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7 [Libre: El guerrero y el poeta]

Advertencia: Alusiones al racismo. Ligeras menciones a temas religiosos. Localización arbitraria. 

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Su rostro, a estas alturas de su vida era solo asociado con el rostro de la ira. Desde pequeño esa ira que buscada trasmitir fuerza y seguridad fue como se defendió, criado como esclavo, vendido como guerrero que solo buscada aprovechar la imponente fuerza que demostrada. Pero su vida a una sola persona le importada, si moría solo una persona se vería triste por lo acontecido. 

 Un hombre castaño dedicado a trasmitir versos, usar la palabra escrita para decirle el mundo sus emociones. Eso siempre decía él desde que le empezó a hablar de su vocación. No pasando desaparecido cuando le cuestiono del porque entonces, escribía situaciones sexuales. 

- A eso se le llama erotismo, Deuterus. No es algo fácil de escribir, suele ser usado para describir la pasión del momento más intimo entre las parejas. Es una lastima que muchas personas lo vean mal, aunque honestamente, debo decir el erotismo no es mi fuerte por falta de experiencia. - Bromeo con eso, buscando entre sus estantes un libro que le entrego. Deuterus no tuvo problema alguno en leerlo, descubriendo porque Sísifo describía el genero de esa forma.  

Él le había brindado su apoyo, le compartió un espacio en su hogar y hasta el momento, podría correr el peligro de decir que ya Deuterus había cruzado la linea de la amistad en el tabú que eran las relaciones de 2 hombres. Sísifo era un hombre que le generada muchos sentimientos. En ese momento, el moreno estaba acostado en una cama, descanso por las heridas de la ultima batalla en la que tuvo que sobresalir para vivir. El castaño le había ofrecido su hombro para ayudarlo a caminar, encargándose él mismo de cuidar sus heridas hasta llevarlo a la cama. 

Siempre fue así. Tenia en mente el día que se conocieron, su presencia parecía llamar la atención, terminando humillando a cada que le quisiera tratar de tomar por sorpresa. Ese fue su primer día, donde Deuterus tuvo que demostrar que no se iba a dejar matar desde el primer día. Sísifo llego con él esa misma tarde. No quiso hablarle el primer momento. No le tenia nada de confianza, y nadie podía culparlo.  

- Un gusto en conocerte. Me llamo Sísifo Furrieti. - En ese momento Deuterus solo le volteo a ver, no le respondió nada y se mantuvo frio.  - ¿Tienes donde quedarte? Escuche todo lo pasado, y me ofrecí a darle alojamiento. - Claramente no confió en nada en primer momento cuando le dijo eso. El moreno estaba dispuesto a tener a ese castaño vigilado en cuento a cualquier movimiento extraño. Nuevamente no dijo nada, solo le siguió porque mejores opciones no tenia más que poner a prueba la compasión que parecía querer ofrecerle. 

2 días que bien fueron tranquilos, estuvieron entre mucha tensión, Sísifo busco hablarle hasta que sus defensas fueron bajadas, y con eso su relación mejoro. Sorprendentemente Sísifo no tuvo dobles intenciones en su oferta, solo quiso ayudar a un guerrero. Ya había admitido tenerle  admiración por  seguir de pie, su fuerza parecía sobre humana, pero para el moreno era solo furia ciega en forma de voluntad buscando vivir. 

Deuterus suspiro, abriendo los ojos ya con el cuerpo lo suficientemente descansado. Busco con la vista una señal de cuanto tiempo estuvo inconsciente. Parándose con algo de dificultad. Solo usada ropa interior por lo que su cuerpo se podría detallar a la perfección, heridas de todo tipo adornaban bastantes zonas de su cuerpo, la espalda siendo la repleta. Las piernas y brazos también tenían su tela que mostrar.  Lentamente, fue hasta el estudio del castaño, donde normalmente se encerrada para dedicarse a escribir, entre otras cosas, también tenia un piano que de vez en cuando tocada, y un pequeño telescopio. A su vez, era el escenario donde ellos 2 más tiempo compartían en tranquilidad, donde su soledad durante las noches a las luz de las velas era el escape de toda la sociedad a su alrededor.

Allí, fue donde iniciaron todo lo que para la sociedad era el pecado que los llevaría al infierno. 

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-¿Paso algo? -  Esa tarde, al castaño le había llegado cierta correspondencia, Deuterus fue capaz de notarlo sobresaltándose como si algo ocultara apenas la leyó. No era su problema, eso era verdad, pero notar la preocupación del castaño hizo que la curiosidad del tema por el deseo de ser capaz de ayudarle en algo. Usando la noche donde en su estudio los 2 solían conversar para hacer su pregunta. 

- Ahh... Eso... No sabría como decirlo. Problemas personales.

- ¿Existe una forma de que yo pueda ayudarte? - Enternecido por esa respuesta Sísifo tardo en reaccionar, solo sonriendo. Genuinamente hablando, no, no había nada que él pudiera hacer y estaba consiente. Pero aun así quería ayudarlo.

- Lastimosamente no. Son... Cosas que nunca supe si decirte. A poca gente se lo he dicho.

- Vaya... - Haciéndole una señal. El poeta llevo al guerrero a su asiento, explicándole la situación que tenia.

- Veras. Yo tengo un hermano mayor, bueno, somos medio hermanos. Mi madre es... Bueno, te varas una idea.

- ¿Adulterio?

- Para mi desgracia. Mi familia viene de un ducado del que yo me largue. No tengo derecho a nada allí, ni aportar ni abogar, en parte fue una de las razones por las quise irme y crear mi propia vida. Sin nada que tenga que ver con mi apellido real. Lo cambie para estar aquí sin llamar la atención.

- Para ellos eras un estordo... Increíble que seamos más parecidos de lo que pensé.

- En efecto. No importa de que calidad sea tu cuna, la vida castiga por igual. - Sonrió. - Solo me llego un llamado de mi hermano, mi sobrino acaba de nacer, mi hermano y yo teníamos bastante compañerismo, el me ayudo con todo lo legal para yo independizarme, quiere que lo conozca. Solo que yo ya acabo de rechazar la oferta.

- ¿Por qué hiciste eso? Me estas diciendo te quería.

- Porque me importas más tu. Tengo miedo de ir y encontrarte muerto en medio de una batalla. Estas herido, y débil. En este momento, eres más importante para mi. - Sentencio. Deuterus casi quedo en un completo Shock de escucharlo tan seguro y decidido declarar eso, feliz, pero con un nudo en la garganta. A los pocos segundos el castaño se levanto, ofreciéndole su mano. - Necesitas comer, hoy te esforzaste mucho. Vamos...

- Sísifo. - Al pararse, Deuterus sujeto el brazo del castaño empujándolo para sujetarlo de los hombros mirándolo directamente a los ojos.

El castaño en sus brazos fue quien tomo el paso final, moviendo sus manos a cada lado de su cabeza para besarle los labios lentamente. Un beso lento que supo a gloria, felicidad y satisfacción. Entre feliz y asustado. Abrazándose al separar sus labios.

-  Ah... Sísifo... Te prometo que, como guerrero, si voy a morir por alguien no será en batalla, si no que será por ti. - Pecado, tabú, para muchos había muchas cosas malas en esto que acaban de hacer. A Deuterus nada le importada, nunca tuvo voz en nada a su alrededor, ahora, con Sísifo era otra cosa, temía miedo de arruinarle la vida al único que lo protegió, pero sus deseos egoístas eran más fuerte que su razón. - Ahh... - Cayendo en cuenta de algo, Deuterus termino arrodillándose, sujetando la mano de Sísifo para besarla. - Hare lo que sea por amarte pero a su mantenerte a salvo.

- Abecés no hay nada de malo en ser egoísta. - Entendió porque lo decía. El poeta tomo las manos del guerrero para levantarlo.

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- ¿Puedo pasar? - Los ojos del castaño dejaron los papeles rápidamente al escuchar esa voz, parándose para quedar frente al moreno que de un brazo se apoyada de la pared. Sonriendo al verlo sano, las heridas esa batalla fueron las más graves que ha tenido. Por lo tanto no era dificil notar que estaba preocupado por la salud de su compañero. 

- ¿Cómo te encuentras?

- Lo suficientemente bien. - Sísifo no parecía complacido. Detallando cada herida que con esfuerzo había cuidado. 

- Sanar cada herida no fue fácil. Estabas sangrando mucho.

- Ni yo sé como sigo vivo. - Quiso ser optimista. Su cuerpo se sentía aun débil. 

- ¿Tienes hambre? - El negó. Devolviéndole la misma sonrisa que el castaño le regalada. El poeta sujeto al guerrero del rostro para acercarlo, ofreciéndole un dulce y corto beso, pegando su frente a la él. 

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