CAPÍTULO 39
Lara en la foto
SUN
Nicolae estaba frente a mí amenazante desprovisto de su camisa mostrando aquel tatuaje cuyo significado bien conocía. Aquella maldita bruja vengativa se había apoderado de él conociéndole aquello que anhelaba, pero todo eran falacias para poder conseguir hacer daño a todos los que ella pudiera.
La venganza movía el cuerpo de Nicolae a su antojo gracias al poder que tomó de aquel duende de los deseos. La vida había sido injusta con ella, pero su corazón estaba demasiado dañado para dar paso al perdón. No supo tomar la mano ni la ayuda que le brindaron; era un parásito que tomaba lo que le ofrecían sin ningún tipo de miramiento.
Tanteé en la mesilla donde había puesto mi varita, pero Nicolae se abalanzó sobre mí haciéndola caer debajo de mi cama. Sus colmillos se expandieron intentando morderme; su fuerza era colosal logrando morderme el muslo mientras me arrastraba por el suelo.
El grito alertó a la gente de la casa, lo supe porque una bola de magia lo golpeó para hacerle caer al otro lado del dormitorio. Mi abuela Lele tenía alzado el bastón, el cual brillaba con fuerza.
-Veo que no has cambiado, Lara. Sigues siendo el mismo espíritu vengativo que cuando te encerramos en el pozo, ¿Quién demonios te trajo a la vida? -Preguntó mi abuela. Nicolae la miraba con una sonrisa asesina y los ojos inyectados en sangre. Temía por la vida de mi abuela sobre todo ahora que se encontraba tan frágil.
Una risa diferente a la voz de Nicolae salió de su boca; ahora era ella quien hablaba a través de él:
-Hola vieja, veo que aún no te has muerto.
-Mientras que queden sucias traidoras como tú en el mundo, no pondré un pie en la tumba ni descansaré en paz.
Mi hermana vino corriendo al escuchar tremendo estruendo. Mi abuela la escondió detrás de ella para protegerla ya que aún no había sido instruida en la magia. Eso pareció divertir a Lara.
-Oh vaya que bonito es tener familia, lástima que yo nunca sepa el significado de tener una. Tenéis suerte de que apenas tengo fuerzas de despegarme de este cuerpo, pero lentamente la vitalidad de este vampiro me está devolviendo el poder que necesito. Y admito que me lo paso muy bien mientras tanto torturándole con falsas promesas.
- ¿Qué le prometiste?¡Dilo! -Le grité sin importar lo que me pasara. No iba a morir sin luchar, eso no era opción. Ante mi arranque de valentía, Nicolae comenzó a acercarse a mí.
El tatuaje que se enroscaba en su brazo comenzaba a retorcerse como si intentara oprimirle aún más. Aquella bruja le estaba ocasionando daño, un daño que estaba segura era indescriptible. Se acercó tanto a mí que su nariz tocaba la mía.
-Ella me prometió lo que más anhelaba, lo que quería tener y no podía porque uno de mis hermanos se interpuso. Drogo siempre ha tenido a la mujer que ha deseado y la ha usado a su antojo y yo que te quería, que te sería fiel, vas y le eliges a él, ¿Sabes lo que me hiciste cuando supe que te mudabas con él a Busan? ¿Sabes acaso el dolor que sentí cuando Peter me dijo que estabais comprometidos y que os ibais a casar pronto?
Ella apareció ante mí cuando fui a visitar a mi madre y entonces, entonces lo decidí. Decidí que ella me ayudara porque sentía demasiado rencor dentro de mí. y los vampiros somos egoístas cariño, y lo que queremos...lo tomamos sin preguntar.
Justo cuando Nicolae me tomó del brazo, un rayo tocó a Nicolae justo en su mano. Un alarido salió del fondo de su garganta cayendo al suelo de rodillas. Mi abuela me hizo una señal para que corriera fuera del cuarto mientras ella se encargaba de todo, pero me negué en redondo.
- ¡No seas cabezota niña!¡Tengo muchos años de experiencia en esto!
- ¡Si soy cabezota es porque tengo a quien parecerme! -Le grité.
Mi hermana temblaba apoyada en la pared mirando a Nicolae con los ojos desorbitados. De pronto, comenzó a llorar.
-Tú...te vi...mordiste a mi hermana. Lo había olvidado...
Aquella respuesta levantó el vello de mi espalda. Ahora ella había descubierto de la peor de las formas aquella verdad que intentaba explicarle de una forma más cuidadosa. Al verla en ese estado, Nicolae le sonrió sardónicamente contestándole.
-Eso es, veo que te acuerdas de mí a pesar de que mi hermanito te borró una parte de tus recuerdos. Pero así sois las brujas, mujeres llenas de misterios cuya mente es prácticamente inquebrantable.
Cuando Nicolae comenzó a acercarse a Hyemi, corrí hasta la varita que estaba bajo la cama y le señalé de forma amenazadora. Aunque le advertí que se alejara de ella, él hizo caso omiso así que me vi en la obligación de atacarle. Nicolae salió despedido hacia la pared tirando todas las baldas de mi estantería. Mis libros más queridos en mi infancia quedaron destrozados pero lo más importante era la vida de ella y de mi abuela. Era hora de ir a buscar a mi madre porque ella no tenía con qué defenderse.
Justo cuando salimos por la puerta, Nicolae ya había llegado a la cocina arrinconando a mi madre que había salido a ver qué estaba pasando. Mi abuela alzó su bastón amenazadoramente marcándose las venas de sus manos. La tensión podía cortarse con el aire.
- ¡Deja a mi hija en paz, no la metas en esto! -Gritó mi abuela. La luz azulada de su bastón comenzaba a hacerse más intensa acumulándose en la esfera del centro. Centellas brillaban a su alrededor agitando su largo cabello blanco; la escena parecía divertirle a Nicolae:
-¿Y por qué he de dejarla? Es más divertido siendo ella una simple humana sin magia.
Justo cuando iba a lanzarle un hechizo que me enseñó mi abuela, el cristal del salón se hizo pedazos. Antes de que nos diéramos cuenta, un hombre estaba peleándose con Nicolae con una fuerza completamente descomunal. Mi abuela aprovechó y tomó a mi madre para llevarla a su cuarto. Miré a mi hermana y le dije:
-Hyemi vete con la abuela, yo me quedo aquí.
- ¿Estás loca?¡Ha entrado un intruso! -Dijo mientras tiraba de mi brazo. Pero no iba a huir; tenía varios trucos en la manga. Además, aquel intruso parecía que más que querer hacernos daño nos estaba defendiendo, pero no podía verle el rostro al tener una capucha.
- ¡Hyemi, vete y protege a mama!
Ella pareció dudar, pero fue tras mi abuela. Nicolae y aquel extraño estaban destrozando el salón. Aquel intruso no podía ser otra cosa que un vampiro porque no hay criatura que tenga la misma fuerza que un vampiro, tan solo los hombres lobo y cuando se encuentran totalmente convertidos.
Corrí tras ellos para intentar ayudar y detener a Nicolae pero en cuanto se percató de mi presencia, tiró de un empujón al hombre encapuchado y se tiró encima de mí. Su boca estaba cerca de mi cuello y por mucho que intentara, no podía protegerme con la magia porque me había aprisionado con el peso de su cuerpo. Una onda de energía le golpeó haciéndole caer al suelo a mi lado, haciendo que tuviera una oportunidad para escapar de sus garras. Cuando comencé a escapar, mi abuela se puso en medio y Nicolae la empujó con tal fuerza que impactó contra el armario del salón rompiendo el cristal en miles de trozos. Mi abuela cayó al suelo completamente ensangrentada.
- ¡Abuela!
Cuando corrí hasta ella tenía los ojos completamente cerrados y no parecía respirar. Aquel encapuchado llegó hasta Nicolae y le amenazó:
-Más vale que te vayas Nicolae, sé perfectamente quién eres y podría acabar contigo.
Aquella voz se me hacía completamente familiar, como si no fuera la primera vez que la escuchara. Al mirar a mi abuela, él sonrió y dijo:
-Al menos he cumplido uno de los objetivos que me encomendó mi jefa. Haré un minuto de silencio en honor a su recuerdo-Dijo soltando una carcajada antes de irse por la ventana rota. Mi madre y mi hermana salieron de su dormitorio y al verla tendida en el suelo, ambas corrieron arrodillándose delante de ella intentando hacerla despertar. Todo era en vano.
Aquel extraño se sentó a mi lado y nos dijo:
-Deberíamos de ir a mi casa, allí tengo una consulta médica.
- ¿Y por qué he de confiar en ti? -Le pregunté completamente aturdida por lo que había sucedido. Él suspiró levemente y me contestó.
-Porque supongo que confiarás en tu amigo de la infancia.
Y al quitarse la capucha, el rostro de Mark hizo que el pecho se me congelase.
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