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Happy Pills [❄️ DegelxRadamanthys🐉]

Tomo mis pastillas y soy feliz todo el tiempo
Soy feliz todo el tiempo
Soy feliz todo el tiempo
Amo a mi chica pero ella no vale el precio
Ella no vale el precio
No, ella no vale el precio
La-la-la-la-la-la
La-la-la-la-la-la-la
La-la-la-la-la-la
La-la-la-la-la-la-la

- Entonces, ¿cómo te ha ido con Unity?

Degel dió un profundo trago a su bebida antes de responder.

- Horrible.

Kardia lo miró por unos segundos, con una leve y burlona sonrisa dibujándose en sus labios. Degel sabía lo que Kardia diría, y también sabía que bien merecido se lo tenía.

- ¿Problemas en el paraíso?- Preguntó Kardia, con aquella burlona sonrisa.

- Problemas en el infierno, querrás decir.- Respondió el peli-verde, frotando sus sienes.- No tengo idea de qué diablos pasa con Unity. No tengo idea de qué quiere, qué demonios le pasa por la cabeza... Es como si no lo conociera.

- Te dije que no era buena idea casarte tan jóven.- Soltó Kardia finalmente, acompañado de una leve risita.- Sé que la mayoría de los Omegas son complicados, pero Unity es mil veces más complicado que cualquier Omega que conozca.

Degel suspiró pesadamente. Como pocas veces, Kardia tenía razón. Cometió un error al casarse a los 19 años, siendo aún demasiado inmaduro y conociéndose tan poco a sí mismo y a su Omega, que ahora, a sus 26 años, sentía que su matrimonio lo asfixiaba.

Amaba a Unity, debía amarlo, después de todo, era su Omega, su esposo, y en un futuro, la madre de sus cachorros. Debía amarlo y quedarse a su lado a pesar de todo, a eso se comprometió al tomarlo como su Omega.

- ¿Y qué más puedo hacer ahora de todos modos, sino aguantar?- Suspiró Degel.

- Oh, no lo sé, ¿tienes alguna idea?- Dijo Kardia, con un fuerte aire de sarcasmo impregnado en sus palabras.- ¿Que tal divorciarte?- Soltó finalmente, ésta vez sonando más serio.

- El divorcio no es una opción.- Negó Degel, acomodando sus lentes.

- ¿Por qué no?- Insistió Kardia.- Ninguno de los dos es felíz. Se la pasan peleando como perro y gato, él se vive haciéndote la vida imposible, te grita, es posesivo contigo... No entiendo qué le ves.

Para cuándo Kardia terminó de hablar, Degel ya tenía otro trago en mano, listo para continuar bebiendo.

- El matrimonio es para siempre, Kardia.- Dijo Degel, mientras sacaba una píldora de un frasco que guardaba en el bolsillo de su saco.- No voy a simplemente botar a mi Omega como si fuera un juguete que ya quiero. No soy esa clase de Alpha.

Degel se puso la píldora en los labios, y estaba por beber el contenido de su copa para tragarla, pero Kardia se lo impidió.

- Ya bebiste demasiado. Además, no deberías tomar ese tipo de medicamentos con alcohol.- Dijo el peli-morado, con una inusual seriedad en su hablar.

Degel se soltó suavemente del agarre, y usó la bebida para pasarse la píldora, ganándose una mirada de reproche por parte de Kardia.

- No va a pasarme nada, Kardia.- Argumentó Degel, al notar la molestia en su amigo.- Por favor no hagas un drama. Ya tengo suficiente con Unity en casa.

Kardia rodó los ojos, y suspiró derrotado antes de hablar.

- Todos nos damos cuenta del daño que te hace Unity, menos tú, Degel.- Dijo Kardia.- Sé perfectamente que no eres el tipo de Alpha que trata a los Omegas como objetos, pero no por eso debes permitir que Unity haga lo que quiera contigo. Por culpa de él haz estado tomando antidepresivos y ansiolíticos desde hace más de un año. No entiendo porqué te aferras a él.

Degel se quedó callado. Aunque odiara admitirlo en ésta ocasión, Kardia tenía razón, pero también había algo que Kardia no sabía. Después de debatirse mentalmente por unos segundos si decir o no la verdad, finalmente habló.

- Sabes de sobra todo el dinero que tiene el padre de Unity.- Comenzó.- Solo tuvo hijos Omegas, así que la fortuna la heredará quién le dé el primer nieto Alpha.

Kardia se sorprendió al escuchar aquello. El padre de Unity siempre se la pasaba proclamando la igualdad, dirigiendo y asistiendo a conferencias, campañas y eventos en contra de la desigualdad de castas, y apoyando campañas y movimientos a favor de la defensa de los derechos de los Omegas, y ahora Degel dejaba en descubierto que ese viejo le daría favoritismo al hijo que le diera un Alpha... Bueno, no debería estar sorprendido, después de todo, el viejo había dedicado su vida al mundo de la política, la mayoría de ese tipo de gente era así: en público mostraban una cara angelical, pero en la intimidad pecaban de todo lo que acusaban a otros en público.

- Seraphina aún no se ha casado, y Unity quiere quedarse en cinta solo para poder reclamar la fortuna. Por eso quiso casarse tan joven.- Añadió Degel, y Kardia comprendió el pesar de su amigo.- Yo sí quería tener cachorros con él, porque lo amaba, pero jamás lo hemos conseguido, ni siquiera durante su celo.

Kardia guardó silencio, sabiendo que Degel aún no terminaba.

- Pero... Si ese bebé nace Omega, Beta, Delta o Gamma... Unity lo odiará toda su vida, y no quiero eso para alguien que ni siquiera pidió nacer.- Dijo con dificultad el peli-verde.- Por eso, cuándo me enteré de la condición para la herencia, me negué a seguir intentando.

- ¿Hace cuánto fue eso?

- Tres meses.- Suspiró Degel.- Pero hace dos semanas Unity, y yo... Soy un idiota. No tengo idea de qué demonios me pasó, solo recuerdo que me tomé mis pastillas para dormir, y cuándo me estaba lavando los dientes, de pronto perdí la consciencia, y cuando desperté, Unity... Él... Yo... Yo tenía las manos atadas, y... No tengo idea de qué pasó, ni porqué no recuerdo nada.

- ¡¿Qué demonios?!- Exclamó Kardia.- ¡Maldita sea, Degel!, ese estúpido Omega abusó de tí, y tú ni siquiera te haz dado cuenta.

Degel rápidamente le cubrió la boca a Kardia. Por la fuerte música, probablemente nadie les prestaba atención, pero no quiso arriesgarse por lo vergonzoso que era.

- Él jamás haría algo así.- Suspiró Degel, después de soltar a Kardia.- Estoy seguro de que eso fue solo un malentendido.

- ¡Malentendido mis huevos, Degel!- Siguió hablando Kardia.- ¿Por qué lo defiendes?, ¿por qué quieres quedarte al lado de alguien que no te ve más que como un banco de esperma?

Degel bajó la mirada, y Kardia suspiró, sintiéndose culpable por echarle todo eso en cara a Degel, aún sabiendo que el peli-verde era la víctima.

- Sabes tan bien como yo lo vulnerables que son los Omegas en ésta maldita sociedad.- Susurró Degel, después de unos interminables minutos de incómodo silencio.- Unity es el hijo de un famoso y prestigioso político, desde que nació ha tenido encima a todos los medios... Y si yo lo dejo... Sería un gran escándalo que lo perjudicaría durante el resto de su vida. Por eso no puedo dejarlo solo y a su suerte.

- ¿Y él vale todos los sacrificios que haces?- Le cuestionó su amigo.- No está en mí decirte qué hacer y qué no, Degel. Pero realmente me preocupas, y no quiero que te lastimes más de lo que ya estás. Soy tu amigo, y solo quiero que seas felíz.

Degel solo asintió, y después de unas palabras más, cambiaron de tema. Kardia se había casado hace poco con una Beta llamada Calvera, su novia de la universidad, y tenían pensado tener su primer cachorro en más o menos un año.

Degel conocía a Calvera, y sabía que ella era perfecta para Kardia. Era una mujer fuerte, inteligente, graciosa, divertida, hermosa y gentil, aunque también algo ruda si se lo proponía. Solo esa atractiva Beta mexicana fue capaz de domar al salvaje escorpión griego que era Kardia. Y no podía evitar sentirse felíz por su mejor amigo, casi envidiando su vida.

Después de un rato, Kardia dijo que se retiraba, y se ofreció a llevarlo a casa, pero Degel rechazó la oferta y dijo que se quedaría un rato más, no quería problemas con su Omega por llegar a casa oliendo a alcohol. Así que, ambos Alphas se despidieron, y continuó cada uno sus planes.

Degel pidió un par de copas más, necesitaba ir preparándose mentalmente para los reclamos de Unity por volver a casa en la madrugada, y quizás hasta sospechas de infidelidad, tal vez una bofetada, un puñetazo o que rompiera sus anteojos otra vez... En ese punto, ya podía esperar cualquier cosa de Unity.

Mientras bebía el cóctel en su copa, percibió un peculiar aroma... No era algún tipo de alcohol, no era algún aromatizante, ni tampoco una fruta, ni un perfume... Era demasiado dulce y suave para ser algo así... ¿Acaso...?

Siguió el rostro de ese dulce aroma, similar al de una flor de narciso. Un aroma bastante dulce y más embriagador que todo el alcohol de ese local junto.

El rastro lo llevó hasta una de las mesas del fondo, dónde había un atractivo hombre de cabellos mostaza y pálida piel.

No entendía porqué el rastro lo había llevado ahí. Juraría que ese aroma solo podía provenir de un Omega a punto de entrar en celo, por eso intentó desesperadamente encontrarlo, para poder ayudar en caso de ser necesario, pero ¿por qué el aroma lo había llevado hasta un Alpha?

- ¿Se te perdió algo?

Escuchó la voz del rubio, haciéndolo dar un respingo. No quería molestar a un Alpha y meterse en una pelea, pero entonces notó algo que no esperaba.

Aquel rubio no se trataba de un Alpha, sino de un Omega. Sabía que no todos los Omegas eran de estatura baja, cuerpos delgados y frágiles, y facciones delicadas, sino que existían los llamados "Omegas atípicos". Ese tipo de Omegas podían pasar desapercibidos, y ser fácilmente confundidos como Betas, y muy rara vez, como Alphas. Jamás había visto uno antes, pero no le molestaba en lo absoluto.

- ¿Estás bien?- Preguntó, al ver las mejillas enrojecidas del rubio.- ¿Quieres que te pida un taxi para que vayas a casa?, ¿traes tus supresores?

El rubio rió levemente.- Así que te diste cuenta...- Siseó, con un acento que Degel reconoció como propio de un inglés.- Como sea, piérdete. No necesito la lástima de un estúpido Alpha, puedo cuidarme solo.

Apenas terminó de pronunciar aquellas palabras, el rubio se retorció en su asiento, apretando su abdomen con ambas manos, mientras se quejaba por el dolor.

- Estás a punto de entrar en celo, y éste lugar está lleno de Alphas y Deltas.- Insistió Degel, tratando de ayudarlo a calmarse.- Es mejor que vayas a casa, y te resguardes hasta que tu celo pase.

El rubio intentó negarse, se rehusaba a aceptar la ayuda de un Alpha que no conocía, pero el punzante dolor en su vientre se lo impidió, y terminó aceptando la ayuda de Degel para ponerse de pie.

Degel no tardó en pedir un taxi, sabiendo que había una central a un par de calles de distancia, y llegaría en cuestión de minutos. Así que, mientras tanto, se las arregló para sacar al Omega de aquel lugar.

El rubio estaba cada vez más débil, evidentemente por la llegada de su celo. Llegó el punto en el que fue incapaz de caminar por su cuenta, y Degel terminó llevándolo en brazos hasta la salida del local, dónde el taxi ya los esperaba.

Subió en el asiento trasero, aún con el Omega rubio en brazos. El desconocido a duras penas consiguió murmurar su dirección, y Degel le transmitió el mensaje al conductor.

El camino sería algo largo, y el pobre Omega no debía estarla pasando nada bien. Así que Degel intentó hacer lo que hacía en sus años de escuela cuando a alguno de sus amigos Omegas les llegaba el celo de imprevisto, distraerlo para evitar que pensara en el dolor.

- Por cierto, ¿cuál es tu nombre?- Preguntó, esperando que la técnica funcionara.

- R-Radamanthys.- Murmuró el rubio.

- Un gusto conocerte, Radamanthys.- Le respondió Degel, sosteniéndolo entre sus brazos, mientras el rubio gruñía y jadeaba por el creciente dolor en todo su cuerpo.- Mi nombre es Degel.

Podemos ir a mi casa si quieres
Pasa el rato en mi habitación, pierde tu honor
Incluso si nos encuentran, somos apáticos
Y no pueden quitar eso

El camino fue bastante largo e incómodo, pero finalmente habían llegado al que parecía ser el hogar del Omega rubio.

Degel pagó la tarifa del taxi, y bajó, aún sosteniendo a Radamanthys en brazos. En la recepción, una chica reconoció al rubio y después de que Degel le explicase la situación, la jóven mujer le proporcionó unas llaves y la ubicación exacta del apartamento de Radamanthys.

Degel no quería problemas ni malos entendidos para ninguno de los dos, y decidió pedirle a la chica que los acompañara, como testigo de que ahí no pasaría nada indebido. La muchacha accedió, y lo guió hasta llegar al apartamento, en uno de los últimos pisos del edificio.

La jóven Beta, cuyo nombre descubrió, era Partita, abrió la puerta del apartamento, y le ayudó a cobijar a Radamanthys en la cama del rubio.

El celo de Radamanthys había comenzado, liberando feromonas que inundaron todo el lugar. Partita y Degel hicieron todo lo que pudieron para asegurar puertas y ventanas, la Beta incluso llevó con ella un supresor de feromonas en aerosol, rociando todo el apartamento para evitar que algún Alpha, Delta o Beta se sintiera atraído por el aroma e intentara atacar.

Degel agradecía internamente que la azabache tuviera aquel artículo en su poder, ya que se encontraba haciendo un esfuerzo sobrehumano por controlarse ante aquel embriagante aroma.

Partita lo notó, y lo ayudó a salir de la habitación de Radamanthys, dejándolo sentado en un sillón de la sala. Degel estaba respirando rápido y pesado, mientras el sudor frío le recorría la espalda y la frente, estaba afectado por las feromonas de Radamanthys, como era de esperarse en un Alpha. Pero sorprendentemente, Partita, a pesar de ser una Beta, no había tenido reacción alguna.

A Degel le pareció extraño. Se suponía que solo los Omegas y Gammas eran inmunes a las feromonas de sus semejantes, el resto de castas se podía descontrolar con ellas. Estaba por preguntar, intentando distraer su mente, pero entonces se percató del vientre de la Beta. Partita lo notó, y le sonrió levemente.

- Estoy embarazada.- Sonrió la azabache, colocando una mano sobre su vientre levemente hinchado.- Además de que tengo la marca de mi Alpha, por eso no me afectan las feromonas de los Omegas.

Eso explicaba todo. Las mujeres Betas no reaccionaban al celo de los Omegas si tenían la marca de un Alpha o estaban embarazadas. Los Deltas y los hombres Beta no había forma de controlarlos. Y Los Alphas que tuvieran una marca de su Omega no reaccionaban al celo de otros Omegas, pero ese no era el caso de Degel, Unity jamás le había permitido marcarlo, ni había querido marcarlo tampoco.

- ¿Estás casado?- Escuchó la voz de Partita, sacándolo de sus pensamientos.- Lo siento, no pude evitar mirar el anillo en tu dedo.

- Si.- Respondió Degel, un poco más calmado. El supresor comenzaba a hacer su trabajo.- Con un Omega.

- ¿Cuánto tiempo llevan casados?

- Siete años.- Dijo Degel, más tranquilo, gracias al supresor de feromonas, que había anulado casi por completo el aroma de Radamanthys.- ¿Tú eres casada?

- Sí.- Respondió con una enorme sonrisa la Beta.- Pero mucho tiempo menos que tú, mi Alpha y yo tenemos apenas tres años de casados.

Partita comenzó a hablar de Youma, su Alpha y padre del bebé que llevaba en el vientre. Le contó que tenía casi cinco meses de gestación, y esperaba un varón. También que era su primer cachorro, y que ella y su esposo lo esperaban con ansias.

Degel escuchaba atentamente a la alegre mujer, que no dejaba de sonreír mientras le hablaba de su Alpha, lo increíble que era y lo felíz que era a su lado.

Degel sintió esa pequeña pizca de envidia otra vez. Le parecía casi irreal que Partita hablara tan bien de su Alpha, y que su vida fuera tan felíz. A veces sentía que todos eran felices menos él; sus amigos Dohko y Shion se casaron hace casi cuatro años, y aunque expresaron abiertamente no desear tener hijos, si que eran la típica pareja exitosa sin hijos, con más dinero del que podían gastar, y que usaban para mimar a hijos de otros, como los primos de Shion.

Deuteros y Asmita se habían casado hace cinco años, y habían tenido a su primer hijo hace casi un año. Un pequeño rubio encantador, al que nombraron Shaka.

Aspros, el hermano y antiguo rival de Deuteros por el corazón de Asmita, al final había encontrado el amor en una tierna Omega llamada Chris. Y hace poco más de un año habían tenido un par de gemelos idénticos a Aspros.

Sísifo y Cid, a pesar de ser ambos Alphas y criticados por todo mundo, se casaron, y a pesar de todo, eran felices juntos.

Su mejor amigo, Kardia, se había casado y vivía una vida de ensueño con su esposa.

Todos hallaban la felicidad, todos encontraban a su media naranja, todos estaban satisfechos y felices con sus matrimonios, todos menos él.

Partita pareció notar su pesar, ya que preguntó al respecto. Él no sabía si contestar con la verdad o no, pero aquella Beta le transmitía una confianza que no era capaz de explicar, y decidió contarle su sentir.

La peli-negra lo escuchó atentamente, hasta que Degel terminó de contar todo.

Partita le sonrió gentilmente, diciéndole que todo mundo tiene problemas de vez en cuando, era normal. La diferencia entre una pareja felíz y una pareja desdichada era si ambos ponían de su parte para superar los problemas o no.

La Beta le aconsejó analizar su relación, hacer una autoevaluación sobre si valía la pena continuar con su matrimonio o no. Si ambos eran felices y estaban dispuestos a cambiar lo que hiciera falta para seguir adelante, o no, y era mejor que cada uno siguiera su camino por separado.

Degel agradeció las palabras a Partita, y cambiaron de tema. Degel comenzaba a pensar que si incluso una persona que tenía menos de una hora de conocer le había advertido sobre Unity, quizás debería considerar las palabras de Kardia y pedir el divorcio.

Hablaron un poco sobre cómo habían conocido a Radamanthys. Partita le contó que ella tenía casi diez años trabajando como recepcionista en aquel edificio, y conoció a Radamanthys hace casi cinco años, cuándo el rubio llegó a Grecia desde Inglaterra por asuntos de trabajo.

Degel le contó la peculiar forma en la que se había topado con el rubio en aquel bar.

Hablaron por unos minutos más, hasta que Partita le dijo que debía volver a la recepción, además de que en un par de horas tendría que hacer el cambio de turno con su relevo. Degel lo entendió, y se despidió de la chica, él también debía retirarse a casa.

Fueron a la habitación de Radamanthys para despedirse del rubio. Partita le dió un abrazo, y le sonrió para después irse. Pero cuando Degel se despidió, guardando su distancia desde el marco de la puerta, Radamanthys le pidió algo que ninguno de los dos esperaba.

- Ya tomé unos supresores, pero...- Tartamudeaba el rubio.- Me siento demasiado débil, y... No creo ser capaz de defenderme por mi cuenta si alguien intenta entrar.

- No te preocupes por eso, Rada.- Le sonrió Partita, tomándolo de las manos.- Mi turno termina en dos horas, pero vendré a verte cada quince minutos. Y cuando llegue Giganto vendré a vigilar tu puerta para que te sientas seguro.

Radamanthys negó.- Estás embarazada, debes descansar.- Argumentó el inglés.- Además, no creo que a tu esposo le agrade la idea de que estés cerca de un Omega.

- A Youma no le molestará.- Insistió la chica, pero Radamanthys continuó negándose.

- No permitiré que te pongas en riesgo a tí, ni a tu cachorro por mí.- Se negó el rubio.- Un Alpha o un Delta atraído por las feromonas es imposible de contener incluso para otro Alpha o Delta, ni hablar si una Beta embarazada intenta hacerle frente.

Partita insistió, pero Radamanthys continuó negándose, hasta que Degel intervino.

- Puedo quedarme un par de horas a vigilar la puerta.- Se ofreció Degel, pensando que eso era lo que Radamanthys quería dar a entender, pero no se atrevía a pedirlo.- Le llamaré a mi Omega para decirle que volveré tarde a casa.

Radamanthys bajó la mirada, visiblemente avergonzado.- Gracias.- Murmuró.

Después de eso, Degel salió del apartamento, y se sentó frente a la puerta, en el pasillo. Sacó su teléfono, y miró que ya era medianoche, a esa hora, Unity ya debía estar dormido.

Pasó unos minutos debatiéndose si llamar a Unity o no. Después de todo, si por alguna razón, el albino no estaba dormido, sí estaría furioso por desobedecerlo e ir a tomar algo con Kardia, y no le contestaría la llamada. Y si Unity se encontraba dormido, no respondería, y si lo hacía, sería solo para gritarle cuántos improperios se le ocurrieran.

Lo viera de la forma que lo viera, perdería igualmente. Quizás lo mejor era no molestar más a Unity, y enfrentarlo al llegar a casa. Así que, una vez tomada la decisión, guardó su teléfono, justo cuando Partita salió del apartamento.

- Degel, ¿verdad?- Le llamó la peli-negra.- Radamanthys me pidió que te dijera que puedes quedarte en la sala.- Le sonrió la Beta.- Aunque Radamanthys no lo diga, él está agradecido contigo, solo que no es muy bueno expresándose.- Añadió.- Será mejor que entres, hace frío aquí afuera.

Degel asintió, las noches en Grecia solían ser bastante frías, y esa no fue la excepción. Así que decidió aceptar la oferta, e ingresó nuevamente al apartamento.

Una vez que se encontró dentro del lugar, y Partita se marchó para continuar su turno, percibió ese peculiar y embriagante aroma a narciso y escuchó los pasos de alguien. Giró su vista, y vió a Radamanthys, al parecer, el rubio se las había ingeniado para ponerse de pie y caminar hasta la sala.

- ¿Te encuentras mejor?- Preguntó Degel, viendo que el rubio se recargaba en la pared, pero parecía con más fuerzas que cuando lo encontró.

- Deja de hacerte el tonto.- Respondió Radamanthys, desconcertando a Degel.- Sé perfectamente que puedes percibir mi aroma todavía.

Degel dió un pequeño respingo al verse descubierto. Estuvo por decir algo, cuándo Radamanthys continuó hablando, mientras se acercaba a él.

- ¿Que tan estúpido crees que soy para no saber cómo son todos los Alphas?- Lanzó la pregunta al aire Radamanthys, mientras seguía acercándose.- Sé que en el bar te percataste de mi aroma, y por eso seguiste mi rastro... También sé que mis feromonas te alteraron, y ahora mismo lo están haciendo.- Degel no podía hacer más que retroceder, mientras Radamanthys lo acorralaba poco a poco.- ¿Crees que no sé cuánto lo deseas?

Finalmente, Radamanthys lo acorraló contra el sillón más grande que había en la sala. Degel estaba alterándose cada vez más con las feromonas de Radamanthys, y luchaba con todas sus fuerzas por no ceder a sus instintos.

- No acostumbro a hacer ésto...- Siseó Radamanthys sobre sus labios.- Pero... Ya no me aguanto las ganas.- Apenas terminó aquella frase, estampó sus labios con los del peli-verde.

Degel abrió los ojos como platos. No podía creer que eso estuviera pasando. Intentó separarse, pero Radamanthys se lo impidió, aferrándose a su cuello.

El peli-verde intentó resistirse, pero Radamanthys sabía lo que hacía con sus labios, y terminó cediendo, correspondiendo el contacto.

Una de sus manos sujetó de la cintura a Radamanthys, mientras que la otra fue a la nuca del rubio, profundizando aún más aquel beso.

El aroma de las feromonas que emanaba Radamanthys no se parecían a ningún otro que hubiese olido antes. Era similar al de una flor de narciso, de esa rara variedad que cuenta con aroma. Era tan raro, como embriagador, igual que aquella flor.

Entre besos y roces fue perdiendo la cordura, hasta que, sin saber exactamente cómo, terminó en la habitación de Radamanthys, dónde continuó la sesión de besos y toques, primero por encima, y después debajo de la ropa.

No tardaron en despojarse mutuamente de sus prendas, hasta que la ropa interior era lo único que los cubría.

Degel, cegado por el sofocante calor interno que lo invadió de un momento a otro, no podía dejar de recorrer con sus manos todo el cuerpo de Radamanthys, acariciando sus largas, fuertes y suaves piernas, subiendo por el firme y trabajado abdomen del rubio, llegando a sus pectorales.

La tentación de apretarlos entre sus manos pudo más que él, y antes de siquiera pensarlo detenidamente, lo hizo, arrancándole un profundo y largo suspiro a Radamanthys.

Definitivamente Radamanthys no era siquiera similar a ningún Omega que hubiera conocido antes. Ningún Omega que conociera poseía un cuerpo como el del rubio, todos eran bastante delgados, pequeños y con una musculatura poco o nada desarrollada. Radamanthys era diferente, cualquiera lo confundiría fácilmente con un Alpha. Su estatura, su cuerpo atlético y su musculatura desarrollada serían la envidia de más de un Beta, Delta o Alpha.

Pero, para sorpresa de Degel, encontraba bastante atractivo a aquel Omega. Tocar un cuerpo tan inusual para un Omega, era una experiencia nueva y que sin duda estaba disfrutando.

Al apretar los pectorales de Radamanthys, notó que eran firmes pero también bastante suaves por la piel que los cubría. También sé percató, que al igual que varios Omegas, Radamanthys era bastante sensible en aquellas zonas de su cuerpo y reaccionaba positivamente a sus toques.

Escuchar sus gemidos era una melodía que definitivamente jamás olvidaría.

Mientras jugaba con los pectorales de Radamanthys, el rubio movía sus caderas sobre su ya despierto miembro, aumentando el calor y el deseo en ambos.

Pronto aquel juego dejó de ser suficiente para ambos, y en cuestión de segundos las escasas prendas sobrantes habían desaparecido, dejando completamente expuestos ambos cuerpos.

Ambos sabían lo que seguía, ambos lo deseaban con locura, y no iban a parar hasta saciarse.

Radamanthys mantuvo su posición sobre el regazo de Degel, el peli-verde solo se quedaba quieto, mirando expectante los movimientos de Radamanthys.

El rubio tomó el miembro del peli-verde, comenzando a guiarlo a su entrada. Degel sentía como Radamanthys lo frotaba entre sus glúteos, sin llegar a la penetración, causándole un pequeño desespero, que fue incapaz de ocultar cuando un pequeño gruñido escapó de sus labios.

Radamanthys se dió cuenta, y con una sonrisa burlona, continuó con aquella acción. Degel entendió rápidamente que se trataba de un pequeño y perverso juego de Radamanthys, pero no se negó a él.

Pronto, el rubio comenzó a hartarse de su propio juego, y finalmente, comenzó a guiar aquel gran pedazo de carne a su entrada.

Apenas estuvo la punta dentro, ambos suspiraron, pero eso no detuvo al Omega rubio, que de un solo movimiento, introdujo todo el miembro del Alpha peli-verde en aquel estrecho lugar.

Ambos gimieron al unísono, arqueando levemente la espalda por el torrente de sensaciones.

Radamanthys fue quién hizo el primer movimiento, comenzando a dar saltos sobre el miembro de Degel, aumentando la velocidad poco a poco, hasta llegar a un ritmo desenfrenado.

Degel, después de unos segundos, llevó sus manos al pecho de Radamanthys, jugando con los pezones del contrario, que se erguían a su solo tacto.

Cuándo las piernas de Radamanthys comenzaron a cansarse, cambiaron la posición, dándole ahora el control de la situación a Degel.

El peli-verde continuó con fuertes y rápidas embestidas contra el cuerpo del rubio, aumentando los gemidos y jadeos en ambos.

Radamanthys buscó sus labios, y Degel no se lo negó, fundiéndose en largos y fogosos besos, intentando acallar los sonidos obscenos.

Degel seguía con aquella pequeña afición con el pecho de Radamanthys, y no tardó en comenzar a explorar aquella zona con sus labios.

Después de un largo y profundo beso, deslizó sus labios al cuello de Radamanthys, dando pequeñas lamidas y mordidas, para después bajar hasta las clavículas, y continuar su recorrido hasta llegar a su pecho.

La pálida piel de Radamanthys se sentía caliente en su lengua. Se entretuvo un rato lamiendo todo el pecho del rubio, para después fijar su atención en uno de los pezones, haciendo gemir aún más agudo al contrario.

Las reacciones de Radamanthys le parecían un espectáculo increíble, y no dudó en envolver por completo uno de los rosas botones con su boca, dando pequeñas succiones.

Radamanthys perdió completamente el control de sus gemidos, que salían sin permiso de sus labios. Su cuerpo siendo arremetido por un bien dotado Alpha, y su pecho recibiendo demasiadas atenciones eran demasiado para un Omega en celo, que estaba mucho más sensible de lo normal.

Cuándo Radamanthys alzó un poco la vista, su mirada chocó con la de Degel, y ambos se perdieron en los ojos del otro.

Los ojos de Degel parecían cubiertos por una ligera capa de lujuria mientras aumentaba la fuerza de sus succiones y embestidas. Sus mejillas rojas por la excitación y el esfuerzo físico. La leve capa de sudor que cubría su cuerpo... Por un momento Radamanthys sintió como si tuviera enfrente a un dios griego.

Radamanthys tenía los ojos cristalizados y unas cuántas lágrimas resbalando por sus mejillas rojas a causa de la excitación, el celo y el esfuerzo físico que su cuerpo realizaba en aquel encuentro. Sus labios entreabiertos, mientras gemía. Las pequeñas gotas de sudor perlando su piel. Sus cabellos dorados pegados a su frente... Eran una obra de arte perfecta a los ojos de Degel, mucho más de lo que podía aguantar...

De pronto, Radamanthys arqueó la espalda, soltando un quejido, aferrándose a la espalda de Degel, clavándole las uñas en el proceso.

Degel soltó un leve quejido por el ardor de los rasguños en su espalda, pero no alejó a Radamanthys, entendiendo más pronto que tarde lo que había pasado.

- Duele...- Sollozó Radamanthys en el oído de Degel, sin soltarlo.- Duele...

- Lo siento.- Susurró Degel, comenzando a acariciar la espalda del contrario.- Solo aguanta un poco... Pronto pasará.

El nudo de Degel se había formado dentro de Radamanthys, y era lo que le estaba ocasionando ese dolor tan insoportable al rubio.

- No... No puedo...- Escuchó sollozar nuevamente al inglés.- Duele... Duele mucho.

Degel era consciente de que Radamanthys no mentía. El nudo era algo bastante doloroso, no solo para los Omegas, sino para cualquier otra casta en la que se formara el nudo. Tan insoportable era el dolor para algunos, que terminaban desmayándose. Pero no podían hacer más que esperar a que la hinchazón del nudo bajara.

- Sé que duele, pero no puedo hacer nada.- Susurró Degel, para después dar pequeños besos en su cuello, intentando distraerlo del dolor.- Respira, pronto pasará.

Radamanthys solo pudo asentir débilmente, mientras pequeños sollozos escapaban de sus labios de vez en cuando.

Degel continuó besando su cuello y acariciando su espalda, tratando de ayudarlo a soportar el dolor, y después de unos minutos comenzó a dar resultado.

- ¿Aún duele?

- Un poco.- Respondió Radamanthys.- Pero ésto es demasiado incómodo...- Añadió con un leve sonrojo.

Degel entendió a qué se refería Radamanthys. Después de todo, la función del nudo era garantizar la fecundación, impidiendo que la semilla del Alpha saliera del cuerpo del Omega.

El nudo podía tardar de veinte minutos hasta una hora en volver a su tamaño normal, y durante ese tiempo, el pene del Alpha expulsaba pequeños chorros de semen cada cierto tiempo.

- Lo sé.- Respondió Degel.- Todo terminará pronto, no te preocupes.

Movido por sus instintos, Degel buscó los labios de Radamanthys, y el rubio no se negó, correspondiendole el beso.
Así pasaron los casi cincuenta minutos que tardó el nudo en deshacerse, para después caer profundamente dormidos.

Tomo mis pastillas y soy feliz todo el tiempo
Soy feliz todo el tiempo
Soy feliz todo el tiempo
Amo a mi chica pero ella no vale el precio
Ella no vale el precio
No, ella no vale el precio
La-la-la-la-la-la
La-la-la-la-la-la-la
La-la-la-la-la-la
La-la-la-la-la-la-la

A la mañana siguiente, cuándo los rayos del sol comenzaron a asomarse por las rendijas de las persianas, ambos comenzaron a abrir los ojos con pereza, hasta que los recuerdos de la noche anterior aparecieron en sus memorias, poniendo tenso el ambiente.

- ¿Q-Qué pasó anoche?- Tartamudeó nervioso Degel, rezando porque todo hubiera sido un sueño.

- ¿Tú qué crees, genio?- Siseó Radamanthys.

Degel en ese momento deseaba con todas sus fuerzas que la tierra se partiera en dos y se lo tragara.

Le había sido infiel a su Omega con un completo desconocido, y peor aún, era prácticamente un hecho que había dejado en cinta a Radamanthys.

- Yo... Yo...- Tartamudeó Degel, incorporándose en la cama, jalando levemente sus cabellos por la ansiedad que lo invadía en ese momento.- Lo siento, yo... No sé qué demonios me pasó, y-

- Ahórrate tus discursos.- Lo interrumpió Radamanthys.- Lo hecho hecho está, de nada sirve arrepentirse ahora.

Degel no sabía qué responderle a Radamanthys. El rubio tenía razón, de nada servía su arrepentimiento.

- Será mejor que te vayas.- Volvió a hablar el rubio.- Mi celo nunca dura menos de cinco días, y los síntomas podría reaparecer en cualquiera momento.

- Yo...- Degel no sabía cómo pedirle a Radamanthys lo que pasaba por su mente, pero después de unos segundos, decidió simplemente decirlo.- ¿Puedes darme un número de teléfono o algo para contactarte?... Tenemos un asunto del que hablar.

Radamanthys entendió a qué se refería Degel, y únicamente por eso no se negó al pedido del peli-verde.- Toma.- Gruñó, entregándole una pequeña tarjeta que sacó de la mesa de noche al lado de la cama.- Ahora lárgate antes de que los síntomas reaparezcan.

Degel tomó la tarjeta, y, aunque con un pequeño cargo de conciencia, decidió obedecer a Radamanthys. Se vistió lo más rápido que pudo, y se marchó del edificio.

[...]

Después de tomar un taxi, finalmente había vuelto a casa. Abrió el pequeño portón de madera que separaba el patio delantero de la calle, y después de ingresar, volvió a cerrarlo.

Atravesó el enorme patio, pensando en qué le diría a Unity por tener impregnado el aroma de otro Omega. En cómo le diría lo que había pasado, y en cómo Unity lo mandaría al diablo y le exigiría el divorcio.

Por un momento la idea de huir a casa de Kardia, Sísifo, Asmita, Shion, o quién fuera le pareció tentadora, pero casi al instante la descartó por lo cobarde que era. Después, la idea de ir por Kardia, o cualquiera de sus amigos para no sentirse solo le susurró al oído, pero también la descartó.

Él había cometido el error. Aunque Unity hubiera hecho cosas cuestionables, y que Kardia no se callaba en señalar, seguía siendo su Omega, su esposo. No tenía derecho alguno a traicionarlo de esa forma, y si había tenido las agallas para serle infiel, ahora debía tenerlas para enfrentar las consecuencias.

Sin darse cuenta, llegó a la puerta principal, y antes de que el miedo le ganara, abrió, adentrándose en la casa.

Percibió un dulce aroma a panqueques recién hechos, y supo que Unity ya estaba despierto, probablemente desayunando.

Tomó una profunda bocanada de aire, y se dirigió al comedor, dónde, tal y como sospechaba, vió a Unity sirviendo unos panqueques en un plato.

Apenas lo vió, el albino dejó a un lado la sartén y corrió a abrazarlo.

- Hasta que llegas.- Comentó el peli-blanco, sin soltarlo.

- Unity, yo-

- Ya sé, ya sé.- Rió el contrario.- Como no respondías, llamé a Kardia, y él me dijo que estabas muy cansado y te habías quedado a dormir en su casa. No te preocupes.

Degel estaba extrañado por el inusual buen humor de Unity. Sabía que su Omega y Kardia no se llevaban bien, por lo que le parecía raro el hecho de que Unity creyera en la palabra de Kardia.

- Ven, preparé los panqueques que te gustan.- Le sonrió Unity, para después tomarlo de la mano y guiarlo hasta la mesa.- Siéntate, tengo algo que contarte.- Añadió el Omega sin borrar su sonrisa, para después salir del comedor, hacía las escaleras que llevaban al dormitorio.

Degel se sintió aún más culpable por haber cometido aquella traición. La sonrisa que Unity tenía en su rostro era la misma que lo había enamorado hace años.

Quizás Unity seguía siendo el mismo Omega del que se enamoró, y todos los problemas habían sido solo una mala racha.

Unity lucía tan adorable y angelical como cuando se casaron, que al recordar que no solo había considerado dejarlo, sino que también le había sido infiel, no pudo evitar sentirse una basura, no solo como Alpha, sino como persona.

- ¡Volví!- La alegre voz de Unity lo hizo volver al presente. Notó que Unity sostenía una pequeña caja en sus manos, mientras esa enorme sonrisa decoraba su rostro.- Toma.- Le dijo el albino, entregándole la caja, que él tomó.- ¿Qué esperas?, ¡ábrela!- Exclamó Unity, sonando bastante emocionado.

Degel no entendía el porqué, pero hizo caso y abrió la caja, topándose con algo que definitivamente no vió venir.

- ¡Seremos padres!- Exclamó Unity emocionado.- Lo descubrí ayer en la noche, ¿no es genial?

Degel se quedó paralizado, sosteniendo aquella prueba de embarazo en sus manos, sin poder creer lo que veía.

Si antes de ver esa prueba ya le era difícil la sola idea de decirle a Unity sobre el divorcio y la infidelidad, ahora no se sentía capaz de pronunciar una sola palabra.

- ¿Estás bien, Degel?- Escuchó la voz de Unity, sacándolo de su trance.- Parece que viste un fantasma.

- ¿Cómo...?- Murmuró Degel, aún desconcertado.- ¿Cuándo fue que...?

- Tengo casi un mes.- Respondió Unity, con aquella sonrisa tan radiante.- Así que supongo que fue en mi último celo... En fin, ¿no es genial?

Degel miraba a Unity sonriendo como hace tiempo no hacía, pero la pequeña intriga sobre la herencia seguía resonando en su mente, y no podía evitar preguntarse cuál era la verdadera razón de la felicidad de su Omega. ¿Era porque al fin tendrían el cachorro que tanto habían esperado, o por tener una oportunidad para reclamar la cuantiosa herencia de su padre?

- ¿Qué pasa?- Preguntó Unity.- Creí que estarías felíz.

- Unity, dime la verdad.- Suspiró Degel, intentando reunir todo su valor.- ¿Realmente quieres a ese bebé?

- Por supuesto que sí, Degel.- Respondió Unity, llevándose las manos al vientre.- Es un bebé tuyo y mío. Claro que lo quiero.

- ¿Lo amarás aún si no es un Alpha?- Cuestionó Degel, sorprendiendo a Unity.- ¿Lo seguirás amando aún si nace Omega, Beta, Delta o Gamma?

- ¿Por qué preguntas eso de pronto, Degel?- Cuestionó ahora el albino.

Degel respiró profundo antes de responder. Él se había enterado de la herencia por Seraphina, la hermana de Unity, su Omega no sabía que ese dato era de su conocimiento.

- Ya sé sobre la herencia de tu padre, y la condición para reclamarla.- Confesó Degel, nervioso por la reacción de Unity.

Unity se quedó en silencio por unos segundos, viéndose descubierto, comenzaba a ponerse nervioso.

- Estoy seguro de que será un Alpha.- Soltó después de largos minutos de silencio.- Más vale que sea un Alpha. No necesito un Omega, un Delta, un Beta, ni mucho menos un inútil Gamma.

Degel comprendió entonces que Unity continuaba siendo el mismo Omega cruel que había dejado solo en casa la noche anterior. Apenas mencionó la posibilidad de que el cachorro no fuera un Alpha, Unity cambió su actitud.

- Si ya sabes de la herencia, entonces podemos dejar todo este teatro de lado.- Habló Unity, con aquella expresión que conseguía atemorizar a Degel.- Por cierto, ve a darte una ducha. Apestas horrible al Omega con el que te hayas metido anoche.

- Unity...

- No soy idiota, Degel. Desde que llegaste me dí cuenta de ese asqueroso olor.- Rió el peli-blanco.- Pero me da igual si te coges a otro Omega, después de todo, yo ya tengo lo que quería.

Degel sintió un pequeño nudo formarse en su garganta. Él realmente se sentía arrepentido por haberle sido infiel a Unity y haber considerado la idea de divorciarse, pero Unity acababa de restragarle en la cara que no le importaba en lo más mínimo.

- Aquí vamos otra vez...- Rodó los ojos Unity.- Para ser un Alpha eres bastante llorón, ¿sabes?

Degel se percató entonces de las lágrimas que habían escapado de sus ojos, y se apresuró a limpiarlas.

- En fin... Yo ya tengo el bebé Alpha que necesitaba, y perfectamente podría mandarte al diablo y arruinar tu vida.- Continuó hablando Unity.- Pero necesito vender a los medios la imagen de una familia perfecta y felíz, así que no te queda más opción que continuar siendo mi Alpha.

- Quiero el divorcio.- Murmuró Degel, sintiendo su corazón estrujarse con cada palabra de Unity.- Ya tuve suficiente... Ya no puedo continuar viviendo de esta forma, Unity.

En un movimiento rápido, Unity sujetó los cabellos de Degel, para después tirar de ellos hacia atrás, obligándolo a alzar la vista.

- ¿Además de casi ciego, eres también sordo, Degel?- Bufó el Omega, mirándolo fijamente a los ojos.- Después de que el bebé nazca, necesitaré un Alpha que sea su orgulloso y amoroso padre. Y por si no lo recuerdas, ese Alpha eres tú, idiota.

- Me estás lastimando...- Susurró Degel, al borde de tener un ataque de pánico.- No quiero continuar con esta farsa... Si no me quieres, entonces déjame en paz.

Unity dejó escapar una risa burlona antes de responder.- Y si no quiero, ¿qué vas a hacer?- Retó al peli-verde.- ¿Acaso vas a ir a la policía?, ¿qué les dirás?, ¿un Omega me golpeó?... ¡No seas ridículo!- Añadió, riendo a carcajadas.- ¿Quién crees que crea que un Omega haya golpeado a un Alpha?

Degel se quedó callado, y las lágrimas no dejaban de brotar de sus ojos como manantial, tanto por el dolor en su cabeza, como por el sentimiento de impotencia. Unity tenía razón, ¿quién creería que un Alpha era violentado por un Omega?... Era absurdo. Los Omegas eran abusados por Alphas, no al revés.

- No cabe duda que elegí bien.- Dijo Unity, burlándose de él.- Un Alpha más inútil, débil y sumiso que tú no pude haber encontrado.- Añadió, para después, con un fuerte movimiento, estrellarle la cara contra la mesa.

Pero las agresiones no terminaron ahí. Unity, no teniendo suficiente con arrancarle unos cuántos cabellos, hacerle sangrar la nariz y dejarlo aturdido por el golpe, volvió al ataque. Desde una bofetada, hasta terminar tirándolo al suelo, rematando con una patada en las costillas.

Degel no hizo ni siquiera el intento de devolverle un solo golpe a Unity. Jamás se atrevería a ponerle una mano encima, y mucho menos ahora que estaba en cinta. Simplemente se quedó quieto, recibiendo todos los golpes y aguantando como siempre, hasta que Unity se cansó.

- Eres el Alpha más inútil que he visto.- Le insultó Unity nuevamente, después de sacarle el aire con una patada en las costillas.- No eres capaz ni siquiera de defenderte a tí mismo... Patético.

Degel no pudo hacer más que llorar en el suelo. No era la primera vez que Unity hacía o decía algo así, pero no por eso dejaba de doler.

- Unity...- Lo llamó en medio de sollozos, captando a duras penas una mirada de hartazgo del Omega.- ¿Alguna vez... Me amaste?

- En el amor y en la guerra todo se vale, Degel.- Respondió Unity, dándole la espalda.- Y en la guerra contra mi hermana por la herencia, tú nunca haz sido nada más que un peón más en mi juego. Lamento si aún tenías la duda, pero esa es la verdad, aunque te duela.- Añadió, finalizando con una pequeña risa burlona.

Después de eso, Unity salió de la cocina, y después de la casa, importandole poco lo que pasara con Degel.

Degel continuó llorando en el suelo del comedor, abrazando sus rodillas, intentando calmarse. En ese momento le era difícil saber qué había dolido más, si las crueles palabras de Unity o los golpes.

Estaba al borde un ataque de pánico, y de inmediato buscó aquellas pastillas que tenía ya casi un año tomando. No tardó en encontrarlas en su bolsillo, para después echarse unas cuántas a la boca y masticarlas con desespero.

Entonces se dió cuenta de aquella tarjeta que Radamanthys le había entregado. La tomó junto con el frasco de pastillas, y las guardó en su bolsillo, para después esperar a que los medicamentos hicieran su trabajo, después arreglaría ese otro asunto.

[...]

Pasaron dos semanas, y Unity les había dado a todos la noticia de su embarazo. Degel tenía que fingir una falsa sonrisa y felicidad enfrente de todos, no podía hacer menos al ser el Alpha del hijo de un hombre tan importante como lo era el padre de Unity.

Pero todo era simple actuación. Delante de las personas de la alta sociedad, figuras importantes, reporteros y las cámaras era extremadamente felíz con su Omega. Él amaba a Unity, y Unity a él, y la próxima llegada de su cachorro era una alegría enorme para ambos. Pero en la privacidad de su hogar, Unity volvía a ser aquel Omega fácilmente irritable, odioso, violento y agresivo de siempre, y él seguía siendo aquel Alpha que permitía todos los malos tratos para no herir a su Omega.

Todo era demasiado estresante, sentía que moriría en cualquier momento. Más bien, eso deseaba, morir y dejar de sufrir ese calvario. Unity le había dejado claro que jamás le daría el divorcio y la única forma en la que saldría de su matrimonio sería en un ataúd, así que no tenía más opción que aguantar.

Ese día, después una desagradable velada con Unity y otras personas adineradas en un evento de caridad, se encontraba terminando de arreglarse, haciendo todo lo que podía por ocultar las marcas de golpes en su rostro con maquillaje.

Había hablado con Radamanthys hace un par de días, y había acordado ir a ver al rubio ese día para confirmar lo que ya sospechaba. Unity ni siquiera se molestaba en interrogarlo, le bastaba con tenerlo como un perro para aparentar ante las personas.

Después de un par de horas, se encontraba frente a la puerta de aquel apartamento, esperando que Radamanthys abriera, lo cual no tardó tanto en suceder.

Apenas intercambiaron palabras, y después entraron al apartamento, yendo a la sala, dónde Radamanthys lo invitó a tomar asiento.

- Fuí al médico ayer por la mañana.- Comenzó a hablar Radamanthys.- Aquí están los resultados.- Añadió, entregándole una hoja doblada.

Degel ya sospechaba el resultado, pero aún así no dijo nada y simplemente desdobló la hoja. Leyó todo el texto, hasta observar lo que ya veía venir.

- Positivo.- Leyó el texto.- Aproximadamente dos semanas de gestación.

El silencio se adueñó del lugar por varios minutos. Degel no sabía qué decir, estaba nervioso. No quería ni siquiera imaginar lo que pasaría si el padre de Unity se enteraba.

- No te preocupes, ya tengo un plan.- Habló Radamanthys, rompiendo el silencio.- No necesito nada de tí. Tengo un buen trabajo y puedo hacerme cargo del bebé yo solo. Si te cité y te lo hice saber, fue por mera formalidad.

Degel no sabía qué decir, no esperaba aquella respuesta de parte de Radamanthys.

- Yo...

- Eres casado, tienes un Omega, ¿no?- Le recriminó Radamanthys, fulminandolo con la mirada.- Yo no voy a ser el responsable de romper una familia y causar que unos niños tengan que presenciar el divorcio de sus padres. Así que tú sigue con tu vida y tu familia como hasta ahora, y yo veré lo que hago. Simplemente finge que nada pasó entre nosotros, que jamás nos conocimos y que todo fue un simple sueño. Eres un Alpha, así que seguro no te será difícil.

- ¿De qué estás hablando?- Reaccionó Degel, cuando Radamanthys terminó de hablar.- No tenemos hijos... Al menos no todavía.

- ¿Tu Omega está en cinta?- Degel guardó silencio, asintiendo.- Lo sabía. Los Alphas, todos ustedes son una maldita basura.

Degel no replicó nada. Desde hace tiempo que él se sentía una completa basura, además de que Unity se lo repetía a diario.

- ¿Sabes qué?, lárgate en éste mismo instante.- Añadió Radamanthys, dirigiéndose a la puerta del apartamento.- Tú ya tienes un Omega y pronto un cachorro, así que enfócate en eso y no vuelvas a buscarme.

Degel iba a decir algo, pero cuando Radamanthys abrió la puerta, ambos se quedaron petrificados al ver quién estaba del otro lado.

- Unity...- Murmuraron ambos al mismo tiempo.

El Omega albino sonrió de una forma escalofriante, para después entrar al apartamento.

- Vaya, vaya. Pero miren qué tenemos aquí.- Dijo el albino en medio de ambos.- Radamanthys, años sin verte, ¿cómo te ha tratado la vida?. Es una verdadera sorpresa que tú hayas sido el Omega con el que mi Alpha me engañó.

Ambos se sorprendieron por las palabras de Unity. Degel no sabía que Unity y Radamanthys se conocían, ni tampoco de dónde. Pero al parecer, su relación no era buena, ya que ambos Omegas se retaban con la mirada, amenazando con saltar el uno contra el otro en cualquier momento.

- Cuéntame, Rada, ¿qué tan bueno es Degel en la cama?- Añadió Unity con burla.- ¿Contigo consiguió durar más de cinco minutos?... Oh, perdón. Casi olvido que estoy hablando de un Omega atípico y nada agraciado como tú. Ningún Alpha querría tocarte sin estar bajo los efectos del celo, y aún así, de seguro no lo afectaría ni siquiera por cinco minutos.

Degel no decía nada, se sentía avergonzado por las palabras de Unity, y aún más al recordar todo lo que había pasado aquella noche con Radamanthys.

- En primer lugar, a diferencia de Omegas como tú, yo no necesito ni quiero un estúpido Alpha.- Habló Radamanthys con un tono neutro, pero el semblante demasiado serio.- Y en segunda, para que lo sepas, tu Alpha duró horas conmigo.- Añadió, mostrando una pequeña sonrisa arrogante.- Quizás simplemente no le gustas tanto como crees, porque al parecer le gustó tanto estar conmigo, que se anudó en mí y me dejó en cinta.- Remató el rubio, mostrándole al peli-blanco sus resultados.

Unity le arrebató los papeles, leyéndolos rápidamente una y otra vez. La sonrisa de Unity se borró en ese instante, y la de Radamanthys se agrandó aún más.

Degel no sabía qué hacer. Ambos Omegas estaban en estado gestante, ambos de cachorros del mismo Alpha. Sus instintos los estaban comenzando a controlar, y en cualquier momento podrían pasar de simples palabras a los golpes.

- Vaya, así que no es tan inútil después de todo.- Gruñó Unity, lanzando las hojas por algún lado de la sala.- ¿Y qué quieres al respecto?, ¿un premio?

- Ya te dije que no necesito, ni quiero un Alpha.- Respondió el rubio.

- ¿Tanto te gustó mi Alpha entonces?- Contraatacó Unity, retornando a su burlona sonrisa.- Desde que te conozco, siempre te la pasas diciendo que odias a los Alphas, que eres un Omega independiente, que no te tirarías un Alpha así tu vida dependiera de ello, y un montón de mierda más que no me importa... Entonces, ¿te gustó tanto como para olvidar tus propios principios?

Ambos Omegas se gruñían y mostraban los colmillos mutuamente. Degel sabía que si dos Omegas se encontraban preñados por el mismo Alpha, se debía evitar a toda costa que se toparan hasta que los cachorros nacieran, o los Omegas podrían reaccionar bastante agresivos y atacarse entre ellos. Era su instinto, el mismo instinto que los hacía buscar un Alpha durante el celo, el que durante el embarazo los hacía volverse agresivo en contra de cualquier Omega que representara una amenaza para su cría, o que pudiera quitarle la atención de su Alpha. Por eso es que era tan mal visto que un Alpha tuviera más de un Omega, por todos los problemas que les causaba a ambos Omegas.

- Unity, vámonos.- Tomó Degel a Unity del brazo, intentando evitar una confrontación física.- Hablaremos de ésto más-

Un puñetazo en su mejilla de parte de Unity lo silenció, seguido de unas palabras del Omega albino.

- ¡Tú no te metas, maldito inútil!- Gritó Unity contra el Alpha.- ¡Ya te dije que me da igual si te coges a media Grecia, pero no voy a permitir que tú, un maldito Omega atípico y un bastardo arruinen mis planes!

Radamanthys miraba la escena, sin poder creer lo que veía. Conocía a Unity desde hace años, y sabía que ese Omega albino era el mismo diablo encarnado, que más de una vez maltrató a otros Omegas, Gammas, e incluso Betas, pero jamás lo creyó capaz de doblegar e intimidar incluso a un Alpha alto y fuerte cómo Degel.

- Unity...

- ¡Te lo advierto, o cierras la maldita boca o hago que la cierres a puñetazos!, ¡tú decides, Degel!- Continuó Unity, cuándo Degel intentó hablar nuevamente.

- Unity, los dos están esperando cachorros.- Intentó Degel razonar con Unity. Los Omegas en las circunstancias en las que ellos se encontraban tendían a volverse realmente agresivos, pero si a eso sumaban el carácter de Unity, todo iba a terminar muy mal si no intervenía.- Por favor cálmate, y vamos a casa.

- ¡Te lo advertí!

Unity le dió dos puñetazos más a su Alpha, mandándolo al suelo después con uno más en la nariz.

Radamanthys miró la escena, y en cuestión de segundos, se encontraba arrodillado junto a Degel, ayudándolo a incorporarse.

- Oh, pero qué escena tan conmovedora.- Escuchó la burlona voz de Unity.- Así que buscaste un Omega atípico para que te defienda... Pero bueno, ¿qué podía esperar de una basura de Alpha como tú, Degel?

Radamanthys esperaba que Degel al menos le devolviera los insultos a Unity, pero se sorprendió cuando el peli-verde simplemente mantuvo baja la vista, sobando su mejilla.

- Pero escúchame bien, Degel, porque solo lo diré una vez.- Añadió Unity, jalando los cabellos de Degel, obligándolo a verlo a los ojos.- En primer lugar, no te daré el maldito divorcio, y si quieres deshacerte de mí, será cuando te mueras. En segundo lugar, no me importa lo que tú o este fracaso de Omega hagan con ese bastardo, pero si alguien se llega a enterar de que es tuyo, te juro que me aseguraré de que tú te lleves la peor parte. Y por último, si te atreves a siquiera alzarme la voz, me encargaré de arruinar tu maldita vida, y te vas a arrepentir hasta el último de tus días.- Degel no decía nada, pero pequeñas lágrimas brotaban de sus ojos, ante la incrédula mirada de Radamanthys, y la agresiva mirada de Unity.- Porque bueno, Degel. Sabes que nosotros somos Omegas, y tú un Alpha. Sería una verdadera pena que toda esta información se filtrara a los medios de comunicación, y todos se enteraran que no solo le fuiste infiel a tu Omega preñado, sino que también dejaste abandonado y con un cachorro a otro Omega.

Degel siguió sin decir nada, pero el nudo en su garganta se hizo más fuerte, y pequeños sollozos escaparon de sus labios.

- Tú decides, Degel.- Añadió Unity, apretando su agarre.- O mantienes a tu bastardo escondido de todos o directamente te deshaces de él, y cumples con el plan del que ya te he hablado, o me encargaré de arruinar tu jodida vida... ¡¿Entendiste?!

- S-Si...- Sollozó Degel.

Hasta entonces, Unity soltó los cabellos de Degel, y le dió una última bofetada antes de darse la vuelta.

- Te veo en casa, cariño.- Gruñó Unity con la misma mirada amenazante, para después irse, azotando la puerta al salir.

Radamanthys gruñó ante las acciones del otro Omega, y sintió un pequeño impulso por ir detrás de él y darle al menos una bofetada, pero escuchar un leve quejido de Degel lo hizo girar la vista hacia el peli-verde.

- ¿Estás bien?- Preguntó, y el peli-verde lo volteó a ver.

Radamanthys notó que Degel tenía el labio inferior partido, y un golpe rojizo en cada mejilla, además de que un delgado hilo de sangre escurría de su nariz.

- Olvídalo. Ven.- Dijo el rubio, ayudándolo a ponerse de pie, y llevándolo hasta uno de los sillones.- Enseguida vuelvo, tengo un botiquín en el baño.

Degel no dijo nada, y Radamanthys fue a buscar lo que había mencionado. El peli-verde se quedó en la sala, esperando al rubio, quién volvió en tan solo unos segundos.

- Sabía que Unity era un hijo de perra, pero ésto es demasiado incluso para él.- Dijo Radamanthys, mientras limpiaba las heridas con todo el cuidado que podía.- Creí que el tiempo lo haría entrar en razón, pero al parecer, algunas cosas nunca cambian así pasen cien años.

Degel no decía nada, y parecía hacer todo lo posible por no emitir ningún quejido mientras Radamanthys atendía sus heridas.

- Si te duele, dime.- Dijo Radamanthys, deteniéndose un momento.- No te vas a morir por quejarte o llorar.

Degel no aguantó más, y rompió en llanto, cubriendo su rostro con ambas manos.

Radamanthys guardó silencio, permitiéndole desahogarse, lo cual llevó unos cuántos minutos.

Cuando Degel consiguió calmarse, Radamanthys continuó limpiando y curando las heridas en el rostro del peli-verde.

Las voces en mi cerebro derecho son un poco divertidas
Me dicen: Respira hondo, siempre hace sol
Pero donde dejo las luces encendidas
Es tan obvio que mi vida es bastante simple

Radamanthys se encargó de atender las heridas de Degel, llevándose una desagradable sorpresa en el proceso. Fue necesario usar algo de agua oxigenada y alcohol, los cuales dejaron visibles varias marcas de golpes anteriormente cubiertas por maquillaje.

- ¿Por qué permites que haga esto?- Le preguntó Radamanthys, mientras le ponía algo de hielo sobre la mejilla.- Eres un Alpha, eres mucho más alto y más fuerte que él, perfectamente podrías quitártelo de encima de un empujón.

Degel negó con la cabeza.- Jamás le pondría una mano encima.- Susurró, tomando la bolsa con hielo.- Menos ahora.

- ¿Y en cambio le permitirás matarte?- Añadió Radamanthys, cruzando sus brazos.- Unity es un perfecto hijo de puta desde que lo conozco, y por lo visto, no ha cambiado ni lo va a hacer.

Degel sentía algo de curiosidad por saber de dónde se conocían Unity y Radamanthys, pero no se atrevía a preguntar. Aunque para fortuna suya, Radamanthys se lo contó.

- Conocí a tu Omega en un internado para Omegas en Inglaterra, cuándo ambos teníamos unos siete años.- Comenzó a contar el rubio, mientras guardaba todas las cosas en el botiquín.- A mí me enviaron por ser el único Omega varón en mi familia, y realmente no sabían qué hacer conmigo o cómo tratarme. Pero las personas que tienen dinero son capaces de hacer bailar al diablo, así que me enviaron a ese lugar, dónde estuve por unos cinco años.

Degel sabía que la familia de Unity tenía bastante dinero, justamente, ambos se conocieron cuando tenían unos trece años, y Degel consiguió una beca en una escuela en Grecia, dónde estudiaba Unity. Y sabía que Unity había pasado unos años en un internado de Inglaterra, así que la versión de Radamanthys calzaba perfectamente con lo que sabía de la vida de Unity.

- En fin... Unity era el típico niño con millones de dinero, pero nada de amor propio, y siempre buscando a toda costa la atención que su padre jamás le dió.

- ¿A qué te refieres?

- Apenas llegó, Unity se encargó de fundar su pequeño reino del terror entre los demás niños de nuestra edad.- Respondió Radamanthys.- Era un abusivo que agredía de todas las formas posibles a los Omegas que era desagradables a sus ojos. A algunos por su aroma, a otros por la familia de la que provenían, otros por su apariencia física, otros por ser demasiada blandos... Cualquier tontería era válida para el pequeño tirano.

Degel no podía creer lo que Radamanthys le contaba. Cuando él conoció a Unity, en aquel colegio mixto, dónde convivían estudiantes de todas las castas, Unity era un chico sumamente dulce y amable con todos.

- Aunque no lo creas, el Omega con el que te casaste, pasó cinco años atormentando a toda una generación, hasta que finalmente llegó la graduación y cada quien siguió su camino. Y te aseguro que todos están felices de jamás haberlo vuelto a ver.- Añadió Radamanthys.- No siempre tuve una apariencia que me permitiera camuflajearme entre Betas o Alphas, ¿sabes?. Cuando era niño, solía tener una apariencia como la de cualquier Omega, hasta que alcancé la pubertad y mi cuerpo se desarrolló de una forma inusual para mí casta.

Degel sabía que eso ocurría en muchos caso de Omegas atípicos. Después de todo, de niños no había diferencias demasiado visibles entre una casta y otra, sino hasta que alcanzaban la pubertad.

- El asunto es que Unity me detesta porque de niños yo era el único que podía ponerle un alto.- Continuó el rubio.- A mí no podía atacarme por mi familia o el dinero, porque en ese aspecto, yo era el único que lo superaba. En cuanto al carácter, jamás he sido alguien llorón, así que más de una vez terminé dándole un golpe cuando intentó pasarse de listo. Pero cuando llegó la pubertad, intentó atacarme por la apariencia. Casi lo logra, pero ese tipo de gente solo entiende a los golpes, así que lo hice, y conseguí ganarle en su propio juego.

Degel debía admitir que Unity tenía muy poca tolerancia a la frustración, y era muy fácil hacerlo enfadar, además de que odiaba que lo contradijeran. Así que Radamanthys encajaba perfectamente en el perfil de alguien a quien Unity odiaría con todo su ser.

- Después de la graduación no supe más de él, hasta ahora.- Finalizó Radamanthys su historia.- ¿Qué hay de tí?, ¿cómo terminaste... Así?

Degel bajó la mirada al suelo, sintiéndose avergonzado.

- Conocí a Unity cuando llegué a estudiar a Grecia gracias a una beca.- Comenzó a contar Degel su historia.- Él era muy dulce y amable, y nos hicimos amigos, y unos meses después, comenzamos a salir.

Degel escuchó a Radamanthys reírse levemente.- ¿Ese maldito ególatra siendo amable y dulce?, ¡ja!, pagaría por ver eso.

- Salimos por unos seis años.- Continuó el peli-verde su historia, ignorando el comentario de Radamanthys.- Y cuando teníamos diecinueve años nos casamos.

- Solo un imbécil se casaría a una edad tan temprana.- Soltó Radamanthys.- Me da igual si te ofende, es la verdad. A esa edad no te conoces ni siquiera a tí mismo, ni tienes la menor idea de qué quieres hacer con tu vida. A esa edad deberías estar conociendo qué te gusta y qué no en una persona, enfocarte en madurar, ¿qué te hizo pensar que era una buena idea tomar semejante responsabilidad?. Eso estaba condenado a fracasar.

No era la primera vez que le decían algo como eso, pero quizás el único, además de Radamanthys, que había sido tan directo, era Kardia.

- ¿O me equivoco?- Preguntó Radamanthys.

Degel solo mantuvo agachada la cabeza. Aunque le doliera con todo su ser admitirlo, sabía que todos tenían razón, y bien merecidos tenía todos esos "te lo dije".

- ¿Por qué sigues con él?- Preguntó Radamanthys, captando su atención.- Te trata peor que un trozo de papel higiénico usado, ¿por qué no te haz divorciado?

- Está esperando un cachorro mío.

- Existe algo llamado "custodia compartida".- Respondió el rubio.- Un juez dictamina cuánto tiempo pasa el niño con cada padre, y establece condiciones para que exista un ambiente sano para el niño.

- Él no va a aceptar el divorcio.- Añadió Degel.- Además, él resultaría muy perjudicado.

- ¡Eres un Alpha, maldita sea!, si tú exiges el divorcio tienes todas las posibilidades de que el juez se ponga de tu lado y lo obliguen a firmar los papeles.- Exclamó el inglés.- Si yo tuviera todas las facilidades que tiene un Alpha, nadie podría frenarme.

- No lo traicionaría de esa manera.- Suspiró Degel.- No sabiendo el daño que le causaría a él, a su reputación y a su familia.

- ¡Al diablo lo que les pase!- Exclamó Radamanthys, con una sonrisa en los labios.- Si yo estuviera en tu lugar, ya lo habría arrastrado a un tribunal, y después de obligarlo a firmar, le habría dado una patada en el culo, tomado mis cosas y me habría largado a otro lado.

Degel no pudo contener una pequeña risa que escapó de sus labios al oír a Radamanthys. De cierta forma, el rubio acababa de decir lo que él internamente anhelaba.

- Si necesitas un abogado, conozco algunos con bastante experiencia en éste tipo de casos.- Añadió Radamanthys, sacando una tarjeta de un cajón de un mueble junto al sillón, y entregándosela a Degel.- Créeme si te digo que son bastante buenos, por algo mi familia decidió dejarme a cargo de la firma de abogados.

Degel miró la tarjeta, y entonces comprendió porqué Radamanthys no parecía asustado por los gastos que representaba cuidar solo de un cachorro. ¿Cómo estarlo, siendo la cabeza de la firma de abogados más grande de toda Grecia?

- Wembley & Associates.- Leyó la tarjeta.

- Por algo no anoto mi apellido en las tarjetas que tengo aquí en casa.- Dijo Radamanthys, con una leve sonrisa.- En fin... Yo ya hice lo que podía, el resto depende de tí. Así que adiós, y buena suerte.

- Radamanthys.

- ¿Qué?

Degel respiró profundo antes de hablar.- Sé que dijiste que no quieres nada de mí, y comprendo que no lo necesitas, pero quisiera acompañarte en el proceso, y conocer al cachorro cuando nazca.

Radamanthys lo miró fijamente, y Degel fue incapaz de descifrar su mirada.

- También es mi cachorro, y quiero al menos conocerlo.- Añadió Degel, agachando la vista.- Si no quieres permitirme formar parte de su vida, está bien, y aunque no me guste la idea, estoy dispuesto a respetar tu decisión. Pero déjame verlo al menos una vez.

Radamanthys guardó silencio por unos segundos, manteniendo la misma expresión indescifrable, hasta que finalmente respondió.

- Está bien.- Accedió.- Conozco éste tipo de asuntos legales, y reconozco que tienes derecho a verlo si quieres. Pero a cambio quiero que después de que nazca, firmes un documento cediendo la custodia total. No quiero que el desquiciado de Unity intente hacer algo contra mi cría.

Degel debía admitir que Radamanthys con justa razón debía tener miedo de Unity y no quererlo cerca, así que accedió a la petición del Omega rubio.

Después de acordar coordinarse para las consultas de rutina mes con mes, se despidieron, y Degel se marchó.

Mientras caminaba, rumbo a aquella casa a la que alguna vez llamó "hogar" y que ahora le parecía una prisión, no podía dejar de pensar en el problema en el que estaba metido.

Una parte de su mente le decía que todo estaría bien. Radamanthys quería la custodia total del cachorro, así que solo debería preocuparse por el cachorro que esperaba con Unity, y quizás cuando su Omega tuviera el bebé Alpha que tanto deseaba, volvería a ser el mismo Omega dulce y amable con el que se casó, y podrían ser una familiar feliz.

Pero otra parte de su mente le echaba en cara las palabras que Unity había dicho semanas atrás. Él no era importante para su Omega, Unity no lo amaba, solo lo quería para aparentar ser una familia perfecta y dar una buena imagen. Unity siempre había sido así, y jamás cambiaría así diera a luz a cien Alphas.

Sus pensamientos eran un desastre desde hace mucho, siempre contradiciendose entre ellos, y haciéndolo sentir un inútil.

Al escuchar la alarma de su reloj, supo que ya era hora de su dosis diaria de medicamentos, así que, sacó las píldoras correspondientes y una botella de agua, y las tragó.

Al final, solo el tiempo daría un veredicto final.

Tomo mis pastillas y soy feliz todo el tiempo
Soy feliz todo el tiempo
Soy feliz todo el tiempo
Amo a mi chica pero ella no vale el precio
Ella no vale el precio
No, ella no vale el precio
La-la-la-la-la-la
La-la-la-la-la-la-la
La-la-la-la-la-la
La-la-la-la-la-la-la

Los meses pasaron, y Degel había tenido que adaptarse a dividir su tiempo entre los dos Omegas. A Unity lo acompañaba a todos sus chequeos de rutina, así como sus eventos. Y seguía viviendo el mismo infierno, Unity aparentaba ser un ángel en público, y en la privacidad de su hogar, volvía a ser un demonio.

Con Radamanthys, las cosas eran bastante diferentes. Veía al rubio solo una vez por mes, cuando acudía a los chequeos de rutina. Aunque al inicio era algo bastante incómodo para ambos, con el pasar de los meses, se volvió algo bastante agradable.

Aún le resultaba increíble cómo Radamanthys era tan diferente a Unity, en todos los aspectos, eran prácticamente polos opuestos.

Degel sabía que durante el embarazo, los Omegas solían requerir mucha atención de su Alpha, y durante el primer y segundo trimestre, su líbido podía sufrir una elevación considerable, igual o incluso peor que un celo, que solo podía ser aliviado por su Alpha. Eso era lo que más le preocupaba.

Pero Unity siempre se mostró bastante arisco y celoso con el producto que crecía en su vientre. Si no estaban en público, Unity lo evitaba a toda costa, encerrándose en la habitación, negandose a todo, incluso al experimentar los calores similares al celo. Degel intentó por todos los medios acercarse a Unity y tratar de arreglar las cosas, pero el albino lo rechazaba una y otra vez, llegando a golpearlo y repetirle las mismas palabras hirientes una y otra vez.

Por el contrario, Radamanthys fue mucho más tranquilo y receptivo. Visitar al inglés siempre era agradable. Podían sostener una conversación sin palabras hirientes ni golpes de por medio, lo cual era un respiro enorme para Degel.

Radamanthys, a diferencia de Unity, requirió atención durante los calores del embarazo.

No era necesario un encuentro sexual, bastaba con que el Omega pudiera olfatear las feromonas del Alpha para calmar las molestias, aunque el nudo era más efectivo y rápido.

Sin embargo, ambos acordaron no llegar a ese punto, y simplemente optar por las feromonas, y así fue, hasta que, cerca del final del segundo trimestre, el calor fue insoportable.

Radamanthys no dejaba de quejarse, y llegó a llorar por el dolor, que describió peor que el que experimentaba durante el celo.

Llamaron al médico a cargo del control de Radamanthys, quién les dijo que era normal, pero posiblemente las feromonas esta vez no serían suficientes, y de ser el caso, el Alpha debería encargarse de atender a su Omega.

- ¿Estás bien?- Preguntó Degel, sosteniéndolo entre sus brazos.

- Solo haz el maldito nudo y terminemos con ésto de una maldita vez.

Degel no dijo nada, y se limitó a hacer lo que debía.

Radamanthys se mordía los labios, intentando callar los gemidos que intentaban salir de su boca.

Degel continuó con todo el cuidado que podía para no lastimar a Radamanthys, hasta que finalmente se formó el nudo.

Radamanthys se quejó, igual que la primera vez que experimentó ser anudado, pero ésta vez su cuerpo se amoldó a la longitud del Alpha, aliviando el calor y todos los malestares.

Cuando todo terminó, Degel se despidió de Radamanthys y volvió a casa. Unity ni siquiera se inmutó cuándo sintió el aroma de otro Omega, y como siempre, le dijo que le daba igual.

Degel ya ni siquiera hacía el intento de recuperar al Unity con el que se casó. Ya se había resignado a recibir malos tratos y palabras hirientes cada vez que estaba en casa, aunque ese deseo de conseguir el divorcio se avivaba más con cada día que pasaba.

Quizás debería considerar las palabras de Radamanthys, conseguir un abogado y exigir el divorcio, así como una custodia compartida cuando su cachorro naciera. Pero de momento, seguía aferrándose a la idea de que Unity cambiaría al menos un poco al tener a su lado al cachorro.

[...]

Los meses pasaron, y un día antes de la cesárea programada, Unity entró en labor de parto. Degel lo trasladó de inmediato al hospital donde tenía un lugar reservado, y donde los alcanzaron después la familia de Unity.

A pesar de tener una buena relación con su cuñada, era incómodo para él estar en aquella sala de espera con su suegro. El padre de Unity seguía mostrándose bastante educado y amable, pero a Degel le era imposible ocultar su incomodidad al saber cómo era ese Alpha en realidad.

Los minutos fueron eternos, hasta que, para fortuna suya, Kardia y Calvera llegaron para apoyarlo. La única familia que Degel tenía eran su abuelo Krest y su hermano mayor, Mystoria, pero ambos se encontraban en Francia, y no habían podido viajar a Grecia para ese momento. Degel agradecía eso por una parte, ya que su familia no tenía idea del infierno que era vivir con Unity, y no se sentía con el suficiente valor para decirles la verdad. Así que, las únicas personas con las que podía contar en ese momento, eran su mejor amigo y su esposa.

- ¿Cómo está Unity?- Preguntó Kardia después de abrazar a Degel.

- Entró al quirófano hace unos treinta minutos. Ya no debería tardar tanto.- Respondió Degel.

- Tranquilízate, Degel.- Le sonrió Calvera, tomándolo de la mano.- Todo saldrá bien.

- Gracias.- Suspiró Degel, devolviéndole la sonrisa a la Beta.

- Por cierto, Ecarlate no podía venir, pero me pidió que te felicitara de su parte. Y Sasha dijo que vendría más tarde a visitarte.- Habló Kardia nuevamente.- Ya sabes que no dejan entrar a hospitales a embarazadas a menos que sea para dar a luz, pero ya conoces a mi hermana.

Degel asintió con una leve sonrisa. Ecarlate era el hermano mayor, y Sasha era la hermana menor de Kardia, y una amiga muy querida para él, aunque no había podido verla ni hablar personalmente con ella desde que se casó con Unity. Lo que sabía de Sasha, gracias a Kardia, era que se había casado hace dos años, y ahora estaba embarazada.

- Ah, sí, y mis padres te envían ésto.- Añadió Kardia, entregándole una pequeña canasta llena de manzanas, que llevaba con él.

- Por favor dale las gracias a la señora Sendai y al señor Zaphiri de mi parte, Kardia.- Agradeció Degel, tomando la canasta.

Desde que llegó a Grecia, la familia de Kardia había sido muy amable con él. Ecarlate, aunque algo frío y distante, nunca fue grosero con él y siempre hubo una relación de respeto mutuo entre ellos.

Sasha siempre fue una chica muy amable con él, y fueron buenos amigos.

Los padres de Kardia prácticamente lo acogieron como un hijo más, incluso estuvieron presentes el día de su boda, y Kardia decía que siempre preguntaban por él.

Los minutos pasaron, y en el transcurso, los amigos más cercanos de Degel arribaron al hospital, haciendo un ambiente agradable y cómodo.

Degel ya no recordaba la última vez que se reunió con todos sus amigos, riendo y hablando tranquilamente, pero se sentía felíz y tranquilo como hace mucho no hacía.

Todos sus amigos lo felicitaron y le dieron sus mejores deseos, le dieron algún regalo para el bebé, y los que ya eran padres incluso le dieron algunos consejos.

Cuando el médico finalmente apareció, diciendo que el bebé había nacido y que las pruebas para determinar su casta ya estaban listas y en posesión de la madre, no perdieron el tiempo y fueron directo a la habitación de Unity.

Solo Degel, Seraphina y el padre de Unity entraron, el resto debía esperar en la sala.

Degel esperaba que Unity se encontrara abrazando al bebé que tanto decía adorar, pero enorme fue su sorpresa al entrar y ver a Unity sobre la cama, dándole la espalda a la cuna donde dormía el bebé.

- ¿Y bien, hijo?- El padre de Unity fue el primero en hablar.- ¿Qué tenemos?

Unity no dijo nada por un par de minutos. Degel, movido por su instinto de proteger a su cachorro, fue hasta la cuna, seguido por Seraphina. Y al revisar las anotaciones en la hoja pegada a la cuna, de inmediato entendieron la reacción de Unity.

- Nada.- Murmuró Unity, extendiéndole los resultados de las pruebas a su padre.- No tenemos nada.

- Omega.- Leyó el padre de Unity los resultados.- Bueno, hijo, tranquilo. Un Omega también es una bendición, así que cálmate.

- Degel ya lo sabe.- Añadió el albino, haciendo dar un pequeño salto a Degel.- Seraphina le contó todo.

Seraphina y Degel se sobresaltaron al escuchar a Unity.

El silencio se adueñó de la habitación, y después el padre de Unity comenzó a acercarse a ellos. Degel, por instinto, tomó al bebé en brazos, abrazándolo contra su pecho.

- Bien, entonces podemos ahorrarnos todo este teatro.- Sentenció el hombre, con una fría expresión que hizo estremecer a Degel.- Después hablaré contigo, Seraphina.- Añadió, fulminando a su hija con la mirada.- Y en cuanto a tí, Unity, llámame cuando tengas un Alpha.- Añadió, volteando a ver a Unity.- Ahora, si me disculpan, tengo algunas asuntos que atender, y no voy a perder más tiempo por un miserable Omega.

Después de eso, el padre de Unity se marchó, siendo seguido por Seraphina.

Degel sostuvo a su hijo en brazos, temeroso por la reacción de Unity.

- ¡¿Y tú qué carajo estás viendo?!- Gritó Unity.- ¡Más te vale que no me acerques a ese engendro o te juro que yo mismo lo mato!

Degel retrocedió, sosteniendo al bebé, y después salió de la habitación. Era mejor no acercarse a Unity.

En el pasillo ya se encontraban todos sus amigos, esperando ver al recién nacido. Una enfermera pasaba por ahí, y Degel, para evitar problemas, le dijo que su Omega se encontraba algo adolorido y el llanto del bebé le irritaba demasiado. La enfermera dijo que no había problema, y que le llevaría un analgésico a su Omega para que pudiera descansar.

- Es idéntico a tí.- Comentó Dohko, viendo al bebé.- No puedes siquiera negar que es tuyo.

Todos rieron ante el comentario del castaño, incluso Degel. Aquel pequeño Omega era una copia casi exacta de él, piel blanca, los mismos ojos violetas y las mismas facciones, la única diferencia era la tonalidad de su cabello.

- ¿Ya saben cómo lo llamarán?- Preguntó Asmita.

Degel lo pensó por un momento. Ahora que sabía que el bebé era un Omega, Unity no quería verlo ni saber nada de él. Así que lo mas probable era que ni siquiera se molestara en pensar un nombre para el niño, así que, después de meditarlo un poco, finalmente respondió.

- Camus.- Respondió Degel.- Ese será su nombre.

Degel miró al pequeño bebé una vez más. Estaba decidido, no le importaba si Unity lo mataba, él daría hasta su vida por proteger a ese pequeño bebé Omega.

Sus amigos quisieron sostener al bebé y observarlo de cerca, y Degel se los permitió. El pequeño Camus resultó ser un bebé muy tranquilo, y que ni siquiera se inmutaba al ser pasado de brazos en brazos.

Por unos minutos, Degel olvidó por completo todos los problemas que tenía encima, centrando toda su atención en su hijo recién nacido, hasta que su teléfono comenzó a sonar.

Al ver de quién se trataba, contestó de inmediato, y al escuchar a la persona al otro lado de la línea, sintió que el aire escapaba de sus pulmones.

- ¿Qué?

Estaba en shock por la noticia. Creía que esas cosas solo ocurrían en las películas.

- Se me acaba de romper la fuente.- Respondió el rubio al otro lado de la línea.- Ya llamé una ambulancia, y en unos minutos estarán aquí.

Degel se alejó de sus amigos unos cuántos metros, aprovechando que todos estaban ocupados mirando a Camus.

- ¿Dónde estás ahora?

- Estaba en mi oficina, ordenando unos documentos.- Respondió Radamanthys con dificultad.- Estoy en la firma, pero todo está bajo control, así que no te preocupes.

- ¿A qué hospital irás?

Todas las citas a las que había acompañado a Radamanthys habían sido en un consultorio con un médico particular, el inglés no le había dado mayores detalles de dónde tenía planeado dar a luz, se suponía que se los daría en la siguiente y última cita médica, pero al parecer, el parto se había adelantado unas cuántas semanas.

- Desde que me enteré que estaba en cinta, dejé todo planeado.- Continuó respondiendo a sus preguntas.- Tengo un lugar reservado en el hospital Ilitia.

Degel no sabía si debía sentirse aliviado o preocupado. Radamanthys y Unity se detestaban a muerte, pero darían a luz el mismo día y en el mismo hospital... Definitivamente, el destino lo odiaba.

- Unity dió a luz hoy.- Respondió Degel.- Estoy en el mismo hospital que elegiste.

Escuchó a Radamanthys gruñir al otro lado. No sabía si era por el dolor que el rubio debía estar experimentando o por saber que estaría cerca de Unity.

- La ambulancia acaba de llegar.- Añadió Radamanthys.- Te veo allá.

Después de eso, ambos finalizaron la llamada, y Degel guardó su teléfono.

No sabía que haría, si se desaparecía, todos sus amigos se darían cuenta, además de que no quería dejar sólo a Camus. Pero su Alpha interno le pedía estar cerca del Omega rubio y cuidar de él y su otro cachorro.

- ¿Qué pasó con Radamanthys?

Degel dió un pequeño brinco, cuando Kardia lo empujó unos cuántos metros atrás, cuidando que nadie escuchara la conversación.

Kardia y Calvera eran los únicos que estaban al tanto del lío en el que estaba metido, y que incluso habían conocido a Radamanthys.

- Va a dar a luz.- Respondió Degel.- Aquí, en este hospital.

- Por favor dime que es una broma.- Refunfuñó Kardia.

- Eso es lo que desearía que fuera.- Dijo Degel, comenzando a ponerse más nervioso.- No tengo idea de qué hacer.

Kardia guardó silencio unos minutos, posiblemente hilando un plan en su mente, hasta que finalmente dijo algo.

- Tú sígueme la corriente.

Fue lo único que Kardia dijo, y Degel decidió seguirlo. No tenía idea de qué tramaba Kardia, pero no tenía otra opción.

Cuando llegaron junto a todos los demás, que seguían enternecidos por el bebé Camus, Kardia se acercó a Calvera, y Degel vió que le susurró algo, a lo que la Beta solo asintió.

- No puedo creer que sea tan tierno.- Decía Dohko, sosteniendo al bebé en brazos.- Incluso yo aceptaría tener un hijo si me aseguraran que sería así de tranquilo y lindo.

- Ni se te ocurra.- Habló Shion rápidamente.- Tú no serías quién cargue con el embarazo ni quién tendría que soportar una cesárea.

- Es solo una broma, Shion.- Rió Dohko al ver la reacción de su Omega.- Los bebés son tiernos, siempre y cuando pueda regresarselos a sus padre cuando empiecen a llorar.

Todos rieron por la pequeña escena que sus dos amigos protagonizaron, incluído Kardia. Pero unos segundos después, el peli-morado se llevó una mano al pecho.

- Kardia, ¿estás bien?

Todos dejaron de reír, y se acercaron al heleno, temiendo lo peor.

- Solo... Me duele un poco el pecho.- Jadeó Kardia.

Ayudaron a Kardia a sentarse, temiendo que le diera un infarto o cayera en paro en cualquier momento.

- Iremos a buscar un médico.- Dijo Deuteros, siendo seguido por su gemelo.

- Yo me encargo de cuidarlo.- Dijo Asmita, quedándose al lado de Kardia.

Todos se centraron en Kardia, e incluso Degel se preocupó por su amigo, pero cuando Kardia le guiñó un ojo, supo que todo era una actuación magistral de parte del peli-morado.

- Degel, será mejor que busques una enfermera para que lleve a Camus a los cuneros.- Le dijo Calvera, imitando discretamente el gesto de su marido.- No te preocupes por Kardia, nosotros lo cuidaremos.

Degel asintió, y se marchó por los pasillos con su hijo en brazos. Encontró a la enfermera que minutos atrás le había proporcionado un analgésico a Unity, y le entregó al bebé ya dormido, explicándole que debía ir a resolver unos asuntos de trabajo. La enfermera tomó al recién nacido en brazos, y le informó que lo tendrían en los cuneros y podía visitarlo en cualquier momento. Degel le agradeció y después fueron por caminos separados.

[...]

Degel fue hasta la entrada del hospital, justo a tiempo para ver entrar la ambulancia de la que bajaron a Radamanthys en una camilla.

Se acercó al rubio, que al parecer no iba sólo. Todos se trasladaron a una sala de espera en el otro quirófano del hospital, que para fortuna de Degel, se encontraba en el lado opuesto a dónde estaba Kardia y los demás.

Radamanthys ingresó solo al quirófano, como todos los Omegas varones que daban a luz, y el hombre que había llegado con él, se quedó en la misma sala que Degel.

Unos minutos después, aparecieron otras personas, que parecían conocerse entre ellos, y que miraban a Degel.

Él no conocía a las personas que lo acompañaban, pero suponía que debían ser familiares o amigos de Radamanthys. Aún así, no se atrevía a preguntar, hasta que una de las chicas que habían llegado se acercó a él.

- ¿Tú eres el Alpha que dejó a Radamanthys en cinta?

Degel tragó grueso, esa mujer, que identificó fácilmente como Beta, a pesar de su innegable belleza, intimidaría a cualquiera.

- Y-Yo...

- Pandora, déjalo en paz.- Intervino el hombre que había llegado con Radamanthys en la ambulancia.- Mi hijo no es un niño, es libre de hacer lo que quiera. Y si él quiso simplemente conseguir un donante de esperma para tener un hijo, y no involucrarse con un Alpha, es su problema, no tuyo.

- Como ordene, señor Wembley.- Respondió la peli-negra.- Pero como amiga y asistente del señor Radamanthys, me es imposible dejar pasar por alto todo ésto.

- Solo siéntate y tranquilízate.- Le ordenó el azabache.- Tú acabas de ser madre, deberías saber que la mejor forma de apoyarlo es mantenerte tranquila y no meterte en asuntos dónde nadie te llamó.

La tal Pandora suspiró, para después asentir y volver a su lugar.

Un silencio sepulcral se adueñó de la sala. Todos los acompañantes de Radamanthys estaban de un lado de la habitación, y Degel en el otro. Nadie hablaba, hasta que el mismo hombre, que ahora sabía, era el padre de Radamanthys, rompió el silencio.

- Tú eres Degel, ¿cierto?- Le preguntó el peli-negro, y Degel asintió.- Acompáñame un momento por favor, quisiera hablar contigo.

Degel asintió nervioso, y fue detrás del mayor, unos metros alejados de los demás.

- Radamanthys me contó todo lo que pasó, así que no necesitas fingir conmigo. Pero todos los demás, piensan que entre tú y mi hijo solo hay un acuerdo de donación de esperma, así que ten cuidado con lo que digas enfrente de ellos.- Dijo el peli-negro, sorprendiendo a Degel.- Pero eso no es todo lo que tengo que hablar contigo.

- Yo jamás quise hacerle daño a Radamanthys.- Suspiró Degel.- No quiero hacerle daño.

- Conozco a Radamanthys como la palma de mi mano, y sé que es más fácil conseguir agua de una piedra antes que herirlo.- Dijo con una leve sonrisa en mayor.- Así que no es él quien me preocupa, sino tú.

Degel se sorprendió, pero de inmediato el señor Wembley continuó hablando.

- Ya te dije que Radamanthys me contó todo. Incluso el problema con tu Omega.- Añadió el mayor.- Sé que ustedes dos tienen un acuerdo establecido ya, y no pienso meterme en eso. Pero haz cuidado de mi hijo y mi nieto, y por eso quisiera ayudarte a salir del matrimonio abusivo en el que estás metido. Solo si tú aceptas por supuesto.

Degel no supo qué responder. Mentiría si dijera que no anhelaba conseguir el divorcio, pero la idea de que ahora tenía un hijo que lo unía de por vida a Unity resonaba en su mente.

En un juicio, Unity tenía todo a su favor para quedarse con la custodia de Camus, y Degel sabía que al pequeño Omega no le esperarían más que maltratos de parte de Unity y su familia si se separaban.

- Sé que es difícil, pero si te quedas sin hacer nada, vas a terminar muerto.- Le dijo el azabache.- Mantendré la oferta en pie, así que piénsalo.

Volvieron a la sala de espera con los demás, dónde permanecieron unos minutos más, hasta que el médico a cargo de la cesárea salió, anunciando que el procedimiento había sido un rotundo éxito, y que podían pasar a ver a Radamanthys, pero solo dos personas a la vez.

Todos los que habían estado esperando, comenzaron una pequeña discusión por quienes entrarían, hasta que el padre de Radamanthys detuvo la discusión, sentenciando que irían él y Degel primero.

Y dicho y hecho, ambos fueron a la habitación que les habían indicado, y al entrar, vieron a Radamanthys sosteniendo a su cachorro recién nacido en brazos.

- ¿Cómo te sientes?

- Como si me hubiera arrollado un camión.- Respondió Radamanthys, acariciando la mejilla del bebé, que al parecer, estaba amamantando.- Pero él está bien, y es todo lo que me importa, Hades.

- ¿No hubo ningún problema entonces?- Preguntó Hades.

- Dijeron que se adelantó un par de semanas, pero todo parece estar en orden.- Respondió el rubio, para después mirar a Degel.- ¿Quieres conocerlo?

Degel se sintió nervioso, pero asintió, acercándose a dónde estaba Radamanthys con el bebé.

Si Camus era una pequeña réplica suya, el otro bebé lo era de Radamanthys.

- Vaya, es idéntico a su madre.- Comentó Hades, que también se había acercado.- Solo espero que no haya heredado también el carácter, el mundo ya tiene suficiente con uno.- Añadió con una leve risa.- Solo bromeo, hijo. Sabes que te adoro.

Radamanthys solo rodó los ojos, y devolvió toda su atención al recién nacido.

- ¿Ya decidiste qué nombre le pondrás?

- Radamanthys.- Respondió el inglés.- Es mi hijo, y me parece bien que compartamos el nombre.

Hades solo sonrió, encogiéndose de hombros.- ¿Ya tienes los resultados de su casta?

Radamanthys gruñó levemente al oír sobre aquellos exámenes que se les realizaban a todos los recién nacidos, pero respondió.

- Están pegados en la cuna, pero no me importa lo que digan.- Respondió el inglés.- Me da igual si es un Gamma o un Delta, es mío y no tengo problema en tirarle los dientes a cualquiera que intente ponerle un dedo encima.

Hades solo sonrió, no podía esperar otra cosa de su hijo, y se acercó a dónde Radamanthys le señaló.

Degel se quedó mirando al bebé, que continuaba alimentándose con la leche materna.

- ¿Quieres cargarlo?- Le preguntó Radamanthys al darse cuenta de cómo miraba al cachorro.- Solo déjalo terminar de comer primero.

Degel asintió, y esperó pacientemente hasta que el bebé finalmente se quedó dormido, y Radamanthys le permitió sostenerlo en brazos.

Sin duda, ese bebé era idéntico a Radamanthys, incluso poseían la misma y peculiar uniceja poblada.

- Felicidades, diste a luz a un pequeño Alpha fuerte y sano.- Escucharon la voz de Hades, que sostenía en sus manos los resultados de las pruebas hechas al bebé.

- Entonces tendré mucho trabajo enseñándole a no ser un perfecto hijo de perra como todos los demás Alphas.- Respondió Radamanthys, pareciendo bromear.

Degel se quedó con ellos unos minutos más, sosteniendo a la pequeña copia de Radamanthys en brazos, hasta que su teléfono sonó por un mensaje de texto. Era de Kardia, diciéndole que una enfermera estaba preguntando por él.

Sin más remedio, devolvió al recién nacido con su madre, y se despidió. No sin que antes, Radamanthys le recordara su acuerdo.

Después de eso, se retiró y volvió a dónde se habían quedado todos sus amigos.

Al llegar, vió a Calvera y Asmita al lado de Kardia. Le informaron que al parecer, todo había sido solo una falsa alarma y Kardia estaba bien. Los demás se habían marchado, cada uno por sus razones.

Aspros debía ir a recoger a sus hijos después de clases. Dohko y Shion tenían unos asuntos pendientes y tuvieron que irse. Y Asmita había enviado a Deuteros a recoger a Shaka del colegio. Solo se habían quedado ellos tres.

- No te preocupes por Kardia, pero la enfermera a cargo de Unity y Camus vino a preguntar por tí.- Explicó Calvera.- Dijo algo sobre Camus, y que necesitaba localizarte.

- Estuve con Camus todo éste tiempo, pero fuí al baño y a buscar algo de comer, creo que ma tardé más de la cuenta.- Inventó Degel una mentira para encubrirse ante Asmita, el único presente que desconocía el asunto de Radamanthys.

- Calvera, será mejor que te sientes, no es bueno que te alteres estando embarazada.- Escucharon la voz de Asmita.- Yo acompaño a Degel, tú quédate con Kardia.

Degel accedió, recordando hasta entonces el recién descubierto embarazo de Calvera, pero sabía que Asmita tenía algo que decirle. El rubio no solía hacer ese tipo de cosas para quedarse a solas con alguien si no se trataba de un asunto importante.

Degel le permitió a Asmita sostenerse de su brazo, sirviéndole de apoyo y guía, y comenzaron a caminar.

- Sabes que me gradué de la escuela de enfermería y ejercí la profesión por unos años, ¿verdad, Degel?- Comenzó a hablar Asmita una vez que estuvieron algo alejados.- Me dí cuenta de inmediato que Kardia estaba fingiendo.

Degel tragó nervioso. Sabía que Asmita tenía algo qué decir.

- Soy ciego, no tonto, Degel.- Escuchó reír suavemente a Asmita.- Sé que Calvera al ser una Beta no puede percibir tan fácilmente los aromas, pero yo además de ser un Omega, también soy ciego, así que apenas apareciste de vuelta, me dí cuenta del aroma a narciso que tienes impregnado.

El peli-verde no sabía qué responder. Después de todo, era verdad que Asmita se había graduado de la escuela de enfermería, y había ejercido su profesión unos cuantos años antes del accidente que lo dejó ciego un poco después de que naciera su único hijo, y se retiró del mercado laboral. Era obvio que se daría cuenta de que Kardia estaba fingiendo, pero la pregunta era ¿qué tenía que decirle?

- Degel, todos sabemos cómo te trata Unity.- Volvió a hablar Asmita.- Incluso escuchamos lo que dijo sobre su propio cachorro.

- Asmita...

- No te estoy recriminando nada, Degel.- Añadió el rubio.- Está bien dejar una relación que solo te daña. Solo te pido que tengas cuidado, por tí y por Camus. Y quiero que sepas que cuentas con todo mi apoyo.

- Gracias, Asmita.

El contrario le sonrió de vuelta, y ambos continuaron su camino, hasta encontrar a la enfermera.

La mujer les explicó que el bebé había estado llorando, y era hora de alimentarlo, pero Unity se había negado a amamantarlo.

Degel fue hasta donde estaba el recién nacido, llorando. Lo sostuvo en brazos, y después de pedirle a la enfermera que acompañara a Asmita a la sala de espera, ingresó a la habitación donde estaba Unity.

El Omega parecía más enfadado que antes, y apenas escuchó el llanto del bebé, volteó a verlo enfurecido.

- ¡Sácalo de aquí!- Gritoneó apenas Degel puso un pie dentro de la habitación.- ¡Te dije que ni se te ocurriera acercarme a ese mocoso!

- Unity, es tu hijo también, no solo mío.- Habló Degel, intentando mantenerse firme ante la escalofriante mirada de Unity.- Necesita que lo alimentes.

- ¡Yo no necesito un maldito Omega inútil, y por mí que se muera de hambre!- Gritoneó Unity.- ¡¿Por qué no lo llevas con la zorra de Radamanthys?!, ¡estoy seguro de que entre Omegas rechazados se entienden!- Añadió el albino.- ¡Te lo advierto, Degel, si no sacas a ese maldito mocoso de aquí, yo mismo lo arrojo por la ventana, y a tí junto con él!

Degel se dió por vencido, y salió de la habitación, temeroso por las amenazas de Unity.

Comprar fórmula láctea era la única alternativa que quedaba, pero Camus parecía bastante hambriento como para esperar. Nuevamente sintió esa desesperación en su pecho invadirlo, y temió romper en llanto o tener un ataque de pánico, pero entonces, las palabras de Unity resonaron en su mente.

Se cuestionó a sí mismo si era buena idea lo que tenía en mente, pero los llantos de su cachorro recién nacido fueron suficiente para hacerlo decidirse.

Fue hasta la habitación de Radamanthys, y para fortuna suya, todos los acompañantes del rubio, incluído su padre, se habían retirado.

Tocó la puerta suavemente, y al recibir una respuesta aprobatoria, ingresó.

Radamanthys parecía sorprendido de verlo con un bebé en brazos, pero no dijo nada.

Degel le explicó la situación, sintiéndose avergonzado por lo que Radamanthys pudiera pensar, pero fue lo único que se le ocurrió.

- Solo por ésta vez.- Añadió Degel, intentando contener sus ganas de llorar.

Radamanthys guardó silencio por unos segundos, pero después le dijo que le diera al bebé.

- Odio a Unity, pero jamás permitiría que un cachorro sufriera.- Dijo el rubio, sosteniendo a Camus contra su pecho.- Éste niño está hambriento, ¿hace cuánto tiempo lo amamantó?

- No lo hizo.- Respondió Degel, luchando por mantenerse calmado.

- ¿Por qué no me sorprende de ese imbécil?- Masculló Radamanthys rodando los ojos en señal de molestia, sosteniendo a ambos bebés.- Los recién nacidos necesitan la leche materna para mantenerse sanos y prevenir enfermedades... Pero por lo visto, Unity es un egoísta hasta con su propio hijo.

Degel no dijo nada. Internamente, sabía que Radamanthys tenía razón.

Degel miró la escena de Radamanthys alimentando a ambos bebés, tratándolos con el mismo cariño a ambos, aún cuando uno de ellos no tenía vínculo alguno con él. Era completamente diferente a la que hizo Unity en su habitación, rechazando rotundamente a su propio hijo únicamente por ser un Omega.

¿Eso era lo que quería para Camus?, ¿un hogar disfuncional?, ¿una madre violenta?... No, no quería eso para su hijo.

Sabía que Unity no lo soltaría fácilmente, pero por Camus debía al menos hacer el intento.

Tomamos cosas raras para sentirnos normales
Tomamos cosas raras para sentirnos normales
Tomamos cosas raras para sentirnos normales
Sentirse normal, sentirse normal

Los días siguieron su curso, y Unity fue dado de alta, sin esperar siquiera que Degel finalmente haría lo que por años evitó.

- ¡Te lo advierto, Degel!- Le gritaba Unity desde la cima de las escaleras.- ¡Atrévete a salir por esa jodida puerta y te aseguro que te vas a arrepentir toda tu maldita vida!

Degel hizo oídos sordos, tomó su maleta y se marchó con Camus en brazos.

El día que los bebés nacieron, había hablado con Radamanthys, y el rubio les permitió quedarse con él un tiempo, mientras resolvían el caso.

- ¿Estás seguro de que no te meterás en problemas por ésto?- Preguntó Degel, mientras tomaba una taza de té que Radamanthys le había ofrecido.

- Ahora tienes un representante legal, y yo estoy sirviendo como un lugar seguro para tí y tu bebé.- Respondió Radamanthys.- La denuncia ya está hecha y Unity recibirá su citatorio hoy mismo. Así que cualquier cosa que quiera hablar, tendrá que ser en la corte en presencia del juez.

Degel asintió, dando un pequeño sorbo a la taza de té, cuándo Camus comenzó a llorar.

- Ya es su hora de comer.- Dijo el peli-verde, dejando la taza sobre la mesa, y tomando al bebé en brazos.- ¿Podrías sostenerlo un momento, por favor? Iré a preparar la leche.

- No es necesario.- Dijo el inglés, tomando al bebé en brazos.

- No es necesario que lo hagas.- Respondió Degel.- Tú estás amamantando a Rada, y Camus es mi responsabilidad, no tuya.

- Radamanthys no come mucho, y si algo me ha sobrado desde que dí a luz es leche, puedo alimentarlos a ambos sin problema.- Argumentó el rubio, alimentando al pequeño Camus.- Además, aunque la fórmula pueda cubrir la mayoría de sus necesidades nutricionales, no puede proveerle los anticuerpos que la leche de un Omega.- Añadió Radamanthys, acariciando al recién nacido al que alimentaba.- La leche materna es indispensable para los recién nacidos, tiene mucho más impacto de lo que la gente cree. No es solo alimento, también ayuda a que el cachorro y la madre creen vínculo, además de ayudar al correcto desarrollo físico y mental del cachorro.

- Lo sé.- Suspiró Degel.- Pero Camus tuvo la mala suerte de tener una madre como Unity, y un padre como yo.

Radamanthys notó las pequeñas lágrimas que habían escapado de los cristalizados ojos de Degel.

Después de saber la historia de Degel, y tener casi un año de conocerlo, mentiría si dijera que verlo desesperarse y culparse a sí mismo del abuso de Unity, no le causaba absolutamente nada.

- No eres el primero, y desgraciadamente, estoy seguro que tampoco el último caso de violencia intrafamiliar que veo.- Habló Radamanthys, aún sosteniendo a Camus.- No negaré que la mayoría son Omegas maltratados por Alphas, a veces Betas, y el que un Alpha sea víctima de un Omega es inusual. Pero si hay algo que he aprendido contigo en éstos meses, es que la violencia no tiene casta.- Añadió, y Degel mantuvo baja la vista.- No soy bueno animando a las personas, así que no esperes demasiado de mí. Pero lo que quiero decir es que estás dando la cara por tu cachorro, por protegerlo, y eso vale muchísimo, al menos para mí.

Degel se limpió las lágrimas, y tomó una profunda bocanada de aire antes de responder.- Gracias.

Radamanthys solo asintió, y devolvió toda su atención a Camus.

Degel debía reconocer que Radamanthys podía ser bastante rudo a la hora de expresarse, pero durante los meses que llevaba conociéndolo, había aprendido a interpretar sus gestos.

No pudo evitar mirar fijamente al rubio, que con la devoción de una madre, acariciaba la mejilla de Camus, mientras el pequeño se alimentaba. No era la primera vez que Radamanthys amamantaba al cachorro, pero no por eso dejaba de resultarle casi irreal como Radamanthys trataba a Camus como si fuera su cachorro, especialmente en las circunstancias en las que estuvieron envueltos.

Cuando dos Omegas quedaban en cinta del mismo Alpha, tendían a volverse agresivos entre ellos, y una vez que dieran a luz, era indispensable mantenerlos separados, cada uno con sus crías. Los Omegas podrían volverse agresivos contra las crías del otro, e incluso podían llegar a descontrolarse y hacerle daño al recién nacido.

Pero Radamanthys jamás se mostró agresivo contra Camus, todo lo contrario, prácticamente lo trataba como si fuera suyo. No hacía diferencias entre el cachorro al que sí había dado a luz, y el que había acogido por voluntad propia.

Era sumamente extraño que algo así ocurriera en esas circunstancias, pero quizás era porque Unity no había dado de lactar a Camus, y por ende, el bebé no tenía impregnado el aroma de su progenitor, lo que causó que el Omega interno de Radamanthys lo detectara como un cachorro desamparado y que necesitaba ser protegido por una madre Omega. O quizás, simplemente Radamanthys tenía un excelente control sobre sus instintos y un enorme corazón. No lo sabía a ciencia cierta.

- Tú puedes comer sólidos, así que deja de mirarme.- Escuchó la voz de Radamanthys, sacándolo de sus pensamientos.- Ya estás demasiado grande para necesitar la leche de un Omega.

- L-Lo siento.- Se disculpó apenado el peli-verde. Ni siquiera se había dado cuenta de a dónde fijó la vista.- Solo estaba pensando en algunas cosas.

Radamanthys dejó escapar una pequeña risa, dibujando esa encantadora sonrisa que raramente dejaba ver.

Degel, inconscientemente, sonrió. Hace tiempo que no se sentía tan tranquilo, seguro, sin esa sensación de temor o desesperación. Llevaba tan solo unos días viviendo con Radamanthys, pero se sentía como si fuera una eternidad. Con ese Omega se sentía bien, incluso ahora podía dormir tranquilo por las noches, sin necesidad de los medicamentos para el insomnio.

Aunque no estaba del todo seguro de sus sentimientos, y de que Radamanthys no había mostrado interés romántico alguno en él, no le quitaba mérito a todas las cosas que el rubio había hecho por él y su cachorro.

Quizás su único error había sido retrasar el divorcio.

[...]

Los meses pasaron, y el proceso de la separación siguió su curso. Tal y como veían venir, el jurado comenzó teniendo preferencia por Unity, y tachando a Degel de falso testimonio.

El hecho de que Degel tuviera un hijo fuera del matrimonio amenazó con empeorar la situación, pero Radamanthys y su equipo de abogados supieron voltear todos y cada uno de los argumentos de Unity. Además de tener pruebas en contra del Omega, como las cicatrices en el cuerpo de Degel, las recetas de los medicamentos que el peli-verde tomaba mientras vivían con Unity, y varios testimonios en contra del Omega.

Desde los amigos de Degel, pasando por el psicólogo que le había atendido y recetado los medicamentos, hasta el testimonio que les dió la victoria: la hermana de Unity.

Con todas las pruebas, y las declaraciones de un psicólogo al que se le encargó analizar a los dos involucrados en el caso, Unity perdió el juicio.

Unity, aconsejado por sus abogados, y buscando evitar verse peor, accedió a firmar el divorcio y ceder la custodia total de Camus.

Así, después de casi un año, aquella lucha legal finalmente había llegado a su fin.

Y, una vez en paz y libres de cualquier amenaza que pudiera representar Unity, podían celebrar tranquilamente a los bebés Camus y Radamanthys cumplían su primer año de vida, y Degel al fin podía salir a la calle solo, sin preocupación alguna.

- No sabes cómo me alegra que al fin nos hayamos deshecho de ese Omega del demonio.- Comentó Kardia, mientras horneaba una tarta de manzana.- Por un segundo creí que nunca cedería.

Degel rió un poco, dándole la razón a su amigo. Durante los juicios, él también llegó a perder la fé de ganar por momentos, pero Radamanthys nunca lo dejó solo, y siempre supo motivarlo a no tirar la toalla.

- Bueno, supongo que nada es para siempre.- Dijo Degel.

- Por cierto, ¿ahora qué va a pasar con los Radamanthys?

La sonrisa de Degel se desvaneció cuando su mejor amigo mencionó al Omega rubio que tanto lo había apoyado, y el hijo que tenían en común.

Durante esos once meses de pelea legal contra su ex-conyuge, centró toda su atención en no perder a Camus. Y una vez ganado el juicio, había estado tan enfocado disfrutando de la paz, que en ningún punto se detuvo a pensar qué pasaría al terminar todo.

- Llevan ya un año viviendo y criando a los bebés juntos.- Añadió Kardia.- Parecen llevarse bastante bien entre ustedes, ¿no han considerado darse una oportunidad?

Degel no pudo evitar el leve rubor que tintó sus mejillas, y Kardia lo notó.

- Él me dejó muy en claro que no quería un Alpha, y que deseaba criar al cachorro él sólo.- Suspiró Degel.- Mi hermano y mi abuelo saben lo que pasó con Unity, y me dieron su apoyo. Así que supongo que volveré a Francia, al menos por un tiempo. Quiero olvidarme de todo ésto, y alejar a Camus de cualquier cosa que pueda hacerle daño.

- ¡Ay, por favor, Degel!- Exclamó el heleno.- En primer lugar, Radamanthys está que se muere por tí, y tú por él. Todos nos hemos dado cuenta menos ustedes.

- Eso no-

- En segundo lugar, está bien si quieres volver a tu tierra natal para recuperarte totalmente de éste mal trago llamado Unity, pero no que intentes huir de lo que sientes.

- No siento nada, Kardia.- Afirmó el peli-verde, con la voz temblorosa y las mejillas ruborizadas.

- Tu voz dice una cosa, pero tus gestos y tú cuerpo dicen todo lo contrario.- Contraatacó Kardia, señalando con su dedo las mejillas de Degel.- Al menos ten el valor de decirle... Si te rechaza, bueno, al menos lo intentaste. Pero, ¿que tal si tengo razón, y te acepta?

Degel bajó la vista, frotando sus sienes.- No es tan fácil, Kardia.

- ¿Por qué no?- Le cuestionó su amigo.- Solo ve con él y dí: "Me gustas, ¿te gusto?". Solo te dirá sí o no, no es la gran cosa.

Degel llevó la palma de su mano a su rostro, intentando ocultar su sonrojo.- No puedo creer que tú hayas conquistado a una mujer como Calvera, y aún más, que seas padre.

Kardia dejó escapar una de sus típicas carcajadas, mientras alborotaba el cabello de Degel.- ¿Qué te puedo decir?, tengo mis encantos.

Ambos terminaron riéndose, igual que cuándo eran más jóvenes y pasaban tiempo en la casa de Kardia, intentando recetas y fracasando miserablemente en la mayoría de los intentos.

- Pero es en serio, Degel. Al menos has el intento.- Insistió Kardia.

- Está bien.- Suspiró Degel.

Kardia sonrió triunfante, y después de verificar que la tarta estuviera cociendose adecuadamente, ambos salieron de la cocina del peli-morado, yendo a la sala, dónde estaban la esposa de Kardia, Radamanthys, y los tres bebés.

- Por cierto, creo que seremos consuegros en unos años más.- Añadió Kardia, susurrándole a Degel, mientras miraban a los bebés.- Creo que a mi hijo le gustó el tuyo.

- Kardia, son unos bebés todavía.- Respondió Degel, mirando al mismo punto que su amigo, notando a la pequeña réplica de Kardia abrazarse a Camus.- Milo nació hace apenas tres meses.

- La familia del Omega paga la boda.- Rió Kardia, para después ir con su esposa.

Degel solo sonrió, y fue detrás de su amigo.

- ¿Cómo están los bebés?- Preguntó Degel, acercándose a Radamanthys.

- Todo bien.- Respondió el rubio.- Aunque Camus ya tienes que soportar tener un Alpha encima, y Rada lo que es tener que cuidar a su hermano de otros Alphas.

En el corral, el pequeño Milo se aferraba al brazo de Camus, mientras la copia miniatura de Degel intentaba huir, y el pequeño Rada tiraba de los cabellos morados de Milo, intentando alejarlo de su hermano.

- Milo, ya fue suficiente.- Intervino Calvera, tomando en brazos al pequeño.- ¿Qué te dije de molestar a los Omegas?, pequeño Alpha grosero.

- Déjalo, mujer. Es solo un juego de niños.- Habló Kardia.- En un par de años ni siquiera recordarán este día.

- Yo no estaría tan seguro de eso.- Intervino Radamanthys, sosteniendo a Camus.- Milo es un Alpha. Su Alpha interno detecta al Omega interno de Camus, y al estar cerca otro Alpha, siente el impulso de demostrar superioridad de alguna forma. Por eso ha estado intentando morder a Camus.- Explicó el rubio.- Afortunadamente tiene apenas tres meses de nacido, y aún no tiene los colmillos desarrollados, pero no será así por siempre, y si no lo educan correctamente, podría causarle un daño de por vida a un Omega en el futuro.

- Es lo que llevo meses intentando explicarle a este griego de cabellos alborotados.- Respondió la peli-negra.- Desde que supe que Milo era un Alpha, he intentado informarme todo lo posible para criarlo correctamente.

Radamanthys y Calvera continuaron hablando unos segundos más, hasta que Kardia volvió a hablar.

- Pues mi madre crió un Alpha, un Omega y una Beta.- Se sumó Kardia.- Y yo nunca hice algo malo.

- Por algo es que siempre que puedo le pido consejos a tu madre.- Respondió Calvera.- Si pudo con un Alpha como tú, entonces puede con cualquier cosa.

Los presento soltaron a reír al escuchar a la Beta mexicana, cuándo el timbre de la puerta sonó, y Kardia se levantó a abrir.

- Degel, mira quién está aquí.- Dijo el peli-morado.- ¡Entra ya, enana!

Al escuchar aquel sobrenombre, el peli-verde ya intuía de quién se trataba, pero prefirió no hacerse expectativas.

Pero tan solo un par de segundos después, se confirmaron sus sospechas.

- Hola, Degel.- Dijo con una sonrisa la chica de cabellos lilas.- Hace tiempo que no nos veíamos.

- ¡Sasha!- Degel se levantó de un salto del sofá, y corrió a abrazar a su amiga.

La peli-lila le había correspondido el abrazo, que podría haber durado varios minutos, pero unos ruiditos los hicieron separarse.

- Oh, cierto.- Dijo Sasha, descubriendo el inquieto bulto en sus brazos.- Ella es Saori, mi hija.

- Es idéntica a tí.- Comentó Degel, mirando a la bebé, que por Kardia y Calvera, sabía que tenía cinco meses.

- Es lo que dicen todos.- Rió la jóven.

Todos fueron a la sala, dónde, después de dejar a la pequeña Saori conviviendo con los demás bebés, continuaron hablando.

Degel y Sasha tenían mucho tiempo de no verse, y no podían dejar de reír y hablar, poniéndose al corriente de sus vidas.

Todo parecía estar en calma, hasta que de pronto, Radamanthys se puso de pie y salió al patio trasero, sin decir una sola palabra.

Nadie entendía el comportamiento del rubio, pero aún así, Degel decidió ir detrás de él.

- Radamanthys, ¿éstas bien?

- Si.- Respondió tajante el inglés, dándole la espalda.

Degel no entendía nada, pero cuando un suave ventarrón sopló, percibió el aroma de las feromonas de Radamanthys, y creyó comprender qué le sucedía.

- ¿Estás celoso?- Preguntó Degel, negandose a creer sus propias sospechas.

- ¿Por qué lo estaría?- Respondió Radamanthys con otra pregunta.- No es como que seamos algo, ¿o sí?

Degel no supo qué responder. No esperaba aquel comportamiento de parte de Radamanthys, jamás lo había visto actuar así durante los casi dos años que llevaban conociéndose.

- Olvídalo.- Suspiró Radamanthys, volteando a verlo, mientras se masajeaba las sienes.- No sé qué me pasó. Volvamos adentro.

Radamanthys intentó volver al interior de la casa, pero Degel lo detuvo, tomándolo de la mano, captando de inmediato la atención del rubio.

- ¿Podemos hablar más tarde?- Preguntó Degel, nervioso por la respuesta de Radamanthys.

- Como quieras.- Accedió el inglés, con su habitual carácter.

Después de eso, ambos volvieron al interior de la casa, dónde el resto del festejo por el primer cumpleaños de Camus y Radamanthys siguió su curso totalmente normal. Y unas horas después, volvieron al apartamento de Radamanthys.

[...]

Al llegar, los dos bebés ya se encontraban dormidos, así que, primero los dejaron durmiendo en sus cunas, en la habitación que antiguamente era para visitas, pero que Radamanthys había acondicionado para los cachorros, con todas las medidas de seguridad que, en palabras del Omega rubio, cualquier habitación de infantes debía tener.

- ¿Qué quieres hablar?- Fue Radamanthys el primero en tomar la palabra, una vez que fueron de vuelta a la sala de estar.- No falto a mi palabra, así que dí lo que tengas que decir de una vez.

Degel tomó una profunda bocanada de aire, como hacía casi siempre que hablaba con Radamanthys, antes de responder.

- Yo... Ahora que todo el asunto de Unity se resolvió, creo que ya no es necesario que Camus y yo sigamos aquí.- Respondió el peli-verde.- Creo que volveré a Francia con mi hermano y mi abuelo un tiempo, así que... Solo quería informarte que no te causaré más molestias, y también agradecerte por todo.

Radamanthys no dijo nada por unos segundos. Degel giró la vista hacía él, y se sorprendió al ver a Radamanthys con la vista fija en el suelo. Intentó llamar la atención del rubio, pero al acetcarse un poco, se sorprendió al notar un par de pequeñas lágrimas resbalando de las mejillas contrarias.

- Rada... ¿Estás llorando?

- No es nada.- Respondió el rubio, limpiando rápidamente sus lágrimas al verse descubierto.- Solo, me entró una pestaña en el ojo, y estaba tratando de sacarla.

- Déjame ver.- Se ofreció Degel, tomando entre sus manos las mejillas del Omega.

Radamanthys no opuso resistencia, aunque sí evitaba que su mirada se topara con la de Degel, hasta que lo inevitable sucedió.

Sus miradas se toparon, y una extraña sensación de nerviosismo les revolvió el el a ambos.

Ninguno sabía qué decir para disipar la tensión en el ambiente, y el silencio se adueñó completamente del lugar, a tal punto que se escucharía caer una aguja sobre la alfombra.

Pero, para sorpresa de ambos, poco a poco el sonido dejó de resultar incómodo. Podían escuchar los latidos de sus corazones, que parecían sincronizados, junto a sus respiraciones.

- N-No tienes nada.- Tartamudeó Degel.

- S-Si... Creo que ya salió.

Sus rostros estaban demasiado cerca, tanto que podían sentir la respiración contraria chocar contra sus labios.

Y finalmente, fue Radamanthys quién dió el paso, estampando sus labios con los de Degel, siendo rápidamente correspondido.

Radamanthys pasó sus brazos por el cuello de Degel, y el peli-verde abrazó al contrario de la cintura, profundizando el contacto.

Se separaron solo unos segundos para tomar aire, y retomaron el beso, que aumentó su intensidad poco a poco, terminando recostados en el sillón.

- Rada...- Dijo Degel, interrumpiendo un momento el beso.- Tú...

- Maldita sea...- Maldijo bajo el rubio al percatarse de sus propias feromonas.

- Te llevaré a tu habitación.- Añadió Degel, intentando levantarse.- Tienes que tomar tus supresores, antes de que tu celo se salga de control.

Justo cuando Degel estaba por ponerse de pie, Radamanthys jaló de su brazo, haciéndolo volver a su posición inicial.

- Rada-

- Yo...- Tartamudeaba el inglés, luciendo inusualmente nervioso.- I'm not good speaking, but... I... What I'm trying to say is... I think I love you.

Degel se sorprendió por aquella inesperada confesión de parte de Radamanthys. Era notable su nerviosismo, el rubio solía hablar en su idioma natal cuando estaba demasiado nervioso o enfadado, era un pequeño hábito que le había descubierto en el tiempo que llevaba conociéndolo.

- No sabes lo que dices, Rada.- Dijo Degel, desviando la vista.- Solo es tu celo.

- Damn! Are you listening to anything I say?- Respondió Radamanthys.- ¡Solo huele mis malditas feromonas!, los efectos del celo aún no han comenzado.

Degel debía reconocer que Radamanthys no mentía. El aroma a narciso era bastante leve, era evidente que el celo estaba apenas comenzando, todavía no había efectos incontrolables que pudieran estarlo haciendo decir cosas fuera de sí. Pero entonces...

- Rada...- Dijo Degel, poniéndose nervioso por lo que estaba a punto de preguntar.- ¿L-Lo dices en serio?

Radamanthys respondió la pregunta con un nuevo beso, aferrándose al cuello de Degel.

- No le diría eso a ningún Alpha si no fuera verdad.- Susurró el rubio, después de aquel pequeño beso.

Y después de mirarse a los ojos una vez más, Degel tuvo el valor suficiente para hablar.

- También te amo.

Tomo mis pastillas y soy feliz todo el tiempo
Soy feliz todo el tiempo
Soy feliz todo el tiempo
Amo a mi chica pero ella no vale el precio
Ella no vale el precio
No, ella no vale el precio
La-la-la-la-la-la
La-la-la-la-la-la-la
La-la-la-la-la-la
La-la-la-la-la-la-la
La-la-la-la-la-la
La-la-la-la-la-lala
La-la-la-la-la-la
La-la-la-la-la-lala

Después de confesar sus sentimientos, y saber que eran correspondidos, con un nuevo beso sellaron su amor.

El aroma a narciso que Radamanthys desprendía era cada vez más intenso, anunciando el verdadero inicio de su celo.

No hicieron falta palabras para ir a la habitación de Radamanthys, y en cuestión de segundos toda prenda hubo desaparecido, cubriéndose únicamente con las sábanas.

Degel pasaba sus manos con suavidad y tranquilidad por todo el cuerpo del Omega, que no se molestaba en ocultar el placer que le causaban sus roces.

Radamanthys respondía a cada una de las caricias que Degel daba en su cuerpo, permitiéndole explorar cada rincón de su piel.

- N-No lo hagas tan fuerte.- Pidió Radamanthys, manteniendo apretados sus párpados, cuándo Degel comenzó a apretar sus pectorales con sus manos.- Están... Demasiado sensibles desde que dí a luz.

- ¿Duele?- Preguntó Degel, acariciando despacio aquellas zonas, a lo que Radamanthys negó.- Si te duele algo avísame.

Radamanthys asintió, dejándose llevar por las pequeñas descargas eléctricas que le recorrían el cuerpo con cada uno de los toques de Degel sobre su piel.

Al sentir la cálida y húmeda boca del peli-verde sobre uno de sus pezones, no pudo contener el gemido que escapó de sus labios, ni evitar apretar sus piernas, intentando calmar el calor que le hacía arder por dentro.

- D-Degel...- Gimió el nombre del peli-verde.- Házlo... Ya... Ya no puedo más.

Degel no tardó en acatar la petición de Radamanthys, teniendo cuidado de no lastimar al Omega.

Radamanthys ya había lubricado bastante, y fue fácil abrirse paso en su interior, que lo recibió gustoso.

Lo que comenzaron como pequeñas y suaves embestidas, pronto tomaron un ritmo mucho más rápido y fuerte, produciendo obscenos sonidos de chapoteo entre ambos cuerpos.

Los besos y caricias no faltaron, haciendo que el acto tomara un ritmo muchísimo más desenfrenado.

Degel, inconscientemente, llevó sus labios al cuello de Radamanthys, dando pequeños besos en éste, cuándo una suave mordida sobresaltó a Radamanthys.

- L-Lo siento.- Se disculpó Degel rápidamente, deteniéndose, cayendo en cuenta de lo que acababa de hacer.

Radamanthys no dijo nada por unos segundos, y Degel temió haber arruinado todo. Pero se sorprendió al ver a Radamanthys recostado boca abajo.

- Házlo.- Murmuró el rubio, mirándolo a los ojos.- Quiero tu marca.

- ¿Estás seguro?- Preguntó Degel, manteniendo baja su vista.- No es necesario que hagas ésto.

Radamanthys le tomó de la mano, e hizo que sus miradas se encontraran una vez más.

- Sé que no es necesario, pero la quiero.- Dijo el rubio.- Házlo.

Degel pasó sus labios por la espalda de Radamanthys, dando un pequeño rastro de besos por todo el camino, hasta llegar a su cuello, que se dedicó a estimular unos segundos.

Radamanthys se dejaba hacer, suspirando y gimiendo levemente al sentir las atenciones de aquel Alpha peli-verde. Y cuando Degel buscó sus labios, él no se negó, correspondiéndole el beso.

Las embestidas arremetiendo contra su cuerpo no tardaron mucho en volver, junto a los gemidos y pequeños gruñidos de ambas partes.

Las lágrimas, producto de la excitación le escocían los ojos a Radamanthys, mientras intentaba inútilmente ahogar sus gemidos en la almohada, y las gotas de sudor perlaban todo su cuerpo.

Hasta que el momento llegó. Sintió esa ya conocida incomodidad en su interior, el nudo se había formado, pero ésta vez iba acompañado de otra sensación de dolor en su cuello, justo debajo de su nuca.

Le fue imposible contener el pequeño grito de dolor que escapó de sus labios al encontrarse en esa situación, pero decidió aguantar hasta que el proceso finalizara, lo cual, para fortuna suya, no tardó mucho.

- ¿Estás bien?- Escuchó la voz de Degel a sus espaldas.

- Sí.- Respondió adolorido.- Aunque arde.

Sintió como Degel lamía la marca que recién había hecho, y que aún sangraba, produciendole una sensación de alivio.

- La saliva de los Alphas puede ayudar a cicatrizar las marcas.- Le recordó Degel aquella peculiaridad que solo los Alphas poseían.- Gracias.

- ¿Por qué?- Preguntó Radamanthys, extrañado por la última palabra de Degel.

- Por permitirme quedarme a tu lado.- Le respondió el peli-verde, mientras besaba su hombro.- Por dejarme ser tu Alpha.

Radamanthys buscó los labios de Degel, besándolo suavemente. El rubio no lo admitiría jamás en voz alta, pero saber que tenía a su lado a ese Alpha, le llenaba de una inmensa alegría.

Quizás los Alphas no eran tan malos después de todo. O al menos el suyo no. Eso era lo que pensaba Radamanthys.

Y quizás, no todos los Omegas eran tan malos, y el amor merecía una segunda oportunidad. Eso era lo que pensaba Degel.

No sabían qué les deparaba el destino, pero tampoco les importaba. Se tenían ellos, y a sus dos cachorros, y era lo único que les importaba.

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Bueno, éste songfic está dedicado a -euphxrix

Perdón por haber tardado tanto, pero la verdad es que este shipp terminó volviéndose uno de mis favoritos, y no terminaba de convencerme.

Aún así, hice lo mejor que pude. Espero que te haya gustado 💕✨

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