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Me perdiste [🦢Hyoga x Shun🔗]

Dame dos de tequila
Que voy a pasarla bien con un par de amigas
Pa' brindar por lo que se fue y borré de mi vida
¿A poco tú creías
Que algún día volvería?
Mejor quédate con ella

Y ahí estaba yo, en ese bar al que llevaba un buen tiempo sin ir, ya ni siquiera recordaba la última vez que bebí una copa con mis amigos.

- Shun, deberías controlarte un poco.- Escuché a mi mejor amigo a mi lado.

- Estoy bien, Sorrento.- Respondí, mientras pasaba mi último shot de tequila de un trago.- Un poco de alcohol no va a matarme.

- Sorrento tiene razón, Shun.- Se le sumó ahora Mime.- Desde que llegamos no has hecho más que beber copa tras copa.

- ¿Estás haciendo ésto por el asunto de Hyoga?- Remató June.

El coraje que llevaba aguantando salió a flote por un segundo, y no pude evitar azotar mi mano contra la barra, cuarteando el cristal del vaso en el proceso.

- No quiero hablar de eso.- Gruñí por lo bajo.- Pero no, no es por él. Solo quería salir un fin de semana a divertirme con mis amigos, es todo.

Los tres se miraron entre sí, cómo tratando de elegir sus palabras.

- Shun, ¿puedo hablar contigo un momento?- Fue Sorrento quién tomó la palabra.

Asentí, y el peli-lila me llevó hasta los sanitarios, que eran el lugar más tranquilo de todo el local.

- Mira, Shun. Entiendo que éstos meses no han sido nada fáciles para tí, y que aunque no quieras admitirlo, has estado sufriendo bastante.

Debía admitir que no se equivocaba, realmente éste no ha sido mi año.

- Pero eres mucho más que ésto, Shun.- Continuó Sorrento.- Tuviste una mala experiencia, pero no es el fin del mundo. No puedes darte por vencido ahora.

- Para ustedes es fácil decirlo, Sorrento.- Respondí algo irritado, estaba harto de éste tipo de sermones de parte de todos.- Ustedes tienen completas a sus familias. Saben que van a volver a casa y ahí tendrán a sus Alfas y a sus hijos esperándolos, y yo...

Sentí cómo unas lágrimas traicioneras intentaban escapar de mis ojos, mezcla de mi irá, mi desesperación y mi tristeza.

Sorrento notó mi estado de ánimo, y colocó una de sus manos en mi hombro, intentando reconfortarme.

- Shun, tú también tienes una hija. Una bebé de cuatro meses que te necesita ahora más que nunca.- Dijo Sorrento.- Está bien que te sientas mal por un tiempo, pero no te hundas. Vas a superar ésto, por tí y por Natassia.

Sin poder evitarlo, terminé abrazándome a mi amigo, llorando en su pecho. Desde siempre él ha sabido cuándo me siento mal, y cómo hacerme entrar en razón.

- Tranquilízate.- Me dijo, frotando mi espalda.- No por ser Omegas somos menos que un Alfa, ¿recuerdas?- Asentí, eso es lo que Sorrento suele decir siempre.- No lo necesitas. Tú eres un médico, uno muy comprometido con su trabajo, y que definitivamente no necesita de ningún Alfa.

- Gracias, Sorrento.- Sonreí, con mis ánimos un poco más elevados.

- Ven, los acompaño un rato más, aunque solo como espectador.- Me sonrió de vuelta mi amigo, mientras ví como llevaba una de sus manos a su vientre.- No podré beber en unas treinta y siete semanas.

- ¿Tendrás otro bebé?- Pregunté, acariciando su aún plano abdomen.

Sorrento asintió, sin borrar su sonrisa.

- Felicidades.- Realmente estaba feliz por mi amigo. Quizás Sorrento tiene razón, no todo es tan malo.

Volvimos con Mime y June, y solo por esa noche decidí olvidar el problema que tanto me atormentaba, y concentrarme únicamente en pasar un buen rato con mis amigos.

Hace tiempo que no salía con ellos, ya no recordaba lo que era reír con el humor agrio de Mime, escuchar los relatos de viajes alrededor del mundo tan interesantes de June, o escuchar los consejos de Sorrento.

- Fue bueno volver a salir con ustedes cómo cuándo estábamos en la universidad.- Comentó June.- Pero ya debo volver a casa. De seguro Reda y Yuna se deben estar preocupando.

- Yo también debo volver a casa.- Habló Mime después.- Mi hermano estaba muy ocupado y Alberich ya debe estarse volviendo loco con Myu y Valentine.

- Ni lo menciones. A ésta hora las gemelas ya deben haber llamado a Saga por alguna tontería que hizo Kanon.- Se les sumó Sorrento, y tan solo un par de segundos después, su teléfono sonó por un mensaje.- Se los dije.

- Creo que todos debemos volver a casa.- Añadí.- Ikki se quedó cuidando a Nati, pero será mejor que ya vuelva con ella.

Después de brindar por última vez, cada uno partió a su hogar.

Debía admitir que me encontraba mejor que cuándo llegué. Enterarme de las mentiras del que hasta hace un par de meses se hacía llamar "mi esposo", y después tener que pasar por todo el proceso de divorcio y la lucha por la custodia de mi hija ha sido difícil, y lo será por un largo tiempo. Pero al menos aún tengo a mis amigos y a mi pequeña.

Llegué al apartamento de mi hermano en el que he estado viviendo con mi hija desde ese día.

Al entrar y ver las luces apagadas, traté de hacer el menor ruido posible, creyendo que quizás Ikki y Natassia ya estarían durmiendo.

Me dirigí a la cocina por un poco de agua. Después pretendía irme a dormir, cuándo escuché la voz de mi hermano.

- Creí que volverías más tarde.

Negué con la cabeza.- Ya no somos unos adolescentes sin responsabilidades, Ikki. Tenemos hijos que no podemos simplemente dejar olvidados.- Expliqué.- ¿Cómo se portó Nati?

- Bien. Es una bebé muy tranquila.- Respondió Ikki, sirviéndose algo de agua.- Afortunadamente no se parece ni siquiera en el físico a ese idiota.

Reí un poco, sabía perfectamente que esa era la forma que mi hermano tenía de decirme: "Te lo dije", de forma discreta.

Él y Hyoga nunca se llevaron bien. Incluso recuerdo la cara de Hyoga cuándo nació Natassia, ella no se parece en nada a mí, y con Hyoga a duras penas comparte el color de ojos, pero en lo demás, es muy parecida a Ikki.

"Vaya broma del destino, que tu única hija sea el vivo retrato de la persona que más odias en el mundo."- Esas eran las palabras que Hyoga solía decir cada vez que Ikki y él discutían.

- Lo sé. A mí también me alegra.- Le sonreí a Ikki.- Pero aunque se pareciera a él, seguiría siendo mi hija.

- Y también seguiría siendo mi sobrina.- Añadió Ikki.- Y la seguiría protegiendo, a ella y a tí de ese imbécil.

Abracé a mi hermano, él siempre procuró mi bienestar, debí escucharlo.- Gracias, por todo.- Le agradecí.- Debí escucharte, si lo hubiera hecho, quizás nada de esto estaría pasando.

Ikki me abrazó y acarició mi cabello, igual que cuándo éramos niños.- Al menos salió algo bueno de todo eso. Así que por ella, sé fuerte y sigue adelante.

Porque sin ti estoy mejor
No me importa cómo estés

Reconozco fuiste un error
Lo nuestro queda en un ataúd

Los meses pasaron, Natassia cada día está más grande. Ahora, meses después de nuestra separación, me encontraba en el parque con mi hija, esperando a mi ex-esposo.

Después de varias discusiones legales, habíamos llegado a un acuerdo temporal; Él podría ver a Natassia un total de 12 horas a la semana, conmigo presente. Ella aún era muy pequeña para dejarla sola.

Así que, aunque lo que menos quería era verlo, por mi hija tenía que tragarme mi coraje y mis ganas de soltarle unas cuántas de sus verdades, además de un buen puntapié.

Lo ví llegar, tan despreocupado como siempre. Con sus jeans de mezclilla, sus botas de combate, y su chaqueta de cuero... Por todos los cielos, creo que aún no entiende que ya no es un universitario, tiene casi treinta años y una hija.

- Hola.- Me saludó desviando la vista.

- Hola.- Respondí igual, o quizás más indiferente que él.

- Hola, Nati.- Se dirigió ahora a mi pequeña, que casi de inmediato estiró sus brazos en su dirección.- ¿Puedo?

Asentí, rodando los ojos, para después entregarle a mi niña en brazos.

- Has crecido mucho, pequeña.

- ¿Qué esperabas?- Le respondí, sin poder evitarlo.- La última vez que la viste tenía dos meses de nacida, y acaba de cumplir seis la semana pasada.

- No la había visto, porque tú no me dejabas.- Me recriminó.- Por si ya se te olvidó, fuiste tú quién simplemente tomó sus cosas, a la bebé, y se fue de casa sin decirme nada.

- Y por si tú lo olvidas, fuiste tú quién se acostó con otra persona, sin importarle que estaba casado y tenía una hija.- Lo confronté. No iba a permitir que me culpara a mí.- Tú fuiste quién me traicionó, y me dejó a mí en ridículo ante todos.

Ví como desvió la mirada, para después sobar el puente de su nariz y suspirar pesadamente.- Mira, Shun. Lo último que quiero hacer hoy es discutir contigo, ya tengo suficiente con pelear contigo y tus abogados en la corte como para también pelear aquí.- Evadiendo las consecuencias de sus actos, como siempre. No sé cómo no me dí cuenta de su verdadera naturaleza durante los cuatro años que estuvimos casados.- Solo quiero pasar unas horas con mi hija, jugar con ella, y olvidar por un momento todo el desastre que estamos pasando. ¿Podrías darme una tregua, al menos mientras ella está presente?

Mantuve mis brazos cruzados, y mi ceño igual o más fruncido.- No creas que lo hago por tí.- Dije de mala gana.- Eres la última persona a la que quiero tener cerca. Pero Natassia es mucho más importante para mí, solo por ella lo hago.

- Con que no intentes apuñalarme por la espalda con un bolígrafo me conformo.

Simplemente dió media vuelta y comenzó a caminar con Nati en brazos. No tuve más opción que seguirlo.

Salimos del parque, y llegamos hasta la acera... Tiene que estar bromeando.

Está loco si cree que voy a permitirle exponer a semejante peligro a mi hija, una bebé de apenas seis meses, a ir en una motocicleta.

- ¡Ni se te ocurra!- Exclamé, antes de prácticamente arrebatarle a mi hija de los brazos.

- ¿Qué te pasa ahora?

- Por si no lo has notado, Natassia apenas tiene seis meses. ¡¿Cómo se te ocurre siquiera exponerla a ir en una motocicleta?!

Para éste punto, mi hija estaba llorando en mis brazos. Probablemente la asusté al tomarla de forma tan brusca, y rematado con mis reclamos. Pero la adoro, y antes muerto que permitir que algo malo le pase.

- Solía llevarla conmigo cuándo era más pequeña, y nunca le pasó nada. No creo que se lastime ahora.

- ¡No, claro que no!, ¡Solo se golpeó la frente y terminó con un horrible moretón cuándo no tenía ni siquiera un mes de haber nacido!- De solo recordar ese evento sentía mi sangre hervir. Si algo más grave le hubiese ocurrido a Nati, Hyoga no estaría aquí ahora mismo, sino en un cementerio.

- Bien.- Aceptó a regañadientes.- Será a tu manera entonces.

No dije nada más, solo me dediqué a calmar a mi hija, mientras comenzaba a caminar en dirección opuesta.

Hyoga me siguió, evidentemente inconforme por tener que dejar su amada motocicleta abandonada, pero realmente no me importa.

Nos quedamos en el parque, y dejé que Hyoga jugara un poco con Natassia en los juegos, que la alimentara, incluso que le comprara un helado y algún juguete.

Fue un día bastante largo y difícil de soportar para mí, pero por fin había terminado.

- Las seis horas terminaron.- Le hice saber a Hyoga, cuándo la alarma de mi reloj digital sonó.- Está anocheciendo, y Nati y yo debemos volver a casa.

- ¿Quieres que te acompañe?

- No.- Rechacé el ofrecimiento.- Ikki vendrá a buscarnos. Así que solo despídete de ella, para que podamos irnos.

Abrazó a Natassia, y después besó su frente.- Adiós, pequeña. Pórtate bien, nos vemos mañana.

Natassia no parecía querer soltarlo, y tuve que intervenir.

- Nati, cariño.- Le hablé a mi hija.- Papá tiene que ir a arreglar algunos asuntos de su trabajo. Y tú y yo debemos ir a casa de tu tío Ikki para que duermas.- La pequeña peli-azul seguía sin ceder.- Pero papá vendrá a verte mañana, y podrán jugar todo lo que quieran, ¿no es así, Hyoga?

- Si.- Me siguió la corriente, para mi buena suerte.- Obedece a Shun, y mañana podremos jugar, ¿de acuerdo?

Finalmente, Natassia cedió, y rápidamente la tomé en mis brazos.

- Adiós, Hyoga.- Dije, tratando de sonar lo más amigable posible.- Nos vemos mañana.

Después de eso, me fuí hasta la salida del parque, dónde mi hermano ya me esperaba. Volvimos a casa, y después de alimentar, darle un baño y dormir a mi hija, me metí a la cama y me quedé profundamente dormido.

El día de hoy había sido insoportable, y mañana me esperaba uno igual. Sería mejor reponer energías.

Lo bueno que todo esto acabó
No necesito a alguien como tú
Fuiste tú quien falló

Comenzaba otro día en el que debía soportar a Hyoga. Nati se levantó algo impaciente, probablemente ya espera con ansias verlo, después de todo, él siempre seguirá siendo su padre.

Prácticamente se repitió la misma escena del día anterior, saludarnos luchando con todas nuestras fuerzas por no soltarnos un golpe o un insulto.

Hyoga me ignoró la mayoría del tiempo, dedicándose únicamente a Natassia. Y nuevamente, llegó la hora de la despedida.

- Bueno, las seis horas terminaron.- Le hice saber.- Y de seguro tienes trabajo que hacer. Es fin de semana, los días más ocupados, ¿no?

Hyoga me entregó a mi hija, que se había quedado dormida.- Si, tengo algunos asuntos que atender en el bar.- Respondió.- En fin, supongo que tú debes descansar para trabajar mañana en el hospital, ¿no?

Asentí. Había usado mis dos días libres para sus visitas condicionadas con Natassia.

- ¿Con quién estás dejando a Natassia?

- La mayoría de las veces se queda con Seiya, en la guardería.- Expliqué, algo está tramando, puedo sentirlo.

- ¿Cómo que "la mayoría de las veces"?- Lo sabía.

- Cuándo son los días libres de Seiya, prefiero dejarla con Sorrento, o con Ikki.- Le aclaré de mala gana, si cree que va a usar alguna de mis palabras en mi contra, pierde el tiempo.

- Vaya.- Fue lo único que dijo.- Shun...

- ¿Qué quieres ahora?

Comenzaba a irritarme su actitud. Conozco a este Alfa como ni siquiera lo sospecha, y sé que algo está intentando, la pregunta es "¿qué es, exactamente?"

- Si algún día no tienes con quién dejar a Natassia... Yo... Durante el día no tengo casi nada qué hacer, podría cuidarla....

- El juez ya dió un dictamen.- Rechacé rotundamente su oferta.- Por ahora solo puedes verla doce horas a la semana, y solo si yo estoy presente.

Asintió. Algo me dice que ésto no se ha terminado.

Aún así, me dispuse a marcharme, pero él me sujetó del brazo.

- Shun...- Me giré para verlo.- ¿Estás seguro de ésto?

- ¿A qué te refieres?

- A separarnos.- Todavía tiene el descaro de preguntar eso.- Shun, podemos detener toda ésta locura. Volver a estar juntos, volver a ser una familia... Solo piénsalo.

No pude evitar reír, tiene que estar bromeando.- Hyoga, no volvería contigo así fueras el último humano sobre la faz de la tierra.- Respondí.- Tú fuiste quién destrozó esta familia con tus mentiras y tus infidelidades... Te perdoné más de una vez, porque pensé que cambiarías, pero me equivoqué.- Añadí. No mentía, siempre supe de sus amoríos nocturnos, que compartió el lecho con más de un Omega, Beta, Gamma, incluso algún que otro Alfa. Todos lo sabíamos, pero nunca me atreví a decir ni hacer nada, hasta ese día.- Así que no pierdas el tiempo intentando convencerme. Adiós.

No me respondió nada. Y yo simplemente me alejé con mi hija en brazos, hasta el punto dónde me reuní con Ikki, y volvimos a casa.

Y por eso me perdiste
Pero hoy, ¿quién está triste?
Tú ya no eres nada de lo que un día fuiste
Y por esto me perdiste
Pero hoy, ¿quién está triste?
Tú ya no eres nada de lo que un día fuiste

Los meses pasaron. Hoy era el primer cumpleaños de Natassia, y me encontraba preparando todo, junto a mi hermano y mis amigos.

Seiya se encargaría de traer un pastel para Natassia, él llegaría más tarde.
Mime, June y Sorrento vinieron a ayudarme con la decoración del departamento y a preparar el resto de la comida, y como era de esperarse, trajeron con ellos a sus familias.

- ¿Necesitas que te ayude con algo, Shun?- Me preguntó Sorrento. No le habíamos permitido moverse del sofá, su bebé está a punto de nacer, y no queremos que le pase nada.

- No, Sorrento.- Negué.- Ya todo está prácticamente terminado, mejor quédate con los niños y descansa.

El peli-lila suspiró resignado, y después de asentir, volvió a su lugar con sus hijas y el resto de los niños. A todos los pequeños les llamaba la atención tocar su vientre hinchado, incluso Natassia.

Fuí a la cocina, dónde mi hermano y la pareja de Mime, Alberich daban los últimos toques a la comida.
Me confirmaron que todo estaba perfecto, y les agradecí.

Salí de la cocina, y al mirar hacia dónde se encontraba Sorrento sentado, ví como se le acercó su Alfa, Kanon.

Salí con Kanon por más o menos un mes cuándo estaba en la universidad. Las cosas no funcionaron, pero terminamos en buenos términos. Él y Sorrento comenzaron a salir poco después, y se casaron cuándo Sorrento terminó la universidad.

No podía evitar sentir algo de celos, sé que Kanon y Sorrento son lo que se conoce popularmente como "pareja predestinada", Sorrento tiene la marca de Kanon en su cuello, y Kanon también tiene una de Sorrento, tienen dos hijas y uno más en camino. Definitivamente son uno para el otro, pero no puedo evitar preguntarme qué hubiera pasado si Kanon y yo no hubiéramos terminado.

Luego veo lo enamorados que se ven, lo felices que son juntos, y me recuerdo a mí mismo que él no es para mí, sino para mi amigo.

- Shun.- Ikki me tomó del hombro, sacándome de mis pensamientos.- Seiya me acaba de enviar un mensaje. Dice que el pastel ya está listo, iré a recogerlo, ¿está bien?

- Si, ve por él.- Le respondí sonriendo.

- ¿Vendrá...?

- Sabes que sí.- Me adelanté a su pregunta.- Después de todo, es el primer cumpleaños de su hija, debería estar presente.

Ikki bufó, pero asintió resignado, y se retiró.

Yo fuí con Mime y June, y terminamos de colgar unas cuántas decoraciones y globos.

Una vez que todo estuvo terminado, dejamos que los niños jugaran, mientras nosotros nos sentabamos a charlar.

Ikki llegó con Seiya, y un hermoso pastel que mi amigo había preparado especialmente para mi hija.

Todo estaba en paz, hasta que sonó el timbre del departamento. Sabíamos bien de quién se trataría, así que me puse de pie y fuí a abrir.

Efectivamente, no nos equivocamos, era él.

- Hola.- Me saludó.- Le traje algo a Nati, espero que no te moleste.

Solo le hice un gesto con la mano, y le indiqué que pasara.
Apenas se asomó, la incomodidad total se hizo presente. No era un secreto que nadie lo quería ahí, ni siquiera yo, pero este es un día muy especial para Nati.

Hyoga saludó lo mejor que pudo a todos, y apenas vió a Natassia, corrió a abrazarla.

A Sorrento, Mime y June no les hacía la menor gracia que mi ex-esposo estuviera cerca de sus hijos. Y la situación de Ikki no era muy diferente, las ganas de echar a patadas a Hyoga podían prácticamente palparse. Lo comprendía y podía verlo en sus ojos perfectamente.

Seiya, Kanon, Reda y Alberich también parecieron notarlo. Intercambiamos unas cuántas miradas, y fueron Seiya y Kanon los primeros en actuar.

- Oye, Ikki.- Llamó Seiya a mi hermano.- Dejé un par de regalos que traje para Nati en tu auto, ¿podrías acompañarme a traerlos?

Ikki asintió, y salió del departamento al lado de Seiya. Mi castaño amigo me guiñó un ojo al pasar a mi lado, como diciendo "situación bajo control".

Kanon se acercó a dónde estaban sus hijas, y les susurró algo en el oído a ambas gemelas. Después las niñas asintieron, y le tomaron de las manos.

- Sorre, acabo de recordar que dejamos los regalos en el auto. ¿Te molesta si me llevo a las niñas para ir por ellos?

Sorento asintió. Su mirada decía que preferiría que Saori y Sasha estén dónde sea menos aquí.

Kanon lo sabía, y sin decir más, también salió del departamento con las niñas.

June llamó a su hija, la pequeña Yuna de tan solo tres años, y le dijo que se había despeinado, que se quedara sentada con ella para que pudiera peinarla. Yuna obedeció a su madre, y se quedó quieta, mientras June "rehacía" el peinado.

Me percate de que Alberich se acercó discretamente a su hijo mayor, Valentine. Le susurró algo, y después se alejó.

Unos minutos después, el pequeño peli-rosa de cuatro años tomó un vaso lleno de jugo, y se acercó a su hermano menor, derramando todo el líquido en su cabello.

El pequeño Myu, de tan solo dos años, comenzó a llorar, llamando la atención de sus padres, quiénes se acercaron rápidamente.

Mime se llevó a Myu al baño, con la excusa de limpiarlo.
Y Alberich alejó a Valentine, "regañandolo" por derramar jugo sobre su hermano.

Estoy seguro de que nadie se percató de la acción de Alberich, igual no me molestaba. Ojalá pudiera hacer algo así para alejar a Natassia de Hyoga.

Seiya, Ikki, Kanon y las gemelas volvieron poco después, con algunas cajas de regalo en las manos.

Sé que fueron a comprarlos, los regalos originales estaban en la mesa desde que llegaron ellos. Al menos ya quedaba poco para que todo terminara.

- ¿Qué les parece si cortamos el pastel?- Propuso Seiya, en un intento de evitar un nuevo ambiente incómodo.

- Claro, pero primero espera a que vuelvan Mime y Myu.

Mi amigo pelirojo y su hijo volvieron unos minutos después, y nos dispusimos a cortar el pastel.

Los niños parecían felices, incluso Myu, que siguió llorando un buen rato, pero luego se calmó, y volvió a jugar con Sasha.

Hyoga se quedó con Natassia todo el tiempo, aunque creo que él era consciente de que no era bienvenido.

La hora de la despedida llegó, Hyoga se despidió de Natassia y la dejó jugando con Saori. Lo acompañé hasta la puerta, y nos despedimos sin decir más de lo necesario.

Me dijeron que volviste con tu ex
Me parece bien, yo la paso bien todo el mes
Que jueguen con tu corazón como juego al nés
A tu nombre le di next

Los años pasaron. Actualmente, Natassia ya tenía tres años, y había iniciado a ir al escuela. Debido a su edad, ella y Myu, el hijo menor de Mime quedaron en el mismo grupo, y mi amigo y yo nos turnabamos para recogerlos, lo cual era un gran alivio para mí.

Mientras Nati estaba en la escuela, yo visitaba a Sorrento en su hogar. Su hijo más pequeño estaba a punto de cumplir dos años, y lo estaba ayudando con algunos preparativos.

- ¿Has sabido algo de Hyoga?- Me preguntó el peli-lila.

- Ni idea de él.- Respondí.- Hace más de dos meses que no ve a Natassia, y ya perdí la cuenta de cuántos meses debe de manutención.

- ¿Sabes, Shun?- Añadió Sorrento.- Sé que no debo meterme en lo que no me importa, pero el otro día Kanon y yo estábamos en el Athena's Sanctuary con los niños.- Reconocí el nombre del restaurante que mencionó mi amigo. De jóvenes solíamos ir todo el tiempo los fines de semana, y ahora íbamos de vez en cuando con nuestros hijos.- Y bueno... Lo vimos, y no estaba solo.

- ¿Qué quieres decir?

Conociendo a Sorrento como lo conozco, sé que está comenzando a arrepentirse de haberme hecho saber eso.

- No sé cómo lo vayas a tomar, Shun.- No me equivoqué, está vacilando.

- Solo dí lo que tengas que decir, Sorrento.

- ¿Recuerdas a esa Beta...?, ¿cómo es que se llamaba?, ¿Meri... Meli... Eli... Emi...?

- Eri.- ¿Cómo voy a olvidarme de ella?, la recuerdo cómo si fuera ayer. La ex-novia de Hyoga, él terminó con ella para poder estar conmigo... Y después me traicionó con ella.- Rubia, alta, delgada, ojos azules, piel pálida...- La describí. Sorrento asintió, no había duda, era ella.

- Creo que la razón de su desaparición tiene nombre y apellido, y es una Beta.

- Que haga lo que quiera.- Me encogí de hombros.- Nosotros estamos oficialmente divorciados desde hace dos años. Cada uno puede rehacer su vida con quién quiera.- Sorrento pareció sorprenderse de mi reacción.- De hecho, creo que preferiría que se concentre en ella, y así se mantenga lejos. Yo trabajo para que Natassia no necesite nada de él.

Ninguno de los dos quiso tocar más el tema, y seguimos con lo que hacíamos.

Supe que tú no eras pa' mí
Que otra caiga en tus mentiras
Gané más cuando te perdí
Y si te tuve, mala mía

Habían pasado los meses. Y parece que Hyoga finalmente recordó que tiene una hija.

Hoy era mi día libre, y me gusta aprovecharlo para estar con Natassia, y hoy aprovecharíamos para ir al parque con Mime, Sorrento y los otros niños, pero justo al abrir la puerta, me topé con quién menos deseaba.

- Hola.- Nos saludó a ambos.

- ¡Papi!- Nati no contuvo su emoción, y casi de inmediato saltó a los brazos de su padre, que la alzó sin mayor problema.

- Hola, princesa.- Le sonrió Hyoga.- ¿Iban a algún lado?

- Si.- Le respondí sin esforzarme en ocultar mi molestia.- Teníamos planes para ir con Mime, Sorrento y los amigos de Nati al parque.

- ¿Puedo ir con ustedes?

A Natassia le brillaron los ojos tan solo con escuchar la pregunta de su padre, y de inmediato supe lo que me esperaba.

- ¡Si, si, si!- Asintió emocionada mi hija.- Papi, ¿puede?

Odiaba decirle a mi hija que no, pero realmente no estaba de humor para soportar a Hyoga, y estoy seguro de que Mime y Sorrento mucho menos.

- Lo siento, cariño.- Respondí.- Pero ya teníamos planes con tus tíos y tus amigos, y sabes que es de mala educación llevar invitados demás sin avisar.

- Entonces, ¿qué les parece si los invito a comer solo a ustedes dos?

Ésto es el colmo. Estaba comenzando a desesperarme, y me acerqué para quitarle a mi hija de los brazos.

- Nati, ya te he dicho que no se debe faltar a un compromiso, al menos que sea por una emergencia.- Me adelanté a la respuesta de mi niña.- Será en otra ocasión, Hyoga.

- Pero, papi...- Ay, no. Nati está a punto de llorar, sus ojos vidriosos no mienten.- Por favor...- Lo sabía.- A mis tíos y mis amigos los veo siempre... Pero a mi papá no lo he visto desde hace mucho... Solo por hoy, papi... Por favor.

No soporto ver a mi hija llorar. En algo tiene razón, siempre está con Mime, Sorrento o Seiya, y sus amigos... Ahora que lo pienso, creo que ella pasa más tiempo con ellos que conmigo o su padre.

Finalmente suspiré resignado, aceptando mi derrota.- Está bien.

Ví a Natassia sonreír nuevamente, y después me dió un beso en la mejilla.

- ¡Gracias, papi!, ¡Te amo!

La bajé de mis brazos, y de inmediato corrió hacía Hyoga. Ese Alfa la alzó en brazos nuevamente, ésta vez subiéndola a sus hombros.

- Le avisaré a tus tíos que no iremos. Espérame aquí con tu papá un momento, ¿de acuerdo?

La pequeña peli-azul asintió, y yo volví al interior del departamento.
Marqué el número de Mime, y le dí un resumen de lo ocurrido. Mi pelirojo amigo comprendió y después de darme unas palabras motivacionales, colgamos la llamada.

Volví a la puerta que daba al pasillo, y encontré a Hyoga con Natassia esperándome.

No dije nada más, y los tres nos pusimos en marcha.

Hyoga no cambia a pesar de los años. Tal y como esperaba, fuera del edificio había una motocicleta estacionada.

- Solo pueden ir dos personas en una motocicleta, y Natassia es muy pequeña para ir en una.- De inmediato le hice saber mi inconformidad.

Hyoga rodó los ojos.- Ya lo sé, genio.

Natassia solo nos miraba. Ella es muy pequeña e inocente para entender el sarcasmo en las palabras de su padre.

- Me alegra saberlo, Hyoga. Sé que eres muy inteligente.- Le regresé el insulto de forma pasiva. Aquel Alfa rubio entendió la indirecta, y simplemente me sonrió de lado.

Si decía una palabra más, definitivamente terminaríamos peleando, así que solo por estar mi hija presente, decidí guardar silencio, y conformarme con seguirlos de cerca.

Caminamos hasta una parada de autobús que quedaba cerca de casa. Nati fue en los hombros de Hyoga todo el camino, y no dejaba de reír con cada broma de su padre.

No tuvimos que esperar mucho, ya que el autobús llegó pronto. Subimos, y conseguimos un par de asientos, Nati fue en el asiento junto a la ventana, sentada en las piernas de Hyoga. No era difícil para él, Natassia era sumamente ligera y pequeña comparada con él.

Saqué mi teléfono, y me dediqué a mirar un poco mis redes sociales, y a responder algunos mensajes que Sorrento no tardó en enviarme en cuánto Mime le contó lo ocurrido.

Mientras tanto, podía escuchar a mi hija reír y hablar alegremente con Hyoga, y él sonaba igual de felíz.
De vez en cuándo miraba de reojo, y rápidamente me dí cuenta de que Natassia le señalaba cosas por la ventana a Hyoga, era algo común en ella.

Después de varios minutos, finalmente bajamos del transporte, y comenzamos a caminar.

Me sorprendió un poco ver qué nos dirigíamos a un restaurante que no tardé nada en reconocer.
Era el mismo al que Hyoga me llevó a almorzar en nuestra primera cita, y al que solíamos ir con frecuencia cuándo estábamos juntos... Tengo un mal presentimiento.

Aún así, no dije nada. Entramos al lugar, y Hyoga nos dirigió a una mesa... Mi sexto sentido no me falló.

- ¡Hyoga!, ¡Nati!

Esa Beta rubia se levantó de inmediato de su silla, sonriendo y agitando la mano.

¡Maldita sea!, ¿Qué demonios hace ella aquí?

- Oh, hola, Shun.- Me saludó con una sonrisa totalmente falsa al percatarse de mi presencia.

- Hola, Eri.- Le sonrió Hyoga, antes de besar su mejilla, aún sosteniendo a Natassia en brazos.

No soporto siquiera oír su maldito nombre, mucho menos verla, y aún peor, que ella esté cerca de mi hija.

- H-Hola.- Tartamudeó nerviosa mi hija. Todo ese entusiasmo y alegría que tenía hasta hace unos minutos se habían esfumado por completo.

- Hola.- Respondí únicamente por cortesía, pero mis ganas de salir corriendo de ahí y no parar hasta llegar a China eran más que evidentes.

Quise decirle a Hyoga que me entregara a Natassia, pero afortunadamente, mi niña se adelantó, pidiéndole a su padre que la bajara.

Nati no tardó nada en correr hacia mí, aferrándose a mis piernas, mientras apretaba la tela de mi pantalón entre sus pequeñas manos. Estaba asustada, y creo saber el porqué.

- Disculpa mi pregunta, Hyoga, pero ¿por qué estamos aquí mi hija y yo?

No iba a ser sutil, ni tener consideraciones con ellos, no cuándo mi hija está visiblemente incómoda con la presencia de esa rubia.

- Tú estás aquí porque te invitaste solo.- Me respondió Eri, viéndome con desprecio.

- Disculpa, Eri. Pero no te pregunté a tí. Además, lamento romper tus ilusiones, pero fue Hyoga quién nos insistió a mí y a Nati para que vinieramos.- La hice callar, fulminandola con la mirada. ¿Quién se ha creído para hablarme así?- Bien, Hyoga. Responde por favor.

Hyoga me miró mal por tratar de esa forma a su nueva novia, pero no podría importarme menos.

- Hay algo que quería hablar con Nati.

Rogué a todos los dioses que conocía porque no fuera lo que yo pensaba. No por mí, sino por Natassia. Ella aún es muy pequeña, y no sé qué tan bien pueda reaccionar a ciertas cosas.

- ¿Q-Qué cosa, papá?- Nati estaba a nada de llorar. Yo la tomé en mis brazos, tratando de hacerla sentir protegida, y hacerle saber que no está sola.

Seré un Omega, pero por mi hija soy capaz de despedazar a un Alfa con los dientes. No hay nada que no haría por ella.

- ¿Por qué no toman asiento?- Respondió con otra pregunta.- ¿Tienes hambre, Nati?

Nati a duras penas alzó la mirada, y rápidamente la apartó, escondiendo su rostro en mi pecho. Dirigí la mirada al mismo punto que ella, y me dí cuenta de su temor: Eri.

- No tiene hambre.- Respondí por Nati, retando con la mirada a Eri.

- ¿Podrías al menos dejar que ella responda?

- ¿Y tú podrías meterte en tus propios asuntos?- Esta Beta comienza a colmarme la paciencia, y no sé qué tanto pueda contenerme si vuelve a abrir la boca.

Hyoga se puso entre ambos, tomando en brazos a Natassia. Posiblemente se dió cuenta de lo que cruzaba por nuestras mentes.

- Lo mejor será que nos sentemos todos.- Habló ese Alfa.- Nati, ¿quieres helado?

Nati asintió tímidamente, aferrándose a Hyoga.

Aún con la tensión en el aire, todos tomamos asiento. Nati se quedó a mi lado en todo momento, y no dejaba de tomarme la mano a mí o a Hyoga de vez en cuándo.

No tenía hambre, no quería comer nada, y simplemente pedí una ensalada simple. Hyoga pidió un helado para Nati, y una hamburguesa con patatas fritas para él. Eri ordenó algo de sushi.

Nadie dijo nada, y nos limitamos a comer. Hasta que Hyoga consiguió que Nati hablara un poco con él.

Terminaron comiendo ambos de las patatas de Hyoga, mientras bromeaban y jugaban. Eri y yo solo nos mirábamos desafiantemente de vez en cuándo.

- Nati, te traje a tí y a Shun, porque quería hablar contigo sobre algo muy importante.- Hyoga cambió su tono de voz a uno más serio, y Nati solo lo miraba con una expresión neutra.- Nati, sabes que Eri y yo hemos estado saliendo por un tiempo, ¿verdad?

Vaya que lo sabía. Era una niña, pequeña pero no tonta, se percataba de más cosas de las que él creía.

- Si, papá.

Al voltear a ver a Eri, pude verla sonreír de una forma extraña. Ésto va a terminar mal, muy mal.

- Nati... Eri y yo... Vamos a casarnos.- Le soltó Hyoga de repente.- Quería que lo supieras, y... Que me dieras tu aprobación, pequeña.

Nati ni siquiera se movió, parecía estar petrificada. Ni siquiera yo sé qué hacer, su expresión es indescifrable.

- Nati...

Apenas pronuncié su nombre, mi hija rompió en llanto. De inmediato me puse de pie y la abracé contra mi pecho. Hyoga intentó acercarse, pero al instante lo aparté de un manotazo, ya hizo suficiente.

- Nati, linda.- Habló ahora esa Beta.- Tranquila, tú y yo somos amigas, ¿cierto?- Nati se aferró más a mí, llorando con más fuerza.- Vamos, Nati. ¿No quieres que yo sea tu mamá?

¡Maldita sea, ahora sí la mato!

- ¡¿Quieres callarte ya?!- Gruñí furioso.- ¡Por si eres tan estúpida y no los haz notado, Natassia ya tiene una madre, y soy yo!

Hyoga y ella retrocedieron un par de pasos. No son tan estúpidos, saben que un Omega enfadado es capaz de muchas cosas por proteger a su cría, y yo no soy la excepción.

- Ven, Nati. Te llevaré a casa.- Le susurré a Nati, frotando su espalda, para después alzarla en brazos.- Adiós. Diviértanse.- Añadí, dejando un par de billetes sobre la mesa.

Sé que es más de lo que comimos Natassia y yo, pero no me importa. Solo quiero irme de aquí para poder calmar a mi hija.

Caminé lo más rápido que pude hacía la salida, ignorando todas las miradas sobre mí, algunas curiosas, otras inquisidoras, otras comprensivas... Lo que sea, tengo cosas más importantes que atender ahora que la opinión de un montón de desconocidos.

Salí del restaurante, y caminé unos metros, con Nati aún sollozando, y abrazándose con fuerza de mi cuello, hasta que escuché que una voz lejana me llamaba.

- ¡Shun!, ¡Nati!

No detuve mi andar, incluso apuré el paso. No quería escucharlo. Si antes no lo soportaba, ahora lo odio.

- ¡Shun!

Sin mucho esfuerzo, consiguió alcanzarme, sosteniendo mi brazo, obligándome a detenerme.

- ¡¿Qué quieres ahora?!

Por un momento dudó. Yo nunca antes había actuado de ésta forma, siempre suelo ser bastante calmado, y no pasar de indirectas sutiles, jamás me había puesto tan agresivo como hoy.

- Yo... Yo no quería que pasara ésto.- Intentó justificarse.- Yo solo quería decírselo a Nati y...

- Ya déjala en paz.- Lo miré fijamente. Mi ira era tanta que casi podía tocarse.- Ya hiciste suficiente por hoy. Mejor ve con tu novia, y sean felices.

Solté, y dí media vuelta, dispuesto a irme. Hyoga no intentó nada más, y me permitió marchar.

En el camino, Nati se quedó dormida. Para cuándo llegamos a casa, ella seguía durmiendo, y no quise despertarla, simplemente la puse en su cama y la arropé, dejándola descansar.

Supongo que ésto en parte fue mi culpa. En todo el camino, no pregunté a dónde íbamos o porqué... De haberlo sabido, definitivamente no habría ido.

Natassia y yo tendremos una larga charla en cuánto despierte. No quiero que se sienta mal.

No sé qué demonios ví en Hyoga. Es un egoísta, mentiroso, insensible... En fin, eso quedó en el pasado. Quizás lo mejor sea que esté con alguien igual que él.

Y por eso me perdiste
Pero hoy, ¿quién está triste?
Tú ya no eres nada de lo que un día fuiste
Y por esto me perdiste
Pero hoy, ¿quién está triste?
Tú ya no eres nada de lo que un día fuiste

Los años pasaron, y con ellos muchas cosas cambiaron.

Nati dejó de ser una niña, actualmente era una hermosa jóven Alfa de dieciséis años.

- ¡Papá, ya me voy!- Me avisó Nati.

Yo la alcancé, dándole un abrazo y un beso en la mejilla, igual que cuándo era más pequeña.

- Adiós, cielo.- Le dije sonriendo.- Que tengas un buen día.

- Gracias, papá.- Me respondió de igual manera, mientras me abrazaba.- Tu también ten un buen día.

Asentí sonriendo. Y después de intercambiar unas cuántas palabras, Nati se fue al escuela.

Yo partí al hospital unos minutos después, listo para comenzar un nuevo día.

[...]

Mi jornada aún no terminaba, de hecho, era apenas mi hora de comida. Pero me gustaba aprovecharla para pasar tiempo con mi hija.

Al llegar a casa, me topé con una inesperada visita al lado de mi hija. Pero eso no fue lo peor, sino la razón que había detrás.

- Papá, traje a Mii.- Se me acercó mi hija.- ¿Te molesta si se queda a almorzar con nosotros?

Hace años, poco después de que Hyoga y Eri se casaran, nació Mii, la media hermana de Natassia, y la verdadera razón de esa boda.

Mii era una pequeña y dulce Omega, no tenía más de doce años, y Natassia siempre veló por ella desde que nació.

- Claro que no me molesta.- Les sonreí a ambas.- Siempre hay espacio para uno más en la mesa.

Realmente no mentía. Mii no se parece más que en el físico a sus padres. Ella siempre ha sido una niña muy dulce, amigable, tranquila, amable, algo tímida y retraída, pero fácil de tratar, y aún más de encariñarse con ella. Todo lo contrario a sus progenitores.

Ella y Natassia siempre han sido muy unidas. Nati a veces la traía con ella para almorzar o cenar con nosotros, incluso se quedaba a dormir de vez en cuándo.

Hyoga se la pasaba en su bar o con sus amigos, y Eri lo mismo, si no estaba con Hyoga estaba de compras o de fiesta con sus amigas. Ninguno de los dos se hizo cargo de Mii.

Desde que Mii nació, supe que nada bueno le esperaría al lado de esos dos, incluso Nati lo sabía, y me lo hizo saber.

La pequeña rubia siempre era dejada de lado por sus padres. A veces no iba al escuela o se quedaba hasta muy tarde en ella, todo porque a Hyoga y a Eri se les olvidaba. Así que decidí hacer algo al respecto, y me ofrecí a cuidarla.

Así fue como terminé pasando a dejar y recoger del colegio a Mii por poco más de seis años. Actualmente, ella ya podía valerse por sí misma, de hecho dejé de llevarla al escuela cuándo cumplió once años.

Pero hay algo que siempre noté, y que hasta ahora seguía presente; las marcas de golpes en los brazos y piernas de Mii.

Nunca supe con certeza el origen de dichas marcas, Mii nunca me lo dijo, y si le preguntaba a Hyoga, siempre obtenía respuestas como: "Eri dice que se tropezó", "Se resbaló en el baño", "Se lastimó jugando".

Yo tengo una hija, y sé que por más bruscos o despistados que sean al jugar, jamás llegan a lastimarse de esa forma.

- ¿Otra vez te caíste, Mii?

Ella solo asintió con la cabeza gacha. Ésta vez también tenía un moratón en la mejilla izquierda, que ocultaba con su cabello.

- ¿Quieres que te ponga algo de hielo?

Mii volvió a asentir tímidamente.

- Nati, ¿puedes traerme el botiquín por favor?

Mi hija asintió, y fue a buscar lo que le pedí.

Sé que Natassia piensa lo mismo que yo, y que quiere ayudar a su hermana. Puedo ver la impotencia, tristeza y rabia reflejadas en sus ojos, lo sé y la comprendo.

- ¿Cómo te caíste ésta vez?

- Y-Yo... Me caí cuándo estaba bañándome.- La misma respuesta de siempre.

Sospecho que Eri y Hyoga la golpean, pero no tengo suficientes pruebas para demostrarlo, y Mii no me dice nada, así que tengo que conformarme con recibirla en mi hogar siempre que puedo, curar sus heridas, y fingir que le creo eso de las caídas accidentales.

Nati regresó con el botiquín, y después de atender las heridas de Mii, nos sentamos para almorzar juntos.

- Bueno, niñas, ya debo volver a trabajar.- Les sonreí a ambas.- Puedes quedarte si quieres, Mii, solo avísale a tus padres, ¿de acuerdo?

- G-Gracias.

Le acaricié suavemente la cabeza, mientras le sonreía. Prácticamente la sentía como una hija más, y me preocupo por ella.

- No es nada. Sabes que me encanta que pasen tiempo juntas.

- Papá, ¿pueden venir Saori, Sasha y los demás chicos?

- Claro.

Me despedí de las chicas, y salí de casa, de vuelta al hospital. Tenía pacientes que atender y que no debía hacer esperar.

[...]

Después de terminar mi jornada, volví a casa. Sabía que al llegar me encontraría con un grupo de adolescentes en la sala o la recámara de mi hija viendo películas o jugando videojuegos mientras se llenaban la boca de comida chatarra.

Mime, Sorrento y June le dieron permiso a sus hijos de ir a la pijamada improvisada de Natassia. Después de todo, era viernes, los chicos no tenían que ir a clases mañana, y ciertamente no me molestaba recibirlos.

Abrí la puerta, y tal y como pensé, escuché las risas que provenían de la sala. Me acerqué, y ví a todos los chicos sentados en la alfombra frente a la pantalla, jugando algún videojuego.

- Hola, chicos.- Los saludé sonriendo.

- Buenas noches, tío.- Me saludó de vuelta Yuna.

Ella había crecido mucho, ya tenía 18 años y estaba en su primer año de universidad. Se parecía demasiado a su madre a decir verdad, y de alguna manera, ella representa para Nati lo que June para mí hasta hoy en día, una buena amiga con quién contar siempre.

- Hola, tío Shun.- Me sonrieron alegremente Sasha y Saori.

- H-Hola.- Ví con ternura a Julián, el hijo más pequeño de Sorrento.

Saori y Sasha no cambian. A pesar de los años, esas mellizas siguen siendo muy unidas. Ellas tienen ya casi 20 años, son las más grandes del grupo en cuanto a edad, y siempre cuidan del resto, especialmente de su hermano menor, Julián, el segundo más pequeño del grupo, de apenas 15 años.

- Buenas noches.- Me saludaron Valentine y Myu al mismo tiempo.

Valentine es el segundo más grande del grupo, tiene ya 19 años. Myu, por su parte, tiene 17.
Valentine sigue viendo a Myu como un pequeño bebé al que cuidar, me recuerdan a Ikki y a mí.

- ¡Hola, papá!- Me sonrió Nati, para después dejar el mando de lado y correr a abrazarme.

Le correspondí el abrazo a mi hija, realmente me hacía feliz tenerla a mi lado.

Discretamente, miré de reojo a Mii, quién no decía nada, y había permanecido sentada en el piso, abrazando sus rodillas.

- Hola, Mii.- Me acerqué a ella, sonriéndole.

Ella solo me sonrió tímidamente. No hablaba mucho, pero yo podía entender sus gestos, y significaban mucho para mí.

Después de asegurarme de que todo estaba bien, me despedí de los chicos, y me retiré a dormir a mi recámara.

Realmente me sorprendía lo mucho que las cosas cambiaron en estos años, y como es que todo fue mejorando poco a poco. Supongo que esas palabras que Seiya solía decirme tenían algo de razón: "Dale tiempo al tiempo. Podrían pasar días, semanas, meses o incluso años en que las cosas parezcan ir en picada, pero nada es para siempre, ni siquiera los momentos malos. Tarde o temprano las cosas mejorarán, y una vez que llegues a la cima, nada ni nadie podrá hacerte caer."

Me quedé dormido al poco tiempo, dejándome envolver entre el sueño. Mañana era mi día libre, podría aprovecharlo para estar con Natassia y sus amigos, quizás ir a nadar al parque acuático, o al cine.

[...]

A la mañana siguiente, lo primero que me despertó fueron unos estruendosos golpes en la puerta principal.

Naturalmente, me alarmé y corrí a toda prisa hacía el pasillo, con la planta baja como destino.

En las escaleras me encontré con Natassia, Valentine y Sasha. Básicamente, tres de los Alfas del grupo.

- Papá, ¿qué pasa?

- Eso quisiera saber, Nati.

Sasha me explicó que Mii estaba a nada de sufrir un colapso nervioso. Apenas escuchó los ruidos se puso a gritar y llorar, y corrió a esconderse en el clóset de Natassia.

Julián no tardó en contagiarse del miedo de Mii, y también rompió en llanto.

Entre ella y Saori consiguieron calmar a Julián, pero no fue la misma suerte con Mii. Ella estaba muy asustada.

Ahora, Yuna, Saori y Myu se encontraban tratando de calmarla, pero no lo conseguían.

- Ustedes vuelvan con ella y traten de calmarla, yo me encargo de ir a ver quién es.

Los golpes en la puerta no cesaban, al contrario, eran cada vez más fuertes.

Aún con las insistencias de Natassia y Sasha, bajé hasta la sala y me dirigí a la puerta principal. Ahí me pareció olfatear un aroma conocido... Maldición.

- ¡Mii!, ¡Natassia!

Mis sospechas se confirmaron al escuchar esa voz.

- ¡¿Qué quieres aquí, Hyoga?!- Grité sin abrir la puerta.- ¡¿Qué maneras son éstas de tocar la puerta?!, ¡¿No conoces los timbres acaso?!

- ¡Shun, abre la puerta!- Los Omegas tenemos un olfato bastante agudo, lo cual en casos como estos, era una ventaja. No hacía falta ser genio para saber que estaba ebrio, mi olfato no me engañaba.

- ¡Lárgate de mi casa antes de que llame a la policía!

- ¡Quiero ver a mis hijas!

Discutir con un borracho es como intentar obtener agua de una piedra. No iba a perder mi tiempo, así que solo tomé el teléfono y cumplí mi amenaza de llamar a la policía, específicamente a unos que conocía bien.

- ¿Ikki?- Tener algunos conocidos dentro de los servicios públicos era una ventaja.- Necesito que vengan por favor. Es urgente.- Le expliqué a mi hermano lo que ocurría, y pude oírlo gruñir. Estaba enfadado, y no lo culpo.- Si. Si es posible, por favor haz que Kanon, Mime y Alberich vengan contigo. Creo que los vamos a necesitar.

Intercambié unas cuántas palabras más con Ikki, y después colgamos.

Los golpes eran insistentes, y no tardé en escuchar la voz quebrada de Hyoga.

Solo hice oídos sordos, y subí las escaleras para ir a tratar de calmar a Mii.

Al llegar, le pedí a Natassia, Saori, Sasha y Valentine que salieran de la habitación. Ahora entendía la razón del miedo de Mii, y tener Alfas cerca podría estarla alterando en vez de calmarla.

Los chicos accedieron, y fueron a la sala para esperar a que llegara la policía, además de vigilar en caso de que algo malo ocurriese.

Yuna es una Beta, pero igualmente, salió con el resto de los chicos, solo por si acaso.

Me quedé únicamente con Myu y Julián, ellos son Omegas, así que Mii se sentiría más segura con ellos.

Myu, a pesar de ser un Omega, es muy valiente, fuerte e inteligente, no se asusta fácilmente, y fue una gran ayuda para conseguir calmar a Mii. No cabe duda de que es hijo de Mime, bien dicen que de tal palo, tal astilla.

...

Después de unos minutos, en los que conseguimos calmar a Mii, Ikki y el resto llegaron.

Dejé a Mii al cuidado de Myu y Julián, y bajé con el resto de los chicos para saber qué procedería.

Abrí el mirador de la puerta, y pudimos ver cómo Mime se encargó de taclear a Hyoga de un solo golpe cuándo el rubio intentó atacarlo.

- Ese es mi papá.- Habló orgulloso Valentine al ver la acción de su progenitor.

Hyoga fue arrestado, y entro pude abrir la puerta para ver a Ikki y Kanon.

- ¿Están todos bien?

- Si, Ikki.- Respondí.- Gracias por venir.

- ¿Qué le pasa a ese loco?- Preguntó Kanon.- Sabe que agredir a un oficial es un delito, ¿verdad?

- Solo llevenselo. Mii estuvo muy asustada, y no quiero que tenga que aguantar más ésto.

Ikki y Kanon tomaron mi declaración y las de los chicos sobre lo sucedido, y después del protocolo, procedieron a retirarse, llevándose con ellos a Hyoga.

Yo volví al interior de la casa con el resto de los chicos, que ahora estaban alrededor de Mii, hablando sobre algo que no pude escuchar a la distancia.

Me acerqué a ellos, y en cuánto me vieron, ví como Myu le susurró algo a Mii. La pequeña rubia asintió.

- ¿Ocurre algo, chicos?

Mii mantenía baja la vista, entonces ví como Natassia le tomó de la mano. Mii vió a su hermana mayor, y después asintió.

- Papá, hay algo que Mii quiere decirte.

- ¿Qué pasa, Mii?

Mii dudó por un momento nuevamente, pero Natassia no soltó su mano en ningún momento, dándole confianza para hablar.

- Yo... Yo no me caí... Mi papá me golpeó.

Ya sabía que algo así sucedía, pero aún así me dolió escucharlo.

- Él y mi mamá... Siempre me han hecho todas esas heridas...

Siguió hablando con dificultad, mientras gruesas lágrimas escapaban de sus ojos.

No dije nada, solo la abracé lo más fuerte que pude, dejándola llorar en mi pecho.

- Tranquila. De ahora en adelante todo estará bien.- Le dije, frotando su espalda.- Te prometo que nadie va a volver a lastimarte nunca.

Dame dos de tequila
Que voy a pasarla bien con un par de amigas
Pa' brindar por lo que se fue y borré de mi vida
¿A poco tú creías
Que algun día volvería?
Mejor quédate con ella

Después de ese día, Hyoga terminó teniendo que pagar una multa por agredir a un policía.

Pero no acabó ahí el asunto. Yo presenté cargos en contra de él y Eri por abuso infantil y violencia intrafamiliar. No me importaba lo que tuviera que pelear, pero no iba a permitir que volvieran a lastimar a Mii.

Fue una pelea bastante dura y difícil de ganar, pero ya me había enfrentado a éste tipo de casos, y tenía ciertos contactos que me ayudaron y conseguí la custodia de Mii.

Hyoga y Eri, además de perder la custodia de su hija, terminaron yendo a prisión por maltrato infantil.

Ya habían pasado seis años de eso, ahora Mii tenía 18 años de edad, y se había mudado con su hermana y Yuna a Londres. Estaba orgulloso de ellas.

- Ey, Shun.- Me llamó mi amigo.- ¿Estás bien?

- Claro, Seiya.- Respondí sonriendo.- ¿Qué me decías?

- Te decía que cómo están las chicas.

- Muy bien. Natassia y Mii me llamaron hace unas horas. Están ocupadas por la universidad, pero saben darse a basto.

- ¿Y sabes qué va a pasar con el imbécil ese?- Ahora fue Sorrento quién habló.

Negué con la cabeza.- Supongo que seguirá en prisión, cumpliendo su condena, igual que Eri.

- Y si para cuándo salga no ha aprendido su lección, e intenta lastimar a alguien, ahí estaré yo, feliz de patearle el trasero otra vez.- Se sumó Mime.

Reímos levemente ante el comentario de mi amigo.

- Debió ser un verdadero golpe bajo a su orgullo que un Omega lo haya noqueado de un golpe.- Sorrento nunca cambiará, sigue siendo el mismo que disfrutaba la humillación de quiénes odia.

- Eso es un hecho.- Añadió June.

- Bueno, mejor dejemos eso de lado.- Cambié de tema.- ¿Qué les parece si vamos por algo de beber? Hace ya un buen tiempo que no salimos juntos.

Mis amigos asintieron felices, y nos pusimos en marcha.

- Le llamaré a Ikki.- Dijo Seiya una vez que estuvimos en el auto.- Le diré que llegaré un poco tarde, y que se encargue de Tenma.

- Disfruta a Tenma mientras puedas, Seiya.- Le comentó Sorrento.- Una vez que se convierten en adultos, se olvidan completamente de tí.

Reímos ante el evidente sarcasmo de Sorrento, y arrancamos el auto.

Hoy es una buena noche para brindar por lo que ya se fue, y por lo que vendrá.

•~•~•~•~•~•~•

Bueno, éste songfic está dedicado a Scarlett_inclan

Espero que hay sido de tu agrado, y que haya valido la pena la espera.

Sinceramente ya he trabajado antes con este shipp, y es uno de mis favoritos a decir verdad. Aún así, fue bastante interesante trabajar con la canción que propusiste.

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