𝐕𝐈
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El Diario del Viajero
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S
akura caminaba entre las estanterías, el eco de sus pasos apenas audible sobre el sonido lejano de su carrito deslizándose por el suelo. Las estanterías parecían volverse cada vez más oscuras y llenas de libros que se amontonaban de manera caótica. El susurro en su mente, débil y persistente, la guiaba, aunque cada vez parecía más lejano.
Al final de un pasillo, un libro atrapó su mirada. Era más bajo que los demás, su cuero gastado contrastaba con el brillo impecable de los otros. Algo sobre ese libro la atraía sin razón aparente, como si estuviera destinado a ella. Al acercarse, su mano tembló ligeramente mientras lo tocaba, y en ese momento, las visiones comenzaron.
Primero, era solo una sensación vaga, pero luego se transformó en destellos rápidos y confusos. Flashes de una vida que no reconocía del todo, pero que, a la vez, sentía profundamente familiar. Un rostro, una sonrisa, unos ojos brillando con amor. Un susurro cercano, una caricia... Sentía el calor de un abrazo, la presión de una mano en su espalda, pero las imágenes se desvanecían tan rápido como llegaron, dejándola con una sensación de vacío. Como si hubiera visto algo muy importante, pero no pudiera recordar exactamente qué.
El libro se deslizó de sus manos, cayendo al suelo con un golpe seco. Sakura se dio cuenta de inmediato de lo que acababa de hacer. Un grito resonó a lo lejos, la bibliotecaria había escuchado el ruido. “¿Quién está ahí?”
El pánico se apoderó de ella por un instante, y sin pensar, ocultó el libro bajo su túnica. Tenía que irse, no solo por miedo a ser descubierta, sino porque sabía que las consecuencias de lo que acababa de hacer no serían fáciles de eludir. Se giró rápidamente y se escabulló entre las estanterías, su corazón latiendo desbocado. La biblioteca era un lugar seguro, pero no cuando la encontraban hurgando en secretos que no le pertenecían.
Salió de la biblioteca sin mirar atrás, el silencio se cerró tras ella como un muro.
Sakura corrió por los pasillos de Hogwarts, el corazón golpeándole el pecho con cada paso. No podía detenerse. No hasta estar a salvo en su habitación.
El frío de los corredores apenas la alcanzaba mientras subía las escaleras apresuradamente, esquivando estudiantes que apenas le prestaban atención. Se mordió el labio, intentando calmarse. No había razones para que nadie sospechara, pero el libro escondido bajo su túnica pesaba demasiado, como si ardiera contra su piel.
Cuando finalmente llegó a su habitación en la torre de Ravenclaw, cerró la puerta con un golpe sordo y apoyó la espalda contra ella, respirando agitadamente. La adrenalina seguía en su cuerpo, pero ahora estaba a salvo.
Sin pensarlo dos veces, sacó el libro y caminó hasta su cama. Se sentó con las piernas cruzadas, sosteniéndolo entre sus manos. La portada de cuero gastado parecía ordinaria, pero había algo en él que la inquietaba.
Lo recorrió con los dedos, notando las marcas de los años en su superficie. No tenía título en el exterior, ni ningún indicio de quién lo había escrito. Solo la sensación, profunda y persistente, de que lo conocía de alguna manera.
Tomó aire y, con una ligera vacilación, abrió la primera página.
Las letras, escritas con tinta oscura y elegante, formaban un título claro y conciso:
Diario del Viajero.
Sakura sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Algo en ese nombre la hizo tensarse, como si una parte de ella ya supiera lo que iba a encontrar en su interior.
Tragó saliva y pasó a la siguiente página.
15 de octubre. No sé dónde estoy.
Las primeras palabras del diario la hicieron fruncir el ceño. La tinta parecía más oscura en esta página, como si hubiera sido escrita con más urgencia que el resto.
Un instante estaba en Hogwarts, en la biblioteca, hojeando un libro en la Sección Prohibida… y al siguiente, caí en este lugar extraño.
Sakura sintió cómo su respiración se volvía más lenta. Sus ojos recorrieron la página con avidez.
Las calles son diferentes. El aire huele distinto. Todo aquí parece más… antiguo. Como si la magia se tejiera en el propio suelo y el viento la llevara en cada ráfaga. Pero lo más extraño de todo es que la gente no usa varitas. No las necesitan.
Su estómago se encogió.
Creo que esta aldea se llama… Konoha.
Sakura soltó un leve jadeo y apretó el libro con más fuerza.
Konoha.
Mi hogar.
Sus dedos temblaron sobre la página. No podía ser una coincidencia. Un mago… un estudiante de Hogwarts había estado en Konoha. Un viajero.
Con el corazón latiéndole con fuerza, pasó rápidamente a la siguiente hoja.
16 de octubre. He intentado encontrar una manera de regresar, pero no entiendo cómo llegué aquí en primer lugar. Cada rincón de esta aldea está lleno de guerreros con habilidades que jamás había visto. No es magia, pero tampoco es algo que pueda explicar. Me observan con desconfianza. Estoy seguro de que no pertenezco aquí, pero… hay algo en este lugar que me retiene.
Sakura tragó saliva. Se sintió mareada, como si su mundo entero se estuviera desmoronando y reconstruyendo a la vez.
Un mago había viajado a su mundo. ¿Cómo lo había hecho? ¿Podría ella hacer lo mismo?
Pasó más páginas, sus ojos devorando cada línea.
Los días pasan y sigo sin respuestas. Pero hoy… la vi.
Aquí, la caligrafía del viajero cambió. Era más cuidadosa, como si cada palabra hubiera sido escrita con una emoción contenida.
Tiene el cabello negro como la noche y unos ojos que reflejan el universo entero. La vi entrenar en el bosque, moviéndose con una gracia que parecía imposible. Nunca había visto a nadie como ella. Y, por primera vez desde que llegué aquí, sentí que ya no quería regresar.
Sakura tragó saliva.
Ese viajero… se había enamorado de alguien en Konoha.
Y si lo que decía era cierto, si él había viajado entre mundos… ¿había una forma de hacerlo?
Si él había logrado ir a Konoha… tal vez ella también pudiera encontrar la manera de volver.
Pero entonces, al pasar más páginas, la tinta empezó a volverse irregular. Las letras parecían más torpes, como si el viajero hubiera escrito con desesperación.
No sé qué pasó. No quería irme. No hice nada. Pero desperté… y estaba aquí. En mi habitación, en Hogwarts. Como si nunca me hubiera ido. Como si Konoha nunca hubiera existido.
La última línea estaba escrita con rabia, la tinta manchada por lo que parecían haber sido gotas de agua.
No puedo aceptar esto. Volveré. No importa lo que tenga que hacer, encontraré el camino de regreso.
Sakura sintió un nudo en la garganta.
Las últimas páginas del diario estaban en blanco.
El viajero nunca había encontrado el camino de vuelta.
Sakura cerró el libro con las manos temblorosas.
Pero ella lo haría.
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