Everything Black [❄️CamusxShura🐐]
Sombras caen sobre mi corazón
Apagué la luna
Espero a que vengas
Me tienes bailando en la oscuridad (bailando en la oscuridad)
He cerrado los ojos
Pero no dormiré esta noche
Ya tenía todo preparado, se encontraba en su cama, con todas las luces de la casa apagadas, incluso impidiendo el paso de la luz de luna cubriendo las ventana con cortinas.
Ya casi era hora. Intentaba fingir estar dormido, pero ni de chiste lo estaría realmente... Ya casi, llegaría en cualquier momento. Estaba tan cerca que prácticamente podía palparlo.
Lo siguiente que sus oídos percibieron fue una ráfaga de viento... Había llegado.
- ¿Otra vez intentas engañarme?
Esa voz... Esa maldita voz que le quitaba la voluntad y lo hacía estremecerse por completo.
- De nada sirve que finjas. Sé bien que estás despierto, Shura.
Finalmente dejó su pobre actuación de lado, y salió de su escondite detrás de las mantas.
No podía verlo debido a la oscuridad de la habitación, pero vaya que podía sentir su presencia.
- Así me gusta.- Le sintió susurrarle al oído.
Lo siguiente que salió de su boca fue un quejido.
- ¿Qué pasa, Shura?- Se estaba burlando de él, otra vez.- Vaya que me extrañaste.
Sintió una cálida boca descender desde su cuello, mordisqueando, lamiendo y besando cada centímetro de piel a su paso, mientras un par de ágiles manos se encargaban de desnudarlo.
- ¿Tan rápido?- Escuchó su risa nuevamente.- En fin, sabes a lo que vine, ¿no?
Sabía que él podía verlo, y simplemente asintió.
- Eso es, Shura. Aprendes rápido.- Sintió como le palmeó la mejilla.- Tú tienes algo que yo quiero. Y yo tengo algo que tú quieres.- Maldita sea, otra vez lo estaba haciendo. Perfectamente podía sentir esas inquietas y atrevidas manos manoseando todo su cuerpo. Pero una se centraba en su virilidad, y la otra en uno de sus pezones.- Solo dime qué es lo que deseas, y será todo tuyo.
Ni siquiera podía hablar con claridad. Lo único que salía de su boca era gemido tras gemido, mientras se retorcía.
- Vamos, Shura. No es tan difícil.
Ya lo conocía, sabía que no tendría lo que quería si no lo pedía... Era algo humillante, pero vaya que valía la pena esa humillación.
- T-Tu...
- ¿Qué dices, Shura?
- ¡Quiero tu pene!
Gritó ya habiendo perdido la vergüenza, y con ella todo pudor.
Sin poder evitarlo, terminó derramándose en la mano que acariciaba su miembro.
Sentía pesados sus párpados, pero entonces sintió una fuerte bofetada en su mejilla izquierda.
- Vamos, Shura. No te duermas.- Había sido él.- Ya sabes lo que sigue, así que date prisa antes de que me aburra de tí.
Aún con sus piernas temblando y su cabeza dando vueltas por su reciente orgasmo, consiguió incorporarse lo suficiente para colocarse en cuatro.
Sintió como unos brazos se enredaban en su cintura, subiendo y bajando, acariciando todo a su paso.
También pudo sentir esos carnosos labios besar su nuca, descendiendo por el largo de su espalda.
- Tienes un cuerpo hermoso.- Le susurró él en su oído, para después dar un pequeña lamida en el lóbulo.
El español no podía decir nada, limitándose a gemir bajo, restregando sus caderas contra el cuerpo ajeno.
Sintió cómo separaba sus glúteos, abriéndose paso enmedio. Cuándo sintió ese enorme falo abriéndolo, no pudo evitar pegar su frente al colchón, mordiendo su almohada.
- Eso es, buen chico.
Aunque quisiera, no podía besarlo. Él había dicho que no. Las veces que Shura lo había intentado, había terminado con una bofetada.
Aguantó, hasta que lo tuvo todo dentro. No pasó ni siquiera un minuto, cuándo ya tenía a su amante nocturno arremetiendo con fuerza contra su cuerpo.
Los gritos que iniciaron siendo causados por el dolor, a los pocos minutos eran provocados por las olas de placer que lo recorrían de pies a cabeza.
Se perdió tanto en su placer, que ni siquiera notó que su clímax estaba cerca, tomándolo por sorpresa.
No silenció el agudo grito que abandonó su garganta, definitivamente después se arrepentiría por ello, pero por ahora no le importaba.
Ese fue solo el inicio de la que sería una larga e intensa noche.
Nena, deberías venir conmigo
Te llevaré al lado oscuro
Yo y tú, tú y yo
Hacer cosas malas en la noche
Nena, deberías venir conmigo
Y podemos apagar las luces
Enciende las luces, deja que se apaguen, apagón
Enciende las luces, déjalo apagarse, apagón (woo!)
Era un nuevo día, y ahora se encontraba en las escuela, haciendo su mayor esfuerzo por no quedarse dormido a media clase.
- ¡Ey, Shura!
Sus amigos se dieron cuenta, y no tardaron en tratar de despertarlo.
- ¡Ey, pedazo de idiota, despierta!
Lo siguiente que sintió fue un golpe con un cuaderno de parte de su amigo.
- ¡¿Qué demonios te pasa, Angelo?!- Reclamó molesto al italiano.
- ¡Shh!, cállate.- Le silenció el peli-azul.- ¿Quieres que nos envíen con el viejo Shion?
El español se dió cuenta de su error, y de inmediato bajó la voz, esperando que el profesor no dijera nada. Ya había tenido suficientes visitas a la oficina del director por ese mes.
- ¿Qué pasa contigo, Shura?- Habló ahora su otro amigo, Afrodita.
Suspiró cansado, no había podido dormir nada en toda la noche.
- Te contaré después, Dita.
El día siguió su curso, continuando con la clase, cambiando de salón entre clases, hasta que llegó la hora del almuerzo.
Salió junto a Afrodita del club de esgrima, para encontrarse con el resto de su grupo cerca del campo de fútbol.
- ¿Ahora sí me dirás qué es lo que sucede contigo, Shura?
- No lo entendería, Dita.- Respondió bostezando.
- ¿Tiene algo que ver con Aioros?
Shura se quedó en silencio por unos segundos. Se había acostumbrado tanto a la presencia de ese ser de la noche que frecuentemente se colaba a su habitación, que ni siquiera se detenía a pensar en su novio.
- No... No es precisamente él, Dita.
Su amigo pareció extrañarse por su respuesta.
- ¿Ustedes ya...?
- ¡No!, ¡Claro que no!- Negó avergonzado.- Él sigue insistiendo de vez en cuándo... Pero, yo no quiero... Al menos no ahora.
- ¿Cuánto tiempo tienen saliendo?, ¿cinco años?
- Cinco años y tres meses.
- Bueno... No soy quién para juzgarte ni decirte qué hacer, Shura.- Respondió el sueco.- Pero quizás ya es tiempo de que den el siguiente paso... Aioros es realmente lindo, dulce y se ve que te ama demasiado.
- No es cuestión de amor, Afrodita. Es solo que... No lo sé. No quiero hacerlo con él todavía.
- ¿Te gusta alguien más, Shura?
El peli-negro se paralizó momentáneamente. No sabía bien cómo responder eso.
- ¿Por eso no quieres dar ese paso con Aioros?
- No digas tonterías.- Negó indignado.- No hay nadie más. Solo no quiero y ya. Que tú ya hayas cogido con todo el instituto no significa que todos quieran lo mismo. Fin de la historia.
- Era solo una pregunta, Shura. No es para que te pongas así.- Afrodita definitivamente se había enfadado por su respuesta.- Y por cierto, no ha sido con todo el instituto. Ya quisieras tú pasar una noche conmigo, idiota.
El peli-turquesa dió media vuelta, y se alejó del azabache.
Shura no dijo nada más, y siguió su camino. Quizás había estado mal hablarle de esa forma a su amigo, pero lo hecho hecho está. Después se disculparía, cuándo Afrodita no quisiera patearle la entrepierna apenas lo viera.
Llegó hasta el campo de fútbol, dónde ya lo esperaba el resto de sus amigos. Aioros al verlo, fue hasta él para besarlo.
Le correspondió casi en automático, simplemente abriendo su boca.
¿En qué momento el tacto de su novio se había vuelto tan frío?, ¿en qué momento aquellos besos dejaron de gustarle?, ¿cuándo fue que esos dulces besos comenzaron a sentirse insípidos?, ¿cuándo fue que las caricias de ese griego al que decía amar, dejaron de erizarle la piel y ya no le causaban ni siquiera cosquillas?
- Hola.- Le sonrió Aioros después de besarlo.
- Hola.- Respondió en un tono sumamente seco.
- ¿Ocurre algo?
Pobre... De seguro el pobre ingenuo de Aioros ni siquiera había notado su frialdad o su tono seco, y si lo había hecho, probablemente no tenía idea de la verdadera razón detrás de ello.
- No, nada.
- Oye, cabra, ¿dónde está Afrodita?- Los interrumpió Death Mask.
- No lo sé, debe estar en el salón o en los baños.
El italiano definitivamente se percató de lo que Aioros no, ya que no dijo nada, y se fue a buscar al sueco.
[...]
La jornada escolar finalmente había terminado, y ahora se encontraba caminando a casa junto a Aioros.
- ¿Seguro de que a Aioria no le molesta ir solo a casa?
- Estará bien.- Respondió Aioros.- Ya puede cuidarse solo, además, está saliendo con alguien. Necesita su privacidad.
Llegaron hasta la casa de Shura, y el azabache lo invitó a pasar por algo de tomar.
Le sirvió algo de agua al castaño, y se sentó a su lado, comenzando a beber el líquido cristalino.
- ¿Ocurrió algo con Afrodita?
- Son solo tonterías, ya sabes cómo es él.- Le restó importancia, mientras bebía de su vaso.
- No lo creo, Shura.- Insistió Aioros.- Angelo dice que lo encontró llorando en el baño. No le quiso decir lo que había pasado, pero Dita no podía dejar de llorar.
Shura se encogió de hombros, intentando hacerse el desentendido.- No tengo idea de qué pudo haberle pasado para que se pusiera así.
Aioros no quiso tocar más el tema, y se dedicó a beber el agua que Shura le había ofrecido, mientras abrazaba al menor.
Shura se dejó abrazar por el castaño, aunque la cercanía ya no le provocara la misma emoción que antes.
De pronto, una extrañamente perversa idea surcó su mente. Deslizó su mano hasta la entrepierna de Aioros, lo cuál sorprendió al castaño, que casi escupe el agua de la impresión.
- ¿S-Shura?- Tartamudeó nervioso.- ¿Que...?
El español no le dió tiempo de replicar, silenciandolo con un beso.
Aioros dudó por un momento, pero correspondió felíz, dándole permiso a Shura de seguir.
El peli-negro no tardó en introducir su mano en el pantalón del contrario, tomando el caliente miembro en su mano.
Escuchó al castaño jadear en medio del beso, pero eso no lo detuvo.
Siguió encargándose de estimular el creciente miembro del castaño con su mano.
"No es tan grande como el de él."- Pensaba mientras recorría con su mano el falo de su novio.
Escuchó un gemido ronco de parte de Aioros, y apenas un par de segundos después, tenía al heleno encima de él, besando su cuello.
Intentó dejarse llevar, imaginando que en vez de Aioros, tenía con él a su misterioso amante nocturno, pero al final no lo consiguió.
- Aioros, espera.- Detuvo al castaño de pronto, apartándolo casi de un empujón.
El griego estaba comprensiblemente confundido. Había sido Shura quién empezó con aquello, y ahora era él mismo quién detenía todo de repente.
- Lo siento.- Susurró Shura.- Es solo que... Sabes que nunca lo he hecho, y... Tengo miedo.
Aioros no dijo nada, solo besó su mejilla, para después sonreírle.- No te preocupes. Será cuándo te sientas seguro.
- Puedo darte una chupada si quieres, aunque te advierto que no soy muy bueno.- Dijo, desviando la vista.
Aioros negó con la cabeza.- No te voy a obligar a hacer nada que no quieras.
Después de ese incómodo momento, y de prestarle el sanitario unos minutos a Aioros, el castaño se retiró, dejándolo completamente solo.
Su padre volvería de su viaje de negocios hasta dentro de una semana, y su hermano recientemente se había independizado. Así que tenía la casa para él solo.
El resto de la tarde siguió con relativa normalidad, pero no se podría decir lo mismo de la noche.
[...]
Se fue a la cama después de cenar y darse una ducha. Mañana era sábado, por lo que no tenía que levantarse temprano, y estaba dispuesto a dormir como tronco, consumido por el cansancio.
Por un momento creyó que lo lograría, pero justo cuándo casi se quedaba dormido, un aire helado le recorrió todo el cuerpo.
- "Nunca lo he hecho."- Escuchó esa voz a su espalda.- Vaya mentira más descarada, Shura.
Sintió esas frías pero expertas manos recorrer sus piernas, acariciando sus muslos, y subiendo hasta su entrepierna.
- ¿Qué pasa?, ¿te comió la lengua el gato?- Lo escuchó burlarse de él.- ¿Cuántas veces te he tenido a cuatro patas, gimiendo por más, Shura?
Podía sentir a ese misterioso ser acariciando su virilidad, aumentando la velocidad cada vez más. No pudo evitar que agudos gemidos escaparan de su boca, cada vez más fuertes, y con más frecuencia.
- Dime, Shura, ¿cuántas veces?- Aunque quisiera, no podía responder.- ¿Cuántas?- De su boca no salían más que gemidos, y no tardó en colmar la paciencia del otro, y terminó recibiendo una bofetada.- ¡Te hice una pregunta!, ¡¿Cuántas veces?!
- ¡No lo sé!- Gimió en respuesta, derramando su escencia en la mano del contrario.
Sintió como su cuello, clavícula y pecho eran atacados con mordidas y succiones, que llegaban a doler, pero a la vez le provocaban una deliciosa descarga eléctrica.
- No cabe duda de que eres una perra.- Escuchó su voz cerca de su oído nuevamente.- ¿Quieres que te dé tu merecido otra vez?
- ¡Si!- Gimió aún más alto que antes.- ¡Por favor!
Escuchó la leve y ronca risa de aquel ser, antes de sentir otra mordida en su cuello.- Como quieras.
No hicieron falta más palabras. Sin necesidad de que el contrario se lo dijera, se puso a cuatro, moviendo levemente su trasero en el aire. Sabía que eso le gustaba, y a él también.
- Aprendes rápido, Shura.- Se burló, para después golpear uno de sus glúteos. El español gimió en respuesta.- ¿Te gusta que te golpeen, Shura?
Otro azote en su trasero, y un nuevo gemido respondió la pregunta.
- Eres un maldito cerdo asqueroso, ¿sabes?
- S-Si... Lo sé.
- Creo que mereces un castigo.
Volvió a golpear su trasero en repetidas ocasiones, hasta que Shura comenzó a sentir un fuerte ardor, junto a un hormigueo, que le recorría desde la cadera hasta las rodillas.
- ¡Castigáme entonces!
Por la forma en que gemía, cualquiera pensaría que estaba desesperado para rogar de esa manera, pero no le importaba.
Ni siquiera él entendía porqué le exitaba tanto recibir golpes. Dolían, y mucho, pero a la vez se sentían extremadamente bien.
- ¡Hazlo más fuerte!- Sin que se diera cuenta, pequeñas lágrimas habían comenzado a brotar de sus ojos. Si seguía así, no podría ni sentarse en un mes.- ¡He sido una maldita puta!, ¡merezco que me castigues!
- Vaya que eres una puta, Shura.- Y su amante nocturno no se negó a su petición.- Perras como tú merecen un castigo ejemplar.
Estaba a punto de tener un orgasmo únicamente siendo azotado, pero su oscuro y perverso acompañante tenía otros planes.
Dejó de azotarlo, y Shura no pudo evitar jadear inconforme.
- No me hagas esos gestos, ni esos soniditos.- Dijo molesto el contrario, sujetándolo bruscamente del rostro.- Quizás el pobre idiota de tu noviecito te permite esos berrinches, pero él es él y yo soy yo. Y sabes que yo odio los berrinches, Shura.- Asintió cómo pudo, aún con su mentón apresado.- Ahora usa tu maldita boca para hacer algo útil en vez de quejarte y lloriquear.
Sintió que el contrario sujetaba sus cortos cabellos negros, obligándolo a darse la vuelta y agacharse. No podía ver absolutamente nada, pero sentía algo duro, caliente y grande pegado a su mejilla. No había que ser genio para adivinar qué golpeaba su mejilla.
- ¿Qué esperas? ¡Te dí una orden!
Al instante tomó el falo entre sus manos, para después comenzar a dar pequeñas lamidas en la punta.
Si presionaba levemente con su lengua, podía percibir cierto sabor, algo salado y un poco amargo.
Con sus manos lo recorría, sin atreverse a tragarlo por completo. Ni siquiera con sus dos manos y su boca era capaz de cubrirlo completo.
- Trágatelo.- Escuchó la imponente voz de su acompañante.- ¡¿No me escuchaste?!, ¡Trágatelo!, ¡Ahora!
¿Cómo esperaba que lo hiciera?, era físicamente imposible que todo le cupiera en la boca.
Intentó negarse, pero antes de que pudiera hacerlo, sintió como el contrario lo sujetaba del cabello, obligándolo a cumplir la orden.
Sentía que se ahogaba. No era ni siquiera la mitad y ya comenzaba a tener arcadas, con el enorme miembro golpeando su garganta.
Hizo todo lo que pudo; tratar de respirar por la nariz, abrir la boca lo más que pudiera, intentar relajar la garganta... Pero nada sirvió. A duras penas consiguió que una muy pequeña parte bajará un poco por su garganta, y de inmediato sentía que se quedaba sin aire.
Cuándo no pudo más, intentó apartarse, llegando a golpear al otro en los muslos. Pero todo fue en vano, él era mucho más fuerte que él.
Fueron solo un par de minutos, pero fueron los más largos y tormentosos de su vida. Sentía que estaba a punto de perder la consciencia por la falta de aire, cuándo por fin pudo sacarlo de su boca.
Jadeó desesperado por aire, emitiendo unos cuántos sollozos en el proceso, con su saliva escurriendo por su barbilla, los labios rojos y algo hinchados, y sus ojos lagrimeando.
- Vaya, creí que tendrías más aguante.- Comentó el contrario.- Cuándo te lo meto por detrás no dices nada, pero por la boca lloras... ¿Quién lo diría?
Quiso decir algo, pero la falta de oxígeno en sus pulmones y el ardor en su garganta no se lo permitieron.
Lo siguiente que sintió, fue su cuerpo estrellándose contra su colchón, y el ser misterioso posicionándose en medio de sus piernas.
Antes de que pudiera siquiera reaccionar, sintió cómo el mismo miembro que casi lo asfixiaba hace unos minutos, ahora se abría paso entre sus glúteos, abriéndolo sin delicadeza alguna.
- ¡Detente!- Gimió.- ¡Duele!
No lo hizo, al contrario. Se hundió de una sola en él, arrancándole un fuerte grito.
Ni siquiera le dió tiempo de acostumbrarse, cuándo comenzó a embestirlo con fuerza.
Incluso sin saber cómo, segundos después, el dolor se convirtió en un enfermizo placer, haciéndolo gemir igual o incluso más fuerte que en ocasiones anteriores.
- ¿Decías, Shura?
Y ahí estaba él, burlándose como siempre, pero razones tenía de sobra.
Tal y como veces anteriores, no durmió nada esa noche, siendo profanado por ese misterioso ser que lo visitaba desde hace unos cuántos meses.
Pájaro negro, Luna negra, cielo oscuro, luz negra
Negro, todo negro
Corazón negro, llaves negras, diamantes negros
Apaga todo, negro, todo negro
Negro, todo, todo
Todo oscuro, todo, todo
Todo oscuro, todo, todo
Todo oscuro, todo, todo lo oscuro
Al otro día, el sonido del timbre lo despertó. No tenía pensado abrir, pero quién quiera que estuviera en su puerta era insistente, y al final cedió, yendo a abrir.
Al hacerlo, casi se iba de espaldas.
- ¿Aioros?- El castaño estaba justo ahí, con un enorme ramo de rosas y una caja de chocolates en sus brazos.- ¿Q-Qué haces aquí?
- Nada, solo que hoy acompañé a Aioria al centro comercial, y ví éstas rosas... Me recordaron a tí, y quise traerte algunas.- El heleno no cambiaba, seguía siendo el mismo chico tierno y dulce que recordaba.
- Gracias, Aioros.- Bufó, tomando los regalos casi de mala gana.- Pero ¿tienes idea de qué hora es?
Estaba cansado y adolorido, no quería levantarse temprano solo por un estúpido ramo de flores y unos chocolates. Pero el castaño parecía confundido por su molestia.
- Shura, son las 3:00 de la tarde.
El español abrió lo ojos a más no poder. ¡¿En qué momento se hizo tan tarde?!
- ¿Te quedaste dormido?
- Y-Yo...
- ¿A qué hora te dormiste anoche?
- No lo sé, me quedé despierto estudiando.
Se sacó esa excusa de la manga, no podía decir la verdad.
Aioros no dijo nada, mirándolo de arriba a abajo por unos segundos, y después frunció el ceño. Ahora el extrañado era Shura.
- Shura, ¿con quién estuviste?
¿Qué?, ¿cómo podía saberlo?
- Si vas a ser infiel, al menos asegúrate de no ser tan obvio.- Le soltó Aioros, luciendo más enfadado que antes.
¡Las marcas!, hasta entonces recordó que "él" lo había mordido la noche anterior. Definitivamente debió dejar más de una marca, y su camiseta holgada no ocultaba nada.
- ¿Apenas lo recordaste?- El castaño lucía más molesto que nunca. Shura vió como Aioros dió media vuelta, y por instinto corrió detrás de él, sosteniendolo de la muñeca.
- ¡Aioros, eso no-!
- Suéltame.- Gruñó el griego.- ¡¿No me escuchaste?!, ¡Te dije que me sueltes!
- Aioros, ésto es un malentendido, yo-
- ¡Vete al diablo!
Le gritó el castaño, para después zafarse bruscamente, y salir corriendo.
Shura quiso seguirlo, luego el punzante dolor en su cadera le recordó que seguía en pijama y que sus vecinos probablemente habían escuchado los gritos de Aioros.
Resignado, volvió al interior de la casa, cerrando de un portazo.
Lanzó las rosas y la caja de chocolates al suelo, consumido por la rabia.
Se dejó caer en el sillón. Estaba a punto de llorar, pero no por perder a Aioros, sino porque ahora sería catalogado como una zorra en toda la escuela. Adiós a su reputación, a sus amigos, a su dignidad... Adiós a todo, y solo por ese maldito fantasma, o lo que fuera.
En un estado de ánimo nocturno
Niños de la noche
Pero es la única manera de vivir
Este agujero me está arrastrando dentro
De este corazón oscuro, de esta alma negra
Debajo de este cielo oscuro, cielo negro
El fin de semana terminó, y debía volver al escuela, aunque era lo último que quería en esos momentos.
Durante el sábado y domingo no hubo ni rastro del que se colaba en su habitación envuelto en el oscuro manto de la noche... No creía que lo diría, pero sentía que le hacía falta.
Con todo el miedo del mundo, tomó sus cosas y partió al escuela, que pasara lo que tuviera que pasar.
Al llegar, fue lo más rápido que pudo a su salón, dónde sabía se encontraría con Aioros y Afrodita. Vaya que el destino lo amaba.
Tal y como temía, su ahora ex-novio y ex-mejor amigo, estaban en el salón. Aunque para fortuna o desdicha suya, ambos parecieron ignorarlo a propósito.
No quiso insistir, y simplemente tomó asiento lo más lejos que pudo de ellos. No le gustaba sentarse al frente, y menos cerca del escritorio del profesor, pero era el único lugar al que Aioros y Afrodita no se acercarían.
Las clases pasaron con relativa normalidad. En el cambio de clases se había topado con el resto de su grupo de amigos, que no parecían tratarlo distinto a otros días.
- ¿Entonces terminaron?- Le preguntó sorprendido su amigo.
- Si, Saga.- Confirmó.- El sábado terminamos.
- Soy Kanon...- Gruñó el peli-azul.
- Lo siento. Es que se parecen demasiado, y no he dormido muy bien estos días.- Se disculpó el peli-negro.
El gemelo menor solo suspiró, ya debería estar acostumbrado a que los confundieran.
- Olvídalo.- Dijo, no queriendo hacer un drama por algo tan insignificante.- ¿Por qué terminaron?, ustedes dos se llevaban muy bien, y él se veía muy enamorado de tí.
Shura dudó si decir la verdad, o inventar una excusa.
- Kanon, ¿qué consideras tú cómo una infidelidad?
El contrario se sorprendió por la pregunta, y pareció pensar un momento su respuesta.
- Bueno... Supongo que cada pareja pone sus propias reglas, así que la definición de "infidelidad" varía.
- Por ejemplo...
El gemelo parecía algo incómodo de responder, pero lo hizo de todos modos.
- No sé, Shura. Le preguntas al que no se le da nada bien la monogamia, y tiene tres novios.
En parte esperaba una respuesta así. Después de todo, quien tenía enfrente era Kanon.
- Justamente por eso te pregunto, Kanon. Eres el más... Liberal de todos los que conozco.
- Mira, Shura. Lo único que sé es lo que ya te dije: cada quién tiene sus reglas. Por ejemplo, nosotros no tenemos ningún problema en que salgamos con otras personas, siempre y cuándo lo platiquemos y usemos protección si lo hacemos.
- ¿De verdad, ni Sorrento, Milo o Radamanthys te han reclamado alguna vez por estar con los tres al mismo tiempo?
- Ellos salen de vez en cuándo con otras personas.- Dijo con naturalidad el peli-azul.- Yo estoy feliz solo con ellos. Tenemos acuerdos y reglas, así que nunca hemos tenido problemas en ese aspecto.
Shura asintió.
- ¿Le fuiste infiel a Aioros?
Ni siquiera él sabía qué responder a eso. ¿Hacerlo con un fantasma contaba como infidelidad?
- Ni siquiera yo lo sé.
Nena, deberías venir conmigo
Te llevaré al lado oscuro
Yo y tu, tú y yo
Hacer cosas malas en la noche
Nena, deberías venir conmigo
Y podemos apagar las luces
Enciende las luces, deja que se apaguen, apagón
Enciende las luces, déjalo apagarse, apagón (woo!)
Al parecer, Aioros no había dicho nada sobre su "infidelidad". Simplemente dijo que habían terminado por acuerdo mutuo.
Nadie dijo nada al respecto, y lo dejaron pasar. Era problema suyo después de todo.
Shura había platicado un poco con Kanon sobre su dilema, aunque omitiendo ciertos detalles. Aún no sabía si el gemelo lo tomaría a loco si le decía toda la verdad.
Llevaba ya un par de meses sin saber algo sobre su amante nocturno.
Y aunque antes hubiera deseado no volver a verlo, ahora comenzaba a arrepentirse.
Sabía que era su secreto, pero necesitaba hablar con alguien.
Durante ese tiempo se había hecho más cercano a Kanon, y ciertamente, el gemelo había demostrado ser alguien de confianza.
- ¿Qué querías hablar, Shura?
- Kanon, necesito un consejo.
- Te escucho. Si está en mis manos te ayudaré.
Había hecho equipo con Kanon para hacer un proyecto, y aprovechó para poder hablar en la privacidad de su hogar.
- Antes respóndeme algo.
El español estaba dudando, pero ese secreto lo estaba matando por dentro.
- Kanon... ¿crees en fantasmas?
El gemelo se mostró confundido, más no negó.- Pues... Supongo que hay cosas que no vemos, o están fuera de nuestra comprensión.
- ¿Entonces crees que existen?
- Puede que existan, puede que no... No hay forma de saberlo con certeza.
Bueno, al menos no lo tacharía de loco a la primera.
- Kanon... Creo que he visto un fantasma... Bueno, en realidad no sé ni lo que es.
- ¿Qué quieres decir?
- ¿Recuerdas que te dije que ni siquiera yo sabía si le había sido infiel a Aioros?
El gemelo asintió.
- Bueno... Éste fantasma comenzó a aparecer en mi habitación por la noche hace unos meses, y... Bueno... Lo hacíamos.
La expresión de Kanon decía más que mil palabras.
- Escucha, sé que suena loco, pero es la verdad.- De seguro Kanon pensaba que le faltaba un tornillo o algo así.- Pero desde hace unos dos meses no lo he vuelto a ver... Solo... Desapareció como llegó.
Kanon no dijo nada por unos segundos. Pero después carraspeó la garganta.
Shura esperaba que le dijera lo peor, que estaba loco. Incluso estaba pensando seriamente en decirle que era una broma para zafarse del problema en el que él mismo se metió al revelar su secreto.
- Shura... Estoy seguro de que eso no es un fantasma.- Dijo Kanon.- Es un demonio.
Ahora el español era el sorprendido. ¿Acaso Kanon pensó que era una broma y se la estaba regresando?
- Por lo que me describiste, estoy casi seguro de que eso es un íncubo. El equivalente masculino de los súcubos.- Había escuchado algo sobre los súcubos; demonios con apariencia femenina que se alimentaban del deseo sexual de los hombres, pero jamás había oído algo sobre un equivalente masculino de ellas.- Son demonios de apariencia masculina. Son seres extremadamente hermosos, pero también peligrosos. Seducen a las mujeres con su belleza para tener sexo con ellas, y alimentarse de su energía vital.
- ¿Un demonio dices?
- Sí. Pero lo que no entiendo es porqué te acecha. Se supone que solo van detrás de mujeres.
- ¿Cómo sabes todo eso?
- A Radamanthys y Milo les fascinan ese tipo de cosas. No dejan de hablar sobre demonología, angelología, hechicería, brujería, y todo ese tipo de cosas cada que tienen oportunidad. Y últimamente terminaron arrastrando a Sorrento... Ya te imaginarás lo que es tener a tres ocultistas de novios... En fin, ese no es el punto.
- ¿Y qué se supone que haga ahora?
- No lo sé. Rada es quien más sabe de ésto.
Ahora estaba algo asustado. Así que, a pesar de que nunca haya sido gran amigo del tal Radamanthys, era eso o seguir viviendo con miedo e incertidumbre.
Acordó con Kanon ir a ver a Radamanthys al día siguiente en la tarde, ya que era viernes y todos estarían desocupados.
Se despidió del gemelo cuándo el cielo se tiñó de colores anaranjados, quedándose completamente solo.
Su padre volvería en unas horas más, casi entrada la madrugada. Así que se encargó de preparar su cena, darse una ducha, e irse a dormir después de preparar sus cosas para la escuela para el día siguiente.
Se recostó en su cama, y casi al instante se quedó dormido.
Desde que su fantasma-demonio desapareció, la mayoría de sus noches eran demasiado tranquilas y silenciosas. Lo único que lo mantenía despierto de vez en cuándo, era la duda de qué era ese misterioso ser, si algún día lo volvería a ver, o había sido todo producto de su imaginación.
En fin, eso lo sabría al otro día. Así que decidió no darle más vueltas al asunto y descansar.
[...]
Se había quedado profundamente dormido boca abajo, abrazando una almohada, cuándo el ruido de la puerta de su balcón azotándose contra la pared, junto a un fuerte ventarrón lo despertaron.
Intentó levantarse, pero sintió una fuerte presión sobre su cuerpo, que obligó a quedarse quieto.
- Así que le dijiste a alguien, Shura.
Era él... Había vuelto.
- Deberías aprender a callarte, ¿sabes?
Sintió como le apretaba la cabeza contra la almohada, impidiéndole responder algo.
- Pero bueno, ¿qué podía esperar de tí? No eres más que un pobre y simple humano después de todo.
- Y tú eres un maldito demonio.- Consiguió responderle, haciendo uso de toda su fuerza, pero casi al instante volvió a su posición inicial.
Escuchó la risa burlona de ese demonio, y sintió como se le erizaba la piel.
- Exacto.- Le susurró al oído.- Soy un íncubo, y uno de los poderosos para tu información. Hijo de Lilith, la reina del infierno y madre de los demonios. Y un arcángel caído.
- ¿Qué es lo que quieres?
- De tí ya nada, Shura.- Se burló de nuevo de él.- Fuí detrás de tí porque tenías un líbido sumamente bajo y un fuerte sentido de la moral. Pero ya no eres ni la sombra de lo que fuiste hace unos meses... Ya no me interesa tenerte.
Le mordió el cuello como solía hacerlo siempre, arrancándole un grito que fue ahogado en la almohada.
- Pero te dejaré un pequeño recuerdo, para que sepas quién te quitó tu pureza, tus valores y tu moral.
¿Acaso esos demonio podían leer la mente?, ¿cómo es que él sabía todas las dudas que pasaban por su cabeza en ese momento? Las había respondido casi todas, pero aún tenía una más.
- ¿Cuál es tu nombre?
Nunca se lo había dicho. No sabía tampoco cómo era su apariencia, nunca pudo ver el color de sus cabellos, de sus ojos o su piel.
Sabía que no le permitiría verlo, pero quería saber su nombre al menos.
- Si te digo mi nombre, estarías ligado a mí para siempre, incluso después de tu muerte.- Siseó en su oído.- Y créeme, Shura. Yo no quiero cargar contigo.
Después de eso, sintió como el peso sobre su cuerpo se desvanecía poco a poco, hasta no ser más que un ligero soplo del viento que entraba por su ventana.
Se levantó entonces, y fue directo a cerrar el balcón. Por un segundo pensó que había sido un sueño, pero el dolor en su nuca y el ardor y la sangre escurriendo de su cuello no mentían.
Pájaro negro, Luna negra, cielo oscuro, luz negra
Negro, todo negro
Corazón negro, llaves negras, diamantes negros
Apagon, negro, todo negro
Oscuro, todo, todo
Todo oscuro, todo, todo
Todo oscuro, todo, todo
Todo oscuro, todo, todo lo oscuro
La mañana llegó, y resignado, se preparó para ir al escuela.
Las clases siguieron su curso, y nada parecía estar fuera de lugar.
A la hora de la salida, se encontró con Kanon en la biblioteca. El peli-azul le indicó que debían esperar unos minutos para que Radamanthys llegara.
Pasaron unos minutos, y una de las parejas de Kanon apareció. Un pequeño peli-lila de cabellos cortos y enormes ojos rosados.
Sorrento, ese era su nombre. Se acercó a Kanon para besarlo, y Shura no pudo evitar desviar la mirada, algo incómodo.
Kanon le había dicho que el chico se quedaría con ellos un rato, así que trató de restarle importancia.
No intercambió más que un saludo cordial con el peli-lila, y continuaron esperando.
Otros minutos después, aparecieron las otras dos parejas de Kanon; Milo y Radamanthys.
Los dos imitaron la misma acción que Sorrento al llegar, besando al peli-azul.
Shura no hablaba ni convivía mucho con ellos, así que no podía evitar sentirse levemente incómodo y fuera de lugar.
- Tú eres Shura, ¿cierto?- Le habló Radamanthys.
Asintió, sin alzar la mirada.
- Kanon me contó sobre tu problema.- Continuó el rubio.- Y no tengo la menor duda de que eso es un íncubo.- Él tampoco la tenía ya.- ¿Cuándo fue la última vez que lo viste?
- Anoche.- Respondió, sorprendiendo a los cuatro.
- Cuéntame qué fue lo que pasó.
Shura le contó todo lo que había sucedido por la noche. Cómo apareció ese misterioso ente, solo para burlarse de él, y morderle el cuello.
No solo Radamanthys, sino también Milo, e incluso Sorrento parecieron asustarse cuándo habló sobre los supuestos orígenes de ese ente, pero aún más cuándo les mencionó la mordida.
- Shura, estás en un grave peligro.- Fue lo que le dijo Milo.
Radamanthys se había quedado callado, como si buscara la forma de decirle algo importante.
- ¿De qué hablas?
- Ese íncubo, es un demonio puro.- Dijo Radamanthys. No sabía nada sobre demonios, no entendía nada de lo que decían.- No es un híbrido de demonio y humano... Es hijo de la reina del infierno, y por ende, uno de los príncipes infernales. Eso lo convierte en uno de los demonios más poderosos, y peligrosos.
Eso ya lo sabía. Ese demonio se lo había dicho mientras se burlaba de él. Pero el inglés continuó.
- Y esa mordida... Fue como hacer un pacto de sangre.
Shura abrió los ojos tanto como pudo.- ¿E-Eso significa...?
No sabía nada sobre demonios, pero había escuchado sobre pactos de sangre por películas y series, no sabía que tan acertado era.
- Significa que estás ligado a él.- Confirmó Radamanthys sus sospechas.
- ¿Hay algo que se pueda hacer?- Preguntó Kanon.
- Es cómo un pacto de sangre, no es tan fuerte cómo un juramento. Es complicado, pero se puede romper.- Intervino Milo.
- No cuenta como pacto de sangre si no se mezcló la sangre de ambos.- Dijo Sorrento, que hasta entonces había permanecido callado.- Pero esos demonios son inteligentes, no creo que haya cometido un error.
Estaba confundido, y a la vez asustado.
No entendía casi nada de lo que hablaban los otros, pero sentía que no era nada bueno.
- Solo para estar seguro deberías dejar de dormir en tu habitación.- Lo devolvió a la realidad el pequeño peli-lila.- Los íncubos y súcubos pueden seguir alimentándose de la energía vital de sus víctimas aún estando en el infierno, únicamente con que el humano duerma en la misma cama dónde ocurrieron las posesiones.
- ¿Solo con eso basta?
¿Tanto drama para que la solución fuera así de simple? ¿Dejaba de dormir en su cama y sus problemas se terminaban?
Radamanthys negó.- No es tan fácil. Es una solución temporal, hasta que él vuelva y use tu nuevo lugar de descanso como portal.
- Si queremos deshacernos de él, primero debemos saber a qué nos enfrentamos, y así saber su debilidad.
Ahora que Milo mencionó aquello, fue como si una luz iluminara su mente y le diera una idea de la posible debilidad de su demonio.
- ¿Decir su nombre en voz alta puede ser su debilidad?
Nunca le había revelado su nombre. Aunque la noche anterior le advirtió que decirle su nombre sería ligarlo a él para siempre, ahora dudaba de las palabras del demonio. Quizás no quería revelar su nombre por ser su debilidad...
No perdía nada con intentar ¿no?
Nena, deberías venir conmigo
Yo y tú, tú y yo
Nena, deberías venir conmigo
Y podemos apagar las luces
Enciende las luces, deja que se apaguen, apagón
Enciende las luces, déjalo apagarse, apagón (woo!)
La noche estaba cerca. Había acordado que Radamanthys y Milo se quedarían a dormir para ayudarlo en caso de que algo saliera mal.
Kanon y Sorrento quisieron ayudar también, pero según las palabras de Radamanthys, Kanon no tenía ningún tipo de magia o conocimiento sobre demonios. Y Sorrento, a pesar de tener cierta luz, aún no estaba listo para enfrentar algo tan grande y tan peligroso. Estarían indefensos y totalmente expuestos a que el demonio se les pasara a alguno de ellos.
Los dos chicos accedieron, pero acordaron que los llamarían si necesitaban ayuda.
Radamanthys le dió a Shura un colgante que el español supuso sería un especie de amuleto, y le indicó que lo colgara en su cuello, y pasase lo que pasase, no se lo quitara hasta que amaneciera. También le dijo unas palabras, quizás en latín, y le indicó que las dijera si estaba en problemas.
Milo y Radamanthys se quedaron a dormir con él en su habitación, aunque en sus propias bolsas de dormir.
Le dijeron que tratara de dormir, ellos se quedarían despiertos para tratar de atrapar al ente.
[...]
No sabía cuánto tiempo había pasado. Tan solo sintió un frío viento recorrerle el cuerpo.
Abrió sus ojos, y lo primero que vió, fue una silueta oscura a contra luz de su balcón.
- Así que insistes, Shura.- Reconocería esa voz en cualquier lugar, era él. No pudo evitar paralizarse del miedo.- Debo admitir que eres más valiente de lo que creía.
Vió como comenzó a acercarse a él a paso extremadamente lento.
Quiso moverse o gritar para despertar a Radamanthys y a Milo, pero no pudo moverse ni un centímetro.
- No te molestes.- Esa risa otra vez.- Esos dos no van a despertar y tú no te vas a mover hasta que yo decida.
Pudo ver por el rabillo del ojo a los otros dos chicos, que parecían noqueados en el suelo, casi inertes.
Vió también el amuleto en su cuello, y recordó lo que Radamanthys le había dicho.
Intentó recordar las palabras exactas, pero su mente parecía estar en blanco por el miedo.
Cuándo pudo recordarlas, apretó los ojos con fuerza, y las dijo lo más fuerte que pudo.
Dejó de escuchar los pasos del demonio, creyó que había funcionado. Pero segundos después lo escuchó reír.
- Vaya, ¿quién lo diría? Aprendes rápido, Shura.- Lo escuchó reír, más no se atrevió a abrir los ojos.- Aprendiste ese hechizo de protección con solo haberlo escuchado una vez.- Lo tenía delante, podía sentir su calor.- Pero es inútil para alguien como tú, que no tiene ningún tipo de magia. Si ese tal Radamanthys, Milo, o incluso ese niño... ¿Cómo se llamaba?, ¿Sorrento?... Si, creo que ese era su nombre.
No quería abrir los ojos, no se atrevía.
- En fin... Si cualquiera de ellos hubiera dicho ese hechizo, hubiera conseguido detenerme por unos segundos.- Siguió hablando el ente.- Radamanthys viene de una familia de brujos y hechiceros, tiene magia en la sangre por naturaleza. El tal Milo no tiene magia de forma natural, pero estar tanto tiempo con Radamanthys hizo que un poco de su magia se le transfiriera. Y el otro niño, no tiene magia, pero si una luz fuerte capaz de ahuyentar a demonios de clase baja y de retener por segundos a demonios puros.
Sintió como le arrancaba el amuleto como si nada.
¿Ese era su verdadero poder?
- Vamos, Shura. Si tan intrigado estás por verme, entonces hazlo.
Su curiosidad comenzaba a jugarle una mala pasada. Su interlocutor era un demonio, era seductor y persuasivo por naturaleza.
- Vamos... Hazlo.
Lentamente, abrió los ojos. Por un segundo casi no creía lo que tenía enfrente.
Piel tan blanca como la nieve misma, largos cabellos rojos como la sangre, labios gruesos y rosados, y unos inquietantes ojos rojizos que parecían brillar... Y lo que le recordaba que lo que tenía enfrente no era humano; unos cuernos similares a los de un carnero, y una larga cola de color rojo, cuya punta recordaba a la forma de un corazón invertido.
- ¿Qué pasa?- Lo vió sonreír, mostrando unos perfectos dientes blancos.- ¿Te comió la lengua el ratón?
Era la criatura más bella que sus ojos hubieran visto, incluso sabiendo que era un demonio, era imposible negar su belleza.
- Al fin conoces la identidad de tu misterioso amante nocturno, Shura. ¡Alégrate!- Siguió sonriendo el pelirojo.
- No... No la sé.- Dijo, hipnotizado por la belleza del pelirojo.- No sé tú nombre.
El contrario lo sostuvo del mentón, acercándose peligrosamente a sus labios.
- Ya te lo dije, Shura. Si te digo mi nombre, estarás ligado a mí por el resto de la eternidad.- Estaba tan cerca que podía sentir su aliento quemando sus labios.- Tu alma sería mía por siempre.
Deseaba ese beso... Lo deseaba de forma enfermiza, como jamás había deseado en su vida.
- No me importa...- Jadeó.- Solo dime.
Lo vió sonreír.- Como quieras.
Sabía que no había vuelta atrás. Había sellado su destino.
- Me presento entonces; Mi nombre es Camus, príncipe de los íncubos. Hijo de la reina de los demonios, Lilith, y el duque infernal Astaroth.
El demonio rompió la corta distancia que los separaba, besando sus labios.
- Y ahora... Tu alma es mía, Shura.
Pájaro negro, Luna negra, cielo oscuro, luz negra
Negro, todo negro
Corazón negro, llaves negras, diamantes negros
Apagón, negro, todo negro
Oscuro, todo, todo
Todo oscuro, todo, todo
Todo oscuro, todo, todo
Todo oscuro, todo, todo lo oscuro
Habían pasado un par de meses desde aquella noche.
Shura actuaba como si todo hubiera vuelto a la normalidad. Incluso tenía una nueva pareja.
Lo que les había dicho a Radamanthys y Milo, fue que el demonio apareció. Pero el amuleto y el hechizo que le indicó Radamanthys fueron suficiente para alejarlo.
Los dos chicos no dijeron nada, creyéndole su versión de lo ocurrido.
- ¿Nos vamos, Shura?
Le sonrió un pelirojo que lo esperaba fuera de la escuela.
Shura le sonrió de vuelta.
- Claro, Camus.
Tomó la mano del pelirojo, y comenzaron a caminar, alejándose del instituto, hasta el hogar del azabache.
Camus, un extranjero de nacionalidad francesa. Era el nuevo vecino de Shura, y no había pasado mucho para que comenzaran una relación.
- No lo olvides, Shura...- Susurró en su oído el pelirojo, mientras Shura descansaba en su pecho después de hacer el amor.- Tu alma será mía por el resto de la eternidad.
- Creo que mi alma ha sido tuya desde mucho antes de que me dijeras tu nombre.- Respondió Shura, con sus ojos cerrados.- Terminé enamorado de un demonio... Pero no me arrepiento.
Su amado demonio lo besó como siempre solía hacerlo, para después mirarlo a los ojos.
- Soy el heredero al trono de varias legiones de demonios, Shura... Y haré de tí mi rey.- Esos ojos le encantaban. Esos que para el resto de mortales tenían un color violeta, para Shura tenían un hermoso color escarlata, que solo él podía ver.- En cuánto tu alma abandone éste mundo, vendrás conmigo al infierno para ser el rey de los demonios, y gobernar a mi lado.
- Si, mi príncipe demonio.
•=•=•=•=•=•=•=•=•=•=•=•=•=•=•
Bueno, este songfic está dedicado a -MyKatsukixx-x-
La verdad que nunca antes había trabajado con éste shipp, pero la verdad al final terminé encantada con estos dos juntos 😍
La temática del íncubo se me ocurrió sobre la marcha de la lírica de la canción, y la verdad me divertí bastante haciendo este songfic 💕
Espero que te haya gustado 💕
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro