Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Ginza [🐙Isaac x Sorrento🧜‍♀️]

Si necesita' reggaetón, dale
Sigue bailando, mami, no pare'
Acércate a mi pantalón, dale
Vamo' a pegarno' como animales

- Maldita sea, Isaac, ¿por qué demonios me trajiste aquí?- Refunfuñaba un jóven peli-lila, sentado frente a la barra de un bar de mala muerte, al lado de su amigo.

- Ya, ya. Necesitas relajarte.- Se encogió de hombros el peli-verde.- Trabajas todo el día, ¿aguantar al odioso de Julián 24/7?, ¡Pff!, no, gracias.- Rió el mayor.- Yo a duras penas aguanto por un par de horas, al llevarlo de un lugar a otro.

El menor no pudo evitar fruncir los labios, en señal de desagrado.- Pues si tanto te molesta, ¿por qué sigues trabajando para el señor Julián?

Isaac le dió un trago a su bebida, suspiró, y respondió despreocupado.- El niñito mimado es odioso e insoportable, pero la paga es demasiado buena. Ninguna empresa o aerolínea me pagaría siquiera la mitad de lo que el niñato paga.

- Entonces cállate y deja de quejarte.- Dijo el peli-lila, para después quitarle el vaso de la mano a su amigo.

- ¡Ey!, eso era mío.- Se quejó Isaac.

Sorrento se bebió el contenido del vaso de un solo trago, ignorando los parloteos de su amigo.

- Haz lo quieras, yo me largo.- Añadió el menor, tomando su saco, dispuesto a marcharse.

- ¡Sorrento, ¿qué hiciste?!

El peli-lila rodó los ojos fastidiado.- Puedes comprar otro, no seas tan exagerado.

- No es ese el problema.- Isaac parecía nervioso.- Solo que no debiste tomarlo todo de un solo trago.

- ¿Qué pasará?, ¿voy a vomitar?- Bromeó el menor.- No soy un niño, no me voy a embriagar por una copa, Isaac.

- Sorrento... Es que eso...- El finlandés lucía nervioso, y su acompañante no tenía idea de porqué.- Eso...

- ¿Eso qué, Isaac?- Comenzaba a hartarse.- Solo pide otra y ya. No seas infantil.

- Será mejor que te lleve a casa.- Isaac lo sujetó del brazo, tratando de sacarlo del local.

Sorrento se zafó del agarre, no le gustaba que lo sujetaran como si fuera un muñeco de trapo.

- No necesito que me cuides, Isaac.

- Sí, si lo necesitas.- Afirmó el peli-verde, volviendo a sujetarlo del brazo.- Después de lo que te tomaste definitivamente vas a necesitar que te cuide.

Isaac lo jaló por todo el lugar, dispuesto a sacarlo de ahí, mientras el peli-lila refunfuñaba, molesto por estar siendo tratado de esa forma, pero no queriendo armar un escándalo.

- ¿Podrías explicarme porqué estás tan nervioso?

Isaac no dijo nada, parecía avergonzado.

- Isaac, te hice una pregunta.

El mayor volvió a ignorarlo.

- ¡Isaac, no me dejes hablando solo!

- Porque te tomaste un jodido afrodisíaco, ¿feliz?

Por unos segundos sintió que el tiempo se detuvo. ¿Había escuchado bien?

- ¡¿Por qué estabas tomando eso?!- Se zafó nuevamente del agarre de su amigo, una vez que salieron del bar.

- Eso no te incumbe, Sorrento.

- ¡Claro que me incumbe, por tu culpa me bebí esa cosa!

- ¡Yo no recuerdo haberte dicho que te lo tomaras, ¿o sí?!- Isaac tenía las mejillas levemente ruborizadas, y sin una razón válida, el peli-lila comenzó a verlo levemente más atractivo de lo normal.- Solo súbete al maldito auto, te llevaré a casa.- Suspiró el mayor, haciendo su flequillo hacía atrás. El peli-lila obedeció la indicación, subiendo al asiento del copiloto.- Solo toma una ducha de agua fría, y todo estará bien, ¿de acuerdo?

Dejó de escuchar las palabras del europeo, y un creciente deseo comenzó a invadirlo. Perdió el control de sus acciones, y antes de que alguno de los dos se diera cuenta, se abalanzó sobre Isaac, besando sus labios.

El finlandés no supo cómo reaccionar al momento, pero después de unos segundos, en cuánto el peli-lila se separó de sus labios, lo apartó.

- S-Sorrento, controlate.- Tartamudeó nervioso.

- Solo cállate.- Gruñó bajo el peli-lila.- Cállate...

Intentó volver a besarlo, pero Isaac hizo su cabeza de lado, buscando evitar el contacto.

- Sorrento, eres mi amigo, el novio de mi mejor amigo y mi compañero de trabajo.- Decía el peli-verde, tratando de hacer reaccionar al peli-lila, mientras luchaba por apartarlo.- Tú no me quieres de esa forma, ni yo a tí... Solo estás así por el afrodisíaco. Trata de controlarte.

El menor pareció molestarse por sus manoteos, y no dudó en hacer el asiento hacía atrás, para poder montarse en su regazo, sujetando sus manos.

- Sorrento...

El austriaco lo besó a la fuerza, negándose a separarse de él, mientras frotaba su cadera levemente contra la entrepierna del peli-verde.

- No... Sorrento, no hagas ésto.- Jadeó el peli-verde, cuándo Sorrento se separó para respirar.- Puedo llevarte con Kanon y que él se encargue de ayudarte con tu problema...

- Sabes que él se fue de viaje.- Respondió jadeante el peli-lila.- Tú me metiste en éste problema, tú me sacas de él.- Añadió, para volver a besarlo.

- No...- Seguía rehusandose el mayor.- Kanon es mi mejor amigo, no me hagas traicionarlo de esta forma.

- No tiene porqué enterarse.- Susurró el menor en su oído.- Será nuestro secreto.

Isaac intentó controlarse, pero también había ingerido un poco de aquella bebida, y junto con los sugerentes movimientos y acciones del peli-lila, su cuerpo comenzó a exigir atención.

[...]

Podía escuchar los agudos y algo exagerados gemidos del peli-lila, que se retorcía debajo suya.

El departamento más cercano era el de Sorrento, y ahora estaba enrollado en las sábanas con su amigo. A punto de cometer algo de lo que quizás se arrepentiría después.

Se dedicaba a besarlo cada que el peli-lila lo exigía, tocando cada parte su cuerpo con sus manos, dando pequeñas mordidas por toda la piel que tenía a su alcance.

Después de aburrirse de los besos, se deslizó hasta la entrepierna del peli-lila, tomando el miembro en sus manos, para después meterlo a su boca.

Los gemidos del peli-lila no tardaron en volver, acompañados por pequeños espasmos en el estómago y piernas.

Mientras aún tenía el miembro del peli-lila en la boca, usando dos de sus dedos se dedicó a preparar al peli-lila para lo que vendría después.

Después de unos minutos, cuándo pudo percibir el sabor del líquido preseminal en su lengua, soltó al menor, volviendo a besar sus labios.

El momento había llegado, ninguno de los dos podía ni quería esperar más. Sorrento se encargó de sacarle la ropa interior, y de colocarse en una posición por demás, provocativa: a cuatro patas, recargando su rostro contra el colchón, dejando sus caderas al aire, dándole permiso de seguir.

No lo dudó, la excitación le había nublado todo juicio. Se colocó detrás de su acompañante, comenzando a frotar su erección contra el trasero del peli-lila, sin llegar a penetrarlo.

Usó sus dedos y su lengua para jugar un poco con la sensible entrada del menor, obteniendo una serie de gemidos y espasmos involuntarios en respuesta.

Cuándo lo sintió lo suficientemente húmedo, comenzó a abrirse paso enmedio de ese par de esponjosos pero firmes glúteos.

Sentía la calidez del interior del peli-lila, y apenas movió un poco la cadera, lo escuchó comenzar a gemir, cada ves más alto, junto a la velocidad de sus embestidas.

- ¿Se siente bien?- Jadeó en el oído del peli-lila, mientras sujetaba su cintura.

- S-Si...- Gimió en respuesta.

Estaba bajo los efectos de un afrodisíaco, era más que obvio que sería una bestia insaciable por lo menos durante dos horas más.

- Isaac...- Gimió su nombre cuándo comenzó a moverse con más fuerza.- A-Ahí... Más... Más fuerte... Por favor.- Había encontrado su punto.- ¡Ah!, si... Así...

Si necesita' reggaetón, dale
Sigue bailando, mami, no pare.
Acércate a mi pantalón, dale
Vamo' a pegarno' como animales

Al otro día, cuándo apenas trataba de abrir los ojos, una fuerte jaqueca lo aturdió.

Movió un poco su brazo, chocando contra el pecho desnudo de su acompañante.

Se incorporó y abrió sus ojos como platos casi de inmediato, aumentando su dolor de cabeza.

¿Isaac?, ¿por qué Isaac estaba en su cama?, ¿qué demonios había pasado la noche anterior?

De pronto, todos los recuerdos de lo ocurrido en la noche y gran parte de la madrugada, lo golpearon de frente cuál camión fuera de control.

"Mierda."

Fue el único pensamiento que pasó por su mente en ese momento. ¿Qué iba a hacer cuándo Isaac despertara?, ¿él recordaba lo que pasó?, y aún más importante, ¿cómo iba a explicarle todo eso a Kanon?

- Buenos días.- Escuchó la voz del peli-verde a sus espaldas.

Giró la vista, topándose con su "amigo", con el torso descubierto y el cabello despeinado... Por alguna razón que no supo identificar, lo hallaba mucho más atractivo que antes. Es decir, nunca antes le había prestado atención a esos abdominales, esa pálida y suave piel, esos cabellos verdes, y esa cicatriz en el ojo que le daba un toque sumamente varonil... ¿Cuánto duraba el efecto del afrodisíaco?

- ¿Qué diablos pasó anoche?- Intentó fingir demencia, quizás así conseguiría zafarse de todo el asunto.

- No seas infantil, Sorrento.- Le reprochó el peli-verde.- Te tomaste un afrodisíaco, no un somnifero.

- ¿Nosotros...?

- Sí.- Se adelantó Isaac a su pregunta.

Sorrento sintió que todos los colores se le subían al rostro, y antes de que lo notara, estaba jalando de sus cabellos, comenzando a entrar en pánico.

¿Que pasaba si Isaac le contaba a alguien?, ¿o si el rumor de alguna manera llegaba a oídos de Kanon?... Adiós a su reputación, a su credibilidad, a su relación de más de cinco años...

- Pobre de tí si le dices de ésto a alguien.- Fue lo único que salió de su boca.- Ni una palabra de ésto a nadie, especialmente a Kanon.

- ¿Crees que soy estúpido, acaso?- Lo confrontó Isaac.- ¿Crees que me enorgullece haber traicionado de la peor forma que pude a mi mejor amigo?

- Sé cómo eres, Isaac.- Mantuvo su postura el peli-lila.- Sé eres un perfecto picaflores, y que le cuentas a tus amigos todas tus aventuras nocturnas, todas tus conquistas, incluso a mí me haz llegado a contar.- No mentía respecto a eso, el peli-verde era todo un casanova, y no el más discreto o respetuoso al referirse a sus amantes de una sola noche.- Pero si abres la boca esta vez, ambos podemos darnos por muertos.

- Lo sé, Sorrento.- Isaac también mantuvo su postura, no dispuesto a dejarse intimidar por el peli-lila.- Quizás Kanon está tan enamorado de tí, que deja que le hables y lo trates como te salga del culo, pero conmigo es otra historia. Así que mejor cambia tu tono si no quieres que te tire los dientes de un puñetazo.

Sorrento apretó los dientes, y gruñó por lo bajo. ¿En serio eran amigos?, de pronto, Isaac le era totalmente irreconocible. El peli-verde siempre había sido muy dulce, amable y respetuoso con él, y ahora lo amenazaba con golpearlo.

Odiaba que le hablaran de esa forma, pero en parte Isaac tenía razón. Quizás había sido muy grosera y errática su forma de actuar.

- Solo vístete y vete antes de que Kanon llegue y te vea.- Suspiró derrotado.

Isaac no dijo nada, solo se levantó, tomó su ropa y se fue al baño de la habitación.

Sorrento se quedó acostado de lado en su cama, tratando de dormir, esperando que su jaqueca cediera.
Solo quería olvidar lo que pasó, y seguir con su vida.

Unos minutos después, cuándo creía que Isaac se había ido, pudo percibir un aroma a café recién preparado.

- Bebe ésto, te ayudará con la jaqueca.- Alzó un poco su vista, rolando con Isaac.- ¿Qué?

- Nada.

- A pesar de todo, te sigo considerando un amigo, y no te voy a abandonar aunque me hables peor que el idiota de Julián.- Comentó el peli-verde.- Vamos, levántate.

Se incorporó apenas, recargándose en la cabecera de su cama. El aroma tan fuerte del café le era más que agradable, calmando su jaqueca momentáneamente.

Bebió la infusión lentamente, acompañado por Isaac, quién frotaba su espalda de vez en cuándo, hasta que terminó de beber todo el contenido de la taza.

Después de eso, el peli-verde se marchó, no sin antes recordarse mutuamente que dejarían el asunto como una anécdota que nunca se repetiría ni saldría de ellos dos.

[...]

Luego de que Isaac se fuera, volvió a quedarse dormido, quizás estaba exagerando las cosas. Es decir, no había forma de que su novio se enterara de lo ocurrido, estando a kilómetros de distancia ¿cierto?

Con su mente más relajada, durmió por varias horas, hasta que un sonido lejano comenzó a despertarlo. No tenía intenciones de abrir los ojos, pero el ruido era tan insistente, que terminó cediendo.

- ¿Qué?- Gruñó irritado, contestando la llamada entrante a su celular.

- Tranquilo, cielo, soy yo.- Apenas escuchó la voz del peli-azul, todo el sueño, dolor y el cansancio se desvanecieron.- ¿Ocurre algo?

- N-No, Kanon, no es nada.- Respondió, tratando de cubrir su error.- Solo... Me duele un poco la cabeza, es todo.

- Oh, lo siento.- Se disculpó su novio.- Acabo de llegar, estoy en el aeropuerto, ¿quieres que te lleve un analgésico o algo de comer, amor?, ¿o quieres que te acompañe al doctor?

- No, Kanon, no es necesario.- Lo que menos quería era que Kanon lo llevara al doctor. Cualquiera con dos dedos enfrente se daría cuenta de la causa de su jaqueca.- Ya me tomé una pastilla, y dormí un rato, de seguro en un momento se me pasa.

Escuchó suspirar al peli-azul del otro lado de la línea.- Está bien, cariño. Pasaré por algo de comida para los dos, no quiero que te esfuerces.

- Está bien, te espero entonces.

- Si te sigues sintiendo mal avísame y vamos al hospital. Solo para estar seguros.

- Claro, no te preocupes.

- Bueno, mejor no te molesto más, para que puedas dormir.- Volvió a hablar el heleno.- Te amo.

- También te amo.

Colgaron la llamada, y Sorrento sentía que algo lo carcomía por dentro.
Vaya frase más falsa e hipócrita, si realmente amaba a ese griego, ¿entonces por qué le fue infiel?

Podría decir que fue por un afrodisíaco que ingirió por error, pero eso no quitaba que aún así permitió que pasara.

Una parte de él le decía que quizás debía serle honesto a Kanon, y esperar que él entendiera y lo perdonara. Pero otra no dejaba de gritarle todos los escenarios posibles de cómo eso terminaría terriblemente mal.

Decidió darse un baño, y esperar a que Kanon llegara. Una vez que lo tuviera enfrente, decidiría qué hacer.

Se metió a la bañera llena de agua tibia, y se sumergió hasta el cuello. Se sintió tan relajado, que casi se quedaba dormido, hasta que el sonido de la puerta principal abrirse lo despertó.

- ¡Bebé, llegué a casa!- Escuchó la voz de Kanon.

- ¡Estoy en el baño!- Gritó de regreso.

A los pocos segundos, escuchó la puerta del baño abrirse, y pudo ver a Kanon entrar.

- ¿Cómo te sientes?- Se acercó el mayor, tocando su frente.- Al menos no tienes fiebre, así que no creo que sea una infección.

- Ya estoy mejor, no te preocupes.- Respondió, cerrando sus ojos.

Sintió como Kanon comenzaba a masajear sus hombros, haciéndolo relajarse al instante, hasta casi volver a quedarse dormido.

Kanon lo notó, y antes de que eso sucediera, lo sacó de la bañera, llevándolo hasta su recámara. El peli-azul lo recostó y arropó, acurrucándolo contra su pecho.

- Oye, Sorre.- Habló Kanon unos minutos después.- ¿Por qué crees que te hayas puesto así? Tú no eres enfermizo.

El peli-lila bostezó.- No lo sé, quizás comí algo, o tal vez es solo estrés.

- ¿No haz pensado que quizás tu dolor de cabeza se deba a otra cosa?- Sorrento alzó la mirada, intrigado.

- ¿A qué te refieres?

- ¿Y si... Es por el bebé que tanto hemos esperado?

Kanon sonreía, ilusionado. Sorrento solo agachó la mirada. El griego parecía nunca cambiar, y ser demasiado inocente para su edad.

- No lo creo, Kanon.- Negó, tratando de sonar lo más tranquilo posible.- Siempre usamos protección, además de que sabes que estoy medicandome para que no ocurra en estos momentos.- No mentía respecto a eso.- Además, creí que habíamos acordado-

- No tener bebés hasta después de casarnos.- Completó Kanon la frase.- Ya sé, pero sabes que yo si quiero tener al menos un bebé contigo...- Suspiró como un adolescente enamorado, abrazando al menor.- No me molestaría si es ahora, o en cinco años, supongo que puedo esperar.

Sorrento no dijo nada, solo se acurrucó en los brazos del griego, tratando de olvidar todas las interrogantes que rondaban su cabeza.

Muévete a mi ritmo
Siente el magnetismo
Tu cadera con la mía (Boom)
Hacen un sismo
Ahora da lo mismo
El amor ahora es turismo
Diciéndole que no al que viene con romanticismo

Los días pasaron, el fin de semana y los días libres de ambos habían terminado, y debían volver al trabajo.

Sorrento sabía de antemano que tendría que ver a Isaac, hablar con él, y fingir que absolutamente nada había pasado.

No sería fácil, pero lo hecho hecho está, era demasiado tarde para arrepentirse.

Kanon se quedaría en casa unas horas más, después tendría que ir a arreglar algunos asuntos del jet a su cargo.

Él, por su parte, debía salir temprano de su hogar para llegar a la mansión de su jefe, y comenzar su día.

No era fácil ser el asistente personal de un hombre de negocios tan activo como Julián Solo. Siempre teniendo que ir de un lugar a otro, agendando reservaciones, citas, cargando con papeles y notas, atendiendo llamadas, recordando cada cita de trabajo...

Definitivamente no era fácil ser un empleado del señor Solo, pero la paga valía totalmente la pena.

Después de reportarse con su jefe, ambos abordaron el helicóptero que Isaac estaba encargado de pilotear.

El ambiente se tensó como una cuerda de violín. El empresario pareció no notarlo, ya que simplemente le dió a Isaac la dirección de su próximo destino, y le indicó a Sorrento que se sentara.

[...]

Una vez que llegaron a su destino, a un par de ciudades de distancia, aterrizaron en el helipuerto.

Julián tenía que asistir a una reunión confidencial, y les pidió a sus empleados que esperaran en el helicóptero su regreso.

No tuvieron de otra más que obedecer la orden, y permanecieron en el helipuerto, en la cima de un enorme rascacielos.

Sorrento permaneció quieto en su asiento, mientras que Isaac se dedicaba a revisar el combustible y otras cosas más que el peli-lila no entendía.

Ninguno se atrevía a decirle nada al otro, hasta que pasada casi una hora, Isaac decidió tomar la palabra.

- ¿Vas a ignorarme por el resto de tu vida, Sorrento?- El aludido saltó en su asiento.- Creí que habíamos acordado en que "ese" asunto no afectaría nuestra relación.

- Como si fuera tan fácil.- Refunfuñó el menor.- No es lo más normal del mundo haber tenido sexo con tu compañero de trabajo, y después hablarle como si nada, ¿o sí?

El peli-verde se encogió de hombros.- Eres el único que se comporta como un adolescente caprichoso.

Por alguna razón, Sorrento se sintió ofendido por aquel comentario, pero no dijo más de lo necesario.- ¿Qué quieres decir?

- No eres el primero ni el último con el que termino en la cama por culpa de un malentendido, Sorrento.- Sin querer, hizo que sus dientes rechinaran de la rabia.- Déjame ver, Eo, Baian, Tethis... Al menos a ellos son los que recuerdo. Y eso no ha afectado que sigamos trabajando juntos.

- Me da igual lo que hagas con tu vida.- No quería seguir escuchando. ¿Qué era esa extraña sensación?, Isaac no era nada suyo.- Pero yo no tengo ganas ni ningún asunto que hablar contigo, así que déjame tranquilo.

Recién cayó en cuenta de que Isaac estaba extremadamente cerca de él, tanto que sus labios casi rozaban la cremallera del pantalón del peli-verde cuándo giró la cabeza.

Si antes estaba incómodo, ahora no tenía palabras para describir su estado de ánimo. Sus mejillas se tiñeron de un intenso rojo carmesí, y desvió la vista, para después cubrirse el rostro con las manos, avergonzado de sí mismo.

- ¡Antes de que se te ocurra decir alguna estupidez, eso fue un accidente!- Se adelantó a las posibles palabras del contrario.

Escuchó la risa de Isaac, y a duras penas se destapó una poco los ojos para verlo.

- Te creo, Sorrento. Tu explicación sobraba.- Lo volvió a escuchar reírse.- Además, estoy seguro de que no sabes hacerlo.

A duras penas alzó la vista. No era tan ingenuo, entendió a qué se refería Isaac.

- ¿Por qué estás tan seguro?

¿Esa había sido su voz?, ¿por qué había dicho eso?

- No me parece que seas el tipo de chicos que les encanta hacer sexo oral, por lógica no creo que sepas hacerlo.- Por alguna razón, le molestó que dudara de su capacidad.- Aunque he comprobado que te encanta recibirlo.

- ¿Quieres apostar?

¡¿Qué demonios estaba haciendo?!, sus palabras salían solas de su boca, antes de que pudiera procesar lo que decía.

Intercambiaron una mirada cómplice, como si pudieran comunicarse y entender lo que decía el otro solo con mirar sus ojos.

Volvió a girar su rostro, aún teniendo enfrente la cremallera del pantalón. Ésta vez no desvió el rostro, al contrario. Acercó sus labios hasta el cierre, usando sus dientes para bajarlo.

Sin saber cómo, terminó con toda la longitud en la boca, rozando su garganta. Escuchaba los jadeos y respiros cada vez más pesados del peli-verde.

Sintió un líquido espeso y caliente llenar su boca. Lo tragó todo sin protestar.

Cuándo pudo abrir sus labios nuevamente, estaba jadeando por aire. Sus labios estaba rojos e hinchados, al igual que sus mejillas.

Isaac se agachó lo suficiente para quedar a su altura y poder besar sus labios.

Una inexplicable corriente eléctrica le recorrió todo el cuerpo, haciéndolo pasar sus brazos alrededor del cuello del mayor.

Ya no recordaba la última vez que sintió algo así. Estaba tan acostumbrado y a la vez harto de los besos suaves, dulces y tiernos de Kanon, que está la forma de besar tan ruda, dominante y brusca de Isaac le resultaba bastante excitante.

¿En serio iba a hacer eso?, ¿iba a serle infiel a aquel griego que lo adoraba con el alma?, ¿iba a tener un amante?

[...]

Los días pasaron, convirtiéndose en semanas, y éstas en meses, sin darse cuenta.

Había pasado casi medio año desde la noche que comenzó aquella aventura con Isaac.

Había pensado en terminar su relación con Kanon, pero Isaac había sido bastante claro cuándo dijo que no buscaba formalizar una relación, además de que con el griego lo tenía todo, y no encontraba la forma de darle la noticia de su separación.

Ahora mantenía esa mentira, fingiendo amar a aquel peli-azul, pero entregándose de todas las formas posibles a aquel peli-verde.

- Kanon, ya déjame.- Apartó de un manotazo al griego, que había aparecido de pronto, besando su cuello.- No tengo tiempo para perder, tengo que entregar todos estos documentos y registros para mañana.- Añadió, volviendo su vista a los papeles en sus manos.

- Lo siento. No quería molestarte.- Agachó la vista el mayor.- Pensé que te gustaba que besara tu cuello.

Inconscientemente, el peli-lila rodó los ojos.- Lo haz dicho, Kanon. "Me gustaba", tiempo pasado, ya no me gusta.- Ese carácter de Kanon comenzaba a resultarle fastidioso.- Ahora vete a ver la televisión o algo y déjame trabajar.

El peli-azul suspiró, para después besarle la mejilla.- Te veo después. Te amo.

Sorrento se limitó a asentir. No se atrevió a responder las palabras de Kanon.

¿Realmente seguía amando a ese griego?, ¿en qué momento su presencia comenzó a resultarle molesta?, ¿en qué momento todos esos gestos y actitudes que lo enamoraron, ahora le resultaban fastidiosos y estúpidos?... Una parte de su mente le gritaba las respuestas a esas y más preguntas, pero se negaba a darle la razón.

La realidad era que ya no amaba a Kanon. Su presencia le resultaba molesta, incómoda. Sus besos y abrazos inesperados, sus bromas inofensivas, sus palabras de aliento, sus apodos cariñosos, sus detalles, hace tiempo comenzaron a molestarle y parecerle tontas e innecesarias.

Y todo desde el momento en que probó por primera vez el veneno de los labios de Isaac.

Ese peli-verde era igual o peor que una sirena, atraer a todos con sus encantos, y llevarlos a su perdición.

Sus besos cargados de veneno, sabía de sobra el mal que le haría, y aún así deseaba cada vez más y más de él.

No toleraría seguir con esa farsa por mucho más tiempo. Debía ponerle un fin a su lamentable intento de relación con Kanon. Por el bien de todos.

Si te dan ganas de bailar, pues dale
En esta disco todos somos iguales
Te ves bonita con tu swing salvaje
Sigue bailando que pa' eso te traje
Si te dan ganas de bailar, pues dale
En esta disco todos somos iguales
Te ves bonita con tu swing salvaje

Sigue bailando que pa' eso te traje

- ¿Pasa algo, cielo?- Preguntó el peli-azul, tomando asiento en la silla frente a él.- ¿Te sientes mal otra vez?, ¿quieres que te acompañe al doctor?

Sorrento negó con la cabeza. Respiró profundo, y suspiró antes de responder. Debía pensar muy bien sus palabras.

- Kanon, tenemos que hablar de algo muy serio, y que no será fácil de asimilar.- Comenzó, captando de inmediato la atención del contrario.- Mira, Kanon. Quiero que sepas que eres de las mejores personas que he conocido en mi vida, y te quiero, ¿de acuerdo?

- Sorre, ¿estás...?

- ¡No!- Negó rápidamente. Kanon había malentendido sus palabras.- No estoy esperando un bebé.

El peli-azul guardó silencio, dejándolo continuar.

- Kanon... Lo siento.- El heleno lo miró fijamente.- Se acabó.

Se retiró el anillo de promesa, que hace años portaba en su dedo anular, poniéndolo en la palma de Kanon.

El mayor parecía estar en estado de shock. Como si tratara de asimilar la noticia.

- S-Sorre...

- No digas nada, Kanon.- Le interrumpió, sabiendo que Kanon haría mil preguntas al respecto.- Es lo mejor, por el bien de los dos.

Vió como las lágrimas escapaban de los verdes ojos del mayor, resbalando por sus mejillas. Le acababa de romper el corazón, los sueños y las ilusiones en mil pedazos, lo sabía muy bien.

- Solo dime una cosa.- Insistió Kanon.- ¿Qué hice mal?

Sorrento se quedó sin palabras. Kanon no había hecho nada mal, al contrario, él fue quién lo traicionó, incluso sin que Kanon lo supiera.

- No hiciste nada mal, Kanon.- Respondió, tomando de la mano al mayor.- A veces, las cosas simplemente no funcionan, y es mejor decirlo de frente.

Era bastante hipócrita de su parte decir eso, cuándo tenía seis meses teniendo encuentros con alguien más, a espaldas de su pareja.

Kanon no dejaba de llorar, y Sorrento sentía una punzada en su corazón.
Que ya no lo viera como pareja, no significaba que se olvidaba de todo lo que el peli-azul hizo por él, de todo lo que vivieron juntos, y mucho menos que dejara de tenerle cierto aprecio como un amigo.

- Eres un gran hombre, Kanon. Estoy seguro de que encontrarás a alguien mucho mejor que yo.- Limpió sus lágrimas, y sintió como Kanon tomaba su mano, como negandose a dejarlo ir.- Perdóname por favor.

- Perdóname tú a mí por no ser lo que merecías.- Sollozó Kanon.

- Kanon, me hiciste muy felíz los cinco años que estuvimos juntos, incluso desde antes.- El mayor lo miraba atentamente.- Solo prométeme que serás felíz.

- ¿Hay alguien más?

- No, Kanon.- Mintió otra vez.- Solo... Las cosas ya no son como antes, y no quiero que pierdas tu tiempo conmigo.

Después de hablar por unos minutos, y de que Kanon consiguiera calmarse, se retiraron, partiendo por caminos separados.

[...]

- ¿Entonces es verdad que terminaste con Kanon?

Había ido con Isaac al bar dónde inició toda esa locura hace meses, ahora tratando de olvidar todo lo ocurrido esa tarde.

- Ya te dije que sí.- Rodó los ojos.

- ¿Cómo se lo tomó?

- Supongo que estará bien.- Se encogió de hombros.

Sintió a Isaac sujetarlo de la cintura, pegándolo a él.

- Bueno, en ese caso, y ya que ahora estás oficialmente soltero...- Canturreó Isaac cerca de sus labios.- ¿Por qué no celebrarlo?

No hicieron falta palabras, fue un beso el que selló el trato.

Si necesita' reggaetón, dale
Sigue bailando, mami, no pare'
Acércate a mi pantalón, dale
Vamo' a pegarno' como animales
Si necesita reggaetón, dale
Sigue bailando, mami, no pare
Acércate a mi pantalón, dale
Vamo' a pegarno' como animales

El tiempo pasó, incluso sin que lo notaran. Llevaba casi dos años manteniendo aquella extraña relación con el Isaac, basada únicamente en el sexo, sin implicaciones sentimentales, o al menos así se suponía que debía ser.

Kanon y él con el tiempo habían vuelto a ser los amigos que fueron antes de ser una pareja. Incluso solían hablar frecuentemente.

- Entonces, ¿cómo te ha ido con Rada?

- De momento solo estamos saliendo de vez en cuándo, tanteando el terreno y ver si funcionará algo más formal o no.- Respondió el peli-azul, bebiendo de su café caliente.

- Ya veo.- Sonrió el peli-lila, bebiendo de su té.

- ¿Y tú?, ¿haz pensado en darle una oportunidad a alguien?

Sorrento casi escupía el té, cuándo se soltó a reír a carcajadas.

- No seas ridículo, Kanon.- Siguió riéndose.- Además, ¿que persona cuerda va a querer estar con un estirado como yo?

- Salí contigo cinco años, ¿lo olvidas?

- Por algo dije "persona cuerda".

Solían bromear con eso a menudo, y se limitaron a reír.

- ¿Haz pensado en darle una oportunidad a Isaac?

Por unos segundos se quedó paralizado. Si Kanon supiera qué clase de relación tenía con el peli-verde desde hace años... Seguro lo mataba ahí mismo.

- Si, es un donjuán, coqueto, algo irresponsable... Pero polos opuestos se atraen, ¿no?- El peli-lila bebió su té con incomodidad, tratando de parecer natural.- Además, él está que se muere por tí.

Eso sí había llamado fuertemente su atención. ¿De dónde sacaba Kanon eso?

- Hace tiempo que no sale de fiesta solo, ni siquiera a las de la empresa.- Siguió hablando el griego.- Siempre que lo hace está acompañado contigo.

- Quizás solo trata de ser más responsable, es todo.

- Ustedes han sido amigos desde hace años. Tal vez podría funcionar algo más entre ustedes si se dan la oportunidad.

Sorrento negó con la cabeza.- Solo somos amigos, muy cercanos, y ya.

Era imposible negar que había comenzado a sentir algo por el peli-verde, pero no lograba identificar qué era exactamente.

No le daba mayor importancia al asunto, sabiendo que aún si él se enamorara del finlandés, sería un sentimiento unilateral, ya que el peli-verde le había dejado en claro que no quería una pareja sentimental.

Disfrutaba las sesiones de sexo que tenían cada que les venía en gana, el europeo fácilmente podría ser la encarnación de Eros. Así que prefería pensar que solo era eso, atracción puramente física.

Siguieron hablando, aunque cambiando el tema por uno menos incómodo. Hasta que cierto peli-verde apareció.

- ¡Hola, Isaac!- Le saludó Kanon sintiendo.

- Hola, Kanon.- Chocó los puños con él el peli-verde.- Sorrento, el señor Julián te está buscando, ¿puedes venir un momento?

- Claro.- Asintió.- Te veo después, Kanon.

Se despidieron del peli-azul, y se marcharon de aquella cafetería, rumbo a las instalaciones de la empresa Solo. No quedaba muy lejos de ahí, en máximo quince minutos a pie, llegarían.

Al menos eso creyó Sorrento, hasta que Isaac detuvo su andar, llevándolo a un callejón oscuro, y algo apartado.

- ¿Qué pasa contigo?

- ¿Qué estabas hablando con Kanon?

La pregunta del peli-verde lo sorprendió. Nunca solía comportarse de es forma.

- Solo estábamos hablando del nuevo novio de Kanon y algunos asuntos de la empresa, es todo.- Por obvias razones omitió la pequeña conversación que lo involucraba a él.- ¿Por qué te molesta?

- No es molestia, solo... Solo preguntaba.

- Vamos, sabes que no debemos hacer esperar al señor Julián.- Intentó retomar el camino.

Isaac lo detuvo nuevamente, sujetando la manga de su saco.

- No te está buscando.- Confesó Isaac.- Solo... Quería hablar contigo.

Sorprendido era poco. ¿Había inventado todo solo para hablar con él?, ¿por qué de pronto se comportaba como un novio celoso?

Aún así, solo suspiró.

- Aún me quedan quince minutos antes de volver al trabajo.- Dijo.- ¿De qué quieres hablar?

Isaac parecía nervioso, con ambas manos en los bolsillos de su pantalón, agachando la mirada, moviendo sus pies.

- N-No es nada, olvídalo.- Tartamudeó.- ¿Quieres ir a beber algo ésta noche?

- Claro.

Y yo hoy estoy aquí imaginando
Sexy baila y me deja con las ganas
Y yo hoy estoy aquí imaginándolo
Sexy baila y me deja con las ganas

Era viernes en la noche, podía salir a beber y tomarse la noche libre para relajarse de todo el estrés laboral que acarreaba su puesto como asistente personal.

Se le había hecho costumbre ir con Isaac, tomar unas cuantas copas, para después beber un poco de esa bebida que había probado por primera vez hace un par de años, y cerrar la noche con broche de oro, haciendo el amor hasta el amanecer.

Pero esa noche, Isaac lucía distinto. Como si meditara cada palabra o acción antes de llevarla a cabo. Como si quisiera decir algo y no supiera cómo.

- ¿Te pasa algo, Isaac?

Le preguntó, después de sentarse, luego de bailar por varios minutos.

- No, solo me duele un poco la cabeza.

- Será mejor que te lleve a casa.

El peli-verde asintió, y ambos salieron del lugar mucho más temprano de lo habitual.

Fueron al departamento del finlandés, quedaba un poco más lejos, pero Sorrento sintió que tenía la responsabilidad de llevarlo con bien a casa.

Al llegar, pasaron a la sala, dónde Isaac se sentó en uno de los sillones, mientras Sorrento fue a la cocina por un vaso de agua.

Estaba sirviendo el cristalino líquido, sin prestar mayor interés a su entorno, cuándo de pronto sintió los brazos de Isaac rodear su cintura.

- ¿Pasa algo?

- Sí.- Respondió el peli-verde, para después hacerlo dar media vuelta, para besarlo.

No se negó, tan solo pasó sus brazos alrededor del cuello del mayor, como siempre hacía.

- ¿Qué necesitas?

Isaac respiró profundo y suspiró antes de hablar.- Sé que yo fuí quién dijo que no quería nada formal.- Comenzó a hablar, manteniendo baja su mirada.- Pero... Estoy harto de negar lo que siento.

- ¿Qué...?

- Me gustas.- Lo interrumpió el peli-verde.- Me gustas, y te quiero solo para mí. Cuándo te ví con Kanon... Maldita sea, sé que no somos más que amigos con derechos, pero... Aún así no puedo evitar morirme de celos.

- Isaac... ¿Tú...?

- Sí.- Era la primera vez que veía a Isaac tan nervioso.- Quiero formalizar una relación contigo... Solo si tú quieres.

Sorrento no pudo contener la pequeña sonrisa que se dibujó en sus labios.

Jamás imaginó que Isaac tuviera ese lado romántico, pero le agradaba. No pensaba que sus sentimientos fueran correspondidos por el peli-verde.

- Podemos intentarlo.

Desde esa noche podían considerarse una pareja formal. Por primera vez hacían el amor, como pareja, como amantes enamorados perdidamente uno del otro, no solo como compañeros sexuales.

[...]

Habían pasado casi tres meses desde que habían formalizado su relación. Lo hicieron saber a todos sus conocidos casi al instante, después de todo, no tenían nada que ocultar, al menos ya no.

Las cosas entre ellos parecían ir como viento en popa. Parecía que estaban hechos el uno para el otro.

Isaac tenía un lado bastante romántico y atento que pocos conocían, pero también era una persona bastante apasionada en todos los sentidos. Podía decir que era el perfecto equilibrio que Sorrento deseaba.

Pero desde hace un par de semanas, el peli-lila había comenzado a presentar una serie de malestares como vómitos, náuseas, mareos, dolores de cabeza y fatigas constantes.

Después de que Isaac y varios de sus conocidos, incluído su jefe, insistieran, finalmente había accedido a ir con un doctor para un chequeo de rutina.

- No entiendo porqué insistieron tanto.- Decía, mientras esperaba al lado de Isaac en la sala de espera.- Unos estudios de sangre es demasiado exagerado. De seguro no es nada.

- Es mejor prevenir que lamentar.

Después de unos minutos, una enfermera apareció para indicarles que sus resultados estaban listos, y el médico los recibiría.

Entraron al consultorio, dónde el médico, un hombre de tez blanca y cabello albino, les indicó que tomaran asiento.

Tal y como sospechaba Sorrento, sus malestares no se debían a una enfermedad, pero cuándo les dijo la verdadera razón detrás, el menor deseaba que la tierra se abriera y se lo tragase.

- ¿P-Podría repetir lo que dijo, por favor?

El albino asintió, comprendiendo que era una noticia difícil de asimilar para muchas personas, y repitió el diagnóstico.

- Tiene diez semanas de gestación.- Repitió.

Que bien te queda a tí esa faldita
Ella es señora, no es señorita
Sexy baila y me deja con las ganas
Como te luces cuando lo meneas
Cuanto quisiera hacerte el amor
Enséñame lo que sabes

- ¿Seguro de que puedes encargarte?

- Claro.- Respondió Kanon.- Ustedes vayan a divertirse.

- Recuerdas todo lo que te dije, ¿verdad?- Siguió el peli-lila.- Los números de emergencia están en la puerta de la nevera, después de cenar tiene que ducharse, y a las 10:30 debe irse a dormir, y-

- Ya sé, Sorrento. Me lo repetiste como cincuenta veces.- Lo interrumpió Kanon, empujándolo levemente hacía la puerta.

A los pocos segundos, apareció cierto peli-verde, cargando en brazos a un pequeño niño que parecía su vivo retrato.

- ¿Estás listo?- Se dirigió al peli-lila, quién asintió.

Isaac le entregó al pequeño de tres años en brazos a Kanon, que lo recibió felizmente.

- Cuídalo bien, Kanon.- Habló ahora Isaac.- Si ocurre algo llámanos y volveremos tan rápido como podamos.

El griego rodó lo ojos.- Ya sé, Isaac. Los dos son demasiado sobreprotectores.- Comentó.- Shun es un niño muy tranquilo, siempre se porta bien.

La pareja suspiró, dándole la razón a su amigo.

- Ahora váyanse, y celebren su aniversario.

Los dos asintieron, y luego de despedirse de su pequeño hijo, salieron de casa.

- ¿Seguro de que estarán bien?- Preguntó Sorrento, mientras Isaac conducía.

- Bueno, Kanon es un adulto, además quiere mucho a Shun. Siempre lo ha cuidado cuándo nosotros salimos, y hasta ahora nada ha salido mal.

Fueron a aquel bar dónde comenzó su rara historia de amor. Solían ir algunas veces al año en fechas especiales, y esa noche era por su aniversario.

Después de que se enteraran del embarazo de Sorrento, decidieron tener al bebé, y poco después de que su primogénito naciera, Isaac le propuso matrimonio a la peli-lila.

Se casaron unos cuántos meses después del nacimiento de Shun, y ya tenían casi tres años siendo un matrimonio.

- ¿Qué le diremos a Shun cuándo nos pregunte cómo nos conocimos?- Bromeó Isaac.

- Que nos conocimos en la escuela, después nos hicimos mejores amigos, y luego nos enamoramos y nos casamos un año antes de tenerlo.

Isaac rió levemente.- Claro, mi amado esposo.

¿Eran felices con sus vidas? Sí.
¿Se arrepentía de algo? Quizás solo del cómo iniciaron su romance, dañando a alguien inocente en el proceso, pero no de estar juntos.
¿El amor y atracción seguían siendo los mismos? Definitivamente.

Entre más se conocían, más se enamoraban uno del otro. Los dos eran sumamente apasionados a la hora de amar y entregarse, sin llegar a ser melosos, y eso les encantaba.

Quizás el inicio de su amor no había sido el mejor, y había sido un acto bastante reprochable. Pero al final habían hecho lo correcto, incluso le habían dicho la verdad y disculpado con Kanon.

Ahora tenían un hijo, una familia, y un amor que parecía no se extinguiría en muchos años.

•=•=•=•=•=•=•=•=•=•=•=•=•=•

Bueno, este songfic está dedicado a jisano_NOTFOUND

La verdad nunca antes había trabajado con éste shipp, y me fue un poco difícil hacer una historia, tomando inspiración en la canción, pero aún así debo admitir que me gustó trabajar con ellos dos 🌠

Espero que te haya gustado 💕

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro