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El centro de atención
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Cuando la clase de Encantamientos terminó, Sakura salió del aula con un suspiro. Había sido más difícil de lo que esperaba, pero al menos había logrado lanzar un hechizo, aunque de manera torpe.
Se dejó llevar por la corriente de estudiantes que se dirigían a su próxima clase: Pociones. Mientras caminaba, notó que alguien se acercaba a su lado.
—Oye, no tuvimos oportunidad de presentarnos antes —dijo una voz masculina.
Giró la cabeza y se encontró con el mismo chico de cabello negro y ojos verdes que le había prestado la varita. Caminaba junto a un chico pelirrojo de complexión delgada y a Hermione, la chica que había conocido la noche anterior.
—Tienes razón —asintió Sakura, deteniéndose un poco—. Gracias por ayudarme en Encantamientos… y lamento no haber preguntado tu nombre antes.
—No hay problema —respondió el chico con una sonrisa—. Soy Harry, Harry Potter.
—Ron Weasley —dijo el pelirrojo, dándole un leve asentimiento.
—Sakura Haruno —respondió ella, mirándolos a ambos.
—Sabemos —dijo Ron con una pequeña sonrisa—. Medio colegio no habla de otra cosa.
Sakura suspiró, resignada.
—Eso lo imaginaba.
—No te preocupes, en unos días encontrarán otro chisme para distraerse —comentó Hermione con un tono tranquilizador.
—Mientras no sea otro sobre mí… —Sakura negó con la cabeza y decidió cambiar el tema—. Por cierto, ¿también tienen Pociones ahora?
—Sí, Gryffindor y Ravenclaw comparten clases algunos días de la semana —explicó Harry—. Martes, miércoles y viernes, si no me equivoco.
—Así que estaremos en varias clases juntos… —murmuró Sakura. No estaba segura de si eso era bueno o malo, pero al menos Hermione parecía amable, y Harry le había prestado su varita sin dudar.
—Sí, y déjame advertirte: Snape es un auténtico fastidio —comentó Ron con una mueca—. No te lo tomes personal si te mira con cara de querer borrarte de la existencia.
—Ron —lo reprendió Hermione, aunque no lo negó.
—Es verdad —se defendió Ron—. Lo único que le gusta más que las pociones es encontrar razones para quitarnos puntos.
Sakura arqueó una ceja.
—¿Es tan malo como dicen?
—Peor —confirmó Harry.
Antes de que pudiera preguntar más, llegaron a la mazmorra donde se impartían las clases de Pociones. Al cruzar la puerta, Sakura sintió un escalofrío recorrerle la espalda. La sala era oscura y estaba iluminada solo por la tenue luz que entraba por las ventanas, lo que creaba sombras inquietantes en las paredes de piedra. Frascos de ingredientes flotaban en líquidos de colores extraños, alineados en estantes a lo largo del aula.
En la pizarra, Snape había escrito de manera impecable las instrucciones para la receta del día: "Poción de Curación Rápida". Sakura se sintió un poco más aliviada al ver que era algo práctico, pero también algo nerviosa. No tenía idea de qué esperar de Snape.
Harry, Ron y Hermione caminaron junto a ella, dirigiéndose a sus asientos. Snape observó a los estudiantes con su mirada fría e inquebrantable, pero no dijo nada aún. La clase estaba a punto de comenzar.
El profesor apareció de repente frente a la clase, su capa negra flotando detrás de él con una precisión inquietante. Su mirada recorrió el aula, deteniéndose brevemente en Sakura, antes de dirigirse a la pizarra.
—Hoy vamos a preparar la Poción de Curación Rápida —comenzó, su voz profunda y clara. Las palabras parecían vibrar en el aire—. Es una poción simple, pero puede ser letal si no se prepara correctamente. Presten atención.
Sakura se acomodó en su asiento, tomando una profunda respiración. Cuando Snape comenzó a dictar las instrucciones, Sakura intentó seguir el ritmo, pero los términos que usaba y la rapidez con que hablaba la hacían sentirse aún más perdida. Sabía que, en este mundo, no podía fallar. Sin embargo, algo dentro de ella sentía que esta clase iba a ser un desafío aún mayor que la de Encantamientos.
Al poco rato, Snape comenzó a caminar entre las mesas, observando a los estudiantes mientras trabajaban. Sakura vertió los ingredientes en su caldero con cuidado, siguiendo las instrucciones que podía recordar. Sin embargo, a la hora de añadir la raíz de ginseng, accidentalmente derrapó y dejó caer más de la cuenta.
Snape apareció en su mesa de repente, su rostro impasible.
—¿Señorita Haruno? —su voz era baja, pero cargada de amenaza—. ¿Piensa que los errores en esta clase son aceptables?
Sakura levantó la mirada, sintiendo un nudo en el estómago. La presión de la mirada de Snape era casi insoportable.
—Lo siento, profesor —dijo, apretando los dientes y esforzándose por mantener la calma—. Me equivoqué con la cantidad.
Snape no respondió inmediatamente. En lugar de eso, se inclinó un poco más cerca de ella, haciendo que su presencia fuera aún más intimidante.
—Las pociones no permiten “errores”. Corríjalo o la próxima vez no seré tan amable. —Su mirada helada hizo que Sakura sintiera un escalofrío recorrer su espalda.
Sakura ajustó la cantidad de raíz de ginseng en su caldero, con las manos temblorosas por el regaño que acababa de recibir. A lo lejos, podía ver a Ron, que estaba luchando con su propio caldero, mientras Hermione, siempre tan tranquila, seguía con precisión cada uno de los pasos. Harry, a su lado, no parecía estar tan tenso, pero tampoco se veía completamente relajado.
De repente, un burbujeo extraño provenía del caldero de Sakura, haciendo que su corazón diera un brinco. Miró rápidamente el líquido en el caldero, y para su sorpresa, el color era el correcto. Sin embargo, cuando se acercó un poco más, el burbujeo se intensificó de forma irregular, como si la mezcla estuviera a punto de desbordarse.
—¡Oh no! —Sakura murmuró para sí misma, con la mirada fija en el caldero. Era el tipo de desastre que no quería.
Snape, como si hubiera percibido su inquietud, se acercó rápidamente. Los demás estudiantes se apartaron ligeramente, consciente de que el profesor de Pociones no toleraba los desastres.
—¿Qué está pasando aquí, señorita Haruno? —su voz era cortante, como siempre.
Sakura se levantó rápidamente, apartándose de su caldero.
—Creo que… creo que he añadido la raíz de mandrágora demasiado pronto —admitió, mordiéndose el labio con nerviosismo.
Snape no dijo una palabra, pero levantó la varita y apuntó al caldero. Un destello verde salió de su varita y, de manera instantánea, el burbujeo cesó. La mezcla volvió a su calma habitual.
—Un poco más de control la próxima vez, Haruno. Las pociones requieren precisión, no solo la cantidad correcta de ingredientes, sino el ritmo exacto en que se combinan. —Su tono, aunque aún frío, no estaba tan cargado de amenaza como antes—. Si no tiene la capacidad de manejar la presión, me temo que esta clase no será para usted.
Sakura, avergonzada pero decidida, asintió.
—Lo entiendo, profesor. Prometo hacerlo mejor.
Snape la observó un momento más, y luego dio un paso atrás, volviendo a recorrer el aula con su mirada fija en los demás estudiantes.
Sakura miró el caldero con una mezcla de frustración y alivio. Afortunadamente, parecía que todo estaba bien por ahora. Los ingredientes aún estaban correctamente mezclados, aunque la experiencia la había dejado más tensa que antes. No quería volver a ser el centro de atención en esta clase, especialmente después de ese regaño público.
A lo lejos, Harry le echó una mirada, la cual Sakura agradeció sin poder evitar una pequeña sonrisa. Ron le dio un leve pulgar arriba desde su mesa, y Hermione, aunque con una expresión de leve preocupación, asintió como dándole su apoyo en silencio.
Mientras continuaba con la receta, Sakura trató de relajarse. Sabía que debía aprender a adaptarse, pero las expectativas en esta escuela eran mucho mayores de lo que había imaginado.
(...)
La clase de Pociones terminó y los estudiantes comenzaron a levantarse de sus asientos. Sakura suspiró aliviada; la clase había ido bastante bien, aunque la tensión de estar rodeada de tantos estudiantes y de la estricta mirada de Snape todavía la hacía sentirse un poco incómoda. Caminó junto a Harry, Hermione y Ron por el pasillo mientras se dirigían hacia la siguiente clase.
—Bueno, ahora nos tocaría Defensa contra las Artes Oscuras —comentó Harry con un suspiro mientras miraba la puerta cerrada del aula—. Pero no tenemos profesor hoy. Todavía están buscando a alguien.
Sakura levantó una ceja, sorprendida.
—¿Y cómo es que no tienen profesor? —preguntó.
—Es un poco... complicado —respondió Hermione, claramente molesta—. El profesor que teníamos el año pasado no era... nada adecuado. Ahora están intentando encontrar a alguien más, pero parece que tomarán su tiempo.
—Eso suena raro —dijo Sakura, sorprendida por lo que acababa de escuchar.
—Lo que pasa en Hogwarts... nunca es aburrido —comentó Ron, con una sonrisa sarcástica.
Sakura asintió mientras el grupo avanzaba por los pasillos, y en poco tiempo llegaron al Gran Comedor. Una vez dentro, el bullicio de los estudiantes ya se sentía en el aire. Los amigos de Gryffindor comenzaron a buscar un lugar para sentarse.
—¿Te gustaría quedarte con nosotros? —preguntó Hermione, señalando un espacio vacío en la mesa de Gryffindor—. Es más fácil si te unes a nuestro grupo.
Sakura aceptó encantada, y se sentó junto a ellos. En ese momento, dos gemelos pelirrojos se acercaron al grupo.
—Así que esta es la famosa Sakura Haruno —dijo uno de ellos, sonriendo ampliamente—. Nos han hablado mucho de ti, pero aún no hemos tenido la oportunidad de conocerte. ¿Cómo estás?
—Soy Fred, y este es George —añadió el otro gemelo con una sonrisa amistosa.
Sakura se sintió algo sorprendida por la cálida bienvenida de los gemelos y les sonrió.
—Encantada de conoceros. Gracias por la bienvenida.
—No hay de qué —respondió Fred con tono juguetón—. No es todos los días que vemos a alguien con un cabello tan... único.
Sakura se tocó el cabello, sin saber exactamente si era un cumplido o una broma.
—Es natural, no lo he teñido —respondió con una sonrisa tímida.
Ron se rió suavemente y, al darse cuenta de que la conversación iba por otro rumbo, intervino.
—No te preocupes, Sakura. Malfoy tiene un estilo de cabello muy... peculiar —dijo, casi con burla.
Sakura frunció el ceño, curiosa.
—¿Malfoy? ¿Quién es ese? —preguntó sin tener idea de a quién se referían.
Fred y George se miraron brevemente antes de responder, casi como si estuvieran decidiendo cuánto contar.
—Malfoy es... un compañero de Slytherin —dijo George con un tono algo condescendiente—. Y sí, tiene el cabello rubio, como si fuera una peluca. Siempre está intentando hacerse notar. No te preocupes, es más divertido cuando no lo tomas en serio.
Sakura asintió, aunque aún no podía imaginarse del todo a quién se referían. Decidió cambiar de tema para conocer más sobre este mundo tan extraño.
—Bueno, ya que les conté sobre mi cabello, ¿me cuentan ustedes de su mundo? ¿Cómo es todo aquí? —preguntó, interesada.
Harry, Hermione y Ron se miraron entre ellos, sabiendo que había mucho que contar, pero también que no podían abrumarla con demasiada información.
—Este es un lugar interesante, pero... no es tan fácil como parece —comenzó Hermione, mirando a Sakura—. Hogwarts tiene una historia un poco complicada, y nosotros hemos estado involucrados en algunas cosas bastante... difíciles.
Sakura los miró curiosa, sin saber a qué se referían, pero fue Ron quien explicó más.
—Bueno, hace un año atrás, Voldemort, el mago oscuro, volvió —dijo, casi como si fuera algo que ya había sido discutido demasiadas veces—. Es un gran problema. La gente no quiere creerlo, pero Harry lo vio con sus propios ojos.
Sakura frunció el ceño.
—¿Voldemort? ¿Quién es él? —preguntó, sin tener la menor idea de lo que Harry había vivido.
Harry se encogió de hombros, sabiendo que esa era la respuesta más difícil de dar.
—Es... el mago más oscuro que ha existido. Fue responsable de la muerte de mis padres cuando era bebé. La gente pensaba que lo habían detenido, pero, en realidad, nunca desapareció. Volvió, y eso... cambió todo.
Sakura se quedó en silencio, sorprendida por las palabras de Harry, mientras Fred y George miraban la conversación sin intervenir demasiado. Hermione, al ver la expresión de Sakura, añadió rápidamente.
—La mayoría de la gente no cree que Voldemort haya regresado, pero nosotros lo sabemos porque Harry lo vio. La gente está en desacuerdo sobre todo eso, y la situación aquí, en Hogwarts, se está volviendo cada vez más tensa.
Sakura no sabía qué pensar, pero una parte de ella sentía que estaba empezando a entender un poco más. Aunque no comprendía completamente lo que estaba pasando, sabía que todo eso tenía que ver con una gran amenaza.
—Vaya... eso suena muy grave —dijo, tratando de procesar la información.
—Sí, lo es —respondió Ron—. Y, además, el Ministerio de Magia no quiere admitir lo que está pasando. Así que estamos en una especie de guerra, pero nadie lo dice en voz alta.
Sakura observó el rostro serio de los tres, sintiendo la tensión en el aire. Aunque no conocía todos los detalles, podía sentir que algo grande y peligroso estaba ocurriendo.
La conversación siguió mientras Harry, Ron y Hermione contaban algunas anécdotas, pero el bullicio del Gran Comedor empezó a decaer, señalando que el almuerzo llegaba a su fin. Sakura, que ya había disfrutado lo suficiente, decidió levantarse.
—Voy a dar una vuelta por el castillo —comentó con una sonrisa—. No quiero quedarme mucho tiempo aquí.
—Nos vemos pronto, Sakura —respondió Hermione, mientras Ron asintió.
Sakura asintió con una sonrisa antes de caminar hacia la salida del Gran Comedor. A medida que se alejaba, no pudo evitar notar que los murmullos sobre su presencia parecían seguirla. No era una chica común; su llegada había sido repentina, misteriosa, y su selección de casa había sido tan rara que todos en Hogwarts estaban hablando de ella. El hecho de que fuera una Ravenclaw lo hacía aún más extraño, ya que había llegado demasiado tarde para ser parte del primer grupo de selección. Todo en su ser gritaba "extraña" para los demás.
Mientras caminaba por los pasillos, dejó que el aire fresco la envolviera cuando salió al patio. A pesar de los murmullos que seguían flotando en su cabeza, la luz del sol la hizo sentir un poco más relajada. No era que le molestara la atención, pero el hecho de no pertenecer completamente a este mundo, al menos todavía, la hacía sentirse como una extraña en medio de todos.
No pasó mucho tiempo antes de que sus ojos se fijaran en dos chicas cerca de una pared. Se acercó con cautela, observándolas, sintiendo que había algo reconfortante en ellas. Una de las chicas, pelirroja y con una actitud confiada, levantó la mirada y sonrió cuando la vio acercarse.
—¡Hola! —saludó la chica, su voz cálida y amigable—. ¿Eres la chica de Ravenclaw? La de la selección rara...
Sakura rió suavemente, entendiendo perfectamente lo que la chica quería decir. Ella sabía que su llegada había sido todo un espectáculo.
—Sí, soy yo —respondió con una sonrisa amigable, aunque su voz llevaba una ligera mezcla de sorpresa y resignación—. Mi nombre es Sakura.
—Ginny Weasley —dijo la chica, estrechando su mano de manera firme—. Me imagino que todo esto debe ser un poco abrumador, ¿no? Todos están hablando de ti por aquí.
Sakura asintió, sin poder evitar una pequeña risa.
—No sé si me hace sentir mejor o peor saber que todos ya me conocen —comentó, sintiéndose un poco incómoda por lo que implicaba ser el centro de atención—. Pero sí, es un poco raro estar aquí. No es lo que esperaba.
Ginny sonrió y la miró con simpatía.
—No es fácil ser el centro de atención, créeme —dijo, haciéndola sentir más relajada—. Pero tranquila, con el tiempo te acostumbras. Aunque... no es que me queje de saber un poco más de alguien tan interesante.
En ese momento, Luna, que había estado observando distraídamente las nubes en el cielo, levantó la mirada y sonrió al ver a Sakura.
—Hola, Sakura —dijo Luna con su tono tranquilo y su característica calma—. Qué agradable verte por aquí.
Sakura le sonrió, aliviada de encontrar a Luna allí, como siempre, con esa forma tan natural de ser.
—Hola, Luna —respondió, con una sonrisa genuina—. Pensé que te habías perdido entre las nubes.
Luna se encogió de hombros con una expresión soñadora.
—A veces las nubes me muestran cosas interesantes —comentó con la calma que la caracterizaba.
Ginny se rio ante la respuesta de Luna.
—Es cierto, nunca sabes qué secretos pueden esconder. Aunque no soy muy fan de hablar con las nubes, a veces me parece que Luna tiene razón en eso de ver más allá de lo que la gente normalmente ve.
Sakura se unió a la conversación sin sentir presión. La calidez de Ginny y la serenidad de Luna la hicieron sentirse un poco más tranquila. A pesar de ser la "nueva" o la "extraña", sentía que estas chicas no la veían de esa forma.
—Creo que es interesante cómo todo el mundo aquí tiene algo peculiar —comentó Sakura, reflexionando—. Todos tienen algo que los hace únicos, incluso si no siempre lo vemos de inmediato.
Luna asintió, como si ya estuviera esperando ese comentario.
—Es la magia de Hogwarts —dijo Luna, casi en un susurro—. Siempre hay algo más de lo que parece, si sabes cómo mirar.
El sol continuaba su descenso, y Sakura se dio cuenta de que había pasado más tiempo del que pensaba en ese pequeño momento de tranquilidad. El cielo se tiñó de colores cálidos, y la noche se asomaba lentamente.
—Creo que es hora de regresar —dijo Sakura, levantándose suavemente—. Gracias por la charla, chicas. Realmente me hizo bien.
—Nos vemos pronto, Sakura —dijo Ginny con una sonrisa amplia—. Estaré por ahí si quieres hablar más.
—No olvides mirar bien las nubes —añadió Luna con una sonrisa enigmática, antes de volverse a perder en su observación.
Sakura sonrió y asintió, sintiendo un ligero alivio por las palabras amables. Mientras regresaba al castillo, sus pensamientos eran más tranquilos, aunque seguía siendo consciente de su posición extraña en Hogwarts. Sin embargo, el hecho de que había encontrado personas que la aceptaban sin juzgarla la hizo sentirse un poco más en casa.
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