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Ataque al corazón [🦢Hyoga x Shun🔗]

En modo de defensa estoy
No creo más en el amor
Si lo hago sé que soy
Como un ataque al corazón.

- ¿Shun?, ¿estás bien?

Su hermano mayor llevaba casi veinte minutos tocando su puerta, cada vez se le escuchaba más preocupado, y sabía que si no respondía terminaría llamando al número de emergencias.

- Si, Ikki.- Respondió finalmente, tallandose los ojos con el antebrazo.

- Shun, ¿puedo pasar?

- No.- Negó rápidamente.

- Shun, has estado actuando muy raro desde hace días. Y hoy te encerraste en tu habitación desde que llegamos del escuela, ¿qué te pasa?

- No me pasa nada, Ikki, solo me duele la cabeza. Déjame descansar un rato.- Se inventó, con tal de que su hermano lo dejara en paz un rato.

Otro fracaso. Nuevamente había intentado tener una relación, y nuevamente había fracasado, y de paso salido herido en el intento.

El golpeteo en su puerta cesó, y escuchó los pasos de Ikki alejarse. Al menos podría tener unos minutos en paz. Estaba harto, harto de absolutamente todo.

En momentos como ese solo quería que la tierra se lo tragase y jamás lo devolviera. No tenía ganas ni fuerza para darle explicaciones a Ikki y sus padres, pero sabía de sobra que no tenía escape.

Permaneció en su habitación por horas, llorando y sacando toda la rabia y tristeza que sentía, hasta que sin darse cuenta, se quedó dormido.

Despertó al escuchar la dulce voz de su madre a su lado. Ya era la hora de cenar.

Shun bajó junto a su madre, y tomaron asiento en el comedor, dónde ya se encontraban el padre y el hermano del peli-verde.

- Shunny, tesoro, ¿está todo bien?

Preguntó su madre. A decir verdad Ikki y ella eran bastante similares físicamente por su color de cabello y ojos. Pero ahora Shun comenzaba a creer que el carácter sobreprotector de Ikki con él también era un rasgo heredado.

- Si, mamá.- Respondió con la mejor sonrisa que pudo.

Su madre solo le sonrió de vuelta, obviamente sin creerle ni media palabra.

Continuaron con la cena en aparente calma, sin decir nada más. Al finalizar, y después de que todos se retiraran a sus habitaciones, la madre de Shun fue tras su hijo menor.

- Shunny, bebé, ¿podemos hablar un momento?

- Claro, mamá. ¿Qué necesitas?- Accedió sonriendo el peli-verde, luchando por ocultar su estado de ánimo real.

- Oh, cariño. No tienes porqué fingir conmigo.- Le dijo la bella mujer mientras le acariciaba suavemente la mejilla.- Ikki ya me contó lo que pasó, ¿quieres hablar al respecto?

Shun no estaba sorprendido, después de todo era cuestión de tiempo para que Ikki fuera a informar a su madre.

- No es nada, mamá. Estoy bien.- Mintió.

- Está bien, mi cielo. No quiero que te sientas presionado.- Asintió mientras le besaba la frente con dulzura.- También quería decirte que posiblemente nos mudaremos.

- ¡¿Qué?!- Exclamó sorprendido.- ¿Por que?

- A tu padre le ofrecieron un ascenso. En dos días se decide si se lo dan, y nos mudamos o no.- Explicó tranquila.- Pero por ahora nada está dicho, así que tranquilo, mi amor.

Shun asintió.- Si, mamá. Estoy algo cansado, ¿te importa si dejamos el resto de la charla para mañana?

La peli-azul negó sonriendo.- Claro que no, bebé. Que tengas dulces sueños.- Respondió, y besó su mejilla, para después retirarse.

Shun se durmió pensando en todo lo que había ocurrido. Desde sus múltiples fracasos amorosos del pasado, uno por uno, hasta llegar al más reciente; la traición de Jabu.

Salieron por meses, y creyó que finalmente había encontrado la felicidad, pero su mala suerte nuevamente llamó a la puerta. Ese día descubrió a su novio siéndole infiel con una chica, quizás lo peor era que esa chica decía ser su amiga.

Ahora temía tener que asistir a clases el lunes y ser la burla de todos. Incluso tener que ver a esas dos personas en las que confío ciegamente, y de quiénes recibió una puñalada por la espalda. Aquella que algún día se hizo llamar su mejor amiga, y aquel a quién amó con todo su corazón.

Pensó y pensó hasta que cayó en los brazos de Morfeo... Quizás un cambio de aires no sería mala idea. Ahora solo faltaba que su padre consiguiera el ascenso.

Los días transcurrieron, el fin de semana llegó a su fin, ahora debía volver al escuela. Tal y como temía, fue la burla y el házme reír de todos sus compañeros. Incluso estando acompañado por sus únicos dos amigos en todo ese lugar, le fue imposible soportarlo sin quebrarse en el proceso.

- Shun, solo ignóralos. No tienen idea de lo que dicen.- Le reconfortaba un pequeño peli-lila de ojos rosados, mientras le frotaba la espalda.

- Sí la tienen, Sorrento.- Sollozaba, tallandose los ojos.

- ¿Y qué más da?, solo dejan al descubierto cuán huecas y monótonas son sus vidas.- Intentó alentarle un pelirojo.

Shun no pudo soportarlo y terminó llorando en el pecho de Sorrento, siendo correspondido por éste, y también por Mime.

Después de varias horas de tortura escolar, finalmente el horror llegó a su fin, y salió corriendo tan rápido como pudo apenas sonó la campana. Tanto que sus amigos por poco y no lo alcanzan.

- Shun, tranquilízate. Ya todo está bien.- Jadeaba el peli-lila, sujetándole del brazo.- No es necesario que nos hagas correr un maratón.

- Yo ya quiero irme de aquí.- Susurró, sintiéndose más frustrado que triste.

- Ya, ya. Tenemos un proyecto pendiente, y ya te dije que hoy Kanon se ofreció a recogernos.

- ¿Se ofreció o lo obligaste, Sorre?- Bromeó Mime conociendo el carácter del peli-lila, igual de sofocado que su amigo.

El aludido solo se encogió de hombros, restándole importancia. Abrazó al peli-verde por los hombros, en busca de hacerle sentir seguro, y los tres se encaminaron al estacionamiento.

En cuánto llegaron, Sorrento no tardó ni dos segundos en ubicar a su príncipe azúl y lanzarse a sus brazos.

Kanon, ese era el nombre del novio de Sorrento. Llevaban ya algo de tiempo juntos, prácticamente tres años, si su memoria no le fallaba.

Esos dos siempre se vieron muy enamorados el uno del otro desde que se conocieron, y siguieron juntos a pesar de que su relación no era bien vista por muchos. ¿Por qué?, pues porque Kanon tenía 29 años de edad, Sorrento tenía apenas 17. Habían iniciado su relación cuándo Sorrento estaba a punto de cumplir 15 años y Kanon 27.

A pesar de todo, decidieron intentarlo. Y ahí estaban, casi tres años después.

Shun veía a Kanon sonreír y abrazar a Sorrento, y como el peli-lila le daba un pequeño pico en los labios. No podía evitar sentir una pequeña envidia en su pecho, él siempre había deseado una relación así, como las de sus amigos, pero todos sus intentos habían terminado en desastrosos fracasos. A veces deseaba poder encontrar a alguien como Kanon, o quizás como Alberich, el novio de Mime. Y eso solo le hacía sentir peor, ya que sus amigos siempre lo habían apoyado incondicionalmente en todo desde que se conocieron siendo apenas unos niños de no más de nueve o diez años.

- Ey, más tranquilo, Sorrento, me van a provocar diabetes con tanta azúcar.

Y ahí estaba Mime, su otro mejor amigo, siempre aliviando cualquier ambiente con sus bromas que a veces podían llegar a ser algo pesadas.

- Mejor cállate, Mime. ¿O quieres que te recuerde quién se quedó atrapado en el armario del conserje "coincidentemente" con su novio la semana pasada?- Contraatacó Sorrento, provocando las risas de todos.

Después de que todos bromearan un poco al respecto, y soltaran una pequeña carcajada, subieron al auto del novio de Sorrento, y emprendieron el viaje.

Nunca entregaría todo mi amor
Y a la chica correcta digo no
Puedo conseguir lo que quiera hoy
Si se trata de tí nada tengo yo

- Hyoga, ¿podemos ir hoy al cine?- Preguntaba una linda chica rubia, sentada en una banca, mientras mecía sus pies.

- Ya te dije que estoy ocupado con los entrenamientos.- Respondió cortante el rubio.- Ve tú con tus amigos si quieres.

- Hyoga, tienes que relajarte un poco, ¿no crees?- Insistió la chica.- Creo que merezco más de tu tiempo.

El mencionado simplemente peinó sus rubios cabellos hacía atrás, y siguió con su entrenamiento, ignorando completamente a su acompañante.

- ¡Hyoga Lebedeb, escúchame cuándo te hablo!- Volvió a protestar la rubia, molesta por ser ignorada.

- ¡¿Qué demonios quieres, Fler?!- Gritoneó el rubio ya fastidiado.

Lo siguiente que recibió fue una fuerte bofetada en su mejilla, que le hizo girar la cara.

- ¡¿Qué mierda te pasa?!

- ¡Maldita sea, Hyoga!- Le gritó la rubia en la cara.- ¡Soy tu novia y parece que a tí no te importa en lo más mínimo!, ¡¿Con quién te estás viendo?!

- ¡Ya me tienes harto!- Le gritó de regreso.- ¡Estoy harto de tus estúpidos celos sin fundamento, de tus exigencias, tus caprichos, tus berrinches... De todo!

- ¡Pues si tan harto estás de mí, ¿entonces por qué sigues conmigo?!

- ¡Qué gran idea me acabas de dar!- Respondió.- ¡Terminamos!, no quiero volver a saber nada de tí en lo que me reste de vida.

La cara de la chica fue todo un poema, y después arremetió nuevamente contra el chico.- ¡Vete al diablo!

Después de eso, recogió su mochila y se marchó del gimnasio, azotando la puerta al salir.

Hyoga solo se sostuvo la mejilla, y gruñó molesto, para después volver a su entrenamiento. Pasó unos minutos en soledad, hasta que escuchó la puerta abrirse. Creyó que se trataría de la odiosa chica, y estaba más que listo para echarla a patadas. Pero rápidamente descubrió que no se trataba de ella.

- Vaya, ya se te fue otra.- Escuchó la voz de su castaño amigo.- A este paso a vas a romper tu propio récord. Ésta es la tercera en lo que va del mes.

- ¿Se te ofrece algo, Seiya?- Bufó irritado.

- Ey, ey, ey, tranquilízate, Lebedeb. Yo no soy una de esas chicas que se mueren por tí, y que se lanzan al suelo para dejar que las pisotees. Así que a mí me tratas con respeto, ¿capisci?

- ¿Estás seguro de eso, Sei?- Le sonrió coqueto.

Seiya rió divertido.- Bastante seguro, Hyoga. No soy gay, y aunque lo fuera... Sin ofender, pero estoy bastante seguro de que no me fijaría en tí así fueras el último hombre sobre la faz de la tierra.

Ambos rieron. Solían bromear entre ellos con ese tema muy a menudo, tanto que prácticamente era su forma de saludarse.

- Sin ofender, pero tampoco me fijaría en tí así fueras el último ser vivo en el mundo, burro con alas.- Le devolvió la burla Hyoga, mientras le despeinaba el cabello.- Además de que me gustan bastante las chicas, creo que lo sabes mejor que nadie.

- Ese cabello largo me susurra discretamente lo contrario.- Bromeó Seiya.

- Mejor deja de cuchichear con mi cabello y dime a qué veniste.- Sonrió divertido Hyoga.

Seiya se dejó caer sobre una de las bancas a los costados del gimnasio.- Por nada en particular. Solo que me enteré que mandaste a volar a Fler.- Respondió divertido.- Y dime, ¿que tal?, ¿te gustó ricitos de oro?

- No vuelvas a mencionarme a esa maldita niña mimada.- Respondió, sentándose al lado de Seiya.- Solo es una más del montón. Una niña infantil, caprichosa y quejumbrosa.

- Bueno, ¿quién es la próxima afortunada?- Preguntó Seiya sonriendo juguetón.- Ya has estado con prácticamente todas las chicas del curso, ¿acaso piensas expandir tus horizontes y darle una oportunidad a las nerds?

- Sigue soñando.- Rió con fuerza el rubio.- Ya veré qué hago después, por ahora quiero darme un tiempo lejos de todas esas niñitas tontas.

Seiya rió con fuerza.- Hyoga Lebedeb, el matador, el rompecorazones, la manzana de la discordia entre las mujeres, lejos de una de ellas, ¡No me hagas reír, Hyoga!- Se burló de su amigo.

- No le veo la gracia, Ishikawa.- Con solo escuchar ese tono de voz, Seiya sintió como se le helaba la sangre. Hyoga podía ser realmente amenzante si se lo proponía.

- Como quieras.- Se encogió de hombros Seiya.- Solo te diré que ya eres algo conocido entre las chicas de tercero, quizás alguna de ellas podría ser lo que buscas.

- Por ejemplo...

- ¿Que tal Hilda?

- ¿Estás bromeando?

- No me digas que no te llama la atención ni un poco.

- Si, es guapa, inteligente, madura, y realmente agradable, no te lo voy a negar.- Se comenzó a explicar el rubio.- Pero tiene un pequeño defecto, mi querido Seiya: Es hermana de mi ex.

- No te importó mucho cuándo te enredaste con Sasha y después con su hermana gemela.

- ¿De dónde crees que aprendí la lección?

Si se trata de ti nada tengo yo
Si fuera alguien más
Y con el corazón herido
Podría jugar todo un partido de basckteball

- ¿Seguros de que no se quedan a dormir, Sorre?- Trataba de convencerlos el peli-verde al ver la tormenta que se avecinaba. Mime se había marchado hace un par de horas debido a una emergencia, así que únicamente quedaban Sorrento, Kanon y Shun.

- Gracias, Shun.- Agradeció el peli-lila.- Pero mis padres saben que Kanon nos acompañó, y ya sabes cómo se ponen si no vuelvo a casa.

El peli-verde asintió, para después abrazar a su amigo.- Cuídense entonces. Kanon, te lo encargo.

El mayor de los tres asintió sonriendo.- No te preocupes, Shun. Cuido a mi niño más que a mí propia vida.

- No lo dudo.- Sonrió suavemente el peli-verde.

Después de aquella despedida, sus dos amigos se marcharon, dejándole sólo en casa. Se sentó en el sofá y miró el reloj de su muñeca - "7:47"- Pensó. Ikki llegaría en unos quince o veinte minutos. Sus padres llegarían hasta la mañana siguiente.

Desde niño había admirado muchísimo tanto a su padre, un oncólogo pediátrico. Como a su madre, una cardióloga. Ambos totalmente entregados a su trabajo, y comprometidos con salvar vidas. Sumamente reconocidos, respetados y queridos, tanto por sus compañeros de trabajo como por sus pacientes. Pero a veces desearía que tuvieran trabajos menos demandantes de su tiempo.

Sus padres hacían todo lo que podían para pasar tiempo con él y su hermano. Pero aún así, no podía dejar de pensar que le gustaría que por lo menos uno de los dos pasara más tiempo en casa.

Aún así, se repetía internamente que sus padres lo hacían por sus pacientes, y que allá afuera había miles de personas que necesitaban a sus padres.

Con ese pensamiento en su mente, decidió dirigirse a la cocina y preparar algo de cenar para él y su hermano, quién muy probablemente llegaría agotado de sus prácticas universitarias.

Unos minutos después, justo cuándo había terminado de cocinar, escuchó la puerta principal abrirse. Rápidamente salió al encuentro del recién llegado, que efectivamente, era su hermano.

Después de saludarse con un abrazo, como era habitual en ellos desde que eran niños, se sentaron a comer lo que Shun había preparado. El menor no dejaba de disculparse, diciendo que era solo ramen, pero no le había dado tiempo de preparar algo más elaborado.

Ikki solo le despeinó un poco el cabello y besó su frente con el mismo cariño que lo haría un padre con su hijo.- Eres mi hermanito, y absolutamente todo lo que tú hagas es especial para mí.- Dijo sonriendole, y después le abrazó.- Te quiero.

- Ikki, ya no soy un bebé.- Rió el peli-verde, correspondiendo el abrazo de su hermano.- Pero yo también te quiero mucho, hermano.

- Para mí siempre serás ese pequeño bebé enfermizo y frágil al que tenía que cuidar. Y cualquiera que te haga daño, te aseguro que no va a vivir para contarlo.

Shun le sonrió a Ikki, sabiendo que su hermano hablaba en serio.- Gracias, Ikki. Pero debo aprender a valerme por mi cuenta, ¿no te parece?

Así continuaron charlando durante el resto de la cena. Siempre habían sido muy cercanos. Jamás fueron del tipo de hermanos que se llevaban mal, se golpeaban o echaban la culpa el uno al otro, a pesar de que la diferencia de edades era propicia.

Shun nació cuándo Ikki tenía cinco años de edad. Nació prematuro por unas cuantas semanas, no era tan grave, pero aún así tuvo que permanecer en una incubadora por casi dos semanas.

Ikki siempre vió a Shun como un pequeño ser indefenso al que debería dedicar su vida a cuidar, al menos así lo veía el pequeño Ikki de cinco años. Desde siempre cuidó a su hermanito, tanto dentro de una escuela como fuera de ella. No le importaba si tenía que golpear a otros niños y terminar en detención, o echarse la culpa enfrente de sus padres y recibir un castigo, todo con tal de que a Shun no le tocaran un solo cabello.

Pero ahora temía por el peli-verde. No es un secreto para nadie que la pubertad y la adolescencia son etapas complicadas en la vida de todo ser humano, los cambios físicos, los cambios en la forma de pensar, ver y percibir el mundo y a sí mismo, y la producción y liberación de hormonas, y mil cambios más, pueden ser difíciles de afrontar.

Cada cabeza es un mundo, cada persona lo atraviesa de diferente forma. Ikki sabía de sobra lo complicado que podía resultar tener que atravesar todo ese proceso sin la presencia de un padre o una madre. Él mismo tuvo que darse maña y arreglárselas como pudo en su momento.

Y ahora, la sola idea de que su hermano pasara por lo mismo le aterraba. Shun era mucho más sensible y bondadoso que él, y mucha gente se terminaba aprovechando de ello, ya había sucedido más de una vez en el pasado.

A pesar de tener un buen físico, Shun era sumamente desafortunado en el amor, lo cuál era algo bastante irónico. Incluso cuándo les confesó a sus padres y a Ikki que le gustaban los hombres, obtuvo todo el apoyo de su familia.

Desde que Ikki recordaba, Shun siempre se la pasaba fantaseando con encontrar a una persona especial, con quién compartir su vida, y entregarle todo su amor. Bastante lindo a ojos de cualquiera... Lástima que a esa edad casi nadie se tomaba en serio el tema de las relaciones. Y más de uno en los que Shun fijaba su atención, daba la impresión de pensar con los genitales en vez del cerebro.

Ikki a veces deseaba que Shun le tuviera más confianza, y le hablara sobre lo que le ocurría en la escuela, o sobre dudas que tuviera. Pero desde hace un par de años, Shun prefería no hablar al respecto, y se limitaba a decir que todo estaba bien, a pesar de que claramente no lo estaba.

Después de cenar, ambos recogieron la mesa, y mientras Ikki se encargaba de lavar los platos, Shun guardaba la comida sobrante en la nevera.

Al cabo de unos minutos, ambos terminaron y se dirigieron a sus respectivas habitaciones, dispuestos a descansar.

Al otro día, ambos se levantaron para asistir a clases, y seguir su rutina. Cuándo en medio del desayuno, la llegada de sus padres, con una noticia cambió completamente el rumbo del día.

- "¡¿Qué?!"- Exclamaron incrédulos.

- ¡Si!, Su padre obtuvo el ascenso.- Confirmó su madre sonriendo.

- ¿Entonces eso significa que tenemos que largarnos a Grecia?- Fue Ikki el primero en indagar al respecto.

- Sobre eso, creo que tenemos mucho de qué hablar.- Comenzó su padre con la que sería una larga charla, explicando la ubicación exacta de la nueva casa, las escuelas disponibles, y un largo etcétera, hasta que dió un par de "alternativas."- Así que su madre y yo estuvimos pensándolo, y bueno... Créemos que ya tienes edad suficiente para vivir tú solo, Ikki. Estás a nada de terminar la universidad, y quizás sea algo injusto para tí cambiarte de escuela justo ahora. Tu madre y yo seguiríamos ayudándote con los gastos y las colegiaturas, de eso no te preocupes.

El silencio se hizo por unos minutos, hasta que Ikki respondió.

- Está bien. Si piensan que es lo mejor, por mí no hay problema.

- Solo si tú quieres quedarte, Ikki. Sino no hay problema, puedes venir con nosotros.- Habló ahora su madre.

- Gracias, mamá. Pero creo que aceptaré su oferta.- Respondió el peli-azul.- Pueden irse tranquilos.

- En cuánto a tí, Shun...- Volteó a verlo su padre.- Yo no tengo ningún problema si eliges quedarte con tu hermano, creo que ya eres lo suficientemente mayor. Pero a tu madre le gustaría que vinieras con nosotros. Así que es tu decisión si vienes o no.

- Y-Yo... N-No lo sé. ¿Podrían darme algo de tiempo para pensarlo bien?

- Claro.

Por ti soy como una niña que hoy
Vuelve suplicando más de ti por tí
Tu mano sostenerla, soltarla nunca más

- ¡¿Estás loco, Shun?!- Chilló su amigo pelirojo.- ¿Cómo es que siquiera se te ocurre pensar en rechazar vivir en Atenas?

- Que linda forma de echarme a patadas, Mim.- Bromeó el peli-verde.

- Oh, vamos. Sabes que no quise decir eso.- Se explicó el pelirojo.- Lo que quiero decir es que, ¡Es Atenas!. La capital de la filosofía, la cultura, las artes... ¡Es un sueño!

- Ya, Mime. La oportunidad es para Shun, no para tí.- Bromeó Sorrento al ver la reacción de Mime.

- ¿Ustedes qué opinan?- Preguntó el menor de los tres.

- Creo que Mime ya dejó más que clara su opinión.- Habló Sorrento.- Por mi parte, creo que es algo que debes pensar muy bien, Shun. Y tomar la decisión que más te convenga.

- El punto es que no estoy seguro si debo ir.- Respondió Shun.- Por una parte, quizás no sea tan mala idea alejarse de aquí y cambiar de aires. Pero... No quiero dejarlos a ustedes.

Sorrento y Mime vieron como a Shun se le cristalizaron los ojos, y no pudieron evitar que el corazón se les estrujara. Sorrento, como siempre, fue el primero en abrazarlo contra su pecho.

- Tranquilo, Shunny. No te preocupes por nosotros.- Le frotó Mime la espalda.- Estaremos bien, ¿verdad, Sorrento?

El peli-lila asintió, mientras le acariciaba el cabello.- Así es, conejito. Tú solo piensa en lo que te hará feliz.

Después de que Shun consiguiera tranquilizarse, los tres ingresaron a su aula. Y siguieron con su itinerario normal. Al final de las clases, los tres amigos nuevamente fueron a la casa de Shun.

Pasaron toda la tarde haciendo el proyecto pendiente, además de otras tareas más. Los últimos días habían sido muy lluviosos, y ese no fue la excepción. Sin pleno aviso, una fuerte llovizna cayó sobre la ciudad, dejándolos sin energía eléctrica.

- Genial, lo que faltaba.- Se quejó Mime al aire.

- Tranquilízate, Mime. En unos minutos solucionarán el problema.- Intervino Sorrento, siendo, como siempre, la voz de la razón.

Transcurrió casi una hora, y nada. Seguían sin energía eléctrica, pero al menos la lluvia comenzaba a ceder.

A Sorrento se le ocurrió comenzar a tocar su instrumento favorito, y en el que era bastante bueno; la flauta. Mime no tardó en imitarle, solo que en vez de flauta, con su lira.

Shun sonreía mientras escuchaba la música de sus amigos. Si se iba a Grecia, definitivamente escuchar esas hermosas melodías, que solo sus amigos eran capaces de interpretar, sería una de las tantas cosas que extrañaría. Pero quizás Mime tenía razón, y debía aprovechar la oportunidad que sus padres le estaban brindando.

Luego de que la lluvia parará por completo, y la energía se reestableciera, continuaron trabajando, hasta que fue hora de retirarse.

Los días pasaron, y ahora Mime y Sorrento se encontraban en el aeropuerto, despidiendo a su amigo, deseándole la mejor de las suertes.

Shun abordó el avión, junto a sus padres, sabiendo que dejaba atrás a su hermano, sus amigos, en resumen, su vida... Pero también estaba por comenzar una nueva vida, quizás una con mejor suerte. "Será mejor pensar positivo, antes de arrepentirme y querer lanzarme del avión en pleno vuelo" la sola idea le causó una pequeña risa.

Me haces brillar
Y lo estoy tratando de ocultar
Sé que en modo de defensa estoy
No creo más en el amor
Si lo hago sé que soy
Como un ataque al corazón

Después de varias horas de vuelo, finalmente estaba en el que sería su nuevo hogar. Ahora se encontraba en su cama, disponiéndose a descansar, mañana sería su primer día de escuela, y definitivamente iba a necesitar de toda su fuerza mental para no morir en el intento. Si comunicarse con otras personas en su mismo idioma ya le era difícil, no quería ni imaginar lo difícil que sería comunicarse en el que era se segundo idioma, o en un idioma que no dominaba.

Sin que siquiera lo notara, el día llegó. Ahora mismo se encontraba afuera de esa enorme escuela. Su temor por no hablar perfectamente el idioma local no le abandonaba, pero aún así, decidió no darle demasiada importancia, y entró al instituto, "Mime y Sorrento pudieron hacerlo en su momento, ¿por qué yo no?" intentó tranquilizar su mente, pensando en sus amigos, quiénes estuvieron en la misma posición en la que él estaba ahora. Después de todo, Mime era Noruego y Sorrento austriaco, y aún así aprendieron a hablar japonés casi a la perfección, entonces quizás él aprendería a hablar griego de igual forma, o en caso de emergencia podría usar el inglés, ¿no?

Iba tan sumido en sus pensamientos, que ni siquiera notó a quién venía de frente, y por la fuerza del impacto, ambos terminaron en el suelo.

- ¡Oye!, ¡Fíjate por dónde vas!- Quizás por el nerviosismo, no había entendido nada de lo que gritó el contrario.

Se congeló momentáneamente, y no supo cómo responder, ni siquiera había entendido ni media palabra.- L-lo siento... N-No miré por dónde iba.- Tartamudeó casi llorando en su idioma natal.

Al alzar la vista, se topó con la desconcertada mirada azúl de su interlocutor. Hasta entonces cayó en cuenta de que había respondido en japonés.

- L-lo siento, yo... Y-Yo... N-No ví por dónde iba.- Volvió a tartamudear en japonés.

- ¿Qué demonios estás diciendo?

- Y-Yo... Lo siento yo...- Sentía que lloraría en cualquier momento. Nunca había sido bueno socializando, y ahora que ni siquiera recordaba lo poco que sabía de griego, solo empeoraba la situación.

- ¡Déjalo en paz, Hyoga!- Escuchó a alguien hablando en japonés.- ¿No ves que el pobre niño está casi muerto del miedo?

- ¡Sabes que no te entiendo una mierda cuándo te pones a hablar en chino!

- ¡En primera, ya te dije que no es chino, es japonés!- Al parecer el chico castaño que había acudido a su rescate era bilingüe.- ¡Y en segunda, ¿qué quieres?, ¿terminar en detención?!

El rubio solo volteó a verlo con desprecio, y después de soltar un bufido, se marchó, no sin antes darle un empujón.

- Ignóralo, últimamente está insoportable.- Le dijo el chico castaño que había acudido en su rescate mientras le ayudaba a ponerse de pie.- Soy Seiya Ishikawa, eres nuevo por aquí, ¿verdad?

- S-Si. Es mi primer día.- Respondió nervioso.

- Ahora todo tiene sentido.- Pensó Seiya en voy alta.- Me agradas, ¿cómo te llamas?- Le sonrió el castaño.

- M-Me llamo Shun.

- Gusto en conocerte, Shun.- Dijo sonriendo.- ¿Sabes hablar por lo menos algo de griego?

- A-Algo así... Creo.

- No te preocupes, si quieres puedo enseñarte.- Shun le devolvió la sonrisa a Seiya, asintiendo.- Creo que vamos a ser grandes amigos.

Shun pronto descubrió que estaba en el mismo curso que Seiya, y también ese chico rubio con el que tropezó en la mañana.

Al parecer Seiya también era japonés, pero había llegado a vivir a Grecia siendo muy pequeño. También descubrió que el rubio con el que chocó se llamaba Hyoga, había llegado de Rusia hace un par de años en un programa de intercambio, según lo que le explicó Seiya.

- No le hagas mucho caso, Hyoga es así con todo mundo cuándo apenas los conoce.- Le intentó tranquilizar Seiya.- Si, es un gruñón, vanidoso, y algo egocéntrico... Pero una vez que lo conoces no es tan malo.

- Y-Ya veo.

Shun sintió como sus músculos se paralizaban al ver a Hyoga acercándose a dónde se encontraba con Seiya.

- ¿Necesitas algo, Hyoga?- Lo confrontó Seiya.

Hyoga no respondió nada, y prácticamente le arrojó lo que parecía ser un pudin a Shun.- Dile que lamento mi comportamiento de esta mañana.

Shun consiguió entender la frase dicha por el rubio, y nervioso intentó responderle.- No hay problema. Yo... También siento eso.

Escuchó una pequeña risa de parte de Hyoga.- Sin ofender, pero tu griego es malísimo.

- Se podría decir lo mismo de tu japonés, Hyoga.- Contraatacó Seiya.

- No hay problema, Seiya. Sé que el griego no es mi fuerte.- Se rió Shun de sí mismo.

Conforme pasaban los días, Shun poco a poco pudo conocer mejor a Hyoga. Definitivamente habían empezado con el pie izquierdo, pero Seiya tenía razón respecto al ruso, una vez que le dabas una oportunidad, era fácil notar que aunque algo rudo, no era una mala persona. Al menos a los ojos de Shun.

- Vaya, Hyoga. Creo que ya no eres más el Adonis de ésta escuela.- Se burló Seiya.- Desde que llegó Shun, perdiste algo de popularidad entre las chicas.

El peli-verde sintió sus mejillas arder ante el comentario de Seiya. Lo último que quería era a Hyoga en su contra.

El rubio solo se rió.- Lo dices como si fuera un problema, Ishikawa. Al menos así las chicas tienen más de una opción para elegir. Además, Shun y yo somos amigos, y no competimos entre nosotros, ¿cierto, Shun?- Añadió sonriendole.

- C-Claro que no pretendo competir con nadie.- Respondió sonrojado.- Y menos con Hyoga. No tendría oportunidad de cualquier forma.

Al final, por practicidad, los tres se comunicaban en inglés. De ésta forma resultaba más fácil, ya que el griego no era el idioma natal de ninguno, pero el inglés si era su segundo idioma.

Continuaron con su conversación, hasta que terminara el receso. Shun sentía que Hyoga por momentos lo miraba más de la cuenta, incluso podía jurar que más de una vez sus miradas se cruzaron, pero decidió ignorar dicha sensación, y simplemente atribuirlo a imaginaciones suyas. Después de todo, Hyoga era heterosexual, no tendría sentido que lo viera de otra forma que no fuera fraternal, ¿verdad? Además, no estaba dispuesto a volver a pasar por lo mismo otra vez. Ya había tenido suficiente con sus fracasos anteriores, se había mudado a Grecia buscando empezar de cero, no estaba dispuesto a cometer el mismo error.

Nunca había llorado por nadie más
Quedo paralizado si te acercas
Y cuando intento ser más natural
Parece como si rogara ayuda y ya
No es justo ver tus problemas me quieres ceder
Respiro tu aire me quema pero se siente tan bien

- Entonces, ¿nos vemos en tu casa, Hyoga?- Preguntó Seiya, mientras salían de la escuela.

- Ya te dije como veinte veces que sí, Seiya.- Confirmó el rubio.- ¿Sabes cómo llegar, Shun?

- Claro, después de tantos proyectos en equipo, conseguí memorizar la dirección.- Sonrió el peli-verde.

Hyoga asintió, devolviéndole la sonrisa inconscientemente.- Entonces nos vemos después.- Se despidió de sus amigos, que fueron en dirección opuesta.

Después de unas horas, Hyoga se encontraba en su hogar. Estaba recostado en el sofá de la sala, tratando de encontrarle algún sentido a los sentimientos que comenzaban a embargarlo últimamente.

- Ya reacciona, Hyoga. Debes estar volviéndote loco.- Se repetía a sí mismo una y otra vez.- ¿Yo?, ¿Enamorado de un chico?, ¡Ja!, sí, claro, y la luna es de queso, ¿no?

Simplemente no entendía nada de lo que le estaba pasando. La primera vez que vió a Shun, incluso estuvo a nada de confundirlo con una chica, se le hizo un chico sumamente extraño, pero a la vez tenía algo que le llamaba la atención.

El primer día que se encontraron, después de casi matarlo del susto, terminó "disculpándose" a su manera.- "Vaya forma más rara de comenzar una amistad"- Pensaba. Con el paso de los días, poco a poco cambió su perspectiva sobre el peli-verde.

Era un chico muy alegre, amable y sumamente dulce. A Hyoga ni siquiera le sorprendía que más de una chica haya fijado su vista en el jóven nipón en tan poco tiempo. Era el hombre perfecto que cualquier mujer desearía; Sensible, amable, dulce, atractivo...

- ¡¿Qué demonios estoy pensando?!- Se sacó a sí mismo de su ensoñación.- ¿Qué más me da si es así o no?, ¡Es mi amigo y ya, solo eso!, no soy gay.

Escuchó su teléfono sonar, al revisarlo descubrió que se trataba de un mensaje de Seiya. El castaño se disculpaba, diciendo que no podría asistir a la reunión debido a una emergencia.

Hyoga decidió no indagar al respecto, sabía que la vida de Seiya no era fácil. Simplemente le respondió un: "No te preocupes. Espero que todo esté bien."

Después de intercambiar un par de textos más, se despidió de su amigo, y dejó su teléfono en la mesa de centro nuevamente.

Apenas hubo realizado dicha acción, cuándo escuchó sonar el timbre de la puerta.

- Definitivamente el destino me está usando como su perra.- Murmuró, sabiendo de sobra quién estaba en su puerta.- Al demonio, es ahora o nunca.

Se levantó de su lugar, y se dirigió a abrir la puerta, comprobando de quién se trataba. Frente a él se encontraba ese lindo peli-verde, usando una playera de color verde, y unos shorts blancos que resaltaban sus torneadas piernas.

- ¡Hola, Hyoga!- Le sonrió el nipón.

- Hola, Shun.- Una loca idea cruzó la mente de Hyoga, y antes de que siquiera pudiera valorar si era buena o no, la llevó a cabo.

Shun definitivamente no se esperaba lo que Hyoga hizo. Lo abrazó, y después le besó ambas mejillas, no habría pasado nada, de no ser por un último beso, que fue a dar en sus labios.

No sabía cómo reaccionar, y ni siquiera se movió, sino hasta que Hyoga le soltó.

- ¡Hyoga!, ¿P-Por qué hiciste eso?- Interrogó al rubio, con las mejillas totalmente encendidas.

- Oh, lo siento. Es solo una vieja costumbre rusa.- Respondió Hyoga.- Es una forma de saludar a un amigo. Lamento si te incomodé.

En teoría no estaba mintiendo. En su país natal si solía ser una costumbre saludar de esa forma a alguien, pero generalmente era solo a figuras de un cargo alto, o en su defecto, entre colegas. Aunque ya no era tan común como en su momento, no dejaba de ser una costumbre, ¿cierto?

- N-No hay problema.- Habló Shun, quizás no queriendo hacerle sentir mal.- Solo avísame antes de hacer algo como eso, yo no estoy acostumbrado a ese tipo de saludos.

Shun no se esperaba para nada aquella acción de parte de Hyoga. El ruso no le era para nada indiferente, la atracción que sentía era innegable, pero sabía que todo estaba en su contra, además de que no pensaba arriesgarse de nuevo, y no quería una relación. Se había alterado al sentir los labios de Hyoga sobre los suyos, no quería una relación que estaría condenada al fracaso, pero tampoco le hubiera gustado perder la amistad de Hyoga. Así que cuándo Hyoga le explicó lo de su costumbre, aunque rara a sus ojos, le tranquilizó de cierta forma.

- ¿Sabes si Seiya va a tardar?- Preguntó, tratando de disipar la tensión en el ambiente.

- Sobre eso... Tuvo una emergencia y dijo que no podría venir.- Explicó Hyoga.

- ¿Le ocurrió algo?- Shun no pudo ocultar su preocupación.

- No te preocupes, él está bien, al menos físicamente.- Le tranquilizó.- Será mejor que nosotros nos pongamos a trabajar, ¿no crees?

El peli-verde asintió, y dicho y hecho, ambos pusieron manos a la obra.

Al inicio, parecía que la tensión y el ambiente incómodo se habían desvanecido por completo. Estaban centrados únicamente en su tarea, cuándo de pronto, Hyoga abrazó por la espalda a Shun.

- ¿Hyoga?- Se extrañó por el comportamiento del rubio.

- ¿Si?

- ¿Estás bien?

Hyoga bostezó, recargando su mandíbula en el hombro de Shun.- Si, solo estoy algo cansado.

- Si quieres dejamos esto para después, y yo me voy a casa para que puedas descansar un poco.- Propuso el menor, nervioso por la cercanía.

- No, no. Estoy bien.- Respondió bostezando.

Shun sintió como Hyoga le abrazaba con más fuerza, pegándolo a su cuerpo. Intentó tranquilizarse y justificar la acción de Hyoga, repitiéndose que solo estaba malinterpretando las cosas.

Pero toda justificación se fue al demonio cuándo de la nada sintió las frías manos de Hyoga colarse bajo su camiseta, junto con la boca del rubio besándole el cuello.

- ¿H-Hyoga?- Tartamudeó a duras penas.- ¿Q-Qué... Qué ha-?

Se vió interrumpido por un beso en sus labios. Intentó contenerse, incluso romper el contacto, pero sus músculos no le obedecían, y terminó cediendo.

Se dejó llevar por la sensación eléctrica que le recorrió por completo la espalda, correspondiendo el beso.

Cuándo se separaron por la falta de aire, Shun rápidamente se apartó, con un rubor enorme cubriéndole las mejillas.

- C-Creo que mejor me voy.- Tartamudeó, tomando su mochila, dispuesto a marcharse cuánto antes, pero un agarre en su muñeca impidió su huida.

- ¿Estás seguro de eso?- Escuchó la ronca voz de Hyoga a su espalda.

Solo pudo pasar grueso, no podía evitar sentirse indefenso de cierta forma.

Hyoga se acercó a él, lo volvió a abrazar por la espalda, ésta vez dejando más que claras sus intenciones. Shun temblaba, su parte racional le decía que empujara a Hyoga y saliera corriendo de ahí lo más rápido posible. Pero otra parte le decía que se quedara quieto y se dejará llevar.

Al final la segunda fue más fuerte que la primera.

Sin saber bien cómo, terminó besándose con Hyoga, y yendo a parar a la habitación del rubio.

Ahora se encontraba en la cama de su "amigo", con las piernas abiertas, y Hyoga enmedio de éstas. Continuaban besándose, de una forma cada vez más demandante, llegando a hacerse sangrar los labios mutuamente.

La ropa comenzó a estorbar más con cada minuto que pasaba, y Hyoga no tardó en quitarle la camiseta, para después hacer lo mismo con la propia.

- H-Hyoga...- Intentaba acallar sus gemidos, mientras Hyoga mordía levemente sus pezones.

El rubio no parecía tener intenciones de quedarse quieto. Mientras seguía jugando con los pequeños botones en su boca, dirigió una de sus manos a la cremallera del pequeño short de Shun.

Sin pudor alguno, metió su mano en la ropa interior del peli-verde, comenzando a masturbalo.

- ¡Hyoga!- Shun no estaba acostumbrado a ese tipo de trato, todo era nuevo para él, aunque esa no parecía ser la situación de Hyoga, al contrario, el ruso daba la impresión de ser un experto.

Hyoga soltó brevemente a su pequeña presa, dándole una tregua de unos segundos.

La vista que tenía era bastante privilegiada. El peli-verde estaba semidesnudo, jadeando y con las mejillas rojas por la excitación.

- No te preocupes, Shunny.- Le sonrió de forma sugerente, para después besarlo.- Aún no quiero que te corras.

Hasta ese momento, Shun se había limitado a dejarse hacer por Hyoga. Pero el mayor comenzaba a hartarse del comportamiento tan pasivo del peli-verde.

Mientras se besaban, tomó la mano de Shun, y la dirigió a su ya despierto miembro. Cómo ya se esperaba, la primera reacción de Shun fue retirarla, buscando evitar el contacto.

- No tengas vergüenza, solo estamos nosotros dos.- Le susurró, sin soltar su mano.- Solo inténtalo al menos.

Shun, aún sintiendo la vergüenza a flor de piel, accedió a la petición del rubio. Comenzó a acariciar el bulto por encima de la tela en movimientos circulares. Rápidamente obtuvo una reacción por parte de Hyoga, que se tradujo en jadeos y suspiros ahogados.

Después de unos minutos, se sintió más confiado, lo suficiente cómo para meter su mano dentro del pantalón y la ropa interior de Hyoga, y comenzar a mover su mano de arriba hacia abajo, aumentando y disminuyendo la velocidad por intervalos.

- H-Hyoga...- Gimió suavemente en el oído del rubio.- H-Hazlo... Ya... Ya no aguanto.

Sin necesidad de que lo pidiera dos veces, Hyoga procedió a cumplir sus deseos. Una vez que toda la ropa estuvo fuera, separó las tersas piernas del peli-verde y colocó entre ellas.

Miró por última vez a Shun, cómo pidiendo su consentimiento. Shun asintió, con las mejillas rojas, y el sudor perlando su frente.

Hyoga comenzó a introducir su ya totalmente despierto miembro en la entrada del peli-verde, que dejó escapar un pequeño quejido.

Siguió, tratando de ir lo más lento que podía para no lastimar a su acompañante, pero después pensó que quizás así dolería más. Tenía algo de experiencia con chicas, pero nunca antes lo había hecho con un chico, y desconocía qué hacer, o que tan doloroso podría llegar a ser.

- ¿Te duele?- Preguntó después de que Shun prácticamente gritara.

- S-Si...- Gimoteó, apretando los ojos y puños.- Sácalo...- Pidió sin poder aguantar más.- ¡Hyoga, no estoy bromeando. Quítate!

El rubio simplemente obedeció al peli-verde, abandonando su interior, nuevamente de una forma dolorosamente lenta. Le escuchó sollozar, y vió un pequeño hilo de sangre entre las piernas del menor.

- ¿Estás bien?- Preguntó algo asustado de ver salir sangre, pensando que lo había lastimado.

- Si.- Respondió, desviando la mirada, visiblemente avergonzado.

Besó su hombro, para después pasarse a su cuello, mientras le acariciaba la cintura y el abdomen.

- Lo siento.- Se disculpó, después de todo, también había sido su culpa por no tener cuidado.- Solo lo he hecho con chicas, pero no tengo ni idea de cómo tratar a un chico.

Dejándose llevar por el momento, volvieron a fundirse en un beso, que fue solo el inicio de una nueva serie de caricias.

Hyoga sentía unas ganas inmensas de tomarlo, pero no quería arriesgarse a lastimar al menor nuevamente, y luchaba por contener sus impulsos. Pero hasta él mismo sabía que su cuerpo no se iba a conformar con solo besos y roces.

Entonces ocurrió algo que para nada se esperaba. Shun cambió las posiciones, quedando ahora él debajo del peli-verde, con las piernas de éste a cada lado de su cadera.

Vió que Shun bajó lo suficiente, hasta quedar de frente contra su entrepierna. No se movió en absoluto, quería ver qué tenía en mente ese japonés.

El peli-verde no tardó nada en engullir todo su miembro, moviendo su cabeza de arriba hacia abajo. Era más que obvia la inexperiencia de Shun, pero no dejaba de ser sumamente placentero. Pensó que terminaría pronto, cuándo Shun lo soltó.

- ¿Tienes un condón?- Preguntó en un susurro el peli-verde.

- En el primer cajón de allá.- Indicó jadeando. La erótica imagen de Shun totalmente desnudo, moviendo su cadera mientras caminaba hacía su cajonera no hizo más que ponerlo a mil.

Shun abrió el cajón que le fue indicado, sacando de su interior lo que buscaba. Se acercó nuevamente al rubio, y sin prisas, abrió el pequeño paquetito negro con sus dientes, sacando su contenido.

Se acercó nuevamente a la virilidad del ruso, y brindándole la imagen más excitante de su vida, le colocó el preservativo.

Nuevamente se montó en su regazo, y Hyoga vió atentamente cuándo Shun comenzó a autopenetrarse. Lo escuchó jadear y echar la cabeza hacia atrás, él reaccionó casi igual, Shun era realmente atractivo, eso era innegable, pero sin la ropa cubriéndole... Era como estar follando a un dios griego.

El peli-verde tomó la iniciativa, moviendo sus caderas en movimientos circulares, y de arriba a abajo. Al principio lo vió y escuchó quejarse, pero a los pocos minutos solo podía escucharlo gemir, pidiendo, o mejor dicho, suplicando por más.

- ¡Ah, por dios, Hyoga!- Gimió con fuerza.

Sus piernas comenzaban a cansarse, Hyoga lo notó, y sin perder el tiempo, intercambió las posiciones nuevamente, sin salir de él en ningún momento.

Siguió arremetiendo con fuerza contra la intimidad del peli-verde, podía escuchar su pelvis chocar contra los glúteos del menor, provocando algunos chapoteos por los fluidos corporales de ambos.

Jamás se le cruzó siquiera por la mente hacerlo con un chico. En otras circunstancias ni ebrio lo hubiera creído, pero ahí estaba, en medio de las piernas de Shun, follandose a su amigo, mientras éste gemía su nombre.

Nunca creyó que se sentiría así de bien, pero así era. Definitivamente no era igual que con una chica, pero ésto tenía su encanto propio. Shun lo apretaba de una forma deliciosa, ninguna de las mujeres con las que había estado antes se comparaba a esa delirante sensación. Y ese placer culposo de dominar a otro hombre... Si seguía pensando y analizando a detalle todo lo que estaba pasando no tardaría en llegar al orgasmo.

- ¿Te gusta?- Cegado por la lujuria, tiró del cabello de Shun, haciéndole echar la cabeza hacia atrás.

- ¡Si!- Hyoga no era el único que había perdido por completo la razón y se había entregado al placer y la lujuria. Shun se encontraba igual o peor que él, en ese momento, su mente solo podía pensar en alargar el momento.

- ¿Quieres algo, cariño?- Hyoga quiso jugar un poco con el peli-verde. Abandonó su interior, y Shun no tardó en sentirse vacío.

- ¿Estás seguro de que quieres jugar a eso, Hyoga?- Su pequeña tortura no salió como tenía en mente. Shun lamió varios de sus dedos, como si estuviera haciendo una felación.

Hyoga solo observaba al peli-verde, mordiéndose el labio. Shun llevó sus dedos a su entrada, y rápidamente ocuparon el lugar de Hyoga.

- ¡Oh, Hyoga!- Gimió apenas comenzó a moverlos.- ¡Ah, si!

Al final le salió el tiro por la culata. Shun le devolvió la perversa broma, y se estaba encargando de torturarlo.

- ¡Hyoga!, ¡Si, soy tuyo, hasme lo que quieras!

No pudo más, Shun había ganado por esa ocasión. Volvió a hundirse en él, y a darle lo que ambos deseaban y necesitaban.

No se contuvo, mordió todo espacio de piel disponible a su alcance, dejando marcas rojas, que muy probablemente más tarde tomarían una tonalidad púrpura y tardaría días, quizás semanas en desaparecer por completo. Quizás Shun tendría problemas por ellas, pero en ese instante no le importaba nada, ni siquiera podía pensar claramente. Quería marcar de alguna manera a ese peli-verde como suyo, dejar una señal de que Shun se le había entregado y le pertenecía, que nadie más lo tuviera.

El imaginar a otro con Shun, haciéndole lo mismo que él le estaba haciendo... Mordió el pálido cuello de Shun, haciéndole terminar en medio de los dos.

La sensación de estrechez, y los espasmos de Shun por su reciente orgasmo, junto a esa extraña satisfacción por haber dejado esa marca fueron suficientes para hacerlo expulsar su semilla.

Volvieron a besarse con necesidad, hasta que sin notarlo, se quedaron dormidos.

Por ti soy como una niña que hoy
Vuelve suplicando más de ti por tí
Tu mano sostenerla, soltarla nunca más

Un par de horas más tarde, ambos estaban en las orillas de la cama, dándose la espalda, sin saber qué hacer. ¿Cómo demonios habían llegado a eso?

- Shun...

- Cállate.- Le silenció el peli-verde, usando un tono bastante severo, algo inusual en él.- Solo cállate.

- Shun, yo... Nosotros...

- ¡Ya sé lo que hicimos, Hyoga!- Volvió a interrumpirlo, ésta vez gritando, mientras se incorporaba bruscamente.- ¡Ya sé que me partiste el culo, y gemí como tu puta!, ¡Ya sé!

Hyoga no quiso ni moverse, se encogió en su lugar, tratando de esconderse entre las sábanas. No quería ni alzar la vista, a sabiendas de que apenas lo hiciera, Shun lo asesinaría con la mirada... O quizás literalmente.

- Creo que lo mejor será que me vaya.- Le escuchó hablar nuevamente, ésta vez con un pequeño nudo en su garganta, amenazando con quebrarle la voz.

Al sentir como Shun intentó levantarse, le tomó de la muñeca. No quería dejar las cosas así.

- Shun, espera, yo...

- ¿Qué quieres?

- Perdón. No sé qué me pasó, no quise lastimarte.- Intentó disculparse.- Shun, yo... Soy un idiota, por todo, lo sé... ¿Te duele algo?

-... ¿Tú qué crees?- Evadió la pregunta, con las mejillas coloradas y los ojos brillosos.

- Lo siento, Shun. No era mi intención lastimarte.- Siguió disculpándose.- Tengo que confesarte que nunca antes había estado con un chico. No tengo idea de cómo tratar a uno.

- ¿Y crees que yo sí?- Replicó el peli-verde.- ¡Era mi primera vez, Hyoga!- Encaró al rubio, ya no pudiendo contener más el llanto.- ¡Si!, antes de que siquiera pienses en burlarte, sí, era virgen... Maldita sea, ésto fue una estupidez. Debí haberme largado de aquí cuándo pude.

- Shun...- Hyoga sintió una pequeña punzada en su pecho. No había imaginado que era la primera vez de Shun, y sin saber exactamente porqué, sintió algo de remordimiento. Le abrazó por los hombros, intentando consolarlo.- Lo siento, no tenía ni idea.

- Olvídalo.- Shun solo se frotó los ojos, no queriendo verse más vulnerable.- Solo hagamos como que ésto no pasó, ¿de acuerdo?

Hyoga asintió, soltando a Shun. Le prestó el baño al menor para que tomara una ducha, mientras iba a conseguirle algún analgésico, era lo menos que podía hacer.

Luego de vestirse, atarse el cabello en una improvisada coleta, y asegurarse de que Shun estuviera bien, Hyoga salió de su apartamento, rumbo a la farmacia más cercana. Aprovechó para tomar algo de aire, e intentar despejar su mente; estaba confundido, antes de ese día se consideraba a sí mismo cien por ciento heterosexual, y nunca antes había dudado de ello. Pero ahora... ¿Por qué había seducido a su propio amigo?, ¿por qué no se detuvo después del primer beso, y dejó todo como una broma o impulso sinsentido?, y aún más importante, ¿por qué no se sentía arrepentido en lo más mínimo?

Shun era bastante de buen ver, eso no lo iba a negar, el chico tenía su encanto. Es decir, poseía unos ojos verdes preciosos, una piel blanca y tersa, un rostro perfecto, sin ninguna imperfección en él, una pequeña y perfecta nariz respingada, unos labios definidos y de tonalidad rojiza naturales. Y un cuerpo de ensueño que cualquier chica envidiaría...

Todo eso, combinado con su personalidad dulce y amable, siempre dispuesto a ayudar a los demás. Y su sonrisa... Esa sonrisa, que ni siquiera un ángel sería capaz de replicar.

Llegó a su destino antes de notarlo, sacudió su cabeza, intentando alejar aquellos pensamientos, y entró al local.

Después de pagar su pedido, emprendió el viaje de vuelta a casa, y todos aquellos pensamientos volvieron a embargarlo.

"¿Acaso me enamoré de él?- Se cuestionaba a sí mismo.- No, de seguro solo estoy confundiendo todo, y para mañana todo ésto habrá pasado. Y con suerte, en unos años más, Shun tendrá esposa e hijos... Y nos reíremos de todo esto."- Por alguna razón, el imaginar a Shun al lado de alguien más, removió algo dentro de su pecho. Pero decidió ignorarlo.

Cuándo llegó a su hogar, se dirigió a su habitación, topandose con Shun, y protagonizando otra situación incómoda.

- ¡Lo siento!- Se disculpó, para rápidamente darse media vuelta. Shun estaba prácticamente desnudo, únicamente vestía su ropa interior.

- No seas infantil.- Le restó importancia el peli-verde, y siguió vistiendose.- Después de todo, creo que ya me viste mucho más de lo debido, ¿no? Además los dos somos hombres, no tengo nada que tú no.

Hyoga sacudió la cabeza, y se dirigió nuevamente al menor, intentando alejar todas sus dudas.- T-Toma.- Tartamudeó entregándole una caja con analgésicos.

El menor le agradeció, brindándole una sonrisa, forzada a todas luces, y terminó de vestirse, para después ingerir un par de tabletas.

- Shun, yo...- Intentó hablar el rubio.- De verdad lo lamento, no sé en qué demonios estaba pensando, yo... No quiero perder tu amistad, la verdad llevamos poco tiempo de conocernos, pero te has convertido en una persona realmente importante para mí, y... No quiero que una estupidez mía eche todo a perder.

- No te preocupes, Hyoga.- Respondió el menor.- Supongo que yo pude decir que no, así que, creo que yo también tuve parte de la culpa, ¿no?- Le sonrió.- Sólo olvidemos ésto, y jamás lo volvamos a mencionar, ¿de acuerdo?

Hyoga asintió.- Claro.

Me hacer brillar
Y lo estoy tratando de ocultar
Sé que en modo de defensa estoy
No creo más en el amor
Si lo hago sé que soy
Como un ataque al corazón

Los días pasaban, ambos intentaban sacarse de la cabeza lo ocurrido aquel día, pero parecía que entre más lo intentaban, peor resultaba.

Shun era quién conseguía disimular mejor sus emociones, y frente a todos, seguía siendo un amigo cercano de Hyoga, sin mostrar nunca ningún signo de incomodidad o molestia. Pero en su privacidad sentía que se moría de nervios por la cercanía de Hyoga, por más que trataba, no podía olvidarlo, pero se repetía a sí mismo que no debía enamorarse ni hacerse falsas ilusiones.

- ¡Shun, ¿enloqueciste acaso?!- Escuchaba gritonear a su amigo pelirrojo frente a la pantalla de su computadora portátil.

- Lo sé, lo sé. Soy un idiota.- Se lamentaba, escondiendo su rostro entre sus manos.

- ¡Oh, claro que sí, jovencito!- Seguía Mime con su sermón.- ¡¿Cómo demonios se te ocurrió hacer algo como eso?!

- ¡No lo sé, Mime!

- ¡¿Quieren calmarse los dos de una buena vez?!- Intervino el otro amigo de Shun, haciendo callar a los dos.

- ¡¿Escuchaste lo que dijo Shun, Sorrento?!- Siguió Mime con su drama.- Shun, estás más que frito, estás carbonizado, ¡¿Tienes idea de cómo van a reaccionar Ikki o tus padres si se llegan a enterar?!

- ¡Mime!, ya deja tu maldito melodrama de una buena vez, que no ayudas.

- Mime tiene razón, Sorrento.- Le dió la razón al pelirojo.- Fuí un idiota. Y ahora no tengo idea de qué hacer... Desearía que estuvieran aquí.

Ambos guardaron silencio por unos segundos. Hasta que Sorrento volvió a hablar.

- Sobre eso...- Shun alzó la vista, viendo la pantalla, expectante a las palabras del peli-lila.- Quizás volvamos a vernos mucho antes de lo que crees.- Añadió sonriendo, y dejando a Shun desconcertado.- Mime y yo recibimos una invitación a un conservatorio de música en Grecia. Así que quizás nos veas antes de lo que piensas.

- ¡Por favor dime que no estás bromeando!- Exclamó extremadamente feliz, la sola idea de volver a tener cerca a sus amigos le alegraba enormemente.- ¡Eso sería increíble!

- No bromeo, Shunny.- Respondió el peli-lila.- Obviamente, no iríamos a la misma escuela. Pero sí estaríamos mucho más cerca.

- No importa, con tenerlos cerca me es más que suficiente.- Siguió sin borrar su sonrisa el peli-verde.

- Eso sí, ni creas que el rusito ese se me va a escapar.- Volvió a hablar Mime.- Y tú tampoco, Shun. En cuánto volvamos a vernos tú y yo vamos a tener una larga conversación, y será más pronto de lo que imaginas.

[ ... ]

La situación de Hyoga parecía empeorar con cada día que pasaba, y todos aquellos cambios no pasaron desapercibidos para Seiya. Llevaba ya unos años conociendo a Hyoga, y definitivamente algo ocurría.

- Hyoga, ¿todo bien?- Se acercó al rubio, cuándo recién terminaban un entrenamiento.

- Claro que sí, ¿por qué lo preguntas?

Justo en ese momento apareció cierto peli-verde, con un par de botellas de agua en mano.

- ¡Hola, Sei!- Saludó alegremente al castaño.- Oh, hola, Hyoga.

Un leve sonrojo se adueñó de las bronceadas mejillas de Hyoga, detalle que no pasó para nada desapercibido por Seiya.

- Tomen, les traje ésto.- Añadió el peli-verde, entregándoles las botellas de agua que cargaba.

- Gracias, Shun.- Agradeció el castaño, para después comenzar a beber del cristalino líquido.

- G-Gracias, Shun.- Tartamudeó el rubio, tomando la botella.- ¿T-Tienes sed?, s-si quieres bebe un poco.

Seiya observaba de reojo como Hyoga temblaba levemente, y tenía el rostro completamente rojo, al igual que Shun. Algo pasaba entre esos dos.

- N-No, gracias.- Rechazó la oferta el menor.

Seiya nunca había visto actuar así a Hyoga, ni siquiera con las chicas con las que había tenido alguna relación. El ruso solía ser siempre muy frío y reservado, incluso con sus parejas, así que el hecho de que se comportara así con Shun, era algo totalmente nuevo en él. Aún así, no quiso hacer falsas conjeturas, y decidió esperar, observar un poco más, y en base a eso, llegar a una conclusión.

Pasaron los días, que no tardaron en convertirse en semanas, y éstas en meses. Muchas cosas cambiaron en el transcurso de éstos últimos, para empezar, Shun les había presentado a unos amigos que recientemente se habían mudado a la ciudad, y estudiaban en el conservatorio de música Olliumpus. Sorrento y Mime eran sus nombres, eran increíblemente talentosos, y ciertamente no eran malas personas, quizás solo un poco ariscos al principio, pero Seiya ya estaba acostumbrado a eso, y ambos chicos rápidamente se hicieron de la amistad de Seiya.

En segundo lugar, Hyoga había cambiado casi radicalmente, en casi todo. Había pasado de ser un estudiante que, aunque brillante, bastante promedio y conformista, casi pecando de mediocre por momentos, a convertirse en un estudiante ahora comprometido con sus estudios, y que le sacaba provecho a sus fortalezas.
De utilizar sus habilidades en los deportes únicamente para atraer a las chicas, a comprometerse con el deporte, y había mejorado notablemente.
Y el que más había sorprendido a Seiya; había dejado de intentar ligar con cuánta mujer se le pusiera enfrente.
Pero todos esos cambios en el rubio tenían un factor en común, y ese factor tenía nombre: Shun.

Desde hacía meses, Hyoga buscaba cualquier excusa para pasar tiempo con él, por más estúpida o sinsentido que ésta fuera.

Definitivamente ahí había gato encerrado, y Seiya no se iba a quedar en paz hasta averiguar qué era exactamente lo que ocurría. Y ya tenía en mente cuál era la oportunidad perfecta para llegar al fondo de ese misterio de una vez por todas.

Todos los sentimientos de ayer
Se han marchado y no me rendiré
No hay ningún culpable
Sé que nunca me alejaré
Cerca del sol siempre te amaré, sólo mí cúlpame

Se encontraban en una fiesta, organizada por una de las estudiantes más hermosas e influyentes del instituto; Sasha Areleous.

- ¿Todo bien, Shun?- Se acercó Hyoga a Shun, ofreciéndole una bebida.

- Aún no entiendo cómo me dejé arrastrar hasta aquí.- Respondió, aceptando la bebida.- Hace un buen rato que perdí de vista a Seiya, si lo ves, dile que me surgió una emergencia y tuve que irme.

Shun se había hartado de la música fuerte y los gritos y risas estruendosas que se escuchaban por todo el lugar. Mime y Sorrento habían rechazado la invitación, al otro día tenían un recital y no había margen para errores. Así que Shun no planeaba asistir, pero Seiya insistió tanto, que al final terminó aceptando, aún siendo consciente de que sería un hecho la presencia, y los acercamientos incómodos de Hyoga.

Y no se equivocó. Perdió a Seiya entre la multitud, y simplemente había decidido sentarse y esperar, hasta que Hyoga apareció. Lo más sensato que se le ocurrió fue huir inmediatamente, y pensó que lo lograría, pero vamos, hasta él mismo sabía que Hyoga no lo iba a dejar ir así como así.

- Shun.- Le sujetó de la muñeca.

Shun pasó grueso, esa acción le hizo recordar lo ocurrido aquella tarde. No quería que eso volviera a pasar, e intentó zafarse, más nada consiguió.

Hyoga comenzó a guiarlo entre los estudiantes que bailaban y saltaban al ritmo de la música. Se dejó guiar, hasta que poco a poco dejó de escuchar el bullicio de la fiesta, y se dió cuenta de dónde estaban.

Hyoga lo había guiado hasta el jardín de la mansión, hasta dónde había una enorme y hermosa fuente de lo que parecía ser mármol, decorada con lo que parecía una estatuilla de la diosa Atenea en la punta. Ambos tomaron asiento, y se quedaron en absoluto silencio, hasta que Hyoga le tomó la mano.

- D-Deberíamos irnos.- Intentó deshacer el agarre.- No creo que sea correcto que estemos aquí.

- No te preocupes, a Sasha no le molesta.- Le tranquilizó el ruso.- Es mi única ex-novia con la que me llevo bien, así que no pasa nada.

Shun se limitó a asentir con la cabeza, sin expresión alguna en su rostro.- Aún así, ya es tarde, y yo debo volver a casa.- Intentó huir nuevamente, sin éxito en su propósito.

- Shun... Hay algo que quiero decirte.

- No.- Fue lo único que alcanzó a soltar.- No puedo quedarme más tiempo. Me cuentas otro día.

- Shun, ya no aguanto más.- Le sujetó de los hombros.- Desde lo que pasó entre nosotros ese día... No he podido dejar de pensar en tí, y en todo eso...

- Creí que habíamos acordado no hablar nunca de eso.

- Lo sé.- Suspiró exasperado.- Pero si no te lo digo, siento que me voy a volver loco.

Shun dudó, ahí estaba esa extraña sensación otra vez. Una parte de él le suplicaba, le imploraba que corriera y se alejara lo más que pudiera. Pero otra hacía exactamente lo contrario. Era una batalla interna, que se desarrollaba en su cabeza y le impedía pensar con claridad.

- ¿Qué quieres?

- Shun... Ésto no es fácil para mí, ¿de acuerdo?- Comenzó el rubio, sujetándolo por los hombros. Toda la sangre del cuerpo se le había subido a la cara, y se había concentrado en sus mejillas, al igual que Shun.- Shun... Yo... No puedo olvidar lo que pasó ese día, créeme que lo he intentado, pero no puedo. Y no tengo idea del porqué, pero... Creo que... Jamás podré hacerlo.

El peli-verde desvió la vista, comenzando a ponerse nervioso. Llevó sus temblorosas y finas manos hasta el pecho de Hyoga, e intentó alejarlo, sin éxito alguno.

- ¿Qué quieres de mí, Hyoga?

- Ni siquiera yo lo sé, Shun.

Me haces brillar
Y lo estoy tratando de ocultar
Sé que en modo de defensa estoy
No creo más en el amor
Si lo hago sé que soy
Como un ataque al corazón

- ¡¿Entonces por qué no me dejas en paz?!

- ¡No hay nada que desee más!- Sin darse cuenta comenzaron una discusión.- ¡Pero dime tú cómo demonios me olvido de tí!

- ¡Yo que sé!. ¡Coquetea con mil mujeres hasta que te hartes, o yo que sé!

- ¡¿Y crees que no lo he intentado?!

Shun intentó zafarse del agarre, más nada consiguió.

Nuevamente terminaron con sus labios a centímetros de rozarse, y casi como un instinto, terminaron devorandose mutuamente, igual que meses atrás.

- тебя люблю

- Sabes que no hablo ruso, ¿verdad?

Hyoga dejó escapar una pequeña risa juguetona.- Ya lo sé... Pero creo que no necesitas un traductor para intuir lo que quise decir.

- Si, si lo necesito.- Intentó evadirle el menor.

- Shun... No es para nada fácil para mí admitir algo como ésto... Pero es la verdad.- Tartamudeó el mayor, intentando reunir todo su valor para seguir hablando.- Te amo... No preguntes porqué, cuándo, cómo o dónde, porque ni siquiera yo entiendo cómo pasó... Solo sé que te amo.

- Hyoga, déjate de tonterías.- Agachó la vista el peli-verde.- Creo que ya bebiste más de la cuenta... Lo mejor será que pida un taxi y nos vayamos. Te pasaré a dejar a casa.

Shun intentó alejarse a hacer lo dicho, pero nuevamente fue detenido por Hyoga, quién inició otro beso al que no se pudo negar.

- ¿Acaso huelo a alcohol?- Interrogó el rubio, con un semblante y tono severos. Shun negó con la cabeza.- No he bebido una sola gota de cerveza, vino, vodka, ni nada de eso... Aunque ganas no me faltaron para tomar valor y decirte esto.

- Hyoga, ya deja de bromear con eso, no es gracioso.

- No estoy bromeando, Shun.- Insistió el ruso, apegandolo contra su cuerpo.- Estoy diciendo la verdad. Te amo, te amo como no tienes idea.

Lágrimas traicioneras comenzaban a escapar de la bellas esmeraldas que Shun poseía por ojos, sin que pudiera hacer algo al respecto para impedirlo.

- ¿P-Por qué lloras?

- También te amo.- Susurró para después robarle un pequeño y tierno beso.

Hyoga llevó sus manos a la cintura de Shun, y él se abrazó del cuello del rubio. Por esos segundos no existía nada más para ellos, solo estaban centrados en ese beso.

Ese beso era diferente a cualquiera que se hubieran dado antes. En él buscaban transmitirse todos los sentimientos que guardaban el uno al otro. Todos los que habían callado por meses. Y sobretodo, el amor que habían comenzado a sentir mutuamente, antes de que siquiera lo notaran, y que habían decidido callar.

Ambos habían sido heridos en el pasado, de una u otra forma. Ambos deseaban encontrar un amor de verdad, alguien que los comprendiera, apoyara, y que nunca se fuera de su lado, quizás sin ser conscientes de ello.

- Shun... Te amo.- Susurró Hyoga, pegando su frente a la de Shun, mientras ambos mantenían sus ojos cerrados.- Shun... ¿Podríamos... Al menos intentarlo?

- ¿T-Te refieres a...?

- Si. A ser pareja.- Vió como Shun agachó la vista, y temió lo peor.- Por favor... Solo dame una oportunidad.

- Está bien.- Alzó la vista, sonriendo levemente.- Creo que... Después de todos ya no tengo nada que perder.

Su unión quedó sellada por un nuevo beso, del que la luna llena fue el único testigo... Bueno, algo así.

- ¡Te lo dijimos!- Detrás de uno de los tantos arbustos, tres chicos habían observado desde lejos toda la escena, aunque sin lograr escuchar demasiado.

- ¡Shh!, ¿quieren que nos escuchen y Shun nos use de comida para Cerverus?- Les silenció el peli-lila.- En primera: Yo que iba a saber, Shun es así con casi todos. Y en segunda...

- ¡Al suelo!- Exclamó Seiya, saltando al interior de la planta, empujando a los otros dos en el proceso.

- ¿Qué te-?

- ¡Shh!, no hagas ruido, Mime, que ahí vienen esos dos.

Los días pasaron sin que se dieran cuenta. Y apenas un par de semanas después, Hyoga y Shun les dieron la noticia oficialmente, declarándose así cómo una pareja formal.

Finalmente habían encontrado a su otra mitad, a esa parte de su alma que les faltaba, ese compañero que caminara a su lado de por vida.

Parecía que esos dos estaban destinados a encontrarse, y ahora que estaban juntos, jamás se dejarían ir. Estaban hechos el uno para el otro.

- Ya se habían tardado, ¿no, Hyoga?- Comentó Seiya, el día que les dieron la noticia.

- En eso le doy la razón al burro.- Le siguió Mime.

- Aunque hacen linda pareja, eso no se los negaré.- Añadió Seiya, ignorando el apodo de Mime.- Solo recuerden lo que mi hermana siempre dice: "Sin globos no hay fiesta."

- ¡Seiya!

Exclamaron todos al mismo tiempo, tan solo para terminar riendo.
Mientras que la nueva pareja, tan solo compartió una mirada cómplice entre ellos.

"Si supiera..."

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Bueno, en ésta ocasión el songfic está dedicado a ShunReyesmorales

Perdón por tardar tanto, pero ésto de las clases en línea me consume demasiado tiempo 😅

Aún así, espero que te haya gustado, y que la espera haya valido aunque sea un poquito la pena 💙

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