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Darte un beso [📿Shaka x Mu🐑]

Amarte como te amo es complicado
Pensar como te pienso es un pecado
Mirar como te miro está prohibido
Tocarte como quiero es un delito

La alarma de su despertador le anunciaba que era un nuevo día, y debía levantarse para comenzar su día.

Hizo su típica rutina; levantarse, tomar una ducha, vestirse, peinar sus largos cabellos rubios, alistar su mochila, y salir de casa, rumbo a la universidad.

Hace tiempo dejó de ser un estudiante, pero seguía teniendo que asistir a esa universidad, aunque ahora era como profesor.

Tenía apenas un par de años de haber comenzado a trabajar en la misma universidad de la que se había graduado, y seguía poniendo el mismo esfuerzo que el primer día.

Hoy comenzaba un nuevo año, tendría alumnos nuevos, y eso siempre asustaba un poco.

Bebió su taza de té, tranquilizandose, y salió de casa, listo para comenzar su día.

Al llegar, fue a su salón después de reportarse y recibir indicaciones de la administración.

Tomó una bocanada de aire cuándo estuvo en la puerta, y después ingresó.

Nada fuera de lo común; chicos y chicas que no pasaban de los 18 o 19 años de edad, quizás uno que otro de 17 como él en su tiempo, nerviosos por su primer día como universitarios, algunos más preocupados por su apariencia que por sus estudios... Había de todo en la viña del señor.

Los chicos lo miraron un poco confundidos al verlo sentarse en el escritorio del profesor, era comprensible, y ciertamente, ya estaba acostumbrado.

No los culpaba, no era común que un Omega ocupara un puesto de trabajo como profesor. Además de que los chicos de nuevo ingreso a menudo lo confundían con un compañero de su grado, o en el mejor de los casos, con un chico de un grado superior. Verse mucho más joven de lo que realmente era a veces representaba una desventaja.

- Buenos días, jóvenes.- Inició, saludando a los jóvenes adultos.- Mi nombre es Shaka Laghari, y seré su profesor de Anatomía durante éste semestre.

Durante el tiempo que llevaba enseñando, había aprendido que preguntas cómo: "¿Qué edad tiene?", "¿No es muy joven para ser maestro?", "¿Seguro que usted es el profesor?", "¿Un Omega es nuestro profesor?", y cosas así no tardarían en aparecer. De cualquier forma, solo las respondería y seguiría su clase.

Tal y como temía, preguntas de ese tipo estaban a punto de surgir, cuándo una inesperada interrupción apareció por la puerta.

- Buenos días, señor Laghari.- En la puerta se encontraba el que alguna vez fue su profesor, pero que actualmente era su jefe y colega.

- Buen día, profesor Huáng.- Saludó de vuelta al mayor.- ¿Necesita algo?

- Creo que por poco y pierde a uno de sus estudiantes.- Bromeó el castaño, señalando con la mirada a un joven peli-lila que permanecía en silencio a su lado.- Aquí es la clase, chico. Tranquilo, el señor Laghari no muerde.

Shaka rápidamente se percató de ciertas peculiaridades en el joven. Para en primer lugar, notó que el chico era un Omega, el aroma dulzón que desprendía y su fisonomía no engañaban a nadie. Y en segundo lugar, su aparente alumno, a pesar de no ser precisamente viejo, si que era un poco mayor comparado con los demás estudiantes de primer año. No habría más que uno o dos años de diferencia a lo mucho entre su edad y la del resto del grupo.

- Adelante.- Se dirigió al joven, que hizo una pequeña reverencia, e ingresó al aula.- Gracias por traerlo, profesor Huáng.

- ¡Ey!, ya te dije que no me llames tan formal, me haces sentir viejo.- Le reclamó casi susurrando el mayor.- Solo dime Dohko y ya, ¿de acuerdo, Shaka?

El rubio suspiró, siempre lo olvidaba.- Claro, profesor... Dohko.

- Bueno, debo volver a la oficina para arreglar unos papeles. Suerte con tus chicos, Shaka.

Después de que Dohko se retirara, Shaka ingresó al aula nuevamente.
Al parecer por ese día se había librado de preguntas incómodas gracias a la presencia de Dohko, y quizás también un poco debido a la presencia del chico peli-lila.

La clase fue bastante normal; hacer las presentaciones cortas para que los chicos se conocieran, explicar conceptos básicos y criterios de evaluación de la materia... Nada fuera de lo común.

- Bien, chicos. Gracias por su atención.- Dijo, cuándo la campana que anunciaba el fin de la clase sonó.- Nos vemos mañana. Tengan buen día.

Luego de despedirse del grupo, salió del aula, y se dirigió a la sala de profesores. No tenía ninguna clase, así tendría una hora libre para descansar y comer algo.

Su día fu bastante normal y tranquilo. En cuanto terminó sus clases, y finalmente podía retirarse a casa. Camino al estacionamiento, a lo lejos pudo ver al chico peli-lila, se veía bastante apurado corriendo hacia la salida.

- Ey, Mu, ¿cierto?

El chico volteó a verlo, deteniendo su apurado paso.

- Oh, buenas tardes, profesor Laghari.- Dijo el Omega peli-lila.- ¿Necesita algo?

Shaka negó con la cabeza.- Solo que te ví muy apurado.

El contrario bajó la vista, y pudo ver un leve rubor teñir sus mejillas.- N-No es nada, solo... Tengo que llegar a un lugar, es todo.

- ¿Quieres que te lleve?- Se ofreció el rubio.

- Muchas gracias, profesor, pero no quiero dar molestias.

- No es ninguna molestia, después de todo, debemos apoyarnos entre Omegas, ¿no?

Al final, el peli-lila aceptó la oferta del docente, y subió al auto. En el trayecto iba señalándole las calles al rubio, hasta que llegaron a lo que parecía ser una guardería.

- ¿Trabajas aquí?- Preguntó Shaka al ver el lugar al que habían llegado.

Mu tardó un poco en responder.- Algo así.- Dijo, visiblemente nervioso, para después bajar del auto.- Muchas gracias, profesor.

Shaka asintió, y después de despedirse, partió rumbo a casa.
Quizás había sido muy imprudente o había sonado muy entrometida su pregunta. Después de todo, la vida personal del joven no era asunto suyo.

Aunque no podía negar que Mu había llamado su atención de una forma que no debía. Era su profesor, y Mu su alumno, aún si no había demasiada diferencia de edad entre ellos, no era ético que un docente fijara su atención en un alumno, aunque bien sabía que a algunos de sus colegas ese principio poco o nada les había importado.

Además de que había otro problema; Mu era un Omega, y él también.
Algo así jamás sería bien visto por la sociedad. Eran Omega y Alfa, Omega y Beta, o Alfa y Beta.. Pero no Omega y Omega.

Si seguía pensando en eso iba a perder la cabeza. Decidió solo ignorar esos pensamientos, esperando que desaparecieran.

Ya no sé qué hacer
Para que estés bien
Si apagar el sol
Para encender tu amanecer

Habían pasado meses desde que las clases comenzaran, y el día del exámen final había llegado.

Entre más conocía al peli-lila, más le interesaba. Resultó ser bastante culto, inteligente, respetuoso y educado, aunque sumamente tímido como la mayoría de los Omegas.

Había descubierto que Mu tenía tan solo 19 años de edad, y que había dejado de asistir al escuela durante casi dos años, y ese día la razón estaba en el salón de clases.

- Kiki, tranquilo.- Batallaba el peli-lila, tratando de calmar al pequeño bebé pelirojo que lloraba en sus brazos.

Mu no tenía una marca de "pertenencia" en su cuello, por lo que era deducible que criaba sólo a ese bebé.

Shaka sabía de sobra que aquello no era bien visto por muchas personas. Un Omega criando solo a su hijo, sin un Alfa o Beta a su lado... Era prácticamente un pecado a ojos de muchos vejetes anticuados.

A veces le resultaba increíble cómo el que Alfas de casi treinta años pudieran casarse con Omegas o Betas mucho menores que ellos, pero en edad fértil. El cómo un Alfa podía tener varias parejas y ser visto como un campeón. Incluso el cómo era aplaudido si un Omega adolescente quedaba preñado, siempre y cuándo fuera de un Alfa de posición acomodada.

Pero si era un Omega quién salía con alguien menor que él, tenía más de una pareja, decidía separarse de su pareja, o criar a su hijo sólo, era señalado y tratado de la forma más cruel posible.

A pesar de que más de un chico de la clase demostró no tener ningún tipo de conflicto en que uno de sus compañeros fuera padre soltero, no faltó el imbécil que se pusiera a insultar a diestra y siniestra.

- ¡Maldita sea!, ¿podrías callar a ese mocoso ya?- Vió y escuchó desde detrás de la puerta cómo uno de sus estudiantes le habló a Mu.

- Lo siento.- Escuchó a Mu disculparse.

- ¡No entiendo porqué diablos estás aquí si tienes un hijo que cuidar!- Y el agresor parecía no estar dispuesto a ceder.- ¡Omegas como tú deberían quedarse en su casa a cuidar de sus hijos, en vez de traerlos aquí a molestar a gente con futuro!

Ese fue el colmo. No iba a permitir semejante comportamiento en su clase.

- ¡Molestas más tú que el bebé con tus gritos!- Le confrontó otro de sus estudiantes.- ¡Hazte un favor y cierra el pico, Jabu!

- Vaya, entre perras se defienden.- Siguió ese Alfa con su agresión.- No me sorprende de un insignificante Beta como tú, Seiya.

- ¿Celoso de que por tí nadie dice ni "pio"?- Contraatacó el Beta castaño, haciendo enfadar al rubio.- ¿Qué pasa?, ¿te comió la lengua el ratón?

Shaka pudo observar de reojo por la puerta entreabierta, cómo ese Alfa intentó atacar al otro jóven Beta, pero éste lo esquivó con facilidad, para después regresarle el golpe y mandarlo al suelo.

- ¡Ésta me la vas a pagar!

- ¡Detenganse ya!- Intervino otro Omega de cabello verde.- Con pelear no van a ganar nada.

- ¡Tú cállate, Shun!- Le gritó el rubio.- ¡No eres más que un estúpido Omega inútil, así que no te metas en lo que no te importa!

- ¡Vuelves a hablarle así, y te juro que vivo no sales de aquí!- Seiya volvió al ataque, golpeando nuevamente a Jabu.

Lo siguiente que vió fue como el salón se hizo un caos total. Seiya se le fue encima a Jabu a los golpes, y el rubio ni siquiera fue capaz de defenderse por sí mismo. Mientras tanto, Shun y otros compañeros trataban de separarlos antes de que se lastimaran de gravedad. Y el bebé de Mu se había asustado más con todo el escándalo.

Shaka realmente no tenía demasiadas ganas de intervenir. Ese Alfa era un maldito patán, egocéntrico y maleducado. Más que merecida tenía la golpiza que Seiya le estaba dando, pero como maestro, era su deber detenerlos.

- ¡Ya basta!- Detuvo la riña, entrando de pronto al aula, azotando la puerta.

Jabu aprovechó la distracción para quitarse de un empujón a Seiya de encima, y salir huyendo como la rata cobarde que era.

- ¡Señor Laghari!, ¡gracias al cielo que está aquí!- Corrió hacía él, tratando de hacerse la víctima.- Seiya se volvió loco de repente y se me fue encima. No hice nada porque él es un Beta y no quería lastimarlo, pero-

- Tu compañero tiene razón, Jabu, hazte un favor, y cállate.- Le interrumpió, ¿en serio lo creía tan estúpido para creerse eso?- Ví todo lo que pasó.

El Alfa se puso tan blanco como un papel, y no dijo absolutamente nada.

- Aquí no se juzga, se señala, ni mucho menos se le falta al respeto a nadie.- Siguió hablando el profesor.- Así que si tanto le molesta el ruido, es libre de retirarse a su casa cuándo guste, señor Bekele.

- Señor Laghari, yo-

- Adelante, señor Bekele. De todos modos no tiene ni la más mínima probabilidad de acreditar mi asignatura.- Lo confrontó Shaka, señalando la puerta abierta.- Es el peor estudiante de éste grupo. Todo el tiempo se la pasa jugando, perdiendo el tiempo y molestando a sus compañeros. No cumple con las tareas, reprueba todos los exámenes, encabeza la lista de inasistencias injustificadas, tiene mucho más de tres reportes por mala conducta... Estoy seguro de que a sus padres les interesará oír todo ésto.

- Pero yo-

- ¿No me escucho, señor Bekele? Dije "Fuera de mi clase"- Repitió el docente.- Haga lo que se le dé la gana, pero no quiero volver a verlo en mi clase. Yo no ayudaré a alguien como usted a convertirse en doctor. Ésta profesión definitivamente no es para usted.

El jóven Alfa se dió por vencido, intimidado por el profesor. Tomó sus cosas, y salió del salón con la cabeza agachada, ante la sonrisa triunfante de más de uno de sus compañeros.

- Si yo fuera usted, comenzaría a estudiar para los exámenes de recuperación. Por ahora, vaya a la oficina del profesor Huáng, él sabrá que hacer con usted.- Finalizó Shaka, para después cerrarle la puerta en las narices.- Todos los demás, vuelvan a sus lugares y preparen sus cosas para el examen.

Los jóvenes volvieron a sus asientos, sacando las plumas, lápices, borradores y sacapuntas que serían necesarios en la prueba.

El bebé de Mu seguía llorando, y el peli-lila no conseguía calmarlo, poniéndose cada vez más nervioso.

- Mu, ¿estás bien?- Se acercó Seiya a su compañero, que estaba punto de llorar de desesperación.- Tranquilo, de seguro solo tiene sueño, o el idiota de Jabu lo asustó. Solo déjalo que se calme.

- Tranquilo, Mu.- Shun también se acercó al peli-lila.- Si tú te pones nervioso, él también. Solo respira.

Shaka se acercó a sus estudiantes. Tenía que hacer algo.

- Yo cuidaré de él mientras usted presenta su examen, Mu.- Dijo el rubio, sorprendiendo a los tres chicos.- Es bastante valiente de tu parte cuidar de tu hijo, y soportar a gente estúpida. Así que no te preocupes más.

El jóven peli-lila asintió levemente, para después entregarle al pequeño en brazos a su maestro.

- Ya, ya, pequeño. Ya todo está bien.- Dijo Shaka, meciendo al bebé en sus brazos.- Papá está ocupado ahora, así que yo cuidaré de tí un momento, ¿de acuerdo?

Poco a poco el bebé dejó de llorar, mientras Shaka caminaba por todo el salón, con él en brazos, meciendolo de vez en cuándo.

Mu pareció relajarse cuándo su pequeño dejó de llorar. Y el exámen siguió su curso.

Shaka sabía que ese exámen era complicado, y los estudiantes necesitaban de toda su concentración en ese momento. Así que hizo su mayor esfuerzo por mantener al bebé tranquilo, saliendo de vez en cuándo del salón, vigilando a los chicos desde las ventanas del pasillo, incluso pidiéndole a uno de sus compañeros que supervisara al grupo mientras iba a comprarle algunos dulces al pequeño.

Después de un par de horas, el examen por fin había terminado. Algunos estudiantes lucían más tranquilos que otros, como solía pasar siempre en ese tipo de pruebas.

Al terminar la clase, devolvió al bebé, que se había quedado dormido, con su padre.

- Muchas gracias, profesor Laghari.- Le dijo el peli-lila, tomando al bebé en brazos.- Realmente no sé cómo agradecerle.

- No me agradezcas, solo hice lo que debía, y lo que cualquier persona con valores y ética hubiera hecho en mi lugar.

- Aún así, lamento mucho las molestias que causé.- El chico parecía avergonzado.- Es solo que... Hoy la guardería está cerrada por mantenimiento, y yo... No tenía con quién dejarlo, y...

El jóven Omega tenía los ojos humedecidos por las lágrimas, que amenazaban con salir de sus ojos.

- Tranquilo, ya todo pasó.- Le dijo Shaka, sonriendo levemente, mientras ponía una de sus manos en el hombro del contrario.- Realmente admiro a las personas como tú, que a pesar de ser juzgados, señalados y criticados por ser quiénes son, no cambian para complacer a nadie.

Mu no se atrevía mirar al rubio, y solo abrazaba a su bebé contra su pecho.

- Yo también fuí hijo de un Omega soltero, ¿sabes?- Continuó hablando Shaka.- Mi padre era un Alfa, y adoraba a su Omega, pero falleció cuándo yo aún no nacía. Y mi madre tuvo que criarme solo.

Mu alzó levemente la mirada, sin decir una sola palabra.

- Recuerdo que fue señalado y criticado por muchos, incluso yo llegué a sufrir de aquellos acosos durante mi infancia y adolescencia.- Siguió el mayor con su historia.- A pesar de todo, él nunca me dejó solo. Siempre trabajó de sol a sol para que a mí nunca me hiciera falta nada, cuidó de mí, y me apoyó en todo. Y yo como un idiota, por años lo culpé de las burlas y acosos, sin entender que él era el menos culpable.

- Debes quererlo mucho.- Susurró Mu, con una leve sonrisa, como si recordara algo.

- Desgraciadamente, fuí muy idiota y no supe quererlo cómo debía cuándo aún había tiempo.- Añadió Shaka, agachando la mirada.- Él enfermó, y falleció cuándo yo estaba por entrar a la universidad... Nunca pude pedirle perdón por la forma en que lo traté, ni agradecerle por todo lo que hizo por mí.

Mu no supo qué decir al momento, y guardó silencio, dejándole a Shaka continuar con su relato.

- Afortunadamente, en ese entonces ya conocía al profesor Huáng, y él fue quién se encargó de hacerme ver mi error, y de guiarme.- Dijo Shaka.- Gracias a él, entendí que los Omegas somos mucho más que un accesorio o un trofeo para Alfas. Y que sin importar nada, todos merecen ser tratados con respeto, sin ser juzgados, señalados ni criticados.

- Yo también perdí a mis padres.- Habló Mu, después de unos segundos.- Eran una pareja de Alfa y Omega, ellos murieron cuándo yo era un niños. Entonces quedé al cuidado de mi abuelo, un Omega estricto, pero también cariñoso.- El peli-lila sonrió como hace unos momentos.- Él aún sigue vivo, pero él se quedó en su pueblo. A veces quisiera tenerlo a mi lado, pero sé que al menos es felíz ahí.

Se quedaron hablando por unos minutos más, hasta que el pequeño Kiki comenzó a despertarse. Shaka se ofreció a llevarlos a casa, y Mu aceptó, sintiéndose bastante cansado.

Falar en portugués
Aprender a hablar francés
O bajar la luna hasta tus pies

Los resultados del examen llegaron, y la gran mayoría de los estudiantes estaban felices, debido a que habían obtenido notas aprobatorias.

Aunque otros más, estaban muriéndose de la rabia contenida.

- ¿Qué te pasa, Jabu?- Se acercó Seiya a burlarse del rubio.- ¿Papi te quitó el auto y mami te pegó por reprobar todas las asignaturas?

- ¡Cállate ya, hijo de-!

- ¡Señor Ishikawa, señor Bekele!- Intervino Shaka, antes de que esos dos se molieran a golpes otra vez.- Señor Bekele, creí haber sido bastante claro al decirle que no quería volver a verlo en mi clase.- El rubio quiso decir algo, pero Shaka no lo dejó.- Así que tome sus cosas y salga por favor. Ya reprobó la asignatura, no tiene ningún caso que esté aquí.- El jóven Alfa suspiró resignado, tomó sus cosas y se dispuso a salir, no sin las burlas de Seiya.- Señor Ishikawa, por favor comportese, o me veré en la necesidad de enviarlo a hacerle compañía al señor Bekele.

- ¡No, por favor!, ¡Lo que sea menos eso!- Dramatizó Seiya, para después irse a toda prisa a su asiento.

Shaka contuvo su risa, y volvió a su escritorio. Ese día su clase era la primera del día, y Mu todavía no llegaba. Era extraño, él no solía llegar tarde nunca. Algo andaba mal.

Sin poder hacer mucho al respecto, tuvo que comenzar con la clase, esperando que el chico llegara en el transcurso de la hora.

Para tranquilidad suya, Mu apareció casi veinte minutos después, con un pequeño pelirojo durmiendo en sus brazos, acompañado por el director de la universidad.

- Buenos días, profesor Laghari.- Habló el Alfa castaño.- Disculpe las molestias, pero uno de sus alumnos acaba de llegar, y necesita de su autorización para ingresar a su clase.

- Por mí no hay ningún problema, profesor Huáng.- Respondió Shaka, viendo a Mu encogerse en su lugar.- El señor Wang ya me había solicitado permiso para llegar un poco tarde.

La última parte era mentira, pero solo por esa ocasión decidió cubrir al peli-lila.

- Bueno, en ese caso, pueden continuar.- Dijo Dohko, guiñándole un ojo.

Dohko lo conocía perfectamente, sabía de sobra que la excusa del permiso era una mentira total. Pero aún así lo cubriría.

Shaka lo sabía, y simplemente sonrió levemente, agradeciéndole al que más que su profesor, fue su padre en algún momento de su vida.

- Lamento llegar tarde, señor Laghari.- Se disculpó el peli-lila, una vez que Dohko se retiró.- Kiki tuvo algo de fiebre anoche, y lo llevé en la madrugada al hospital. No medí bien el tiempo, y se me hizo tarde.

Shaka le dió un par de palmadas en el hombro al chico.- Tranquilo. Estoy seguro de que el profesor Huáng entiende la situación, y yo también. Lo importante es que tú y tu hijo estén bien.

- Gracias.

Después de ese incidente, la clase siguió su curso sin mayor problema. El bebé despertó en algún momento, pero el peli-lila pudo mantenerlo calmado.

Yo sólo quiero darte un beso
Y regalarte mis mañanas
Cantar para calmar tus miedos
Quiero que no te falte nada

El año escolar había terminado, las ansiadas vacaciones de verano finalmente habían llegado, y todos estaban emocionados por ello.

Casi todos, a excepción de cierto rubio, que sentía su corazón oprimirse.

Mu había conseguido pasar de grado con una de las mejores notas de su grupo. Pasaría a su siguiente año en la universidad, y Shaka dejaría de ser su maestro.

Se consoló a sí mismo repitiéndose que el peli-lila ponía todo su esfuerzo y corazón en cada cosa que hacía, no había duda de que algún día sería un excelente doctor, y bien merecido lo tendría.

Fuese de la forma que fuese, el que entre ellos existiera algo más que una relación cordial de maestro y alumno, era totalmente inaceptable e incorrecto, se viera por dónde se viera.

Para empezar, ambos eran Omegas, para gran parte de la sociedad era prácticamente un pecado, una abominación.

En segundo lugar, eran profesor y alumno. Si algo surgiera entre ellos, definitivamente se prestaría a muchísimos malentendidos, que tarde o temprano terminarían dañando las reputaciones de ambos.

En tercero, relacionado también con la segunda razón que tenía, no era ético que un profesor se fijara en un alumno, ni viceversa. Era algo que Shaka se repetía a sí mismo una y otra vez desde que se volvió profesor.
Sabía bien que a más de un profesor ese código moral le había importado menos que un nabo, y terminaron enredándose con sus alumnos, saliendo ilesos.

Y por último, Mu jamás había demostrado algún tipo de interés romántico en él. El chico siempre se mantenía centrado en sus estudios y su pequeño, que ya estaba cerca de cumplir tres años de edad.

Su mundo giraba en torno a su hijo. Todo lo que hacía era por y para su hijo. En palabras del mismo Mu, en sus planes no había espacio para nada más que no fuera Kiki.

No tenía forma de competir contra ese pequeño pelirojo. Ese niño era el centro y fin de todo el universo del peli-lila, y eso nunca cambiaría, así se cayera el cielo a pedazos, lo sabía bien.

Resignado, caminaba por el estacionamiento, hasta llegar a su auto, cuándo el ladrón de sus pensamientos lo interceptó.

- ¡Shaka!- Lo escuchó, mientras el peli-lila corría para alcanzarlo.

- ¿Pasa algo, Mu?- Al ver el estado del chico temió lo peor.- ¿Necesitas que te lleve a algún lado?

El jóven parecía nervioso, pero solo negó con la cabeza, con un leve sonrojo en sus mejillas.

- Entonces ¿qué es lo que pasa?

Mu no dijo nada por varios segundos, y Shaka no entendía el porqué.

- ¿Tiene un momento?

El rubio abrió los ojos por la sorpresa, ¿qué es lo que ese Omega estaba tramando?

- Claro.- Respondió.

Ambos subieron al auto del mayor, y Shaka arrancó. Salieron de la institución, sin tener un rumbo fijo.

- ¿Qué necesitas, Mu?

- Y-Yo...- Vió como Mu apretaba sus puños sobre su regazo. Los nervios se lo estaban comiendo vivo.- Si.

En ese momento, el color de la luz del semáforo cambió a rojo, y Shaka tuvo que detener el auto.

- ¿Q-Qué cosa?

- Ésto.

Fue lo único que dijo el peli-lila, para después saltar de su asiento y darle un corto y rápido beso en los labios al rubio.

Shaka abrió los ojos aún más que antes, totalmente desconcertado por la acción del menor. No se esperaba que el peli-lila hiciera eso.

Tan sorprendido estaba que ni siquiera supo cómo reaccionar. Se quedó totalmente estático, hasta que el estridente sonido de las bocinas de los autos lo hicieron volver al presente.

Apenado, arrancó el auto, sin atreverse a mirar a Mu.

Ninguno de los dos dijo nada por un buen tramo del camino. Parecía que daban vueltas en círculo, hasta que Mu se atrevió a hablar.

- Lo siento.- Murmuró apenado.

Shaka no supo qué responder. No estaba molesto, solo confundido, sorprendido.

- Creí que también le gustaba, creo que me equivoqué.

- No, yo...- Interrumpió al peli-lila, arrepintiendose al instante.- Mu, eres mi alumno, y yo soy tu maestro... ¿No entiendes lo mal que está ésto?

Mu asintió, aún más avergonzado que antes.- Lo siento.

- Olvídalo.- Suspiró Shaka.- Solo hagamos como que ésto jamás pasó, y no lo vuelvas a hacer, ¿de acuerdo?

- Si.

- ¿Necesitas ir a recoger a tu hijo?, los llevaré a casa si quieres.

Mu negó con la cabeza nuevamente.- Gracias, pero no es necesario. Un amigo me hizo el favor de ir por él.

Shaka no sabía que más hacer. Tenía tantos sentimientos que quería expresar, tantas palabras que quería decir, pero no podía ni debía.

Sin decir nada, se limitó a llevar a Mu a casa. Los había llevado a él y al pequeño Kiki unas cuántas veces, sabía la dirección.

Se estacionó fuera del edificio, y Mu bajó del auto, muerto de la vergüenza.

- Gracias, señor Laghari.- Dijo el menor, con las mejillas rojas, desviando la mirada.- Hasta mañana.

El jóven comenzó a alejarse del auto, aproximándose al edificio, y estaba a punto de entrar.

Shaka lo veía alejarse, y sentía como si de pronto el tiempo pasara más lento.

Sabía que esa era su primera, última y única oportunidad. Si la dejaba ir no tendría ninguna otra.

Una parte de su ser le imploraba a gritos que bajara del auto y corriera detrás de ese peli-lila que le había robado el corazón sin que se diera cuenta. Pero otra le gritaba que se quedara dónde estaba, arrancara el auto, fuera a casa, y olvidara lo ocurrido.

Atrapado en su indecisión, no fue capaz de siquiera moverse de su asiento, y antes de que diera cuenta, había perdido de vista al más jóven.

Suspiró derrotado, y sin nada más que hacer ahí, arrancó el auto, rumbo a su hogar.

Yo sólo quiero darte un beso
Llenarte con mi amor el alma
Llevarte a conocer el cielo
Quiero que no te falte nada

- ¿Entonces eso fue lo que te dijo?

El peli-lila asintió como respuesta a la pregunta de su castaño amigo.

- Cielos, realmente creí que también le gustabas.- Comentó el chico peli-verde que estaba con ellos.- Es que... No lo sé.

- ¡Por favor, Shun!- Volvió a hablar Seiya.- Sabes que el señor Laghari es muy reservado y estricto. Quizás solo no es capaz de admitirlo.

- Seiya, eso no-

- Es que es más que obvio, Mu.- Insistió el castaño.- Es obvio que se muere por tí. Todos lo notan menos tú.

Entonces escucharon la puerta abrirse, y por inercia giraron, viendo entrar por ésta al profesor.

- Buen día.- Saludó el rubio a su grupo, caminando a su escritorio.

Seiya y Shun se pusieron de pie, yendo a sus lugares, antes de que Shaka les llamara la atención por estar hablando en clase.

Mu ni siquiera se atrevía a alzar la vista, ni decir nada, seguía bastante avergonzado.

Shaka notó el comportamiento inusual en el peli-lila, que normalmente era de los alumnos que más participaban en clase.

Aún así, decidió hacerse el desentendido, y seguir la clase con normalidad. No quería que se prestara a malos entendidos.

Cuándo el timbre sonó, se acercó lo más discreto que pudo a Mu, intentando no llamar la atención de los demás jóvenes.

- Mu, ¿estás bien?

El menor pegó un pequeño salto en su asiento.

- S-Si, profesor.- Tartamudeó, desviando la vista.- Solo... No dormí muy bien anoche.

Shaka no supo qué decir por un momento. Él también se sentía incómodo, nervioso... Pero no podía simplemente dejar las cosas así.

- Mu, no quiero dejar las cosas así. Yo también me siento mal por lo que pasó.- Dijo susurrando.- Búscame en la sala de profesores a la salida, y hablaremos de ésto, ¿de acuerdo?

Mu asintió, sin saber cómo más reaccionar.

Shaka se fue lo más rápido que pudo, antes de que los estudiantes volvieran de la cafetería o dejaran de parlotear entre ellos y malpensaran la conversación.

Seiya y Shun se acercaron a su compañero, siendo Seiya el primero en hablar.

- ¿Qué te dijo?

- N-Nada.- Intentó evadir el tema.- Solo... Me preguntó algo sobre unos libros que me prestó, es todo.

Seiya no le creía, y estaba por insistir, cuándo otro profesor apareció, haciendo sentarse a todos.

- Shun.- Llamó Mu a su compañero, quién volteó para escucharlo.- ¿Tienes un momento?

- Claro, Mu, ¿qué pasa?

- ¿Podrías hacerme un favor?

El peli-verde asintió.- Si, ¿qué necesitas?

- ¿Podrías recoger a Kiki por mí, y cuidarlo un par de horas, por favor?- Preguntó apenado el mayor.

- Claro, sabes que me encantan los niños.- Le sonrió el menor.

- Te pagaría, por supuesto. No quiero abusar de tu amabilidad.

Shun negó.- No es necesario, Mu. Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.

- Señor Wang, señor Nakamura.- Les llamó en voz alta su profesor.- Si es tan importante su plática, con toda confianza pueden salir de mi clase.

De inmediato, ambos Omegas se separaron, no queriendo meterse en problemas.

- Lo sentimos, señor Ioannidis.- Se disculparon con el mayor.

Si el mundo fuera mío te lo daría
Hasta mi religión la cambiaría
Por ti hay tantas cosas que yo haría
Pero tú no me das ni las noticias

- ¿Seguro que no es molestia, Shun?

- Ya te dije que no te preocupes, Mu.- Sonrió el peli-verde.- Tú ve a hacer lo que tengas que hacer, yo me encargo de Kiki. Ahora, mejor vete antes de que Seiya vuelva del baño y empiece a bombardearte de preguntas.

Las clases habían terminado, y Mu se dirigía al lugar acordado con Shaka, después de hablar con Shun.

No fue difícil llegar, ya había acompañado a Shaka en más de una ocasión, aunque por diferentes razones a la de ahora.

Estaba nervioso, aún así, giró la perilla y abrió la puerta lentamente. Dentro de la sala, pudo a ver a ese rubio que lograba ponerlo nervioso con solo su presencia.

Shaka se percató de su presencia, y casi de inmediato lo jaló dentro de la habitación, cerrando la puerta por dentro.

- ¿S-Shaka...?

- Mu, yo...

Los dos estaban nerviosos, con las mejillas sonrojadas y prácticamente temblando.

- Shaka, podría venir alguien, y...

- No te preocupes, todos se han ido ya.- Respondió Shaka.- Mu, necesitamos hablar.

- Profesor, lamento lo que dije ayer, yo...

Shaka suspiró, para después hablar.

- Mu, ya te dije que soy tu profesor. Soy mayor que tú, y... Además... Los dos somos Omegas.

Mu solo agachó la cabeza. Sabía bien qué es lo que la mayoría de las personas pensaban sobre las relaciones entre dos personas de la misma casta, a excepción de casos muy específicos de Betas, ya que los últimos podían ser pareja, siempre y cuándo fueran un hombre y una mujer Beta.

No era bien visto que dos Betas del mismo sexo, dos Omegas, o dos Alfas tuvieran una relación. Especialmente entre Omegas.

- Mu, sabes cómo funciona esta maldita sociedad.- Añadió Shaka casi llorando.- Ya suficiente tienes con tener que aguantar las críticas por tu hijo, y yo... No quiero que tengas que soportar todo lo que implicaría estar conmigo.

- Shaka... Yo...- Mu también estaba nervioso.- ¿Tú... Sientes algo por mí?

El rubio bajó la mirada. ¿Debía responder con la verdad, o como siempre, negar lo evidente?

- Mu, yo...- Los expectantes ojos verdes de Mu lo miraban fijamente, esperando una respuesta.- Mu, mentiría si dijera que no siento absolutamente nada por tí.- Al final fue su corazón quién habló.- Desde que te ví, llamaste mi atención como nunca nadie había hecho antes... Y conforme te fuí conociendo más, me fuiste atrayendo más y más.

- Entonces...- Mu le tomó suavemente de la mano, haciéndolo saltar por la sorpresa.- ¿Por qué no lo intentamos al menos?

- Quiero que estés bien, Mu. No quiero arrastrarte a una vida de miseria y tristeza, siendo señalado y criticado por todos.

- Ya estoy acostumbrado a las críticas.- Sonrió tímidamente el menor.- Una más o una menos no será nada.

- M-Mu...

Antes de que pudiera decir algo más, los labios del peli-lila lo silenciaron.
Al inicio no fue capaz de siquiera moverse, pero después se dejó llevar, correspondiendo y disfrutando del beso.

Y ya no sé qué hacer
Para que estés bien
Si apagar el sol
Para encender tu amanecer

Las ansiadas vacaciones finalmente habían comenzado. Ahora, Shaka se encontraba en el departamento de Mu, sosteniendo en brazos al pequeño Kiki, quién jugaba con su largo cabello rubio.

- Creo que Kiki te quiere demasiado.- Comentó Mu, sentandose a su lado.

- Creo que más bien quiere mi cabello.- Bromeó el mayor.

Shaka había estado visitando continuamente al peli-lila desde que comenzaron las vacaciones. Se le había hecho habitual convivir con el pequeño Kiki, y se había encariñado con el bebé.

Mu sonreía mientras los veía a ambos jugando con un muñeco que Shaka le había regalado a Kiki.

- Shun me dijo que esta noche habrá lluvia de estrellas, y me preguntó si queríamos acompañarlos.- Comentó Mu.- ¿Quieres ir con nosotros?

- Claro.- Aceptó el rubio, sosteniendo al bebé pelirojo en brazos.

Habían iniciado una relación hace pocas semanas. Aunque habían acordado ser discretos, al menos hasta que Mu se graduara, para evitar malos entendidos y comentarios malintencionados.

Pero cuándo estaban solos, podían dejar de lado las máscaras que se habían impuesto usar, y podían ser libres de mostrarse su amor.

Sabían que su relación no sería aceptada fácilmente. Incluso después de que Mu se recibiera, tendrían que luchar contra varios obstáculos, escuchar críticas, soportar insultos, y aguantar a personas que intentaran separarlos.

Pero "si hay que luchar, luchar es educar, que en asuntos del corazón no hay reglas de dos". Era algo que se repetían entre ellos una y otra vez, no estando dispuestos a renunciar a su amor, ni ahora ni nunca.

Falar en portugués
Aprender a hablar francés
O bajar la luna hasta tus pies

La noche estaba cerca, y ellos se encontraban en el auto del rubio, con Kiki en un asiento especial en la parte de atrás, rumbo a las afueras de la ciudad, dónde varias personas se reunirían para ver el fenómeno natural.

- ¡Mu, señor Laghari!- Les llamó Shun, en medio de la multitud.- Qué sorpresa verlo aquí, señor Laghari.

- Shun, no estamos en la escuela, no es necesario que tengas tantas formalidades, solo dime Shaka.

- Lo siento, se-, digo, Shaka.

Shaka rodó los ojos, sonriendo levemente. Mientras Mu y Shun rieron bajo.

- ¿Llegamos a tiempo?- Cambió de tema Mu.

- Si. Faltan unos quince minutos para que comience.- Respondió Shun.- Vengan, Seiya también vino.

Shun los guió hasta la manta dónde se encontraba Seiya, al lado de un chico de cortos cabellos lilas, quién sostenía a una pequeña bebé de cabello lila en brazos y un portabebé a un costado, y dos Alfas que Shaka reconoció rápidamente.

- ¡Oh, hola, Mu. Hola, Shaka!- Les saludó Seiya, haciendo que el resto de los presentes voltearan.

- Hola, Seiya.- Respondió Shaka.- Hola, Saga, Kanon, Sorrento.

- Es un gusto verlo de nuevo, señor Laghari.- Le respondió cortés el Omega que sostenía a la bebé.

- Qué sorpresa que tú estés aquí, Shaka.- Comentó Saga.- No esperaba verte aquí en vacaciones.

- Lo mismo digo, Saga Ioannidis.- Sonrió Shaka de lado.

Saga Ioannidis, un colega y viejo rival de la facultad de medicina. Saga era unos cuántos años mayor que él, pero incluso así terminaron trabajando en la misma universidad. Actualmente eran colegas y tenían una relación bastante cordial, aunque eso no impedía que bromearan de vez en cuándo fuera de la escuela.

- Y a mí me alegra verte después de tanto tiempo, Shaka.- Le sonrió el gemelo menor.

Kanon Ioannidis, el hermano gemelo de Saga. También lo conoció en la universidad, aunque Kanon era todo lo contrario a Saga, y de hecho nunca tuvo algún tipo de rivalidad con él. Incluso fueron pareja durante un tiempo.

Kanon también trabajó un tiempo en la universidad, pero poco después de que Shaka comenzara a trabajar como profesor, Kanon renunció y comenzó a trabajar en una escuela secundaria.

El resto de sus compañeros, incluso Dohko seguían hablando y frecuentando al gemelo menor.

Pero Shaka dejó de hablar con Kanon hace un par de años, cuándo al Alfa peli-azul le fue descubierto un romance con uno de sus alumnos: Sorrento.

A Shaka nunca le pareció correcto fijarse en menores de edad, y a pesar de que todos dijeran todo el tiempo que Kanon adoraba a su Omega y lo trataba como rey, eso no quitaba que el jóven tuviera tan solo 15 años, y Kanon 27 cuándo se conocieron.

Por eso prefirió alejarse del gemelo menor, y no lo había vuelto a ver desde hace un par de años.

Lo único que sabía por Dohko, era que Kanon seguía trabajando como profesor de educación física en la misma escuela secundaria. Sus hijas tenían más o menos un año de edad. Y seguía con Sorrento, quién tenía apenas 17 años, esperando que el menor cumpliera la mayoría de edad para por fin contraer matrimonio oficialmente.

- Hola, Kanon.- Fue lo único que dijo, no queriendo hablar mucho con él, pero tampoco parecer grosero o descortés.

Saga sabía lo que pasaba por su cabeza, y Mu también dedujo que algo no estaba del todo bien por la mirada de Shaka.

Shun, Seiya y Sorrento también lo sabían, y decidieron hacer algo antes de que el ambiente se tornara incómodo.

- Kanon, por favor ayúdame con Sasha, mientras alimento a Saori.- Llamó Sorrento a su Alfa, que de inmediato tomó a la bebé en brazos.

- Shaka, ¿podrías ayudarme con Kiki un momento por favor?- Llamó Mu a Shaka, quién asintió.

El resto de la velada siguió con relativa normalidad, aunque con todos tratando de mantener a Kanon y Shaka lo más alejados posible.

La lluvia de estrellas fue un hermoso espectáculo natural, y todos, incluso los bebés lo contemplaban asombrados.

El fenómeno natural terminó, y era hora de volver a casa, ya algo adentrada la noche.

Seiya y Shun habían ido acompañados por sus familias, y después de despedirse, se marcharon junto a sus padres y hermanos.

Saga se encontraba ayudando a su cuñado a subir las cosas de las bebés al auto.

Mu se había adelantado para acomodar la silla de bebés, y volver en el auto, mientras Shaka sostenía a Kiki.

El rubio estaba sosteniendo al pequeño en sus brazos, esperar a que Mu regresara con el auto y pudieran irse, cuándo Kanon se acercó a él.

- Hola.- Le saludó el gemelo, con una de sus hijas durmiendo en sus brazos.- Creo que no estás muy feliz de verme aquí, ¿cierto?

- Vete al diablo.- Le soltó Shaka, meciendo a Kiki.

Kanon suspiró.- Escucha, Shaka... Sé que cometí errores en el pasado... Pero...

- ¿Errores, Kanon?, ¡Me fuiste infiel!, y lo peor no fue eso, sino el hecho de que me hayas traicionado con un niño.

El gemelo menor bajó la mirada.- Lo sé, y lo siento si te lastimé.- Shaka no esperaba por aquellas palabras, Kanon jamás se había disculpado antes por ese asunto.- También sé qué piensas lo peor de mí, que me aproveché de Sorrento, que estoy con él solo para evitar problemas legales, y mil cosas más.- Mentiría si lo negara, pensaba eso y más de él.- Pero no es así, Shaka.

- ¡Por todos los dioses, Kanon!, él era un niño, tú un adulto... Simplemente no entiendo.

- ¿En serio?, vaya, creí que ahora lo entenderías.

Shaka se sobresaltó con las palabras de Kanon.- ¿Qué quieres decir?

- Tú también te fijaste en uno de tus alumnos.- Shaka abrió los ojos como platos.- Ese chico, Mu. Tengo entendido que él era tu alumno, y ahora estás con él.

- ¿Cómo sabes tú eso?

Se suponía que nadie sabía de su relación, ni siquiera Seiya o Shun. Era un secreto. ¿Cómo es que Kanon lo sabía?

Vió al peli-azul sonreír de lado.- No lo sabía.- Maldita sea, se acababa de delatar él mismo.- Solo lo sospechaba.

- ¿Qué me delató?

Kanon seguía siendo bastante perspicaz, era imposible escapar de su visión.

- Por la forma en que lo miras, y de la que él te mira. Lo tomaste de la mano en algún momento. Él te deja cargar a su hijo como si fueras su padre, aunque biológicamente no lo eres...- Definitivamente Kanon no cambiaba.- Pero lo que te delató es que cuándo te pregunté, en ningún momento lo negaste.

- Aún así, no compares casos.- Se defendió.- No hay tanta diferencia de edad entre nosotros, además de que cuándo yo conocí a Mu, él ya era mayor de edad, y ambos éramos solteros.

Kanon solo sonrió.- Me alegra que seas felíz.- Shaka giró a verlo.- Yo encontré mi felicidad hace años, Shaka. Encontré a mi Omega, y él me dió a mis dos tesoros... A pesar de que soy un Alfa, no fue del todo fácil, pero persistimos, y no me arrepiento de nada. Lo amo con todo mi ser, y él a mí.- Shaka podía ver a Kanon sonreír embobado, mientras abrazaba a la pequeña en sus brazos, y miraba a lo lejos a su omega.- ¿Quieres un consejo?, si él te hace felíz, y tú lo haces felíz a él, la opinión de los demás sale sobrando. Estar juntos no será fácil para ustedes, pero si realmente lo amas, entonces no lo dejes ir, y luchen por su amor.

Shaka asintió.- No lo dejaré ir... Creo que es la primera vez que amo a alguien de ésta forma.

El sonido de una bocina de auto los Interrumpió. Kanon entendió la señal que su Omega le estaba dando, y se despidió de Shaka.

- Creo que ya es hora de irme.- Rió Kanon.- Sorrento ya se puso celoso, y debo ir a calmarlo.

- Quién diría que es él quien toma las riendas de la relación.- Bromeó Shaka.

- Bueno, ya sabes lo que dicen: "Dónde manda capitán no gobierna marinero."

El sonido de la bocina volvió a interrumpirlos.

- Definitivamente está celoso, y Saga no va a poder controlarlo por mucho tiempo.- Añadió Kanon.- Adiós, Shaka. Fue bueno hablar contigo, y por cierto, suerte con tu relación.

- Gracias. Igualmente.

- Ah, y no te preocupes, su secreto está a salvo conmigo.

Después de despedirse, Kanon se fue a toda prisa, con su hija en brazos. Shaka se quedó esperando a Mu por unos segundos más, hasta que el menor apareció con el auto.

- Lo siento, había muchas personas con sus autos intentando salir al mismo tiempo.

Shaka puso a Kiki en la silla de seguridad, y después subió al asiento del copiloto.- No te preocupes, Kiki es muy tranquilo.

Mu solo sonrió tímidamente, como siempre hacía.

- Por cierto, gracias por conducir.- Añadió el rubio.- No veo muy bien de noche.

- No es nada.

Después de eso, ambos partieran de vuelta a la ciudad. Durante el trayecto continuaron hablando de temas triviales, para no quedarse dormidos.

Llegaron a edificio del peli-lila, y después de estacionarse, Shaka bajó al pequeño del auto.

- Creo que alguien se quedó dormido en el viaje.- Comentó el rubio sonriendo, con Kiki en brazos.

Mu le sonrió de vuelta, y entraron al edificio, para después subir por el elevador y llegar al departamento. Después de ponerle la pijama y dejar a Kiki durmiendo en la cama de Mu, ambos se pusieron sus ropas para dormir, y se acostaron uno en cada lado de la cama, con el pequeño en medio de ambos, antes de que el sueño los venciera y se quedaran profundamente dormidos.

Yo sólo quiero darte un beso
Y regalarte mis mañanas
Cantar para calmar tus miedos
Quiero que no te falte nada

El sol se levantaba, anunciando el inicio de un nuevo día.

Shaka abría despacio sus bellos ojos azules, topándose con los verdes y brillantes ojos de Mu.

- Buenos días.- Le sonrió el peli-lila.

- Buenos días.- Respondió, mientras se estiraba para desperezarse.

Kiki aún seguía durmiendo enmedio de la cama, mientras Mu seguía abrazándolo.

Shaka no pudo evitar sonreír enternecido al ver dicha escena. Mu adoraba a ese pequeño más que a su propia vida, de cierta forma le recordaba a su madre.

Él también le había tomado un cariño especial al pequeño pelirojo de mejillas regordetas. Aunque sabía que no tenía su sangre, ni mucho menos lo había llevado en el vientre, lo quería cómo si fuera su hijo también.

- Déjalo descansar, aún debe estar cansado.- Le dijo al peli-lila, quién asintió, para después arropar al bebé.- ¿Tienes hambre?

- Un poco.

- Entonces prepararé algo para que desayunemos.

Mu tomó su mano, sonriéndole de es forma tan tierna y dulce que solo él podía.- Te ayudo.

Asintió aceptando la ayuda del menor, y juntos fueron hasta la cocina para comenzar a cocinar.

Les tomó tan solo un par de minutos para decidir qué hacer, decidiéndose al final por unos panqueques con jarabe de Maple y fruta picada, con un poco de zumo de naranja.

Incluso haciendo tareas del hogar se divertían y la pasaban bien, solo por estar juntos.

Ni siquiera sintieron cansancio después de terminar, y se sentaron para comer lo que habían preparado.

- Deberíamos hacer ésto más seguido.- Comentó Mu comiendo de los panqueques que habían preparado.

Shaka asintió sonriendo.

Un pequeño balbuceo, y unos ligeros tironcitos en la ropa de Shaka los hizo mirar hacia el suelo, dónde un pequeño Kiki, aún con su pijama, tratando de llamar su atención.

- ¡Kiki!- Exclamó Mu, mientras Shaka alzaba al bebé.- ¿Cómo llegaste hasta aquí?

- Debió despertarse por el olor de los panqueques.- Comentó el rubio, al darse cuenta de cómo brillaban los ojitos del pequeño pelirojo al ver el plato lleno de panqueques.

- Si algo le hubiera pasado, no sé qué haría.- Suspiró Mu, algo afligido.- Ya tuve suficiente con perder a alguien una vez... No quiero perderlo a él también.

Shaka y Kiki se dieron cuenta de las lágrimas que escapaban de los ojos del peli-lila.

Shaka se levantó, aún con el bebé en brazos, y fue hasta Mu. No dijo nada, solo lo abrazó por los hombros, dándole oportunidad de desahogarse.

- Debió ser duro para tí, ¿no?- Mu asintió, abrazándose al rubio.- Lo entiendo... No tienes que ser fuerte todo el tiempo, Mu. Está bien si sientes ganas de llorar de vez en cuándo.

- Yo...

- Todos lo necesitamos alguna vez. Es lo que nos hace humanos y nos recuerda que estamos vivos, y podemos sentir.- Le consoló el rubio.- El profesor Dohko solía decirme que "si te sientes triste, es porque antes fuiste felíz." Si el recuerdo de tu Alfa te hace sentir triste por el hecho de que él ya no está en este mundo, entonces eso significa que él te hizo felíz y te amó muchísimo, a tí y a Kiki, aún sin tener la oportunidad de conocerlo.

Mu le había contado hace un tiempo su historia. De cómo quedó en cinta cuándo tenía apenas 16 años, y el que era su Alfa aceptó la responsabilidad, y creyeron que serían felices de por vida.

Pero el destino es cruel, y un desastroso accidente le arrebató a su primer amor, cuándo estaba en el octavo mes de gestación. Gracias a la fuerte impresión, el parto se le adelantó, y Kiki terminó naciendo prematuro, pero consiguió salvarse con la incubadora y ser un niño sano.

- Yo estaré aquí para escucharte siempre que lo necesites.- Le recordó al menor.- Ya te he dicho que no me molesta si mencionas a tu Alfa o quieres hablar de él.

No sentía celos, ni ningún tipo de incomodidad o molestia si Mu le hablaba del padre de Kiki, al contrario. Por todo lo que Mu le había contado, no podía evitar sentir una gran admiración por ese Alfa. Muchos en su lugar hubieran optado por huir de su responsabilidad y abandonar al Omega y a su hijo a su suerte, pero él no.

Además, si él hizo feliz a Mu en el pasado, no tenía ningún derecho a reprender esos recuerdos ni quitarle esa pequeña pizca de felicidad. Al menos así lo veía Shaka.

- Api...- Escucharon al pequeño Kiki.- Añi, no... Lloar no.

- Kiki...- Mu acarició la mejilla de su hijo, y Shaka se lo entregó en brazos para que lo abrazara con fuerza.

Shaka no dijo nada más. Se limitó a abrazarlos a ambos, hasta que Mu consiguió tranquilizarse, y volvieron a sus lugares para continuar con el desayuno, con uno más en la mesa.

- Creo que cierto pequeño pelirojo va a ser demasiado hiperactivo cuándo crezca.- Comentó Shaka, mientras veía como Kiki se llenaba la boca con trocitos de panqueque.

- De eso no hay duda.- Sonrió Mu, viendo cómo Shaka trataba a Kiki como si fuera su propio hijo.

Shaka le devolvió la sonrisa, y continuaron con su desayuno en paz y tranquilidad, riendo con las travesuras del pequeño pelirojo, o hablando entre ellos.

Si todas sus mañanas al lado de Mu serían así, entonces no tenía nada más que pedir, felizmente se quedaría con él por el resto de sus días.

Ni siquiera él se dió cuenta en qué momento pasó, pero estaba perdidamente enamorado de ese lindo chico peli-lila, que le robó el corazón.

Si el mundo fuera mío te lo daría
Hasta mi religión la cambiaría
Por ti hay tantas cosas que yo haría

Desde que comenzaron con su relación ya habían pasado casi seis años, y Mu estaba a tan solo semanas de graduarse.

Shaka esperaba en el estacionamiento junto a un pequeño pelirojo de ocho años de edad, a que Mu saliera de sus clases para poder irse.

- ¿Cuánto más a va a tardar?- Preguntaba el pequeño.

- Las clases son pesadas, Kiki. Ya no debe tardar.- Respondió el rubio.- ¿Tienes hambre?

- No. Solo estoy aburrido.- Respondió el menor, jugando con el muñeco que siempre llevaba consigo desde que recordaba.

Shaka sonreía levemente, aún recordaba cuándo le regaló ese peluche a Kiki.- Siempre llevas ese muñeco a todos lados, ¿no te aburres de él?

- No, lo he tenido conmigo desde siempre, y así seguirá siendo.- Se encogió de hombros el pequeño, abrazando el peluche.

- ¡Oh, mira! Ahí viene.- Dijo el rubio, viendo al peli-lila a lo lejos.

Apenas cruzaron miradas, Kiki y Mu corrieron para encontrarse antes, y Shaka salió detrás del niño.

Mu alzó al niño en brazos, apenas lo tuvo cerca, y después abrazó a su querido rubio.

- ¿Nos vamos?

- Si.

Los tres caminaron hacia el auto, para después abordarlo y arrancar rumbo a casa.

Hace unos años, Mu y Kiki se habían mudado con Shaka, y vivían como una familia.

Kiki bajó del auto cargando su adorado peluche, para después subir a su habitación y quitarse el uniforme.

- ¡No olvides lavarte las manos antes de comer!- Le recordó Shaka desde las escaleras.

- ¡Sí!- Respondió el niño desde su habitación.

El rubio fue hasta la cocina, dónde Mu ya se encontraba picando unas verduras para preparar el almuerzo.

No dijeron mucho, no necesitaban palabras para entenderse, y se dedicaron a preparar sus alimentos, teniendo todo listo en poco tiempo.

Cuándo terminaron, se sentaron a la mesa para comer junto a Kiki.

Shaka sonreía felíz de ver a Mu. Todos los días eran igual de lindos para ellos. Habían hecho una promesa de hacer cada día especial, y ninguno estaba dispuesto a romperla.

Yo sólo quiero darte un beso
Llenarte con mi amor el alma
Sólo quiero darte un beso
Quiero que no te falte nada

- ¿Seguro de que ésto funcionará?- Preguntó Kiki, mientras ayudaba a Shaka pasando unos platos a la mesa.

- Siendo totalmente sincero, no lo sé.- Respondió el rubio, mientras ponía una bandeja en el horno.

El pequeño pelirojo dejó los platos en la mesa, y volvió a la cocina con el rubio.

- ¿Cómo que no lo sabes?

- Hay cosas que son difíciles de explicar, Kiki.- Intentó explicar el rubio.

Intentaba ser una figura paterna para Kiki, pero había cosas que serían difíciles de explicar para cualquier padre.

- Pues no entiendo porque estás tan nervioso.- Insistió el menor, comiendo una de las fresas que había sobre la barra.- Han estado juntos desde hace seis años, y llevan viviendo juntos casi el mismo tiempo, no veo porqué papá te diría que no.

Suspiró en respuesta. Quizás Kiki tenía razón, aunque eso no le terminaba de quitar los nervios.

- En fin, será mejor darnos prisa antes de que papá llegue.

Shaka asintió a las palabras de Kiki, y se continuaron con los preparativos.

Las vacaciones de verano habían comenzado, eran fechas muy especiales para Mu y Shaka por varias razones.

En primer lugar, eran por esas fechas que habían comenzado su relación. Mu también se había graduado y obtenido su título en medicina hace un par de semanas. Y ese día era su aniversario.

El joven peli-lila había hecho prácticas en un hospital, dónde comenzó a trabajar desde que se graduó, así que tuvieron todo el día para preparar todo.

Después de un par de horas, finalmente tenían todo listo. Solo quedaba esperar.

- Gracias por tu ayuda, Kiki.- Le agradeció el rubio al pequeño.

- No es nada, papá.- Le sonrió el niño.- Ahora vete a darte una ducha y a cambiarte antes de que llegue.

Shaka asintió, y fue a hacer lo que el pequeño sugirió.

Después de unos minutos, el rubio volvió a la cocina, encontrándose con Kiki ya cambiado y arreglado.

Se sentaron en la mesa para esperar al peli-lila, mientras el más joven ayudaba a su padrastro a tranquilizarse.

Y entonces escucharon la puerta principal abrirse.

Shaka giró la vista y pudo ver a ese peli-lila que amaba con toda su alma.
No pudo evitar sonreír al verlo con su bata blanca, adoraba verlo cumplir todas sus metas.

- Hola.- Les sonrió a ambos, para después darle un beso en la frente a su hijo, y otro a su pareja.- Lamento llegar tarde, tuvimos unos cuántos contratiempos en el hospital.

- No te preocupes.- Le sonrió el rubio.- Llegas justo a tiempo.

Se sentaron a comer la cena que Kiki y Shaka habían pasado toda la tarde preparando, mientras hablaban entre ellos sobre su día.

Shaka y Kiki fueron por el pastel de chocolate que habían preparado, para después cortarlo y repartir una porción a cada uno.

Los tres comían del postre, hasta que Mu notó algo brillante en medio del bizcocho.

El peli-lila usó su tenedor para sacar el objeto, y cuándo lo tuvo entre sus manos no se lo podía creer. El momento tan esperado llegó, y Shaka no podía estar más nervioso.

- ¿S-Shaka...?

- M-Mu...

Ninguno sabía qué decir. Kiki esperaba que alguno tomara valor, pero al ver que los dos estaban paralizados, decidió intervenir.

- Papá, Shaka quiere saber si te casarías con él.

Shaka solo pudo asentir, dándole la razón al pequeño.

- Si.- Susurró, sonriendo tímidamente el peli-lila.- Si quiero.

Se quedaron viendo cómo tortolitos enamorados, casi olvidandose del tercer presente.

- Bésalo ya.- Volvió a intervenir Kiki, haciendo sonrojar más a los adultos.- ¿Qué? Ya te dijo que sí.

Yo sólo quiero darte un beso
Llevarte a conocer el cielo
Sólo quiero darte un beso
Quiero que no te falte nada

Yo sólo quiero darte un beso
Quiero que no te falte nada

El día tan esperado por fin había llegado, seis meses después de comprometerse.

Los dos estaban nerviosos, no dudaban del amor del otro, pero los nervios por ser el día de su boda no pasaban.

- Tranquilos, lo harán bien.- Kiki como siempre, estaba a su lado para ayudarlos a mantenerse tranquilos.- Solo deben decir "Si" cuándo el juez les pregunte y listo, se acabó.

Rieron levemente, abrazando al pequeño. A veces él parecía el adulto y ellos los niños.

Cuándo se les hizo la pregunta, al verse a los ojos, todos los nervios desaparecieron, únicamente pensando en el otro y que sus vidas estarían unidas para siempre, y nada ni nadie podría separarlos.

Habían tenido que luchar por años contra críticas y comentarios malintencionados, pero solo sirvieron para hacer más fuerte su amor.

- Sí.

- Acepto.

Después de dar sus respuestas, un beso selló su promesa, siendo celebrado por los invitados.

Sabían que no sería fácil. Aunque poco a poco la sociedad fuera siendo más abierta de mente, y más tolerante con relaciones como la suya, aún tenía un largo camino que recorrer.

Pero no les importaba, se tenían el uno al otro para cubrirse la espalda mutuamente. Tenían al pequeño Kiki. Y una larga y bella vida juntos por delante.

Nada ni nadie los iba a separar. Eso podían jurarlo.

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Bueno, este songfic está dedicado a anamkda .

La verdad nunca antes había trabajado con esta pareja, y me fue algo difícil al inicio, pero debo admitir que al final terminé encariñandome muchísimo con este shipp 💕

Espero que te haya gustado, y que haya valido la pena la espera.

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