Ese Hombre Es Malo [♊Saga x Aioros🏹]
"Voy a presentarte a ese
El que se duerme en tu cama
El que es todo un señor
Y que no te pide nada
Pero le gusta lo mejor"
Así comenzó todo el alboroto que se formó en medio de aquella boda.
El hermano gemelo de uno de los recién casados se puso de pie, y subió al escenario con la excusa de dedicar una canción a la pareja. La música no fue reconocida por la pareja, pero apenas escucharon el primer verso, supieron que nada bueno saldría de aquello.
- ¡Kanon, ¿qué significa ésto?!- Exclamó molesto el gemelo que se casó ese día, en cuánto escuchó los primeros versos.
No obstante, el gemelo menor no se detuvo y continuó cantando, aumentando la ira en su hermano.
- Saga, cálmate.- Le sostuvo su ahora esposo.
¿Cómo llegaron a ésta incómoda situación?
Bueno, Kanon se encargó de modificar una canción para poder contar su historia, y exponer al farsante de aquella pareja.
Dicen que cada canción tiene una historia que contar. Y para saber la historia detrás de la canción, entonada por Kanon, debemos retroceder en el tiempo unos meses.
[»1 año 8 meses atrás...]
- ¡Ey, Saga!- Saludó alegremente el gemelo menor a su hermano, abriendo la puerta del departamento, anunciando su llegada.- ¿Estás en casa?
- ¿Qué quieres ahora, Kanon?- Gruñó el gemelo mayor, saliendo de la cocina.
- ¿No puedo venir a desayunar con mi gemelo favorito de vez en cuándo?- Sonrió el menor.- Te traje algunos loukoumades. Sé lo mucho que te gustan.
Saga no dijo nada, prácticamente le arrebató la bolsa a Kanon de un manotazo, y se sentó en una de las sillas, sacando una pequeña charola de plástico, y comenzó a comer los dulces traídos por su gemelo.
Kanon solo suspiró resignado, sonriendo de lado, y se sentó junto a Saga.
Su querido hermano se había vuelto demasiado arisco de unos años para acá. Apenas terminaron la universidad, su gemelo parecía hacer hasta lo imposible por alejarse de él.
Saga no era una persona precisamente sana y estable emocionalmente. En su adolescencia lo habían diagnosticado con trastorno bipolar tipo 2, y había permanecido bajo tratamiento desde entonces.
Pero las personas con su condición solían ser bastante inestables, y ciertamente, difíciles de comprender para muchas personas. Saga no era la excepción, y en uno de sus tantos períodos de manía, huyó de casa, aún estando en la universidad.
Kanon y toda su familia y amigos pasaron casi dos semanas buscándolo por cielo, mar y tierra.
Temían que hubiera huido de Santorini, a una de las islas griegas cercanas en el mejor de los casos, o en el peor, hubiese huido al extranjero. Bipolar no era sinónimo de idiota, ni mucho menos incapaz de hacer ciertas cosas como tener un pasaporte, ahorros y saber hablar un par de idiomas.
Para fortuna suya, el gemelo había permanecido escondido en un barrio de mala muerte, en un viejo edificio de varios apartamentos. Y dieron con él gracias a un amigo de Kanon, quién vivía en el mismo edificio y no tardó en percatarse de la situación de Saga.
Se negó rotundamente a volver a casa, y al ser ya mayor de edad, sus padres no podían obligarlo a regresar. Entonces, Kanon decidió mudarse con él.
Cuándo terminaron la universidad, Kanon consiguió un empleo con facilidad, iniciando como mensajero, ascendiendo con los años poco a poco, hasta llegar a ser uno de los empleados con más alto rango. Y se había mudado a su propio departamento hace un par de años.
Saga, por su parte, debido a su padecimiento y constantes recaídas, tuvo muchos problemas para poder conseguir su título universitario. Y los tuvo aún más para conseguir un empleo, todo por su afección.
Kanon sabía perfectamente que su gemelo no era precisamente un ciudadano ejemplar, a pesar de su linda apariencia. No hacía falta ser genio para notar algo raro al vestir siempre bien, tener dinero para pagar las facturas, comprar alimentos y cubrir sus necesidades, todo sin tener un empleo ni ningún tipo de pensión.
Todos sus familiares y amigos cercanos lo sabían. Pero nadie decía nada.
- ¿Cómo haz estado?- Preguntó Kanon, yendo a la cocina para preparar algo de café.
Saga pasó el bocado que tenía en la boca antes de responder.
- No preguntes lo obvio, Kanon.- Suspiró.- Estoy igual que siempre.
Kanon observaba desde la cocina, buscando en las repisas.
- ¿Haz estado tomando tus medicinas?
- Cómo si tuviera otra opción.
Saga continuó comiendo los dulces crujientes que Kanon le había llevado, mientras el gemelo menor continuaba revisando discretamente las gavetas, deseando equivocarse en todas sus sospechas.
Para desgracia suya, ese día el destino no estaba de humor para cumplir sus antojos. Cuándo abrió uno de los cajones dónde había cubiertos, encontró unos pequeños sobres con un sospechoso polvo blanco.
- Saga...- Llamó a su hermano, aún sabiendo lo obvio, debía darle al menos el beneficio de la duda.
- ¿Ahora qué?
Kanon salió de la cocina, sosteniendo uno de los pequeños sobres transparentes.
- ¿Puedes explicarme qué es ésto?- Señaló el misterioso polvo.
Saga se paralizó al instante. Kanon pudo ver que estaba comenzando a sudar frío, y a tener leves temblores en todo el cuerpo, producto del nerviosismo.
- Saga, creí que dijimos que los dos dejamos ésta porquería.- Kanon parecía más decepcionado que molesto.- ¿Desde cuándo volviste a consumirla?
- N-No es para mí, Kanon.- Tartamudeó Saga, dejando de lado la charola de dulces.- Te lo juro... No es mía.
Kanon suspiró, y avanzó hasta quedar frente a su hermano. Se sentó en una de las sillas, y tomando de las manos a Saga, volvió a hablar.
- Saga, no soy tan tonto como piensas... Sé lo que haces para ganarte la vida, todos lo sabemos.
- Kanon... Eso no-
- No intentes negarlo, Saga.- Insistió Kanon, sin soltar sus manos.- Sé que trabajas en uno de esos burdeles de mala muerte, vendiendo tu cuerpo por un par de billetes.
Finalmente, Saga aceptó su derrota, cerrando sus ojos y suspirando pesadamente.
- ¿Quién te lo dijo?- Preguntó. Quería saber quién lo había delatado.- ¿Fue el imbécil entrometido de tu amiguito ese?
- Saga, yo mismo te he visto.- Respondió el peli-azul.- No voy a negarte que al inicio eran solo sospechas, especulaciones... Pero cuándo busqué por mi cuenta, encontré más de lo que hubiera querido.
- ¿Tú también te alejarás de mí?
Kanon abrazó a su hermano cuando se dió cuenta de que estaba a punto de llorar. Por su comportamiento, no le era difícil adivinar que Saga estaba pasando por uno de sus periodos de depresión, y lo que menos debía hacer, era ponerlo peor de lo que ya estaba por sí solo.
Conocía a su gemelo casi tan bien como se conocía a sí mismo... O al menos eso creía en ese entonces.
- Claro que no me voy a alejar, tonto.- Le tranquilizó.- Eres mi hermano, y pase lo que pase, seguiré siempre a tu lado... Después de todo, somos gemelos. Nacimos juntos, y lo estaremos por siempre, no lo olvides, ¿de acuerdo?
Le sonrió a su gemelo, para después besar su frente con cariño para calmarlo, igual que cuándo eran tan solo unos niños.
- No quiero que sigas trabajando en ese lugar.- Volvió a hablar Kanon.- Hablaré con mi jefe, y te conseguiré un nuevo trabajo.
Saga no aguantó más, se abrazó a su hermano, permitiéndose llorar en su pecho.
- Kanon, sabes que las cosas no son tan sencillas.- Sollozó Saga.- Nadie quiere trabajar con un discapacitado mental.
- No vuelvas referirte a tí mismo de esa forma, ¿entendiste?- Habló Kanon, mirando fijamente a su gemelo.- Saga, eres el mejor fotógrafo y editor que haya conocido en mi vida... Solo necesitas una oportunidad para demostrarle a los demás y a tí mismo de lo que eres capaz.
- Kanon...
- Solo inténtalo.- Insistió el menor.- En la agencia estamos buscando fotógrafos nuevos, los más veteranos se retirarán en dos semanas y necesitamos encontrar sus reemplazos.
- Está bien.
Saga conocía a su hermano, y sabía que no aceptaría un "no" por respuesta. Pero, poniendo todo en perspectiva, no tenía nada que perder.
[...]
Pasaron tan solo un par de días, cuándo Kanon volvió a visitar a Saga, con excelentes noticias.
- ¡¿Estás hablando en serio?!
- ¡Si!, ¡Decidieron darte el empleo!
Ni siquiera Saga se lo podía creer. Kanon tenía un excelente poder de convencimiento cuándo se lo proponía.
- Tenemos una sesión de fotos para la revista Sanctuary la próxima semana.- Volvió a hablar Kanon, entregándole a su hermano un par de carpetas.- Así que necesitamos que te presentes mañana, para que comiences a conocer a tus compañeros y a familiarizarte con las cámaras y esas cosas.
Saga asintió. Kanon sabía que estaba dudando, y lo difícil que era para su hermano hacer cambios en su vida, pero admiraba que a pesar de todo, se esforzaba por hacer las cosas lo mejor que podía.
Voy a presentarte a ese
El que dice que te ama
El que nunca dice no
El que daría hasta la vida
Con tal de hacerte feliz
El día de la sesión fotográfica había llegado más rápido de lo que hubieran pensado.
Saga había tenido ese par de semanas para conocer a los que serían sus compañeros de trabajo, equipo, y demás cosas.
- ¿Estás listo, Saga?
- Claro, Mu.- Sonrió lo mejor que pudo, ocultando su nerviosismo.
Mu, un recién egresado de la universidad. Era el otro fotógrafo nuevo, nieto de uno de los que se retiraron. El peli-lila era de las pocas personas que conocían su condición, y por petición de Kanon, estaba siempre al pendiente de cualquier cosa que Saga pudiera necesitar.
- ¿Sabes? Yo también tengo algo de miedo.- Se asinceró el menor.- Pero, solo respira. Tenemos de nuestro lado a fotógrafos con más experiencia, y podemos recurrir a ellos en caso de emergencia. Estaremos bien.
Saga sonrió. Mu tenía razón, a veces deseaba tener el mismo optimismo y serenidad del jóven.
Los modelos que participarían en la sesión ese día, comenzaron a llegar poco a poco, algunos incluso con más de tres horas de anticipación para poder vestirse, maquillarse y peinarse sin prisas y estar listos a tiempo. Otros llegaron con el tiempo justo, ya listos para comenzar. Y otros más llegaron retrasados, obligándolos a reorganizar todo el proceso.
- ¿Estás bien, Saga?
- Si, Mu.- Suspiró el peli-violeta.- Es solo que... No entiendo cómo pueden ser tan irresponsables.
- Mi abuelo solía decirme que esto es mucho más común de lo que desearíamos... Supongo que será mejor acostumbrarnos, ¿no crees?
- Supongo que no tengo otra opción.
Faltaban dos modelos, y no tenían de otra, más que esperarlos para poder continuar con la sesión.
Los fotógrafos y todos su equipo se vieron forzados a detenerse por completo. Mientras los modelos, algunos optaron por tomar un descanso, otros por ir a retocarse el maquillaje, otros para ir a refrescarse a los sanitarios, otros pocos por ir a buscar un bocadillo a la cafetería.
- ¿De verdad son tan imprescindibles esos dos?
- Según lo que tengo entendido es que sí. Son parte de una sección especial.
En ese momento apareció un pequeño peli-lila de ojos rosados, por quién Saga no pudo contener una mueca de desagrado apenas lo vió.
- Los dos modelos restantes acaban de llegar.- Anunció, evitando mirar a Saga.- El descanso terminó, vuelvan a trabajar.
- Claro, Sorrento. Gracias por avisarnos.- Respondió Mu, con esa sonrisa que tenía para todos, y después se retiró.
Saga solo asintió y se dispuso a seguir a Mu. Sorrento y él eran como el agua y el aceite. No se soportaban el uno al otro.
- Oye, Saga...- Lo llamó el jóven.- Antes de que pienses en culparme de tus malas decisiones, como siempre haces, quiero dejarte claro que yo no tuve nada que ver en lo que Kanon descubrió.
- Eres peor que una arpía, Sorrento.- Rodó los ojos el mayor.- ¿No te bastó con quitarme a mi hermano hace años?, ¿también tenías que meterte en mi vida, igual que una piedra en el zapato?
- Yo no te quité a nadie, Saga.- Se defendió el más joven.- Kanon y yo terminamos hace años, justo por tí y tus estúpidos celos y dependencia emocional de tu hermano.
Y ahí estaban, a punto de iniciar una nueva pelea. Saga intentó respirar profundo, tratando de tragarse sus palabras y no contraatacar fuego con más fuego. Pero por lo visto, Sorrento no tenía los mismos planes.
- Kanon siempre te ha preferido a tí por encima de todo y de todos, incluso de él mismo... Y yo no fuí competencia contra eso.- Siguió hablando.- Por eso acepté mi derrota, y porque lo amo, lo ayudé a dar contigo cuándo escapaste de casa, y a encontrar tu antiguo lugar de trabajo.
- ¿Podrías cerrar ya el pico, mocoso?- Gruñó Saga.- ¿Quieres que te recuerde lo que hacías para ganarte la vida y pagar la universidad, mientras aún eras apenas un estudiante?
Sorrento pasó grueso, pero aún así, contraatacó.- No me enorgullece haberlo hecho, pero eso está en el pasado.- Dijo.- Además... Yo no se lo oculté a Kanon, ni le mentí, como tú lo hiciste.
Estaban por lanzarse uno contra el otro, más que dispuestos a tirarse los dientes, arañarse la cara y molerse la cara a puñetazos, cuándo dos personas aparecieron para separarlos.
- ¿Podría explicarme qué está pasando aquí?
Ambos alzaron la vista apenas escucharon la voz de Kanon.
- Pregúntale al tarado de tu ex-novio que aún no te supera.- Se adelantó Saga, haciendo enfurecer al peli-lila, quién estuvo a punto de lanzarle un puñetazo.
- ¡Sorrento, ya basta!- Lo sujetó Kanon por la cintura, evitando que golpeara a Saga.
Saga intentó devolver el golpe, pero al igual que Sorrento, un par de brazos en su cintura lo detuvieron.
- ¡Aioros!- Reconoció Kanon al desconocido.- Siempre llegas justo a tiempo.
- ¿Ocurre algo?
Saga vió a su captor por el rabillo del ojo. Y después se quedó quieto, levemente intimidado por el castaño a sus espaldas.
Sorrento, por su parte, seguía pataleando, y Kanon luchaba por contenerlo.
- Aioros, Saga, vayan con el resto a la sesión de fotos.- Les indicó el gemelo menor.- Yo me encargo de él.- Añadió, para después sacar a Sorrento de la sala, calmandolo en el camino.
Saga y Aioros se miraron por unos momentos, sin saber bien cómo reaccionar, hasta que el castaño soltó la cintura del peli-violeta.
- Oh, lo siento.- Rió nervioso.- Mi nombre es Aioros, y el tuyo es Saga, ¿cierto?
Saga asintió, con un leve rubor en sus mejillas. Vaya forma más vergonzosa de conocer a alguien.
- No te llevas muy bien con el jóven Sirené, ¿cierto?
- Larga historia...- Suspiró Saga.- En fin... Será mejor darnos prisa e ir con los demás.
- Sobre eso... Lamento llegar tarde.- Sonrió nervioso Aioros.- Mi hermano no se sentía muy bien y tuvimos que llevarlo de emergencia al hospital en la mañana... Pero es muy terco y obstinado, y no quiso perder esta sesión de fotos.
Saga solo asintió. Nunca fue muy bueno socializando con otras personas. Desde niño, siempre se la pasaba al lado de su gemelo, incluso con trabajos en equipo, Kanon se encargaba de conseguir al resto del equipo e incluirlo.
- No hablas mucho, ¿verdad?
- Lo siento, es solo que... Aún estoy algo nervioso por el problema con el niñato ese... Solo ignórame por favor, ¿de acuerdo?
- Pareces agradable.- Le sonrió Aioros.- ¿Que tal si hacemos como que todo ésto no pasó y comenzamos de nuevo?
Saga no pudo evitar la expresión de confusión que se formó en su rostro, apenas escuchó a Aioros.
- Hola, soy Aioros Ioannidis, pero puedes llamarme simplemente Aioros.- Le sonrió, ofreciéndole su mano.- ¿Y tú?
- S-Soy S-Saga Dimitris.- Tartamudeó nervioso, estrechando la mano del contrario.- P-Pero solo dime Saga.
- Es un placer conocerte.- Añadió el heleno, para después besar el dorso de su mano, poniendo aún más nervioso a Saga.
[...]
La sesión de fotos de ese día continuó según lo planeado.
Aunque los dos modelos, los hermanos Ioannidis, no se salvaron de una reprimenda por parte de sus jefes. Primero por llegar tarde, y después por la terquedad del menor de los dos: Aioria Ioannidis, por sobreesforzarse y no hacer caso a las recomendaciones del médico. Y al mayor: Aioros, por permitirle a su hermano ir a la sesión en esas condiciones de salud.
Después de eso, Aioria fue enviado al hospital de emergencia, con el quirófano esperándolo.
Aioros se quedó un poco más de tiempo, hablando más con sus jefes, y disculpándose con todo el equipo de fotógrafos, maquillistas, estilistas y demás por haberlos hecho trabajar el doble.
El castaño era realmente encantador, y desprendía una energía que te hacía imposible decirle que no.
La mayoría del equipo simplemente le sonrió, diciéndole que no había ningún problema. Y uno que otro simplemente lo ignoró o le pidió que no se repitiera, aunque de formas bastante educadas y corteses.
Ese hombre fue amigo
Maldito sea aquel día
Robó lo que más quería
Y todo por ambición
Saga supo por Kanon que no sería la última vez que trabajaría con Aioros, al contrario.
El castaño formaría parte de la sección especial de fotos, y Saga formaría parte del equipo encargado.
Aioros parecía desprender un brillo natural con su personalidad y carácter, que harían berrear de la envidia al mismísimo Apolo.
El gemelo mayor no pudo evitar caer rendido por él casi al instante. Era simplemente la encarnación de la palabra "perfección" a los ojos de Saga.
Tenía todo lo que le gustaba en una persona: Apasionado de los deportes, alegre, simpático, inteligente, equilibrado... Y para rematar, sumamente atractivo.
[...]
La "sección especial" de fotos resultó ser una sesión de fotos al desnudo, y en cuánto Saga se enteró, quiso renunciar y huir del lugar.
Sentía que no podría soportar mirar a todos esos modelos, sin morir de la vergüenza en el proceso.
- Ey, Saga, tranquilo.- Intentaba calmarlo Kanon en el estudio.- Estaré aquí, supervisando el proceso, no va a pasar nada.
- ¿Cómo puedes decir algo así en un momento como éste, Kanon?
- No es la primera vez que hacemos una sesión de fotos de éste tipo.- Le abrazó Kanon, tratando de calmarlo.- La mayoría del equipo ya ha trabajado antes en sesiones cómo esta, si tienes dudas sobre algo solo dilo.
- K-Kanon... E-Es que...
- Saga, todos son chicos. Piensa que no tienen nada que tú no.- Intentó bromear Kanon.- Todos los modelos ya han posado desnudos antes, saben cómo controlarse y que los nervios no los traicionen. No te preocupes.
El gemelo mayor asintió, visiblemente nervioso y con un leve rubor en sus mejillas. Pero Kanon tenía razón, no había razón para estar asustado, así que decidió seguir y hacer su trabajo lo mejor posible.
[...]
La sesión siguió su curso, y todo salió según lo planeado. Saga aún seguía nervioso, sus manos aún temblaban levemente, sujetando contra su pecho un par de carpetas.
Kanon supervisó todo el proceso, tal y como había prometido. Una vez que la sesión terminó, Kanon se retiró, no sin antes pedirle a Saga que le llevara las fotos a su oficina una vez que las tuvieran listas.
Y era justo lo que estaba haciendo ahora, ir a la oficina de su hermano, llevando las carpetas que contenían las fotografías.
Abrió la puerta, sin imaginar lo que encontraría al otro lado.
- ¡Kanon!- No pudo contener el grito, mezcla de rabia, decepción, celos y angustia, que escapó de su garganta.
- Saga, ésto... Yo...- Kanon y su acompañante se separaron casi al instante en que lo escucharon gritar.
Lo que menos esperaba encontrar era a su hermano besando a ese estúpido peli-lila, al que odiaba tanto.
- Saga, déjame explicarte por favor.- Intentó calmarlo Kanon, sin éxito en su misión.
Saga saltó las carpetas que llevaba en brazos, y salió corriendo sin un rumbo fijo.
"Maldito Sorrento... Lo odio, lo odio, lo odio." Repetía en su mente una y otra vez, maldiciendo al peli-lila.
Jamás se llevaron bien. Kanon era su punto de apoyo, el único que lo soportaba, aceptaba y quería tal y cómo era. Y no soportaba la sola idea de que Sorrento se lo quitara.
Cuándo aún estaban en la universidad, Sorrento fue el detonante para que estallara y decidiera escapar de casa.
En ese tiempo, Kanon ya no le prestaba la misma atención de antes, esa atención se volvió toda para Sorrento. Y la pelea que tuvo con sus padres superó su límite.
Y ahora, que los volvía a ver juntos, sentía que su pasado revivía para volver a atormentarlo.
Continuó corriendo por los pasillos, hasta que terminó estrellándose contra alguien, cayendo de un sentón al suelo.
- ¿Saga?- Escuchó una voz familiar.- ¿Estás bien?, ¿te pasó algo?
Aioros lo ayudó a ponerse de pie, sujetandolo de los hombros.
Saga se limpió las lágrimas como pudo, tratando de no llorar.
- N-No es nada, Aioros.- Tartamudeó.
- Nadie llora por nada, Saga.- Insistió el castaño, haciéndolo alzar el mentón.- Tranquilo. Sea los que sea, te escucharé, puedes confiar en mí.
Siempre solía dudar de las personas, pero la mirada de Aioros le decía que podía ser sincero y desahogarse.
- Es... Es una tontería. No te preocupes.
- Bueno, dos cabezas piensan mejor que una, ¿no?- Le sonrió el castaño.- Quizás juntos encontremos una solución a lo que sea que te haga sentir así de mal.
Saga guardó silencio por un momento, pero finalmente decidió asincerarse con Aioros y contarle todo lo ocurrido.
- Entonces, ¿llorabas porqué tu hermano está saliendo con el jóven Sirené?
El peli-violeta asintió. Aún sentía que sus puños temblaban levemente de la rabia contenida.
- Bueno, entiendo que quizás tengas miedo de que tu hermano pueda salir herido, yo también sentía miedo de que lastimaran a mi hermano menor.- Comenzó a hablar Aioros.- Pero él es un adulto. Tiene derecho a salir y con quién quiera, y si esa persona lo hace felíz, entonces deberías dejarlo estar con él.
- Es que...- Saga no sabía cómo explicar lo que sentía. Temía que Aioros lo tachara de loco si le contaba la verdad sobre su padecimiento y la verdadera razón de porqué le aterraba tanto que Kanon saliera con alguien.- Olvídalo, es una tontería.
- Saga...- Lo llamó Aioros, tomándolo de las manos.- Tranquilo, dime qué es lo que te molesta... ¿Es porque no te agrada el jóven Sirené?
- Es que... Kanon siempre ha sido mi soporte, mi confidente, mi consejero, mi mejor amigo, mi refugio... Mi todo...- Trató de explicar.- Y no soporto la sola idea de tener que compartir todo eso con otra persona.
Aioros solo lo abrazó, sorprendiendolo al inicio, pero terminó correspondiendo, abrazándose al castaño y llorando en su pecho.
- Entonces, ¿tienes miedo de que tu hermano ya no te quiera por tener pareja?- Saga solo asintió.- Tranquilo. Pase lo que pase, él siempre será tu hermano, y estoy seguro de que te querrá siempre, tenga una pareja o no.
Saga poco a poco comenzó a calmarse. La voz de Aioros le resultaba bastante cálida y reconfortante.
- Pero él también tiene derecho a ser felíz, ¿no crees?
Saga asintió.
- Entonces, ¿que tal si le das al menos el beneficio de la duda?
Saga lo pensó por un momento, quizás Aioros tenía razón.
- ¡Saga!- Escuchó la voz de su gemelo, parecía agitado.
Dió media vuelta, recibiendo un fuerte abrazo de Kanon casi al instante.
- ¿Estás bien?- Preguntó el gemelo menor.- ¿Te lastimaste?, ¿te duele algo?
Saga negó con la cabeza.
- Mejor los dejo solos, para que puedan hablar.- Mencionó Aioros, sintiéndose fuera de lugar.- No te preocupes, Kanon. Ya está más tranquilo.
- Gracias, Aioros.- Agradeció Kanon al castaño.
Después, Aioros se retiró, luego de despedirse de Saga con un abrazo y un "Todo estará bien".
Los gemelos se quedaron en silencio por unos segundos, sin atreverse a tomar la palabra.
- ¿Volviste con él?- Preguntó Saga, temiendo la respuesta de Kanon.
Kanon desvió la mirada, y respiró profundo antes de responder.- Sí.
- ¿Desde cuándo?
- Casi un mes.- Suspiró Kanon.- Escucha, Saga, lamento no habértelo contado, pero... Temía que reaccionaras así.
Saga apretó sus puños, tratando de contener la rabia.
- Saga...- Kanon notó sus emociones, y no tardó en llamar su atención, sujetando sus manos.- Eres mi hermano, y sabes que te adoro y que por tí doy hasta mi vida... Pero... No puedo controlar ni cambiar mis sentimientos.
- ¿De verdad lo amas?
- Nunca dejé de hacerlo.- Confesó finalmente Kanon.- Lo he amado todos estos años... Y dudo dejar de hacerlo algún día.
Las palabras de Aioros y la mirada vidriosa de Kanon hicieron que Saga reflexionara un poco mejor la situación.
Guardó silencio unos momentos, y después de planear su respuesta, habló.
- Ya no soy un niño, Kanon... Y creo que debo dejar de depender de tí.- Suspiró Saga.- No soy nadie para decirte con quién estar.
- Saga, Sorrento no es malo.- Habló Kanon.- Dale una oportunidad, de conocerlo. Por favor.
El peli-violeta lo pensó por un momento, y luego asintió. Estaba casi seguro de que Sorrento y él nunca serían amigos, pero por su hermano haría al menos el intento.
Yo sé que él es tan lindo
Que hasta parece bendito
Pero es un ángel caído
Él es una maldición
Los días siguieron pasando, hasta convertirse en dos meses, mismos que Saga había pasado trabajando para la agencia.
Tuvo la oportunidad de conocer más a Aioros, y sin desearlo, lentamente comenzó a encariñarse más de la cuenta con el castaño.
Por su parte, Kanon seguía al lado de Sorrento. Y Saga, aunque aún sentía cierto rechazo hacía el menor, trataba de ser más paciente. Pero no se esperaba la noticia que le dió su hermano ese día.
- ¿Qué acabas de decir, Kanon?
Simplemente no lo podía creer... No podía estar pasando, no daba crédito a qué de verdad eso estuviera sucediendo.
- Que ayer le propuse matrimonio a Sorrento.- Repitió el gemelo menor.- Y me dijo que sí.
- Kanon... Entiendo si te gusta y quieres salir con él, pero... ¿No crees que vas demasiado rápido?
Kanon negó con la cabeza.- Nos conocemos desde hace casi diez años. Él quiere estar conmigo, y yo quiero estar con él, ¿para qué esperar más?
Saga respiró profundo, tratando de calmarse. No quería que su hermano se atara a ese peli-lila por el resto de su vida. Entonces una pregunta resonó fuerte en su cabeza.
- ¿Está esperando un hijo tuyo?
- Claro que no, Saga.- Respondió Kanon, con las mejillas sonrojadas.- ¿De dónde sacas eso?
- Kanon, es que... Retomaron su relación hace apenas un par de meses, y de la noche a la mañana te comprometes con él... Es muy raro.
- Saga, las personas no se casan solo si hay un hijo, dinero, lujos o poder de por medio.- Agregó Kanon.- Algunos solo lo hacemos porque lo único que hay de por medio es amor.
No dudaba de las palabras de Kanon. A pesar de su infancia problemática y los múltiples problemas maritales de sus padres, y a diferencia de él, su gemelo siempre fue un eterno e irremediable amante del amor. Siempre esperando ansioso el día de su boda, soñando dormido y despierto con encontrar a su media naranja, con formar una familia al lado de su persona especial...
- Creí que estarías felíz por mí.- Suspiró Kanon, agachando la mirada.
Saga finalmente suspiró derrotado.- Solo... Dame algo de tiempo para procesarlo, ¿de acuerdo?
Kanon asintió, y después se retiró en silencio, con la vista baja.
Saga permaneció en la cafetería, con la cabeza apoyada en sus brazos como almohada. Todo ocurría tan rápido que no podía terminar de asimilarlo.
Deseaba que todo fuera una horrible pesadilla de la que despertaría en cualquier momento. Y que al hacerlo, Kanon seguiría siendo su hermano, su mejor amigo, seguiría teniendo ojos y atención solo para él, y no tendría que compartir todo eso con nadie, especialmente con ese niñato mentecato.
- ¿Saga?- Escuchó una voz conocida.- ¿Pasa algo?, ¿por qué lloras?
No se había percatado de sus propias lágrimas, y rápidamente las limpió antes de alzar la vista.
- N-No es nada, Aioros.- Tartamudeó torpemente.- Creí que tu sesión de fotos era la próxima semana, ¿qué haces aquí?
El castaño le tomó suavemente de la mano, y después le acarició la mejilla, haciéndolo temblar levemente.
- Vine para verte a tí.- Le sonrió Aioros.
- ¿Necesitas algo?- Preguntó Saga, desviando la mirada.
- Saga... Sé que nos conocemos desde hace apenas unos meses.- Respondió Aioros.- Pero... Quiero conocerte más, y... Solo si tú quieres... Ser algo más en un futuro.
- ¿Q-Qué quieres decir, exactamente?- Preguntó, con un leve rubor en las mejillas.
Aioros también tenía las mejillas levemente ruborizadas, pero aún así, mantenía su sonrisa y respondió.
- Saga, me gustas.
El peli-violeta abrió los ojos tanto como pudo. No se creía lo que Aioros le acababa de decir... Aioros, un modelo profesional, de buena familia, con una buena posición económica, y extremadamente encantador, ¿interesado en alguien tan insignificante como él?
- D-Deja de bromear, Aioros.- Añadió, apartando la mano de Aioros.
- Saga, no estoy bromeando.- Reafirmó el castaño el agarre.- ¿Por qué piensas eso?
Saga pareció pensar su respuesta. Las inseguridades que nunca educó le fueron creciendo con el tiempo, y se reflejaba en su forma de actuar muchas veces.
- Aioros, no soy tan tonto como aparento.- Dijo.- ¿Por qué alguien como tú estaría interesado en un don nadie como yo?
- ¿Por qué dices eso, Saga?
- Porque... Eres un jóven, exitoso y guapo modelo, proveniente de una buena familia, encantador, inteligente, codiciado por muchas mujeres y donceles... Y yo... Soy yo, un fotógrafo que recientemente entró a trabajar a esta agencia, proveniente de una familia común, sin mucho dinero en el banco, con nada que me haga destacar...
- Saga, claro que no.- Le interrumpió Aioros.- Saga, desde que te conocí, me pareciste una persona muy interesante, un tierno doncel culto, inteligente... Algo tímido e inseguro, pero lindo.
- Aioros...
- Saga, quiero conocerte más y mejor. Y si decides darme una oportunidad más adelante, prometo estar contigo, y arreglar todo lo que sea que te haga daño.- Con las últimas palabras, Aioros captó la atención total de Saga.- Yo nunca me iría de tu lado por voluntad propia. Serías mi prioridad, lo primero en lo que piense al despertar y lo último que piense antes de dormirme... Nunca te cambiaría por nadie más.
- ¿L-Lo dices en serio?
- Claro que sí.- Reafirmó el castaño.
[...]
- ¿Qué dijiste, Saga?
Ahora los papeles se invertían, y era Kanon quién no podía creer las palabras de su hermano.
- Que estoy saliendo con alguien.
El gemelo menor se quedó callado unos segundos, pero después sonrió y abrazó a su gemelo.
- Me alegra que al fin hayas decidido darle una oportunidad al amor.- Le sonrió, acariciando cariñosamente el cabello de Saga.- Y, ¿quién es el afortunado?
- Es... Es Aioros.
- ¿Aioros Ioannidis?, ¿ese Aioros?
Saga asintió.
- Vaya que Aioros es un suertudo.- Añadió Kanon, sin borrar su sonrisa.- Lo conozco desde hace unos cuántos años. Es un buen amigo, así que me alegra saber que estarás en buenas manos.
Ese hombre es malo
Ese hombre hace daño
Ese hombre no quiere
Ese hombre te miente
Ese hombre es malo
Trae veneno en los labios
Su caricia es insulto
Para tu corazón
Los meses siguieron su curso. La boda de Kanon ya estaba a tan solo un par de semanas. Él y Sorrento consiguieron organizar todo en un tiempo relativamente corto, de tan solo cinco meses.
Saga, aunque con dificultad, terminó aceptándolo, e incluso había terminado ayudando tanto a Kanon como a Sorrento con algunas cosas como la decoración, el vestuario, entre otras cosas. Además de que sería parte del equipo de fotógrafos el gran día.
Aioros jugó un papel bastante significativo en esos meses. Se convirtió en un confidente, amigo y consejero de Saga. Y Kanon se dió cuenta rápidamente.
- Ey, Kanon.- Le saludó el castaño, llegando a la agencia con un gran ramo de rosas rojas en brazos.
- Oh, hola, Aioros.- Le saludó de vuelta Kanon.- ¿Vienes a ver a Saga?
El castaño asintió sonriendo.
No fue difícil para Kanon de intuir la razón de la visita de Aioros, ya que el jóven modelo no tenía ninguna sesión de trabajo programada para ese día. Además de que solía ir casi a diario a ver a Saga para dejarle regalos, algunos más pequeños que otros.
- Está en su estudio, editando algunas fotografías.- Indicó el gemelo menor.- Puedes pasar a verlo.
- Gracias, Kanon.- Agradeció el castaño.- Por cierto, te casas en dos semanas, ¿no?
- Sí.- Asintió, con una embobada sonrisa.
- Felicidades.- Le palmeó el hombro Aioros.- Por cierto, Kanon. Hablando de eso, quería pedirte algo.
- Claro, ¿qué necesitas?- Accedió, sonriendo Kanon.- Lo que sea por uno de mis mejores amigos, modelos, y novio de mi hermano.
Aioros se tomó unos minutos para susurrarle a Kanon sus planes y su petición. El gemelo menor se sorprendió, aunque no de la mejor manera precisamente, pero lo dejó terminar de hablar.
- Aioros... Yo...- Dudó Kanon por un momento. No sabía cómo expresar lo que pensaba sin sonar entrometido o grosero.- Yo... No lo sé... Tendría que hablar con Sorrento antes de darte una respuesta. Después de todo, también es su boda, no solo mía.
- Si no es posible, entiendo, Kanon. No hay ningún problema.- Sonrió comprensivo.- Bueno, de seguro tienes cosas que hacer, mejor no te quito más tiempo. Nos vemos después.
Se despidieron y Aioros se dispuso a seguir su camino, avanzando unos cuántos pasos, cuándo Kanon lo detuvo, sujetandolo del hombro.
- ¿P-Pasa algo, Kanon?
- No, solo que se te cayó esto.- Habló el peli-azul, con un sobre en la mano.
Aioros lucía alterado, y aún con el ostentoso ramo de flores, le arrebató en sobre de la mano a Kanon rápidamente.
Dicha acción no pasó para nada desapercibida por Kanon, quién estuvo a nada de cuestionarlo, pero Aioros se adelantó.
- L-Lo siento, Kanon.- Se disculpó, bajando la mirada.- Es solo una carta de mi padre, y... Es muy importante para mí, es todo.
Kanon solo asintió.- Entiendo.
Su sexto sentido le decía que algo andaba mal. Aioros no actuaba de forma tan errática, y mucho menos por algo como un sobre de papel.
También sabía que Aioros no se llevaba del todo bien con su padre, el rico empresario Sísifo Ioannidis. Era raro que de pronto el sagitario menor actuara de esa forma.
Sin embargo, como siempre, no quiso adelantarse y señalar a alguien sin pruebas. Así que lo dejó pasar, y continuó su camino.
Aunque averiguaría por sus propios medio qué pasaba por la cabeza del castaño. Cualquier cosa que implicara o afectara directa o indirectamente a su hermano, automáticamente era también asunto suyo.
[...]
- Es que te digo que hay algo raro ahí, Sorre.- Hablaba Kanon con su prometido sobre lo ocurrido esa tarde.
- ¿No crees que solo estás exagerando?- Le intentó tranquilizar el peli-lila, mientras cepillaba los largos cabellos azules de su prometido.- No dudo de tí y de tu intuición, Kanon. Pero, quizás solo estás preocupándote demás por Saga y viendo fantasmas dónde no los hay.
- Ojalá sea así, cariño.- Suspiró Kanon, girándose para abrazar a su amado peli-lila.- De cualquier modo, espero que Aioria pueda quitarme las dudas.
- Ya verás que sí, amor.- Asintió Sorrento, para después besar su frente.- Por ahora será mejor dormir. Mañana nos espera un día pesado.
Ese hombre que amas
Está jugando contigo
Ese hombre perfecto
Es puritita traición
- ¿Estás seguro, Aioria?
- Lo que escuchaste, Kanon.- Repitió con firmeza el castaño menor.- No entiendo qué pasa con Aioros. Estos últimos meses ha estado actuando algo raro.
- Eso ya lo noté.
Había citado a su segundo mejor amigo a una cafetería cercana la agencia. Necesitaba aclarar todas sus dudas respecto a Aioros, y si alguien podía ayudarlo, era Aioria Ioannidis, el compañero de trabajo más cercano, y también hermano menor de Aioros.
- El punto es que hasta hace apenas unos ocho meses no dejaba de declamar que nunca se casaría y no sé cuántas cosas más, y de pronto quiere casarse con tu hermano... Sin ofender, pero es alguien a quién conoce de hace apenas unos meses.
- No te preocupes, no me ofendo.- Le tranquilizó Kanon.- Entiendo tu posición. Yo también estoy algo preocupado por Saga.
- ¿Crees que está pasando algo raro entre ellos?- Cuestionó Aioria.
- No sé qué es raro para tí, exactamente.
- Kanon... ¿No crees que su prisa por casarse de pronto, sea por un "asunto" de por medio?
- ¿Qué insinúas?- Le retó el peli-azul con la mirada.
- Tu hermano es un doncel, ¿no?
- ¿Qué tiene eso que ver?
- Kanon, no quiero ofender a tu hermano, pero... ¿Que tal si pasó algo entre ellos, y ahora... Bueno... Tú sabes, se les salió de las manos?
- Mi hermano no es ese tipo de persona.- Replicó Kanon.
No iba a permitir que ofendieran o cuestionaran el honor de su hermano enfrente de él.
Toda su vida, Saga había sido señalado por varias razones. Si no era por su condición mental, era por su forma de ser, o por ser un doncel.
Y él siempre había estado para defenderlo de cualquier idiota que quisiera pasarse de listo con su hermano, y lo estaría siempre.
- Kanon, no quise faltarle al respeto a tu hermano en ningún momento.- Intentó aclarar Aioria, sabiendo la reacción que tendría Kanon.- Pero los accidentes pasan, y de ser ese el caso, no sería solo culpa de Saga, sino de ambos. Y yo sería el primero en hacer que mi hermano acepte su responsabilidad.
- Mejor no intentes corregir tus palabras, Aioria.- Kanon estaba enfadado, y ni se molestaba en ocultarlo.- Solo te recuerdo que las mujeres y los donceles no son objetos, trofeos ni mascotas. Tienen derecho a decidir sobre sus vidas, y merecen que los respeten.
- Kanon, yo no-
- No porque un doncel quede en cinta significa que tiene que casarse con alguien si no quiere.- Lo calló Kanon.- Si él lo decide, perfectamente puede ser padre soltero o ser padres divorciados. Un matrimonio sin amor no tiene ningún sentido.- Aioria bajó la mirada, no queriendo hacer enfadar más a Kanon.- Y por cierto, Aioria. Te recuerdo que mi primo también es un doncel, criado por un doncel que quedó viudo cuándo su hijo era muy pequeño.
- No metas a Shaka en esto.
- Si de verdad quieres tener oportunidad con él, debes aprender a respetar a los donceles.- Contraatacó Kanon.- Los donceles están presentes en más de un área de nuestras vidas. Mi hermano, mi primo, mi futuro esposo... Todos ellos son donceles, y por ellos doy hasta mi vida. Así que más les vale a tí, y a cualquiera respetarlos.
Después de esa conversación, Kanon se retiró del lugar, dejando a Aioria con las palabras en la boca.
Al llegar a la agencia se encontró con su prometido, y luego de contarle lo sucedido, un regaño por parte de Sorrento no tardó en llegar.
- Kanon, ¿perdiste la razón acaso?
- Quizás exageré, pero es que... No lo sé.
- Kanon, él no dijo nada lo suficientemente malo como para que te pusieras así.- Le tomó de las manos el peli-lila.- Creo que te estás estresando demasiado, y permitiendo que tus emociones te nublen el juicio.
- Tal vez tengas razón.- Suspiró el peli-azul.- Es solo que... Todo ésto es muy extraño. Nadie se interesa en casarse tan rápido, de la noche a la mañana.
- Kanon, es prácticamente lo que nosotros hicimos. Comprometernos de un día para otro.- Insistió el peli-lila, tratando de hacerlo entrar en razón.
- Es diferente, Sorre. Nosotros nos conocemos desde hace casi diez años, y ya habíamos tenido una relación antes.- Explicó su punto el mayor.- Pero ellos... Aioros no tiene ni siquiera un año de conocer a Saga, de hecho apenas llevan unos cuántos meses de haber formalizado su noviazgo.
- ¿No crees que tal vez solo estás un poco celoso de que Saga ya no sea tan dependiente de tí como antes?
- Ojalá sea así.- Suspiró, abrazando al menor, como solía hacer cuándo se sentía estresado.- Solo espero que de verdad sus intenciones con mi hermano sean buenas.
[...]
Mientras tanto, en el estudio de Saga, el gemelo mayor había recibido una visita.
- Aioros, ¿qué haces aquí?
- Nada en especial.- Le sonrió el castaño, mientras le entregaba una pequeña caja de bombones.- Solo quería traerte un pequeño regalo.
- Aioros, no tenías que molestarte.- Saga tomó nervioso el presente, mientras sus mejillas se tenían de un leve carmín.
- No es ninguna molestia. Sabes que me gusta verte felíz.
Saga sonrió, y después abrazó tímidamente al castaño, quién correspondió felíz al gesto de cariño.
Ya lo tenía dónde quería.
[...]
Después de hablar un rato con Saga, y de ayudarlo con un par de cosas del trabajo, Aioros se encontraba caminando, rumbo a la salida del edificio, cuándo alguien lo interceptó.
- Hola, Aioros.
- Buen día, jóven Sirené.- Le sonrió cortés al peli-lila.
- Kanon me contó lo que le pediste ayer.- Continuó el peli-lila.
- Oh, si, sobre eso... Si no es posible, entiendo. No hay ningún problema.
Sorrento negó con la cabeza.- Nada de eso. Tienes nuestro permiso.- Dijo, sonriendo.- Espero que te dé el "sí".
- Muchas gracias, jóven Sirené.
- Déjate de tantas formalidades, solo dime Sorrento. Después de todo, es muy probable que próximamente seamos familia.
[...]
El ansiado día de la boda llegó, y todo había salido de maravilla.
Kanon estaba felíz, después de todo, era su día soñado.
Pero cuándo la fiesta estaba a punto de llegar a su fin, en medio de la pista de baile, cuándo todas las luces se apagaron, y una única luz iluminaba a una de las parejas. Y Aioros se arrodilló enfrente de Saga, con una pequeña caja en las manos... Sus alertas se dispararon.
Su parte consciente le decía que no había nada malo ni raro, pero su intuición, que muy rara vez se equivocaba, no dejaba de gritar que su hermano corría un grave peligro, y que debía hacer algo para salvarlo.
Sorrento pareció darse cuenta, y le tomó de la mano, haciéndolo quedarse quieto en su lugar.
Se hizo el silencio por unos segundos en el enorme salón, pero después de que Saga asintiera con la cabeza, todo el lugar se llenó de gritos emocionados por parte de todos los invitados.
Dirá que toda la vida
Te amará sin condiciones
Y te llenará de besos
Y te entregará su cuerpo
Jurándote tanto amor
Pero todo eso es mentira
Solo es parte de su engaño
Y cuando te hayas marchado
Otro será el que reciba las mismas
Muestras de amor
Yo sé que él es tan lindo
Que hasta parece bendito
Pero es un ángel caído
Él es una maldición
Había pasado casi un año desde entonces, y la boda de Aioros y Saga estaba a tan solo un par de meses.
La familia de Aioros quiso encargarse de todos los preparativos, y la boda se llevaría a cabo en unos siete meses. Pero como si hasta la naturaleza estuviera tratando de advertirles del peligro, durante ese tiempo, una serie de tormentas y dos amenazas de huracanes azotaron la isla, obligándolos a posponer todo.
Durante ese tiempo, varias cosas cambiaron. Saga se mudó con Aioros a los pocos meses de comprometerse, se les veía cada vez más cercanos, y el castaño parecía adorarlo con el alma.
Para Kanon, la vida también cambiado. Su otro sueño se había hecho realidad, se había convertido en padre. Su pequeña hija, Sasha, tenía apenas un par de semanas de nacida.
Pero aún con todo eso, seguía sintiendo que Aioros ocultaba algo, y no iba a descansar hasta tener certeza de que Saga no corría ningún peligro a su lado.
Entre más investigaba, Kanon se convencía cada vez más de que solo había estado exagerando, ya que no había encontrado nada sospechoso que incriminara a Aioros.
O es pensaba, hasta que en una conversación casual con su mejor amigo, Milo, salió un tema a la luz.
- ¿Estás seguro de eso, Milo?
- Si. Aioria está que se lo lleva el demonio.- Comentó Milo, riendo por lo bajo.- Debe ser bastante jodido que la persona que te gusta te rechace una y otra vez, y que para rematar, tu padre te diga que prácticamente te quedas sin herencia solo porque tu hermano se casará y probablemente tendrá un hijo antes que tú.
- Entonces déjame ver si entendí.- Habló Kanon, meciendo a su hija, que dormía en sus brazos.- Sísifo declaró que el hijo que se case y tenga un hijo o hija primero, se queda con el 95% de su fortuna.- Milo asintió.- Y el otro se queda con lo restante.
- Correcto.- Canturreó Milo.- Yo siempre creí que Aioros y Shura terminarían juntos, pero bueno... La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida~
- ¿Shura?, ¿hablas de Shura Montero, el español que trabajaba con ustedes?
- ¿Conoces a otro Shura?
- No sabía que ellos salían.
- Nunca lo dijeron formalmente, pero era algo más que obvio para todos.- Dijo Milo, terminando de beber el té verde de su taza.- Esos dos se conocieron desde la academia. Y fue más que obvio para todos nosotros como se hicieron más cercanos de un día para otro, aunque trataran de disimularlo... Pero después terminaron.
- ¿Sabes porqué lo ocultaban, o porqué terminaron?
- No es difícil intuir que lo ocultaban por el vejete amargado y anticuado de Sísifo.
- ¿Qué tendría él que ver en todo eso?
Milo dejó la taza sobre la mesa de centro, se limpió la comisura de los labios con una servilleta, y continuó su relato.
- Shura, a pesar de ser un doncel, es estéril.- Dijo el pelo morado, sorprendiendo a Kanon.- Lo que él me contó, es que tuvo un accidente cuándo era niño. Solía practicar esgrima, y un día, en un descuido de los adultos, por accidente y equipo inadecuado, su hermano lo apuñaló en el vientre... Tuvieron que operarlo de emergencia. Se recuperó de la herida con el tiempo, pero en palabras de varios doctores, su útero quedó inservible para gestar.
- Entonces, ¿tu teoría es que Sísifo se oponía porque Shura no podría darle un hijo a Aioros?
- Estoy casi seguro de que eso es lo que pasaba.- Afirmó Milo.- Aunque siendo sincero, no tengo la menor idea de porqué habrán terminado.
El gusano de la curiosidad había picado a Kanon. Su sexto sentido le gritaba que algo pasaba en todo ese asunto, y que el tal Shura Montero podría sacarlo de dudas. Así que decidió preguntarle a Milo por el paradero del español.
- Lo último que supe de Shura es que volvió a su país natal después de renunciar. No sé qué será de él hoy en día.- Respondió Milo.- Pero Afrodita y él siempre fueron mejores amigos, incluso fue a España para pasar navidad con él el año pasado. Quizás él pueda ayudarte.
[...]
Había pasado tan solo un día después de aquella conversación con Milo. Y ahora se encontraba en su oficina, hablando con Afrodita Lindberg, quién inició siendo uno de los modelos más bellos que trabajaba para ellos, pero que actualmente era dueño de la marca de ropa y maquillaje Le'Rose.
- ¿Para qué quieres saber eso, Kanon?
- Es algo personal, Afrodita.- Respondió el peli-azul, meciendo el pequeño portabebé de su hija.- Mi hermano se casará con Aioros en un par de meses, y... No sé si solo son imaginaciones mías y estoy viviendo figuras de humo, pero siento que Aioros oculta algo. Y solo Shura puede sacarme de dudas.
El peli-turquesa guardó silencio unos segundos, como meditando sus palabras. Y después habló.
- Kanon... Hay muchas cosas que probablemente no sabes de Aioros.- Suspiró el sueco, cerrando los ojos, y agachando la cabeza.- Si yo fuera tú, alejaría a mi hermano de él lo más que pudiera.
- ¿Qué es lo que sabes, Afrodita?- El menor parecía rehusarse a hablar, pero Kanon insistía.- Afrodita, por favor dímelo. Necesito saber a qué me enfrento.
- Kanon, Aioros es un lobo vestido de oveja, un demonio con cara de ángel... Cómo lo entiendas.- Explicó con algo de dificultad.- Es alguien sumamente ambicioso, y que haría lo que fuera por obtener lo que quiere... Incluso si tiene que manipular, dañar y pasar por encima de quién sea.
Kanon se quedó sin habla un momento. Esa descripción no encajaba en lo más mínimo con la percepción que él tenía del castaño. Parecía que hablaban de dos personas completamente diferentes.
- No te negaré que es bastante bueno engañando.- Afrodita pareció leerle el pensamiento.- Es capaz de hacerle creer a quién sea, que lo ama, y que lo hará eternamente. Que por esa persona bajaría el sol, la luna y las estrellas. Y que por él moriría con tal de hacerle felíz... Pero todo son mentiras, puras, asquerosas y huecas mentiras.
- Afrodita, ¿cómo estás tan seguro?
- Porque es exactamente lo que hizo conmigo, con Marín, con Camus y con Shura.
Kanon reconoció todos los nombres de quiénes mencionó Afrodita:
Marín Nakamura, una bella maquillista y diseñadora, solía trabajar como asistente ejecutiva antes de que Sorrento fuera ascendido a dicho puesto. Había renunciado hace algunos años, y lo único que sabía de ella era que ahora trabajaba con Afrodita.
Camus Dubois, un hermoso modelo francés. Trabajo por un tiempo en la misma agencia que Afrodita y Shura, pero al igual que Marín y Afrodita, renunció y se unió al sueco en su emprendimiento. Él y Kanon nunca fueron demasiado cercanos, pero aún mantenía algo de contacto con él por Milo.
Y Shura Montero. El español que tanto quería encontrar Kanon, ahora más que nunca.
- ¿No notaste nunca nada raro con nuestras renuncias, Kanon?
- Ahora que lo mencionas... Nunca me había dado cuenta de que ustedes se fueron casi al mismo tiempo.
Ahora que ponía todo en perspectiva, se daba cuenta de un pequeño detalle que había pasado desapercibido todos esos años: La asistente y los modelos habían renunciado en un lapso de tan solo dos meses. El primero fue Shura, de ahí le siguió Afrodita dos semanas después, tres semanas después de Afrodita se fue Marín, y casi un mes más tarde, Camus.
- Bien me decía mi madre que algunos tienen miel en la boca y veneno en el corazón.
- ¿Qué pasó exactamente, Afrodita?
El sueco respiró profundo, mientras sobaba el puente de su nariz, como tratando de calmarse.
- Nos usó a todos.- Dijo con dificultad, tratando de contener las lágrimas, sin éxito en su propósito.- Nos usó como si fuéramos unas malditas incubadoras... A ver quién le daba un hijo primero para poder quedarse con todo el dinero de Sísifo... No le importamos en lo más mínimo, ninguno de nosotros.
- ¿Afrodita, él...?
El peli-turquesa negó con la cabeza.- Al menos a mí no fue el caso. Pero no sabría decirte con certeza de los demás. Camus y Marín sostienen que no, y Shura nunca ha querido hablar de eso, así que no lo sé.
Kanon asintió, pasándole un pañuelo a Afrodita.
- El punto es que no consiguió tener ese hijo con ninguno, nosotros. Camus, Marín y yo usamos anticonceptivos, y nos rehusamos a dejar de tomarlos. Y Shura... Bueno, de seguro ya sabes lo que pasó con él. Después descubrimos su engaño, y... Quizás fue cobarde huir en vez de enfrentarlo, pero... Los cuatro estábamos destrozados, avergonzados... Sintiéndonos indefensos e incapaces de hacerle frente.
- Afrodita, si es verdad lo que me cuentas, tienes que ayudarme.- Le pidió Kanon.- Saga padece trastorno bipolar tipo 2, y está tan encaprichado con Aioros que sé que no me va a escuchar.
Afrodita lloró en silencio por unos segundos, y después de conseguir tranquilizarse, respiró profundamente, y habló.
- Está bien.- Aceptó.- Lo que sea con tal de evitar que otro caiga en las manos de ese infeliz.
- Gracias, Afrodita.
Ese hombre es malo
Ese hombre hace daño
Ese hombre no quiere
Ese hombre te miente
Ese hombre es malo
Trae veneno en los labios
Su caricia es insulto
Para tu corazón
Una semana después, se encontraba en un avión, con Sevilla como destino.
Tuvo que dejar en Santorini a su esposo y a su hija, pero ya había escuchado suficiente con los testimonios de Afrodita, Camus y Marín. Y en palabras de ellos, el más afectado por la traición de Aioros había sido Shura, y si alguien podía ayudarlo a salvar a su hermano de Aioros, era el español.
Gracias a Afrodita, supo que el jóven se encontraba en Sevilla, y debía encontrarlo a como diera lugar.
[...]
Después de varias horas de viaje en avión, y aún más en autobús, finalmente había llegado a su destino: una gran casa de tres pisos y varias habitaciones, cuya estética recordaba a la época colonial.
Llamó a la puerta, y fue recibido por el mismo Shura Montero.
- Hola, Shura.- Saludó al peli-negro.
- Hola, Kanon.
El anfitrión lo hizo pasar al interior de la casa, hasta la sala, dónde le ofreció una taza de café recién preparado.
Shura ya sabía por Afrodita y Camus la razón de la visita de su ex-compañero de trabajo, así que, como decían en su tierra: "Al mal paso dale prisa."
Le contó a Kanon toda su historia con Aioros, y la forma en que el griego lo traicionó con medio Santorini.
No distaba mucho de las historias de Afrodita, Camus y Marín, excepto por una pequeña parte.
- Hace más o menos un año, recibí un mensaje de un número desconocido, resultó ser él.- Comentó por último Shura.- Me pedía perdón por lo que hizo, y también que volviera con él.
- ¿Volvieron?- Kanon no quería sacar conclusiones apresuradas.
Shura negó con la cabeza.- No volvería con ese gilipollas así fuera el último hombre sobre la faz de la tierra.- Habló el azabache.- No después todo lo que me hizo... Por su culpa perdí años de mi vida, creyendo sus malditas mentiras... Y por él perdí lo que más quería.
- ¿Qué fue lo que te quitó, Shura?
El español comenzó a llorar, y Kanon no entendía bien el porqué. Al contar toda su historia se mantuvo inexpresivo, pero con la última frase se soltó a llorar.
- Yo... Yo quedé en cinta hace años.- Hiló con dificultad, sorprendiendo a Kanon.- Los doctores me dijeron que era prácticamente un milagro... Pero debía tener muchísimo cuidado, o perdería al bebé.
- Shura... Lo lamento mucho.- Kanon le ofreció su hombro para llorar, y Shura lo aceptó, mojando su camiseta con sus lágrimas.- Yo... Yo recientemente me convertí en padre, tengo una hija, y entiendo cómo debes sentirte... Yo no sé que haría si perdiera a mi pequeña.
- Yo... Lo mantuve en secreto porque quería sorprender a todos, cuándo supiera si sería un niño o una niña...- Continuó Shura su relato, entre sollozos.- Tenía casi tres meses, cuándo descubrí su traición... El impacto emocional fue demasiado, mi cuerpo no lo soportó, y... Tuve un aborto espontáneo dos días después... Los médicos no pudieron hacer nada por salvarlo.
Ahora todo tenía sentido, el porqué Shura se ausentó unos días del trabajo por complicaciones médicas, y para cuándo volvió fue solo para entregar su carta de renuncia y recoger sus cosas, sin despedirse de nadie ni dar ninguna explicación. Y porqué había desaparecido.
- Volví a España con mis padres... Estaba demasiado destrozado como para enfrentarlo. Yo no quería volver a saber nada más de él...- Shura trataba inútilmente de calmarse.- Lo odio como no tienes idea, Kanon... Es un maldito mentiroso, manipulador y ambicioso egoísta.
Kanon lo dejó llorar hasta calmarse. Parecía que Shura se guardó todo ese dolor por años, tratando de ahogarlo en el olvido, y apenas sacaba todos esos sentimientos reprimidos.
Cuándo Shura consiguió calmarse, Kanon procedió a explicarle mejor la situación por la que atravesaba.
- Shura... Mi hermano se comprometió con Aioros.- El español dió un respingo al escuchar eso.- Si no hago algo al respecto, se casarán en poco más de un mes. No queda mucho tiempo.
- ¡No lo permitas, Kanon!- Exclamó Shura.- Si realmente aprecias a tu hermano, no dejes que se case con ese monstruo.
- Si por mí fuera, ni de chiste dejo que ese infeliz se lo lleve. Pero no es tan fácil, Shura.- Explicó Kanon.- Verás... Saga padece de trastorno bipolar tipo 2 desde los 15 años. Tiene periodos maníacos y depresivos, que pueden durar hasta dos semanas. Hace tiempo sufrió depresión por varios años. Es muy fácil que se vuelva dependiente de las personas, y... Temo que Aioros se haya aprovechado de su vulnerabilidad.
- ¿Qué sugieres entonces?
- Shura, Saga no va a escucharme. De seguro Aioros ya le lavó el cerebro, y si llego de la nada a decirle todo ésto, él no me va a creer.- Siguió.- Por eso necesito que vayas a Santorini a hablar con él, y le cuentes todo ésto. Quizás si escucha tu historia y las de Afrodita, Marín y Camus, podamos desenmascarar a Aioros, y evitar que se casen.
No fue tan fácil convencer a Shura. Pero después de insistir por varios minutos, el español cedió.
[...]
Mientras tanto, en Santorini...
Saga se encontraba al lado de Aioros, almorzando juntos.
Ese día ambos estaban libres de trabajo y de asuntos de la boda. Así que decidieron aprovecharlo para pasar tiempo juntos.
- ¿Te gustó la comida, amor?- Preguntó sonriendo Aioros.
Saga asintió, sonriendo tímido. Jamás se acostumbraría a esa mirada y esa sonrisa de Aioros. Aún lo hacían sonrojarse.
- Me alegra.- Añadió el castaño, para después ponerse de pie, y besar la frente del peli-violeta.- Te quiero.
- También te quiero.- Sonrió Saga.
Aioros se agachó lo suficiente para poder besar los labios de Saga. El peli-violeta no se opuso, pasando sus brazos por el cuello del castaño.
No era más que un pequeño y tierno beso, pero poco a poco se fue intensificando.
Aioros pasó su boca al cuello de Saga, obteniendo una serie de jadeos y respiraciones pesadas del peli-violeta.
- A-Aioros...- Gimió bajo el nombre del castaño.- N-No...
El castaño se separó, mirando a los ojos al peli-violeta, para después tomar su mano y besarla como todo un caballero.
- ¿Aún no quieres hacerlo?
Saga bajó la mirada, negando levemente con la cabeza.
Aioros solo le sonrió comprensivo, para después besar su mejilla.
- No te preocupes. Será cuándo te sientas listo.
- Aioros, yo...- Saga parecía apenado.- Quiero hacerlo contigo, pero... Tengo miedo.
Aioros besó sus labios con cariño.- Ya te dije que no hay problema, puedo esperar.- Saga le miró, con las mejillas rojas.- Prometo que tendré cuidado cuándo decidas que es tiempo.
- ¿Me va a doler?- Preguntó nervioso el peli-violeta.
- Quizás solo un poco.- Dijo el castaño.- Pero con la correcta preparación no debería doler demasiado.
Saga asintió. Y después de unos segundos en los que pareció tomar valor, besó a Aioros.
- Quiero intentarlo.
Fueron hasta la habitación que compartían desde hace ya unos meses.
Tumbarse en el mullido colchón y comenzar a besarse, mientras se desvestía mutuamente poco a poco, fue suficiente para comenzar.
Unos minutos después, sin saber exactamente cómo, Saga se encontraba cubriendo su boca, tratando de silenciar sus gemidos, mientras Aioros se encargaba de estimular su miembro con una de sus manos, y sus pezones con la boca.
- A-Aioros...- Gimió cuándo sintió su clímax cerca.- Y-Ya... Yo... V-Voy a...
- Házlo.- Susurró Aioros, continuando con su trabajo.
No pudo contener más las reacciones involuntarias de su cuerpo, y terminó enmedio de ambos, con su respiración comprensiblemente alterada.
Aioros lo besó, mientras acariciaba su cintura y frotaba sus cuerpos lentamente, generando fricción.
- ¿Quieres continuar?
Saga asintió, para después abrazarse a la espalda de Aioros, manteniendo separadas sus piernas, rodeando la cintura del castaño.
- Si te duele avísame, ¿de acuerdo?
- Sí.
Comenzó a adentrarse en el peli-violeta, escuchando sus leves quejidos.
- D-Duele.- Jadeó con dificultad.- H-Házlo más despacio... P-Por favor.
El castaño obedeció, y bajó la fuerza y velocidad, dándole tiempo al cuerpo de su pareja de adaptarse.
Después de unos minutos, cuándo todo estuvo dentro, besó los labios del peli-violeta para ayudarlo a que el dolor pasara más rápido.
- ¿Todavía duele?
- N-No.- Respondió Saga, apretando los ojos.- Pero se siente raro.
- Saga, mírame.- Pidió el castaño, acariciando su mejilla con suavidad.- Quiero que veas mientras lo hacemos, por favor.
Saga abrió sus ojos con dificultad, topándose con los brillantes ojos verdes de Aioros. Quiso apartar la vista, avergonzado, pero la mano de Aioros se lo impidió.
- Tranquilo, no pasa nada.- Le sonrió Aioros.- ¿Está bien si me muevo ahora?
Saga asintió. El dolor había pasado ya.
- ¿Lo sientes, Saga?- Susurró Aioros cerca de sus labios, sin romper el contacto visual.- En este momento, estamos unidos, como uno solo.- El contrario asintió.- ¿Se siente bien?
- S-Si.- Gimió en respuesta.- ¿P-Puedes... Ir más rápido?
Aioros asintió, abrazando más fuerte la cintura del pelo. - Abrazame fuerte, no quiero que te golpees con la cabecera de la cama.
Saga hizo lo que Aioros le indicó, aferrándose aún con más fuerza al castaño.
Las embestidas se hicieron cada vez más rápidas y fuertes. Y tal y como dijo Aioros, de no ser por estar abrazados, Saga se habría golpeado con la cabecera.
- A-Aioros... Yo... Voy...- Gimió al sentir cerca el orgasmo nuevamente.
- Y-Yo también.- Jadeó el castaño.- ¿L-Lo hacemos al mismo tiempo?
Saga asintió, abrazando aún con más fuerza al castaño.- ¡Aioros!- Gimió con fuerza el nombre de su prometido cuándo una sensación similar a una descarga eléctrica le recorrió todo el cuerpo y sintió algo caliente y espeso llenar su interior.
- ¡Saga!- Aioros no se quedó atrás, y al mismo tiempo gritó el nombre del peli-violeta, derramando su escencia en el interior del doncel.
Se quedaron quietos por un rato, jadeando, intentando regularizar sus respiraciones. Y después de unos minutos lo lograron.
Se miraron a los ojos, y después Aioros besó los labios de Saga, de una forma mucho más suave y tierna.
- Te amo.- Susurró contra los labios del peli-violeta.- Saga, te amo... Te amo.
- Y-Yo también te amo.
Ese hombre que amas
Está jugando contigo
Ese hombre perfecto
Es puritita traición
Kanon pasó la noche en la casa Montero, y al otro día, apenas comenzaba a asomarse el sol, se encontraba con Shura, rumbo a Santorini.
Llegar a la isla fue difícil, era un viaje largo, pero finalmente lo consiguieron.
No tenían tiempo para perder, así que Kanon apenas llamó a su esposo para informarle que había vuelto y que seguiría con al siguiente fase de su plan.
Sorrento no estaba del todo convencido del plan de su marido, tenía sus dudas, y no lo ocultaba. Pero no quería discutir con Kanon, y simplemente le deseó suerte, para después colgar la llamada.
[...]
Llegaron hasta el apartamento de Saga, dónde Kanon hizo las presentaciones.
Saga no entendía la razón de la visita de su hermano y de aquel joven de cabello negro, pero aún así les ofreció algo de té de lavanda.
- ¿Dónde está Aioros?- Preguntó Kanon, después de presentarlos.
- Tenía una sesión, volverá en un par de horas.
Kanon y Shura se miraron entre ellos, coordinandose.
- Saga, hay algo que Shura quiere decirte. Y vino desde España para eso.
Saga se sorprendió por las palabras de su gemelo.
- Saga, Aioros no es quién crees.- Inició Shura.- Verás, hace años, Aioros y yo solíamos ser pareja, pero...
Shura tomó una profunda bocanada de aire, y con dificultad, le contó su historia al gemelo mayor.
Saga se quedó callado por varios minutos, como si no pudiera creer lo que sus oídos escuchaban.
- Saga, tienes que cancelar esa boda.- Finalizó Shura.
- Mientes...- Susurró Saga, con la vista perdida en su taza de té.- Eso que dices no puede ser cierto... Estás mintiendo.
Kanon intentó hablar, pero Shura se lo impidió.
- Solo piénsalo, Saga. Yo no gano absolutamente nada viniendo desde Sevilla hasta aquí solo para contarte una historia inventada.- Intentó razonar el azabache.- Vine hasta aquí, después de tantos años, solo porque tu hermano me lo pidió, para advertirte del peligro que corres al lado de ese imbécil.
Saga negó con la cabeza, rehusandose a creer aquellas palabras.
- Para él no eres más que un peón en su tablero, un medio para conseguir su objetivo.- Siguió hablando Shura.- Todos lo fuimos hace años. Solo éramos unos juguetes para él. No sé con qué te habrá engatusado, lo único que te puedo asegurar es que para él eres tan desechable como papel higiénico.
- ¡Cállate!- Saga no se pudo contener más, y terminó propinandole una fuerte bofetada a Shura.
El azabache se tambaleó un poco, y Saga estuvo a punto de seguir golpeándolo, pero Kanon se lo impidió, sujetandolo de la cintura.
- ¡Lárgate de mi casa!- Gritó el gemelo mayor, refiriéndose a Shura.
- ¡Saga, cálmate!
Shura no respondió a la agresión. Solo se sobó un poco la mejilla, y miró a Saga a los ojos.
- No te preocupes, Saga. Yo ya cumplí con advertirte, no es mi problema si tú no quieres escuchar.- Dijo, caminando hacía la puerta.- Solo recuerda mis palabras: "Aioros Ioannidis no ama a nadie más que a sí mismo."... Felicidades por tu boda.
Después de eso, Shura abrió la puerta, y se retiró, dejando a solas a los gemelos.
Kanon abrazó a Saga hasta que el mayor consiguió tranquilizarse.
- ¿Por qué haces ésto, Kanon?
Kanon se sorprendió por las palabras de su hermano.
- ¿Por qué no quieres que yo sea felíz?
- ¿De qué estás hablando, Saga?
Saga lo miró a los ojos, con una mirada que reflejaba pura tristeza.
- Kanon, acepté tu relación con Sorrento, incluso acepté que te casaras y tuvieras una hija con él. Incluso estoy intentando llevarme mejor con él, a pesar de que sabes que él no me agrada en lo absoluto...- Sollozó Saga.- ¿Por qué de pronto quieres impedir que yo me case?
- ¡Por el amor de dios, Saga!, ¿estás ciego o qué?
- ¡El que está ciego eres tú, Kanon!- Le gritó de vuelta el gemelo mayor.- ¡No entiendo porqué de pronto vienes a mi casa con un actor solo para intentar incriminar a Aioros!
- ¡¿Actor?!, ¡Saga, ¿en serio crees que yo sería capaz de algo así?!
- ¡No lo creía hasta hace unos minutos, Kanon, pero me acabas de demostrar todo lo contrario!- Saga se veía cada vez peor. Sus ojos llenos de lágrimas, y su voz quebrándose cada vez más.- ¡¿Por qué, Kanon?!, ¡¿qué te hice yo?!, ¡¿qué te hizo Aioros?!, ¡¿por qué-?!
- ¡Porque eres mi hermano, y no quiero que él te lastime como lastimó a Shura o a otros chicos!
Kanon sostuvo de los hombros a Saga, intentando abrazarlo nuevamente, pero el peli-violeta se soltó de inmediato, empujándolo.
- ¡Lárgate!- Gritó Saga.- ¡Lárgate y no vuelvas nunca!
Kanon supo entonces que Saga estaba a punto de tener un ataque de ansiedad, y discutiendo solo conseguiría ponerlo peor.
No dijo nada más. Sería inútil con Saga en ese estado. Simplemente agachó la cabeza, y se retiró, dejando solo a su hermano.
Permaneció cerca de la puerta, y pudo escuchar los sollozos de su gemelo.
"No sé en qué estaba pensando, Saga.- Decía Kanon en mente para sí mismo.- Es más que obvio que estás ciego, pero ciego de amor por ese desgraciado... Pero te prometo que no te voy a abandonar, hermanito. Te salvaré, no importa si muero en el intento."
[...]
Después de unos días, en los que Kanon tuvo que hacer contacto cero con su propio hermano, fue hasta su estudio para hablar con él.
- Saga.- Lo llamó desde la puerta.- ¿Puedo hablar contigo?
Saga ni siquiera le dirigió la mirada, solo asintió.
Kanon avanzó hasta su hermano, tocando suavemente su hombro.
- Lo siento.- Susurró, captando la atención de Saga.- Lo siento por dudar de Aioros. Creo que me dejé llevar por los rumores de esos chicos... ¿Crees que puedas perdonarme?
Saga lo miró por un momento, y después suspiró pesadamente.- Está bien.
Kanon abrazó a su gemelo, y Saga le correspondió, aunque algo distante.
- Pero, Kanon... No quiero que vuelvas a decir algo así, ¿entendiste?
- Claro. Te prometo que no se volverá a repetir.
Kanon conocía bien a su hermano. Sabía que llevándole la contraria no iba a conseguir nada. Así que de momento le seguiría la corriente, le haría creer que tenía el mismo perfil de Aioros que él...
Al menos hasta que llegara el momento de llevar a cabo su plan.
Si no podía desenmascarar a Aioros ante Saga, entonces lo haría ante todos sus conocidos, amigos y familiares.
Necesitaría ayuda de algunos de sus amigos, incluso de su esposo. No sería fácil, pero no dejaría que ese castaño se saliera con la suya.
Ese hombre es malo
Ese hombre hace daño
Ese hombre no quiere
Ese hombre te miente
Ese hombre es malo
Trae veneno en los labios
Su caricia es insulto
Para tu corazón
[...« Actualidad »...]
Así habían llegado a la situación actual, con un furioso Saga interrogando a gritos a Kanon desde debajo del escenario, siendo contenido por unos amigos y familiares. Y todo el lugar hecho un caos.
Todos murmurando entre ellos, algunos grabando con sus teléfonos, y algunos tratando de evitarlo.
Kanon permanecía en el escenario, sosteniendo el micrófono como si su vida dependiera de ello.
Sus padres no dejaban de gritarle que bajara del escenario y terminara ya ese númerito.
Pero no se iba a echar para atrás. Lo hecho hecho estaba, no había vuelta atrás, era ahora o nunca.
- Damas y caballeros aquí presentes.- Habló Kanon en el micrófono, captando la atención de todos y poniendo aún más nerviosos a los recién casados.- Su atención aquí por favor, tengo un mensaje que dar.
Lo había conseguido, tenía los ojos y oídos de todos puestos en él. Era el momento de dar el golpe de gracia, el jaque mate.
- Estoy seguro de que el señor Aioros Ioannidis no necesita presentación, y todos los aquí presentes lo conocen, ¿no?- Continuó, a pesar de la pataleta de Saga y el más que visible nerviosismo de Aioros.- Bueno, creo que no lo conocen tan bien como creen. Para empezar, ¿sabían que el señor Ioannidis engañó a su ex-pareja con tres personas al mismo tiempo? ¡Y qué grata sorpresa! Todos ellos están justo aquí: El ex-novio, Shura Montero. Y los implicados: Afrodita Lindberg, Marín Nakamura, y Camus Dubois.- Habló Kanon, y los mencionados aparecieron de detrás del escenario.- ¿Por qué no vienes a decirles "Hola", Aioros?
Saga dejó su pataleta por un segundo, posando su vista en los chicos del escenario, y luego en Aioros.
Por su parte, el castaño estaba estático, sudando frío, y sin saber qué hacer.
- ¿Qué pasa?, ¿te comió la lengua el ratón?- Siguió Kanon con su discurso.- Creo que el señor Ioannidis es algo tímido, ¿no creen?
Definitivamente estaba disfrutando humillar de esa forma a ese desgraciado. Merecía que todos se enteraran de la clase de persona que era, y que pagara por todo el daño que hizo en el pasado.
- Sigamos conociendo al señor Ioannidis, ¿quieren?- Aioros alzó la vista, aún más nervioso que antes, y Saga estaba paralizado por completo.- ¿Sabían que de la fortuna Ioannidis, el 95% se heredará al hijo que se case y tenga un descendiente primero?
En ese momento, un castaño similar a Aioros subió al escenario, con un papel en manos.
- Y como testigo tienen aquí presente al hermano menor de Aioros: el jóven Aioria Ioannidis. ¡Pero qué sorpresa, Aioria!, si hasta traes contigo una copia del testamento, firmada por tu padre, dónde deja a Aioros el 95% de su dinero.- Añadió Kanon, cuándo Aioria se posó a su lado, mostrando el documento a la multitud.
Las miradas curiosas se acercaron para ver el documento más de cerca. Y otros grababan a escondidas con sus teléfonos todo el discurso de Kanon.
- ¿Quieren saber más?- Kanon no iba a soltarlo, oh, no, señor.- El señor Ioannidis actualmente tendría un hijo de unos cinco años... Si no le hubiera provocado a su ex-pareja un aborto espontáneo con sus infidelidades que salieron a la luz de un momento a otro.
Shura avanzó entonces al lado de Kanon y Aioria, dando a entender que él era la ex-pareja.
- Dicen que es de mala educación hablar de alguien que no está presente para defenderse, así que por eso decidí hablar con el señor Ioannidis aquí, enfrente de todos ustedes cómo testigos. Así que escuchemos.- Kanon se acercó al borde del escenario, dónde estaba Aioros al lado de Saga.- Señor Aioros Ioannidis, ¿qué tiene que decir en su defensa?
Aioros tenía el micrófonos enfrente de su cara, y las miradas de los más de doscientos invitados puestas en él.
- ¿Qué pasa, Aioros?, ¿vas a negar todo y huir como la rata que eres?- Insistió Kanon, sabía que lo tenía contra las cuerdas, y no lo iba a soltar.- ¿Vas a negar que engañaste a Shura con tres personas a la vez?
- No...- Murmuró Aioros, cerrando los ojos, y manteniendo la cabeza agachar. La simple palabra sorprende a todos, aumentando la tensión.
- ¿Vas a negar que los usaste a todos ellos solo por saciar tu ambición?- Siguió Kanon con su inquisición.
- No.
- ¿Vas a negar que jamás pensaste en tu hermano, ni en todas las demás personas que lastimaste, sino que solo pensaste en ti mismo?
- No.
- ¿Vas a negar que tus planes eran usar a mi hermano como te incubadora personal, y así quedarte con todo el dinero?
- ¡Eso no es verdad!- Sorpresivamente, Aioros negó la última acusación.- Al inicio sí era así...- Admitió, agachando la mirada.- Pero Saga me hizo cambiar, y yo... Me salió el tiro por la culata, porque terminé enamorándome de él.
Kanon no se aguantó el coraje, pegó un salto, aterrizando sobre Aioros, para después propinarle unos cuántos golpes en la cara.
Rápidamente fueron separados por sus familiares y los otros chicos que estaban ahí.
- ¡Maldito bastardo!- Gritaba Kanon, totalmente enfurecido.- ¡Todavía tienes el descaro de decir semejante mentira!, ¡debería matarte a golpes en este momento!
- ¡Kanon, ya basta!- Lo empujó Saga lejos del castaño.
Kanon no se atrevería a ponerle un dedo encima a su hermano, pero sin problemas podría esquivarlo y darle su merecido al traidor de Aioros.
Estaba listo y más que decido para hacerlo, pero de pronto, Saga comenzó a tambalearse, terminando por desvanecerse.
- ¡Saga!- Rápidamente sostuvo a su gemelo, que cayó inconsciente en sus brazos.
[...]
Habían pasado un par de horas desde que llevaron a Saga al hospital.
En la sala de espera se encontraban los padres de los gemelos, Kanon, Sorrento, Milo, el padre y el hermano de Aioros, y obviamente, el farsante expuesto ese día.
Aún no tenían noticias de él, y la tensión en el aire era más que palpable. Todos estaban enojados con todos ahí por diferentes razones.
- Kanon, llamé a Tethis y me dijo que si puede cuidar de Sasha.- Le comentó Sorrento a su marido cuando notó su estado de ánimo.- Estará aquí en cinco minutos, ¿estarás bien mientras voy a dejarla a la entrada del hospital regreso?
- No soy un niño, Sorre. No me voy a ensuciar las manos con semejante basura.- Respondió, mirando desafiante a Aioros.
- Tranquilo, Sorrento. Aioria y yo lo cuidamos mientras regresas.- Le sonrió Milo.
Sorrento solo suspiró, y se dirigió a la entrada del hospital, sosteniendo a su pequeña hija en brazos.
Cuándo Sorrento se fue, Kanon permaneció sentado al lado de sus dos mejores amigos.
Con todo ese plan, había hecho las paces con Aioria y habían vuelto a ser amigos.
- ¿Por qué tardan tanto los doctores?- Kanon comenzaba a temer lo peor, y sus amigos lo notaron.
- Cálmate, quizás solo fue estrés, le administraron un tranquilizante y están esperando a que despierte.
No tenían de otra más que esperar. Así que permanecieron en silencio, esperando noticias del gemelo mayor.
Sorrento volvió, ya sin su hija, tomando asiento junto a su esposo. Y apenas unos segundos después, apareció el doctor encargado de Saga.
La noticia que les dió, dejó desconcertados a todos. La cabeza de todos los presentes era una mezcla extraña de emociones, simplemente no sabían cómo sentirse después de todo lo vivido ese día.
Ese hombre que amas
Está jugando contigo
Y después será muy tarde
Para darte mi amor
[...]
- ¿Puedo pasar?- Llamó a la puerta cierto castaño.
En la habitación se encontraba Saga, recostado en una camilla, aún con su ropa de boda puesta.
- ¿Estás bien?- Se acercó al peli-violeta, quién intentó retroceder por puro instinto.- Saga...
- ¿Es verdad todo lo que Kanon dijo?- Preguntota con un débil hilo de voz.
Aioros se quedó en silencio, con la cabeza agachada por un momento, pero después asintió.
- ¿Por qué, Aioros?- Saga no pudo más y rompió en llanto.- Entonces ¿para tí solo soy una incubadora?, ¿un peón para alcanzar tu objetivo?
Aioros de inmediato lo abrazó contra su pecho. Saga intentó separarse, pero sus músculos no le respondían, y terminó llorando en el pecho del castaño.
- Claro que no, Saga.- Susurró Aioros en su oído.- Cuándo te conocí, yo era un maldito mentiroso y un perfecto patán... No me enorgullece haber tenido intenciones de usarte de esa forma, pero tú me cambiaste.
- ¿Qué me asegura que no estás mintiendo con eso también?
Saga seguía llorando, y Aioros temía por la salud del peli-violeta.
Se separó un poco de Saga, y le tomó de la mano suavemente, colocándola en su pecho, justo sobre su corazón.
- ¿Puedes sentir mi corazón, Saga?- Susurró, mirando a los ojos al contrario.- Jamás pensé que podría latir así por alguien... Pero apareciste tú y lo cambiaste... Porque ni siquiera me dí cuenta de cuando mi corazón comenzó a latir por tí. Por ver tus bellos ojos cada mañana al despertar, por besar tus labios, por sentir tu calor, por compartir mi vida contigo...
Saga no sabía qué responder.
- Saga, ya sé que estás en cinta.- Añadió Aioros.- Hace casi dos años, jamás pensé que podría amar a un hijo mío. Pensaba que solo sería un objeto más que usar y desechar cuándo ya no me sirviera.
Saga bajó su vista al escuchar esas palabras de Aioros, pero el castaño continuó hablando.
- Pero... Ahora todo es diferente.- Añadió, acariciando la mejilla de Saga.- Estoy emocionado de saber que ese bebé viene en camino, y espero ansioso su llegada.... Ya no me importa el dinero, solo quiero tenerlos conmigo a ustedes dos conmigo y ser una familia.
- Aioros... Yo...- Saga se sentía confundido, abrumado por todo lo vivido ese día en tan poco tiempo.- Yo... No sé si creerte... Te amo, pero... Siento que no te conozco en lo absoluto.
Aioros terminó arrodillándose enfrente de Saga, sujetando sus manos entre las suyas.
- Saga, por favor. Dame una oportunidad, de demostrarte que mis sentimientos por tí son sinceros.- Pidió entre lágrimas el castaño.- Ponme la prueba que quieras, por tí y nuestro hijo haré lo que sea necesario.
[...]
Los años habían seguido transcurriendo. Y en un parque se podía ver a una joven pareja jugando con sus dos hijos: una niña de seis años, y un niño de dos años.
- ¿Alguien quiere helado?- Preguntó el castaño, obteniendo una respuesta positiva de parte de toda su familia.
Fueron a una pequeña heladería cercana, y pidieron unos helados para todos.
- ¡Papá!, ¿me alzas?- Preguntó su primogénita.
- Claro, princesa, ¡ven aquí!- Asintió su padre, cargándola en sus hombros.- ¿Puedes sostener a Seiya, o quieres que lo lleve también?
- Seiya aún es pequeño, no pesa tanto. Tú lleva a Seika.- Le sonrió Saga de vuelta.- Será mejor volver a casa, se ve que lloverá pronto.
Aioros asintió, para después tomar la mano de su esposo y comenzar a caminar de vuelta a su hogar.
¿Qué había sido de ellos durante esos años? Bueno, muchas cosas.
Saga decidió darle otra oportunidad a Aioros, con ciertas condiciones.
La primera era repartir la herencia de forma equitativa con Aioria.
La segunda, y la más difícil de realizar, era pedir perdón a todas las personas que lastimó en el pasado, y si estaba en sus manos, tratar de compensar el daño.
Y la tercera, prometer no volver a cometer los mismos errores.
Aioros aceptó todas las condiciones de Saga, con tal de demostrarle al peli-violeta que había cambiado y estaba arrepentido y dispuesto a cambiar.
No fue fácil para nadie recibir a Aioros de vuelta. Jamás volverían a verlo de la misma manera. Pero con el tiempo, las heridas fueron sanando poco a poco.
Al parecer, después de todo, la frase de "El amor lo puede todo", no era tan descabellada.
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Bueno, este songfic está dedicado a TacosDeMole245
La verdad nunca antes había trabajado con este shipp, y debo admitir que me costó mucho trabajo elegir una canción para ellos 😅
Pero me divertí bastante haciendo este songfic 💕
La verdad, me decidí por el cover de esta canción, ya que siento que en muchos fanfics dedicados a este shipp, Saga es el malo. Y la verdad no sé qué mosca me picó, y me dió por tratar de hacer algo diferente, algo así como roles invertidos.
Espero que te haya gustado 💕
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