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Yo te quiero más [♍Shijima x Cardinale♓]

El amor cuando llega no avisa
No esperaba encontrarlo en este lugar
Tiene un tono mentiroso y egoísta
Pero si viene contigo no está tan mal

Era un día más en la universidad Athena's Realm.

Un precioso chico rubio de ojos verdes caminaba por los pasillos, tratando de permanecer lo más lejos posible de todos los demás estudiantes.

Nada parecía estar fuera de lo normal, llegar al instituto, tomar el camino largo para tener el menor contacto humano posible hasta llegar al aula, para después sentarse en un solitario rincón en la parte de atrás hasta que terminara el día... Su típica rutina a la que ya estaba acostumbrado, o eso parecía, hasta qué...

¡Pum!

Iba tan distraído con sus propios pensamientos, que ni siquiera notó la presencia de alguien, hasta que chocó de bruces, cayendo sobre su retaguardia.

- ¡Oye ¿que te pasa?!- Reclamó enfadado, mientras recogía sus cosas.- ¡Fíjate por dónde caminas!

En realidad había sido su culpa por no ver hacía el frente, pero lo que Cardinale tenía de hermoso, le sobraba de orgulloso, y jamás admitiría su culpabilidad por más obvia que ésta fuera. Más fue su sorpresa al no recibir ninguna respuesta hablada, y en cambio, tan solo vió como el desconocido le tendía una mano.

Tardó unos segundos en reaccionar, no se esperaba para nada esa reacción. Aunque el atractivo físico de aquel chico era innegable: piel blanca, pero levemente bronceada, largos cabellos rojizos, y unos bellos ojos celestes.

- D-Déjame, puedo levantarme solo.- Rechazó la ayuda, golpeando la mano del pelirojo.- ¿Qué pasa contigo?- Comenzó a mostrarse agresivo nuevamente, al percatarse de que el desconocido no le quitaba la vista de encima.

El pelirojo no respondió nada, solo desvió la vista. A Cardinale la actitud de ese chico se le hacía sumamente extraña, guardó sus libros en su mochila, y se dispuso a seguir su camino, pero sintió cómo el pelirojo le sujetó de la muñeca.

Estaba dispuesto a voltearse y propinarle un puñetazo, no soportaba para nada el contacto físico de ningún tipo, por eso se mantenía alejado de todos, ¿cómo se atrevía ese tonto a tocarlo?

Pero sintió que el pelirojo le puso algo en la mano. Al abrir su puño, notó un pequeño pedazo de papel en su palma.

Miró de reojo al pelirojo, y después desdobló el papel, era una nota.

- "Lo siento. No puedo hablar."- Leyó en voz alta lo escrito, para después mirarlo nuevamente.- ¿Eres mudo acaso?

El desconocido asintió con la cabeza, agachando la mirada, como si le avergonzara su problema.

Cardinale no supo cómo reaccionar de inmediato, y un silencio se apoderó del ambiente por unos largos segundos.- ¿E-Eres nuevo?- Tartamudeó nervioso.

El pelirojo asintió.

- ¿A qué salón vas?

El chico pelirojo comenzó a escribir en un pequeño cuaderno, para después entregarle la nota.

- ¿"2-3 de anatomía. Facultad de medicina"?- Leyó en voz alta el mensaje nuevamente, recibiendo un gesto afirmativo.- Yo también voy a esa clase. Puedes venir conmigo si quieres.- Añadió, desviando la mirada.- Pero te lo advierto, no se te ocurra volver a tocarme, o entonces no me hago responsable de mis actos, ¿capisci?

El pelirojo asintió.

Cardinale comenzó a caminar, haciéndole una seña con la mano al pelirojo para que lo siguiese, acción que el desconocido no tardó en realizar.

El camino no era particularmente largo, de hecho solo tuvieron que subir unas cuántas escaleras, y atravesar un pasillo hasta el final.

- Aquí es, ahora no me molestes.- Se "despidió" a su manera el rubio, para después ingresar al aula, dejando al pelirojo atrás.

Sé que no eres lo que yo buscaba
Y que el dolor ya se volvió normal
Pero me miras sin decirme nada
Y yo te quiero más, y yo te quiero más

- ¡Shijima!- Escuchó su nombre a sus espaldas, justo cuándo estaba por abrir la puerta.- Menos mal que estás bien, creí que te habías perdido.

Respondió haciendo unas cuántas señas con sus manos, pero que su amigo peli-celeste fue perfectamente capaz de entender.

- ¿Por qué no me enviaste un mensaje? Habría ido a buscarte.- Respondió ante lo que su amigo le contaba con las manos.- ¿Un chico rubio?- Preguntó extrañado.- Y-Ya veo... Creo que sí sé de quién hablas, Shijima, pero...

Shijima siguió utilizando el lenguaje de señas para comunicarse, sorprendiendo a su amigo por lo expresado.

- Estás loco, Shijima.- Dijo el acuariano.- Si hablamos del mismo rubio, te aseguro que puedes darte por bien servido con que no te haya apuñalado.

La campana sonó, anunciando el inicio de las clases, así que ambos chicos ingresaron, dejando pendiente su "charla".

Al entrar, Shijima no pudo evitar buscar con la mirada a aquel rubio, que aunque altanero y grosero hasta cierto grado, por alguna razón había llamado su atención de sobremanera.

No tardó en localizarlo, en el rincón más apartado y oculto del salón, leyendo un libro, sólo, sin nadie ocupando los lugares a su alrededor.

- ¿Es ese el rubio al que te referías, Shijima?- Le susurró su amigo. A lo que él asintió.- Es Cardinale Lindberg, no es del todo malo una vez que lo conoces, pero te recomiendo que seas discreto.

Shijima pareció no entender las palabras de Mystoria.

- Luego te explico, por ahora, será mejor buscarte un asiento libre.

Shijima notó los asientos libres cerca de aquel rubio que había llamado su atención, y sin que Mystoria lo notara, se acercó.

Para cuándo el peli-celeste notó la ausencia de su amigo, ya era demasiado tarde. El pelirojo estaba justo enfrente de Cardinale.

Vió a Shijima entregarle un pequeño pedazo de papel, como acostumbraba comunicarse. Y temió la posible reacción de su compañero.

- "¿Puedo sentarme aquí?"- Leyó Cardinale en voz alta, viendo de reojo al pelirojo.- Has lo que quieras.- Respondió, volviendo a su libro.

Shijima sonrió en respuesta, tomando asiento en el banco vacío al lado del rubio.

Mystoria no podía creer lo que veía. Nadie además de él se atrevía a acercarse a Cardinale por el temperamento del rubio, Shijima acababa de lograr una verdadera hazaña.

Decidió no intervenir, si Shijima había conseguido amansar a la bestia, entonces era claro que todo estaría bien. Fue a su propio asiento, comenzando a leer sus apuntes, pero viendo de reojo a Shijima de vez en cuándo. Quizás algo surgiría entre esos dos.

Ven y dímelo otra vez que yo te lo vuelvo a creer
Si me quieres yo te quiero más
Ven que si no estás aquí
Se me van las ganas
Si me quieres yo te quiero más,
Si me quieres yo te quiero mas

Los días pasaban, y sin notarlo, se convirtieron en semanas, y éstas en meses, y éstos a su vez se convirtieron en un año.

Shijima no había desistido jamás en su intento de hacerse con la amistad del rubio. Y Cardinale, aunque reacio en un inicio, poco a poco comenzó a bajar sus barreras con el pelirojo.

Antes de que siquiera lo notaran, se habían vuelto amigos inseparables, y hacían prácticamente todo juntos.

Ninguno de sus compañeros podía creerlo. Cardinale Lindberg, el chico más solitario y agresivo de toda la facultad, que rechazaba cualquier tipo de contacto humano, ahora parecía no poder vivir lejos de ese chico pelirojo. Y Shijima parecía estar igual, parecía que habían nacido juntos.

Shijima Laghari, era el único capaz de hacer que una sonrisa se formara en aquellos labios, y decorara ese hermoso rostro. Era el único capaz de hacer reír a Cardinale, y el único que podía tocarle sin morir en el intento.

Cardinale no entendía bien lo que sentía por su nuevo y único amigo. Al inicio solo lo veía como una persona más del montón, incluso como un bicho raro por momentos. Pero con el correr de los meses, todos sus pensamientos sobre el pelirojo fueron cambiando.

Dejó de verlo como un bicho raro, y pasó a verlo como una persona sumamente valiosa y especial, pero que nadie entendía. Dejó de verlo como una persona más en el mundo, y antes de que se diera cuenta, pasó a ser su mundo entero... Se había enamorado de ese chico.

Shijima, por su parte, no entendía el porqué del rechazo hacía Cardinale por parte de todos. Cardinale era un chico realmente tierno, dulce, divertido y cariñoso una vez que te dabas una oportunidad de conocerlo. Un excelente amigo... Aunque... ¿De verdad sólo lo veía de esa manera?

- Entonces... ¿Cuándo le dirás que te gusta?- Preguntaba curioso el hermano menor de Shijima.

- "No me gusta, Shaka. Solo es mi amigo."- Respondió mediante el lenguaje de señas.

El pequeño Shaka, aunque contara con tan solo seis años de edad, era perfectamente capaz de comunicarse con su hermano y entender el lenguaje de señas.- Si, claro. Asmita decía lo mismo de Defteros y ya ves como terminó.- Se burló el pequeño.

- A mí no me metan en sus cosas.- Reclamó el hermano de éstos dos desde el marco de la puerta.- Soy ciego, no sordo, Shaka, tus gritos se escuchan hasta la sala.

- Tú gritas más fuerte cuándo Defteros se queda a dormir contigo y no digo nada.- Contraatacó el más pequeño de los hermanos, causando una enorme vergüenza en el hermano que era similar a él, y unas expresiones divertidas de su hermano pelirojo.

- ¡Espera a qué te ponga las manos encima, pequeño bribón!- Exclamaba Asmita intentando atrapar a su "adorable" hermanito.

Shijima veía divertido como sus hermanos peleaban entre ellos, sabiendo que no serían capaces de lastimarse de gravedad. Aunque... ¿Qué pasaba si el pequeño Shaka tenía razón, y su amistad con Cardinale se había vuelto algo más?

Lo que Shijima quizás ni siquiera sospechaba, era que el rubio también se cuestionaba lo mismo.

Tú llegaste a enredarme la vida
No esperaba encontrarte en ese lugar
Y aunque a veces no quiero quererte,
Sonríes y todo se olvida
Y tal vez eso me hace quererte más

No tenía idea de porqué había decidido hacer aquello. Ahora se arrepentía, y deseaba que la tierra se lo tragase.

Había citado a Cardinale en el gimnasio al finalizar las clases. Sus sentimientos por el rubio se hacían cada día más grandes, y sentía que en cualquier momento iba a estallar.

Tenía planeado confesar sus sentimientos ese día, pero su nerviosismo le comenzaba a jugar en contra.

No pudo más, intentó huir, pero cuándo abrió la puerta, dispuesto a escapar, se topó de frente con el rubio.

- Hola, Shijima.- Le habló el rubio.

Shijima retrocedió, listo, ya podía darse por muerto, pensaba.

- ¿Para qué me citaste aquí?

Shijima lo tomó de la mano, llevándolo prácticamente a rastras a uno de los almacenes dónde guardaban los balones y demás materiales.

- Shijima, dime de una buena vez qué diablos te pasa.- Insistió el piscis, comenzando a alarmarse por malos recuerdos.

El pelirojo sacó un pequeño sobre de papel de su bolsillo, apretándolo contra su pecho por unos segundos.

Cardinale no entendía el porqué de ese comportamiento tan extraño en Shijima, que siempre solía ser alguien calmado, sereno y apasible.

Shijima le extendió el pequeño sobre, manteniendo desviada la mirada en todo momento.

- ¿Es... Para mí?- Preguntó nervioso el rubio.

Shijima asintió nervioso. Sintió como su corazón se aceleró aún más cuándo Cardinale tomó el sobre entre sus delicadas manos.

- ¿Q-Quieres... Quieres que...?- Tartamudeó Cardinale. A lo que Shijima asintió nerviosamente repetidas veces.- "Cardinale...- Abrió el sobre, y comenzó a leer las palabras escritas en aquella hoja, sorprendiendose de encontrar su nombre. Miró a Shijima, que desviaba la mirada nervioso. Se aclaró la garganta, y reanudó la lectura.- Cardinale, si estás leyendo ésto, es porque finalmente me he armado con el valor suficiente para decirte la verdad.- Cardinale no entendía, ¿acaso Shijima...?- Cardinale, desde el primer momento en que te ví, despertaste algo en mí. Algo que nunca antes había sentido... Eres la persona más hermosa que he conocido, no solo por fuera, sino por dentro también. Eres como una rosa, una criatura totalmente preciosa, pero que solo unos pocos saben tratar, y pueden admirar de cerca... Y me alegro de ser una de esas personas.

Shijima sentía que su corazón se saldría de su pecho en cualquier momento. Le gustaría poder decirle todas esas, y muchísimas más palabras a Cardinale, pero sus débiles cuerdas vocales no se lo permitían, y se tenía que limitar a escribirlas para su lectura.

La situación de Cardinale no era tan diferente. Apretaba el papel entre sus manos, con un rojo carmín inundando sus blancas mejillas.- Cardinale... Te amo. No tengo idea de cómo pasó o porqué, pero tampoco me importa. Solo quiero estar contigo... ¿Me darías una oportunidad de hacerte feliz?

Shijima sentía que se corazón se iba a detener. Nunca había experimentado aquellas emociones antes. Ese nerviosismo, ese nudo en el estómago, sus mejillas ardiendo, su corazón latiendo a mil por hora, temeroso por la respuesta del rubio.

Sé que no eres lo que yo buscaba
Y que el dolor ya se volvió normal
Pero me miras sin decirme nada
Y yo te quiero más, y yo te quiero más

- S-Shijima, déjate de tonterías.- Tartamudeó el rubio, desviando la mirada.- Éste tipo de bromas no son graciosas.

Vió un par de lágrimas deslizarse por las mejillas del rubio, y cómo intentó marcharse.

- "No es una broma, Cardinale. Jamás bromearía con algo así."- Expresó con sus manos en medio de su desesperación, olvidando que Cardinale no entendía.

- Sabes que no entiendo el lenguaje de señas.- Respondió Cardinale, dispuesto a retirarse, pero fue detenido por el pelirojo.

Volteó para zafarse, pero se topó con los labios del pelirojo sobre los suyos.

Intentó empujarlo, pero sus piernas y brazos no le respondían, y terminó cediendo a los inexpertos labios de Shijima.

Enmedio del beso, Shijima notó las lágrimas que escapaban de los ojos cerrados de Cardinale, y después de separarse, creyó que había cometido un error.

- También te amo, idiota.- Escuchó de los labios de Cardinale.- ¡Eres un idiota, Shijima!, ¿Qué me hiciste?, ¡Yo no debía enamorarme, nunca!, ¡Pero llegaste tú y lo echaste a perder!

Cardinale se lanzó a devorar con desespero los labios de Shijima, quién hizo su mejor intento por corresponder.

- Shijima... Te amo.

- T-T.. C-C-ar...

Cardinale se sorprendió de que Shijima consiguiera al menos tartamudear esas sílabas.- Shijima...

- T-T-T... T-T-e... A-mmm-o.

- S-Shijima...- Acarició la mejilla del pelirojo.- ¡Lo conseguiste!, pudiste hablar.- Se emocionó incluso más que el pelirojo.

Desde ese día, pasaron a ser más que solo amigos. Ahora eran oficialmente una pareja.

Ven y dímelo otra vez que yo te lo vuelvo a creer
Si me quieres yo te quiero más
Ven que si no estás aquí,
Se me van las ganas
Si me quieres yo te quiero mas
Si me quieres yo te quiero más

Los días nunca volvieron a ser iguales desde que formalizaron su relación... Ahora eran mejores.

Ambos se amaban profundamente. El tiempo pasó sin que se dieran cuenta, ya llevaban casi siete meses siendo pareja, y se amaban igual, o incluso más que antes.

Se encontraban en la casa de Cardinale, en la habitación del rubio, mirando una película junto al hermano menor del chico.

En algún momento, apareció el padre de Cardinale.

- Hola, chicos.- Saludó el mayor, físicamente similar a Cardinale..- ¿Cómo se está portando Dita, Cardinale?

- Bien, papá.- Se adelantó a responder el pequeño peli-celeste.

Cardinale simplemente rodó los ojos.- Ya conoces a tu pequeño monstruo.

El niño se lanzó sobre su hermano, comenzando a manotear, y a tirarse del cabello mutuamente. El pequeño Afrodita era como ver una réplica de Cardinale, solo que con cabello turquesa. Incluso en el carácter daban la impresión de ser similares.

- Bueno, Dita, ¿que te parece si me acompañas a comprar algunas cosas y después vamos a ver a tu tío Tanathos y a tus primos?- Habló Hypnos, terminando con la rabieta de sus hijos.

El pequeño peli-turquesa asintió feliz, y corrió a su habitación por un abrigo, olvidando totalmente a su hermano mayor.

- Al fin te llevas lejos a ese demonio que llamas "hijo".- Dijo Cardinale, recibiendo un leve codazo de parte de Shijima.

- Déjalo, Shijima.- Respondió el padre de Cardinale.- En fin. Volveremos después del atardecer, cuiden la casa mientras no estoy.

Dicho y hecho, Hypnos, el padre de Cardinale, se marchó junto con el pequeño Afrodita, dejando solos a ambos jóvenes.

Continuaron viendo la película tranquilamente, con algunos besos pequeños de vez en cuándo. Pero poco a poco Cardinale se fue volviendo más exigente, dejando de conformarse con besos pequeños.

Shijima intentaba seguirle el ritmo, pero el rubio parecía no tener llenadera.

- Shijima... Hagámoslo.- Susurró en el oído del pelirojo, que se quedó estático ante tal petición. Cardinale no tardó en notar ésto.- ¿Pasa algo?

El pelirojo tenía las mejillas rojas, y no se atrevía a verlo a los ojos.

- ¿Es... Tu primera vez?- Preguntó Cardinale, recibiendo un gesto afirmativo.- Tranquilo, yo te guío.

Volvió a besar al pelirojo, sentándose en su regazo, comenzando a mover lentamente sus caderas, buscando provocar al pelirojo.

Shijima estaba muy nervioso. Jamás había tenido relaciones sexuales en toda su vida, no sabía qué hacer, y temía arruinarlo todo.

Cardinale lo notó de inmediato, y se detuvo.- Si no quieres hacerlo entiendo.- Habló el rubio.- No voy a obligarte a hacer algo que no quieres.

No era eso en absoluto, deseaba estar con el rubio, pero a la vez temía lastimarlo, o hacerle recordar cosas horribles.

- N-No.- Alcanzó a hilar con dificultad. Llevaba tiempo con varias terapias, tratando de fortalecer sus cuerdas vocales, pero aún no podía hablar fluidamente.

- ¿Tienes miedo de lastimarme?- Adivinó piscis su preocupación. Shijima asintió.- Shijima, no te preocupes.- Dijo, besando todo el rostro del pelirojo.- Sé que tú jamás me lastimarías... No eres igual que ellos, me lo has demostrado.

Ésta vez fue Shijima quién inició el beso, siendo correspondido. Las caricias por encima de la ropa no se hicieron esperar, pero al poco tiempo se hicieron insuficientes.

Ambos comenzaron a hacer desaparecer la ropa ajena en busca de más contacto, sin dejar de besarse.

Yo te quiero más
Yo te quiero más
Si me quieres yo te quiero mas
Si me quieres yo te quiero mas

- S-Shijima.- Jadeaba el rubio, mientras el pelirojo besaba su cuello, dejando algunas marcas rojizas.

Cardinale se dejó hacer por el pelirojo, viendo hasta dónde se atrevería a llegar por sí solo.

En cuestión de segundos, toda prenda había desaparecido, dejando sus cuerpos totalmente desnudos, siendo cubiertos únicamente por las blancas sábanas del rubio.

- S-Shijima...- Gemía bajito el nombre del pelirojo, que movía sus dedos en su interior, siguiendo las indicaciones de piscis.- Shijima~... Y-Ya... C-Con eso basta.

El pelirojo sacó sus dedos del interior del rubio, colocándose entre sus piernas, esperando las indicaciones de Cardinale.

- Hazlo.- Jadeó el rubio, con sus cabellos pegados a su frente por el sudor.- Entra.

Shijima hizo lo que el rubio le indicó, lentamente y con cuidado de no lastimarlo, prestando atención a los sonidos y gestos de Cardinale. Le escuchó quejarse por lo bajo, así que se quedó quieto, hasta que su amada rosa decidiera.

- Y-Ya...- Jadeó el rubio.- Shijima, muévete... Por favor.

La sensación era totalmente nueva, podía sentir el calor del interior de Cardinale envolverle por completo, y como sus paredes internas se contraían, apretándolo.

- ¡Ah!, ¡Shijima!- Para ese punto, Cardinale ya se había aferrado a él, rodeando su cuello, y enredando sus piernas en su cintura, mientras gemía su nombre una y otra vez con cada embestida.- ¡Shijima!, ¡Más... Más fuerte~!

Ambos perdieron la noción del tiempo, enfocados únicamente en complacer al otro. Shijima moviéndose como su amado lo pedía, y Cardinale coordinando sus movimientos con los de Shijima, y apretando el miembro del pelirojo.

Cuándo ambos sintieron el clímax cerca, no dudaron en devorar los labios ajenos.

- Shijima... Hazlo... Dentro.- Gemía con dificultad el rubio, sintiendo como aquel miembro palpitaba en su interior cada vez más.- ¡Shijima!- Llegó al orgasmo, apretando al pelirojo, quién terminó en su interior, llenandolo por completo.

Los besos no se hicieron esperar, tratando de combatir las pequeñas descargas eléctricas que aún les recorrían el cuerpo. Hasta que consiguieron regular sus respiraciones.

Si me quieres yo te quiero mas
Si me quieres yo te quiero mas

- Te amo.- Dijo Cardinale, besando los labios del pelirojo.- Shijima, te amo.

El pelirojo no podía responder con palabras, pero lo hacía con acciones, correspondiendo el beso, abrazándolo y acariciándolo.

- Shijima...- Habló el rubio, nervioso.- Sé que quizás no es el mejor momento, pero... Quiero decirte algo.

Shijima no entendió, mirando confundido al rubio que tenía enfrente.

- Shijima... Antes de conocerte, jamás imaginé que llegaría a amar o siquiera a confiar en alguien después de... Bueno, ya sabes, lo que ocurrió cuándo era más joven, y otro mi hermano aún estaba vivo.

El pelirojo asintió, abrazando al oji-verde. Cardinale había abierto su corazón con él, contándole su pasado y sus miedos, y ahora entendía el porqué le costaba tanto confiar en las personas. En esos momentos era cuándo más desearía ser capaz de hablar, y poder decirle todo lo que sentía por él, pero se tenía que limitar a solo abrazarlo y repartir besos por sus mejillas, al menos de momento.

- Tranquilo, cariño... Estoy bien.- Se repuso el rubio, limpiando las pequeñas gotas saladas.- Pero, Shijima... Creo que lo que quiero decir es: Te amo... Eres el amor de mi vida, quiero estar siempre a tu lado, y que tú siempre estés conmigo.

Shijima sonrió ante las palabras del rubio, asintiendo.

- Y por eso, Shijima... Quiero que te cases conmigo.- Agregó Cardinale, muriéndose por el nerviosismo.

Por su parte, Shijima no se esperaba aquellas palabras de Cardinale, pero lo hacían inmensamente feliz. Abrazó con fuerza al rubio, atreviéndose a robarle un par de besos, que Cardinale correspondió.

- Tomaré eso como un sí.- Sonrió Cardinale.- Obviamente tendremos que esperar unos cuantos años, en lo que terminamos la universidad y...

Fue interrumpido por los labios de Shijima, pero que correspondió de todos modos.

Ven y dímelo otra vez que yo te lo vuelvo a creer
Si me quieres yo te quiero más
Ven que si no estás aquí,
Se me van las ganas
Si me quieres yo te quiero mas
Si me quieres yo te quiero más
Si me quieres yo te quiero más

- ¡Quédate quieto!- Le regañaba su hermano.

- ¡Ya déjame en paz, Afrodita!- Se quejaba Cardinale, intentando huir de su hermano menor.

- ¡Tú fuiste quién insistió en usar un corsé, así que deja de quejarte!- Lo regañaba el peli-turquesa de ahora once años de edad, mientras apretaba la prenda.

- Eres un...- Intentó seguir quejándose, cuándo su "lindo" hermanito apretó demasiado los cordones.

- ¿Hermoso hermanito menor?, si, ya lo sabía, Cardinale.- Completó la frase el menor, divirtiéndose por los gestos que hacía el mayor.

Pasaron minutos así, hasta que finalmente Afrodita pudo terminar de ajustar aquella prenda, para después ayudar a su hermano a terminar de vestirse.

- ¿Ves que eso no fue tan malo?- Sonreía, viendo a su hermano, quién miraba su figura en el espejo de la habitación.

- Para tí es fácil decirlo, tú no sentiste como si un pequeño duende intentara sacarte las tripas con una faja.- Respondió, viendo de reojo a su hermano.

- ¿Quién dice que no?- Respondió el menor, alzando un poco de su ropa superior, dejando ver que él también portaba un corsé.

Cardinale se sorprendió de ver aquello, era un niño, ¿a quién se le ocurrió dejarle usar eso?- ¡Quítate esa cosa!

- Soy tu padrino de anillos y tu hermano, voy a usar lo mismo que tú.

- O te lo quitas, o te lo quito yo.

Mientras tanto, en otro sitio, otro par de hermanos también se preparaban para el gran día de uno de ellos.

- ¿Estás listo, Shijima?- Preguntó su hermano menor.

Shijima asintió.

- Tranquilo, lo harás bien.- Le reconfortó su hermano al ver su nerviosismo.

- "Gracias, Asmita."- Respondió haciendo uso de un lenguaje específico que tenía para comunicarse con Asmita, dibujando las letras en la palma de la mano del rubio.

- No es nada, Shijima.- Dijo el rubio, abrazando a su hermano mayor.

Ambos abordaron el auto que los llevaría al lugar dónde se celebraría la boda. Debían llegar unos minutos antes.

Y apenas unos minutos después, en otro lugar, Cardinale también se encontraba sentado en una limusina, al lado padre, su hermano y el hermano menor de Shijima, rumbo a dónde sería la boda que tanto habían esperado por cinco años.

- ¿Nervioso, Cardinale?- Preguntó burlón su hermano menor.

- Ya veré si te ríes cuándo estés en el lugar de tu hermano, Dita.- Intervino el padre de los dos piscianos sonriendo.

- El día en que yo me case no estaré nervioso.- Afirmó el menor, seguro de sí mismo.

- No, claro que no. Quién va a estar asustado es quién se atreva a casarse contigo, pequeña bestia.- Aprovechó Cardinale para regresarle las burlas a su hermano. Provocando unas pequeñas risas en su padre y su futuro cuñado.

- ¡Papá!- Se quejó el piscis menor.

- Tú empezaste, Dita.

Y así siguieron todo el resto del camino, hasta que arribaron al lugar; un precioso club de campo.

Sería una boda al aire libre, y el padre de Cardinale no escatimó en gastos, quería que ese día fuera perfecto para su retoño.

Se anunció la llegada del novio, y todos se dirigieron a sus puestos, en unos minutos daría inicio la ceremonia.

- ¿Estás listo?- Preguntó Hypnos a su hijo.

Cardinale asintió. Los nervios se lo estaban comiendo vivo.

- Tranquilo, hijo, todo saldrá bien.- Dijo, acomodando la tiara de flores que el rubio portaba.- Estoy seguro de que a tu hermano y a tu madre les habría gustado estar aquí.

Cardinale agachó la mirada.- Sabes que ellos... Ellos...

- Lo sé, pequeño. No lo dije para que te pusieras así.- Dijo, limpiando las lágrimas de su hijo.- Yo también los extraño, pero has llegado demasiado lejos, has superado muchas de tus debilidades, has conseguido mejorar como persona... No renuncies ahora que estás tan cerca de ser feliz con quién amas.

Cardinale sonrió levemente, pensando en Shijima.- Creo que a mamá y a Albafica les habría agradado. Shijima es todo lo que ellos dos valorarían en una persona.

- Lo sé.- Le sonrió el rubio mayor.- Vamos, ya es hora.

La marcha nupcial comenzó a sonar, anunciando el inicio de la ansiada boda.

Los primeros en caminar sobre la alfombra fueron los hermanos menores de los novios, esparciendo algunos pétalos de rosas.

Segundos después, apareció Cardinale al lado de Hypnos. Shijima sintió su corazón acelerarse al verlo caminar por la alfombra. Dentro de unos minutos, ese precioso chico rubio que robó su corazón desde el momento en que lo vió, sería su esposo.

- Shijima, el día de hoy te entrego a mi hijo, confiando en que sabrás hacerlo feliz.- Le sonrió Hypnos, una vez que llegaron al frente.- Cuídalo por mí.

Shijima asintió, tomando la mano de Cardinale. Hypnos se retiró, y tomó su lugar en uno de los asientos de enfrente.

- Señores y señoras, el día de hoy estamos aquí reunidos para acompañar a los ciudadanos Shijima Laghari, y Cardinale Lindberg, que desean contraer matrimonio.- Comenzó con la ceremonia el juez.- Antes de iniciar, ¿los dos están aquí por su propia voluntad, sin ningún tipo de amenaza de por medio?

- Claro que sí, ¿por quién nos toma?- Respondió Cardinale.

El mayor se aclaró la garganta antes de continuar.- Bien. Cardinale, ¿aceptas a Shijima como tu legítimo esposo, para serle fiel en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y la pobreza, en lo próspero y en lo adverso, y respetarlo, hasta que la muerte los separe?

- Si.- Respondió Cardinale, viendo a los ojos a su futuro esposo.- Si acepto.

- Ponle el anillo, y después firma aquí por favor.- Señaló el albino una parte de la hoja, dónde Cardinale rápidamente hizo lo que se le solicitó.- Y tú, Shijima, ¿aceptas a Cardinale como tu—?- Antes de que pudiera terminar la pregunta, Shijima ya le había puesto el anillo al rubio, y se encontraba firmando la hoja.- Supongo que eso es un "sí", ¿correcto?

El pelirojo asintió.

- Bien. Entonces, por el poder que me confiere el estado, los declaro oficialmente casados. Ya puedes besar a tu esposo.

El aclamado beso de recién casados no se hizo esperar. Siendo festejado por todos los presentes.

Fue una gran fiesta, dónde todos celebraban la pareja recién casada, y el amor se podía respirar en el aire.

Los recién casados se encontraban en un lugar tranquilo, tomándose de la mano.

- Te amo.- Susurró el rubio.- ¿Sabes? Jamás pensé que te encontraría ese día, en ese preciso lugar.

- "Yo tampoco esperaba encontrarte. Pero no me arrepiento." Shijima respondió usando el lenguaje de señas. Con el paso de los años, Cardinale poco a poco lo aprendió también.

- Creo que entre más pasa el tiempo, más te quiero.- Sonrió el rubio, para después besar a su ahora esposo.

- ¡Cardinale, ya es hora de lanzar el ramo!- Escucharon la voz de sus hermanos.

- Ya vamos, pequeña diosa del drama.- Respondió Cardinale, dirigiéndose a su hermano.- ¿Me ayudarás a lanzarlo?

Shijima sonrió, asintiendo.

Ambos se levantaron de sus asientos, y se dirigieron a una pequeña tarima.

Una vez arriba de ésta, ambos se colocaron de espaldas a la multitud. Shijima le tomó suavemente de la cintura, hasta que les hicieron entrega del ramo.
Después, ambos lanzaron el ramo de rosas blancas y rosadas.

Voltearon por curiosidad, para saber quién lo había atrapado. No pudieron contener sus risas al ver el resultado.

- ¡Shaka, yo lo quería!- Peleaba Afrodita el ramo.

- ¡Toma, es tuyo!- Dijo nervioso el pequeño rubio, prácticamente estrellándole las flores en la cara.

El resto solo rió ante la reacción del niño. Y la fiesta siguió con normalidad. Hasta que cayó la noche, y después de unas cuantas horas, los novios por fin pudieron retirarse a su luna de miel.

Ya se encontraban a bordo del avión que los llevaría a su destino, elegido por ambos.

- Por fin puedo decir que tengo al mejor esposo del mundo.- Decía sonriendo Cardinale, abrazándose a su pareja.- Isla de Chipre, allá vamos.

Shijima solo le correspondía el abrazo, y los pequeños besos, mientras sonreía. Con el tiempo habían aprendido a expresar su amor sin necesidad de palabras.

- Cada vez te quiero más, amor.- Agregó el rubio, sin intenciones de soltar a su amado pelirojo.

Quizás no eran una pareja perfecta. Quizás ambos habían tenido una vida caótica. Ambos la habían pasado mal. Quizás no sería fácil, y deberían enfrentar varios problemas.

Pero sí tenían en claro que enfrentarían cualquier cosa juntos.

Shijima llegó a la vida de Cardinale para devolverle la alegría, darle color y ahuyentar la tristeza y los miedos. O al menos así lo veía Cardinale.

Y Cardinale apareció en la vida de Shijima para demostrarle que incluso detrás de una mirada fría y vacía puede esconderse un noble corazón, dispuesto a cualquier cosa por los que ama. O al menos así lo veía Shijima.

•~•~• The End •~•~•

•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•

Bueno, éste songfic está dedicado a MF_CARDINALE

Había dos versiones de la canción, y debo admitir que me fue difícil decidirme por una, pero al final elegí ésta versión.

La verdad casi no había visto nada de esta pareja, pero debo admitir que al final me terminó cautivando por completo. Al igual que la canción 💙

Así que, espero haber llenado tus expectativas, y que haya sido de tu agrado.

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