Capítulo 7: Familia
—Solo dígame cuanto es que puedo retrasar la cirugía—espetó Grettel, sintiendo un dolor interminable en la rodilla, sin embargo, hasta cierto punto era soportable—, sé que es la única opción pues mi médico me lo advirtió—dijo al notar el rostro asombrado del doctor al escucharla hablar sin rodeos—, solo quiero saber cuanto puedo retrasarlo y si es que puedo viajar en estas condiciones a mi país.
Vio duda en el doctor frente a ella, y Kaydee, por su parte, había salido un momento de la habitación para hablar con sus padres e informarle lo que estaba ocurriendo con la menor de la familia.
—No es recomendable—respondió el doctor—, no si viaja en un avión comercial. Y todo depende de cuanto aguante el dolor, puesto que su lesión aun puede tratarse sin la cirugía de reconstrucción de ligamentos.
—Eso no me funcionó, doc—musitó Grettel con una pequeña sonrisa—, y créame que lo intenté.
Aunque la chica estaba intentando ser fuerte actuando como que no le importara, la verdad es que no lo era, pues lo único que quería hacer es llorar.
Llorar como no pudo hacerlo desde que la habían sacado en una camilla del campo ante la mirada de todos, ante la mirada preocupada de su hermano, quien le había encargado a Kaydee cuidarla en lo que él las alcanzaba; ante Mamoru, quien estaba tan alterado, que estuvo a nada de írsele encima a Angelo; y de Jun, quien le había susurrado que todo estaría bien y que se tranquilizara.
Y que también, justo antes de que a ella se la llevara la ambulancia y el partido ya se hubiera reanudado, le había prometido que pronto la alcanzaría, porque no se encontraba sola.
Grett no sabía que estaba ocurriendo con Jun y el porque de los comportamientos que surgían entre ambos, pero la sensación era... satisfactoria. Sin embargo, ahora no se podía dar el lujo de pensar en ello.
—Máximo le doy dos días—sinceró el mayor—, tres si cuenta el traslado a Japón.
La Sakkãpurinsesu sonrió.
—Está perfecto.
Estaba hecho. Grett viajaría justo el día en el que la Selección tendría la semifinal, porque estaba segura de que Japón llegaría hasta allí y, posteriormente, a la gran final.
Aun cuando lo más probable era que nunca más volviera a jugar con sus amigos.
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—Mi emperatriz, tranquilízate—pidió el Kaiser, mirando como la peli azul se encontraba nerviosa—, tu amiga estará bien.
Arley asintió.
—No solo estoy nerviosa por lo que ocurrirá con Grett, Karl—respondió la chica—, sino que estoy preocupada por Jun, solo míralo. No hay que ser un genio para darse cuenta de que esto le está afectando bastante.
Se encontraban en el Hospital en el que habían trasladado a Grett, recién la enfermera les había dado información sobre su estado y ahora recorrían los pasillos en busca de su habitación. Arley podía observar como su hermano esquivaba a las personas con una rapidez impresionante mientras se abría camino para llegar, es más, ni siquiera volteaba a sus espaldas pues tenía la certeza de que la pareja lo seguía y estaba a una distancia prudente de él.
Karl tomó la mano de Arley, entrelazando sus dedos con los de la chica en busca de brindarle apoyo, pues sabía que su hermano le importaba más que nada.
—Supongo que es normal que se preocupe por ella—concordó el rubio, enfocando sus ojos azules en la chica a su lado—, después de todo, son compañeros de equipo.
Arley negó.
—No solo es eso—mencionó, mirando como su hermano había encontrado la habitación y llamado a la puerta—. Nadie sabe que pasa entre ellos, o si en algún momento sucedió o suceda algo, sobre todo porque ambos tienen pareja, sin embargo, hace un par de años, después del Torneo de Primarias, Jun no dejaba de hablar de ella y estuvo así por muchísimo tiempo, tanto, que llegamos a creer que gustaba de la Lobita. Pero lo negó todo.
—Supongo que mintió.
Tanto Karl como Arley pudieron ver como Jun entró a la habitación, sin importarle que tanto los Wakabayashi como Verónica e Izawa estuvieran allí.
Entonces se dieron cuenta de que, quizá, Karl tuvo razón.
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—Tranquilos, chicos—calmó Grett con una sonrisa, sintiendo el latente dolor en su rodilla—, estoy bien. El doctor dijo que no es nada grave. No se deben de preocupar por mí.
Kaydee le regaló una mirada de ojos entrecerrados en señal de que sabía que mentía.
—Como no, Grett-chan—musitó Kinboshi—, eres nuestra mejor amiga.
Casi todos se encontraban en la habitación de la peli plata. Gianelle, Genie, Gaby, Vero, Arley, Mamoru, Jun, Genzo e incluso Ken, Shun y Karl.
Después de su partido contra Italia, todos se habían dirigido lo más rápido posible al Hospital para verificar el estado de su compañera.
—Así es—continuó Gaby—, no íbamos a estar tranquilos si no veníamos a verte.
Vero asintió, rodeando con su brazo el torso de Genzo.
—Y se los agradezco—dijo Grett de todo corazón, sintiendo como Mamoru, quien estaba sentado a su lado en la cama, tomaba su mano—, pero deberían estar festejando su victoria ¡Le ganaron a Italia!
Jun no había dejado de mirarla desde que entró a su habitación y, aunque quería hablar a solas con ella, sabía que no podía hacer eso. Mucho menos cuando Mamoru no parecía querer despegarse ni un segundo de la chica.
—Pero todo fue por ti—aseguró Arley—, debido a la falta que te cometieron el arbitro sancionó con un penal y pudimos cobrarlo con Tsubasa, de no ser así, se nos hubiera complicado aun más seguir creando oportunidades para anotarle a Gino cuando siempre detenía los tiros.
—Es cierto—concordó Genzo—, debemos admitir que tu amigo es bueno, sin embargo, el que no se va a salvar de mí será el idiota que te hizo esto.
Mamoru asintió en favor de su capitán y Grett, al mirarlos, negó.
—No harás nada, Wakabayashi.
—Estoy de acuerdo—dijo Kaydee, por otro lado—. No vamos a dejar esto así.
Grett pudo notar la determinación en los ojos de sus hermanos, y estaba segura de que todos allí también lo notaron, por lo que fue Gianelle quien habló:
—Si no es mucha indiscreción—comenzó diciendo Mitsuki—, ¿podemos saber porque esos chicos te atacaron así?
—Sí, Grett-chan—dijo la rubia— ¿Por qué lo hicieron?
—Parecía que sabían cómo lastimarte, Lobita, y lo usaron en su favor.
Ante el último comentario de Arley, la peli plata soltó un suspiro, tratando de controlar el escozor que comenzaba a tener en los ojos, señal de que las lágrimas vendrían pronto.
Y no quería que alguien más la viera llorar.
Suficiente era que Jun la había visto en ese estado de vulnerabilidad.
Era un poco orgullosa para ello.
—No tienes que hablar si no quieres, Grett.
Para sorpresa de todos, el que había hablado era Misugi, quien desde que entró a la habitación no había dicho palabra alguna y solo se había limitado a quedarse de pie con los brazos cruzados muy cerca del umbral de la puerta.
Mamoru, que sintió el casi imperceptible temblor en la mano que sostenía de la chica, asintió.
—Tranquila, Grett—consoló—, no es relevante si lo sabemos o no.
La mirada amatista se paseó en cada persona de la habitación y agradeció mucho su presencia, entonces, comenzó a relatarles todo.
Les contó que todo había empezado cuando ella había subido de categoría en el Inter y había conocido a Lianna y Angelo que, básicamente, le habían hecho la vida imposible desde que llegó al equipo solo por ser la primera japonesa en lograr pasar la prueba.
Grett soportó todo sin decir nada, relató, también, que la compañía y amistad del Portero Perfecto la había ayudado mucho porque, cuando él veía algo raro sucediendo, no dudaba en defenderla.
Y fue cuando más se ensañaron con ella.
—¿Es decir que pasaste por todo esto sola y no nos dijiste nunca nada? —preguntó Genie con sorpresa, solamente mirando como Grett asentía tenuemente.
—Fueron casi dos años así—confesó, sentía como Mamoru sostenía fuertemente su mano y no dejaba de mirarla por nada, así como Jun, quien ya sabía todo lo que la chica estaba contando—. Pero eso no fue nada a comparación de lo que comenzaron a hacerme hace siete meses, allí fue cuando de verdad lograron joderme y todo por este maldito Torneo, justamente.
—¿Por qué? —Gaby no pudo evitar preguntar.
—Porque yo ya sabía que estarían organizándolo desde mucho antes—miró a su hermano—, supongo que igual que tú. Y, para ese momento, Japón no estaba contemplado en la lista de países que serían invitados, es por eso que mi entrenador habló conmigo y ofreció poder conseguirme la nacionalidad italiana aun sin tener el requisito mínimo de años viviendo en el país, solo para que pudiera pertenecer a su Selección—hizo una pequeña pausa, desviando su mirada al ventanal de su habitación—. Y, pues, eso a Lianna y Angelo no les convenía porque el lugar que me estaba ofreciendo mi entrenador iba a ser el de uno de ellos.
» Entonces, para sacarme del medio, comenzaron ya no solo a agredirme verbalmente, sino físicamente en los entrenamientos, porque sabían que la única manera en la que yo no podría jugar es estando lesionada. Y, todavía así, hoy vieron que lo intenté.
» En una de sus muchas barridas, justo como hoy, dieron de lleno en mi tobillo derecho, y me ocasionaron un esguince que, gracias al cielo, no fue nada grave, sin embargo, lo que sí fue grave fue lo que hicieron después.
Grett estuvo segura de ver a Jun negar, pues sabía cual era la parte que seguía en el relato de la chica, sin embargo, al ver el alivio en la mirada amatista, soltó un pequeño e imperceptible suspiro.
No iba a hacerla cambiar de opinión, pero allí iba a estar en todo momento.
Justo como el día que la escuchó contarle lo mismo y calmó su llanto hasta que se quedó dormida con la cabeza sobre sus piernas.
—Nunca se supo de quien se trató, o al menos eso dijo la policía—continuó hablando—, pero yo sé que fueron ellos porque estoy segura de que nadie en su sano juicio le aventaría el auto a alguien en pleno paso peatonal.
Cuando Grett dijo aquello, la mirada de asombro en sus amigos fue evidente, y también ocasionó que su hermano hiciera un movimiento abrupto que Verónica tuvo que controlar.
Genzo y Kaydee sabían, perfectamente, la historia del accidente de Grett hace seis meses, pero lo que ella nunca les dijo fue que tenía idea de quién y porqué lo habían hecho.
—¿Cómo? —la sorpresa evidente en la voz de Arley, a quien Schneider tenía abrazado por la espalda—. ¿fueron capaces de aventarte un automóvil encima por un jodido lugar en un equipo? ¡Joder! Que gente de mierda.
La peli azul miró a su hermano y al no ver la sorpresa en su rostro como la había en el de Mamoru, supo que él ya sabía todo. Sobre todo, por la manera en la que los músculos de sus brazos estaban tensos sobre su pecho, y como sus labios estaban rígidos en una línea recta, casi tanto como sus cejas.
—El impacto me lesionó la rodilla—reveló Grett, con una sonrisa nostálgica—, me diagnosticaron una lesión en los ligamentos laterales y, también, tuvieron que enyesarme la pierna por doce semanas. Después de ello tuve tres semanas en reposo y posterior a eso inicié terapia para recuperar la movilidad y poder volver a jugar, pero sabía que esto podría pasar. Sabía a lo que me atenía cuando acepté la invitación de Japón, y aun así me arriesgué porque quería compartir el campo de nuevo con todos ustedes.
Para Grettel lo mejor de todo fue sentir el apoyo de su familia, porque sí, todos esos chicos en la habitación eran parte de ella. Y ahora sentía un peso menos encima.
Al final de todo, sentía que la caída que estaba teniendo no era del todo mala. No cuando tenía a un castaño haciéndole compañía, aunque fuera a escondidas.
⚽
¡Holaaa! ¿cómo se encuentran? Espero que les haya gustado el capítulo<3
Grett, Grett ¿qué haremos contigo? ¿opiniones de la niña? ¿de lo que le pasó?
¿de cómo se está desarrollando algo con cierto castaño? ¿de Mamoru?
¡Los amo! nos leemos pronto<3
Grett-chan fuera.
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Ya somos 1K, que emoción!!! Los amo, gracias por leer!♡♡
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