le viera lo nervioso que estaba por subir por primera vez solo.
El poder de teletransportación le había sido concedido desde el Sucessio, pero eso no quería decir que supiera cómo usarlo.
El Olimpo era gigante. ¿Dónde diablos estaría su amigo?
Bueno, el que no arriesga no gana. Explorar no sonaba tan aterrador, no del todo.
——πήγαινε με ασφάλεια ——dijo ella cuando Soobin estaba por irse.
——Gracias, Cloto ——despidió Soobin y salió al hall.
Cerró los ojos y respiró profundo.
Esto no puede ser tan difícil.
Solo debía visualizar a dónde deseaba ir, supuestamente.
Inténtalo.
1, 2, 3...
Sintió un cosquilleo en el estómago y como si estuviera cayendo por unos segundos; abrió los ojos.
¿Qué es esto?
Ya no estaba en el castillo oscuro, no estaba en el inframundo.
Estaba en el cielo, por lo que había funcionado, pero... Eh... Esa no era Hélade.
Lo primero que vio fueron muchos pares de ojos dorados observando con miedo, asco y sorpresa.
Maravilloso, se había teletransportado a un mercado en el cielo.
La forma en la que desentonaba era casi hilarante; desde su ropa hasta sus ojos y aura.
Todos lo miraban con extrañeza, efectivamente, como si fuera una especie de plaga.
Un dios tan poderoso como él no tenía porque asustarse, Hades no, pero Soobin sí.
Antes de mostrar una reacción que lo expusiera, cerró los ojos y volvió a intentarlo.
La misma sensación de vacío.
Abrió los ojos.
Diablos, ¿en serio una cocina en Zeus sabe dónde?
Una hermosa semidiosa de cabellos dorados y uniforme de servicio, lo vio, y asustada por su repentina aparición, tiró la bandeja de oro golpeando a otros en el proceso con los platos voladores y los alimentos disparados.
Todos lo miraban. Ay no.
Qué vergüenza, qué vergüenza. Ahora todos hablarían del nuevo Hades que no sabe cómo teletransportarse por el Olimpo.
Casi con urgencia volvió a cerrar los ojos y se concentró más está vez.
La tercera es la vencida.
El sentimiento extraño volvió a invadirlo, entonces cuando se detuvo, esperanzado, abrió los ojos una vez más.
¡Carajo! Había vuelto a fallar.
——¡Maldición! ——vociferó ya harto.
Esta vez no sabía ni siquiera donde estaba. A diferencia de las otras veces, no había gente alrededor. Estaba todo vacío.
Solo se veía cielo. ¿En dónde demonios estaba?
Giró la cabeza hacia varias direcciones y tan solo pudo ver un hermoso cielo cerúleo demasiado brillante para su gusto lúgubre. Debajo de sus pies, nubes gigantes y esponjosas donde no había una sola alma.
¿Huh? No había muchos lugares del Olimpo que no fueran revestidos por mármol pulido...
¿Entonces era una zona deshabitada?
Considerando lo gigante que era el Olimpo, no le sorprendía, de seguro habían más zonas así, desoladas.
Cerró los ojos listo para volver a intentarlo, hasta que escuchó un sonido. Un gruñido para ser más exactos. Eso lo hizo abrir los ojos y mantenerse alerta.
¿Había alguien más allí? ¿O quizás el tormento de las voces humanas lo habían vuelto loco?
Avanzó unos cuantos pasos más y esperó que la niebla se disipara. Entonces vio al origen de aquellos sonidos.
¿De nuevo tú?
Soobin seriamente creyó que aquel bonito muchacho lo estaba siguiendo.
Estaba de espaldas, sus bonitas y pomposas alas blancas completaban la sintonía de su cuerpo.
Eros.
Sus cabellos rosados se veían más suaves por la luz que los rodeaba, su piel blanca y de apariencia suave, el quitón que siempre usaba dejaba al descubierto parte de su espalda y piernas firmes. Se veía tan delicado con esas curvas...
Demasiado bonito.
Soobin pudo darse cuenta que tenía un pequeño carcaj en la espalda con varias fechas doradas en ella y una de estas en la mano. Solo que había un problema...
¿Estaba teniendo problemas con el arco? ¿Eros? Eso era ridículo, de seguro había malentendido.
Sigilosamente se acercó, pero sus pisadas provocaron algo de ruido, porque el pequeño pelirosa volteó turbado.
Esa expresión suya cuando miró a Soobin, fue de sorpresa cuando se dio cuenta de que no estaba solo, luego de miedo al percatarse quién era su compañía.
——μαύρος ——susurró el pelirosa asustado antes de poder siquiera controlarlo. Apretó los labios y quiso desaparecer tan pronto lo dijo. Cubrió su boca con horror por la blasfemia.
Triste que simples dioses como él no tuvieran el poder de la teletransportación para huir.
"μαύρος" era el término despectivo por el cual los del cielo llamaban a los de inframundo. Termino inculcado por padres clasistas, claro.
Soobin sonrió con malicia y se acercó de modo que estuvieran cara a cara.
——Interesante como puedes injuriar contra el soberano del reino de los muertos.
Líder, uno de los tres grandes líderes.
¿Cómo podría haber olvidado aquello?
Todavía no se acostumbraba a los nuevos rostros después del Successio, incluyéndose. Todo era tan difícil, joder.
Rápidamente y temiendo por su vida por haber infligido una regla de segundo orden, o sea las segundas más importantes, se arrodilló a sus pies agachando la cabeza.
——Lo siento mucho, mi señor.
Lo iba a reportar. Acabado, estaba acabado. Total y estúpidamente-
——Ponte de pie.
Fue vergonzosa la rapidez con la que obedeció.
——Mírame ——ordenó y el pelirosa se obligó a hacerlo.
Sus ojos eran lilas oscuro casi violetas. Jamás había visto unos ojos tan intimidantes. O a un dios tan atractivo, pero olvidemos ese último detalle.
Esos ojos intensos lo obligaron a tragar saliva tres veces más.
Estaban solos... Nadie podría oírlo gritar y él podría hacerle lo que quisiera porque no tendría más opción que dejarse por la jerarquía de poder.
Pero lastimar a otros dioses era romper una regla de primer orden, no lo haría, ¿verdad?
——Puedo sentir tu miedo ——musitó Soobin. Su miedo olía dulce, todo en el chico lo era ——. No voy a lastimarte ——susurró suave, intentando proporcionarle seguridad mirando a esos ojos casi amarillos.
Bueno, considerando que Soobin era casi dos cabezas más alto y era intimidante como la mierda, no estaba muy seguro.
——Tampoco voy a reportarte.
Eso sí lo dejó confundido, lo miró sin entender con el ceño fruncido. ¿Por qué Hades rompería una regla por más que fuera menor? Evadir reportes no estaba permitido.
Básicamente le preguntó con la mirada curiosa.
——No me acostumbro aún a todo esto, ¿sabes? ——admitió con una sonrisa ladina avergonzada.
Tan solo quería ser honesto con alguien, y él le inspiraba confianza, por más raro que sonara.
¿Un Eros que no sabe usar un arco? Sería la persona menos probable de culparlo. Igual no podría reportarlo o algo por la diferencia de poder ¿Iba a utilizar eso a su favor? Por supuesto, demándenlo.
Soobin se sentó en un conglomerado de nubes que le funcionaría como un asiento temporal, entrelazó sus manos sobre su regazo.
——Las formalidades tan solo lo hacen más real, así que no tienes que preocuparte ——exhaló.
Yeonjun de verdad estaba confundido.
¿De verdad estaba hablando con Hades?
Quería decir, Yeonjun sabía que él era Hades porque había sido testigo y partícipe del Sucessio. Pero vamos, de seguro había algo sospechoso ahí.
——Gracias, mi señor ——musitó confundido.
Soobin se levantó y Yeonjun se puso alerta, pero tan solo lo hizo para echarse en las nubes y cerrar los ojos.
Lo más suave y cómodo que probó jamás...
——No me llames así ——pidió irritado, su ceño frunciéndose a pesar de la relajante sensación suave bajo él.
"Siñir Hidis, Siñir Hidis"
Tenía que voltear la cabeza dos veces para constatar que se referían a él.
No le gustaba, debía admitirlo. Mejor dicho, no se acostumbraba... todavía.
Pero era normal según le dijo su padre. Pero aún así...
——Refiérete a mí como Soobin ——Fue una orden por la tonalidad.
Yeonjun estaba más que sorprendido, impactado de hecho.
——Es contra las reglas, mi señor.
——También es contra las reglas desobedecer a cualquiera de los tres líderes.
Estaba atrapado, Zeus.
Bueno, era una orden... Y en todo caso, llamar por nombre de nacimiento a un Dios superior era un delito menor que desobedecerlos.
——D- De acuerdo.
Yeonjun vio una pequeña sonrisa ladina formarse.
¿Quién diría que habría extrañado su propio nombre?
——¿Cuál es el tu nombre? ——preguntó en la misma posición, echado y con los ojos cerrados. Se veía tan despreocupado...
——Er- ——Yeonjun se calló a sí mismo. Su nombre, él quería saber su nombre ——. Yeonjun ——Fue casi un susurro.
Soobin no lo estaba viendo, pero podía imaginarse sus mejillas rosadas, combinando perfectamente con su cabello. Pensó que quería tocarlo, quería tocar su piel y su cabello para contrastarlo con la suavidad de las nubes. Quería ver si Yeonjun era realmente tan suave como se veía.
No podría, obviamente.
——¿Dónde estamos, Yeonjun? Esto no es Hélade, ¿verdad?
Con eso, básicamente le dijo que no sabía cómo utilizar su poder de teletransportación interfásica, aún.
——No, mi señor. Estamos en Eubea.
Al otro extremo del Olimpo, genial.
Soobin sonrió con burla para sí mismo.
Qué inútil soy.
——Bueno Yeonjun, supongo que no delataras mi ineficiencia ——Bueno, igual no podía ——. Espero poder confiar en que no divulgarás sobre esto.
Yeonjun lo miró con extrañeza. Pero qué Hades más extraño. De todas formas, no lo haría, pero él tenía sus propias razones.
——No lo haré, mi señor.
——Soobin ——le corrigió.
——Soobin ——repitió.
El nombrado se volvió a levantar sin previo aviso, alertando a Yeonjun de nuevo, quien se tensó.
El hombre parado frente a él era tan extraño que era completamente impredecible. Todavía no se fiaba de que no le hiciera daño.
Soobin se puso de pie y enfocó su mirada en el arco que Yeonjun llevaba en las manos.
Como si fuera un niño pequeño, bajo aquella mirada intimidante, intentó esconder el arco detrás de su espalda, pero pronto desistió de la idea. Sería como admitir una derrota.
¿Quién diablos se avergonzaba de su labor?
Alguien que no la cumplía bien, por supuesto.
En cambio, Soobin no mencionó nada acerca del arco. Yeonjun lo agradeció internamente, demasiado nervioso.
——¿Por qué estabas aquí? ——preguntó en cambio desviando la mirada a sus ojos de nuevo. Dios, esos ojos. Pensó que no se acostumbraría jamás a ver ojos lila ——. Es una zona deshabitada, ¿verdad?
Yeonjun asintió.
——Lo es.
Pero Soobin no era tonto, claro que se había dado cuenta de cómo desvió la pregunta principal.
——No respondiste a mi otra pregunta.
Fabuloso.
Bueno, diría la verdad... a medias.
——A trabajar, señ- ——Su mirada fría regañó ——. Soobin.
Que alguien lo salvara de la situación.
Soobin empezó a caminar a su alrededor, observándolo. Yeonjun se sintió como una pequeña presa.
——Eros puede disparar desde cualquier punto del Olimpo ——Diantres ——. Entonces dime Yeonjun, ¿por qué aquí en una zona deshabitada y tan lejana? Yo llegué aquí por equivocación, pero es evidente que tú no. ¿Cuál es la razón?
Bueno, este Hades era extraño, pero sí que era inteligente, y guapo.
Ya Yeonjun, basta.
El pelirosa titubeó un poco antes de responder.
Piensa el algo, piensa en algo.
——No me gusta ser observado al disparar ——Buena salvada, cerebro ——. Pierdo la concentración.
——Por lo que vi, ni siquiera eras capaz de hacerlo.
Sus ojos se agrandaron en pánico.
¿Cuánto tiempo había estado viéndolo? No podía ser.
Soobin sonrió con burla y Yeonjun tan solo se sintió peor por su inutilidad. Pero había algo más en esa sonrisa.
Ternura.
——¿Qué clase de Eros no sabe cómo utilizar un arco? ——Por alguna razón, la burla no sonó cruel ——. Hasta yo sé usar uno.
No era que Yeonjun no supiera usar uno, solo que era realmente torpe, ¿ok? Que nadie cuestione sus habilidades de Cupido.
——Sí sé usar uno ——defendió débilmente.
Tragó duró dejándose observar por esos ojos casi violetas. Era como si todo fuera a arder a su alrededor.
——¿Por qué no pides ayuda, Yeonjun?
Ahora el malvado Hades le estaba aconsejando. En cualquier momento despertaría y se caería de la cama.
Todos los del cielo decían que los de abajo eran monstruos desalmados. Pero... ¿Qué tan cierto era eso? No era más que un rumor de boca en boca, pues jamás realmente les había tocado interactuar.
——Si sabes usar uno, demuéstralo, Eros.
No podía negarse porque sería aceptar que no sabía, y él sí sabía, ¿ok? Algo así, solo fallaba un poco en posicionarse y tenía una puntería terrible. Pero confiémos en el proceso, ¿no? Mejoraría con el tiempo.
Rogando internamente porque esta vez le saliera bien para no avergonzarse, colocó la fecha que ya tenía en mano en el estabilizador central del arco, lo empuñó, y miró abajo, viendo al mundo humano, listo para disparar.
Hasta ahí bien. O no.
——Tus piernas están demasiado abiertas, tus hombros no están rectos, tienes la espalda ligeramente encorvada y la flecha la pusiste de lado izquierdo, cuando va de lado derecho.
Yeonjun se quedó quieto, congelado y en parte sintiendo pánico
Su padre no bromeaba cuando le decía inútil.
——Déjame ayudarte ——Soobin se acercó por la espalda y antes de que Yeonjun pudiera detenerlo, ya estaba tocándolo, pecho contra espalda. Se tensó, sus ojos se abrieron como dos platos y se removió un poco por la tensión de su cuerpo que no le permitió hacer más.
——Tranquilo, no te voy a hacer daño ——susurró Soobin.
Pobre, parecía asustado. Si Zeus le hacía eso (el único Dios al que le debía respeto), probablemente hubiera reaccionado de la misma forma.
Pero sonrió para sí mismo. Esa había sido una buena excusa para tocarlo.
——Voy a ayudarte, relájate.
Su tono autoritario lo había entrenado por años, gracias a su padre. Eran tan efectivo que incluso Beomgyu le hacía caso cuando lo usaba. Obviamente, Yeonjun no rechistaría, así que obedeció a regañadientes.
Soobin ágilmente, corrigió sus errores usando el cuerpo de Yeonjun para ello, para que entendiera.
——Tu error está en que recargas todo tu peso para atrás, relájate.
Una vez Yeonjun adoptó la posición correcta gracias a Soobin, este último se alejó.
——Dispara.
Y Yeonjun lo hizo.
La flecha atravesó las nubes debajo de ellos, impactando con una humana joven castaña.
Era la primera vez que Yeonjun lograba dispararle a alguien con éxito.
Con el corazón ligeramente acelerado por el contacto, y aquella sorpresa en sus ojos, miró a Hades.
——No hay de qué ——Sonrió ladino, casi perversamente. Ugh, qué atractivo, por Zeus ——. Deberías disparar ya el otro par.
Oh, verdad.
Un poco más confiado, como si toda su vida hubiera sido el mejor arquero del mundo, repitió los pasos anteriores a una velocidad fascinante, disparando. La flecha impactando con un pelirrojo a unos cuantos metros de distancia.
Las Moiras ya se encargarían de captar la señal y entrelazar sus hilos.
Irónico que Hades fuera quién tuviera que cortarlos después.
——Ese es trabajo de Láquesis. Lo hiciste bien.
A Soobin le gustó la mirada sorprendida y hasta aduladora que le dedicó el pequeño.
Pero debía irse, Ártropos lo mataría si no llegaba temprano. Bueno, técnicamente no podía, además que ahora ellas estaban bajo su mando, pero de todas formas, las viejas costumbres nunca mueren.
Estaba contento con su conclusión del día: El bonito pelirosa olía delicioso y era más suave que la misma seda.
——Espero que esta vez funcione ——Soobin cerró los ojos.
Cuando los abrió, estaba en su habitación, genial. Ya lo estaba controlando.
No supo que dejó a un dios pelirosa y delicado, realmente, pero realmente, confundido.
Cuando Yeonjun llegó a casa, se tiró en el sillón de seda fina de su hogar, totalmente cansado de haber unido a mortales todo el día.
Era un trabajo arduo, claro que sí. Todas las historias de amor de los terrestres eran gracias a él, así que claro que era mucho trabajo.
Si no hubiese sido por él...
Cuando Yeonjun intentó dormir, unos ojos lilas aparecieron en medio de la oscuridad, sobresaltándolo.
Demonios. ¿Era por eso que los del cielo siempre decían que debían evitar tener cualquier tipo de contacto con los de inframundo? ¿Por consecuencias como esas?
Yeonjun sabía que Hades no poseía control mental, entonces suponía que el hecho de que no pudiera dejar de pensar en él, se debía a que era algo de los oscuros.
Debía ser eso.
Sus superiores siempre le dijeron que nunca se acercara a un oscuro, que eran peligrosos.
Soobin... No parecía serlo tanto, pero de nuevo, no le habían dicho esas cosas por nada. Debía ser cuidadoso.
Se la pasó maldiciendo durante toda la noche, debajo de las finas sabanas, a aquellos ojos castigadores de tonalidad fría que se rehusaban a dejar su mente.
Igual no lo volvería a ver, porque había sido un error que Soo- Hades terminara allí.
Ya no tendría que lidiar con molestos pensamientos irracionales que un dios de cielo no podía tener acerca de un oscuro.
No lo volvería a ver. Perfecto.
Yeonjun se hubiera sentido un poco mejor al saber que al otro extremo del Olimpo, un dios oscuro y poderoso tenía el mismo problema que él, preguntándose qué estaba mal con él por no poder enfriar su cabeza.
¿Qué demonios está mal conmigo?
En este mundo, no existen las coincidencias.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro