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Borro Cassettes [🦅AiacosxSaga♊]

Ayer me besaste y no podías parar
Y me bailaste hasta el amanecer
Cuando desperté yo te quise llamar
Y ahora me dice que borró cassete

Se despertó en su cama, con un punzante dolor de cabeza y unas enormes náuseas, producto de la resaca.

No le fue difícil darse cuenta de que además de las sábanas, no tenía nada más cubriéndolo. Le tomó unos minutos más recordar lo que había pasado la noche anterior, pero cuándo lo consiguió, no dudó en levantarse y tomar su celular lo más rápido que pudo, olvidando completamente su malestar físico.

- ¿Kanon?, ¿dónde estás?

- Me quedé a dormir en casa de mi amigo.- Respondió su gemelo al otro lado de la línea, probablemente igual de mareado y somnoliento que él.- ¿Dónde estás tú?, anoche desapareciste de repente.

- Estoy en el departamento.- Respondió, tallando sus ojos.- ¿Cómo llegué aquí?

- ¿Eh?, ¿no recuerdas nada?- Preguntó Kanon, sonando más despierto que antes.

- Solo... Algunas cosas...- Admitió.- Pero no quiero apresurarme a sacar conclusiones.

Kanon guardó silencio unos segundos, y Saga no tardó en darse cuenta de que su hermano había cubierto el micrófono del teléfono. No tenía idea de qué pasaba al otro lado de la línea, y seguramente no quería saber tampoco, al escuchar lo que le pareció el sonido de un beso. Pero después Kanon finalmente dijo algo.

- Estaré en casa en más o menos una hora.- Dijo Kanon.- Ahí hablamos y te explico todo lo que sé, ¿de acuerdo?

- De acuerdo.- Suspiró derrotado.

Aceptando su derrota, colgó la llamada, recargando después su espalda en la cabecera de la cama.

Decidió revisar su teléfono una vez más, con la mínima esperanza de encontrar aquel número de teléfono, o al menos algún rastro de él, pero nada.

No le quedaba más que esperar a que Kanon volviera.

...

Esperó el tiempo que su gemelo le había dicho, y como lo prometió, una hora después, Kanon estaba en el departamento que compartían desde hace años.

- ¡Por todos los dioses del Olimpo, Saga!- Exclamó Kanon al entrar a su habitación.- Ponte al menos unos pantalones, ¡no seas desvergonzado!

- No seas dramático.- Dijo rodando los ojos.- ¿Se te olvida que somos gemelos idénticos?, no tengo nada que tú no, y que no me hayas visto antes.

- Haré como que no dijiste semejante estupidez para defender tu exhibicionismo.- Gruñó Kanon.- En fin... ¿Qué fue lo que pasó aquí?

- Eso es lo que yo quisiera saber.- Suspiró el gemelo mayor, sin saber cómo pedirle la información que quería a su hermano.- ¿Qué fue lo que pasó anoche?

- Lo último que supe por palabras de Sorrento, es que te vieron saliendo de casa de Radamanthys con alguien.- Le confirmó Kanon.- Pero yo estaba muy borracho y la verdad no recuerdo. Así que será mejor que simplemente lo olvides y sigas con tu vida.

- ¿Qué quieres decir?

Kanon solo se encogió de hombros.

- Kanon, te hice una pregunta.

Su gemelo suspiró, y respondió la pregunta.- Mira, Saga... A veces las cosas simplemente pasan. Ya sabes, te embriagas, te calientas, alguien termina igual que tú, pasan una noche juntos y ya...

- Quiero volverlo a ver.- Confesó Saga finalmente, desviando la vista.- Creo que su nombre era Aiacos.

Kanon se quedó sin palabras, como si de pronto no supiera qué decir, hasta que Saga preguntó el porqué.

- Si es el mismo Aiacos que yo conozco, pierdes el tiempo.- Soltó Kanon.- ¿Recuerdas cómo era?

- Cabello violeta, ojos magenta, piel algo bronceada...- Describió Saga lo mejor que pudo a aquel chico, y pudo darse cuenta de cómo Kanon se rascaba la nuca, pareciendo nervioso.

- Ese definitivamente es Aiacos Winkler.- Confirmó Kanon sus sospechas.- Saga, créeme, no quieres volver a saber nada de él. Por tu bien te lo digo.

- ¿Qué tiene de malo él, Kanon?

- Es primo de Radamanthys y de Minos. Es el segundo hijo más pequeño de Hades Winkler, y más importante, ¡es hermano menor de Milo!.- Explicó Kanon.- Es un niño mimado, hijito de papi y mami. Un grosero, maleducado, clasista, superficial, insensible, patán, mentecato....

- ¿Qué tus amigos, Radamanthys y Minos y Milo no son parte de la familia Winkler también?

- Hablamos de la manzana podrida, no de todo el frutero.- Replicó Kanon.- Rada, Minos, y sobretodo Milo, no se parecen en nada a ese cabeza hueca.

Saga no pudo evitar torcer los labios al escuchar la forma de Kanon para referirse a Aiacos.

- Vamos, Saga, no te lo tomes a pecho.- Al parecer, Kanon se dió cuenta de su molestia.- Aiacos es un desgraciado que se mete con cualquiera solo para después divertirse con sus sentimientos. Radamanthys dice que cuándo estaba en secundaria hizo que tres chicos pelearan por él, y prácticamente los convirtió en sus esclavos personales por un año entero, y la única forma de detenerlo fue enviándolo a un internado en Nepal.

Saga se sorprendió al saber aquella información de Aiacos. Aunque eso explicaba porque nunca antes lo había visto con el grupo de amigos Kanon, a pesar de pertenecer a la misma familia.

- En fin... El caso es que regresó de Nepal hace unas semanas y Milo y sus primos no tienen de otras más que incluirlo en todos sus planes, por más inoportuno o molesto que sea.- Añadió Kanon.- Por eso es que casi no he salido con ellos últimamente, y la fiesta fue en casa de Radamanthys, todo por culpa de ese niñito idiota.

- Suenas como un niño haciendo una pataleta solo por no poder estar tanto tiempo con sus amigos.- Soltó Saga, ganándose un puchero de parte de Kanon.- Ni siquiera lo conoces, ¿en serio crees ciegamente lo que Milo y el resto diga?

- Ya lo conocí anoche, y no quiero volverlo a ver.- Se defendió Kanon.- Por su culpa Sorrento casi termina provocando un escándalo enmedio de la fiesta.

Saga rodó los ojos, comenzando a fastidiarse.- Dudo que otras personas sean culpables de que tu novio sea un celoso obsesivo, que se enfada hasta porque una mosca se te pare encima.

- Una mosca llamada Aiacos, que no dejaba de insinuarme mil cosas, aún después de que le dije que tenía pareja, y no quería nada con él.- Masculló Kanon.- ¿Cómo te sentirías tú si un tipo cualquiera comenzara a coquetearle a tu novio enfrente de tí?

Saga no dijo nada. No sabía eso, pero siendo completamente sincero consigo mismo, y por más que destestara aquel simple hecho, Kanon tenía algo de razón esta vez.

- Quizás se confundió de gemelo.- Lo sacó Kanon de sus pensamientos.- Eso explica porqué dejó de molestar de un momento a otro.

Entonces a Saga le llegaron recuerdos de la noche anterior, y cómo cruzó palabra con Aiacos.

Que no se acuerda de esa noche
Porque ella borró cassette
Dice que no me conoce
Y quiero volverla ver

Recordó que durante la fiesta optó por quedarse al margen de todo, siendo consciente de que inevitablemente, Kanon terminaría sin poder siquiera mantenerse en pie por el alcohol, y tendría que ser conductor designado.

Perdió de vista a su gemelo apenas unos minutos después de haber llegado a la mansión de la familia de Radamanthys, hace poco más de un par de horas, pero no le dió importancia, sabiendo que estaría con su novio y sus amigos, se preocuparía de buscarlo cuándo fuera hora de ir a casa.

Aburrido, sacó su celular y entró a una app al azar, deslizando la pantalla hacia arriba, intentando matar el tiempo. Entonces, una publicación captó su atención, se trataba de un cartel promocional de su autor favorito, se trataba del lanzamiento de un nuevo libro.

- Vaya, se ve que eres un gran fan.- Escuchó una voz que no reconoció, y alzó la vista, buscando al dueño.- No te culpo, sus libros son bastante buenos.

No pudo evitar posar sus ojos en el jóven que tenía enfrente, ciertamente había llamado su atención con ese cabello violeta, esa piel acanelada, y sobretodo, esos ojos de aquel color tan raro y peculiar.

- ¿Tengo algo en la cara?- Escuchó reír al desconocido. Entonces cayó en cuenta de sus acciones, y de inmediato desvió la vista.- Tranquilo, no muerdo... Al menos por ahora.

Por un momento no supo si era una imaginación suya, o ese chico le estaba coqueteando, pero fue el mismo chico quién dejó todo claro.

- Mi nombre es Aiacos, ¿y el tuyo, guapo?- Se presentó con una sonrisa, mientras bebía el líquido de su vaso, clavando su vista en él.- ¿Acaso te llamas Adonis?, ¿o porqué no puedo dejar de mirarte?- Siguió hablando, bebiendo de lo que parecía ser whisky.- ¿O será que te llamas Eros?, porque siento que quiero arrodillarme frente a tí, y no precisamente para rezar.

Saga sintió sus mejillas teñirse de rojo al instante, y como sus manos temblaban por los nervios. Jamás se había topado antes con alguien tan directo.

- ¿Qué pasa?- Rió coqueto el chico del que ahora sabía su nombre.- ¿Vienes acompañado?

Por alguna razón, que ni él entendía, sentía que Aiacos lo estaba desvistiendo y devorando con la mirada, y no pudo evitar sentirse intimidado, pero a la vez atraído por la actitud del contrario.

- N-No...- Tartamudeó nervioso.- S-Solo vine con mi hermano, p-pero él debe estar con sus amigos y su novio.

- ¿Y tú?- Sintió que Aiacos pasaba sutilmente sus dedos por su hombro, para después jugar un poco con sus largos cabellos.- ¿Tienes algún compromiso?

- N-No... Estoy soltero.

-¿Tan guapo y sin pareja?- Entonces sintió que Aiacos se acercó aún más, tanto que podía sentir sus respiraciones chocar.

Inconscientemente, sus miradas chocaron, y perfectamente pudo ver la coqueta sonrisa de Aiacos.

Se dejó llevar por el momento y el magnetismo que desprendían aquel jóven, y terminó besándolo.

Fue un beso bastante intenso y profundo, por mucho el mejor de su vida. Sintió los brazos de Aiacos recargandose en su cuello, y como con sus manos lo atraía más hacía él, presionando su nuca, y enredando sus dedos en su cabello.

Sin duda el chico de ojos amatista sabía lo que hacía, moviendo sus labios al compás, dando suaves y juguetonas mordidas de vez en cuándo, y haciendo que sus lenguas se rozaran el tiempo justo.

- En ese caso, ¿puedo hacerte compañía?- Preguntó Aiacos cerca de sus labios, cuándo rompieron el beso.

Saga seguía en shock por el contacto de hace unos segundos, que simplemente asintió, con las mejillas rojas.

- Siento que la vamos a pasar muy bien juntos.- Añadió Aiacos, con la misma sonrisa seductora, para después volver a besarlo de aquella forma que le encantó como aterró por igual.- ¿Quieres tomar algo?

Aceptó el ofrecimiento de Aiacos, y fueron hasta la barra de bebidas, haciéndose con unos tragos.

Aiacos no dejaba de hablar animadamente, sin borrar aquella sonrisa en ningún momento, pasando de vez en cuándo sus manos por el cuerpo ajeno con toques sugerentes.

Saga estaba muerto de nervios al inicio. No era para nada su estilo éste tipo de cosas, no le gustaban las relaciones sin sentimientos de por medio, basadas únicamente en la búsqueda de saciar instintos. Prefería las relaciones estables y basadas en sentimientos auténticos. Por algo en toda su vida había tenido tan solo unos tres noviazgos a pesar de tener 28 años de edad.

- Mira, lo de hace un rato...- Intentó hablar con Aiacos, y dejar en claro que no quería ir más allá, pero el peli-violeta jamás lo dejó terminar, siempre interrumpiendo sus palabras con un vaso con algún tipo de alcohol, cambiando de tema abruptamente, o incluso usando sus labios.- No..- Dijo finalmente, apartando unos centímetros al chico.- Lo siento, ésto no es lo mío. No estoy interesado en algo de una sola noche.

Aiacos no dijo nada por unos segundos, y temió lo peor, pero entonces lo escuchó reír levemente, y después sintió como tocaba su hombro.

- Está bien.- Dijo Aiacos, no parecía enfadado, ni siquiera molesto.- Entonces, ¿qué te parece si solo brindamos y conversamos?... Saga, ¿verdad?

Saga asintió. Aiacos no parecía una mala persona, de hecho, le había agradado su carácter tan despreocupado y alegre. Sinceramente, quería conocerlo, así que aceptó la oferta.

Pero no tardó en perder la cuenta de cuántas copas ingirió, con la compañía de Aiacos era práctica imposible. No solo era bastante agraciado físicamente, también era increíblemente culto y con temas de conversación bastante interesantes.

El alcohol hizo de las suyas, y para cuándo reaccionó, no tenía idea de cómo terminó besándose con un desconocido, y después yendo hasta el departamento que compartían él y su gemelo.

Si se concentraba demasiado, aún podía sentir los labios de Aiacos deslizándose de su bocas hasta su cuello, mientras movía suavemente sus caderas.

Aún recordaba la suavidad del cabello de Aiacos, y la calidez de su boca al darle placer, así como la delirante sensación de tomar a aquel chico, que no dejaba de gritar su nombre una y otra vez, pidiendo más.

Apenas llegaron a su destino, Aiacos no perdió el tiempo para besarlo con aún más intensidad que en la fiesta, pero al poco tiempo dejó de ser suficiente para ambos, y en la habitación de Saga, Aiacos tomó la iniciativa nuevamente al arrodillarse enfrente del gemelo mayor, quedando justo enfrente del cierre de sus pantalones.

Saga tan solo recordaba ver cómo Aiacos se deshacía de sus prendas como un profesional, para después tomar su miembro semi-erecto en sus manos, comenzando a tocarlo, y minutos después, llevárselo a la boca, engullendolo por completo.

Estuvo a punto de vaciar toda su escencia en la boca de Aiacos, pero entonces el peli-violeta detuvo su labor, para después ponerse de pie, y empujarlo a la cama.

Aiacos se deshizo de su ropa, quedando en igualdad de condiciones, para después acompañarlo en el lecho.

Volvieron a besarse por enésima vez en aquella noche, y tan solo unos minutos después, Saga tenía a Aiacos montandolo, mientras le besaba y mordía el cuello y arañaba su espalda.

Se perdió tanto en sus recuerdos, que se olvidó completamente de su presente, hasta que un golpe en su nuca lo hizo volver en sí.

- ¡Por todos los dioses del Olimpo, Saga!, ¡contrólate!- Escuchó la voz de Kanon, quién lo había golpeado con la palma de su mano.- ¿Tanto te gustó la mamada que te dió anoche?

Al mirar su entrepierna, cubierta únicamente por la delgada sábana, se dió cuenta de la leve erección que comenzaba a formarse.

- ¡Vete al demonio!- Refunfuñó, para después cubrirse con la primera almohada que encontró, mientras escuchaba a Kanon reírse levemente de su problema.- ¡No es gracioso, Kanon!

Y que los tragos, hicieron estrago en su cabeza
Ella con cualquiera no se besa
Quiero que sepa que me interesa
Y no hay un día que no pare de pensar en su belleza

Después de golpear a su gemelo con una almohada, mientras su "réplica"- como solía llamarle cuándo jugaban o discutían-, no dejaba de reírse, finalmente había podido tomar una ducha, y llegado al comedor para desayunar algo junto a Kanon.

- ¿En serio sigues pensando en ese tipo?- Lo sacó Kanon de sus pensamientos, mientras le daba un trago a su café.- Si sigues así, creo que le preguntaré a Rada si conoce algún brujo o algo así, por si te lanzó un hechizo la arpía esa.

- No digas tonterías.- Respondió, soplando el café de su taza, para después darle un sorbo.- Sabes que nunca he sido el tipo de persona que busca aventuras de una sola noche.

Escuchó reír levemente a Kanon, quién después respondió.

- Vaya que lo sé...- Dijo sonriendo.- Eres igual que mamá, un Romeo buscando a su Julieta, un Jack esperando a su Rose, un príncipe azúl buscando a su Cenicienta...

- Ya entendí.- Masculló el gemelo mayor.- Pero tú tampoco te hagas el desentendido, que cuándo conociste a Sorrento fue como si alguien al fin hubiera tenido las agallas suficientes para ponerle una correa a un perro...

- ¡Oye!- Exclamó Kanon, haciendo un puchero.- ¿Por qué un perro?

- No es un secreto para nadie que antes de formalizar con Sorrento, eras muchísimo más cercano con Radamanthys y todos sus primos.

Siguieron hablando por unos minutos más, hasta que Saga decidió insistir en el tema de la mañana, haciendo incomodar a Kanon.

- Saga, ya te lo dije. Él es todo lo opuesto a tí, no ama a nadie más que a sí mismo.- Insistió Kanon.- Se va a la cama de cuánto hombre se le ponga enfrente, no busca nada serio. Todos son solo romances de una noche, y después pasan a ser otro más del montón, y lamento ser yo quién te lo diga, pero tú no serás la excepción.

Saga le dió un par de vueltas en su mente a las palabras de su hermano. Kanon creyó que había logrado su objetivo, y Saga finalmente desistiría, pero toda esperanza se fue por el desagüe segundos después.

- Supongo que es un riesgo que tendré que correr.

Kanon casi quería lanzarse por la ventana en ese instante. ¿Cómo Saga podía ser tan inteligente y prudente en algunas cosas, y tan estúpido y terco en otras?

- Dices que es pariente de tus amigos, ¿no?- Volvió a hablar Saga.- Por una vez en tu vida haz algo por mí, y ayúdame a localizarlo.

- ¡Estás demente!, no seré yo quién haga de tu vida un jodido infierno, buscando a ese diablo.

Kanon se negó rotundamente, y entonces Saga decidió usar su haz bajo la manga.

- Cuándo tú te enamoraste de Sorrento, e hiciste todo por conquistarlo, yo te ayudé en todo.- Kanon lo miró fijamente, lo tenía. Sabía que era un truco sucio, pero en el amor y la guerra todo se vale.- Incluso accedí a hablar con él y convencerlo de que aceptara tener una cita contigo... Y hasta acompañarlos, "para que tú no intentaras pasarte de listo".

Kanon lo miró con reproche. Ese fue un truco bajo, pero no podía negar que su hermano siempre lo había apoyado, incluso más de lo que debía. Así que simplemente suspiró resignado.

- Está bien.- Accedió, aceptando su derrota.- Pero después no vengas llorando, diciendo que no te lo advertí.

Sabía que quizás Kanon tenía razón. Después de todo, tenía al menos un punto a su favor, ya que conoció a Aiacos en una fiesta, en medio de efectos del alcohol. Quizás el peli-violeta estaría avergonzado, y haría todo por fingir que nada pasó. Pero Saga se sentía completamente enamorado, Aiacos había sacudido su mundo entero, y quería volverlo a ver, ésta vez en otras circunstancias.

Quería decirle que le parecía una persona encantadora, interesante, hermosa... Quería conocerlo más.

Quería saber su historia, su pasado, sus miedos, sus inseguridades, sus sueños y sus aspiraciones.

Quería tener la oportunidad de estar a su lado. Sanar sus heridas si antes alguien lo dañó, amarlo y protegerlo de todo mal...

Definitivamente sonaba una locura si lo decía en voz alta, pero era lo que su corazón sentía.

Te dije mami, tomáte un trago
Y cuando estés borracha pa' mi casa nos vamo'
Me sorprendió cuando sacaste ese cigarro
Tomaste tanto que lo has olvidado

Pasaron un par de días, antes de que el fin de semana terminara, y fuera hora de volver a su rutina semanal de la universidad.

Compartían pocas clases, y ese día solo compartirían una. Así que esa y la hora del almuerzo, Kanon le daría la información que consiguiera.

Durante ese día, le costó bastante concentrarse. Su mente solo divagaba en Aiacos, y lo mucho que deseaba con todas sus fuerzas que Kanon pudiera ayudarlo a localizarlo.

- ¡Señor Dimitris, concentrese por favor!- Escuchó a lo lejos la voz de su profesor de matemáticas, que lo hizo recordar dónde estaba.

- L-Lo lamento mucho, profesor Krest.- Se disculpó avergonzado.

El castaño lo miró de arriba a abajo, para después rodar los ojos y torcer los labios, estaba molesto.

- Lo pasaré por alto solo porque es de los mejores estudiantes de esta clase.- Gruñó el docente.- Pero que no se repita. La próxima vez no seré tan piadoso, y tendrá que ir a visitar a la rectora.

Saga asintió, y la clase siguió con normalidad. A excepción de las miradas que Krest lanzaba de vez en cuándo como advertencia.

...

Cuando la campana anunció el fin de la clase, y Krest les permitió abandonar el aula, todos se retiraron para ir a sus próximas clases.

Saga tenía clase de inglés, asignatura que compartía con Kanon y su grupo de amigos. Era la oportunidad perfecta para hablar con ellos.

Entró al aula, y tomó asiento en su lugar de siempre. No había muchos alumnos aún, era normal, después de todo, recientemente había sonado el timbre.

Mientras esperaba la llegada de Kanon, sacó su teléfono y se puso a revisar todo lo que pudiera darle una pista, con la minúscula esperanza de encontrar algo. Pasó por los contactos, registro de llamas, todas las apps de mensajería instantánea, redes sociales... Hasta llegar a su galería de fotos.

No la usaba frecuentemente, no era fanático de tomarse demasiadas fotografías, y las pocas que tenía, o bien, eran las que sacaba Kanon cuándo se confundían de teléfono, o las tomaba cuándo él estaba distraído. O de planos y apuntes referentes a su carrera universitaria.

Entre todas esas fotos, al pasarlas una por una, encontró una en la que aparecía Aiacos. Lo reconoció al instante, con su alocada cabellera, de un color similar al suyo, y esos ojos de un color tan peculiar.

Al parecer, Aiacos había tomado la foto, mientras lo abrazaba. No tardó en darse cuenta de que estaba dormido, y Aiacos probablemente aún bajo efectos del alcohol. Aunque eso no hacía su sonrisa menos hermosa.

- No jodas, ahora es seguro que te hizo un muñeco vudú o algo así.

La voz de Kanon lo hizo erizarse igual que un gato, y casi dar un brinco en su asiento.

- ¿Cuándo saliste del infierno?- Dijo, guardando su celular.

Kanon rió antes de responder.

- Llegamos hace un par de minutos, pero ni siquiera te diste cuenta por estar viendo cómo tonto esa foto.- Respondió su gemelo, y entonces se percató de que toda la pandilla de Kanon estaba detrás de él, conteniendo la risa... Lo que le faltaba, ahora los Winkler y el hijo de la rectora sabían su secreto.- En fin... Ya que la arpía esa te atrapó en sus redes, aquí traje a los que lograron sobrevivir a sus garras toda su vida. Adelante, pregúntales lo que quieras.

Minos, Radamanthys y Milo solo alzaron la mano, intentando contener su risa, bajo la atenta e inquisidora mirada de Sorrento.

- Así que después de todo, Aiacos sigue teniendo su toque.- El primero en hablar fue Milo, que ahora que lo miraba detenidamente, vaya que se parecía a Aiacos.- Bueno, no sé si Kanon te lo advirtió ya. Pero a mi... "Hermano", si es que se le puede decir así, no podrías importarle menos.

Y ahí estaba otra vez. Una parte de él le decía que quizás si ya dos personas se lo dijeron, debería aceptarlos. Pero otra parte de él argumentaba que Milo y Kanon habían hecho cosas igual o peores de las que acusaban a Aiacos, así que su palabra podía entrar en duda.

- Con todo respeto, Saga. Pero no seas idiota, y mejor olvídate de Aiacos.- Habló ahora Radamanthys, con ese acento algo raro.- Si lo que quieres es volver a acostarte con él, y le gustaste, entonces quizás él acepte, pero solo eso. Nada que involucre sentimientos.

- Se supone que es pariente suyo, y hablan así de él...- Murmuró Saga, más para sí mismo que para los otros.- No quiero ni imaginar lo que dirán de quienes no tienen ningún lazo con ustedes...

Al parecer, los Winkler lo escucharon, pero Milo y Radamanthys simplemente hicieron oídos sordos. El único que respondió fue Minos.

- Lo admito, de Radamanthys espera hasta una puñalada por la espalda. De Milo espera algo como eso solo si lo provocas.- Dijo Minos, el más sereno y al parecer, el más decente de todos.- Pero hasta yo, que soy el más imparcial, sé que Aiacos no es un santo precisamente. Ha lastimado a muchas personas, ha provocado ya varios problemas, y ha metido a nuestra familia en escándalos. Así que no puedo decir mucho para defenderlo.

Saga no supo qué decir al instante. Debía admitir que Minos tenía una enorme capacidad de manipulación, no por nada era el presidente del club de debate, y se había coronado invicto en dicha disciplina desde su primer año de universidad. Pero justamente por esa razón, sabía que no debía dejarse llevar. Minos sería capaz de convencer a un pastelero de comprar pasteles, entonces ¿por qué confiar ciegamente en él?

- Sin ofender, Minos. Pero estoy a favor de conocer a las personas por cuenta propia.- Habló Saga, cuidando su vocabulario.- Después de todo, todos somos el villano en una historia mal contada.

El albino se le quedó mirando unos segundos, al igual que sus parientes, pero después, simplemente asintió.

- Buen punto. Quizás tengas algo de razón.- Aceptó Minos.- Quiero decir, por algo fuiste mi rival más fuerte y difícil de vencer en el pasado, ¿no?

Reconocería esa sonrisa de Minos dónde fuera. Aparentemente amistosa, pero que simplemente ocultaba el desagrado e ira crecientes en su interior.

Saga también solía formar parte del club de debate durante sus primeros dos años de universidad, y vaya que fue un gran dolor de cabeza para Minos, siendo el único que fue capaz de poner contra las cuerdas al albino en un debate, pero ni así consiguió superarlo.

Al final, Saga se retiró de la disciplina por falta de tiempo, además de la pérdida del interés. Para él, todo sentimiento negativo asociado al debate y su rivalidad con Minos, habían quedado en el pasado, pero para el albino parecía no ser el caso.

Por momentos parecía que Minos jamás había superado esa rivalidad, y seguía obsesionado con demostrarle al mundo que era superior a Saga en el arte del debate. Sin embargo, Saga optó por seguir el mismo paso de siempre: No darle importancia, y fingir no notar los sentimientos de rencor de Minos.

- El debate solo era un pasatiempo para mí.- Le restó importancia.- Pero eso no viene a cuento ahora.

Minos hizo un esfuerzo sobrehumano por mantener su falsa sonrisa, y después respondió.

- Bueno, Saga... Ya que demuestras tanto interés en Aiacos, entonces te daremos la oportunidad de arruinarte la vida por tu cuenta.- Habló el albino.- Solo que después no vengas llorando, diciendo que no te lo advertimos. Recuerda que por algo dicen: "No toques a la puerta del diablo, porque corres riesgo de que te responda."

Saga comenzaba a hartarse de que todo mundo le dijera lo mismo una y otra vez. Pensó en simplemente ignorar las palabras de Minos, y pedirle el número de teléfono de Aiacos o dónde podía localizarlo, pero no hizo siquiera falta.

- Hasta que los encuentro, trío de idiotas.

Tan solo con escuchar esa voz le fue suficiente para saber que se trataba de Aiacos.

- Diría que también nos alegra verte, pero sería una mentira y nosotros no mentiríamos jamás.- Respondió Minos, con una sonrisa en el rostro.

Saga se giró en dirección de la puerta, y pudo verlo. Era Aiacos, estaba justo ahí, parado en el marco de la puerta, con una mochila al hombro, y sosteniendo una carpeta en los brazos.

- Si, claro. Sobre todo tú, Minos Nielsen Winkler.- Escuchó gruñir a Aiacos, y lo vió acercarse a dónde estaban.- Pero no importa, los odio tanto como ustedes a mí.- Aiacos llegó hasta enfrente de Minos y el resto de los Winkler, ignorando por completo al resto de presentes.

- ¿Odiarte?- Rió Minos.- Oh, claro que no, Aiacos. ¿Cómo puedes siquiera pensar eso?

Saga notó la mirada cómplice que intercambiaron Minos, Radamanthys y Milo entre ellos, y de inmediato supo que nada bueno saldría de aquel enfrentamiento familiar.

- El pequeño, tierno e inocente Aiacos...- Dijo Radamanthys, con una sonrisa similar a la de Minos.- Ninguno de nosotros te odia, querido primo. ¿Cómo podríamos odiar a nuestra propia sangre?

Radamanthys y Milo no tardaron en rodear a Aiacos, dejándolo completamente atrapado entre los tres.

- Aunque ilegítimo, eres un Winkler... "Hermano".- Murmuró Milo cerca de Aiacos, pero Saga consiguió escucharlo.

No se esperaba la reacción que tuvo Aiacos, al girarse y darle un puñetazo a Milo, para después empujarlo y lanzarsele encima. Probablemente, Milo tampoco, ya que ni siquiera fue capaz de esquivar el golpe, ni de quitarse a su hermano de encima.

- ¡Ya basta, Aiacos!

Minos y Radamanthys intentaron hacer que Aiacos soltara a Milo, pero de nada les sirvió. Solo consiguieron compartir un destino similar al de Milo.

Todo el salón se hizo un caos, con alumnos tratando de calmar a los chicos, que más pronto que tarde, habían terminado golpeándose entre ellos, intentando atinarle a Aiacos.

Todos miraban y hablaban, pero nadie se atrevía a siquiera acercarse. No era para menos, Aiacos había dejado heridos, y seguía luchando con tres chicos más altos y más fuertes que él sin problema alguno, ¿qué podrían hacer?

Saga sabía lo mal que podría pasarla Aiacos si un profesor llegaba y los sorprendía. Así que, después de tomar una profunda bocanada de aire, decidió intervenir.

No pensó mucho lo que hacía, simplemente sujetó a Aiacos por la cintura tan fuerte cómo pudo, apartandolo de los tres chicos.

El peli-violeta se removía violentamente entre sus brazos, luchando por zafarse, pero sabía bien que por nada del mundo debía soltarlo.

- Si un profesor te atrapa, te aseguro que vas a pasarla muy mal.- Dijo, con la esperanza de que Aiacos lo escuchara.- No valen la pena, así que no te manches más las manos.- Para su sorpresa, Aiacos dejó de patalear, y pareció prestarle atención.- Creo que ya aprendieron su lección.

Aiacos se quedó quieto, entre sus brazos, y poco a poco, su respiración se suavizó.

Vió que Milo, Radamanthys y Minos se pusieron de pie, y fueron directo a sus asientos tan rápido como pudieron. También como Kanon acudió a su auxilio. Y lo más importante, a Sorrento dirigirse a dónde estaba con Aiacos.

- Sorrento...

- Haré como que no ví nada.- Murmuró el peli-lila.- No eres el único al que le desagradan esos tres, pero como hijo de la rectora, no puedo darme el lujo de darles un escarmiento, así que gracias por eso.- Añadió, guiñándole un ojo a Aiacos.- Saga, por favor acompañalo al baño a que se tranquilice.

- Estoy bien.- Se adelantó Aiacos.- Soy nuevo aquí, y no quiero tener problemas con el profesor.

- No te preocupes, el profesor no vendrá hoy.- Susurró Sorrento.- En la mañana avisó que su hijo tiene varicela, y estarán en cuarenta.

Saga no sabía si tranquilizarse o aterrarse al ver a Sorrento, el angelical y correcto hijo de la rectora, tan tranquilo, y hasta sonriendo después de que un alumno nuevo causara un alboroto y golpeara a tres alumnos. Pero al menos ahora tenía a Aiacos enfrente.

- Si eso es todo lo que te preocupaba, ahora haz caso y ve con Saga a caminar y tomar algo de aire.- Insistió Sorrento.- Yo los cubro con la rectora.

Al final, Aiacos se dió por vencido, y ambos salieron del aula.

Aiacos aún llevaba con él la mochila y la carpeta, que en medio de la pelea, habían terminado regadas al otro lado del salón, y que se habían detenido a recoger.

Hicieron lo que Sorrento les indicó, que fue ir al baño.

Aiacos fue directo al lavamos, para abrir el grifo y rociarse un poco de agua en la cara.

Saga se quedó parado en el marco de la puerta, solo observándolo.

Durante la pelea, aunque Aiacos había dado la mayoría de los golpes, eso no lo libró de recibir algunos, y se notaba en sus mejillas levemente hinchadas y su labio con un delgado hilo de sangre, que no tardó en limpiar.

- ¿Tengo algo en la cara?- Escuchó la voz de Aiacos, quién le dedicó una mirada amenazante desde el reflejo del espejo.- Olvídalo, el idiota soy yo. Es más que obvio que tengo unos golpes en la cara.

- Y-Yo no... Yo...

No podía evitar sentirse nervioso. Los recuerdos de la noche que conoció a Aiacos seguían presentes en su memoria.

Entonces, Aiacos relajó su expresión, dedicándole una leve sonrisa, como si de pronto recordara algo.

- ¿Nos conocemos acaso?- Preguntó Aiacos, mirándolo a través del reflejo.- Siento que te conozco de algún lugar, pero no sé de dónde.- Añadió, para después girarse hacía Saga, conectando sus miradas, y poniéndolo más nervioso.

- Y-Yo... Nos conocimos el fin de semana... En la fiesta de Radamanthys.- Tartamudeó Saga.

Aiacos pareció intentar recordar, como si lo hubiera olvidado por completo. Saga se puso aún más nervioso, pensando en la posibilidad de que a causa del alcohol, Aiacos hubiera olvidado todo.

- Oh, claro.- Dijo finalmente Aiacos, captando su atención.- Creo que ya te recuerdo... ¿Saga era tu nombre?

Saga sintió que su corazón daba un vuelco cuándo Aiacos dijo su nombre, y no tardó en asentir rápidamente.

Al parecer, dicha acción le provocó a Aiacos una mezcla de ternura y gracia, ya que lo escuchó reír levemente, mirándolo como quién ve a un niño emocionandose al recibir un caramelo.

- No esperaba encontrarte aquí.- Dijo Aiacos, sin borrar su sonrisa, mientras buscaba algo en su mochila.- En fin... Sorpresas de la vida supongo.

Saga vió que Aiacos sacó una cajetilla de cigarrillos de su mochila, tomando uno y llevándoselo a los labios.

- Oh, lo siento, qué descortés soy.- Dijo Aiacos, después de encender el cigarrillo en su boca.- ¿Quieres uno?

- N-No, gracias.- Rechazó Saga.- N-No fumo.

- Tú te lo pierdes.- Se encogió de hombros Aiacos, riendo levemente, para después dar una calada al cigarrillo en su boca.

El silencio inundó el lugar por un largo rato, al igual que el humo con olor a tabaco, hasta que Aiacos continuó hablando.

- Gracias por lo de hace un momento en el salón.- Le sonrió Aiacos.- A veces el trío de imbéciles me hace enfadar demás, y me cuesta un poco controlarme... De no ser por tí, probablemente los habría enviado a un hospital igual que cuándo éramos niños...

Saga dió un pequeño salto en su lugar.

- Solo bromeo.- Añadió Aiacos riendo, al ver la reacción de Saga.- Jamás los envié al hospital... Bueno, solo una vez le rompí la nariz a Milo, pero fue por accidente.

Saga simplemente asintió. Eso confirmaba la existencia de la rinoplastia de la que Milo tanto alardeaba, y explicaba el porqué la había obtenido a tan corta edad.

- Si, tuvieron que reconstruirle la nariz, pero considero que incluso le hice un favor.- Siguió hablando Aiacos.- Antes de esa cirugía, su nariz parecía la de un tucán... En fin, cosas de niños con padres forrados en dinero...

Aiacos le dió una calada más a su cigarrillo, para después sentarse en el borde de los lavamanos, sin dejar de mirar a Saga.

- Vamos, no me dejes hablando solo.- Dijo Aiacos, palmeando un lugar a su lado. Saga entendió el gesto, y aunque con algo de timidez, se acercó.- ¿Qué hay de tí?, ¿cómo conociste a esos tres?

- Yo no tengo, ni quiero tener nada que ver con ellos, son amigos de mi hermano, no míos.- Aclaró Saga, no queriendo empezar con el pie izquierdo.- Al narcisista de Minos lo conocí cuándo me uní al club de debate, en primer año. A Radamanthys y Milo los conocí cuándo me confundieron con Kanon... Fue algo bastante incómodo, y prefiero no recordarlo.

Aiacos rió levemente, soltando el humo de su boca, y miró a Saga de arriba a abajo antes de hablar.

- Así que tú y Kanon eran los gemelos de los que Milo y Radamanthys no dejaban de hablar.- Saga reconoció la mirada que Aiacos tenía en ese momento, era la misma que la noche en que se conocieron.- Y esa noche entendí perfectamente porqué, al contigo.

- Y-Yo...

- No negaré que tu gemelo fue el primero en mi mira solo para fastidiar a Milo y Radamanthys, pero eso no salió muy bien que digamos...- Añadió Aiacos con una sonrisa algo nerviosa.- Pero tú no me desagradas en lo más mínimo. Pareces un buen tipo.

Saga se paralizó al instante. Tanto había pasado el fin de semana y lo que iba de ese día, pensando en qué le diría a Aiacos cuándo lo viera, y ahora sentía que las palabras no le salían por más que intentaba.

Escuchó el sonido que hacía el cigarrillo al ser presionado contra los azulejos mojados del lavamanos, y antes de que siquiera se diera cuenta, Aiacos lo había besado.

No vió venir la acción del contrario, y por un par de segundos no supo qué hacer, pero no tardó en dejarse llevar, correspondiendo el beso con la misma intensidad.

- No solo eres lindo, también educado y por lo visto, inteligente.- Le sonrió Aiacos, después de separarse.- Jamás había visto a alguien que no fuera de nuestra familia enfrentarse a Minos sin titubear siquiera, y hacerlo ver como un tonto... Eso es otro nivel.

- Tiene talento, pero muchas veces deja que su ego lo ciegue.- Respondió Saga.- Como sea, nunca fue mi intención humillarlo, solo dejarle claro que no me importa seguir rivalizando con él.

Sintió que Aiacos acariciaba suavemente su cabello, y peinaba uno de sus mechones detrás de su oído. Lo miró una vez más, y vió esa sonrisa perfecta en el rostro del contrario.

- No acostumbro hacer ésto, pero contigo haré una excepción.- Le sonrió Aiacos, para después volver a besarlo.- La pasé muy bien contigo el fin de semana, ¿y tú?

- Y-Yo... C-Claro...- Saga no se atrevía a verle a los ojos, sin razón alguna, se sentía vulnerable ante Aiacos.

Aiacos parecía notarlo, ya que se esforzaba en buscar su mirada a toda costa, tan solo para después besarlo nuevamente.

- ¿Te gustaría repetirlo?

Entonces Saga abrió los ojos tanto como pudo. ¿Qué se supone que debía responder?

- Hablando de eso... Yo...- Era el momento, ahora o nunca.- Aiacos, yo... No tengo idea de qué me pasó esa noche, pero... No quiero que pienses algo malo de mí.- Tartamudeó nervioso.- Yo... Quiero conocerte, ¿sabes?... No solo quedar como una aventura de una noche.

Aiacos guardó silencio por unos segundos, que para Saga se hicieron eternos. Pero después, solo escuchó la risa de Aiacos.

- ¿Estás bromeando acaso?- Le Escuchó preguntar entre risas.

- Claro que no.- Dijo tan firme como pudo, aún con sus nervios a flor de piel.

Aiacos guardó silencio un momento más, y después bajó de su lugar de un salto, quedando frente a frente con Saga.

- Déjate de tonterías, que no estoy para juegos de niños.- Dijo, cambiando totalmente su semblante, dejando a Saga acorralado contra la pared.- Nadie quiere nada en serio, así que intenta ese cuento barato con alguien más.

- No estoy jugando.

Aiacos soltó una risa llena de sarcasmo antes de replicar.

- Si de verdad querías algo en serio, entonces ¿por qué cediste esa noche?

Pasó una de las cosas que Saga temía, que Aiacos tomara lo que pasó esa noche como una mala primera impresión.

- ¿Sabes qué?, olvida lo que dije hace un momento.- Soltó Aiacos, para después alejarse y tomar sus cosas del lavamanos.- Olvida todo lo que nos conocemos y todo lo que pasó esa noche. Pretende que nada de eso pasó, y que somos completos desconocidos.

Apenas terminó de hablar, Saga lo vió salir por la puerta, dejándolo solo.

Genial, absolutamente todo lo que podía salir mal, salió mal.

Y tranquila ma', no pasa na', enloqueciste pero más na'
Pedías a grito' que te besara en la escalera y en el sofá
Y tranquila ma', no pasa na', conozco ya tu debilidad
Bastaron solo un par de copa' pa' conocerte en la intimidad

Después de lo ocurrido en el baño, mi siquiera se sintió con el valor suficiente para volver al salón, sabiendo que Aiacos probablemente se encontraría ahí, al igual que Kanon, con un gran "Te lo dije", listo para él. Así que decidió ir a tomar algo de aire y tratar de calmarse, y pensar en qué hacer ahora.

Caminó por unos minutos, hasta que llegó a una de las zonas verdes de la universidad, dónde se topó con cierto peli-lila que reconoció apenas lo vió.

- ¿Por qué esa cara?

- No es nada, Sorrento.- Respondió, intentando evitar la pregunta, para después recargarse en la reja que protegía la jardinera que contenía unos rosales.- ¿Qué haces aquí?, ¿no deberías estar en el aula, vigilando a todos?

Sorrento se acercó a él, imitando su posición.- Son universitarios, no niños de preescolar como para requerir que les cambie los pañales y los alimente con un biberón... Más bien, ni siquiera los niños de preescolar que conozco lo requieren, no veo porqué ellos sí.

Saga no pudo evitar reírse levemente ante el comentario del peli-lila. Era verdad que él y Sorrento no eran grandes amigos, más bien, a duras penas se hablaban, pero en general, su relación era buena.

- Minos, Milo y Radamanthys no dejaban de quejarse del dolor, así que los envié a la enfermería a escondidas de mi madre.- Añadió el peli-lila.- No te preocupes, ya me encargué de que nadie abra la boca sobre lo que ocurrió. Si la rectora se entera que tres alumnos fueron a la enfermería, todos dirán que fue por una desafortunada caída totalmente accidental.

- Debo admitirlo, a veces me das bastante miedo.- Comentó Saga.- Entre mi hermano y tú, creo que está más que claro quién manda en la relación.

Sorrento le sonrió levemente, y él le correspondió.

- Sabes bien que Radamanthys y el otro par de cabezas huecas no me agradan para nada.- Añadió Sorrento.- Pero ya sabes, como hijo de la rectora, debo ser un estudiante perfecto, amigable y cordial con absolutamente todos... Así que, solo me queda la opción "El enemigo de mi enemigo, es mi amigo." Ese chico no es tan malo después de todo.

Saga se sorprendió un poco, no por el hecho de que Sorrento podía llegar a ser un poco hipócrita en su forma de actuar, hasta cierto punto era algo justificable, lo que le sorprendió, fue que Sorrento no parecía ni siquiera un poco molesto al referirse a Aiacos.

Si su memoria no le fallaba, Kanon mencionó que Aiacos molestó con sus acciones a Sorrento. El peli-lila solía pecar bastante de celos en su privacidad, pero sin nadie cerca, no veía el sentido de fingir simpatía, así que decidió indagar, llevándose una sorpresa aún más grande al preguntar al respecto.

- ¿De qué hablas?- Respondió Sorrento con otra pregunta.- Si, lo ví durante la fiesta de Radamanthys, pero jamás discutimos.

Eso difería completamente con la versión de Kanon.

- No te voy a negar que sí me molestó verlo coqueteando con Kanon, pero simplemente le dije que Kanon y yo éramos pareja, él se disculpó, y todo terminó ahí. Jamás le reclamé nada a Kanon, ni discutimos.

¿Kanon había mentido?, pero si era el caso ¿por qué lo hizo?

- De hecho, no me quedé mucho tiempo en la fiesta, me fuí unos minutos después que tú y el otro chico.- Añadió Sorrento.- De ahí, no ví a Kanon hasta hoy en la mañana.

Eso le dejaba más preguntas en la mente. Recordaba que cuando llamó a Kanon, escuchó lo que parecía el sonido de un beso, pero si Sorrento no había estado con él, ¿entonces quién?, ¿por qué Kanon había mentido, en más de una cosa?, ¿qué había pasado realmente esa noche?, ¿por qué Aiacos se comportaba de esa forma?, ¿por qué Milo, Radamanthys y Milo parecían odiar tanto a Aiacos?

- Ey, ¿estás bien?- Lo sacó Sorrento de sus pensamientos.- Te quedaste paralizado por un momento.

- Sorrento, ¿puedo pedirte un favor?

- ¿Qué clase de favor?

- Sorrento, tú tienes acceso a todos los expedientes de los alumnos, ¿no es así?

- De hecho no, solo mi madre y algunos profesores lo tienen. Yo solo los ayudo a organizarlos de vez en cuándo.- Respondió el peli-lila.- ¿Por qué lo preguntas?

- Sorrento, necesito averiguar algo y solo tú puedes ayudarme.- Dijo Saga, esperando que Sorrento accediera.- Es sobre Aiacos. Tú mismo viste lo que pasó en el salón, y cómo se comportaron las tres ratas Wembley.- Añadió.- No recuerdo totalmente lo que pasó esa noche, pero quiero conocer más a Aiacos, y de ser posible, formalizar una relación. Pero él me rechazó rotundamente y no entiendo porqué.

- ¿No haz pensado que quizás simplemente no le gusta el compromiso?- Mencionó Sorrento.- Quizás simplemente es igual que Milo o Radamanthys, no está interesado en una relación formal, y tú te estás mortificando por nada.

Saga no sabía qué responder. Quizás Sorrento tenía razón y le estaba dando importancia demás a las cosas. Quizás debería seguir las palabras de Kanon, y olvidarse de Aiacos.

- Pero hoy no tengo nada que hacer, además de que te debo un favor, así que solo por ésta vez te ayudaré.- Dijo Sorrento, sorprendiendolo.- Pero a cambio quiero que tú me ayudes en algo.

Bueno, estaba hablando con Sorrento Wagner, hijo de la rectora Sasha Alexopoulos. Algo debía de haber heredado o aprendido de su madre, y definitivamente fue el carácter y la determinación para siempre obtener lo que quería.

- ¿Qué necesitas?- Preguntó, dispuesto a hacer lo que fuera con tal de saber más sobre Aiacos y tratar de comprenderlo.

- Sabes mejor que nadie que Kanon no es ningún santo.- Dijo Sorrento.- Por todo el panteón griego, yo mismo lo sé... Seré directo, me está siendo infiel con Milo y Radamanthys, pero quiero estar completamente seguro antes de dar un paso en falso.

Bueno, en otras circunstancias, no creería con tanta facilidad las palabras de Sorrento, pero después de saber que no había sido él quién discutió con Aiacos, ni quién se había quedado a dormir en el mismo lugar que Kanon después de la fiesta, cobraba cierto sentido.

- Eres su hermano, podrías averiguar fácilmente si es verdad o no. Así que quiero que me ayudes a verificarlo o desmentirlo.- Añadió el peli-lila, con una mirada inusualmente triste.- Te prometo que no haré nada en contra de ellos de ser verdad. Tengo dignidad, ¿sabes?, sé cuándo debo retirarme de la batalla, y temo que éste sea el momento. ¿Aceptas el trato?

Saga lo pensó por un momento. De cierta forma, era traicionar a su hermano, incluso invadiendo su privacidad. Pero necesitaba saber más sobre Aiacos, entender si había una razón en concreto para que se comportara así.

Además, si resultaba ser cierto que Kanon era infiel, entonces podía aplicar la frase que su abuelo les decía cuándo niños: "Ladrón que roba a ladrón, tiene cien años de perdón."... Bueno, en este caso, traidor que traiciona traidor.

- Está bien.- Aceptó el trato del peli-lila.

- Te veo después de clases, en la biblioteca.- Le dijo Sorrento, y después de hablar por unos segundos más, se despidieron cuándo el timbre sonó, y fueron a sus respectivas clases.

Saga fue a su próxima clase, y al entrar al salón, se sorprendió al ver a Aiacos en uno de los lugares.

Por un momento pensó en acercarse, pero de inmediato se arrepintió. El chico parecía ignorarlo completamente, como si no se conocieran en lo absoluto, tal y como Aiacos había dicho.

Desistió de la idea, y fue a su lugar de siempre, sabiendo que el profesor llegaría pronto, y la clase daría inicio.

[...]

La clase de diseño terminó una hora después, y la campana anunció que la hora del almuerzo había llegado.

Aiacos se presentó ante todos durante la clase, pero realmente no dijo nada que Saga no supiera ya: Era pariente de Milo, Radamanthys y Minos, pertenecía directamente a la familia Wembley, tenía ya 20 años de edad, había estudiado por varios años en Nepal, y había vuelto a Grecia recientemente.

Se enteró también que compartiría casi todas sus clases con Aiacos, ya que, al parecer, ambos estudiaban la misma carrera.

Definitivamente iba a ser un largo día. Pero si de todas formas iban a ser compañeros de curso durante el resto de su estadía en la universidad, entonces sería mejor al menos tratar de llevarse bien.

En fin... Solo debía esperar unas horas más, y ver si Sorrento conseguía algo de utilidad.

[...]

Pasaron todas las clases restantes, y Aiacos seguía comportándose de esa forma tan distante, no solo con él, sino con todos los que intentaban acercarse.

Finalmente, se dió por vencido y dejó de siquiera considerar acercarse. Tal vez debía darle espacio y no fastidiarlo, al menos hasta que Aiacos se calmara.

Cuándo la campana anunció el fin de la jornada escolar, todos los alumnos abandonaron las aulas, algunos listos para ir a casa y descansar, otros a sus clubs y actividades extracurriculares, y él a su encuentro con Sorrento.

Llegó hasta el punto de reunión pactado, y se sorprendió al ver al peli-lila esperándolo en una de las mesas.

- Llegaste más rápido de lo que esperaba.- Le dijo Sorrento, una vez que se acercó.- Ésto es lo que encontré, y creo que definitivamente te va a interesar.

Sorrento le pasó un libro, que al abrir, encontró una carpeta con varias hojas y documentos. Vaya que cuando Sorrento se proponía algo, no había poder humano que lo detuviera.

- Son fotocopias del expedientes original, así que cuándo termines de leerlo, deshazte de ellas.- Añadió el peli-lila.- Podrías meternos en problemas si alguien encuentra la copia de un expediente que no te pertenece.

Saga asintió, y guardó la carpeta en su mochila, verificando que nadie los viera.

Se despidió de Sorrento, y después de hablar sobre la parte que Saga debía hacer, y de solicitar prestados un par de libros y así evitar levantar sospechas, el peli-violeta abandonó la biblioteca.

Salió de aquella enorme sala llena de libros y escritorios, y apenas puso un pie fuera, lo priero que lo recibió fue la mirada furibunda de su hermano.

- ¿Qué hacías allá adentro?

- Solo vine a devolver unos libros y a recoger otros.- Respondió, sin entender porqué Kanon se encontraba tan molesto.

Hace tiempo que rara vez iban juntos a casa, Saga solía ir a casa apenas terminaban las clases, o de vez en cuándo a estudiar a la biblioteca. Kanon solía ir a casa de alguno de sus amigos a estudiar y hacer tareas. Sus horarios y planes no coincidían muchas veces, así que no entendía el repentino malhumor de Kanon.

- ¿Qué hacías allá adentro con mi novio?- Ladró Kanon, igual o quizás más enfadado que antes.- Los ví cuándo estaban hablando en las jardineras.

¿Los había estado espiando?, peor aún, ¿sabía lo que habían hecho?

- ¡No te quedes solo mirándome como idiota!- Lo sacó un iracundo Kanon de sus pensamientos.- ¿Qué demonios estabas haciendo?

- En primer lugar, tranquilízate, somos personas civilizadas no animales salvajes para que te comportes así.- Intentó calmar a su gemelo antes de que llamara la atención de un docente y los metiera en problemas a los dos.- En segundo lugar, no hacíamos nada malo. En las jardineras me encontré a Sorrento por casualidad, le conté el asunto de Aiacos y solo me estaba aconsejando, nada más. Y ahora me estaba dando los títulos de unos libros, solo eso.

Después de oír las explicaciones de su hermano, Kanon pareció calmarse, y de inmediato agachó la mirada, con un leve rubor en sus mejillas.

- L-Lo siento, Saga.- Se disculpó con su gemelo.- No sé qué me pasó... Creo que me afectó demás lo que dijo Milo.

"¿Con qué le lavó el cerebro la rata Winkler menor?"- Pensó Saga, pero se mordió la lengua, no queriendo causar otro problema.

- ¿Qué fue lo que dijo tu amigo?

- Nada, olvida que dije esas tonterías.- Respondió Kanon, evitando el tema.- ¿Irás a visitar a mamá?

Saga asintió.

- ¿Nos vamos juntos?- Preguntó tímidamente Kanon.- Minos, Radamanthys y Milo se fueron a casa temprano. Creo que iré a verlos más tarde, y a verificar que el bruto de Aiacos no los haya lastimado demasiado.

Saga decidió ignorar la forma de Kanon para referirse a Aiacos, no queriendo otra confrontación, y simplemente asintió, comenzando a caminar hacia la salida.

[...]

Llegaron a la casa de sus padres unos minutos después, dónde, como cada lunes, su madre ya los esperaba con la comida servida, pero ésta vez acompañada de un par de personas que no esperaban ver.

- ¡Shaka!- Exclamaron al unísono al ver a ciertos rubios sentados en la mesa.

- Hace tiempo que no nos veíamos.- Les respondió con una leve sonrisa el rubio menor.- Es bueno verlos de nuevo, primos.

Ambos corrieron a abrazarlo, olvidando completamente todos los problemas de hace unos minutos. Los dos le tenían un gran aprecio a su pariente.

- También es un gusto verlos, sobrinos.- Les dijo el rubio mayor, que sonreía levemente al lado de su madre.

- Lo sentimos, tío Asmita.- Rió nervioso Kanon.- Estamos felices de que estén aquí.

- Por cierto, ¿dónde está el tío Deuteros?

- Fue con Aspros a comprar algunas cosas para la cena.- Respondió su madre.- Volverán en un par de horas, no se preocupen. Será mejor que se sienten a comer, deben estar hambrientos.

Los dos asintieron, y se sentaron a la mesa, mientras seguían hablando animadamente con su primo, igual que cuándo eran unos niños.

Asmita y Mayura no podían hacer más que mirarlos, con una sonrisa en el rostro. Ambos hermanos se habían enamorado de aquel par de gemelos, y de alguna u otra forma, teniendo una familia con uno de ellos. Sus hijos siempre se habían llevado de maravilla entre ellos, desde niños fueron inseparables. Pero por diferentes circunstancias, Asmita y su familia se trasladaron a otro país, cuándo Shaka recibió una beca de un prestigioso internado en Nepal. Y hasta ahora habían vuelto a Grecia para visitarlos.

- Saga, Kanon, ¿por qué no ayudan a Shaka a instalarse en la habitación de huéspedes?

- Puede quedarse en la habitación que era nuestra.- Propuso Kanon.- Nosotros no la usamos desde hace años, así que no hay ningún problema. Además, estoy seguro de que una pareja necesita algo de privacidad de vez en cuándo.

- ¡Kanon!- Exclamaron su madre y su tío al mismo tiempo, haciendo que su primo y su gemelo estallaran en carcajadas.

- Solo estoy bromeando.- Añadió el gemelo menor entre risas.- Pero ustedes entienden el punto, ¿no?

Después de aquella escena, y de terminar sus alimentos, los gemelos guiaron a Shaka a la habitación que alguna vez les perteneció, comenzando a ayudarle a desempacar y limpiar un poco.

Toda la tarde la pasaron limpiando y acomodando ropa y otras pertenencias. Shaka les contó que estarían de visita unas cuántas semanas, y después volverían a Nepal. Solo habían vuelto a Grecia por las vacaciones escolares.

- Creo que Aioria va a llegar de un salto a la luna apenas se entere que estás aquí.- Comentó Kanon, mientras limpiaban, haciendo sonrojar a su primo.

- No digas tonterías.- Respondió el rubio.- Nuestra relación terminó hace años cuando me fuí a Nepal. Ya debe estar con alguien.

- Él jamás te olvidó, y ha esperado todos estos años a que algún día le des otra oportunidad.- Afirmó Kanon.- Soy uno de sus amigos más cercanos, y por eso me consta que desde que te fuiste, Aioria jamás volvió a ser el mismo. Te extraña demasiado, aún hablando por mensajes contigo a diario.- Añadió, guiñándole un ojo a Shaka.

- ¿T-Tú cómo sabes eso?

- Ya te lo dije, soy de sus amigos más cercanos, me cuenta absolutamente todo.- Se encogió de hombros Kanon.- ¿Por qué no vas a saludarlo al menos?, estoy seguro que con eso lo harás felíz todo el mes.

Después de decir eso, y dejar a Shaka pensando, Kanon fue por algo de agua para terminar de limpiar el suelo y dar por terminada la limpieza.

Saga y Shaka se quedaron solos, y continuaron limpiando, bromeando de vez en cuándo, hasta que el teléfono de Shaka sonó con una notificación.

- De seguro Kanon ya le contó a Aioria que estás aquí.- Comentó Saga, acercándose a su primo.

- No, no es él. Es un amigo que conocí en Nepal.- Respondió Shaka, revisando el mensaje.- Resulta que él también vino a Grecia, y justo aquí, a Santorini, qué coincidencia tan rara, ¿no te parece?- Añadió Shaka con una leve risa.

Saga, por alguna razón, no pudo evitar mirar el nombre del contacto, y al verlo, junto a la foto de perfil, no pudo evitar abrir los ojos como platos.

- ¿Aiacos?- Murmuró el nombre de aquel chico, llamando la atención de Shaka.

- Si, ese es su nombre.- Le dijo Shaka.- Lo conocí en el internado, cuándo llegué a Nepal. Quizás debería presentartelo algún día, estoy seguro de que ustedes dos se llevarían muy bien.

"Si supieras..."- Pensó Saga, recordando todo el asunto de Aiacos, que llevaba días comiéndole la mente.

- Es un chico increíble, estoy seguro de que lo adorarías apenas lo vieras.- Añadió Shaka. Si su primo tan solo supiera que ya conocía a Aiacos, y ya lo adoraba, aún sin ser correspondido...- Él me ayudó mucho mientras estuve en Nepal. No sé cómo habría sobrevivido en ese internado de no ser por él. Fue como un ángel caído del cielo para mí.

Y nuevamente, esa diferencia enorme en cómo algunas personas describían a Aiacos. Kanon y el grupo de ratas Winkler no hacían más que hablar pestes de él. Sorrento dijo que jamás peleó con él, y que de hecho, fue bastante racional y educado. Y ahora Shaka le decía aquello... ¿Quién decía la verdad y quién mentía?, cada vez era más difícil de ver.

- Saga...- Escuchó la voz de Shaka a lo lejos.- ¡Saga!

- ¿Eh?, ¿q-qué pasa?

- Te quedaste paralizado otra vez... Igual que cuándo eramos niño.- Respondió Shaka, suspirando y con una leve sonrisa.- Algunas cosas nunca cambian, supongo... En fin, te estaba diciendo que Aiacos me invitó a tomar el té en su casa, y dijo que podía llevarlos, ¿quieres venir?

Saga se lo pensó un momento. Aiacos estaría de todo menos felíz de verlo, además de que debía revisar el expediente que Sorrento le había entregado... Pero en el fondo, sabía que quería verlo, aún si Aiacos terminaba dándole un puñetazo.

Lo pensó por un momento, y después de decidir que no tenía nada que perder, y que Shaka podía ser un escudo de cierta forma, decidió aceptar la invitación.

Kanon regresó unos minutos después, y luego de que Shaka le dijera lo mismo que a Saga, el gemelo menor dió una respuesta negativa.

- Lo siento, Shaka.- Se disculpó.- Pero hoy unos amigos tuvieron un problema con un bruto en la escuela y salieron heridos. Iré a verlos para verificar que estén bien.

- Bueno, en otra ocasión será.- Le sonrió el rubio.- Espero que tus amigos estén bien.

Shaka no mencionó el nombre de Aiacos, y Saga decidió no decirle nada a Kanon, ni siquiera que irían a la misma mansión. De momento era mejor que Kanon no supiera que Shaka conocía a Aiacos.

Continuaron con la limpieza, y al terminar, los tres fueron a la cocina. Kanon recogió su mochila, se despidió de todos, y se marchó.

Saga y Shaka se quedaron unos minutos más, hablando con sus padres, contándoles dónde estarían, y bebiendo algo de agua.

Cuándo Saga consideró que ya no se toparían Kanon en el camino, se despidieron de sus padres, y emprendieron el camino a la dirección que Aiacos le había dado a Shaka, y que Saga sabía, era la mansión de los Winkler, más específicamente, la de la familia de Milo.

Y tú, mami, ¿cómo dices que no te acuerdas
Cómo mi cuerpo te calienta?
Ven dímelo en la cara y no mientas
Dejemos de jugar

Llegaron hasta la enorme e imponente mansión, que a causa de su estilo gótico, por fuera parecía un especie de castillo antiguo.

Llamaron al timbre, y no tardaron en ser recibidos por uno de los sirvientes, que los llevó hasta una mesa en el jardín trasero, dónde se encontraba Aiacos.

Cuando el jóven sirviente de cabello magenta le informó la llegada de sus invitados, Aiacos alzó la vista, y por poco escupe el té que había estado bebiendo al ver a Saga.

- ¡Señor!- Exclamó asustado el jóven mozo.- ¿Se encuentra bien?

- Si, si, Queen, no te preocupes.- Respondió Aiacos, luego de recuperarse de la impresión.- Solo... Tragué el té un poco rápido, no es nada.

El sirviente pareció tranquilizarse al ver que su amo se encontraba bien, y simplemente asintió.

- ¿Necesita algo más, señor?

- No, Queen, muchas gracias. Puedes retirarte.- Respondió Aiacos, con una amabilidad que Saga no creía posible en alguien con la sangre Winkler corriéndole por las venas.

Las pocas veces que estuvo antes en aquella mansión al acompañar a su hermano, siempre fue testigo de cómo Minos, Milo y Radamanthys solían tratar y hablarles de la peor forma posible a todos los empleados.

De Pandora, la madre de Milo, esposa de Hades y señora de la casa, no podía decir mucho, casi no había tratado con ella, y las pocas veces que lo hizo, la señora guardaba la distancia con la servidumbre, pero sin llegar a ser grosera como su hijo y sus sobrinos.

La otra Pandora, la hermana mayor de Milo, quién compartía el nombre con su madre, era una muchacha algo fría y reservada, pero siempre respetuosa, realmente no podía decir algo malo de ella. Pero hace años la joven se había marchado a Japón para dirigir una de las empresas de su padre.

Hades pasaba muy poco tiempo en casa, en palabras de Milo y los demás Winkler, y lo pudo confirmar. Solo una vez vió al gran Hades Winkler, e increíblemente, era un hombre bastante educado, amable y cortés con absolutamente todos, incluídos sus trabajadores. Y también era el único que le ponía un alto al trío del mal.

Quizás Aiacos y Hades eran los únicos integrantes de esa familia que genuinamente no sentían poseer ningún tipo de superioridad. O eran muy buenos actores, ahora que lo pensaba bien, no tenía forma de saberlo.

- ¡Saga!- Escuchó a Shaka gritándole, tratando de hacerlo reaccionar.

- L-Lo siento, me distraje un poco.

- Eso ya lo notamos...- Murmuró Shaka.- Él es Aiacos, el amigo que te había comentado.- Repitió Shaka.- Aiacos, él es-

- Saga. Si, nos conocimos hoy en la escuela.- Le interrumpió Aiacos con una sonrisa forzada.- El hermano de Kanon, ¿no?

Shaka pareció sorprenderse un poco por aquella coincidencia. Ahora creía entender porqué Saga se había quedado perplejo.

- Lo sé, Shaka, el mundo es tan, pero tan pequeño...- Rió Aiacos levemente.- No sabía que ustedes eran parientes. Quiero decir, de Kanon, las similitudes son más que obvias, pero tú...

Shaka rió levemente antes de responder.- Raro sería que nos pareciéramos.- Comenzó a explicar el rubio.- En Nepal te conté que jamás conocí a mi madre, fue mi padre quién me cuidó solo... Antes de casarse con mi otro padre.

- Si, ahora recuerdo esa historia...- Dijo Aiacos, con una sonrisa que parecía más sincera.- Entonces son primos porque la madre de Saga y tu padre son hermanos, ¿correcto?

- Correcto.- Confirmó Shaka.- Y por eso nuestros apellidos son diferentes.

- Ya veo.- Dijo Aiacos.- En fin... Tus amigos son mis amigos, Shaka. O en este caso, tu primo. Siéntanse como en su casa.

- Muchas gracias, Aiacos.- Le sonrió Shaka.

Tomaron asiento junto a Aiacos en la mesa, bebieron el té y comieron las galletas y pastelillos que, en palabras del mismo Aiacos, su cocinero había preparado especialmente para ellos.

Todo marchaba en aparente calma, pareciendo una charla entre Shaka y Aiacos, dejando a Saga totalmente de lado. Hasta que Shaka se levantó para ir al baño. Aiacos le pidió amablemente a uno de sus sirvientes que acompañara al rubio al baño para evitar que se perdiera en la mansión.

Cuándo tanto Shaka como Queen se alejaron, dejándolos solos, la incomodidad en el ambiente no tardó en hacer acto de presencia.

- ¿Vas a perseguirme hasta el fin del mundo acaso?- Soltó Aiacos, dejando a Saga sin palabras.- Tu hermano lleva años conociendo al estúpido de Milo, y ¿me vas a decir que jamás habías estado aquí antes?

Sin duda, Aiacos sabía disimular bastante bien. Incluso Saga llegó a creer que realmente había olvidado todo lo ocurrido en la mañana.

- No te preocupes, no estoy aquí por tí.- Suspiró Saga, intentando ocultar la verdad, y al parecer, lo logró, ya que Aiacos lucía confundido.- Estoy aquí porque tengo que averiguar algo.

Aiacos no entendía de qué estaba hablando Saga, pero no pudo evitar interesarse.

- ¿Qué tienes que averiguar?

Saga pensó si debía contarle el trato que había hecho con Sorrento, obviamente, omitiendo la parte en la que el peli-lila le entregaba una copia de su expediente. Y al final, le contó solo lo que Sorrento sospechaba y lo que debía averiguar.

Aiacos escuchó todo, y cuándo Saga terminó de contarle las sospechas de Sorrento y la misión que el peli-lila le había encomendado, el menor estalló en carcajadas.

- Vaya, y yo que tuve la impresión de que ese niño era más inteligente...- Dijo, después de reír por varios segundos.- Es más que obvio que el imbécil de tu hermano le es infiel.

- ¿Cómo estás tan seguro?

Aiacos mostró una vez más aquella sonrisa tan peculiar, para después ponerse de pie y hacerle una seña con la mano para que lo siguiese.

Al verlo comenzar a caminar, Saga decidió seguirlo. Después de todo, no tenía nada que perder.

Entraron a la mansión por la puerta de la cocina, después pasaron por la sala y subieron las gigantescas escaleras, para llegar a un pasillo con numerosas puertas.

Llegaron hasta la última puerta del pasillo, y Aiacos le hizo una seña de que guardara silencio. Saga decidió hacer caso.

Aiacos pegó su oído a la puerta, y unos segundos después, le hizo una seña de que se acercara. Saga obedeció nuevamente, y al colocar su oído en dónde antes lo había hecho Aiacos, no podía creer lo que escuchaba.

Dentro de aquella habitación, lo único que se escuchaban eran gemidos, jadeos y varios sonidos obscenos más.

Reconoció la voz de Milo y la de Radamanthys, pero cuándo escuchó la voz de Kanon... No podía creerlo.

- Ahí tienes tu respuesta.- Susurró Aiacos.- Al parecer, Radamanthys y Milo no tienen problemas en compartir, pero no sé que opine al respecto el novio de tu hermano. Creo que no asistió a la asamblea dónde acordaron compartir a tu hermano, ¿no?- Añadió, con un tono de burla en su voz.

Saga se quedó paralizado, pensando en cómo le daría la noticia a Sorrento, hasta que Aiacos lo hizo reaccionar.

- En fin, ahora que tienes tu respuesta, tú decides qué hacer.- Dijo el peli-violeta.- Yo me voy a seguir tomando el té con mi amigo. Vuelve cuándo quieras.

Después de eso, Saga lo vió alejarse lentamente, hasta desaparecer de su vista.

Saga se quedó enfrente de aquella puerta, y continuó escuchando aquellos sonidos. Por una parte, quería confiar en su hermano, pero por otra, sabía que no había nada qué defender. Tomó valor, y abrió ligeramente la puerta, con cuidado de no hacer ruido, y pudo observar que Aiacos no mentía.

De inmediato apartó la vista, no queriendo ver más, ya había tenido suficiente. Volvió a cerrar la puerta, haciendo uso de todo su autocontrol, y después caminó por el pasillo por el que habían llegado, perdido en sus pensamientos.

Tan perdido estaba, que ni siquiera notó que la puerta de una de las tantas habitaciones se abrió, hasta que alguien lo jaló dentro.

- ¿Qué haces aquí?

Le interrogó una imponente y fría voz que reconoció de inmediato.

- ¡Respóndeme!

Perfecto, simplemente perfecto, lo único que le faltaba. Minos interrogándolo.

- Yo-

- Yo lo invité a tomar el té.- Los interrumpió una tercera voz, y al girarse hacía la puerta abierta, vieron a Aiacos.

Minos dejó de prestarle atención, y ahora todo su odio iba dirigido a Aiacos.

- ¿Qué demonios estás tramando, estúpido bastardo?- Gruñó el albino, soltando a Saga, y yendo hasta enfrente de Aiacos.

- ¿Tienes algún problema con que invite amigos a MI casa, Minos?- Lo confrontó Aiacos, sin dejarse intimidar ni por un segundo.- Te recuerdo que ésta jodida mansión es mía, y en el momento en que me dé la gana, puedo echarlos a tí y a los otros dos imbéciles de una patada en el culo. Así que mejor házle un favor al mundo, y cierra ese agujero maloliente que tienes por boca.

Minos solo gruñó, le dirigió una última mirada fulminante a Saga, y después de darle un empujón a Aiacos, salió de la habitación hecho una furia.

- Ese idiota... Algún día me las van a pagar.- Gruñó Aiacos, mirando con rabia la dirección en la que se había ido Minos.- Y tú, que te conste que ésta es la primera y última vez que te salvo el culo. A la próxima dejo que Minos o quién sea te despedace.- Añadió, mirando ahora a Saga.- ¿Qué esperas?, levántate. Tú primo ya debe haber vuelto al jardín.

Saga de un salto se puso de pie, y fue detrás de Aiacos hasta llegar al jardín, donde tal y como supuso Aiacos, ya se encontraba Shaka esperándolos.

- Lo lamento, Shaka. Saga tuvo que ir al baño y lo tuve que acompañar para que no se perdiera.- Le sonrió Aiacos a Shaka.

El rubio solo asintió, con una leve sonrisa, y el resto de la tarde siguió en calma y con relativa normalidad, hasta que el atardecer hizo acto de presencia, y Saga supo que debían marcharse antes de que Kanon supiera que estaban ahí.

Para fortuna suya, Shaka no era fanático de estar fuera de casa durante la noche. Y Aiacos pareció percatarse del problema en el que estaría si Kanon se enteraba de que lo habían atrapado con las manos en la masa. Así que simplemente se despidieron, y Aiacos incluso le pidió a uno de sus conductores que los llevara a casa.

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Después de dejar a Shaka en la casa de sus padres, Saga volvió al departamento que compartía con Kanon.

Para fortuna suya, su gemelo no había llegado aún a casa. Realmente no quería verlo después de lo que vió esa tarde, así que fue directamente a su habitación, y se arrojó en la cama.

Después de unos minutos, recordó que tenía unas cuántas tareas, y era mejor adelantar un poco de trabajo, así que se levantó, tomó su mochila, y al hacerlo, una carpeta cayó al suelo.

La tomó entre sus manos, y recordó de qué se trataba. Pensó si debía leerla o no. Después de todo, no parecía agradarle a Aiacos, pero tampoco estaba en su lista negra como el trío Winkler. Así que se cuestionó a sí mismo si debía.

Después de un rato, decidió que nada perdía por echar un vistazo. Así que abrió la carpeta y comenzó a hojear el contenido.

La primera hoja contenía datos generales, como el nombre, los apellidos, entre otros. Pensó en simplemente continuar con las demás hojas, pero algunas cosas llamaron su atención.

Para empezar, si se suponía que Milo y Aiacos eran hermanos, ¿por qué sus apellidos no coincidían?

Sabía que el nombre completo de Milo era Milo Antares Winkler Meyer. Esos eran los apellidos que Aiacos debería tener si era hermano de Milo, pero, aunque el primer apellido era el mismo, el segundo era completamente diferente.

Aiacos Winkler Caudhari, leyó en la parte superior de la hoja.

Lo siguiente que llamó su atención, era la nacionalidad de Aiacos: Nepal.

Bueno, a pesar de que sus padres eran alemanes, Milo tenía oficialmente nacionalidad griega por haber nacido en el país. Quizás Aiacos simplemente había nacido en Nepal durante un viaje o algo así, y por eso tenía esa nacionalidad.

Pero otro dato en la hoja, marcaba que el primer idioma de Aiacos era nepalí, el idioma oficial de Nepal.

El inglés era su segundo idioma, el griego el tercero, y tenía un nivel medio de alemán.

No tenía sentido. Si sus padres eran alemanes, ¿por qué el nepalí era su primer idioma, y estaba en proceso de aprender alemán?

A la vez, ¿por qué sus apellidos eran diferentes, si era hermano de Milo?

En esa hoja no había más información de utilidad, así que pasó a las siguientes, y poco a poco fue despejando cada una de sus preguntas.

Al leer todo el expediente, entendió varias cosas:

Los apellidos de Aiacos eran Winkler Caudhari, porque él y Milo no eran hijos de la misma madre. Eran medios hermanos, eso lo marcaba el expediente.

También descubrió otras cosas, como que Aiacos tenía registro de padecer un tipo de estrés postraumático, y aunque ya era estable, de vez en cuando podía presentar pequeñas crisis.

El expediente también marcaba abuso de sustancias en el pasado, así como problemas de adicción al cigarrillo, al alcohol y otras sustancias. Pero también un seguimiento de rehabilitación, y que señalaba a Aiacos como totalmente rehabilitado de sus adicciones.

Ahora que había obtenido respuestas a sus preguntas anteriores, nuevas dudas habían surgido.

Por un lado, ahora parecía entender porqué Radamanthys, Minos y Milo trataban tan mal a Aiacos. Porqué jamás los había escuchado siquiera mencionarlo. Y porqué Aiacos actuaba de esa forma tan arisca.

Pero ahora las preguntas eran ¿qué le había pasado a Aiacos para ocasionarle algo tan grave como síndrome de estrés postraumático?, ¿Milo, Radamanthys y Minos habían tenido algo que ver?, si Pandora no era la madre de Aiacos, ¿entonces quién?

Ahora estaba más decidido que nunca a acercarse a Aiacos, y tratar de por lo menos ser su amigo.

Aiacos no parecía ser una persona del todo mala. Y ahora que sabía todos los problemas que el oji-violeta había tenido que soportar durante toda su vida, no podía evitar sentir cierta empatía y compasión por él. Después de todo, no podía culparlo completamente.

Decidió guardar el expediente en una de sus enciclopedias, y esconderla bajo en colchón, e irse a dormir. Mañana se desharía de aquella carpeta.

Ayer me besaste y no podías parar
Y me bailaste hasta el amanecer
Cuando desperté yo te quise llamar
Y ahora me dice que borró cassete

Al otro día no vió a Kanon por ningún lado. Supuso que se había quedado a dormir en la mansión Winkler, y lo vería en la universidad... Bueno, tampoco era como si quisiera verlo después de aquella escena. En fin...

Fue solo a la universidad, y fue directo a su salón para tener su primer clase del día. Ahí se encontró con Aiacos.

El menor ni siquiera volteó a mirarlo durante todo el día, hasta que en la clase previa al receso, una profesora les solicitó hacer parejas para la realización del proyecto semestral.

Aiacos era el chico nuevo, que se había comportado arisco con todos los que intentaron acercarse el día anterior. Y no tenía a nadie con quién hacer equipo.

Por el contrario, Saga se llevaba bien con todos sus compañeros, además de que era uno de los alumnos más destacados en su carrera, más de uno hubiera estado felíz de hacer equipo con él.

Todos hicieron equipo con su mejor amigo, y en cuestión de minutos todos tenían un compañero. Sin embargo, Saga notó que Aiacos ni siquiera se movió de su lugar para intentar buscar un compañero, y cuándo el último par se anotó en la lista de la profesora, el menor se dirigió con la docente.

- Profesora, yo puedo trabajar con Aiacos.- Se acercó Saga al escritorio de la profesora.- Yo tampoco hice equipo con nadie porque hoy no asistió la compañera con la que acostumbro trabajar. Además, Aiacos no conoce a nadie, y no tiene los apuntes de su materia, yo podría ayudarlo.

La profesora accedió, y los anotó a los dos como el penúltimo equipo restante, y después les indicó que podían retirarse a su receso para comer algo y descansar un poco.

Ambos salieron del aula, y en el camino, Aiacos volteó a verlo como si quisiera asesinarlo con la mirada, pero no dijo nada, hasta que salieron al pasillo.

- ¿Por qué demonios hiciste eso?- Preguntó el oji-violeta, sin dirigirle la vista.

- Tú ayer me salvaste del idiota de Minos.- Respondió Saga.- Solo te devolví el favor.

- ¿Quién te pidió ayuda?- Respondió Aiacos, sonando algo enfadado.- Puedo cuidarme solo. No soy una damisela en apuros a la que debas salvar.

Saga soltó un pesado suspiro antes de responder.- Sé que no lo eres.- Dijo, sorprendiendo a Aiacos, quién incluso detuvo su caminar.- Se ve que eres una persona inteligente, fuerte y capaz de valerse por sí mismo. Pero no es necesario estar a la defensiva todo el tiempo, no todos tienen malas intenciones, ¿sabes?

Aiacos se quedó callado por unos segundos, parecía ser la primera vez que escuchaba algo así, o por lo menos que lo creía. Cuando salió de su pequeño trance, carraspeó un poco la garganta, y después se dirigió a Saga.

- ¿Puedo invitarte el almuerzo hoy?- Preguntó el jóven nepalí, sorprendiendo ahora a Saga.- No eres tan insoportable una vez que te conocen, ¿sabes?- Añadió, con un leve rubor en las mejillas.

Saga notó el suave sonrojo de Aiacos, y solo asintió, con una leve risa.

Después de leer aquel expediente la noche anterior, y saber todo lo que Aiacos cargaba sobre sus hombros, entendía mejor la forma de actuar de Aiacos, y entendió que el menor estaba intentando ser amable. Así que aceptó su invitación, y lo acompañó a almorzar.

Llegaron a la cafetería, y después de conseguir su comida, se sentaron en una de las mesas, y hablaron un poco sobre la carrera que ambos estudiaban.

Así fue cómo Saga se enteró de que Aiacos había estudiado los fundamentos básicos de arquitectura mientras estuvo en un internado en Nepal. El nepalí era ciertamente brillante, y sorprendió a Saga al ser de las pocas personas que veía genuinamente interesado en su carrera.

Hablaron sobre unas cuantas cosas más, realmente congeniaban bien y se entendían mutuamente, que ni siquiera sentían que pasara el tiempo, hasta que una tercera persona apareció.

- Saga, ¿puedo hablar contigo un momento?

- Claro, Sorrento.- Accedió el mayor.- Enseguida vuelvo.

Aiacos asintió, y los otros dos se alejaron unos cuántos metros, a una esquina solitaria de la cafetería.

Saga sabía lo que Sorrento estaba por preguntar, y sabía que la respuesta no le iba a gustar nada.

Aún así, era injusto que Kanon jugara de esa forma con los sentimientos del peli-lila, y era mejor que Sorrento supiera la verdad. Así que respiró profundo, intentando calmarse, y le contó a Sorrento lo que había visto la tarde anterior.

El peli-lila escuchó todo atentamente de inicio a fin, sin decir una sola palabra, hasta que Saga terminó de hablar.

Al alzar la vista, Saga se topó con los ojos cristalizados de Sorrento. Le preguntó si se encontraba bien, y el peli-lila solo asintió, limpiando sus ojos con su antebrazo.

Saga sabía que Sorrento estaba mintiendo. El peli-lila estaba destrozado por dentro, pero jamás se mostraría vulnerable. Así que se ofreció a acompañarlo a la sala de profesores o la oficina de la rectora para que pudiera calmarse, pero Sorrento se negó, y dijo que iría al baño.

Saga insistió en acompañarlo, y después se le sumó Aiacos, que al saber el engaño de Kanon, y al ver el estado del peli-lila, dedujo lo que había pasado.

Al final, ambos acompañaron al más jóven a los sanitarios, y Saga pensó que lo mejor era dejarlo solo para que pudiera calmarse, pero Aiacos pensó todo lo contrario.

Aiacos se acercó a Sorrento, y puso una de sus manos sobre el hombro del peli-lila, quién lo miró confundido.

- Escucha, sé que ésto debe ser difícil para tí, aún si no quieres aceptarlo.- Dijo el oji-violeta.- Pero te apuesto las jodidas escrituras de la mansión que Hades me dió si en máximo tres meses, Kanon no vuelve a tí arrastrándose.

Sorrento abrió los ojos, algo sorprendido por las palabras de Aiacos, pero no dijo nada.

- Está con las perras de Radamanthys y Milo. Es un hecho que se va a arrepentir.- Añadió Aiacos.- Esos dos no aman a nadie más que a sí mismos. Y a él ninguno de los dos lo ama, ambos lo quieren únicamente por el sexo y por la extraña obsesión que tienen por hacer sentir inferior y miserable a alguien más.

- Yo...

- Realmente lo amas, ¿no es así?- Completó Aiacos la frase de Sorrento.- Aunque tú lo ames con todo tu ser, él no te ama y nunca va a darte el valor que mereces. Créeme, lo que pasa una vez siempre sucede una vez más, y él no será la excepción. Así que mejor olvídate que alguna vez siquiera lo conociste, y busca a alguien que te ame como tú lo amaste a él.

Sorrento no pudo contener más sus lágrimas, y rompió en llanto, siendo rodeado por los brazos de Aiacos.

Saga observaba toda la escena. Era la primera vez que veía a Sorrento llorar en público, y tenerle tanta confianza a alguien.
Y Aiacos había mostrado una determinación y seguridad enormes, pero a la vez comprensión y ternura que no creía fueran capaces de ir juntas en un mismo discurso.

- Me dijo que me amaba...- Escuchó sollozar a Sorrento en los brazos de Aiacos.- Incluso... Incluso me propuso matrimonio...- Añadió el peli-lila ente sollozos, apretando su mano izquierda, dónde portaba una anillo plateado.

- Las palabras se las lleva el viento. Cree en acciones, y no en promesas.- Dijo Aiacos, frotando la espalda de Sorrento.- En un futuro vas a agradecer haberte enterado de cómo es realmente ahora, y no después de haberte casado con él.

- Kanon es un idiota.- Se sumó Saga, haciendo que incluso Sorrento volteara a verlo.- Sorrento, sé que jamás hemos sido amigos cercanos, pero no eres una mala persona, y mereces algo mucho mejor que ésto.

Al final, ambos terminaron consolando al peli-lila, hasta que Sorrento consiguió calmarse unos minutos después.

- Devuélvele ese anillo cuanto antes.- Sugirió Aiacos al ver cómo Sorrento miraba el anillo que aún portaba en su dedo.- Así no le deberás nada y te dejará en paz.

Sorrento vió por última vez la pequeña circunferencia metálica, y después la retiró, guardándola en un bolsillo de su abrigo.

- Lamento haberlos molestado.- Suspiró Sorrento.- Ahora, si me disculpan, tengo algo importante qué hacer.

Después de eso, Sorrento salió del baño, recuperando la determinación y seriedad que lo caracterizaban.

Aiacos y Saga solo lo miraron hasta que desapareció de su vista.

- Vaya, seríamos buenos padres.- Bromeó Aiacos, para después sacar un cigarrillo del bolsillo de su pantalón, y encenderlo.

Saga no dijo nada, y simplemente asintió, acercándose a Aiacos.

- Oye, Aiacos.

Aiacos le dió una calada al cigarrillo en sus labios y después respondió.- ¿Qué pasa?, sobre lo de que seríamos buenos padres fue solo una broma, no te lo tomes tan literal.- Dijo con una leve risa.

- No es eso.- Respondió Saga.- Quería preguntarte algo, pero no sé si estés dispuesto a responder.

Aiacos dió otra calada a su cigarrillo, y después de soltar el humo habló.- ¿Qué quieres preguntar?

Saga tomó una profunda bocanada de aire, pero decidió preguntar.- ¿Por qué te llevas tan mal con Milo y el resto de los Winkler?

Aiacos se quedó callado, mirando a la nada. Después apagó el cigarrillo en el lavamanos, y pareció pensar su respuesta antes de decir algo.

- Es una larga historia.- Dijo, sin dirigirle la mirada a Saga.- Dudo que quieras escuchar un relato tan largo y complicado.

- Sé como es ese trío del mal, y estoy seguro de que no me sorprendería nada.- Respondió Saga, colocando una de sus manos sobre el hombro de Aiacos.- Tenemos dos horas libres, y después tenemos que trabajar juntos en el proyecto por el resto del semestre, así que tiempo es lo que tendremos de sobra.

Aiacos miró a Saga por unos segundos, como si se cuestionara a sí mismo si debía abrirse con el contrario. Pero finalmente asintió, y se acomodó, sentándose sobre el lavamanos.

- Supongo que todos ellos me ven como un estorbo, o más bien, un peligro.- Comenzó Aiacos.- Hades no es precisamente un santo, ¿sabes?. Cómo muchos tipos con dinero, en su juventud creía que podía hacer y deshacer el mundo a su antojo. Solía tener muchos amantes y algunos amoríos pasajeros alrededor del mundo, aún estando casado, ni siquiera cuándo su esposa se encontraba embarazada de su primogénita.

Saga no dijo nada. Había algunos rumores que rodeaban al magnate Hades Winkler, pero nunca se dejaba llevar por lo que la gente o los medios dijeran.

- En fin... Supongo que su esposa soportó todo eso únicamente por el interés económico, o qué sé yo.- Añadió Aiacos.- El punto es que aún después de que su primera hija legítima naciera, y supuestamente la quisiera, él deseaba un hijo varón. Pero su esposa no lograba volver a quedarse embarazada. Así que siguió con sus amantes, intentando que alguna de ellas le diera el hijo que tanto deseaba.

Saga escuchaba todo lo que Aiacos le contaba, y recordaba la información del expediente, y parecía comenzar a entender todo. Pero prefirió no adelantarse a sacar conclusiones.

- El caso es que ninguna fue capaz de darle el hijo que quería, ni siquiera hijas. Pero justo cuándo estaba a punto de darse por vencido, su esposa resultó embarazada nuevamente, y el bebé que esperaba era un niño... Y ese bebé fue Milo, su primer hijo varón legítimo.- Continuó Aiacos.- Pero con lo que no contaba, era que una de sus amantes también había quedado embarazada durante uno de sus últimos encuentros, también de un niño. Pero ella no le dijo nada, y le ocultó el embarazo, hasta que el bebé nació, y Hades se enteró de todo... Porque su amante murió en el parto, y dejó huérfano al bebé.

Entonces Saga había acertado. Milo y Aiacos no eran hermanos, sino medios hermanos. Y su teoría sobre qué relación habrían tenido la madre de Aiacos y Hades, desgraciadamente, también resultó ser cierta.

- El bebé fue creciendo, y Hades pasó años ocultando su existencia, dejándolo al cuidado de nanas y sirvientes, hasta que su esposa descubrió todo, cuándo el niño tenía siete años. Y todo porque al parecer, Hades no fue capaz de mantener sus pantalones en su lugar durante un viaje a Japón, y de alguna forma, había tenido otro hijo, que en ese entonces tenía tan solo dos años.- Continuó Aiacos.- No entiendo todavía cómo, pero Pandora perdonó a su esposo una vez más, e incluso accedió a criar a uno de los dos niños en Grecia. El más pequeño de los dos aún tenía a su madre, así que no necesitaba otra.

Saga no sabía qué decir. Ciertamente, ¿qué se supone que debes decir ante una historia así?

- Después de que el hijo de Hades que nació en Nepal, fue llevado a Grecia, conoció a su nueva familia.- Continuó hablando Aiacos.- Después de haber pasado toda su vida encerrado en una mansión en Nepal, recibiendo educación en casa, y teniendo como únicos amigos y compañía a su nana, su mayordomo, su cocinera y su jardinero, ahora tenía una hermana mayor y un hermano bastante parecido a él físicamente, además de una madrastra. Y no solo eso, sino que también tuvo que aprender a comportarse en eventos públicos, a socializar con las personas por su cuenta después de haber pasado toda su vida entre cuatro paredes, a mantener una falsa sonrisa y aspecto de hijo de una familia ideal, así como una maldita farsa de ser un hijo adoptado para no causar controversias con su simple existencia... Debe ser algo un poco difícil de asimilar a una edad tan tierna.

Saga sabía que la familia Winkler tenía ciertos rumores sobre sus integrantes. Pero hasta ese día, pensó que eran solo eso, rumores, chismes malintencionados.

- Como era de esperarse, ese niño no fue bien recibido por muchos integrantes de la familia Winkler, por considerarlo un bastardo indigno del apellido. Incluídos sus primos y su medio hermano.- Añadió Aiacos.- Dos de sus primos y su medio hermano se encargaron desde siempre a hacerle de la vida un verdadero infierno en cada oportunidad. Desde cosas simplemente molestas como esconder o romper un juguete, hasta cosas mucho más graves, como empujarlo escaleras abajo, o intentar ahogarlo en la piscina.

Saga dió un respingo al escuchar la última frase de Aiacos. ¿Acaso la piscina o las escaleras eran el origen del estrés postraumático de Aiacos?

- Pero ese niño era pacífico, no tonto.- Suspiró Aiacos.- Llegó el día en que tantos malos tratos colmaron el vaso. Así que, una vez, cuándo sus dos fastidiosos primos y su estúpido hermano intentaron volver a arrojarlo por la escalera de la mansión, de alguna forma de le fue encima a su hermano, y lo golpeó, descargando toda la furia que llevaba años guardando... Perdió totalmente el control de sí mismo, y lo golpeó sin descanso, hasta que unos sirvientes llegaron a separarlos... Cuándo recuperó el control, se dió cuenta de lo que había hecho. Golpeó a su hermano de una forma tan violenta, que le destrozó completamente la nariz, le tiró un par de dientes, e incluso lo dejó inconsciente por varias horas... La golpiza fue tal, que sus manos y su ropa estaban manchadas de la sangre de su hermano.

Entonces así fue como Milo terminó con la nariz destrozada y requiriendo una cirugía de reconstrucción de niño.

- Después de ese día, nada volvió a ser igual. Toda la familia Winkler se puso aún más en su contra, y a pesar de todos sus esfuerzos, todo parecía ser en vano.- Siguió Aiacos, comenzando a rascar su muñeca.- La pubertad es una etapa difícil para cualquiera, y no contar con nadie para orientarte o apoyarte solo lo complica más. Y eso fue lo que lo orilló a hacer muchas cosas de las que después se arrepintió, como comenzar a frecuentar personas mucho mayores que él, y que no eran para nada buenas. Comenzó a ingerir sustancias de todo tipo, primero por diversión y desahogo, y después por ser una jodida necesidad. Incluso se volvió un patético adicto al sexo, porque, bueno, ya sabes lo que dicen: "En la cama todos somos iguales"... Era su forma de sentirse amado, necesitado, y que tenía el control de algo. Aunque en realidad no tenía control de absolutamente nada.

Entonces, si bien Minos y el resto no mentían sobre el cuestionable pasado de Aiacos, tampoco eran totalmente honestos al omitir la culpabilidad que ellos tenían.

- Llegó un punto de quiebre, en el que todo se hizo simplemente insoportable para la familia Winkler. Cuándo el hijo ilegítimo de Hades hizo que casi toda una escuela de élite compitiera por su amor... Eso fue lo único que les importó, su imágen, y el cómo podía perjudicarlos el hecho de tener alguien así en su familia... Pero a ninguno le importó siquiera que ese chiquillo, al que todos tachaban como una puta, sufría las consecuencias de sus malas decisiones en silencio... Y ese chiquillo soy yo.

- ¿Qué fue lo que pasó?- Preguntó Saga, tomando la mano de Aiacos al ver sus ojos cristalizarse.

Aiacos respiró profundo, intentando calmarse, y después habló.

- ¿Crees que un adicto al sexo lo disfruta?- Dijo Aiacos.- No es agradable, no te gusta, no es satisfactorio, porque simplemente sabes que no lo quieres, lo hace únicamente porque no tienes control de tí mismo, y sientes que si no lo haces, te quedarás solo y nadie te querrá... Pero irónicamente, al ceder, lo único que consigues es quedarte solo.

- ¿Por qué Milo y el resto de idiotas se comportaban así?- Preguntó Saga. Entendía que los adultos actuaran de una forma tan cruel, aún tratándose de un niño, pero ¿por qué unos niños agredirían de esa forma a otro?

Aiacos dejó escapar una pequeña y amarga risa antes de responder.

- Tienes suerte de venir de una familia promedio, Saga. No tienes idea de cuánto.- Suspiró el oji-violeta.- Los que nacen en familias como los Winkler, desde que llegan al mundo son educados con una mentalidad materialista, el dinero es su ley, y la ambición su pan de cada día.

- ¿Por qué hicieron todo eso?

- ¿Sabes a quién le corresponde la mayor cantidad de la fortuna Winkler, Saga?- Preguntó Aiacos.- Una tercera parte se le queda al primer descendiente legítimo, sea hijo o hija. Así fue cómo Hades se quedó con la mayor parte de la fortuna, al ser el primero de sus hermanos en nacer, y en ésta generación, es a mi media hermana a quién le corresponde esa parte. Otra tercera parte es para el primer hijo varón. El resto se divide entre los demás herederos.

Saga no entendía. Aiacos lo notó, y decidió explicarle más detalladamente.

- Ese bebé nació cuatro meses antes que su hijo legítimo.- Mencionó Aiacos.- Milo nació en Noviembre, yo en Julio.

Entonces Saga comprendió todo. Aiacos solo sonrió amargamente, y asintió.

- Yo soy el primer hijo varón de Hades.- Dijo el oji-violeta.- Milo, Radamanthys y Minos nacieron después de mí. Así que a ellos les toca la menor parte de la fortuna, ya que también tienen que compartirla con mi hermano menor. Por eso me han odiado desde siempre, y lo harán hasta el día de mi muerte.

Los ojos de Aiacos comenzaron a cristalizarse, Saga lo notó e intentó decir algo, pero Aiacos rápidamente se limpió las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos.

- Está bien. Todo eso quedó atrás de todos modos, a quién le importa.- Respondió Aiacos, con una sonrisa fingida.- Por esa razón es que me enviaron de vuelta a Nepal a los trece años a un internado. Ahí pasé por una terapia de rehabilitación, no lo niego, fue bastante difícil, pero sobreviví que es lo único importante.

Saga solo miró a Aiacos. Definitivamente debió ser difícil para él pasar por todo eso, y no sabía qué decir para animarlo o hacerlo sentir mejor.

- De vez en cuándo tengo algunas recaídas, ¿sabes?- Añadió Aiacos, desviando la mirada, y con una lágrima fugitiva deslizandose por su mejilla.- En la fiesta de Radamanthys... Bebí alcohol, y volví a fumar, y... Bueno, sabes lo que hicimos tú y yo, después de años de abstinencia. Por eso a la mañana siguiente me marché sin decir una sola palabra, ni dejar una pista de mi paradero. Después, cuándo te volví a encontrar aquí ayer... Perdón por actuar como actué, pero se supone que no debía hacer todo eso aún, todavía sigo en terapia, así que todo está siendo un poco difícil.

- No te preocupes, lo entiendo.- Dijo Saga, con una sonrisa gentil.- Eres una persona bastante valiente para haber enfrentado todo eso tú solo.

Aiacos mostró un leve rubor en las mejillas, y solo rió nervioso.

- Alguien menos astuto o menos fuerte no habría tenido oportunidad contra ese trío del mal.- Añadió Saga.- Y tú haz logrado enfrentarlos y vencerlos.

Aiacos le devolvió la sonrisa, y sus miradas se conectaron por unos segundos, hasta que la campana que anunciaba el fin del receso sonó.

- Tenemos dos horas libres, ¿no?- Dijo Aiacos, y Saga asintió.- No tengo ganas de salir a socializar, ni mucho menos a correr el riesgo de ver a ese trío de idiotas... ¿Te apetece quedarte un rato aquí?

Saga accedió, y ambos se quedaron en dónde estaban para continuar hablando.

- Y dime, ¿cómo conociste exactamente a ese trío de arpías?- Preguntó Aiacos, sacando otro cigarrillo de su bolsillo.

- Ya te dije que al narcisista de Minos lo conocí cuándo formé parte del club de debate en primer año. A los otros dos los conocí por culpa de Kanon.- Respondió Saga.- Es realmente incómodo hablar sobre cómo conocí a Milo y Radamanthys, porque todo empezó cuando esos dos me confundieron con Kanon, y los dos me besaron.

Aiacos no contuvo la risa que escapó de sus labios, y Saga se ruborizó al instante de recordar ese día.

- Y dime ¿qué se siente ser besado por dos arpías?- Bromeó Aiacos.

- Horrible.- Respondió Saga.- Los dos son unos inútiles hasta para eso.

Aiacos soltó el humo en su boca, y después se acercó a Saga, para finalmente romper la pequeña distancia entre ellos y dar un suave beso en los labios del mayor. Saga dudó si debía corresponderle o no, pero al final cedió.

- ¿Y yo?- Preguntó Aiacos, después de separarse.

Saga desvió la vista, sonrojado. Y escuchó a Aiacos reír nuevamente.

Estaba a punto de decir algo, cuándo escucharon que alguien más estaba a punto de entrar a los sanitarios, y el primer impulso de Aiacos fue tomar de la muñeca a Saga y arrastrarlo con él a uno de los cubículos.

- ¿Qué-?

- Shh...- Le silenció Aiacos.- Escucha.

Saga hizo caso, y guardó silencio completamente. Y cuando solo se escuchaba la discusiones de las dos personas que habían entrado, entendió el porqué de la reacción de Aiacos.

- ¡Por un demonio, Sorrento, ¿de qué diablos estás hablando?!

- ¡Ya tuve suficiente de tí, Kanon!- Reclamó el aludido.- ¡Tanto te gustan, ve con ellos, y a mí déjame en paz!

- ¡Estás loco!- Gritó de vuelta Kanon.- ¡Milo y Radamanthys solo son mis amigos. Jamás hemos hecho nada de lo que dices, no tenías porqué gritarlo enfrente de todos!

- ¡No soy idiota, Kanon!- Escucharon la voz de Sorrento.- ¡Yo no voy a ser un juegue más de tu harén!, ¡si ya no me quieres, dímelo a la cara y terminemos con ésto de una vez por todas!

Saga y Aiacos se quedaron callados, escuchando la discusión de esos dos.

- ¡¿Tanto quieres saber la verdad?!, ¡pues sí, si me acosté con los dos!- Admitió finalmente Kanon.- ¡Ellos no son tan frágiles ni llorones como tú!

No escucharon una respuesta de parte de Sorrento, e intuyeron que el peli-lila probablemente estaba intentando contener las lágrimas.

- ¡Ellos no se la pasan todo el puto día encerrados en la escuela, ni ponen excusas, ni lloran a la hora del sexo!- Siguió gritando Kanon.- ¡Tú te la vives poniendo excusas para no tener nada, y las pocas veces que casi lo hicimos, nunca lo terminabamos porque te ponías a llorar!, ¡¿así está bien o quieres saber algo más?!

Saga no podía creer que su hermano estuviera diciendo semejantes barbaridades. Y probablemente Aiacos tampoco, y Sorrento menos, ya que no decía nada. Pero segundos después escucharon la voz del peli-lila.

- Solo dime una cosa.- Dijo Sorrento.- ¿Alguna vez me quisiste realmente, o siempre fuí un maldito juguete para ti?

- Sí llegué a quererte, pero me harté de tí y tu inmadurez.- Espetó Kanon, con los mismos aires de grandeza.

Escucharon los pasos de alguien, y después supieron que había sido Sorrento quién avanzó.

- Gracias por aclarar todo.- Escucharon al peli-lila.- Ahora vete al diablo tomado de la mano con ellos dos, y no se te ocurra volverme a buscar. Imagina que estoy muerto... Aunque no creo que te haga falta, después de todo, no tuviste reparos en serme infiel enfrente de mis narices. Suerte, la vas a necesitar.

Después de eso, escucharon la puerta principal abrirse, y supieron que Sorrento se había marchado.

Kanon dió un par de puñetazos a la pared, y después azotó la puerta principal para salir de ahí.

Una vez solos de nuevo, ambos salieron de su escondite, verificando que los otros dos se habían ido.

- Qué lindo tu hermano.- Soltó Aiacos con evidente sarcasmo.- Se ve que realmente amaba a su novio.

- Sabía que Kanon no es el ser más inteligente de éste mundo, pero no creía que fuera así de imbécil.- Suspiró Saga.- No puedo creer que haya cambiado más de dos años de relación por sexo.

Aiacos se encogió de hombros.- Ya se lo dije a ese chico. Radamanthys y Milo adoran hacer miserable a alguien más, y al enterarse de que tu hermano es libre, será cuestión de tiempo para que se aburran de él y lo boten como él hizo con su novio... Lo llaman karma, pero para mí es simple lógica, recibes lo que das.

- Aunque sea mi hermano, debo admitir que es lo mínimo que se merece después de ésto.

Por la paz, decidieron dejar aquel asunto de lado, después de todo, no era problema suyo. Y continuaron hablando de otras cosas por un par de horas más.

Descubrieron que tenían varias cosas en común, y quizás hasta podrían llevarse bien y ser amigos en un futuro.

Saga le contó a Aiacos sobre su infancia teniendo un hermano gemelo, con unos padres que se amaban mutuamente, y que los amaban a ellos. Cómo durante su niñez, él y Kanon eran muy cercanos con su primo, Shaka. De ahí, Aiacos le contó cómo había conocido a Shaka en Nepal.

Así fue cómo Saga se enteró de que Aiacos y Shaka se conocieron cuando un grupo de matones molestaban a su primo por ser un becado, y Aiacos lo defendió, dándoles la paliza de su vida. Después de eso, ambos se fueron haciendo amigos, y comenzaron a cuidarse la espalda mutuamente. Aiacos le enseñó a Shaka a pelear y defenderse, y lo ayudó a tener más confianza en sí mismo. Y Shaka fue un gran apoyo para Aiacos para aprender a controlar su ira y sus impulsos.

Saga, entre más conocía a Aiacos, más se convencía de que el oji-violeta no era una mala persona. Solo había tenido la mala suerte de nacer en una familia difícil, y todas las malas acciones que había llegado a hacer, fueron en mera defensa propia. Pero incluso así, no se justificaba ni las negaba, al contrario, las aceptaba y estaba luchando por ser mejor.

Saga sabía lo difícil que es para una persona adicta a cualquier cosa rehabilitarse, y aún más si provienen de un hogar como el de Aiacos. Así que podía comprender lo difícil que debió ser todo para Aiacos, y por eso no podía evitar sentir admiración por él.

Cuándo las horas de descanso terminaron, y estaba cerca la hora de volver para tomar su última clase del día, tomaron sus cosas y se prepararon para salir del baño.

- ¿Puedo ir a tu casa para comenzar a trabajar en el proyecto?- Preguntó Aiacos, mientras caminaban lado a lado.- Te invitaría a la mía, pero después de lo de tu hermano, es seguro que estará todo el maldito día con Milo y Radamanthys, y estoy seguro de que no querrás escuchar eso otra vez.

Saga sintió un pequeño nerviosismo invadirlo, y no supo qué responder al instante, pero entonces Aiacos habló nuevamente.

- No te preocupes, no soy del tipo de personas que juzgan a los demás por las cosas materiales.- Le sonrió Aiacos.- No hay nada que desee más que vivir una vida normal, lejos de los Winkler y toda su maldita basura.

Saga sabía que Aiacos no era un materialista como sus parientes, pero eso no era lo único que lo preocupaba, sino solo una cosa de la lista. Aiacos le dijo que aún seguía en rehabilitación, y temía que al estar a solas algo pudiera pasar entre ellos y arruinara el progreso de Aiacos.

- No te preocupes por mi "problema" tampoco.- Añadió Aiacos. Realmente tenía un excelente sentido de la intuición.- Aunque estoy en rehabilitación, soy lo suficientemente estable para controlarme. Lo único que me sigue costando algo de trabajo es dejar mis cigarrillos, pero ahora solo son dos o tres al día, así que voy progresando. Estaremos bien.

Saga decidió aceptar, confiando en la palabra de Aiacos y en su propia fuerza de voluntad. Y después, ambos volvieron al aula dónde tomarían su última clase del día.

Que no se acuerda de esa noche
Porque ella borró cassette
Dice que no me conoce
Y quiero volverla a ver

Después de clases, ambos fueron juntos hasta el edificio dónde vivía Saga.

El departamento no era nada comparado con la mansión Winkler. Con suerte, quizás era del tamaño de una de las habitaciones de la enorme y lujosa mansión, pero a Aiacos no parecía importarle en lo más mínimo.

Saga le ofreció un vaso de agua, y Aiacos aceptó. La pequeña mesa del comedor no era tan espaciosa, de hecho, era del tamaño justo para que dos personas pudieran sentarse a comer, pero definitivamente no estaba hecha para elaborar un proyecto universitario.

Saga tenía un escritorio en su habitación, que era un poco más grande que la mesa y todo estaba mucho más limpio y ordenado. Al principio dudó en mencionarlo, temiendo que Aiacos lo malinterpretase y lo tomara como una insinuación, pero al final, ya harto del reducido espacio, decidió decirlo.

Para fortuna suya, Aiacos no se lo tomó como él temía, y también pensó que era buena idea.

Ambos fueron a la habitación de Saga, y se disponía a continuar trabajando con el proyecto, hasta que Saga notó que había olvidado su libro en la sala, y debía ir a buscarlo.

Aiacos se quedó en la habitación, sentado en la cama de Saga, mientras el oji-verde iba a buscar el libro a la sala.

Aiacos miraba los apuntes en su libreta, aún tenían muchas cosas qué pulir para su proyecto final, pero era un buen comienzo.

Intentó avanzar un poco por su cuenta, pero había unas cuántas cosas que no conseguía recordar, y pensó que quizás Saga tendría algún libro que le pudiera iluminar el camino.

Había un estante lleno de libros, algunos más gruesos que otros, incluso vió algunas enciclopedias. Revisó los títulos, y seleccionó los que podrían tener la información que buscaba, pero no la encontró.

Cuándo estaba a punto de darse por vencido, vió que debajo del colchón de la cama sobresalía algo. Se acercó, y descubrió que se trataba de una enciclopedia.

Sin pensarlo mucho, y creyendo que sería de ayuda, la sacó, y abrió, comenzando a leer el índice de contenidos.

Esa enciclopedia tenía la información que estaba buscando, así que intentó pasar a la página específicada en el índice, pero al hacerlo, el pesado libro casi se le cae de la manos.

Afortunadamente, logró sostenerla a tiempo, evitando que cayera, pero en el proceso, vió como una carpeta salió volando del interior de la enciclopedia, desparramándose en el suelo con todas las hojas que contenía.

Se agachó lo más rápido que pudo, comenzando a juntar las hojas, quizás era algo importante para Saga. Pero al girar el montón de hojas para guardarlas y ver el escudo de la universidad a la que ambos asistían, y su nombre debajo del nombre del instituto, supo que algo no andaba bien.

Guardó todas las hojas en la carpeta, y comenzó a leerlas una por una, y no podía creer lo que veía.

Era una copia completa de su expediente, ¿qué diablos hacía Saga con eso?

Definitivamente el mayor le tendría que dar una buena explicación cuando volviera.

- Y bien, ¿te divertiste leyendo mi expediente?- Preguntó Aiacos, cuándo Saga volvió a la habitación.

El peli-violeta dió un respingo al ver que Aiacos tenía aquella carpeta en las manos, y lo miraba con reproche.

- Yo... Aiacos, yo...

- ¿Tú qué?- Lo confrontó el oji-violeta al ver dicha reacción.- ¡Responde!

Saga se quedó sin palabras. No estaba seguro de qué debía decirle a Aiacos, solo estaba seguro de que el contrario estaba hirviendo de rabia, y con justa razón. Después de todo, era una violación grave a su privacidad.

- Lo siento.- Fue lo único que pudo murmurar.

No tenía justificación alguna por lo que había hecho. Cualquiera en el lugar de Aiacos tendría todo el derecho del mundo de estar enfadado.

- ¿Sabes qué?, vete al diablo.- Escuchó a Aiacos, y lo vió tomar sus cosas, y acercarse a él, aún con la carpeta en una de sus manos.- ¿Tanto querías esta cosa, y acercarte a mí para vender la información a la prensa o algo así?, ¡pues quédatela y métetela por el culo si quieres!, ¡me importa un carajo lo que hagas con esa información!- Añadió el oji-violeta, arrojándole la carpeta en la cara.

La carpeta llena de hojas le impactó con fuerza en la cara, y él simplemente aceptó recibir el golpe.

- No tengo idea de porqué pensé que serías diferente, cuándo nada es diferente nunca.- Escuchó murmurar a Aiacos con un delgado hilo de voz.

Aiacos lo empujó para poder salir de la habitación, y lo escuchó correr por la sala. Saga entonces reaccionó, y fue tras él, alcanzandolo en la puerta principal.

- No es lo que piensas.- Dijo, sosteniendo a Aiacos de la muñeca.- Aiacos, nunca he tenido intenciones de lastimarte ni hacer ningún tipo de daño.

- ¡Deja de mentir, maldita sea!- Gritó Aiacos, mirándolo.

Hasta entonces notó las mejillas de Aiacos llenas de lágrimas, y como mordía sus labios intentando contener los sollozos.

- Sé que no debí tomar ese expediente, y lo siento. Pero jamás tuve intenciones de divulgar esa información.- Siguió hablando Saga, y Aiacos solo lo miró fijamente, sin reflejar emoción alguna.- Yo... Yo solo quería entender porqué te comportas así, comprenderte... Y poder ser por lo menos un amigo para ti algún día.

- ¡¿Y robar mi información privada era parte de tu plan?!- Le reclamó Aiacos.- ¡¿Qué me asegura que no estás mintiendo?!

Saga no supo qué responder. Después de todo, Aiacos tenía un buen punto, no tenía una forma de demostrarle que decía la verdad.

- Eso pensé.- Escuchó murmurar a Aiacos, que después se liberó fácilmente del agarre en su muñeca.- Adiós. Olvida que me conoces.

Después de eso, Aiacos abrió la puerta y se fue, dejando a Saga con todas las palabras en la boca.

Y que los tragos, hicieron estrago en su cabeza
Ella con cualquiera no se besa
Quiero que sepa que me interesa
Y no hay un día que no pare de pensar en su belleza

Pasaron casi tres meses desde ese día. Saga no había dejado de lamentarse el haber hecho aquel trato con Sorrento.

Aiacos asistió a la universidad durante casi una semana más, pero ni siquiera volteaba a mirarlo. Había vuelto a ser el mismo chico arisco que conoció antes, quizás incluso más agresivo.

Después de una semana, Aiacos dejó de asistir a clases, y una semana después le siguieron el resto de Winkler, y los rumores no se hicieron esperar.

Algunos decían que la familia Winkler estaba pasando por aprietos financieros, pero casi nadie creía ese rumor dado el éxito de las empresas que dirigían. Otros decían que a Aiacos no le había gustado el programa de estudios griego, y había preferido volver a Nepal, y de paso, sus primos y su hermano habían elegido el mismo camino. Otros decían que toda la familia estaba en la mira de mafias y demás gente peligrosa gracias al mal movimiento de alguno de sus integrantes, y ahora todos estaban escondiéndose. Otros decían que Hades, la cabeza de la familia Winkler estaba gravemente enfermo, y era cuestión de tiempo para que todos comenzaran a disputarse la fortuna. Pero nadie sabía a ciencia cierta qué había pasado con ellos.

Kanon era quizás el único que aún mantenía contacto con dos integrantes de la familia Winkler, y el único que sabía lo que estaba pasando y el porqué de su repentina desaparición. Pero desde el día de su ruptura con Sorrento, su gemelo y él se habían distanciado como nunca en su vida. Kanon ni siquiera le dirigía la palabra, simplemente dejaba su parte de los gastos sobre la mesa, y pasaba muy poco tiempo en casa. Así que no podía contar con su ayuda.

Saga no dejaba de pensar en Aiacos, en todo lo que lo rodeaba, y se preguntaba qué había pasado con él. Intentó averiguar por sus medios, encontrar alguna pista sobre el paradero del menor, pero no había tenido éxito.

Sabía que Kanon estaba enfadado con él por una razón que ni él sabía, y no lo ayudaría. Shaka había vuelto a Nepal hace más de dos meses, y gracias a él sabía que Aiacos no había vuelto a su país natal. Así que tampoco tenía una forma de ingresar a la mansión Winkler por su propia cuenta.

Cuándo todo parecía perdido, una pequeña luz de esperanza apareció. Se trataba de una reunión privada de los empresarios más adinerados para una colecta de caridad, organizada por las familias Winkler y Wagner.

Era común que familias tan adineradas como esas hicieran ese tipo de eventos cada cierto tiempo, y siempre asistían todas las familias completas, así que Aiacos definitivamente estaría ahí. Ahora el problema era, cómo podría colarse en una reunión privada tan prestigiosa.

Esa pequeña luz de esperanza pareció estar a punto de desaparecerse, pero, como si el cielo lo hubiera enviado, su salvador apareció.

- ¿Estás hablando en serio, Sorrento?

El peli-lila asintió.

Sorrento era un Wagner. Hijo más pequeño del magnate Destiny Wagner, y la empresaria Sasha Alexopoulos. Sus padres eran dueños de casi media ciudad, de hecho, fue gracias a Sorrento que él y Kanon pudieron obtener una beca de la fundación que dirigía su madre.

Sorrento tendría que estar en ese evento sí o sí. Y había aparecido de pronto en su puerta, pidiéndole ser su acompañante. Saga estaba agradecido por semejante oportunidad, pero a la vez no entendía porqué Sorrento se lo pedía, y no dudó en preguntar.

- Saga, estoy haciendo ésto por dos razones.- Respondió Sorrento.- La primera, es que esos dos idiotas Winkler van a estar en ese evento, y van a llevar con ellos al perro faldero de tu hermano.- Espetó con rabia. Así que era eso, vengarse de Kanon...- Pero no es solo eso, Saga. No te usaría únicamente como un escudo.- ¿Ah, no?- Tú dijiste que querías algo con Aiacos, ¿verdad?, pues temo decirte que vas a tener que jugarte el todo o nada.

- ¿A qué te refieres?

- Saga, ese tipo de eventos siempre tienen algún otro fin detrás, no solo la "caridad".- Explicó el peli-lila lo obvio.- Ya sabes, presentar un nuevo proyecto o producto, presentar a un nuevo integrante de alguna de las familias... O anunciar el compromiso de algún integrante de las familias.

Saga enmudeció al oír eso. ¿Qué quería decir Sorrento?, ¿acaso...?

- Los herederos Winkler presentarán sus compromisos de matrimonio.- Confirmó Sorrento.- Minos se comprometió con la hija de una familia noruega, Hilda Pollaris. Radamanthys con la hija de Manigoldo Santoro, Erda Santoro. Milo con Tethys Solo, la hermana de Julián.- Saga no conocía a ninguna de la chicas que mencionó Sorrento, a excepción de Tethys. Ella era hermana menor de uno de sus compañeros de clase, Julián Solo, ambos hijos de Febo Abel Solo.- Y Aiacos, a él lo comprometieron con Violate Behemot.

Al escuchar que Aiacos ya estaba comprometido con una mujer, y sería anunciado oficialmente en ese evento, sintió todas sus esperanzas esfumarse y su corazón hacerse pedazos.

- Saga, por algo dije que tendrías que jugarte el todo o nada.- Escuchó la voz de Sorrento.- Ninguno de esos compromisos están hechos por amor, todos lo hacen por interés... Así que la única esperanza es que Aiacos rompa el compromiso.

- ¿Y qué puedo hacer yo, Sorrento?- Suspiró Saga.- De seguro esa chica es sumamente hermosa, y además viene de una familia adinerada. Ella podría darle una estabilidad, estatus social... Y yo... Yo no tengo nada de eso, solo lo haría pasar una humillación enorme.

Sorrento suspiró antes de responder. Saga a veces podía ser igual de cabeza hueca que Kanon.

- Si de verdad lo quieres, al menos lucha por él. Jamás des por perdido algo sin luchar.- Respondió el peli-lila.- De cualquier modo, mantendré en pie mi oferta, por si cambias de opinión.

Después de eso, Sorrento se retiró, dejando a Saga solo.

El peli-violeta pasó días dándole mil y un vueltas al asunto, debatiéndose si debía hacerlo o no. Pero finalmente, un día antes del evento, tomó una decisión, y al terminar las clases de la universidad, buscó a Sorrento.

- Sabía que aceptarías.- Le dijo Sorrento con una leve sonrisa.- En fin... Toma.- Añadió, entregándole una pequeña tarjeta.

- ¿Qué es ésto?- Inquirió Saga, tomando la tarjeta que Sorrento le había dado.

- Es una cena con temática de mascaradas.- Respondió Sorrento.- Sabía que aceptarías, así que me adelanté y le pedí a mi sastre que te hiciera un traje especial para esta ocasión. Solo tienes que ir a recogerlo a esa dirección.

- Sorrento, yo-

- No te preocupes, no tienes que pagarme nada.- Interrumpió el peli-lila.- Después de todo, fuí yo el de la idea. Además, lo pagué con mi propio dinero, no el de mis padres, así que no te preocupes por eso tampoco.

Saga no supo qué decir, y se limitó a asentir, murmurando un "Grácias."

Sorrento le sonrió de vuelta.- Ve a recogerlo hoy antes de las 5:00.- Le recordó el menor.- El evento está programado para las 7:00, así que mañana paso a recogerte a las 6:00. Procura estar listo para entonces, ¿de acuerdo?

Saga asintió, y después de hablar por unos minutos más, se despidieron y fueron por caminos separados.

Saga fue a casa, y después de comer algo y hacer sus deberes, fue a la dirección que Sorrento le había dado para recoger el traje.

El proceso fue bastante rápido, y en menos de veinte minutos, se encontraba en camino de vuelta a casa. Cuándo llegó, guardó el traje cuidadosamente en el armario, y fue a ducharse para intentar relajarse un poco.

Jamás dejó de pensar en Aiacos, en cuánto le atraía el aura de misterio que lo rodeaba, su personalidad... Absolutamente todo de él.

Iba a ser difícil prepararse mentalmente para lo que sucedería la noche de mañana, pero ya había lanzado los dados de aquel juego, y solo le quedaba esperar el resultado.

Te estoy buscando para ver si lo repetimos
Esa noche qué bien lo hicimos, entre tragos nos desvestimos
Las botellas que nos tomamo', a la locura que nos llevaron
Fue mucho lo que vacilamo', es imposible no recordarlo

La hora había llegado. Envuelto en un caro traje de seda de un peculiar diseño, mitad negro y mitad blanco, algo así como representando el Jing y el Jang.

Decidió atar su largo cabello en una cola de caballo para darle algo de impacto al vestuario.

Y para coronar el pastel: un antifaz, mitad blanco y mitad negro, igual que el traje.

Simple por la paleta de colores, pero atractivo. Llamativo, pero elegante. Era perfecto. Definitivamente Sorrento había hecho un gran trabajo al elegir el diseño, y el sastre al llevarlo a la realidad.

Después de revisar su aspecto una vez más, y al escuchar el timbre del departamento, fue hasta la puerta, dónde vió a Sorrento, vistiendo un traje de pantalones blancos, botas negra, y un llamativo saco azul con detalles bordados de color dorado, al igual que el antifaz, que parecía hecho de oro. Ciertamente, parecía imitar los trajes de los ricos de la época de la monarquía española.

- Vaya, te queda mejor de lo que imaginaba.- Comentó el peli-lila, mirándolo de arriba a abajo.- En fin, es hora.

Saga asintió, y ambos bajaron hasta salir del edificio, dónde ya los esperaba una limusina. Ambos la abordaron, y pronto se encontraban camino a la reunión.

Cuándo llegaron eran apenas las 6:30, y aún no llegaba la mayoría de los invitados, pero Sorrento le había dicho que como anfitriones, era su deber llegar antes que todos los demás.

Dentro del enorme salón había varias mesas cubiertas con manteles blancos, y con platos y cubiertos listos para ser usados.

Saga no tardó en tratar de buscar con la mirada a Aiacos, sin éxito en su misión. Ahí dentro pudo ver a las dos Pandoras Winkler, madre e hija, junto a Milo, Minos y Radamanthys. También estaba la familia de Sorrento: Destiny Wagner, Sasha Alexopoulos, Sendai, Kardia, Milo y Saori Wagner. Pero también vió a personas que no conocía, aunque intuyó que probablemente se trataba de las prometidas de los Winkler y sus familias.

Pero de Hades y Aiacos, no había ningún rastro. Sorrento le dijo que fuera paciente y no hiciera ninguna tontería, después de todo, no tardarían en aparecer, y no se equivocó.

Minutos después, vió a Hades y Aiacos aparecer. A pesar del antifaz, pudo reconocer perfectamente a Aiacos por su cabellera violeta y sus peculiares ojos.

Sorrento le dijo que esperase a qué Aiacos fuera al baño para poder hablar sin que alguien sospechara o los viera extraño. Así que decidió hacerle caso, y esperó pacientemente, hasta que Sorrento le dió la señal.

Fue detrás de Aiacos, y una vez que entró a los sanitarios en silencio, pudo ver a Aiacos llorando en los lavamanos.

Su primer instinto fue quitarse el saco, y acercarse a Aiacos, hasta depositar la prenda sobre sus hombros.

Aiacos, que ni siquiera se había percatado de su presencia, dió un pequeño salto en su lugar.

- Tranquilo.- Dijo, quitándose el antifaz, y perfectamente vió a Aiacos fulminarlo con la mirada.

- ¿Qué haces aquí?- Lo encaró Aiacos.- ¿Vas a seguirme hasta el fin del mundo acaso?

Saga se dió cuenta de cómo temblaba Aiacos, apretando sus puños alrededor del azulejo del lavamanos intentando controlarse inútilmente.

- ¿Estás bien?- Preguntó.

- ¿Te parece que estoy bien?- Gruñó Aiacos.- Maldita sea, hace años que no estaba en uno de estos eventos...

- ¿Es eso lo que te preocupa?- Insistió Saga.- ¿O es por anunciar tu compromiso?

Aiacos bajó la mirada, y se mordió los labios en señal de rabia contenida antes de responder.

- ¿Quieres saber la verdad?, pues bien, te lo diré.- Soltó Aiacos.- Toda esta jodida familia de mierda está haciendo todo lo posible por quitarme lo que por derecho es mío, casando a sus hijos para poder pelear por una mayor cantidad de la fortuna. Así que Hades tuvo que intervenir... Y sorpresa, la única forma que tengo de competir contra ellos es casarme. Así todos quedamos en igualdad de condiciones nuevamente.

- ¿La amas?- Preguntó Saga, captando la atención de Aiacos.

El menor se retiró el antifaz, dejando ver sus peculiares ojos violeta.

- ¿Cómo podría amarla?- Suspiró Aiacos.- Violate es una amiga de la infancia, pero es igual que yo... A mí no me van las mujeres, y a ella no le van los hombres, así que es un ganar-ganar.

Saga miró a Aiacos y la expresión que tenía en su rostro. En ese momento no reflejaba nada de agresividad, tan solo una profunda melancolía y pesar, quizás hasta un poco de temor.

- ¿Por qué estás aquí?- Preguntó Aiacos.

- Vine hasta aquí por tí.- Respondió el mayor.- Sé que no debí tomar tu expediente, y que fue una invasión a tu privacidad... Pero... Yo... Tú...

Aiacos solo lo miraba fijamente, sin cambiar su expresión.

- Aiacos, no tengo idea de cómo explicar ésto, pero... Me gustas.- Confesó Saga.- Desde esa noche, nada volvió a ser igual. No tengo idea de porqué, pero no me siento capaz de dejarte, realmente quiero estar contigo, por el precio que sea.

Aiacos no dijo nada por varios minutos. Simplemente lo miraba fijamente.

Saga pensó que eso era un rotundo rechazo, y resignado, se separó de Aiacos, comenzando a caminar hacia la salida. Si Aiacos había tomado una decisión, él debía respetarla.

Pero apenas hubo dado un par de pasos, Aiacos lo sujetó del brazo, haciéndolo dar media vuelta.

Apenas giró lo suficiente, sintió los labios de Aiacos estamparse contra los suyos, y las manos del contrario sostenerse de su cuello, pegándose completamente a su cuerpo.

- Respóndeme una cosa, Saga.- Susurró Aiacos, cerca de sus labios.- ¿De verdad me amas?

Saga sintió sus mejillas arder, pero simplemente abrazó a Aiacos, negándose a soltarlo.- Sí, te amo. No tengo idea de cómo pasó, pero te amo.

- ¿Qué estás dispuesto a hacer por retenerme a tu lado?- Hizo Aiacos otra pregunta, haciendo a Saga mirarlo a los ojos.

- Haré lo que me pidas.- Respondió firmemente y sin dudar Saga.

Aiacos volvió a besarlo una vez más, y Saga le correspondió nuevamente, hasta que Aiacos rompió el contacto.

- Entonces vámonos de aquí.- Susurró Aiacos, sorprendiendo un poco a Saga.- Si me amas, entonces llévame lejos de aquí. De toda esta locura, de toda esta maldita gente, toda esta familia... Llévame lejos de todo, y déjame formar parte de tu mundo.

Saga asintió después de unos segundos, tomando la mano de Aiacos.

Aiacos lo guió hasta una ventana que había en el baño, al final del pequeño pasillo. Era un espacio pequeño, pero suficiente para que pudieran salir de ahí.

Salieron al enorme jardín que rodeaba aquel edificio, topándose con ciertas personas que no esperaban, pero que al parecer tenían el mismo propósito que ellos.

- ¿Te vas tan pronto, Aiacos?- Preguntó con una sonrisa una chica de largos cabellos oscuros, al lado de Pandora, la hermana mayor de Milo y Aiacos.

Aiacos le devolvió la sonrisa antes de responder.- Por lo visto, no antes que ustedes, Violate.- Le sonrió Aiacos.- ¿A dónde irán?

- Encontré un buen lugar en Japón, ahí podremos vivir en paz.- Respondió ahora Pandora.

Entonces Aiacos notó que en el asiento trasero del auto de Pandora, había una esponjada cabellera blanca intentando esconderse bajo una manta.- Y de casualidad, ¿llevarán a la rata albina Nielsen con ustedes?- Preguntó riendo Aiacos.

Violate y Pandora rieron junto a Aiacos antes de responder.

- El pobre ratoncito nos pidió que lo lleváramos al aeropuerto, dice que irá a Noruega, y ahí lo espera alguien.- Rió Pandora.- Después de todo, debemos apoyarnos entre familia, ¿no?

- Si, claro...- Rió Aiacos.

- ¿Qué hay de ustedes?- Preguntó Violate.

Aiacos se sujetó del brazo de Saga, sonriendole a ambas chicas.- Creo que me quedaré en Grecia un tiempo.

Entonces escucharon la música de orquesta que comenzaba a sonar. Tenían el tiempo contado.

- Será mejor largarnos todos de aquí ahora.- Dijo Violate, comenzando a caminar hacia el auto junto a Pandora.- ¡Suerte!

- ¡Suerte a ustedes también, chicas!- Se despidió Aiacos de ambas mujeres, cuando arrancó el auto.- ¡Y suerte cuando tu padre descubra tu ubicación, Minos!- Añadió divertido, para después tomar de la mano a Saga y comenzar a correr hacia la salida opuesta a la que se había ido el auto.

Y tú, mami, ¿cómo dices que no te acuerdas
Cómo mi cuerpo te calienta?
Ven dímelo en la cara y no mientas
Dejemos de jugar

Desde esa noche habían pasado ya casi siete años, y muchas cosas habían cambiado.

Ambos continuaron sus estudios, y consiguieron graduarse como los dos mejores de su facultad, además de conseguir hacerse con excelentes puestos de trabajo.

- Buenos días~

- Buenos días, Aiacos.- Le sonrió Saga, tallándose los ojos.

- Ya es hora de ir a trabajar, terroncito.- Rió Aiacos, revolviendo el largo cabello de Saga.- Así que levántate ya, y a trabajar con toda la energía del mundo.

- ¿Cómo quieres que tenga energía después de que anoche no me dejaste dormir nada?- Se quejó el mayor, haciendo un puchero.

- Pero adoras que no te deje dormir, aunque no lo quieras admitir.- Contraatacó Aiacos con una traviesa sonrisa, subiéndose encima del regazo de Saga.- ¿O lo vas a negar?

Saga solo le sonrió, para después besarlo como cada mañana.

Después de fugarse de aquel evento, las dificultades que tuvieron que saltear fueron varias.

Aiacos se quedó con Saga unos días, mientras pensaban qué hacer. Aunque, quizás lo que más les sorprendió, fue que Kanon no dijo nada al percatarse de la presencia de Aiacos. Parecía ni siquiera importarle.

La confrontación con la familia Winkler fue inminente, y en tan solo días, tenían al mismísimo Hades Winkler, junto a su esposa, enfrente de ellos, exigiendo explicaciones.

Aiacos no dudó ni un segundo en enfrentarse a su padre, y decirle que renunciaba a su fortuna y a todo lo relacionado con ella.

Hades, después de una larga discusión que no llegó a ningún lado, decidió marcharse junto a su esposa, sin decir una sola palabra.

Días después, Hades volvió, y gracias a eso, fue que se enteraron que Minos no fue el único que huyó del matrimonio. Aquella noche, Milo y Radamanthys también había roto sus respectivos compromisos enfrente de todos.

Así que todos seguían en igualdad de condiciones. Nadie se había comprometido, y nadie estaba próximo a casarse, entonces las cosas seguirían igual.

A Aiacos no le importaba en lo más mínimo aquel dinero, y se lo hizo saber a Hades. Así que, si el mayor planeaba desconocerlo como heredero por elegir estar con un hombre, que lo hiciera.

Lo que sorprendió a ambos fue la respuesta de Hades. El mayor no parecía molesto, al control. Le dijo a Aiacos, que si bien, en su momento estaba molesto por la vergüenza pública que le hizo pasar al fugarse, ahora que el calor del momento había pasado y había pensado las cosas con calma, nada le parecía más importante que la felicidad de sus hijos. Así que los apoyaría sin importar lo que eligieran.

Días después de la visita de Hades, ambos se enteraron de la razón por la que Radamanthys y Milo habían roto sus compromisos, y esa razón era el gemelo de Saga.

Resultó que ambos querían al gemelo menor, pero no podía celebrarse una boda de tres personas, así que habían elegido mantener una relación poliamorosa. Aunque haciendo todo lo posible por ocultarla a la sociedad.

Y después, descubrieron la razón por la que Minos había huido a su tierra natal: un joven de cabellos blancos como él, y ojos morados, llamado Lune. El amigo de la infancia, y al parecer, amante secreto de Minos por años.

Tuvieron que pasar unos cuántos meses para que las aguas se calmaran por completo, y los medios dejaran de tenerlos en la mira. Pero finalmente lo consiguieron.

Cada uno siguió su camino. Minos se quedó en Noruega, al lado de Lune.

Milo, Radamanthys y Kanon continuaron con su romance furtivo.

Y ellos, continuaron con su extraña y peculiar historia de romance.

Realmente congeniaron bien. Era como si estuvieran destinados a encontrarse, como su uno fuera la mitad del otro, y una vez que lo descubrieran ya no pudieran vivir separados.

Muchas cosas cambiaron. Aiacos consiguió dejar todo lo malo del pasado atrás, y sanar todas sus cicatrices. Incluso hizo las paces con sus primos y su hermano, quiénes incluso se disculparon por todos los malos ratos que le hicieron pasar, y él decidió perdonarlos.

Al correr de los años, terminaron la universidad, y un par de años después, decidieron casarse. Siendo de esa forma, Aiacos el primero de su generación en la familia en casarse. Después les siguieron Minos y Lune.

Incluso Sorrento había anunciado su compromiso con un joven llamado Valentine, hijo de una adinerada familia inglesa.

Al final, todo había salido bien. Todos eran felices a su manera, y ellos habían encontrado a su otra mitad en dónde menos lo esperaban.

- ¿Quieres ir a tomar una copa ésta noche?- Propuso Aiacos con aquella sonrisa tan coqueta que lo caracterizaba.- Para recordar los viejos tiempos...

- Claro.- Le sonrió Saga.

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Bueno, éste songfic está dedicado a -askhione-

Perdón por haber tardado tanto, pero la verdad es que nunca antes había escuchado de éste shipp, aunque al final terminé obsesionadome demasiado con estos dos XD😅

Un shipp raro más a mi lista de OTP's, OsiOsi UwU 💕

En fin... Espero que te haya gustado, y la espera haya valido aunque sea un poco la pena 💕

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