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I don't wanna miss a thing [🦁AioriaxShaka📿]

Podría estar despierto solo para oírte respirar,
mirar tu sonrisa mientras estás dormida,
mientras estás lejos y soñando,
podría gastar mi vida en esta dulce rendición,
podría estar perdido en este momento para siempre,
en dónde cada momento gastado contigo,
es un momento que atesoro

Santorini, Grecia. 23/06/xxxx
2:25 a.m

Llevábamos casi una semana en aquel campamento para celebrar el fin del año escolar en curso.

Fue un año bastante divertido, a decir verdad. No solo porque era nuestro último año antes de avanzar al siguiente nivel, en la escuela secundaria. O porque dentro de poco comenzaríamos a crecer y a desarrollarnos de acuerdo a nuestras castas, algunos apenas descubrirían la suya. Sino porque también habían llegado unos cuántos alumnos nuevos.

Ciertamente, estaba bastante felíz en ese lugar. Siempre me encantó la naturaleza, la aventura y el aire fresco.

Ser un niño Alpha problemático tenía ciertos beneficios de vez en cuándo. Ya que, para mi buena suerte, me quedé en la cabaña más grande y cómoda de todo el campamento, junto a mi mejor amigo.

Aunque no todo era color de rosa. Milo, un pequeño e inquieto Alpha, mi mejor amigo y cómplice de todas mis travesuras desde que íbamos a la guardería, y yo teníamos que compartir la cabaña con los hijos del profesor a cargo de la salida escolar, un par de gemelos, ambos Alphas, algunos años mayores que nosotros

Saga, era algo estirado, estricto y aburrido. Pero Kanon era mucho más energético, divertido y alegre, tanto que a los pocos días de haber llegado al campamento, Milo y yo ya lo considerabamos parte de nuestro pequeño grupo.

A pesar de que el profesor Bekele enviaba a todos a sus cabañas a las 9:00, nosotros solíamos dormirnos bastante tarde. Los gemelos debían ayudar a su padre con el resto de niños, a lavar los platos de la cena, y a preparar las cosas para el día siguiente, y volvían a la cabaña después de las 12:00. Y Milo y yo leíamos historietas, alumbrandonos con una pequeña linterna, hasta quedarnos dormidos, o Saga se despertara con nuestras risas y murmullos, y nos quitara la linterna y la historieta, lo que ocurriera primero.

Esa noche no sería la excepción, Milo y yo estábamos leyendo las últimas páginas de la historieta en turno, cuándo los sonidos de unos toquidos en la puerta de madera llamó nuestra atención.

- ¿Escuchaste eso?

Asentí, tratando de no hacer ruido.

- ¿Quién podrá ser a esta hora?

En eso tenía razón Milo, para esa hora, todos deberían estar ya durmiendo en sus cabañas.

- No lo sé.- Murmuré.- Pero quizás deberíamos despertar a Kanon.

Los golpes en la puerta no cesaban, entonces Milo asintió, y de un brinco, bajamos de la litera.

Kanon dormía en el segundo piso de la litera que compartía con su hermano, así que Milo subió hasta ahí para despertarlo.

El mayor abrió los ojos, y en cuánto escuchó los golpes en la puerta y le explicamos lo que pasaba, bajó de su cama, y fue hasta la puerta, mientras nosotros despertabamos a Saga.

Saga tenía el sueño algo pesado, así que Milo casi tuvo que gritar en su oído para que siquiera se moviera.

- ¿Qué pasa ahora, Milo?- Gruñó, abriendo sus ojos con pesadez.

- ¡Saga, levántate!- Gritó Kanon desde el marco de la puerta, encendiendo la luz, iluminando todo el lugar.- Tenemos una emergencia. Un código rosa.

Saga abrió de inmediato los ojos, y se puso de pie tan rápido que Milo y yo casi caemos al suelo.

No entendíamos qué quería decir Kanon, ni qué era un "código rosa". Pero éramos tan solo un par de niños de apenas 11 años, y la curiosidad podía mucho más que nosotros.

Saga estaba poniéndose sus zapatos y buscando en el armario un par de abrigos, mientras Kanon trataba de calmar al niño que había ido a buscarlos.

Milo y yo nos acercamos solo un poco, y reconocimos con facilidad al niño. Era uno de los estudiantes extranjeros que habían llegado ese año: Camus Moreau. Un pequeño Omega francés de cabellos color aqua y ojos morados. Él y Milo se habían hecho amigos, así que él no se lo pensó en acercarse y tratar de ayudar a Kanon.

Yo me acerqué unos segundos después, y me dí cuenta de que Camus estaba llorando, mientras Milo no dejaba de preguntarle qué había pasado, y Kanon lo abrazaba, tratando de calmarlo.

Saga se acercó a su hermano, y después de darle un abrigo y un par de zapatos, el gemelo menor se vistió rápidamente.

- Niños, volveremos en unos minutos, mientras tanto, por favor, quédense aquí y no salgan para nada.

Las palabras de Kanon no hicieron más que aumentar nuestra curiosidad por saber qué estaba pasando.

- Kanon, ¿a dónde van?

- Saga, adelantate con Camus. Yo los alcanzo en un momento.

El peli-violeta asintió, y él y Camus abandonaron la cabaña.

- Unos de los niños Omegas tuvo un... Accidente, y necesita ayuda.

- ¿Está herido?

- No, no, Aioria.

- ¿Mojó sus sábanas?- Preguntó Milo.- Si es solo eso, no entiendo porqué tanto drama. A mí me pasa todo el tiempo.

Kanon suspiró antes de responder.- Tampoco es eso Milo. Es algo un poco más grave.- Explicó brevemente.- Aún son muy jóvenes para entender, prometo que después hablaremos y les explicaré lo que quieran, pero por ahora debo ir a ayudar a su compañero.

Algo me decía que realmente se trataba de algo grave. Kanon no solía actuar como ahora solo porque sí.

Entonces hice que Milo dejara de hacer preguntas, dándole oportunidad a Kanon de marchar.

Ese escorpión morado me miró con reproche en cuanto Kanon nos dejó solos, pero poco me importó.

- ¿Qué estás haciendo ahora, Aioria?

Preguntó Milo, tan curioso como siempre, cuándo me vió remover los cajones que contenían nuestra ropa.

- ¿En serio creíste que nos íbamos a quedar aquí, sin saber qué pasa allá afuera?

Respondí, sonriéndole cómplice a Milo. Él me devolvió la sonrisa, y tomó el saco que le ofrecía.

Las cabañas de los niños Omegas estaban algo separadas de las de los Alphas, prácticamente al otro lado del conjunto de cabañas. No entendíamos porqué nos separaban, recuerdo que cuándo teníamos entre 3 y 6 años nos dejaban incluso dormir juntos en un mismo salón, Alphas, Deltas, Betas, Gammas y Omegas. Bueno, aunque en ese entonces, se podía contar con los dedos de las manos la cantidad de niños que ya sabían su casta.

Nos llevaría algo de tiempo llegar hasta nuestro destino. Tendríamos que atravesar el resto de cabañas de Alphas, luego las de los Deltas, los Betas, las de los pocos niños que aún no sabían su casta, y por último, las de los Gammas, antes de llegar a las de los Omegas.

Llevamos con nosotros la linterna que usábamos para leer historietas por la madrugada, y caminando lo más rápido que podíamos, caminamos hasta llegar a las cabañas.

A la distancia pude percibir un inusual aroma, como a lirio. Demasiado dulce y suave, que resultaba relajante.

- Milo, ¿hueles eso?

El peli-morado me miró raro, antes de responder.- Yo no huelo nada.

Quise responder algo, pero ese embriagante aroma se apoderó por completo de mí, y me hizo caminar como si fuera un perro hambriento siguiendo el aroma a croquetas.

Milo me miró raro, pero no dijo nada y se limitó a seguirme.

Llegamos hasta la puerta de una cabaña, no perdí nada de tiempo, y controlado por mis instintos, me pegué a una de las ventanas, tratando de encontrar la fuente de ese delicioso aroma.

- ¡Aioria, ¿estás loco?!- Milo tiró de mi abrigo, obligándome a quitarme de la ventana.

- ¿Quieres que Saga te vea y nos mande a lavar platos otra vez por desobedecer?

- Yo...- Por alguna razón, me sentía atontado. Como si mi mente y mi cuerpo se estuvieran desconectando.

- Aioria, ¿te sientes bien?

- No... No sé qué me pasa.

Ví como Milo parecía olfatear algo. Creí que había olido lo mismo que yo, pero la mueca en su rostro me decía lo contrario.

- Aioria... Creo... Creo que te acaba de llegar el celo por primera vez.- Tartamudeó Milo, algo asustado.

Al percatarme de que yo también desprendía un aroma, comencé a ponerme más nervioso.

En la escuela nos habían hablado sobre que ésto podía y tenía suceder tarde o temprano. No solo los Omegas entran en celo, los Alphas y los Deltas también.

Nos habían dicho que durante el celo, algunos Alphas podían volverse bastante agresivos y territoriales, especialmente contra otros Alphas.

No sé quién estaba más nervioso, si Milo por temor a que me descontrolara y lo atacara. O yo por la posibilidad de atacar a mi mejor amigo y a otros compañeros de escuela.

Entonces la puerta de la cabaña se abrió, dejando ver la alta figura de Kanon.

- ¿Qué están haciendo ustedes aquí?- Por su tono de voz, Kanon estaba de todo menos feliz de que hubiéramos desobedecido.- Creí haberles dicho que se quedaran en la cabaña y no salieran para nada.

- ¡Kanon, a Aioria le acaba de llegar el celo!- Gritoneó un asustado Milo, abrazándose a las piernas de Kanon en busca de alguna protección.

Kanon me miró por unos segundos que parecían eternos, y después de percatarse del aroma de mis feromonas, su rostro se volvió todo un poema.

- ¡Ay, no, por favor!, con uno ya era suficiente.- Soltó al aire.- Milo, quédate con él aquí, y por lo que más quieras en el mundo, no lo dejes entrar.

- Pero yo-

- Solo será un momento.- Insistió Kanon, sin quitarme los ojos de encima. Parecía estar alerta.- Tengo que llamar a Saga, a mi padre y a probablemente a otros niños, yo no puedo solo con los dos.

Milo solo suspiró pesadamente, y luego asintió.

- Gracias.- Le sonrió Kanon, y después besó su frente, quizás tratando de calmarlo.- ¡Saga!

Mi cabeza comenzaba a dar vueltas, sentía que mis músculos se tesaban y aflojaban, mi pantalón de pijama comenzaba a apretarme sin ninguna razón, y sentía que mi sangre corría más rápido de lo normal, produciendome una sofocante sensación de calor.

Pero ese suave aroma a lirios conseguía tranquilizarme y aliviar un poco los malestares y sensaciones desagradables.

Ni siquiera me dí cuenta de cuándo Kanon volvió, acompañado de Saga.

- ¿Es la primera vez que le llega el celo?

En ese entonces no entendí el porqué de la pregunta de Saga. Aún así, Milo respondió por mí, asegurando que yo nunca antes me había puesto así.

- Quizás... Quizás debamos dejarlo con el otro niño.- Hiló Saga, arrastrando sus palabras. Y Kanon no tardó en responder.

- ¡¿Estás loco, Saga?!- Se negó Kanon.- Aioria es un Alpha, y el otro niño un Omega. Ambos están en celo, dejarlos juntos es un suicidio.

- Sabes tan bien como yo que su primer celo un Alpha siempre se vuelve agresivo y su líbido se eleva hasta por las nubes, pero Aioria no está actuando así.- Replicó el gemelo mayor.- Y sabes bien cuál es la única razón por la que algo así pasa.

Kanon guardó silencio. Y aún sin estar del todo convencido, me indicó que entrara.

Saga le dijo a los otros niños Omegas que estaban dentro que salieran y fueran al comedor, ahí se reorganizarían. Y a Milo que volviera a la cabaña.

Entré a la cabaña, y en una de las camas ví un pequeño bulto envuelto entre las sábanas.

No tenía ni idea de quién podría tratarse, ciertamente había varios niños Omegas en ese viaje. Pero unos cabellos rubios asomándose de entre la blancura de las sábanas, me hicieron volver el alma al cuerpo, y me sentí más nervioso de lo estuvo Milo hace unos minutos.

- Shaka.- Llamó Kanon al contrario, y al verlo descubrirse a duras penas el rostro, sentí mi corazón latir aún con más fuerza.- Tendrás una pequeña compañía.

Shaka, ese adorable y lindo Omega hindú que se había incorporado al grupo ese año.

La verdad es que él me gustaba desde hace varios meses, pero nunca me atrevía a hablarle más de lo necesario, como saludos casuales si nos encontrábamos en el pasillo o cosas así.

Él me miraba, con esos enormes y bellos ojos azules, quizás tenía miedo, o desconfiaba de mí.

- Tranquilo, Aioria no va a hacerte daño, ¿verdad, Aioria?- Habló Kanon, mirándome fijamente.

- S-Si.- Tartamudeé.- N-No voy a hacer nada.

Ví que Shaka se descubrió el rostro de la sábana que lo cubría, y después inhaló profundamente.

- Aioria...- Murmuró tímidamente, captando mi atención.- V-Ven...

Me acerqué a él, y me senté en el bor del colchón. Entonces me dí cuenta de que ese dulce aroma a lirio provenía de él.

Shaka se abrazó a mi cuello, y yo no pude evitar el nerviosismo que se apoderó de mí.

- Hueles igual que los pinos del bosque.- Dijo, mientras enterraba su nariz en mi cuello.- Me gusta.

- G-Gracias... Supongo.- Respondí nervioso.

Miré de reojo a Kanon, como tratando de preguntar qué debía hacer.

Quería abrazarlo, quizás darle un beso en la mejilla, pero no me atrevía. Mi mente me pedía a gritos hacer todo lo que se me ocurría, pero una parte de mí se oponía rotundamente.

- Los dejaré un momento a solas.- Dijo Kanon, poniéndose de pie y caminando hacía la puerta.- Si pasa algo, solo griten, estaré aquí afuera por cualquier cosa.

Kanon se fue, y quedamos solo nosotros. Shaka se separó un momento de mi cuello, y nuestros ojos se encontraron.

Ésta era la primera vez que estábamos tan cerca. Era... Extraño, nuevo... Pero no precisamente desagradable, de hecho, me gustaba estar cerca de él, especialmente ahora.

Igual que como las típicas escenas de las películas románticas que mi madre y mi hermano adoran ver, sentí como si el tiempo de pronto se detuviera, y solo existieramos nosotros dos.

Shaka inclinó un poco la cabeza hacia un lado, y yo hice lo mismo. Nos acercamos lentamente, hasta que nuestros labios se encontraron.

Fue un contacto bastante superficial y torpe. Era evidente que ninguno de los dos tenía experiencia, ni sabía qué hacer, y solo nos estábamos dejando llevar por el momento.

- Aioria...- Dijo en un pequeño susurro, sin soltar mi cuello.- Tú... ¿Vas a hacerlo ahora?

No entendía de qué estaba hablando. ¿Hacer qué?

- ¿Qué cosa?

- Marcarme.- Respondió, haciendo que nuestras miradas se encontraran nuevamente.- Aioria... Eres mi destinado.

Yo no entendía nada de lo que estaba pasando, o de qué hablaba Shaka. La verdad es que la educación sexual no es la misma para todas las castas.

A los Alphas a duras penas nos habían explicado lo que era el celo y como se manifestaba en Alphas, que nos llegaría por primera vez entre los 11 y los 15 años, que nos pondríamos bastante agresivos y podríamos llegar a atacar a otros Alphas, que algunos deberían tomar supresores... Pero nunca nos habían hablado sobre una marca, o destinados.

- Y-Yo...- No sabía cómo expresar lo que pasaba por mi mente.- Yo... No sé hacerlo.

Intenté zafarme de aceptar que era un completo ignorante del tema, pero creo que solo conseguí lo contrario.

- Es... Es solo una mordida en el cuello.- Tartamudeó el rubio.- Dicen que puede doler un poco, pero solo un rato.

- Y si duele, ¿entonces por qué quieres que te muerda?

Shaka volvió a besarme, esta vez con un poco más de soltura y naturalidad. No pude evitar corresponder, yo también quería besarlo.

Después de eso, fue como si una espesa neblina cubriera por completo mi mente. Lo siguiente que ví cuándo recobré completamente la consciencia, fue la marca que había dejado en la nuca de Shaka.

Nos miramos a los ojos y nos besamos por última vez, para después caer dormidos, abrazados el uno al otro.

Ciertamente, no tenía ni idea de qué había pasado exactamente esa noche.

Pero al poco tiempo descubriría, por palabras de los adultos, que me había ligado con ese lindo rubio que me había robado el corazón.

Mi cuerpo aún estaba desarrollándose, pero el celo de Shaka hizo que mi desarrollo se adelantara un poco.

Sin embargo, yo no perdí el control con sus feromonas porque él era mi pareja predestinada.

Ahora era mi Omega, y yo su Alpha. Prácticamente, era como si esa noche nos hubiéramos comprometido, para casarnos cuándo tuviéramos la edad suficiente.

No quiero cerrar los ojos,
no quiero caer dormido,
porque te echaría de menos cariño,
y no quiero perderme una sola cosa,
porque incluso cuando sueño contigo,
el sueño más dulce nunca evitaría
que todavía te echara de menos, cariño,
y no quiero perderme una sola cosa.

Atenas, Grecia. 27/11/xxxx
2:43 a.m.

El reloj digital en la mesa de noche indicaba que ya era de madrugada, pero no me importaba.

Acariciaba suavemente su rostro, con cuidado de no despertarlo, mientras apreciaba su hermosa sonrisa. Me pregunto con qué soñará.

- ¿Aioria?- Murmuró, abriendo con pereza sus ojos.- Ya es tarde, ¿qué haces despierto?

Le sonreí con cariño, para después besar sus labios con toda la ternura del mundo.

- Nada, solo me gusta mirarte, es todo.

Habían pasado ya catorce años desde la noche en que marqué a Shaka como mi Omega.

Ya no éramos más unos niños, ambos teníamos ya 25 años de edad cumplidos.

Después de esa noche, comenzamos a ser una pareja oficialmente. Y hace cinco años nos casamos, y debo decir que es algo de lo que jamás me arrepentiré.

Él no dijo nada más, simplemente se abrazó a mi torso, y yo le correspondí, aspirando el dulce aroma de su cabello.

Shaka se volvió a dormir en poco tiempo, y yo le seguí después de algunos minutos, luego de apreciar su belleza una vez más.

[...]
24/12/xxxx

- Shaka... ¿Es... Es en serio?- Preguntaba emocionado el Alpha castaño, sosteniendo una hoja de papel en sus manos.

El rubio asintió, sin borrar la leve sonrisa en sus labios, mientras llevaba sus manos a su vientre.

- ¡Seremos padres!- Exclamó Aioria, para después abrazar a su Omega, y alzarlo en brazos.- No tienes idea de lo felíz que me acabas de hacer.

Ese día fue uno de los más felices de sus vidas, era nochebuena. Llevaban casi quince años de conocerse, casi seis de casados, y ahora tendrían un bebé juntos.

Pero dicen que nada puede ser perfecto, y que por más que brille el sol, siempre habrán nubes negras más que dispuestas a opacarlo.

Una semana después, después de la fiesta de año nuevo, en dónde les dieron la noticia a todos sus amigos y familiares, Aioria recibió una llamada telefónica de su superiores.

- Entiendo.- Suspiró, para después colgar el teléfono.

Shaka había estado mirando en silencio a Aioria. sentía que algo andaba mal. El castaño no actuaba así.

Era verdad que el trabajo de su Alpha no era precisamente fácil, era militar. A Shaka jamás le pareció del todo bien que Aioria se enlistara en el ejército, pero el heleno estaba más que decidido, y nada pudo hacer más que aceptarlo cuándo Aioria se inscribió a la academia militar, con la esperanza de que el entrenamiento y las exigencias lo hicieran desistir.

Pero ese castaño tenía un fuerte sentido de la perseverancia, era sumamente terco, una vez que algo se le metía en la cabeza, no había poder humano que se lo sacara.

- ¿Pasa algo?- Se acercó al castaño, preguntando qué lo había puesto así.

Aioria respiró profundo antes de hablar, y eso encendió aún más las alertas de Shaka.- Será mejor que tomemos asiento.

Ambos se sentaron en el sillón de la sala, uno frente al otro. Aioria tomó las manos de Shaka entre las suyas, y volvió a respirar profundamente antes de comenzar.

- Era el comandante.- Inició.- Tengo que ir a una misión.

- ¿Qué clase de misión?- Shaka estaba comenzando a alterarse.

- Shaka, tranquilízate por favor. Es malo para el bebé que te alteres.- Le sostuvo Aioria de los hombros.- Un país pidió ayuda con tropas al gobierno... Y aceptaron. Así que unos cuántos comandos seremos enviados a la zona de conflicto en dos semanas.

- ¡No, Aioria!- Exclamó Shaka, sobresaltandose apenas escuchó al castaño.- Es demasiado peligroso.

- Shaka, tranquilo. Te prometo que todo estará bien.- Le dijo al rubio, sosteniendo su rostro en sus manos.- Serán solo un par de meses los que estaré ahí, volveré antes de que te des cuenta.

Shaka no pudo contenerse, y terminó llorando en el pecho del castaño.

Lo amaba como jamás había amado a nadie. Era su primer y único amor, y el miedo de perderlo era indescriptible.

Pero sabía que Aioria debía cumplir con su deber, y que el heleno no iba a desistir.

- Te prometo que estaré bien.- Susurró el castaño, tratando de calmarlo.- Por tí, y nuestro bebé, volveré para estar con ustedes, ¿de acuerdo?

[...]

Las dos semanas habían pasado muchísimo más rápido de lo que Shaka habría deseado. Y era la hora de partir, justo en un 14 de febrero.

- ¿Ya es hora?

- Sabes que sí, cariño.- Respondió Aioria.- Pero ya hablamos de ésto, y dijimos que los dos estaríamos tranquilos por nuestro bebé, ¿recuerdas?- Añadió, abrazando al rubio, cuándo notó que estaba a punto de llorar.

Shaka asintió, abrazándose fuerte al castaño. Fueron unos minutos, que para ellos fueron demasiado cortos.

Después de un último beso de despedida, prometiendo regresar, Aioria tuvo que abordar la aeronave que los llevaría a la zona de conflicto, junto a otros soldados.

Shaka se quedó, al lado de otras parejas, amigos o familiares de militares que ese día habían partido. Mientras pequeñas lágrimas resbalaban por sus mejillas, viendo el avión alejarse por el cielo.

- ¿Estás bien, Shaka?

- S-Si, Camus.- Respondió, limpiando sus lágrimas.- ¿Veniste a despedir a Milo?

- Es mi mejor amigo, no lo iba a dejar solo. Shura también vino a acompañar a Afrodita y a despedir a Angelo.- Respondió el francés.- ¿Cómo está Aioria?

- Bien, al menos de momento.- Suspiró pesadamente el rubio.

Camus notó rápidamente el estado de ánimo de Shaka. Al igual que todos sus amigos y familiares, ya estaba al tanto del embarazo de Shaka, y también sabía lo mucho que el rubio se preocupaba por Aioria cada vez que éste era enviado a una misión de ese tipo.

- Shura y yo ya nos vamos. Iremos a comer algo con Afrodita, ¿gustas acompañarnos?

Shaka negó con la cabeza. No estaba de ánimos para socializar, solo quería volver a casa, llorar hasta quedarse dormido, y esperar el día que su amado Alpha regresara.

Eso tenía pensado hacer, hasta que cierto peli-turquesa apareció, al lado de la pareja de Camus.

- ¡Shaka!- Le sonrió el sueco.- Hace semanas que no nos veíamos.- Añadió, sujetando de las manos al rubio.- ¿Cómo haz estado?

- Bien dentro de lo que cabe, Afrodita.- Suspiró Shaka con el mismo pesar.

Afrodita entendía perfectamente cómo se sentía Shaka. El Alpha de Afrodita también había sido enviado a esa misión como médico militar, era consciente del peligro existente, pero también de lo peligrosas que eran las emociones fuertes para Shaka, y solo por eso, hizo su mayor esfuerzo por sonreír.

- Shaka, entiendo que ésto no es nada fácil para tí.- Añadió, sin soltar sus manos.- Angelo también fue enviado, y entiendo que estés preocupado por lo que pueda pasarle a Aioria. Pero confía en él. Es un Alpha fuerte, estoy seguro de que volverá sano y salvo.

- Eso espero.

- ¿Por qué no nos acompañas a comer?- Preguntó Afrodita, sin borrar su sonrisa.- Yo invito.

Al final, Shaka terminó aceptando la invitación de Afrodita, y junto a Shura y Camus, fueron a un restaurante que conocían bien.

El almuerzo transcurrió en relativa tranquilidad, tanto que al menos por un momento, Shaka pudo olvidarse de su situación.

La comida en ese lugar era realmente buena, la decoración era hermosa, y el ambiente sumamente agradable. Era un restaurante popular en la ciudad, y que para comer ahí se necesitaba una reservación. Pero ser amigos de los propietarios tenía algunos beneficios.

- ¿Que tal estuvo su comida?

- Igual de exquisita que siempre, Mu.- Respondió sonriendo Afrodita.- Felicita a Aldebarán de mi parte.

Mu sonrió, asintiendo.- Lo haré.

Siguieron hablando por unos minutos más. Shaka consiguió tranquilizar su mente por unos momentos, al menos hasta que llegó la hora de despedirse y de volver a casa.

Recostado cerca de ti,
sintiendo los latidos de tu corazón,
y me pregunto qué estarás soñando,
me pregunto si es a mí a quien estás viendo,
entonces beso tus ojos y
doy gracias a Dios porque estamos juntos.
Y solo quiero estar contigo,
en este momento, para siempre, para siempre

Los días habían comenzado a transcurrir. Shaka pasaba sus días pensando en su amado Alpha, y cómo estaría, ansiando el día de su regreso.

No había podido hablar con él desde que partió, hace casi una semana.

Durante esos días, también había pasado tiempo hablando con Afrodita, Camus, Mu y Sorrento. Era común que cuándo un Alpha tenía que salir y dejar a su Omega preñado solo, otros Omegas amigos del Omega hicieran todo por cuidarlo hasta que su Alpha volviera.

Ellos, a excepción de Camus, ya habían tenido por lo menos un embarazo, así que, ciertamente podía resultar hasta beneficioso.

Se encontraban reunidos en la casa de Mu, igual que cuándo solían ser niños y hacían pijamadas cada fin de semana.

- ¿Haz hablado con Aioria?- Preguntó Afrodita.

Shaka negó con la cabeza.

- Tranquilo, de seguro la llamada llegará en cualquier momento.- Le sonrió gentil el sueco.- Nosotros recibimos la llamada de Angelo ayer por la noche. Fudo estaba dormido, pero Íntegra y Paradox se levantaron de la cama en menos de lo que canta un gallo apenas escucharon el teléfono sonar, ¿verdad, lindas?

Las pequeñas hijas de Afrodita asintieron. Un par de mellizas extremadamente parecidas a Afrodita, de tan solo cuatro años de edad.

Las únicas diferencias entre Íntegra y Paradox, eran que la primera tenía los ojos celestes, igual que Afrodita, mientras que Paradox compartía el color de ojos violeta con Angelo. Además de que Íntegra era una Alpha, y Paradox una Delta.

Del pequeño Fudo aún no sabían su casta. Tenía apenas seis meses de nacido, era comprensible que aún no lo supieran. Aunque en varios niños fuera posible saberlo a los pocos meses de vida, existían casos en los que lo sabían hasta los dos o tres años, quizás más.

- ¿Y tú, Sorrento?- Preguntó Afrodita al menor.- ¿Recibiste ya la llamada de Kanon?

- No.- Respondió cabizbajo el peli-lila, abrazando a su pequeño hijo de apenas un año de edad.- Disculpa, Mu, ¿podrías sostener a Julián un momento?, necesito ir al baño.

- Claro.

Shaka notó que algo pasaba con el jóven Omega cuándo lo vió cubrir su boca al correr hacía el baño. Los demás también lo habían notado, pero no querían sacar conclusiones apresuradas, y prefirieron no agobiarlo con preguntas.

- ¿Cómo te haz sentido, Shaka?- Preguntó Afrodita.- ¿Cuánto tiempo tienes ya?

- Casi dos meses.- Respondió el rubio.- Solo he tenido algo de mareo, náuseas, cansancio y dolor de cabeza, pero nada grave.

- Eres afortunado.- Le sonrió el sueco.- Los primeros tres meses las náuseas y vómitos matutinos están a todo lo que dan. Y ni hablar de los mareos y dolores de cabeza y la acidez estomacal, ¿no, Mu?

El tibetano asintió.- Cuándo estaba esperando a Kiki, recuerdo que a duras penas podía salir del baño.

Continuaron hablando sobre cómo los otros Omegas habían vivido sus respectivos embarazos. Hasta que Sorrento regresó del baño.

- ¿Estás bien?- Shaka fue el primero en preguntar por su estado de salud al menor, notando la palidez de su rostro.

- No es nada, solo me he estado sintiendo un poco mal estos días.- Afirmó el chico peli-lila.- Pero ya fuí al médico el otro día, y ayer me hicieron unos exámenes de sangre, mañana me darán los resultados.

- No deberías descuidar tu salud de esa manera.- Intervino Camus.- Aún estás amamantando a Julián ¿no?- El menor asintió, levemente sonrojado.- Deberías mencionarle eso al médico si es que te llegan a recetar suplementos.

Iban a continuar la conversación, cuándo el teléfono de la cocina comenzó a sonar, captando la atención de todos.

Shaka corrió rápido hasta el lugar dónde estaba el teléfono, y descolgó lo más rápido que pudo.

- ¿Hola?

- ¿Shaka?

- ¡Aioria!- Apenas escuchó la voz de su amado Alpha, no pudo contener el grito de alegría que escapó de sus labios.- ¿Cómo estás?, no estás herido ¿verdad?

Escuchó la típica risilla de Aioria al otro lado de la línea.- No, tesoro. Estoy perfectamente bien.- Respondió el castaño, probablemente con una sonrisa, mezcla de risa y ternura, dibujada en el rostro.- ¿Cómo están tú, y nuestro pequeño?

- E-Estoy bien.- Dijo, tratando de mantenerse calmado.- P-Pero... Te extraño.

Del otro lado de la línea, Aioria pudo escuchar el débil sollozo de Shaka, y sintió una pequeña punzada en su corazón. No soportaba que su adoración rubia estuviera triste, y menos por su culpa.

- Yo también te extraño, tesoro.- Dijo, tratando de hacerlo sentir mejor.- Pero, no pienses que aún faltan siete semanas para volver a vernos, piensa que es una semana menos para volver a estar juntos, ¿de acuerdo?

No podía verlo, pero sabía que Shaka había asentido con la cabeza, probablemente tratando de detener sus lágrimas.

- Te amo.- Añadió, sabiendo que eso siempre hacía sentir mejor a Shaka.- Los amo, a tí y a nuestro bebé. No puedo esperar para volver a verlos.

Los demás Omegas que acompañaban a Shaka, decidieron salir de la cocina para darle algo de privacidad al rubio, quién siguió hablando con su Alpha por unos cuántos minutos más, hasta que llegó la hora de despedirse.

- Casi se termina el tiempo que me dieron para llamarte, tesoro.- Le hizo saber Aioria.- Te llamaré de nuevo dentro de una semana, así que no te pongas triste, ¿de acuerdo?

- S-Si.- Afirmó Shaka, con mejor ánimo.- Te amo.

- Yo también te amo.- Le recordó Aioria, sonriendo.- Nunca lo olvides.

- Tú tampoco.

Después de despedirse, cortaron la llamada. Shaka volvió con sus amigos a la sala de estar, dónde siguieron conversando.

[...]

Mientras tanto, en un lugar lejano de Atenas, Aioria recién había finalizado la llamada, y había vuelto a la tienda de campaña que compartía con dos de sus colegas y amigos.

- ¿Cómo te fue?- Preguntó el mayor de los tres.

- Excelente, Kanon.- Respondió sonriendo el castaño.- Ya no puedo esperar a que esta misión termine para poder volver con mi Omega.

- Te entiendo.- Respondió Kanon, palmeando el hombro de su amigo.- Yo también tuve que irme de misión por tres meses cuándo Sorrento estaba esperando a Julián...- Comentó el peli-azul.- Imagínate la sorpresa que me llevé cuándo volví a casa y ví a mi Omega con un vientre de embarazo de cuatro meses.- Añadió, sin poder contener una pequeña risa.

- Nunca me cansaré de oír esa historia.- Comentó Milo, uniéndose a las risas de sus amigos.- Te fuiste, y ninguno de los dos sabía que él estaba en cinta.

Se rieron por un par de minutos más. Sabían que estaban en una zona de conflicto, pero debían mantener el espíritu y la moral alta, así que decidían disfrutar cada minuto de tranquilidad por más mínimo que fuera.

La anécdota sobre el nacimiento del hijo de Kanon era una de las cosas que siempre los hacía reír y olvidarse de todo por un momento. Aunque en el momento fue algo que dejó en shock a más de uno, incluído Kanon, hoy era una anécdota bastante hilarante, y que de seguro, Kanon le contaría a Julián cuándo fuera más grande.

- ¿A quién llamarás tú, Milo?- Preguntó Kanon.- Mañana te conceden tu llamada, ¿no?

El peli-morado asintió.- Probablemente a Camus, quizás a Degel para saludar a mis sobrinos, no lo sé.- Respondió.- Es un poco difícil decidir cosas como esa cuándo casi todos tus familiares están muertos y no tienes pareja ni hijos.- Añadió, tratando de forzar una sonrisa.

Milo había perdido a sus padres hace años en un accidente aéreo, cuándo tenía apenas 15 años de edad. Y hace tres años, su hermano mayor, quién tomó su custodia después de la muerte de sus padres, y fue su inspiración para ser militar, falleció a causa de una bala perdida.

Ambos sabían que Milo, a pesar de siempre mostrar una sonrisa y aparentar estar bien, sufría demasiado por las pérdidas que había tenido en su vida. Camus, ese Omega francés que conoció cuándo eran niños, se volvió su mejor amigo, su confidente, su apoyo, hasta su pariente político al ser hermano menor de su cuñado.

Kanon y Aioria sabían que Milo se enamoró de Camus, era algo inevitable, pero el francés lo rechazó una y otra vez. El corazón de Camus tenía dueño desde antes de conocer a Milo, y ese era Shura, un Beta que conoció durante su viaje a Grecia, y con quién se casó.

Era más que obvio que Milo aún seguía enamorado del galo, a pesar de que éste jamás le correspondió, y definitivamente, jamás lo haría.

- Milo, no quiero hacerte sentir mal.- Se le acercó Aioria, palmeando su hombro.- Pero te aconsejaría que no llames a Camus.

Milo rió leve y forzadamente antes de responder.- ¿Quién dijo que lo iba a llamar a él?

Sus dos amigos lo vieron fijamente, como diciéndole: "No intentes engañarme."

- Milo, entiendo que es difícil, por no decir imposible, controlar tus sentimientos.- Siguió Kanon.- Pero Camus está casado. Está perdidamente enamorado de su Beta, y Shura de él. A tí solo te ve como un amigo. Y siento decirlo, pero no tienes oportunidad contra eso.

Milo bajó la mirada. Por dentro sabía que sus amigos tenían razón, en todo. Desde sus sentimientos no correspondidos por el francés, hasta la dolorosa verdad respecto a ello.

- Mejor no desperdicies tu llamada, y úsala con Degel.- Sugirió Aioria.- Después de todo, aunque Kardia ya no esté, él sigue siendo la madre de tus sobrinos. Estoy seguro de que Ikki y Shun se alegrarán de recibir una llamada de su tío favorito.

El peli-morado suspiró, y después asintió, volviendo a su habitual sonrisa.

- ¿Y tú, Kanon?- Se dirigió ahora al mayor de ellos.- ¿Llamarás a Sorrento, a tus padres, a Saga, Caín o Abel?

- Mis hermanos tienen cosas que hacer, y mis padres también. Además, en este momento, no son mi prioridad.- Respondió el peli-azul.- Sorrento no se ha sentido muy bien desde hace un mes, y solo quiero saber cómo están él y Julián.

- ¿Qué es lo que tiene?- Preguntó Aioria.

- Ha tenido mucho dolor de cabeza, mareos, náuseas, vómitos, se ha sentido muy adolorido y cansado... A veces no podía ni siquiera caminar, y tenía que llevarlo cargando a la habitación.

- Kanon, algo me dice que eso no es estar enfermo.- Rió levemente Milo.- ¿No crees que es muy pronto para que Julián sea hermano mayor? La próxima vez mejor usen protección.

- No soy idiota, Milo. Ya tengo un hijo, sé cuál puede ser la razón de sus síntomas.- Respondió Kanon.- Y es justamente por eso que me preocupa. Sorrento ya tuvo una cesárea hace un año cuándo nació Julián, pero jamás tuvo tantos síntomas, ni tan graves como ahora.

- ¿Cómo sabes? Es decir, no estuviste presente durante su primer trimestre, que dicen es el más difícil. Quizás fue igual, pero como no lo habías visto, te estás preocupando demás.- Intentó calmarlo Milo.- Degel tenía muchos malestares cuándo estaba esperando a Ikki, prácticamente tenía que dormir afuera del baño porque no aguantaba las náuseas, también le repugnaba el olor a helado, y le dió por comer solo verduras por casi todo el embarazo. Con Shun fue prácticamente lo mismo, pero en cuánto a alimentos, fue lo contrario de Ikki.

- Creo que yo terminaré perdiéndome el primer trimestre de mi bebé.- Comentó Aioria.- Pero en cuanto vuelva, no me separaré de Shaka por nada del mundo.

- Estoy seguro de que sus hijos estarán orgullosos de ustedes.- Les sonrió Milo.- Yo para Ikki y Shun solo soy el tío eternamente soltero.

Los tres rieron, y continuaron hablando por unos minutos más, hasta que el sonido de corneta que indicaba la hora de dormir sonó.

- Shaka, mi adorado Omega...- Pensaba Aioria para sí mismo, recostado en su saco de dormir.- No sé cómo pagarle a la vida el haberte puesto en mi camino. No sé qué acto de enorme bondad para merecerte... Pero te amo, y nunca dejaré de hacerlo, así mi vida se apague.

Se durmió, pensando en su amado, imaginando cómo estaría. Deseando poder tenerlo a su lado, abrazarlo para acurrucarse y dormir, mientras escuchaba los latidos de su corazón, y su tranquila respiración. Poder despertar en medio de la madrugada, tan solo para poder ver sus ojos cerrados, su pecho subiendo y bajando tranquilamente, para después besar su frente, sus párpados, y sus labios cariñosamente.

No quiero cerrar los ojos,
no quiero caer dormido,
porque te echaría de menos cariño,
y no quiero perderme una sola cosa,
porque incluso cuando sueño contigo,
el sueño más dulce nunca evitaría
que todavía te echara de menos, cariño,
y no quiero perderme una sola cosa,
no quiero perderme una sola sonrisa,
no quiero perderme un solo beso

Los días siguieron pasando, hasta convertirse en semanas, y éstas en meses.

Casi se cumplía el plazo para que Aioria volviera a casa, y Shaka no podía evitar sentirse emocionado al saber que pronto volverían a estar juntos.

El primer trimestre de su embarazo estaba llegando a su final, y Aioria no había podido estar presente, pero pronto sabría si tendrían un niño o una niña, y para entonces su Alpha habría vuelto a su lado.

- ¿Emocionado?- Preguntó su amigo peli-celeste, quién lo había estado acompañando a sus consultas.

No pudo evitar sonreír embobado, mientras asentía.

- Te entiendo.- Le sonrió el peli-turquesa.- Mi Angelo volvió hace una semana, y ya te imaginarás lo fuerte que gritaron las niñas apenas lo vieron en la entrada del jardín. No creo haberlas visto correr tan rápido antes, los tres terminaron en el suelo.- Comentó riendo Afrodita.

Shaka compartió la risa de su amigo. La misión del Alpha de Afrodita terminaba una semana antes que la de los demás, y había vuelto a casa.

- ¿Cuándo llega Aioria?

- Mañana por la tarde.- Respondió Shaka, mucho más alegre que hace dos meses, cuándo Aioria se marchó.

Llegó su turno de pasar a revisión, e ingresaron al consultorio. Después de un rato, una vez que el médico les confirmó que todo estaba en orden, y de agendar una nueva cita dentro de un mes, ambos Omegas se retiraron, rumbo a la vivienda de Shaka.

Al llegar a la casa, el anfitrión invitó a su invitado a pasar por una taza de té. Después de todo, era lo mínimo que podía hacer por su amigo en agradecimiento por acompañarlo y estar siempre al pendiente de él.

Continuaron hablando por unos minutos más, hasta que el sonido del timbre, siendo presionado múltiples veces, los interrumpió.

Ambos fueron a abrir, y se encontraron con cierto francés que conocían bien.

- Camus, ¿qué pasa?- Preguntó Afrodita cuándo vió lo alterado que se encontraba su amigo.

El peli-aqua estaba temblando, y sudando frío, con su respiración agitada. Era más que evidente su preocupación, desespero, quizás hasta tristeza reflejados en sus ojos.

- Y-Yo... S-Shaka... Tt...- Intentaba hilar algo, pero un nudo en su garganta se lo impidió, y terminó llorando.

Los otros dos Omegas lo hicieron pasar al interior de la casa, dónde lo sentaron en el sillón, tratando de calmarlo.

Después de unos minutos, finalmente consiguieron que Camus se calmara y les explicara lo que estaba pasando.

- Yo... Recibí una llamada del sargento al mando de la misión en la que están Milo y los demás...- Explicó con dificultad el francés.- Pasó algo terrible.

- ¿De qué hablas, Camus?- Preguntó Shaka, comenzando a temer lo peor.

- Hubo... Hubo un ataque sorpresa al campamento donde estaban esta mañana.- Comenzó a explicar el galo.- Fueron pocos los soldados que consiguieron salir ilesos... La mayoría están desaparecidos, y hasta ahora no saben nada de ellos.- Camus se soltó a llorar nuevamente.- Me llamaron porque Milo y los soldados que estaban en su compañía están entre los desaparecidos...

Afrodita se vió en medio de dos Omegas llorando desconsolados. Y entendió rápidamente el porqué.

- Aioria estaba en la misma compañía que Milo...- Sollozó Shaka, abrazándose a sí mismo.

Entonces, el teléfono de la cocina comenzó a sonar. Shaka corrió antes de que Afrodita pudiera hacer algo para detenerlo, y contestó la llamada.

Y al escuchar la voz del sargento, dándole la noticia de la desaparición de su Alpha, sintió que su alma escapaba de su cuerpo.

- Lo lamentamos, señor Ioannidis.- Le dijo la voz del sargento al otro lado de la línea.- Le doy mi palabra, que haremos todo lo posible por encontrar a su esposo. Por favor sea fuerte.

[...]

Los días continuaron su curso, hasta convertirse en dos semanas.

Aún no tenían noticias sobre Aioria, ni de varios soldados que continuaban desaparecidos.

Era un martirio, pero irónicamente, también algo que les ayudaba a mantener la esperanza, ya que, la mayoría de los soldados que habían sido localizados, eran muertos y en un estado de salud extremadamente grave. Los más afortunados se encontraban en algún hospital, en el área de cuidados intensivos, luchando por su vida.

Para los amigos y familiares de los soldados desaparecidos era una tortura no saber qué había sido de su ser querido.

Les habían informado que quizás habían tenido la mala suerte de ser tomados como rehenes, y eso les ponía los pelos de punta.

Afrodita sabía de sobra lo mal que se encontraban sus amigos. Angelo, Shura, Mu, el hermano de Camus, y los hermanos de Kanon también lo habían notado, y entre todos decidieron hacer algo al respecto.

- Shaka, Camus, Sorrento. Entiendo que se sientan mal.- Comenzó a hablar Angelo, el Alpha de Afrodita.- Pero no pueden ponerse así, no ahora. Es dañino para los bebés que están esperando.

- ¡Para tí es tan fácil decirlo!- Reclamó el más joven de los Omegas presente.- ¡Yo tengo un hijo de un año, estoy esperando otro, y no tengo ni siquiera una idea de dónde está Kanon!

- Sorrento, cálmate por favor.- Intentó hacerlo sentarse uno de sus cuñados.

- ¡Cállate, Saga!- El peli-lila parecía no querer ceder.- ¡Es tu hermano, maldita sea!, ¡¿cómo pueden ustedes tres estar tan tranquilos?!

- ¿Y tú crees que él querría verte así?- Intervino el mayor de sus cuñados, Abel.- Kanon será muchas cosas, pero confío en que está haciendo todo su esfuerzo para volver, y sé que volverá a salvo. Así que tú cumple tu parte manteniéndote vivo y cuidando de tus hijos.

Finalmente, el peli-lila cedió, terminando llorando en brazos de sus cuñados.

Shaka y Camus habían permanecido callados, llorando en silencio. Hasta que se acercaron sus amigos a ellos.

- Cam, todo va a salir bien.- Le sostuvo del hombro su Beta.- Milo es fuerte, es una gran Alpha, estoy seguro de que va a volver para contar su historia. Solo confía en tu mejor amigo.- Añadió, sonriendo para su Omega.

- Shura...

El francés abrazó a su esposo, y lloró en su pecho, siendo correspondido.

Afrodita se acercó a Shaka, ofreciéndole su hombro para llorar, y el rubio no pudo rechazar la oferta.

- Tranquilo.- Susurraba el peli-turquesa, frotando su espalda.

- Pero Aioria es fuerte, Shaka.- Añadió Mu, tratando de motivar a su mejor amigo.- Ha sobrevivido a heridas de balas, y más cosas antes, ésto de seguro no será nada.

Shaka no podía decir nada. Tenía tantas cosas guardadas en su corazón, que simplemente no hallaba forma de sacarlas, y lo único que podía hacer era llorar.

Así estuvieron todos los Omegas afectados por un buen rato, llorando, siendo consolados por los otros lo mejor que podían. Hasta que cierto peli-verde habló.

- Entiendo que se sientan mal.- Intervino el hermano mayor de Camus, Degel.- Yo también estuve alguna vez en el lugar en el que están ustedes ahora.

Todos sabían lo que Degel había pasado hace tres años, con la inesperada muerte de su Alpha. Ciertamente, era el único presente que de verdad podía entender cómo se sentían.

- Yo también pasé la mayor parte de mis dos embarazos solo. También tuve que cuidar de un niño de cuatro años, mientras esperaba otro bebé, y mi Alpha estaba luchando en otro lugar.- Dijo, mirando a Sorrento.- Tuve que dar a luz solo, dos veces. Porque cuándo nació Ikki, mi Alpha estaba fuera del país en una misión. Y cuándo nació Shun, su padre ya no estaba en este mundo... Fue duro, pero no me dí por vencido, porque sabía lo mucho que Kardia deseaba ser padre, y lo mucho que adoraba a esos dos niños, aún sin conocerlos.- Añadió, mirando a Shaka.- Kardia era mucho más que solo mi Alpha. Era mi consejero, mi confidente, mi punto de apoyo, mi motivación, mi mejor amigo, mi todo... Y cuándo lo perdí, fue como si me arrancaran un pedazo del alma.- Agregó, mirando ahora a su hermano menor.

Los tres Omegas se sintieron identificados con las palabras de Degel de una u otra forma. Sorrento y Shaka temían perder a sus esposos. Y Camus tenía perder a su mejor amigo, su hermano del alma. Pero los tres sufrían por igual.

- No hay mucho que nosotros podamos hacer desde nuestra posición.- Mencionó Degel.- Solo nos queda confiar en ellos, y en que tendrán la fuerza suficiente para regresar. Así que por ellos sean fuertes. Recuerden qué han aprendido de ellos, y no pierdan la esperanza. Si yo pude, ustedes también.

[...]

Mientras tanto, en un lugar lejano de Atenas, en medio de matorrales, maleza, árboles y abundante vegetación, tres Alphas luchaban con todas sus fuerzas por no morir en medio de la nada.

- ¿Estás bien?

- Tan bien como se pueda estar en nuestra situación, Aioria.- Respondió Milo, apoyándose en sus dos amigos.- No debieron hacer ésto... Fue estúpido, y sumamente peligroso.

- Estás loco si crees que te íbamos a abandonar a tu suerte.- Respondió Kanon.- Eres nuestro amigo, y no permitiríamos que esos malparidos te llevaran sin luchar por impedirlo.

El peli-morado sentía que cada vez le faltaban más las fuerzas. Los otros dos sabían que no podía continuar, y sería mejor tomar un pequeño descanso.

- Ustedes tienen familia... Tienen Omegas e hijos en casa, esperándolos, y que de seguro en éste momento deben estar muertos de la angustia por ustedes.- Mencionó Milo, una vez que los otros dos cavaron una trinchera y se pusieron a resguardo.- Si ese día ustedes no hubieran intervenido, me habrían llevado solo a mí... Y ustedes no estarían metidos en este problema.

- Estás cansado y no sabes lo que dices.- Lo silenció Aioria.- Ustedes traten de dormir un poco, yo vigilo. Después tenemos que continuar.

Fue un poco difícil, pero el agotamiento físico era mucho mayor que todo lo demás, y tanto Kanon como Milo se quedaron dormidos.

Aioria luchaba contra su cansancio. Si los tres se dormían, podían darse por muertos, y todos sus esfuerzos habrían sido en vano.

Lo que había pasado ese día aún seguía vigente en su memoria.

Los tres se encontraban alistando sus mochilas para partir a primera hora al día siguiente y volver a casa. No parecía haber nada fuera de lo normal, pero entonces, el sonido de una explosión los puso en alerta y les hizo saber que algo malo estaba a punto de suceder.

Rápidamente acataron el protocolo, lanzándose al suelo, y tratando de cubrirse lo mejor que podían.

El caos se apoderó del campamento, mientras las explosiones seguían una tras otra, levantando una espesa nube de polvo que cubría todo.

Los gritos de dolor y agonía de los pobres desdichados que habían tenido la mala suerte de estar cerca de un explosivo, junto a los alaridos de terror, y los sonidos de explosiones se hicieron presentes, inundando todo el lugar.

En medio de toda la destrucción, algunas figuras encapuchadas entraron a dónde ellos estaban resguardados.

No sabían sus intenciones, pero definitivamente no eran buenas. Y eso lo confirmaron cuándo uno de ellos sujetó a Milo por los cabellos, obligándolo a ponerse de pie y llevándoselo a rastras entre otros tres encapuchados.

Aioria y Kanon no se iban a quedar de brazos cruzados, mientras uno de sus amigos era secuestrado. Ambos se enfrentaron a los encapuchados, aún con su visión reducida y todo jugandoles en contra.

Dieron todo de sí, pero era clara la desventaja, y ésta se hizo más evidente cuándo más encapuchados aparecieron, terminando secuestrados los tres.

En medio de todo el caos, fueron llevados a rastras hasta un camión de carga, que arrancó a toda velocidad.

Los llevaron a un lugar desconocido, en medio de la nada.

Parecía un especie de granja abandonada. Los llevaron hasta un viejo y polvoriento granero, dónde permanecieron cautivos por dos semanas, sin comida, y casi nada de agua.

Fueron de los días más duros de su existencia. Los primeros días fueron interrogados, pero fingir demencia y no entender el idioma le fue suficiente a Aioria para salvar su pellejo.

Kanon optó por decirles lo que querían escuchar, dando información falsa. Más les valía mantenerlos felices, al menos de momento, eso lo entendieron ambos.

Pero Milo fue todo lo opuesto. No fingió no entender el idioma de sus secuestradores como Aioria, ni tampoco decir mentiras dulces como Kanon.

Simplemente se negó a hablar, y aún más a quedarse quieto. El testarudo peli-morado intentó escapar enfrente de sus secuestradores, y le costó varios cortes en todo el cuerpo, así como un par de disparos en la pierna derecha, y otro más en el brazo izquierdo.

Después de planear su escape y mantener con vida a Milo por dos semanas, finalmente habían conseguido escapar.

Aioria sabía el peligro que corrían. Que si los atrapaban, no vivirían para contarlo. Si se quedaba dormido, sería su final.

Pero solo le bastaba recordar a su amado Omega para vencer el cansancio.

Por ese hermoso Omega, y el bebé que esperaban con tanto amor, haría lo que fuera. Solo por ellos volvería a casa, para poder abrazar una vez más a su Omega, y conocer a su futuro hijo.

- Por tí, amor... Por tí saldré de ésta.- Murmuraba para sí mismo.- Incluso en mis sueños, te sigo extrañando... De seguro en estos momentos debes estar llorando por mí... Shaka, por favor, no te preocupes por mí. Te prometo que volveré a tu lado, y jamás me iré de nuevo.

Bueno, solo quiero estar contigo,
justo aquí contigo, justo así,
solo quiero tenerte cerca,
siento tu corazón tan cerca del mío,
y estar aquí en este momento,
por el resto del tiempo.

El tiempo había transcurrido, el atardecer los alcanzaría si no apuraban el paso. Así que decidió despertar a sus amigos.

Con pesar y dolor, ambos se incorporaron para continuar el largo camino que les esperaba.

Milo estaba cada vez más adolorido y débil, tanto por la inanición y deshidratación a las que habían sido sometidos, como sus heridas, y la infección que había pescado gracias a heridas no tratadas.

- Ya fue suficiente.- Habló el peli-morado.- Sigan sin mí.

- ¡¿Qué estupidez estás diciendo?!- Le reprochó Aioria.- No hicimos todo ésto para nada.

- Da igual, Aioria.- Respondió el adolorido escorpión.- Aún si por algún milagro consigo llegar a la base, dudo sobrevivir más de dos días a la infección.

- Milo...

- Solo los estoy retrasando.- Los interrumpió.- Ustedes tienen muchas más probabilidades de sobrevivir que yo. Además... Sus Omegas y sus hijos los necesitan.

Aioria y Kanon se vieron entre ellos. Siendo objetivos, Milo tenía razón. Las heridas de cuchillas oxidadas, y balas que no habían sido atendidas se habían infectado demasiado. Estaba muy débil, y prácticamente era incapaz de caminar por sí solo.

Intercambiaron una última mirada, y ambos supieron lo que harían.

- ¿Qué-?

De los tres, Kanon era el que se encontraba en mejores condiciones, además de ser el más alto y el más fuerte físicamente.

Así que él llevaría a Milo en su espalda la mitad del camino, y Aioria la otra mitad.

- Pase lo que pase, jamás se abandona a un compañero.- Mencionó Kanon.

- Aún si nos cuesta la vida, nos protegeremos unos a otros.- Añadió Aioria.

Milo intentó discutir, pero no le quedaban fuerzas para hacerlo.

Los tres continuaron su camino, más decididos que nunca a vivir para contar su historia.

El camino fue difícil, y sentían que sus cuerpos no resistirían mucho más. Pero entonces, cuándo todo parecía ser oscuro, a unos metros de distancia, pudieron ver a unos cuántos soldados que reconocieron como compañeros por el uniforme que portaban.

Al parecer, habían enviado refuerzos para tratar de localizar a los desaparecidos aquel fatídico día, y ese día habían tenido la fortuna de encontrar a unos que peinaban la zona, tratando de dar con algún soldado que hubiese conseguido escapar de sus captores.

Era solo cuestión de ir hasta donde estaban los demás compañeros, subir al vehículo, ir al campamento y ser enviados de vuelta a casa. Parecía tan cercano y tan simple, que casi lucía irreal.

Nada podría salir mal, ¿verdad?...

Cuándo estaban cerca de los demás, Aioria fue el único que se percató del sonido de un motor de auto que los seguía de cerca... Una trampa.

Los habían dejado huir a propósito, únicamente para usarlos de guía y llegar a los demás...

- ¡Muévanse!- Gritó Aioria, llamando la atención de todos.- ¡Vienen enemigos detrás de nosotros, si no nos vamos ahora será nuestro fin!

Entonces los demás se percataron de los sujetos armados que venían en su dirección. Todos subieron lo más rápido que pudieron al auto, y arrancaron a toda velocidad, salvándose tan solo por unos cuántos metros.

- ¡Kanon, Milo, agáchense!- Volvió a gritar Aioria cuándo vió a uno de los encapuchados asomar la mitad del cuerpo fuera del auto enemigo, apuntando en su dirección, aún con los vehículos en movimiento.

El castaño no se quedaría de brazos cruzados. Si querían pelea, pelea tendrían.

Tomó una de las armas, y comenzó a contraatacar, tratando de reventar los neumáticos y evitar que los siguieran.

Lo logró después de unos minutos de persecución, causando que el conductor del vehículo que los perseguía perdiera el control, y terminaran derrapando y dando vueltas sobre su propio eje.

Parecía que todo había terminado, y que todos habían salido bien librados... Todos, excepto el héroe del día.

Todo ocurrió tan rápido que a duras penas se dieron cuenta de lo que había pasado.

Cuándo Aioria causó que el auto derrapara, también provocó que el tirador perdiera el control de su arma, disparándola en el proceso.

La bala que salió disparada, fue a dar a la cabeza de Aioria, justo en el centro de la frente.

- ¡Aioria!- Kanon se percató de la herida de su compañero, y cómo éste había perdido la consciencia.- ¡Maldición, Aioria!, ¡resiste por favor. No te des por vencido ahora!

[...]

- ¿Q-Qué...?- Fue la única palabra que salió de la boca de Shaka al recibir aquella noticia.

- Lo lamentamos mucho, señor Ioannidis.- Habló el sargento al otro lado de la línea.- Su esposo en este momento se encuentra en medio de una operación, luchando por su vida.

- ¡No!, ¡por favor dígame qué es mentira!- Lloró desesperado, dejándose caer al suelo, siendo sostenido por sus acompañantes.- ¡Él no, por favor!

Afrodita y Angelo trataban inútilmente de calmar al histérico rubio, que apenas escuchó las palabras del sargento, rompió en llanto.

- Los médicos están haciendo todo lo humanamente posible por salvarlo, pero desgraciadamente, no puedo prometerle nada.- Añadió el sargento.- Le estaremos informando lo que ocurra en las próximas horas. Por favor sea fuerte.

No quiero cerrar los ojos,
no quiero caer dormido,
porque te echaría de menos cariño,
y no quiero perderme una sola cosa,
porque incluso cuando sueño contigo,
el sueño más dulce nunca evitaría
que todavía te echara de menos, cariño,
y no quiero perderme una sola cosa.

Los días habían transcurrido, hasta convertirse en más de una semana entera. Kanon y otros cuántos soldados que habían sido rescatados o que estaban en condiciones de salud suficientemente estables para viajar, habían sido enviados de vuelta a Grecia, siendo recibidos con dicha por sus familias. Algunos continuarían su recuperación en hospitales, otros en casa.

El resto permanecía en hospitales militares de la zona de conflicto, recuperándose de sus heridas, que eran más graves. Entre ellos Aioria y Milo.

Shaka y Camus no tardaron ni siquiera un día en ir hasta la casa de Kanon, solo para saber más detalles sobre el estado de Aioria y Milo. Y el interrogatorio no se hizo esperar en cuánto el gemelo del peli-azul les permitió entrar.

- ¿Cómo está Milo?- Preguntó Camus, seguida de varias preguntas más.

- ¿Qué le pasó a Aioria?- Preguntó Shaka, igual o más angustiado que Camus.

Kanon tomó una profunda bocanada de aire antes de responder cada una de las preguntas de los pobres Omegas.

- Milo sufrió varias heridas de cuchillas y armas de fuego cuándo nos tuvieron secuestrados. No fueron atendidas, y terminó con una horrible infección.- Comenzó.- Junto con la deshidratación y la inanición de dos semanas, estaba en un estado sumamente delicado. Pero ha estado reaccionando bien a los antibióticos, y parece mejorar cada día más. Si continúa así, quizás la próxima semana puedan darlo de alta, y vuelva a casa.

Camus suspiró de alivio al escuchar las palabras de Kanon.

Milo era como un hermano para él, y no podía imaginar un futuro sin su mejor amigo apoyándolo.

- Así que no te preocupes por él, Camus.- Añadió Kanon.- Debes cuidarte bien, y cuidar de los bebés que estás esperando.

El vientre del galo era un poco más evidente, a pesar de estar apenas en el tercer mes de gestación. Era algo lógico, después de todo, entre más bebés hubiera dentro, más rápido se notaría.

Camus asintió, colocando una de sus manos en su vientre. Al menos podía respirar tranquilo, sabiendo que su mejor amigo estaba bien.

- En cuánto a Aioria...- Suspiró Kanon, bajando la mirada.- Lo lamento mucho, Shaka. Él arriesgó su vida por salvar las nuestras.- Añadió.

- ¿Qué es lo que pasa con él, Kanon?- Sollozó el rubio.- Desde hace más de una semana, cuándo el sargento me llamó para decirme que Aioria había sobrevivido a la operación, no he sabido nada más de él.

- Supongo que no quiere alarmarte. Después de todo, Aioria le dijo que estás esperando un bebé.- Mencionó Kanon.- Aioria recibió un disparo en la cabeza, dijeron que probablemente el lóbulo frontal y otras áreas del cerebro resultaron dañados. Tuvo una hemorragia, y eso solo complicó más la cirugía.

Shaka sentía que el aire la faltaba cada vez más, con cada palabra que decía Kanon.

- Lo que supe, es que debido a complicaciones durante y después de la cirugía, tuvieron que inducirle al coma.- Siguió explicando el gemelo.- Ahora se encuentra en un estado de coma, esperando que su cerebro se desinflame, y despierte por su cuenta.

- ¿Cuándo podré verlo?- Preguntó Shaka al borde de las lágrimas.- ¿Cuánto tiempo va a tardar en despertar?

- Las lesiones cerebrales son muy impredecibles, Shaka.- Respondió Kanon.- Su cerebro podría tardar días o años en desinflamarse por completo. Es imposible saberlo con exactitud.

El rubio no pudo más, y rompió en llanto, cubriendo su rostro con sus manos.

- Shaka, tranquilízate.- Intentaba calmarlo Kanon.- Aioria es fuerte, estoy seguro de que él despertará.

- ¿Cuándo podré verlo?

Kanon bajó la mirada. No podía evitar sentir pena por el pobre rubio, después de todo, gracias a Aioria era que seguían vivos.

Sabía lo mucho que Aioria adoraba a Shaka y el rubio a él. También lo mucho que su amigo deseaba volver a ver a su Omega, y conocer a su futuro hijo.

Entendía perfectamente cómo se debió sentir Aioria. Después de todo, él tenía un hijo, y un Omega embarazado en casa, que esperaban siempre su regreso.

No podía imaginarse en el lugar de Shaka. Si algo como lo que le sucedió a Aioria, le ocurriera a su adorada sirena, simplemente sentía que no podría con eso.

- Escucha, Shaka. Ya te dije que las lesiones cerebrales son muy impredecibles, y que su recuperación podría tardar días o años.- Volvió a hablar.- Pero quizás en una o dos semanas, cuándo su cuerpo esté más fuerte, quizás puedan trasladarlo a un hospital aquí en Grecia, y puedas estar con él.

Después de tranquilizarse, Shaka volvió a casa, acompañado por Camus.

Kanon y Sorrento le ofrecieron quedarse con ellos por unos días, para que pudiera tranquilizarse y despejar su mente, pero el rubio no aceptó.

Kanon estaba aún recuperándose, y Sorrento estaba ya casi al final de su cuarto mes de gestación. Su embarazo era de alto riesgo, y había estado bajo cuidado de sus cuñados en la ausencia de Kanon.

Ahora los hermanos de Kanon no solo tendrían que cuidar de un Omega con un embarazo de alto riesgo y un bebé de un año, sino también de Kanon.

Era verdad que se sentía bastante solo, y sentía que necesitaba la compañía de alguien. Pero no quería dar molestias a quienes no tenían nada que ver.

- ¿Seguro de que no quieres que me quede un rato?- Preguntó Camus, entregándole una taza de té a Shaka.- ¿O quieres quedarte con Shura y conmigo unos días?

- No quiero dar molestias, Camus.

- No es ninguna molestia, Shaka. Eres mi amigo después de todo.- Respondió Camus.- Estoy seguro de que a Shura no le molestará.

- Él ya tiene suficiente con cuidar de tí y sus bebés.

Camus suspiró. Shaka no cedería tan fácil, así que decidió no insistir.

- Está bien.- Aceptó, tomando de las manos al rubio.- Pero si necesitas algo, no dudes en llamarnos, a la hora que sea.- Añadió.- Ya te lo hemos dicho Dita y yo, nos apoyamos entre Omegas. ¿De acuerdo?

Shaka asintió, y le agradeció a su amigo.

Camus se marchó unos minutos después, cuándo su Beta llegó a recogerlo.

[...]

Pasó una semana más sin tener noticias de Aioria. Pero ese día, apenas unos minutos después de despertarse, en pleno desayuno, Shaka recibió una llamada que llevaba días esperando.

- P-Perdón, ¿podría repetirlo, p-por favor?

- Claro, señor Ioannidis.- Respondió el sargento al otro lado de la línea.- Acabo de decirle que su esposo será trasladado mañana a primera hora al hospital militar de Atenas. Estará allá al medio día.

Shaka sentía una mezcla de emociones en ese momento. Por un lado, si podían trasladarlo de un hospital a otro, significaba que estaba en mejor estado de salud, además de que ahora podría cuidarlo personalmente y estar con él en su recuperación.

Pero por otro lado, el riesgo de que Aioria no despertara seguía presente. Además de que en pocos meses sería casi incapaz de cuidar de Aioria por su embarazo.

Pero Aioria había hecho toda su parte al sacrificarse por sus compañeros, y sobrevivir a esas heridas y esa cirugía. No debía tirar la toalla sin luchar, ni hacer que todos los esfuerzos de Aioria fueran en vano.

[...]

Después de meses de no verlo, finalmente tenía de vuelta a su amado.

Apenas le hicieron saber que el helicóptero aterrizaría en media hora, salió de casa, rumbo al hospital militar.

Y ahora, estaba en aquella habitación, frente a la camilla en la que Aioria yacía.

- No cabe duda de que el soldado Ioannidis es un hombre sumamente valiente y leal.- Comentó el sargento, que le había acompañado hasta ahí.- No dudó ni un segundo en sacrificar su vida para salvar las de sus compañeros, y gracias a eso es que los otros siguen vivos. Si su esposo no hubiera estado con ellos durante la persecución, sin duda alguna hubieran muerto.

- Aioria es el Alpha más fuerte, valiente, decidido y honorable que conozco.- Respondió Shaka, tratando de contener el nudo en su garganta.- Es mi Alpha, mi esposo... Y no soporto verlo así.

El rubio rompió en llanto apenas terminó de pronunciar aquellas palabras.

El sargento permaneció en silencio, respetando su dolor. No era la primera, y estaba seguro de que no sería la última vez que presenciara una escena así, que viera al Omega, Beta, o incluso Delta o Alpha, de alguno de los soldados que eran heridos en el frente.

- Lo lamento mucho, señor Ioannidis.- Dijo, cuándo Shaka se tranquilizó un poco.- Debo ir a ver a los familiares de otros soldados que volvieron a Grecia hoy. Espero que su esposo se recupere pronto.

Shaka agradeció al sargento sus palabras, y después se quedó a solas con su amado Alpha.

Avanzó hasta quedar junto a él, y poder tomar su mano.

No era la primera vez que Aioria terminaba en el hospital, si no era por su arriesgado trabajo, era por alguna de las tonterías que hacía con Milo y Kanon. Pero lo máximo habían sido un par de fracturas, y en una ocasión, una herida de bala en el hombro, nada lo podía haber preparado para ésto.

Le parecía tan irreal verlo en ese estado, tan quieto, respirando con ayuda de una máquina, alimentado con una sonda...

Aioria siempre fue una persona muy alegre, enérgica y optimista, con una enorme y brillante sonrisa, capaz de disipar hasta la oscuridad más densa... Y ahora, verlo totalmente inerte, resultaba doloroso.

Shaka no podía terminar de creerlo. Apretaba la mano de Aioria con las suyas tan fuerte como podía, mientras pequeñas lágrimas resbalaban por sus pálidas mejillas. Parecía que Aioria estuviera simplemente dormido y fuera a despertar en cualquier momento... Pero bien sabía que desgraciadamente, no era así.

- Hola, amor.- Habló el rubio, sin soltar la mano de Aioria.- Al fin estamos juntos otra vez...

Siempre que Aioria se iba de misión, y volvía, lo abrazaba con todas sus fuerzas, lo besaba y acariciaba su cabello. Ahora añoraba esas sensaciones.

- Por favor despierta, Aioria.- Añadió, para después colocar en su vientre la mano del castaño.- Te necesitamos... Por favor no te quedes dormido.

Sin poder evitarlo, se abrazó al castaño, llorando en su pecho. En ese momento, deseaba con todas sus fuerzas que Aioria despertara, lo abrazara, besara su frente y le dijera que todo iba a estar bien.

Se quedó así por un largo rato, hasta que el sonido de unos toques en la puerta de madera captaron su atención.

- Adelante.- Respondió, limpiando sus lágrimas. Quizás se trataba de una enfermera o un médico que debía revisar a Aioria.

Escuchó la puerta abrirse, y después escuchó la voz de alguien que conocía.

- Hola, Shaka.

- Kanon, Milo, ¿qué hacen aquí?, deberían estar descansando.

- Supimos que Aioria ya había sido trasladado.- Respondió Kanon.- Literalmente, le debemos la vida. Venir a verlo y acompañarte era lo mínimo que podíamos hacer.

- Conozco perfectamente bien a Aioria. Y sé que él sería capaz de todo por proteger a los suyos, y creo que ya se los demostró.- Respondió el rubio, sin apartarse en ningún momento de Aioria.- Así que no le deben nada, ni a mí tampoco... Además, ustedes también están en recuperación, deberían estar en casa descansando.

- Yo tengo un hijo y un Omega embarazado en casa, así que es un poco difícil saber quién cuida a quién realmente.- Bromeó Kanon, tratando de disminuir la tensión.- Además, ya estoy mucho mejor. No me va a pasar nada por venir a visitar a mi amigo.

- Y yo ya estoy prácticamente recuperado.- Añadió Milo.- Degel y los niños se van a quedar conmigo un tiempo para vigilar que tome todos los antibióticos y siga mi tratamiento al pie de la letra. Pero estoy bien.

Shaka solo asintió. Esos dos eran igual, o quizás más tercos que Aioria. Además de que no tenía fuerzas ni ganas para discutir, o echarlos. Después de todo, eran amigos de su Alpha, y de seguro a Aioria le haría felíz tenerlos con él.

Sintió que alguien posaba su mano en su hombro, y al girar la vista, se topó con Kanon.

- ¿Hace cuánto que no duermes?

- No lo sé.- Suspiró, no tenía caso negar lo evidente.

- Shaka, entiendo cómo te sientes.- Le dijo el mayor.- Pero los conozco a Aioria y a tí desde que eran unos niños, y sé que él nunca se da por vencido. Y sé que tú eres un Omega muy fuerte, inteligente y capaz de superar todo lo que se le ponga enfrente.

- No dudo de Aioria, Kanon.- Suspiró Shaka.- Pero... No sé si yo podría continuar sin él.

Shaka se desmoronó nuevamente, y Kanon le permitió llorar en sus brazos. De cierta forma se sentía en deuda con Aioria, y consolar y cuidar de Shaka era lo mínimo que podía y debía hacer.

- Shaka, mejor ve a casa, descansa un poco, y mañana ven a verlo.- Sugirió Milo.- Yo me quedaré con Aioria esta noche.

Shaka se negó en un inicio, pero Milo insistió, y no se dió por vencido hasta que el rubio aceptó.

Debía admitir que los Alphas tenían razón. No había estado durmiendo ni comiendo bien desde que se enteró de la desaparición de Aioria hace casi un mes, y cuándo le llegó la noticia de que el castaño estaba en coma, solo empeoró.

Así que decidió hacer caso, ir a casa, tratar de dormir, y volver al otro día, con más fuerzas para poder cuidar a Aioria.

[...]

Los días siguieron su curso, hasta convertirse en dos meses.

Shaka estaba ya en el sexto mes de su embarazo. Y durante todo el tiempo, no se había apartado del lado de Aioria.

A veces Kanon, Milo, Camus o Afrodita iban a visitar al castaño y a cuidarlo mientras Shaka iba a casa a tomar una ducha, a comer algo o a una revisión médica.

Aún le costaba ver a Aioria postrado en aquella camilla, sin poder ver el brillo de sus ojos, ni su hermosa sonrisa, ni escuchar su voz, ni sentir el calor de sus abrazos... Pero trataba de mantenerse fuerte.

A diario iba a verlo, y se quedaba largas horas con él, un par de días a la semana se quedaba a dormir en el hospital, cuidando de él.

- Hola, amor.- Lo saludó, tomando su mano, y besando su frente, como hacía desde hace un par de meses, aún sabiendo que Aioria no podía responderle.- Ya falta poco para que nuestro bebé llegue.- Añadió, llevando la mano de Aioria abultado a su vientre.- Hoy el doctor me confirmó que es un niño. Dijo que al parecer será un bebé muy fuerte y muy sano.

Le constaba que Aioria estaría saltando de alegría su pudiera. Él siempre tuvo el sueño de ser padre, y ahora que finalmente se haría realidad, no podía vivirlo.

- ¿Puedes sentirlo?, son sus primeras pataditas.- Shaka le hablaba como si Aioria pudiera responderle, tan solo imaginando las palabras que el castaño diría.- Por favor, despierta pronto.- Susurró, para después besar la mejilla de su Alpha.- Te amo.

Varias personas le habían dicho que, aunque Aioria estuviera en coma, una parte de su cerebro aún podía tener cierta interacción con el exterior.

Así que, aunque Aioria no pudiera responderle, el escuchar la voz de alguien, así como hacer ciertos ejercicios como apretar su mano, acariciar su rostro, o mover sus extremidades, podrían ayudar a la recuperación del castaño.

Shaka hacía todo lo que podía. Desde visitarlo a diario, y hablarle como hacían antes del coma, hasta hacer todos los ejercicios sugeridos.

Aioria jamás se dió por vencido con él en sus peores momentos, así que Shaka no se rendiría con Aioria.

[...]

Pasaron tres meses más, y Aioria no parecía mostrar demasiada mejoría, a pesar de todos los esfuerzos de sus amigos y familiares.

Shaka sabía que la fecha de su parto estaba cerca. Sería una cesárea, era la única opción que tenían los chicos Omegas a la hora de dar a luz.

Deseaba con todas sus fuerzas que Aioria despertara y estuviera con él ese día. No quería admitirlo, pero tenía miedo de estar solo durante la cesárea.

- Hola, Shaka.- Escuchó una voz conocida.

- Hola, Afrodita.- Respondió el saludo de su amigo, sin apartar la vista de su Alpha.

- Tu cesárea es la próxima semana, ¿verdad?

Shaka asintió.

- ¿Quién te acompañará?- Volvió a hablar Afrodita.- No es un proceso fácil, además de que necesitarás un par de semanas de reposo absoluto. Necesitarás que alguien te ayude con el bebé.

Shaka no pudo contener las pequeñas lágrimas que escaparon de sus ojos.

- Shaka, no lo dije con la intención de hacerte sentir mal.- Explicó el peli-turquesa.- Ya he tenido dos cesáreas, y sé lo difícil que es. Y... Solo si tú quieres, puedo acompañarte durante la cesárea, y ayudarte con tu bebé hasta que te recuperes, por eso lo digo.

El rubio volteó a ver a Afrodita. No hacían falta palabras, la mirada de Shaka decía todo, un silencioso "Si, por favor."

- Tranquilo, no tienes que hacerte el fuerte conmigo.- Le sonrió suavemente el sueco, con sus brazos abiertos. Shaka aceptó el abrazo de su amigo.- Todo estará bien, Shaka, ya verás.

La semana terminó, y el día del nacimiento de su primer hijo había llegado.

Se encontraba al lado de la cama, sosteniendo la mano de Aioria. Había pedido pasar unos minutos con él antes de la cesárea, y se lo habían permitido.

- Hoy es el día, amor.- Le hablaba al castaño, que yacía inconsciente.- Hoy llega nuestro bebé. Hoy podré conocerlo finalmente.- Añadió, poniendo la mano de Aioria en su vientre, como siempre hacía.

El sonido de la puerta abrirse lo hizo girar la vista, sin soltar a Aioria.

- Shaka, ya es hora.- Mencionó Afrodita, quién había entrado.- Ya te están esperando en el quirófano.

Shaka asintió, y después devolvió su atención a Aioria para despedirse.

- Por favor despierta pronto, para que tú también puedas conocerlo.- Dijo, y besó la mejilla de Aioria, listo para retirarse.

Pero justo cuándo estaba por soltar la mano de Aioria, sintió como ésta era apretada.

Incrédulo, giró nuevamente su vista a Aioria. Le habían dicho que era común que pacientes como Aioria presentaran reflejos involuntarios, y no quería hacerse falsas ilusiones.

Para sorpresa y alegría suya, pudo confirmar que Aioria estaba sujetando su mano, pero sus ojos permanecían cerrados.

- ¡Afrodita!- Llamó al sueco, quién permanecía en el marco de la puerta.- ¡Llama a una enfermera o al médico de Aioria!

- ¿Pasa algo malo?

- Creo que Aioria está tratando de despertar.

El peli-turquesa de inmediato salió corriendo en busca de alguna enfermera o el médico a cargo de Aioria.

Shaka se quedó junto al castaño, llamándolo por su nombre, y apretando su otra mano, para ayudarlo a despertar.

Afrodita regresó con una enfermera y el médico un par de minutos después, y Shaka se vió en la necesidad de soltar al castaño.

Lo revisaron durante unos minutos que para Shaka se hicieron eternos, pero finalmente el doctor se giró hacía ellos.

- Le tengo buenas noticias, señor Ioannidis.- Dijo el médico con una sonrisa.- El señor Ioannidis se está recuperando.

- ¿Eso significa que despertará pronto?

Por más que se esforzaba, Shaka no podía contener su alegría.

- Posiblemente aún tarde un par de meses, o quizá más, pero está cada vez más cerca de su recuperación.

Shaka no pudo evitar sonreír, mientras unas pequeñas lágrimas de felicidad escapaban de sus ojos. Al fin tenía una buena noticia, después de tanto dolor.

- Por ahora, será mejor que usted vaya al quirófano.- Añadió el doctor.- Yo enviaré a una enfermera a monitorear a su esposo, no se preocupe.

Shaka le agradeció al médico, y después de despedirse de Aioria, finalmente se marchó al quirófano, acompañado por Afrodita y una enfermera.

No quiero cerrar los ojos,
no quiero caer dormido,
porque te echaría de menos cariño,
y no quiero perderme una sola cosa,
porque incluso cuando sueño contigo,
el sueño más dulce nunca evitaría
que todavía te echara de menos, cariño,
y no quiero perderme una sola cosa,
no quiero cerrar los ojos,
no quiero caer dormido,
no quiero perderme una sola cosa.

[...]

Todo era absoluta oscuridad. No podía ver, ni oír absolutamente nada.

Pero entonces, a lo lejos pudo comenzar a percibir el leve sonido de un pitido... Le sonaba que había escuchado ese sonido en algún lado, pero no podía recordar dónde.

Era como si estuviera flotando en medio del espacio, era tan raro, tan frío, tan silencioso, tan solitario... Solo ese pitido que se oía a lo lejos.

Pero entonces escuchó otro sonido... Una voz.

Al principio no pudo reconocerla, no sabía lo que decía aquella voz... Pero conforme pasaban los segundos, se hacía cada vez más y más fuerte, hasta que pudo recordar a quién pertenecía.

Shaka... Esa era su voz... ¿Dónde estaba?

"Hoy podré conocerlo finalmente."

Esas fueron las pocas palabras que entendió de la voz de Shaka... ¿De quién hablaba el rubio?

No pudo recordarlo a la primera. Pero algo en su interior le decía que era algo importante, y por eso se esforzó todo lo posible para recordar, hasta que después de unos minutos, al escuchar nuevamente la voz de su Omega, lo logró.

"Por favor despierta pronto, para que tú también puedas conocerlo."

¡Su bebé!

Ahora lo recordaba. Él y Shaka iban a tener un hijo, pero... ¿Qué había pasado?, ¿dónde estaba Shaka?, ¿dónde estaba él?...

Entonces, fue como si imágenes en cámara rápida de todo lo ocurrido lo golpearan de frente.

Quiso moverse, pero sentía que su cuerpo no le respondía por más que lo intentase. Era como si estuviera en un especie de parálisis del sueño.

Pero haciendo uso de todas sus fuerzas, consiguió mover un poco una de sus manos.

No estaba seguro cuál de las dos había sido, pero pudo sentir que tocaba algo.

No sabía si conseguiría repetirlo, así que se aferró a lo que había sujetado con su mano lo más fuerte que pudo, como si su vida dependiera de ello.

No supo cuánto tiempo pasó, cuándo lo que había sujetado, lo dejó. Se asustó al instante, pero entonces escuchó nuevamente la voz de Shaka, y otro par de voces desconocidas más. Y una luz blanca apareciendo enmedio de toda la oscuridad los cegó temporalmente, haciéndolo apretar los ojos.

"¿Eso significa que despertará pronto?"

Escuchó la voz de Shaka.

"Posiblemente aún tarde un par de meses, o quizá más, pero está cada vez más cerca de su recuperación.- Escuchó una voz desconocida.- Por ahora, será mejor que usted vaya al quirófano.- Añadió.- Yo enviaré a una enfermera a monitorear a su esposo, no se preocupe."

Tenía que despertar, y tenía que hacerlo ahora... Por Shaka, por su bebé... Tenía que abrir los ojos e ir con ellos.

Sentía que la oscuridad volvería a tragarlo en cualquier momento, pero no estaba dispuesto a rendirse sin luchar. Nunca lo había hecho y nunca lo haría.

Puso todo su esfuerzo para abrir los ojos, y poco a poco pudo comenzar a sentir todas las partes de su cuerpo. Y una potente luz blanca apareció, disipando toda la oscuridad.

Al abrir los ojos, sintió la luz golpear sus ojos de frente.

No reconocía el lugar dónde estaba, parecía un hospital. Podía escuchar ese pitido, y al buscar la fuente, vió uno de esos respiradores artificiales.

- ¡Aioria!

Al girar la vista se topó con uno de sus mejores amigos, Kanon.

- ¿K-Kan... n-non?- Pronunció con dificultad. Sentía su garganta seca y sus cuerdas vocales se sentían dormidas.- ¿D-Dó... D-Dón...de?

- Tranquilízate.- Dijo el peli-azul, haciéndolo acostarse nuevamente.- Recibiste una bala en la frente, y haz estado en coma por casi seis meses.- Explicó el mayor, y Aioria no pudo disimular su sorpresa.- Te contaré todo lo que ha pasado en este tiempo, pero quédate tranquilo, ¿de acuerdo?

Aioria solo asintió.

Kanon tomó un pequeño control que estaba a un lado de la cama, y presionó un botón.

Un par de minutos después, apareció un médico, con dos enfermeras.

El personal de salud le revisó por unos minutos. Incluso le dieron algo de agua para hidratar un poco su garganta.

El médico se encargó de explicarle lo mismo que había dicho Kanon. Gracias a esa bala incrustada en su cerebro, tuvieron que inducirle al coma. Estuvo unas semanas en un hospital de la zona de conflicto, y hace unos meses había sido trasladado de vuelta a Grecia.

- ¿Dónde está Shaka?

En cuánto el médico le dió oportunidad, no dudó en preguntar por su Omega.

- En este momento se encuentra en el quirófano.- Respondió el médico.- Hoy iba a tener a su bebé. La cesárea ya debe haber terminado, ahora debe estar en recuperación.

- Quiero verlo.

- Aioria, no estás en condiciones de moverte. Aún estás muy débil.- Respondió Kanon a su petición.- Y él acaba de tener un bebé, aún debe estar cansado y débil por la cesárea.

- Es mi Omega, y no quiero que esté solo.

- No está solo, Aioria.- Insistió Kanon.- Tengo entendido que Afrodita lo acompañó durante la cesárea, y ahora Sorrento, Camus y Shura también están con ellos.

Aioria bajó la mirada. Kanon tenía razón. Shaka de seguro estaba cansado, y él también se sentía bastante débil... Pero aún así, quería conocer a su bebé y volver a ver a su Omega.

El médico y las enfermeras que habían permanecido callados, parecieron notarlo también, y decidieron intervenir.

- Lo llevaré con su esposo.- Habló el médico.- Pero tendrá que ser en una silla de ruedas, y solo por unos minutos, ¿de acuerdo?

Aioria sonrió como hace mucho no hacía, y asintió con la cabeza, para después agradecerle al doctor.

[Mientras tanto...]

Shaka se encontraba en una de las habitaciones del hospital, con su bebé recién nacido en una pequeña cuna a su lado.

Y del otro costado, se encontraban sus amigos, que habían ido a visitarlo.

Se sentía débil y un poco adolorido, Afrodita, Sorrento y Camus le habían dicho que era normal, y que tratara de estar tranquilo.

- ¿Estás bien?- Preguntó Afrodita.

- Algo adolorido, pero bien.- Respondió, mirando al pequeño bebé que dormía tranquilamente en la pequeña cuna.- Como quisiera que Aioria estuviera aquí...

Los tres Omegas y el Beta presentes se miraron entre ellos, sin saber qué decirle al rubio.

No sabían cómo hacerlo sentir mejor. Afrodita y Sorrento habían tenido ya dos partos, y Camus había dado a luz a un par de mellizos hace un mes, pero ellos tuvieron a sus parejas a su lado, apoyándolos, cosa que para Shaka era imposible en ese momento.

- ¿Cómo lo llamarás?- Preguntó Shura, tratando de cambiar de tema.

- Aioria y yo habíamos acordado que si era una niña la llamaríamos Sasha, como mi abuela. Y si era un niño, lo llamaríamos Sōma.- Respondió Shaka, esforzándose por sonreír.- Así que creo que será Sōma.

Escucharon unos toques en la puerta, y Shaka simplemente respondió un "Adelante", mientras sostenía a su bebé en brazos.

La puerta fue abierta, y los presentes, que giraron la vista, no podían creer lo que veían.

Shaka no le prestó atención, pensando que se trataba de un médico o una enfermera, pero al escuchar los respingos de asombro de sus amigos, supo que algo pasaba.

Al alzar la vista, y toparse con esos ojos color verde, que hace meses no veía, casi se pone de pie de la cama de un salto, solo para poder abrazarlo.

Ni siquiera él lo podía creer, Aioria había despertado, y estaba ahí, enfrente de él. Casi le parecía un sueño.

- ¡Aioria!

Camus, quién estaba más cerca de él, sostuvo al bebé en brazos para que Shaka pudiera abrazar a Aioria.

- ¿De verdad despertaste?- Sin poder evitarlo, terminó llorando, mientras abrazaba con todas las fuerzas que tenía a Aioria.- Por favor dime que no estoy soñando... Por favor dime que esto es real.

- Es real, cielo.- Respondió el castaño, derramando unas cuántas lágrimas en el hombro del rubio.- He vuelto, y jamás me volveré a ir de tu lado.

Casi nadie podía creerlo. Parecía una escena de esas que solo pasan en las películas.

Ni siquiera Shaka podía creerlo, pero estaba pasando. Finalmente podía decir que su felicidad estaba completa.

Tenía de vuelta a su adorado Alpha, y a su pequeño Sōma junto a él... Sentía que ya no podía pedir absolutamente nada más para ser felíz.

[Años después...]

Habían pasado ya cinco años desde el nacimiento de Sōma.

El pequeño Alpha era la viva imagen de Aioria: cabellos castaños con tonalidades anaranjadas, piel bronceada... Lo único que no había heredado de su padre era el color de ojos. Esos los había heredado del abuelo de Aioria.

Para celebrar el quinto cumpleaños del pequeño, habían decidido ir de campamento, junto a sus otros amigos y sus hijos.

- ¿Te la estás pasando bien, campeón?- Preguntó Aioria, alzando a su hijo en brazos.

- Si, papá.- Respondió sonriendo el menor.- ¿Puedo ir a nadar con Lune y los demás?

- No lo sé, pregúntale a tu papá.

Shaka solo sonrió, para después abrazar a su pequeño y besar su mejilla.

- Ve, pero obedezcan a Kanon, y no vuelvan muy tarde, ¿de acuerdo?

Sōma asintió, y en cuánto Aioria lo bajó, fue corriendo con los demás niños.

- Les deseo suerte a Kanon y a Milo con todos los niños.- Rió Aioria, abrazando a Shaka por los hombros.

- Más bien, les deseo suerte a los niños con Kanon y Milo.

Ambos rieron momentáneamente, para después darse un pequeño y corto beso en los la labios.

- Te amo.- Dijo Aioria, sonriendo.

- También te amo.

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Bueno, este songfic está dedicado a MiliZapTor

La verdad es que ya había hecho un par de cosillas referentes a este shipp, y la verdad es que me encantan estos dos juntos 💕

Espero que te haya gustado, 💕

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